El mejor viaje en tren.
Un vagón casi vació, una hermosa compañera de asiento y pocas palabras...
«Joder, que sueño tengo». Maldije mientras caminaba por el andén esa mañana.
«¿Por qué demonios tengo que ir viajar tan temprano si la reunión es hasta la tarde?».
Eran las 5 de la mañana, de un lunes del mes de mayo, tenía que tomar el tren a una ciudad un tanto alejada, mi trabajo de ejecutivo me obligaba a viajar para una reunión, yo era bastante novato por aquel entonces así que en realidad esta era la primera vez que acudía a una reunión de negocios fuera de la ciudad desde que me ascendieron, estaba bastante nervioso, pero también molesto, la reunión era en la tarde, no entendía porque mi jefe me había hecho reservaciones justo en el primer tren del día, el viaje a la ciudad solo duraba 2 horas así que estaría todo el día sin hacer nada.
«¿Qué se supone que haré mientras espero la hora de la reunión en una ciudad que no conozco?»
Aún somnoliento me acerqué a la taquilla a pedir mis boletos, me lo entregaron y en el indicaba mi número de asiento.
El tren ya estaba en el andén, pero no saldría hasta dentro de media hora, de cualquier manera, decidí subirme y ver si al menos podía dormir un poco más sentado ahí, miré el boleto, era el penúltimo vagón, en el último asiento de la fila de la derecha, sonreí por mi suerte, en ese lugar nadie me vería dormir, me daba vergüenza que lo hicieran.
Me senté en el asiento de la ventana, recargué mi cabeza sobre el vidrio y me quedé dormido.
Lógicamente, no recuerdo si soñé algo o no, pero conociéndome, seguramente me soñé a mí mismo viviendo en alguna mansión llena de mujeres, siempre había sido pobre, y hasta ese momento, a los 29 años, solo había tenido dos relaciones serias en mi vida, ambas habían acabado mal, al menos me iba bien a nivel profesional.
De repente, la sacudida del tren al salir de la estación me despertó, el hecho de que estuviera saliendo apenas, me confirmaba que al menos, había logrado dormir 30 minutos, peor era nada.
Al despertar estaba un poco desubicado, y en una posición bastante incomoda, así que intenté apoyar mi mano derecha en el asiento del lado para acomodarme, pero me llevé una sorpresa cuando en lugar de sentir la superficie rugosa y desgastada por los años del asiento del tren, sentí otra cosa, algo mucho más suave y si se permite el termino, esponjoso.
Volví a palmar para tratar de adivinar que era, pero entre el sueño y la sorpresa no podía saberlo, pero mientras giraba mi cabeza para ver qué es lo que había en el asiento de al lado me di cuenta… ¿Era piel?
Estaba en lo correcto, al instante de girar mi cabeza la vi, era la mujer más hermosa que había contemplado en toda mi vida, tenía una cara angelical con unos labios carnosos maquillados con de un color rojo sensual, y con unos ojos negros que penetraron mi alma cuando me descubrí mirándolos.
Luego de unos segundos de mirar su rostro llevé la vista a donde mi mano estaba posada, su pierna, estaba usando una falda corta que le quedaba bastante arriba de la rodilla, acompañada por unas medias negras que cubrían desde sus pies hasta sus rodillas, mi mano estaba justo en el espacio sin tela que había entre ambas prendas.
Sentí como mi cara se ponía a roja y comenzaba a arder, ella me miraba con sorpresa, pero no decía nada.
—Lo siento —dije al fin cuando pude recomponerme de la sorpresa luego de unos segundos. —No sabía que había alguien sentado a mi lado, me quedé dormido.
Retiré mi mano mientras ella seguía mirándome a los ojos.
—No te preocupes —dijo sonriéndome. —Creo que debí saludar cuando me senté, pero estabas tan lindo durmiendo que no quise responderte.
Trague saliva, era realmente hermosa, espera… ¿dijo lindo? ¿Yo? Nunca me había considerado un hombre extremadamente apuesto, tampoco muy feo, si tuviera que decir algo seria simplemente promedio, lindo nunca hubiera sido un término que usara para describirme.
Llegué a la conclusión que solo era una forma de ser amable, no era una frase con segundas intenciones, aun así, consideré apropiado agradecer.
—Gracias —dije intentando sonreír.
Nos quedamos mirando durante unos segundos en que ninguno de los dos dijo nada, yo estaba nervioso, nunca había estado tan cerca de una mujer tan hermosa como ella, por su parte, ella no parecía inmutarse, se limitaba a sonreír y mirarme a los ojos.
Luego, ella giró su vista hacia el interior del pasillo del tren y recargó su espalda sobre el asiento, al dejar ella de mirarme, logré serenarme un poco, esa era una situación que no me esperaba para nada y menos a las 5 de la mañana.
«Un momento», pensé mirando a mi alrededor «¿Por qué se sentó aquí?»
A esa hora del día, lo normal es que el tren estuviera casi vacío, y en efecto, en mi vagón además de nosotros iban unas cuantas personas repartidas en otros asientos, no más de 6, todas ellas sentadas solas.
Entonces, ¿Por qué ella se había sentado conmigo?, era bastante improbable que le hubieran dado un boleto con este asiento, y aunque así fuera, podría haberse sentado en cualquier otro lugar del vagón y nadie diría nada.
También cruzó por mi mente el pensamiento de que hacia una mujer tan hermosa viajando a estas horas en un tren a otra ciudad, así que tomando valor toque su hombro para llamar su atención y se lo pregunté.
—Estaba aquí por trabajo —me respondió de nuevo con una sonrisa. —Tuve que quedarme a dormir aquí pero ahora vuelvo a mi casa, quería irme lo más temprano posible, ¿y tú?
—Lo contrario —le respondí. —Yo vivo aquí pero voy a tu ciudad a una reunión de negocios, por alguna razón mi jefe insistió en que me fuera a esta ahora.
—Ya veo —respondió ella, luego, volvió a sonreír. —¿Te puedo pedir un favor?
—Claro, ¿de qué se trata? —pregunté un poco sorprendido.
—Verás, no pude dormir muy bien en el hotel, ¿te molestaría que me duerma aquí?
Ante esa frase supongo que mi reacción fue de sorpresa porque ella sonrió de repente.
—S…si, está bien, no hay problema —respondí tartamudeando un poco.
—Gracias —dijo. Y su sonrisa fue como si iluminara todo el vagón —¿Podrías despertarme en una hora?
Yo me limité a tragar saliva y asentir.
Después, ella volvió a girar la cabeza y pude ver como intentaba encontrar una posición más cómoda, hasta que lo hizo pues dejó de moverse.
Así, me quedé sentado junto a una dama hermosa que, si no estaba dormida, pronto lo estaría.
Mientras observaba como se giraba para dormirse, no pude evitar mirar con mas atención el resto de su cuerpo, sin duda, la belleza de su rostro se complementaba perfectamente con lo sensual que era su cuerpo.
Las piernas, como ya había podido comprobar por ese accidente no solo eran suaves al tacto si no que también eran firmes y aún estando sentada se adivinaban las formas de un trasero espectacular.
Luego de recorrer su mitad trasera fijé mi mirada en la parte de arriba, llevaba un simple suéter de color verde, algo holgado pero que no lo suficiente como para que no se lograran adivinar un par de tetas de un tamaño bastante considerable por el.
Era no solo hermosa, sino que, como se dice coloquialmente: estaba buenísima.
Llevaba el pelo corto, apenas hasta los hombres, de un negro igual de intenso que el de sus ojos, incluso desde donde yo estaba podía oler su olor a Shampoo, parecía que se había dado un baño antes de ir a la estación.
Mientras el tren avanzaba, me quedé admirando un poco más el cuerpo perfecto de esa mujer, que seguía sin moverse ni hacer ningún ruido, pero que supuse que ya se había dormido.
Miré mi mano derecha, sin duda era afortunado por haber si quiera podido tocar esa piel tan suave y tan firme, llevé la mirada de mi mano hacia la pierna de la desconocida, ¿podría tocarla de nuevo?, No, por supuesto que no, era demasiado riesgo, no quería ser acusado de acoso sexual ni nada parecido.
Suspiré, llevé mi mano a mi bolsillo para sacar mi teléfono celular, 5:50 mostraba la hora, joder, era demasiado temprano, maldije a mi jefe de nuevo por haberme mandado tan temprano.
Llevaba conmigo unos audífonos así que me los puse y traté de escuchar algo de música, era demasiado temprano como para que eso me distrajera de verdad, pero era mejor que nada, al menos servía para mantenerme despierto.
El sol apenas empezaba a mostrar señales de vida en el horizonte que se divisaba por la ventanilla del tren, comencé a soñar despierto, primero pensé en lo que se sentiría ser yo el jefe, tener que mandar a otros a reuniones a las que yo no quiero ir, y joderlos aún más haciéndolos levantarse a horas insanas para tomar un tren casi vacío rumbo a una ciudad en la que nunca han estado, me imaginé riéndome de mis pobres empleados como seguramente mi jefe haría al despertar.
Luego, a mi mente volvió la sensación del contacto con la tersa piel de la mujer que tenía mi lado, dejé volar mi imaginación preguntándome si tendría novio, esposo, pareja de algún tipo, traté de imaginarme su historia, seguramente fuer alguna ejecutiva novata como yo, pues no parecía mayor que yo, luego, imagine lo que se sentiría tener a esa mujer como novia, o como esposa, las cosas que le haría si de mí dependiera.
Sacudí la cabeza y suspiré, tenía que conseguirme una novia, ya estaba casi en mis 30´s, debía conseguir sentar cabeza, tal vez tener una familia, algo que hiciera que un viaje como este no me pareciera una carga sino un medio para algo más grande.
Así, soñando despierto entre mis fantasías y pensando seriamente en mi futuro, fui viendo pasar el paisaje, primero, todo fueron edificios altos, grandes tiendas comerciales y negocios, después, se convirtieron en casas, zonas de juegos y toda clase de cosas que hay en las colonias alejadas del centro de cualquier ciudad, vi a unas cuantas personas caminar por la calle y me sorprendí que hubiera gente a esa hora que ya estuviera trabajando, o dirigiéndose ahí, luego, el paisaje pasó a ser campo, cultivos, y montañas a lo lejos.
Sin siquiera darme cuenta, habían pasado varias canciones en mi cabeza y 40 minutos en mi reloj, al menos eso era lo que decía el celular.
Me preparé para despertar a la mujer dentro de nada, pero entonces, sentí algo en mi hombro, giré mi cabeza y vi la suya, recargada sobre mi hombro, con los ojos cerrados y la boca levemente abierta, estaba dormida.
Me sorprendió, pero a la vez me sentí algo feliz, al menos tendría el recuerdo de que una belleza como ella había dormido sobre mi hombro.
Bajé la vista y de nuevo ante mi se encontraban ese par de piernas que tan apetecibles de veían, quería tocarlas otra vez, sentir de nuevo esa piel tan suave, pero… no, no podía, eso seguramente me traería problemas.
Para mi sorpresa, antes siquiera de darme cuenta de que estaba haciendo, mi mano ya se dirigía hacia esa pierna como si tuviera mente propia, traté de detenerme, pero pensé.
«¿Por qué no?».
Si, al fin de cuentas solo iba a tocar un poco, sería durante un segundo nada más, quería sentir ese contacto de nuevo, y, si en dado caso, la mujer despertara, lo único que tenia que hacer era decirle que la iba a despertar como ella me había pedido, me disculparía por tocar su pierna si se daba el caso, no tendría por qué sospechar otra cosa.
Así, mi mano por fin llegó de nuevo a su suave pierna, primero solo la dejé ahí, no hice ningún movimiento y observé su rostro, ninguna reacción, seguía dormida.
Poco a poco, comencé a mover mi mano de arriba abajo, sintiendo su piel tan suave, estaba mal, lo sabia, estaba mal aprovecharse de una mujer dormida, pero… no podía detenerme.
Aunque sabia que era peligroso, comencé a mover mi mano un poco mas rápido, nada exagerado pero cuando lo pienso con detenimiento, era imposible que alguien siguiera dormido después de estar siendo tocado de esa forma.
Mi mano recorría todo el espacio libre entre su falta y sus medias mientras mis ojos vigilaban que no despertara, aunque a esas alturas posiblemente no habría excusa que me salvara, pero en ese momento no me importó, solo quería seguir sintiendo esa pierna tan exquisita, de pronto, algo pasó.
«¿Eh?», Pensé. «¿Acaso… ¿sus piernas se abrieron?».
No, no podía ser, no podía ser pero… miré su rostro y me quedé helado.
Sus ojos, abiertos ahora, me miraban fijamente, su rostro no expresaba ninguna expresión, pero sus piernas se abrieron un poco más, ¿Estaba acaso dándome permiso de ir más allá?, solo había una forma de averiguarlo.
Con firmeza, metí mi mano entre su falda y comencé a tocar sus muslos por dentro, para entonces, mi verga había comenzado a endurecerse bastante, pensando en la suerte que tenía, la miré a los ojos, ella me devolvió la mirada, pero en ningún momento hubo un gesto de reproche, de hecho, volvió a abrir las piernas un poco más, por la posición en la que estaba y por lo apretada de su falda (¿Qué mujer se vestía tan sexy a esa hora de la mañana?), parecía que era lo más que podían abrirse.
Pero, esa distancia entre sus piernas fueron suficientes para que lograra llegar a mi objetivo, subiendo mi mano un poco más logré por fin sentir su ropa interior, llevaba bragas de tela según lo que mis dedos me decían, pero no podía seguir tocando porque mi mano ya estaba demasiado contorsionada, así que cambie de brazo, separé mi brazo izquierdo de su falda y llevé mi brazo derecho a ocupar su lugar.
Ahora, era mas fácil introducirme dentro de su falda así que, mirándola a los ojos y notando un leve rubor en sus mejillas, llevé mi mano directamente a su vagina, claro que, por encima de ella, estaban sus bragas, pero no me importó, comencé a manosearla por encima de ellas.
Estaba mojada, ¿Cuánto tiempo llevaba esa mujer despierta?
Fui pasando mis dedos por sus bragas, primero uno haciendo una línea donde se marcaba su vagina, luego otro dedo, pasaba cada dedo de mi mano sobre sus bragas, sintiendo su humedad y su forma.
Mientras yo hacía eso, ella no dejaba de mirarme, la cara cada vez se le ponía más roja.
—Ahh —soltó un ligero gemido, casi un susurro.
Ese sonido, me dio más determinación para continuar con lo que estaba haciendo, tenia toda mi mano entera jugando en su vagina, empapada a estas alturas, sus bragas todas mojadas por su excitación, sin duda, estaba teniendo suerte.
Entonces, el sonido de un celular se escuchó, era el suyo, para mi sorpresa, enderezó un poco la espalda y contestó la llamada, pero, sin cerrar las piernas ni un milímetro.
—Hola —dijo ella a la bocina del teléfono.
—Si amor, ya voy en el tren.
«¿Amor?», me dije. «¿Tiene esposo? ¿Novio?»
—Te prometí que tomaría el primero para estar contigo ¿verdad? —dijo con tono alegre, aunque el rubor de su rostro no había desaparecido —Aunque la verdad es que tengo un poco de sueño jaja.
Desilusionado, dejé de tocar su vagina y me dispuse a sacar mi brazo de entre su falta.
Pero, cuando estaba por hacerlo, para mi sorpresa ella cerró las piernas rápidamente, dejando mi brazo atrapado entre ellas.
—No te preocupes —dijo mientras me miraba y sonreía. —Encontraré un modo de mantenerme despierta.
—Si, yo creo que llegaré en una hora, ¿irás a recogerme en la estación?... ok, gracias, si, ahí te veo, adiós amor.
Y colgó, pero se me quedó mirando.
—¿Qué pasa? —me preguntó en voz baja con una sonrisa.
—Eh… lo siento, creo que no deberíamos hacer esto.
—¿Por qué?
—Bueno, parece que usted tiene pareja.
—Así es, pero no hay problema, yo no le diré nada a mi esposo ¿tú lo harás?
—N… no, ni siquiera lo conozco.
—Entonces, supongo que no hay que preocuparse ¿verdad?
Abrió de nuevo sus piernas, como si esperara que yo continuara con lo que había dejado, así que me dije “qué diablos” y volví a la carga, llevé de nuevo mis dedos directo a sus bragas, pero, esta vez decidí ir más allá y separé a un lado la tela para tener contacto directo con su vagina.
—Aaah —volvió a gemir al contacto, aunque ahora un poco más alto.
Miré alrededor, ninguno de los otros pasajeros pareció darse cuenta, de hecho, por la postura pegada a las ventanas, se diría que estaban dormidos.
Siendo el caso, continúe con lo que estaba haciendo, mi mano se restregaba en su vagina bastante, hasta que, se me ocurrió meter un dedo en ella.
—Aaaah —el grito fue aún más fuerte, pero no pareció despertar a los pasajeros, aun así, se tapó la boca con ambas manos.
Entonces, llegados a ese punto comencé a jugar con mi dedo dentro de su vagina, metiéndolo y sacándolo lentamente.
El rubor en su rostro aumentó y comenzó a tapar su boca con más fuerza mientras yo subía poco a poco el ritmo de la paja que le estaba haciendo.
No era ningún experto en eso, en realidad en cuanto a temas sexuales no tenía demasiada experiencia, sexo casual con alguna novia que había tenido y eso era todo, pero de cualquier manera me iba a esforzar para que esa hermosa mujer no terminara decepcionada.
Mientras seguía metiendo y sacando mi dedo de su vagina me fije en su pecho, que la respiración hacia que subiera y bajara, dejando sus tetas más apetecibles si es que eso era posible debido al bamboleo.
—¿Te gusta? —me atreví a preguntar
Ella simplemente se limitó a asentir con la cara toda roja.
Ese asentimiento fue la gota que derramó el vaso, estando con las manos en la boca y su rostro todo colorado se veía realmente hermosa.
Mientras con mi dedo seguía entrando y saliendo de su vagina, con la otra mano levanté el sueter que llevaba puesto hasta llegar a su brassiere, del cual bajé las copas para poder apreciar las tetas semidesnudas.
Eran perfectas, en tamaño y forma, los pezones bien paraditos apuntaban al techo del vagón mientras a mí se me hacía agua la boca, sin dudarlo un momento, me lancé por ellos.
En cuanto le di el primer lengüetazo soltó otro gemido, esta vez arqueo todo su cuerpo quedando recargada aún más sobre el respaldo del asiento.
Me sentía en el cielo, mientras mi dedo entraba y salía de su vagina, mi boca estaba haciendo los honores con su teta, no podía creer la suerte que tenía, pero… ¿Hasta dónde llegaría? ¿simplemente se quedaría en esto, o iríamos más allá?
Parecía imposible que quisiera hacer más ya que estábamos en un lugar público, ella era casada y todo eso, no creí que quisiera realmente engañar a su esposo, seguro solo estaba algo caliente y no podía aguantarse a ver a su esposo… tal vez.
Mientras seguía pensando en esas cosas, de repente noté como tomó el brazo con el que le estaba practicando el trabajo con el dedo y lo apretó con fuerza, la miré y noté como empezaba a estremecerse un poco, y de pronto sentí algo caliente cayendo en mi mano, se estaba corriendo…
Miré su rostro, había quitado sus manos de su boca y pude adivinar que estaba a punto de gritar de placer, desesperado, lo único que se me ocurrió para que no fuera a despertar a los otros pasajeros fue plantarle un beso.
Cuando lo hice, pareció sorprenderse un poco pues sus ojos se plantaron en los míos, pero pronto, tal vez por el placer que estaba sintiendo abajo, relajo su boca y pude sentir su lengua tratando de enredarse con la mía.
Mientras nos besábamos, seguía sintiendo un líquido caliente fluir por mi mano.
Esa mujer… o estaba insatisfecha o era de las que se corren mucho sin importar la situación.
Cuando por fin sentí que dejó de correrse, saqué mi mano de su falda, pero sin dejar de besarla, ella tampoco hizo ningún intento de separarse de mi, seguimos con ese beso húmedo durante un rato hasta que ambos nos quedamos sin aire.
Jadeando, nos separamos y nos quedamos mirando a los ojos.
«¿Ahora qué?», pensé. «Esto es todo?».
Parecía que sí, pues ella volvió a recargarse en el respaldo del asiento y cerró los ojos, aun siguió jadeando
«¿Me va a dejar así?», me dije molesto «¿Ahora que hago yo con esto?», pensé llevando mi mano a mi entrepierna, que no hace falta decir que mi verga estaba más dura de lo que nunca había estado.
Maldije a la misma suerte que hace unos segundos había agradecido por dejarme así, estaba tan caliente que pensé en irme a masturbarme al baño, la volví a mirar… todavía tenía los ojos cerrados y estaba recargada sobre el asiento, casi parecía que se había vuelto a dormir.
Molesto, me puse de pie para ir al baño, di unos pasos intentando salir del encierro que representaba en estos casos el asiento de la ventanilla, pero ella me detuvo poniendo su mano en mi pierna, la miré, estaba sonriendo, era una sonrisa de lujuria, con la otra mano, le dio palmaditas al asiento indicando que me sentara, luego, soltó mi pierna y para mi sorpresa y deleite, comenzó con esa mano a hacer un gesto obsceno acercando y alejando rápidamente su mano de su boca mientras con la lengua simulaba algo golpeando el interior de su mejilla, claramente, estaba indicando que quería darme una mamada.
Sonriendo, tomé asiento, la verga me dolia por estar encerrada entre mis pantalones, pero en cuando me senté, ella, como una gata que se lanza sobre un ratón, se abalanzó sobre mis pantalones, me quitó el cinturón, luego bajó el cierre y desabotonó el pantalón mientras yo levantaba mi culo para que me lo pudiera bajar sin problemas.
La verdad es mi verga no es una exageración, pero igualmente estoy orgulloso, 18 centímetros que a pesar de no haber tenido mucha experiencia, nunca han dejado insatisfecha a una mujer.
Cuando por fin mi verga saltó como un resorte, la mujer se sorprendió primero, luego sonrió y se le quedó mirando durante unos segundos, primero se inclinó un poco hacia su dirección y comenzó a pajearme, poco a poco su mano comenzó a subir y bajar por mi erecto pene mientras ella me miraba a los ojos.
Su paja era maravillosa, lo hacía lento, pero la situación era tan morbosa que temí correrme demasiado rápido, sin embargo, de pronto, se inclinó completamente, dejando su culo apuntando
totalmente al interior del pasillo del vagón, acercó poco a poco su cara hacia mi pene y, haciéndose a un lado el cabello, comenzó a introducírselo en la boca.
Poco a poco, la piel de mi verga fue empezando a sentir el calor propio del interior de una boca femenina, poco a poco fue llenándose de la humedad que solamente la saliva esparcida por la lengua de una mujer puede provocar.
Comenzó a chuparla como si fuera una paleta, con su lengua la recorría de arriba abajo enteramente hasta llegar al prepucio donde se detenía y le daba pequeños besitos, mientras yo me retorcía del placer, si algún pasajero hubiera volteado a verme, probablemente su primera impresión sería que me estaba dando un ataque al corazón.
La sola imagen de tener a esa mujer, tan hermosa pero desconocida, dándome una buena chupada de verga me hacía latir el corazón a mil por hora.
Mientras me la chupaba, a veces, se detenía para mirarme a los ojos y sonreírme con una lujuria y ferocidad que hasta entonces nunca había visto en nadie, luego de mirarme durante unos segundos, volvía a recorrer mi verga con su lengua, no sin antes darle un beso a la punta, no sé cuántas veces se detenía para mirarme, pero sin duda fue un suplicio cada vez, pero también una carga de erotismo sin igual.
El contacto de su lengua con mi verga me tenia en el cielo, tanto, que ni siquiera noté que estaba por venirme hasta un instante de hacerlo.
—Me ven… —intenté decir en voz baja.
Ella pareció escucharme pues dejó de mover la lengua, se sacó mi verga de la boca pero no se separó tanto, de inmediato, los chorros de semen comenzaron a salir disparados directamente a su cara, mientras me estremecía ella recibía en su rostro el semen que salía de mi verga, que estaba más que feliz de por fin poderlos soltar.
Estuve soltando chorros de semen durante varios segundos, y cuando terminó, la mujer volvió a darme una chupada más, para limpiar mi verga, luego levantó la cara y me miró, la sola visión de su hermoso rostro lleno casi por completo de mi semen, me excitó en demasía, aún más de lo que ya de por si estaba, tanto, que mi verga volvió a ponerse dura al instante.
Me sonrió, con un dedo quitó el semen que tenía más cerca de los ojos y se lo llevó a los labios.
—Sabe bien —dijo mientras yo estaba atónito, nunca ninguna mujer había probado mi leche, no tenía idea de que podía llegar a ser algo tan sensual.
Se enderezó en el asiento y sacó su celular de nuevo, miró la pantalla, luego miró mi verga y luego me miró a mi sonriendo, con todo el semen en su cara se veía muy excitante.
—Quedan 20 minutos para llegar a la estación, ¿Quieres ir por el plato principal?
Yo, entendiendo de inmediato a que se refería, asentí lentamente mientras daba un vistazo al vagón, los demás pasajeros seguían durmiendo por suerte.
Entonces, la mujer se puso de pie y con un movimiento muy sensual comenzó a bajarse la falda lentamente.
Mientras lo observaba, mi pene ya estaba otra vez a punto de explotar, pensé que era buena idea y me levanté un poco del asiento para terminar de bajarme el pantalón del todo, junto con los boxers que llevaba puesto, quedando completamente desnudo de cintura para abajo y con mi verga apuntando al cielo.
Voltee mi mirada hacia la mujer que ya había terminado de quitarse la falda, quedándose solo con las bragas puestas, así pude comprobar que lo que había sentido efectivamente eran unas de color negro de algún tipo de tela (no sé de esas cosas).
Me miró, no se había quitado el semen de su cara, sonrió y con un gesto me indicó que me moviera un poco mas hacia el centro del asiento, sin rechistar, así lo hice, y cuando estuve justo en el centro, ella, que seguía de espaldas a mi, pasó una pierna al otro lado de las mias, y se inclinó, entendí al momento que lo que quería era que la penetrara en esa posición, con ella sentada en mis piernas como si fuera una niña pequeña.
Ya que estaba de espaldas, no podía ver del todo bien mi verga así que al ver sus intentos por tomarla con sus manos, la guíe hasta ella, ella flexionó más las rodillas hasta poder estar justo a la altura de mi verga, con su mano izquierda la colocó justo en la entrada de su vagina (ya se había quitado las bragas) mientras con la derecha se sostenía en el asiento delantero, por fortuna, la distancia entre los asientos era la suficiente para estar en esa posición sin que resultara incomoda.
Mientras tenía esa tremenda vista de su culo y parte de su vagina, pensaba que el momento había llegado, mi verga estaba justo en la entrada de su vagina, lo único que tenía que hacer era tomarla por las caderas y con fuerza hacerla que se sentara sobre ella para penetrarla, pero quería que ella lo hiciera, por suerte para mí, no tardó demasiado en hacerlo.
Comenzó primero a dejarse caer sobre mi verga poco a poco, mientras hacía esto, yo podía ver perfectamente como poco a mi verga se iba perdiendo entre sus carnes, mi excitación iba creciendo hasta que finalmente toda ella desapareció y solo pude ver sus nalgas que hacían contacto directo con la piel de mis piernas.
Se quedó así durante unos segundos, sin moverse, solo con mi verga dentro de ella, yo tampoco hice ningún esfuerzo por moverme, solo apreciando el momento.
Pero no fue por mucho, pronto ella comenzó a moverse poco a poco, primero solo meneo su cuerpo con mi verga aún dentro de ello, pero después comenzó a hacer lo que yo estaba esperando.
Sin duda me hubiera gustado verle la cara mientras me cabalgaba, pero al estar de espaldas ella no podía hacerlo, comenzó a subir y bajar sobre mi verga lentamente.
Mientras ella hacia eso, yo llevé mis manos a sus tetas desde detrás de ella y me apodere de ese par de pelotas de carne redondas que parecían tan perfectas, comencé a manosearlas como si mi vida dependiera de ello.
Mientras yo jugaba con sus pechos, la mujer comenzó a aumentar el ritmo de su cabalgada poco a poco, era como estar en el cielo, cada vez que subía, parecía que mi verga se iba a salir de su vagina, pero lo hacía tan bien que justo cuando eso iba a pasar, volvía a ensartarse de manera sublime.
Para este momento yo ya no aguantaba la excitación, había comenzado a besar su cuello mientras la penetraba y jugaba con sus tetas, me sentí tentado a morderle un poco, pero tampoco quería que tuviera problemas con su esposo así que me contuve.
Lo que no pude contenerme fueron las ganas de darle un pequeño golpe en las tetas, casi como si fuera una cachetada, no fue un golpe fuerte, era algo que había visto en un video porno y desde entonces por alguna razón me habían dado ganas de intentarlo, para mi sorpresa al hacerlo ella soltó un grito a un volumen bastante algo alto.
Ante la sorpresa del grito ambos nos quedamos quietos, yo estaba con los ojos abiertos como platos del miedo de que nos descubrieran, uno de los pasajeros más cercanos se revolvió en su asiento, pude ver como contrajo el cuerpo que ella también se había asustado, así que lo primero que se vino a la mente fue tapar su boca con mi mano y tomándola con la otra por el torso dejarnos caer sobre el asiento, de esta forma si alguien volteaba no nos vería, o al menos esos era mi esperanza.
Y así quedamos durante unos segundos, recostados de costado sobre el asiento mientras mi verga seguía dentro de ella, y su cara seguía cubierta de semen y sudor, sin duda, sería difícil de explicar (o fácil, depende de cada quien) si alguien nos encontraba así.
Ella me miró, en su mirada había una pizca de reproche.
—¿Porque hiciste eso? —fue como si dijera, aunque no movió los labios para nada, sus ojos lo decían todo.
—Yo no fui el que gritó —respondí también telepáticamente, aunque dudo que me entendiera porque el reproche seguía en sus ojos.
Nos quedamos quietos durante unos segundos, como no se escuchaba ningún ruido comencé a levantarme, levantándola a ella conmigo también.
Eché un vistazo al vagón, parecía que seguían dormidos.
La mujer me miró, ya no se veía reproche en sus ojos, más bien parecía divertida, miró su teléfono otra vez, luego volvió a girar la cabeza para mirarme.
—Ya casi es hora, lo siento, pero hay que acelerar esto.
Y vaya si lo hizo, comenzó a cabalgar bastante más rápido, subía y bajaba a un ritmo dos o tres veces más alto que el anterior, se tapaba la boca, pero el solo choque entre sus muslos y los míos al chocar era suficiente para despertar a un oso, era prácticamente imposible que los demás pasajeros no se hubieran despertado a estas alturas, o tal vez el ruido del propio ten amortiguaba el sonido de nuestras carnes, era una posibilidad.
En cualquier caso, la mujer siguió montándome en esa posición, yo ya había dejado de manosearle las tetas, sentía que no iba a tardar en venirme así que importándome ya poco todo, la tomé por la cintura y comencé a ensartarla yo mismo, con más fuerza aún de la que ella estaba dando, sus gemidos se podían escuchar incluso a través de sus manos que continuaban tapando su boca.
La movía con todas mis fuerzas de arriba hacia abajo, era como si quisiera apuñalarla con mi verga, y técnicamente es lo que estaba haciendo, el ritmo era cada vez más frenético.
—Hey… —dije con voz entrecortada —me voy a venir.
Ella no respondió nada, esperaba que se detuviera, que se quitara de encima mío, en cambio, giró un poco la cabeza, aún tenía la mano en la boca, pero el rostro completamente rojo y los ojos llenos de placer, asintió, fue lo único que hizo.
En ese momento exploté, solté otros tantos chorros de semen, esta vez dentro de ella, ambos nos estremecimos, adiviné que ella también se estaba corriendo, por eso y por los chorros de líquido que mezclados con mi propio semen chorrearon por mis piernas.
No solté tanto como la primera vez, pero aun así fue bastante, cuando terminamos, nos quedamos en esa posición durante unos segundos, inmóviles.
Luego de esos segundos ella volvió a mirar su teléfono y maldijo en voz baja, miré por la ventana y pude ver las primeras señales de una estación justo al momento que noté como el tren comenzaba a perder velocidad, habíamos llegado.
Ella rápidamente se puso de pie y comenzó a bajar la maleta que había puesto en el compartimiento de arriba, seguramente cuando yo estaba dormido, aún estaba sin falda, sin bragas y con las tetas al aire, parecía no importarle si algún otro pasajero la veía, cosa que así era pues todos los otros que estaban en el vagón habían despertado y tenían la vista en nuestro asiento, cargando la maleta se metió al baño que, por suerte para ella, estaba justo en las espaldas de nuestro asiento.
Yo, me quedé sentado en la misma posición, jadeando un poco, los pasajeros fueron poniéndose de pie conforme el tren llegaba al andén, todos me dedicaron una mirada, algunos de sorpresa, otros de asco y un par de orgullo, yo respondí sus miradas con una sonrisa y un gesto de mano diciéndoles adiós, fue demasiado engreído sin duda, pero en ese momento estaba en el cielo.
Durante al menos 10 minutos esperé sentado, ya no quedaba nadie en el vagón, estaba esperando que la mujer saliera del baño, yo también quería lavarme un poco.
Aún ni siquiera me había subido los pantalones, por suerte, en esos 10 minutos nadie se subió, estaba tan como que hubiera sido una desgracia tener que moverme, miré por la ventana, había muchas personas, ese horario era mucho mejor para tomar el tren sin duda, traté de adivinar cuál de todos ellos vendría por mi compañera de asiento, era imposible adivinarlo.
El sonido de la puerta del baño abriéndose me sacó de mis pensamientos, la mujer salió vestida completamente diferente, esta vez con un pantalón de vestir ajustado y una camisa negra ceñida al cuerpo, pasó los ojos por el vagón, luego miró mi asiento y me vio ahí, se percató de que seguía medio desnudo y sonrió, miró por la ventana, buscando seguramente a su esposo, pero no pareció encontrarlo porque se inclinó directo a mí y me dio un pequeño beso en los labios.
No dijo nada, esa fue la despedida, caminó por el pasillo del vagón arrastrando su maleta y al llegar a la puerta bajó por las escalerillas, no miró hacia mí en ningún momento mientras bajaba, la observé por la ventana un poco más, se quedó de espaldas al tren durante unos momentos hasta que un hombre vestido con lo que parecía ser su pijama o tal vez su ropa de ejercicios matutinos se acercó a ella, se abrazaron y se dieron un pequeño beso para luego tomarse de la mano y comenzar su camino, pero, antes de alejarse mucho ella volvió la mirada hacia la ventana donde estaba el que ya era nuestro asiento y viéndome aún ahí sonrió y me guiñó un ojo.
Le dije adiós con la mano y una sonrisa en el rostro, cuando se perdieron de vista me subí los pantalones aún sentado y luego me puse de pie, aún no había comenzado a subir nadie al vagón así que me dirigí al baño para limpiarme, a diferencia de ella yo no traía maleta, miré mis pantalones, estaban completamente llenos de semen y de los líquidos de esa mujer, aun así, seguí sonriendo, limpié todo mi pene de los restos de fluidos corporales, limpie con agua del lavabo las manchas mas visibles en mi pantalón, me lavé la cara y salí del baño.
Ya habían aparecido los primeros pasajeros que se sorprendieron al verme salir, pero igual algunos me dedicaron un saludo con la cabeza, otros al ver el estado en que estaba mi ropa me dedicaron un gesto de despreció, suspiré, al parecer tendría que ir a la primera tienda de ropa que encontrara y comprarme ropa nueva.
Caminé por el pasillo y finalmente comencé a bajarlas escaleras para bajar del tren, en mi mente recordé que hace unas semanas había estado a punto de comprarme un automóvil en la página de internet de una empresa a crédito, le agradecí a mi yo del pasado no haberlo hecho y comencé a caminar por el andén rumbo a la calle…