El mejor trabajo del mundo
Calos empieza a trabajar en L.M.P. Dinero y placer
AVISO: Para los escrupulosos. En el relato hay una escena de sexo entre dos hombres. Es cortita. Espero que no dejen de leerlo solo por ese trocito. La señalo claramente.
Carlos estaba sentado un sábado por la noche en un semi oscuro rincón un pub cualquiera, solo. Hacía semanas que había cortado con Azucena y desde entonces había dejado al grupito habitual de amigos. Alguna noche, pocas, había tenido suerte y ligaba con alguna chica, pero desde la ruptura no se había vuelto a acostar con ninguna mujer. Sus pocos ligues no habían sido del tipo lanzado, de esas que se van a la cama en la primera cita. Se marchaba a casa sin haber mojado, con el rabo tieso entre las piernas.
De 28 años, Carlos no era el más guapo, ni el más feo. Era normalito. Ni alto ni bajo, estatura media. Tampoco era el más simpático, el alma de las fiestas. Por eso cuando ese sábado por la noche aquella hermosa mujer se le acercó, se sorprendió. Debía rondar los 40, pero iba muy bien arreglada, con clase. Muy elegantemente vestida, con ropa que saltaba a la vista que era cara.
-Hola. ¿Estás solo?
-Sí. Solito.
-¿Puedo acompañarte?
-Claro. Toma asiento.
Carlos entró en modo ligue.
-¿Cómo te llamas, preciosa?
-¿Eso importa?
-Bueno, es para no llamarte solo preciosa.
-¿Es que no lo soy?
-Joder, pero si estás buenísima.
Empezaron las miradas. Los dos la sostenían. Carlos se dijo que le había tocado el gordo. Aquella mujer buscaba sin duda, sexo. Él necesitaba sexo, y si era con una mujer como esa, mejor que mejor.
Aunque no era tímido, estaba acostumbrado a ser él el que atacaba. Estaba un poco descolocado por la manera en que ella le había entrado, y no sabía como continuar. ¿Iba directo al grano o pedían unas copas y charlaban de banalidades?
La respuesta la tuvo enseguida. Ella, con una sonrisa, le puso una mano sobre la rodilla y, lentamente, empezó a subir, mirándole a los ojos. Cuando posó la mano sobre la bragueta, la polla de Carlos ya estaba como una piedra.
-¿Es esto una broma? - preguntó el sorprendido chico.
-¿Te parece esto una broma? - respondió la mujer, agarrándole sobre el pantalón el tronco de la polla
Durante el siguiente minuto ninguno dijo nada. Solo se miraron el uno al otro mientras la mujer recorría con los dedos la dura barra encerrada bajo la tela. Carlos se animó a ir al grano.
-Bueno, preciosa. Está claro lo que quieres.
-¿Sí?
-Sip. Quieres polla.
-jajajaja. Veo que eres listo. Según parece, aquí debajo tienes una.
-Sí. Una polla bien dura que te voy a clavar hasta los ovarios.
-No me vas a follar.
La cara de Carlos era todo un poema. Aquella caliente mujer, sin dejar de sobarle la polla, le soltaba, así, de sopetón, que no se la iba a follar.
-¡Joder! ¿Cómo que no? ¿Me vas a dejar así? Eres una...
-Shhhh, no me vas a follar. Solo me folla mi marido. Pero te voy a hacer una buena mamada... si quieres, claro
-¡Coño! ¡Pues claro que quiero!
-Pues vamos. Sígueme.
La mujer se levantó. Carlos clavó sus ojos en el redondo y contoneante culito. Un culito digno de una buena follada. Quizás si la convencía al final accedería a echar un buen polvo. Al poco de seguirla supo que se dirigían a los servicios.
Ella entró al baño de señoras y le hizo una seña. Carlos entró detrás de ella. Una chica que se retocaba el maquillaje los miró a través del espejo. La mujer entró en uno de los reservados. Antes de entrar, Carlos vio como la chica le guiñaba un ojo. Seguramente se imaginaba lo que allí dentro iba a pasar.
La mujer bajó la tapa del wáter y se sentó. Miró a Carlos a los ojos.
-Venga. ¿A qué esperas? Sácate la polla.
Carlos fue a desabrocharse el cinturón.
-No, así no. Bájate la bragueta y sácate la polla y los huevos.
-Uf, es que la tengo muy dura. Me va a costar.
-Venga, hombre. Me gusta ver las pollas así.
Carlos se bajó la bragueta, metió la mano dentro y se bajó los calzoncillos. Tenía la polla hacia un lado. La agarró con fuerza, se echó hacia atrás y tiró con fuerza. Se hizo un poco de daño, pero consiguió sacarla. La mujer tenía los ojos fijos.
-Ummmmm, buena polla. Sácate también las pelotas.
Metió los dedos y se sacó los dos hinchados huevos. Los pantalones eran un poco ajustados y la bragueta estrangulaba ligeramente la dura herramienta.
-¿Te gusta mi polla?
Ella alargó la mano y la acarició.
-Es una polla hermosa.
Carlos estaba orgulloso de su polla. No solo era larga, sino bastante gruesa. Una señora polla la cual le había dado algún problema con chicas de coño estrecho, pero que en general dejaba más que satisfechas a las que la admitían. Se quedó mirando como la mujer la recorría con la mano. Como la apretaba, como acariciaba con las yemas las poderosas venas que la surcaban. Los dedos llegaron a los hinchados huevos
-¿Están llenitos de leche? - le preguntó acariciándolos con las rojas uñas.
-Uf, guapa. Estoy que reviento.
-Ahora te voy a hacer la mejor mamada de tu vida. Y quiero que me des mi premio.
-¿Tú premio?
-Sí. Tu leche caliente llenando mi boca, bajando por mi garganta hasta mi estómago. ¿Me darás mi premio?
Carlos no se podía creer la suerte que tenía. Aquella preciosa mujer pidiéndole que se corriera en su boca, diciéndole que deseaba tragarse todo su semen.
-Pues claro. Solo tienes que sacarlo. Y por como me has puesto, no te va a costar mucho.
La bella desconocida le sonrió. Le agarró los huevos con una mano, la polla la sujetó por la base con la otra mano y acercó la boca a la gruesa cabezota. En cuanto abrió los labios y empezó a mamar, Carlos supo que la mujer era una experta en esas lides. Sintió la lengua serpentear alrededor de su dureza. La boca succionaba con la presión justa.
-Aggg, que boquita tienes...Que gusto...
Ella no podía hablar con la boca llena de polla. Solo emitía sonidos guturales. En aquel pequeño espacio solo se oían los gemidos de Carlos y el sonido succionante de la boca.
Durante unos minutos la mujer siguió sentada y Carlos de pie, gozando de la inesperada felación. El hombre acariciaba el suave cabello de la mujer. Pero a Carlos le faltaba algo. Le faltaba ver. Una parte muy importante de una mamada es el contacto visual.
-Quiero verte. Quiero ver como te comes mi polla.
-Así que deseas ver como tu polla entra y sale de mi boca, ¿Eh?- respondió ella, sacándosela.
-Sí.
Ella se levantó, sin soltar la enhiesta barra. Era ligeramente más baja que Carlos. Se miraron a los ojos. La mirada de Carlos bajó a aquella experta boca, de rojos labios pintados. Estaba brillante alrededor, entreabierta, mostrando unos perfectos dientes blancos. Aquella boca pedía a gritos ser besada. Pero cuando lo intentó, ella apartó la cara.
-Nada de besos. Solo quiero tu polla. Siéntate.
Carlos obedeció. Se sentó sobre la taza mientras ella se arrodillaba. A la bella desconocida, de traje de 200 no le importó lo más mínimo arrodillarse en aquel suelo. A ella solo le importaba una cosa. Aquella gruesa y larga polla. Apoyando las manos en los muslos del muchacho, mirándole fijamente a los ojos, acercó su roja boca y empezó a tragarse la polla.
Carlos solo pudo hacer una cosa. Gemir. El espectáculo era perfecto. Era como estar viendo una película porno en la que él era el protagonista. Se quedó con los ojos entornados mientras ella subía y bajaba lentamente a lo largo de su hombría. La mujer trataba de meterse toda la polla en la boca, pero le resultaba imposible. Solo conseguía tragarla hasta la mitad. Le encantaba la sensación de sentirse así de llena.
Entre sus piernas su coño palpitaba. Había veces, cuando encontraba una polla como la de ese chico, en las que llegaba a correrse sin tocarse. Solo con sentir la polla en la boca era suficiente. Esa mamada iba a ser de esas, así que fue despacio, lento, disfrutando de las sensaciones que recorrían su cuerpo.
Se la sacó de la boca para acariciarse la cara con ella. Se dio golpecitos en las mejillas y pasó la lengua a lo largo de todo el grueso tronco. La agarró con una mano y la pajeó al tiempo que se metía uno de los huevos en la boca y lo lamía con mimo.
-Aggggggggg, joder, tía. Tenías razón.
-¿Sobre?
-Sobre que me ibas a hacer la mejor mamada de mi vida.
-Lo sé - dijo ella, volviendo a tragarse la polla.
Carlos notó como su cuerpo empezaba a tensarse. Como la agradable sensación del naciente orgasmo se apoderaba de su cuerpo. Fue lento, muy lento. Casi pudo sentir como cada músculo se tensaba. Aunque ella le había dicho que quería que se corriera en su boca, era un caballero y la avisó.
-Me voy a...correr....dios...me voy a correr.
Ella se preparó. Ese era el mejor momento. Cuando el tiempo parece pararse, cuando la polla que llena su boca tiene su primer espasmo, cuando el primer latigazo de semen se estrella contra su paladar. Justo es ese momento es cuando la mujer estalló en un intenso orgasmo, que se intensificó cuando contra la lengua golpeó el segundo disparo.
Notó el amargo y salado sabor llenarle la boca. Con los ojos cerrados y el cuerpo estallando de placer recibió el tercer chorro, que llenó su boca y la obligó a tragar. Notó como el semen bajaba por su garganta, como un bálsamo. Una cuarta andanada salió de la polla, seguida de una quinta, y después, una sexta.
Carlos, con la boca medio abierta, con las manos apoyadas en los bordes de la taza, oyó como la mujer volvía a tragar. Su polla siguió disparando. Dos poderosos chorros y, finalmente, el noveno, ya más flojo, más, suave.
La mujer aún sintió como la polla tenía unos pocos espasmos más, pero ya sin darle más leche. Mantuvo en su boca los últimos y acarició la polla con su lengua, saboreando el preciado líquido.
Carlos respiraba por la boca, jadeaba. Ella respiraba por la nariz. Sorbió y se bebió hasta la última gota de la esencia masculina.
Lentamente se sacó la polla de la boca. La besó con mimo.
-Ummm, ibas cargadito. ¿Siempre te corres así?
-Uf, no recuerdo haberme corrido así. Pero soy de corrida abundante, sí.
-Y riquísima.
La mujer siguió besando la hermosa polla, que no se había ablandado lo más mínimo. Se le había corrido un ligeramente el pintalabios, enrojeciendo un poco los alrededores de la boca.
-Me encanta tu polla. Es perfecta para mamar.
-Pues a mí me encanta tu boca.
-¿Soy una buena mamona, verdad?
-Uf, la mejor. ¿Quieres más?
-Ummm. ¿Puedes darme más tan rápido?
-Nena, con una boquita como la tuya y lo cargado que voy, te aseguro que te voy a dar una segunda racioncita.
La mujer sonrió, abrió la boca y empezó una segunda mamada. Ahora, sin prisas, disfrutando plenamente de la dura polla. Se llevó la mano bajo el traje y se empezó a pasar los dedos a lo largo de su empapado coño. Cuando a los 10 minutos de continua felación Carlos le llenó la boca con una segunda y abundante descarga, ella se había corrido tres veces. Pudo retener en la boca toda la corrida. Antes de tragársela, le enseñó al satisfecho muchacho su boca llena de semen. La cerró y tragó.
-¿De verdad que no me vas a dejar follarte? Estás más buena que el pan.
-Nop. Nada de follarme. Ya te dije que solo mi marido me folla.
-Joder. ¡Pero si te acabas de hacer dos mamadas de infarto! No se va a enterar. Yo al menos no se lo voy a decir - dijo Carlos con la mejor de sus sonrisas.
-Que no.
-Lástima. De verdad que estás de toma pan y moja.
-Jajajaja. Lo sé.
-¿Me dirás al menos tu nombre? Es para recordar este momento para siempre.
-Me llamo Clara.
La mujer se levantó y sacó una tarjeta de su bolso. Carlos creía que le iba a dar su dirección, que volverían a verse. Clara escribió algo en la parte de atrás y se la dio a Carlos.
-Ve a esta dirección. Si vales, podrías ganarte un buen dinero. Di que vas de mi parte.
-¿Qué? ¿Cómo dices?
-Tú vete. Te aseguro que no te vas a arrepentir.
Antes de abrir la puerta y desaparecer, Clara se agachó y le dio un rápido y suave beso en los labios a Carlos. El chico se quedó embobado mirando como la mujer desaparecía.
Justo en frente había una chica joven mirándose al espejo. Había oído los gemidos provenientes del reservado y se imaginó lo que allí pasaba. Lo confirmó al ver salir a la mujer y ver a Carlos sentado con la polla fuera y cara de bobalicón.
-Vaya, perece que se lo han pasado bien - dijo la joven, mirándole la polla.
-Nada mal, guapa. Nada mal - añadió Carlos guardándose la tarjeta en un bolsillo y después la menguante herramienta.
Se había quedado muy relajado. La noche ya estaba hecha, así que decidió marcharse a su casa.
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A la mañana siguiente, cuando se despertó como casi siempre con la polla dura y se la agarró, se acordó de la noche anterior. Parecía un sueño, algo que solo pasa en las películas porno. Pero había sido real. Una hermosa desconocida le había hecho dos fantásticas mamadas en un baño público.
Se hizo una buena paja recordando a la bella Clara. Después se levantó y desayunó. Saludó a su madre, que apareció con una bata y toda despeinada.
-Hola tesoro.
-Hola mami.
Se pasó el domingo tirado en el sofá, viendo la tele. Sus padres salieron por la tarde a dar un paseo, pero él no quiso acompañarlos. Cuando lo dejaron solo, fue a su cuarto a ver un poco de relajante y sucio porno.
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El lunes, a las 7:30 de la mañana, en punto Carlos entró por la puerta de la agencia en donde trabajaba como administrativo. Desde que le vio la cara a su jefe, supo que iba a ser un mal día.
-Coño, Carlos. ¿Aún no están los papeles del juzgado?
-Ya casi están, Don Anselmo. En 5 minutos se los dejo encima de la mesa.
-Joder, te dije el viernes que los quería a primera hora.
-Pero...Don Anselmo. Si estoy llegando.
-Tú siempre con excusas. Rapidito, carajo.
Para sus adentros, Carlos le dijo de todo menos bonito. Pero se calló la boca, se sentó y le preparó los malditos papeles a aquel tirano. Minutos después de los dejó encima de la mesa.
-Aquí están, Don Anselmo.
-Espero que estén bien.
"Están bien, peazo cabrón" - pensó, mordiéndose la lengua.
Volvió a su mesa para seguir trabajando. A veces se arrepentía de no haberle hecho caso a sus padres, de haber dejado la carrera en el segundo año. Si hubiese terminado, ahora quizás no tendría que aguantar a aquel imbécil. Ahora, quizás, no se vería obligado a seguir viviendo en casa de sus padres, sin perspectivas de cambio en un futuro próximo.
A media mañana estaba tomándose un café, charlando con los compañeros, sobre que si era mejor Messi que Ronaldo. Unos eran pro portugués y otros pro argentinos.
-Caaaaarlos - se oyó gritar a Don Anselmo.
-Uy, te busca el ogro - dijo un compañero.
-Mal rayo le parta - exclamó Carlos dejando el café y saliendo corriendo al despacho del ogro.
Allí recibió una buena reprimenda por unos supuestos papeles que Anselmo dijo que estaban mal. Carlos los comprobó y vio que estaban bien. Al menos estaban como Don Anselmo le dijo que los hiciera. Pero estaba claro que la culpa sería suya y no del capullo aquel.
-Cámbialos, coño. Y a ver si te fijas la próxima vez. Me has hecho perder casi toda la mañana en el juzgado para nada.
-Enseguida los corrijo, Don Anselmo, "hijo de la gran puta".
Rehízo el trabajo tal y como su jefe le indicó, pero esta vez, cuando se los devolvió, se aseguró de que estaban tal y como se lo había pedido. Aún así, sabía que si en el juzgado ponían alguna pega, la culpa sería suya y no de Anselmo.
A las tres de la tarde apagó su ordenador y se marchó para su casa. En el atestado metro se maldijo por su jodía vida. Ni un coche podía permitirse. Ni un simple coche de segunda mano para no tener que pasar calor y apreturas en el metro todos los días.
"Si solo tuviese un poco de dinero...", pensó. Entonces recordó las palabras de Clara:"Ve a esta dirección. Si vales, podrías ganarte un buen dinero. Di que vas de mi parte".
-¿Si valgo para qué? - se preguntó.
Se puso a pensar e imaginó que sería algo sexual. Quizás Clara le había propuesto hacerse prostituto o algo parecido. Era algo en lo que jamás había pensado. Ni se la había cruzado por la cabeza. No se consideraba así mismo como el tipo de hombre para un trabajo así. No era guapo, de cuerpo musculado, con labia. En su barriga, más que una tableta de chocolate, había una tarta de nata.
En la siguiente parada subió mucha gente y la marea casi lo tira al suelo.
-Joder. Más cuidado, coño - gritó agarrándose a una barra.
"¿Y si pruebo? No tengo nada que perder. A lo mejor valgo y me gano unos euritos extra. Nunca se sabe. Total, por ir y escuchar no pasa nada".
Llegó a su casa y comió con sus padres. Cuando terminó fue a su cuarto a buscar la tarjeta que le había dado Clara.
No encontró la camisa. Buscó y rebuscó y nada.
-Mamaaaaaaaaa - gritó - ¿Dónde está la camisa azul?
-¿La que llevaste es sábado?
-Sí, esa.
-La puse a lavar. Estaba sucia.
"Joder, pues mi futuro como gigoló a la mierda. Seguro que la tarjeta se habrá borrado en la lavadora. Jajajaja. Quizás sea mejor así".
-Lo que tenía los bolsillos está en la repisa sobre la lavadora - le gritó su madre.
-Ah, vale, gracias.
Salió corriendo hacia la solana y allí, sobre la repisa, estaba la tarjetita, sana y salva. La cogió y la leyó. Solo ponía 'L.M.P.' y una dirección. Por detrás el nombre de Clara y una firma.
-¿LMP? ¿Qué coño es LMP? ¿Las Mejores Pollas? jajajaja.
Se guardó la tarjeta en el bolsillo. En la tarjeta no había ni horarias, ni teléfono, ni nada, así que decidió ir sobre las cinco de la tarde. Se fue al salón a ver la tele para hacer tiempo.
Sobre las 4:30 se empezó a preparar. Una duchita, por si las moscas, ropa limpia y un toque de colonia. Cuando se miró al espejo se rio de sí mismo.
-Jajaja. ¿Dónde vas Carlitos? ¿Quién va a pagar por esto? - dijo, zarandeándose la panza.
Pero ya estaba vestido, limpito y listo, sin nada mejor que hacer. El 'no' ya lo tenía.
-Mamá, me voy a dar un voltio.
-Vale cariño.
Salió a la calle y cogió el metro hacia el centro. A esas horas no iba tan lleno y pudo sentarse. Durante el trayecto trató del calmarse. No era un hombre tímido, pero estaba un poco nervioso.
Se bajó en la parada más cercana a la dirección de la tarjeta y caminó hacia allí. En 5 minutos estaba delante del portal. Era un edificio de fachada antigua, aunque por dentro seguramente estaría reformado. Había portero automático. Sin nombres. Solo los números de las viviendas.
Pulsó el 5ºC. A los pocos segundos, sonó una voz de mujer.
-¿Sí?
-Hola. Esto... Soy...Carlos. Vengo de parte de Clara.
La puerta zumbó y se abrió. Carlos la empujó y entró. Por dentro, efectivamente el edificio había sido reformado. Era de estilo moderno y se veía nuevo. Tomó el ascensor y subió.
-Bueno, Carlitos. Suerte y... al toro.
Respiró hondo antes de pulsar el timbre. A los pocos segundos, oyó pasos y la puerta se abrió.
-Hola, pasa - le dijo una atractiva mujer.
Carlos entró y la siguió hasta lo que parecía un pequeño despacho. La mujer le pidió que se sentara en una silla. Ella se sentó enfrente de él, al otro lado de la mesa.
-Carlos, ¿No?
-Sí.
-¿Nervioso?
-Bueno, jeje, un poco, la verdad.
-Clara me avisó que vendrías.
-No me decidí hasta hoy, si te soy sincero.
-¿Sabes de qué va esto?
-Algo me imagino. Pero no sé si doy el... perfil.
-Según Clara, lo das. No te contó nada, ¿verdad?
-Nop. Solo me dijo que si quería ganar un buen dinero, que viniera.
-Si vales para esto, ganarás dinero.
-¿Cuánto?
La mujer le miró. El chico era directo. Eso le gustaba.
-Yo me quedo con el 30%.
-¿El 30% de cuánto?
-Bueno, eso depende de ti - respondió ella.
-O sea, depende de con cuantas mujeres me acueste.
-¿Te acuestes?
-De cuantas mujeres me folle, me cepille, me pase por la piedra - dijo el muchacho, un tanto nervioso.
-Jajajaja. No te vas a follar a ninguna mujer.
Carlos se quedó perplejo. No entendía nada. Si no se iba a follar a ninguna mujer... ¿Qué coño hacía allí?
-Pues no entiendo.
-Verás, esto no es una agencia de contactos al uso. Ni una casa... de putas. Ofrecemos un servicio muy especial. Muy específico.
-¿Cuál?
-Ofrecemos... pollas
-¿Qué? ¿Pollas? Entonces...LMP es... ¿La Mejor Polla?
-Jajaja, exacto. No se me ocurrió un nombre mejor.
Carlos la miraba con cara de bobalicón, sin entender bien aún nada.
-¿Qué sabes del sexo, Carlos?
-Pues, lo normal, creo.
-¿Y sobre fetichismo?
-¿Te refieres a látigos, cuero y cosas así?
-No. no me refiero a eso. Están las personas, digamos, normales. Y están las especiales. Las que tienen gusto por cosas muy concretas.
-¿Raras?
-Jajajaja. Raras en el sentido de escasas, sí. Raras en el sentido de extraño, algunas. A algunos les gusta dominar. A otros, ser sumisos. Unos sienten placer causando dolor y los hay que sienten placer sintiendo dolor. El mundo de la sexualidad humana es muy amplio, y abarca muchas cosas. Hay algunas personas, hombres y mujeres, que tienen un fetiche especial. Les gustan las pollas.
-Bueno, a todas las mujeres les gustan, ¿No? Bueno, menos a las lesbianas. Ah, y a los gays les encantan, jajaja.
-No me estás entendiendo. A algunas mujeres y a algunos hombres lo que más les gusta, lo que más les excita, es.... chupar una buena polla. No les importa de quien sea, solo que sea una polla dura, una polla hermosa... Una polla a la que adorar y sacarle hasta la última gota de leche.
-Coño. Como a Clara.
-Sí, ella es una de mis mejores clientas. No buscan una relación sexual al uso. No quieren compromisos. Solo desean una cosa. Mamar una rica polla.
Carlos empezó a comprender.
-¿Entonces? ¿Solo tendría que hacer eso? ¿Dejar que me chupen la polla?
-Sí.
-¿Dónde hay que firmar? ¿Dónde hay que firmar? - dijo, entusiasmado.
-Espera, espera. No es tan fácil. No todo el mundo vale.
-Yo sí que valgo. Joder si valgo, con lo que me gusta que me la chupen.
-¿Incluso... un hombre?
-¿Qué?
-Que si se te pondría dura si fuese un hombre quien lo hace. No solo tengo clientes femeninos. También tengo hombres.
-Uf, pues no sé.
-Una boca es una boca.
-Ya, pero no es lo mismo ver tu polla atrapada entre unos labios rojos que entre unos labios bigotudos.
-Bueno, ya veremos. Tengo tres tipos de chicos. Los que solo sirven a mujeres, los que solo sirven a hombres y los, como yo los llamo, ambidiestros. Estos últimos son los que más ganan.
-¿De cuánta pasta hablamos?
-Mucha.
-¿Cuánto es mucho?
La mujer le miró a los ojos.
-Todos mis clientes son gente pudiente, con un gusto muy especial y yo solo ofrezco calidad, seriedad y total discreción. La mamada mínima son...300
-¡Cooooooooooooooooooooooño! ¿300 por una mamada?
-La mínima.
Carlos se quedó muy sorprendido. 300 menos la comisión de la 'madam' significaban 210 limpios de impuestos. Solo por dejarse hacer una placentera mamada. No se lo podía creer.
-No lo entiendo. ¿Dices que Clara es una de tus mejores clientas? Pero si está muy buena. Podría hartarse de chupar pollas sin pagar un céntimo.
-No creas que es tan fácil. Lo de la otra noche no es lo habitual. ¿Tú te crees que cualquier mujer, u hombre, se va a arriesgar a chuparle la polla a pelo a un desconocido?
-Ella lo hizo. Dos veces.
-Ya de dije que no es lo normal. Ella a veces siente la necesidad de lo desconocido, de la aventura, del riesgo. Pero eso es algo muy peligroso.
-¿Peligroso?
-Joder, Carlitos. ¿No ha oído hablar del sida? Sífilis, gonorrea, candidiasis, herpes. Mis clientes desean chupar una polla. La mayoría desean tragarse todo lo que les extraigan. Y mis clientes desean pollas grandes. Yo les ofrezco eso. Hermosas pollas, pero pollas seguras. Garantizo al 100% la salud de mis chicos. Si te decides, tendrás que llevar una vida sana y hacerte análisis regularmente.
-¿Vida sana? ¿Te refieres a ir a un gimnasio?
-Bueno, no es a esa clase de vida sana. Aunque te haría bien. ¿Fumas? ¿Tomas drogas?
-No, no fumo.
-Bien. Eso es un requisito indispensable.
-Ni tomo drogas. Bueno, alguna copa de vez en cuando.
-El alcohol en cantidades discretas no es problema. Te daré una lista con alimentos a evitar y alimentos a incluir.
-¿Una dieta?
-No es una dieta de adelgazamiento. Es una dieta que hará que produzcas más semen y que su sabor mejore un poco.
-¡Coño! Lo tienes todo estudiado.
-Al mínimo detalle. Esto es una empresa seria. Me he labrado una reputación y quiero mantenerla. Ah. ¿Follas mucho?
-¿Ein?
-Que si follas mucho. El dinero que ganes va a ser directamente proporcional a la cantidad de veces que seas capaz de correrte. Si no te corres, el cliente no paga. Así que si te dedicas a follarte a alguna novia, bajarán tus ingresos.
-Ahora no tengo novia.
-Bien. Mantente así y conseguirás un buen dinero. Y por supuesto, nada de pajas. Cuando se te ponga dura, recuerda que cada paja que te hagas son 300 menos que ganas.
-Visto así...
-Míralo así. Mira a tu polla como una fuente de ingresos. ¿Qué? ¿Te animas?
-Pues claro que me animo. Aún no me lo creo. 300 por una mamada.
-Como mínimo. Por lo del sábado con Clara hubiesen sido 500.
-Joder, ya perdí... - hizo cuentas mentalmente - 350.
-Jajaja. Me gusta que lo veas así. ¿Alguna pregunta?
-Bueno... Sí. Cuéntame cómo va la cosa. Dónde se hacen las...mamadas.
-¿Qué disponibilidad horaria tienes?
-Trabajo de 8 a tres. El resto, libre.
-Bien. Generalmente te aviso con una hora de antelación. La mayoría de las veces será aquí. Tenemos varias habitaciones para distintos tipos de clientes.
-¿Distintos tipos?
-Sí. Distintos, digamos, ambientes. Algunos clientes, por razones obvias, no quieren que se conozca su identidad. Tenemos un Glory-hole. ¿Sabes lo que es?
-Claro. ¿Qué razones son esas?
-Pues que no quedaría muy bien que se supiera, por ejemplo, que tal cantante que sale en muchas portadas de la prensa rosa se dedica a comerse una buena polla una vez por semana.
-¡No jodas!
-Tengo varios clientes famosos. Altos cargos de grandes empresas, políticos. Gente que quiere preservar su intimidad por encima de todo. Hasta un obispo.
-No - dijo Carlos con los ojos abiertos
-Sí. Mejor eso a que se dediquen a meterse con niños.
-Visto así.
-Otras veces irás al domicilio del cliente, o a donde él o ella quiera. Suplemento de por medio, claro.
-Claro.
-¿Algo más?
-Sí. ¿Cuándo empiezo?
-Jajaja. Seguro que ya tienes la polla dura.
-Desde que empezamos a hablar.
La mujer miró a Carlos a los ojos, fijamente.
-Yo siempre pruebo el producto antes. Quiero asegurarme que hay un mínimo de calidad.
Carlos se levantó y se acercó a la mujer, que clavó sus ojos en el evidente bulto que marcaba en los pantalones. Se quedó de pie a su lado. Ella acercó la mano derecha y empezó a acariciarle la polla.
-Clara te puso por las nubes. Veamos si exageró o no.
Le abrió el cinturón, le desabrochó el botón y le bajó la cremallera. Tiró de los vaqueros, que cayeron hasta los tobillos del chico. La mujer volvió a acariciarle la polla, ahora sobre la fina tela del calzoncillo.
-Ummmm, creo que tenemos una buena polla aquí. ¿Cuándo fue la última vez que te corriste?
-Anoche.
Le bajó los calzoncillos y ante sus ojos quedó la poderosa polla. Parecía bien dura. Una polla más normalita estaría bien tiesa, apuntando al techo. La de Carlos, debido a su peso, caía un poco por debajo de la horizontal. El chico vio como las finas manos de su posible nueva jefa se acercaban a su mástil, lo abarcan y lo acariciaban.
-Clara no exageraba. Aquí tenemos una señora polla, sí señor. También me dijo que tus corridas son abundantes - le preguntó, mirándole a los ojos y pajeándolo con lentitud.
-Jeje, sí. Siempre he sido abundante en ese aspecto.
-Esa es la mejor combinación para que triunfes en este negocio. Polla grande y huevos cargados. Te puedes hacer de oro trabajando para mí.
-Me cagon'diez. Pero si lo haría gratis.
-Jajajaja.
Carlos cerró los ojos cuando la mujer acercó la cara a la polla y se la metió en la boca. El calor, la humedad, la lengua...todo le proporcionaba placer. Enseguida se dio cuenta de que su jefa sabía, al igual que Clara, como se debe chupar una polla. Si todas sus futuras clientas iban a ser así, iba a estar en la gloria.
-¿Cómo te llamas? - preguntó entre gemido y gemido.
-Jefa.
-Ah, bien. Pues jefa, tengo que decirte que la chupas de puta madre.
La jefa se levantó de su silla y se arrodilló en el suelo, apoyando su culo sobre los talones. La polla le quedó un poco por encima de la frente, por lo que levantó la cara para continuar con la mamada.
-Agggggg, que rico - dijo Carlos mirando como aquella experta boca hacia entrar y salir su polla.
A los pocos minutos, la jefa se sacó la barra de la boca.
-Pásame la polla por la cara. Golpéame con ella. Agárrame del pelo.
-Come desee, jefa. Será un placer.
Con la mano derecha la sujetó por el castaño cabello y la acercó hacia él. Le acarició la cara con la polla. La pasó por su frente, por sus mejillas, sobre los labios. Ella le miraba, le sonreía.
-Ahora, fóllame la boca y cuando te vayas a correr, sácala y córrete en mi cara.
-Aggg, a sus ordenes jefa.
-¿En qué otro trabajo del mundo te pide tu jefa que le llenes la cara de leche en tu primer día? añadió la mujer
Carlos le metió la polla, le sujetó la cabeza con las dos manos y empezó a follarle la boca. Cada vez se la metía más adentro. Llegó un momento en que su jefa tenía más verga dentro que fuera. Jamás ninguna mujer se había tragado tanto. Envalentonado, trató me metérsela toda, pero ella lo detuvo, así que se conformó con clavársela solo hasta un poco más de la mitad.
La excitación del muchacho subió a pasos agigantados hasta que el orgasmo estalló. Sin soltarle la cabeza, le sacó la polla de la boca, dejándola a escasos centímetros del bello rostro. Ella cerró los ojos y esperó. No vio como la polla tenía un espasmo y como un poderoso chorro de semen salía disparado. Pero lo sintió golpearle la piel. También sintió el segundo, el tercero. Todos y cada uno de los siete u ocho cañonazos que bañaron su rostro y la hicieron correr a ella también.
Los dos se quedaron jadeando. Carlos, mirando a la jefa, arrodillada delante de él y cubierta de semen. Su polla seguía palpitando. Ella abrió lentamente los ojos. Ambos habían recibido sendos latigazos, que sus pestañas rompieron.
-Vaya corrida, Carlos. De primera.
-Gracias.
Los ojos de la jefa bajaron hasta la polla. Seguía poderosa, desafiante. Ella seguía con el coño ardiendo.
-Fóllame otra vez la boca. Si me la llenas de leche, el trabajo es tuyo.
Carlos, que no le había soltado la cabeza, volvió a meterle la polla en la boca. Ahora fue despacio. Ahora quería disfrutar el morboso espectáculo de ver su polla entrar y salir de la boca de aquella mujer con la cara cubierta con su abundante corrida. Ella se dejaba, gozando de las sensaciones. Su cara caliente, mojada. El agradable olor del semen que inundaba su nariz. Y sobre todo, la gruesa polla que llenaba su boca. Se decía que aquel chico le iba a hacer ganar mucho dinero. Y que además le iba a dar mucho placer.
Más de 10 minutos estuvo Carlos entrando y saliendo de la acogedora boca. Empezó entonces a acelerar sus embestidas, hasta que un nuevo orgasmo empezó a formarse y, finalmente, se corrió a borbotones dentro de la boca de su jefa, que volvió a correrse cuando sintió los primeros chorros golpear su paladar. Se los tragó todos y cada uno de ellos, disfrutando.
Después de correrse, Carlos le soltó la cabeza. Ella se movió hacia atrás, sacándose la polla de la boca.
-¿Me ayudas? - dijo ella levantando una mano.
Él, galante, la ayudo a levantarse. Quedaron el uno frente al otro. Ella, hermosa, con el semen ya licuándose y transparentándose.
"¿Sería adecuado que besara a mi jefa el primer día de trabajo?", pensó Carlos mirándola.
La mujer sacó una tarjeta de una gaveta de su escritorio y se la dio.
-Vete mañana a esta clínica, a las cinco de la tarde. Te harán unos análisis para comprobar que estás sano. No te preocupes por la factura. Tenemos un acuerdo. Si no tienes nada, el trabajo es tuyo. Déjame tu número de teléfono.
Carlos le dio el número y vio como ella lo apuntaba.
-Si el análisis da negativo, te llamaré. ¿De acuerdo?
-Perfecto.
La jefa miró de reojo hacia abajo, hacia la polla, y después hacia los ojos de Carlos.
-Guárdatela, no se vaya a enfriar. Tu cosita nos tiene que hacer ganar mucho dinero. A partir de hoy cuídala. Es tu herramienta de trabajo.
Carlos se subió los pantalones y se compuso la ropa. La mujer lo acompañó hasta la puerta
-Bueno, ya tendrás noticias mías. Chao.
-Hasta pronto, jefa
Carlos la miró por última vez. Aún le brillaba la cara y en la parte superior de su blusa había varios lamparones.
Bajando el ascensor se miró al espejo.
-Nos ha tocado el gordo, bonita - le dijo a su reflejo, poniéndose la mano sobre la polla.
Aún no se podía creer lo que le estaba pasando. Pero era real. Muy real.
Esa noche, acostado en su cama, se hacía una paja, como de costumbre. Recordando las estupendas mamadas que su jefa le había hecho. Cuando estaba a punto de correrse, paró en seco.
-Coño, casi tiro 300 a la basura.
Se dio la vuelta, con la polla dura, y se durmió.
+++++
Al día siguiente, en la oficina, los gritos del jodío Don Anselmo le entraban por un oído y le salían por el otro.
"Tu grita, cabrón. Que como todo me salga bien mando a la mierda este maldito trabajo y te quedas con dos palmos de narices"
-Sí, Don Anselmo. Enseguida le traigo el informe.
-Rapidito, Carlos.
-Volando.
+++++
A las 4:30 estaba duchadito y repeinadito. Se despidió de su madre con un beso y salió hacia la clínica. Se permitió el lujo de ir en taxi.
-Dentro de poco tendré mi propio coche.
-¿Dígame? - le preguntó el taxista.
-No, nada, pensaba en alto.
Mientras llegaba, se puso a hacer cuentas.
"Veamos. Dos mamadas al día son... 600, menos la comisión de la jefa, 180 del ala, 420. En 10 días, 4200 y en un mes...son...12600....DOCE...MIL... SEISCIENTOS... EUROS!!!!"
-¡No puede ser!
-¿No? ¿Le llevo por otra ruta? - preguntó sorprendido el taxista, que se preciaba de siempre ir por la ruta más ventajosa para el cliente.
-Uy, no, disculpe, caballero. Otra vez pensando en alto.
El hombre le miró, cejijunto a través del retrovisor.
"Sí, sí, las matemáticas no fallan. 12600 euracos al mes. ¡Coño, si me puedo comprar un coche el primer mes! Y la jefa dijo que 300 es la mamada mínima. 12600 euros por dejarme chupar la polla. Tiene que haber gato encerrado".
Cuando llegó a su destino, pagó el taxi y se encaminó al laboratorio de análisis clínicos. Se dirigió al mostrador y dio su nombre a la chica de recepción.
-Bien, Don Carlos. Siéntese en la salita de espera y ya lo llamarán.
-Gracias.
Se sentó en un cómo sofá y cogió una revista que había por allí. La clásica revista con ya algunos meses a sus 'espaldas'. Se dedicó a mirar las fotos de los famosillos y famosillas que salían. Se preguntó que si alguno de ellos o de ellas serían clientes de LMP.
"Ummm, pues esta está buenísima y tiene cara de mamona", se dijo, riéndose para sus adentros.
-¿Sr. Cifuentes?
-Sí, soy yo - respondió Carlos a la mujer con bata blanca que apareció tras una puerta.
-Sígame por favor.
La mujer rondaría los 50 años. Bajita y regordeta. No sabía si era una doctora o una enfermera. Salió de dudas cuando entraron en una habitación.
-Soy la doctora Castro. Un análisis completo de ETS, ¿No?
-Esto... supongo. ¿ETS?
-Enfermedades de Transmisión Sexual.
-Ah, sí, sí. Eso.
-Bien. Súbase la manga para extraerle un poco se sangre.
Después de tomarle la muestra, la doctora desapareció unos minutos. Regresó con unos papeles en las manos.
-Los resultados tardarán una media hora. Mientras, conteste a unas preguntas.
-Claro. Dispare.
Le hizo un cuestionario sobre la habitual. Que enfermedades había padecido, que si lo habían operado, etc... Apuntaba concienzudamente las respuestas.
-Todo parece normal, Sr. Cifuentes.
-Gracias doctora.
-Vuelva a la salita de espera. En cuanto tengamos los resultados, le avisaremos.
-Ok.
Carlos volvió a la sala y esperó. Más o menos media hora después de la extracción de sangre, la doctora lo llamó.
-Listo, Sr. Cifuentes. Acompáñeme otra vez.
Esta vez la siguió a otra sala.
-Acuéstese en la camilla, por favor.
-¿Más pruebas? Creí que se habían acabado.
-Sí, ya está. Los análisis dan todos negativos. Está Vd. limpio.
-Ah, qué bien. ¿Entonces? ¿La camilla?
-Es para... cobrar.
-¿Qué?
-Tengo un acuerdo con LMP. Yo les hago análisis regularmente a todos sus chicos y a cambio...
-A cambio se las chupa gratis.
-Chico listo. Me encantan los nuevos. La intriga de saber que guardan entre las piernas. Bájate los pantalones y túmbate sobre la camilla.
Carlos obedeció. Se subió a la camilla solo con la camisa y los calzoncillos... La doctora se acercó y se puso a la altura de su cadera. Alargó una mano y la puso sobre la rodilla Carlos. Lentamente, empezó a subir por el muslo hasta llegar a la polla. Aún no la tenía dura del todo, pero son las suaves caricias se fue endureciendo hasta que la mujer la sacó.
-Umm, vaya pollón, Carlos. Desde luego esa mujer solo tiene pollas de calidad.
-Las Mejores Pollas.
-Jajaja, sí. Las mejores pollas.
Le empezó a hacer una lenta paja, recreándose la vista en la gruesa y larga barra que no conseguía abarcar son los dedos.
-¿Le gusta mi polla, doctora?
-Uf, ya lo creo. Es preciosa.
-Toda suya.
-Oh, gracias.
La doctora agachó la cabeza y empezó a chuparle la polla. Carlos se apoyó en los codos para mirar a como la mujer sujetaba el mástil por la base mientras con la boca y la lengua le hacía gemir de placer.
-Aggg, que rico doctora.
-Ummm, ummmmm....
Con los ojos cerrados, la mujer sentía la boca llena. Apretaba con la mano el duro cilindro al tiempo que serpenteaba con su lengua alrededor del tallo. Le encantaba esa nueva polla.
Durante unos minutos la mamada siguió igual. Ella chupando, sorbiendo, agarrando la polla por la base. Entonces, la mujer soltó la polla y bajó la mano hasta los huevos y los acarició. La boca seguía subiendo y bajando, tragándose la polla hasta la mitad.
Lentamente, esperando quizás una reacción negativa, metió los dedos entre las piernas del chico. Recorrió la raja del culo hasta encontrar el apretado ano. Lo acarició
-Ummm, que rico...doctora... qué boca tiene.
Ella paró, dejó de chupar. Con la polla en la boca miró a los ojos a Carlos. Y entonces, apretó y empezó a meterle un dedo en el culo
-Uy - dijo Carlos, dando un respingo.
La doctora se detuvo. No dejó de mirarlo. Carlos no dijo nada. Se quedó quieto. El pequeño invasor lo había cogido por sorpresa. Pero no le hacía daño. Al contrario, le daba cierto placer.
Sin sacar el dedo de su apretada prisión, la mujer prosiguió con la soberbia mamada, haciendo gemir a Carlos nuevamente.
A los pocos segundos, metió un poco más el dedo. Solo recibió gemidos de placer.
-Joder...qué cosa más rica, doctora.
-¿Te gusta? - le preguntó sacándose la polla de la boca un segundo.
-Mucho
Los siguientes cinco minutos Carlos gozó del sublime placer de una mamada al tiempo que su ano era suavemente estimulado. Los dos placeres se juntaron y lo llevaron inexorablemente a un poderoso e intenso orgasmo que cogió a la doctora desprevenida. La polla que llenaba su boca se la llenó también de abundante y espeso semen que le fue imposible tragar del todo. Parte se le escapó por la comisura de los labios y bajó por el tronco de la polla hasta los cargados huevos.
La tensión del orgasmo hacía que los músculos del cuerpo de Carlos se tensaran, incluidos los músculos de su esfínter, lo que hizo que sintiera el dedo con más claridad y que su placer se multiplicara. Su corrida fue inmensa, lanzando más de nueve cañonazos dentro de la cálida boca. Oyó a la mujer tragar tres veces antes de que la polla dejara de soltar lastre.
Después, con mimo, ella le lamió el tronco y, sobre todo, los huevos en donde había caído un poco de leche.
-Carlos. Vas a triunfar. Menuda polla más rica.
-Muchas gracias, doctora. Será un placer hacerme las revisiones aquí.
-Avisaré a la agencia que todo está en orden.
La doctora seguía con el dedo dentro del culo de Carlos. Agarró la polla con la otra mano y la pajeó.
-Sigue dura.
-Sí, jeje. Tengo buen aguante.
-¿Me follas?
Carlos se sorprendió.
-Creí que los clientes solo querían mamar.
-La mayoría sí. Pero yo no soy una clienta normal. No pago. Al menos en efectivo, claro. Me arde el coño. Necesito sentir como me lo llenas con esta maravilla.
El muchacho miró a la mujer, que seguía pajeándolo mientras se mordía el labio. Ella se dio cuenta de la que miraba.
-Ya sé que no soy una belleza, y estoy gorda. Entenderé que no... quieras.
-Doctora, le voy a clavar la polla hasta el útero.
-Jajaja. Fóllame en el sofá.
Carlos se bajó de la camilla. Ella, sin soltarle la polla lo llevó hasta un cómodo sofá. Se dio la vuelta, se arrodilló en el sofá, apoyando las manos en el respaldo.
-No llevo bragas. Clávamela de golpe.
Él le subió la bata y la falda que llevaba debajo. Ante sus ojos apareció hermoso, redondo y tentador culo, bien formado. Entre las dos nalgas se abría la raja de un empapado coño.
Carlos se agarró la polla. La acercó a la entrada de la mojada cueva.
-¿Quieres polla?
-Siiiiiiiiiiiiiiiiii
Dio un tremendo empujón y su poderosa verga se enterró hasta el fondo del coño de la doctora, hasta que sus cuerpos chocaron. Carlos vio como ella cerraba con fuerza los puños, como se tensaba.
-Agggggggggggggggg dios....mío.....que.... pollaaaaaaaaaaaa
La agarró por las caderas y comenzó una intensa follada. Le sacaba la polla hasta más de la mitad y se la volvía a clavar hasta el fondo, una y otra vez, sin pausa. En menos de un minuto el cuerpo de la mujer empezó a temblar y luego se quedó quieta, tensa. Se estaba corriendo mientras él no dejaba de follarla.
Cuando el orgasmo pasó, volvió a gemir, a contonear las caderas. A buscar más polla. Carlos miraba como las nalgas temblaban al ritmo de sus embestidas. Miró y vio el apretado ano de la mujer. Recordó el placer que ella le había dado y acercó el pulgar. Lo acarició y despacito, lo fue introduciendo.
-Aggggggggggg, si sí siiiiiiiiii, folla mi culito también...........diossssssssssssssss
Carlos empezó a acompasar la polla al dedo. Cuando sacaba la polla, metía a fondo el dedo. Cuando la metía, sacaba el pulgar. Así una y otra vez, sin parar.
-¿Le gusta doctora? ¿Le gusta como la follo?
-Sí, cabrito, sí. Vaya manera de follar. Lléname. Lléname el coño de leche.
-Sera un placer...
Le continuó follando el coño y el culo, con fuerza, a tope, hasta que notó que en pocos segundos se correría.
-¿Quiere leche, doctora?
-Sí. siiiiiiiiiiiiii
-Pues...tome...leche....aggggg
Dio un último empujón, enterrando tanto el dedo como la polla hasta el fondo. Su polla empezó a temblar y estalló, empezando a llenar la acogedora vagina con su simiente. Notó alrededor de la polla y del dedo las contracciones de los músculos de la mujer, signo que se que estaba corriendo con él.
Se quedaron los dos quietos, jadeando. Poco a poco, Carlos le sacó el dedo. Después, despacito, la polla. La doctora cayó hacia adelante.
-Sr. Cifuentes...pagaría con gusto para que me volvieras a follar así.
-Bueno, jeje, creo que sabrá el nº de la agencia. Cuando quiera.
-Para tu próximo análisis ven preparado. Te voy a dejar sequito.
-Jajaja. Vd. manda, doctora.
-Avisaré a la agencia para decirlos que todo está en orden.
Carlos se vistió y fue acompañado por la doctora hasta la salida. Allí lo despidió muy profesionalmente.
-Bien, Sr. Cifuentes. Hasta la próxima.
-Muchas gracias doctora. Chao.
Paseó un rato por la zona. Parecía que flotaba. Nunca se le había ocurrido hacerse un análisis de ETS. Y ahora que sabía que estaba sano, se sentía muy bien. Ante él se había un nuevo mundo, lleno de placer y sobre todo, de dinero.
-12600 euracos. Yujuuuuuuuuuuuuuuu
Se disponía a bajar al metro para regresar a su casa cuando sonó el móvil. No reconoció el número.
-¿Sí? Dígame.
-Hola soy yo - dijo una voz de mujer que enseguida reconoció.
-Hola jefa.
-Me acaba de llamar la doctora Castro. Me dijo que todo está bien.
-Sí, limpito como un bebé.
-También me dijo que te la follaste.
Carlos sintió un escalofrío. Quizás había metido la pata.
-Esto...no lo voy a negar. Pero es que ella...me dijo que no pasaba nada. Siento si he metido la pata. No volverá a pasar.
-Jamás. Repito, jamás debes intentar hacer nada con un cliente que no sea dejarte chupar la polla. Si alguna vez recibo la más mínima queja por parte de alguno, dejarás de trabajar para mí. ¿Entendido?
-Sí. Entendido.
- Pero...si el cliente quiere otra cosa, eres libre de acceder o no. Solo pagan por comerte la polla. Lo demás es cosa tuya.
-Ah, bien, bien. Lo capto.
-Me dijo que te la follaste muy bien.
-Bueno, jeje, uno hace lo que puede.
-Creo que no me equivoqué contigo Carlos. La doctora no es una jovencita, ni mucho menos una mujer de bandera. Aún así te la tiraste con ganas.
-Aun está apetecible la doctorcita.
-Ya te he puesto en el...menú. Estate atento, que la próxima llamada será para un...servicio.
-Vale.
-Hasta pronto.
Colgó. Bajó las escaleras del metro con una inmensa sonrisa en la cara. Ya era, oficialmente, miembro de LMP.
Esa noche, acostado en su cama, hacía planes de futuro. Se compraría un coche, alquilaría un piso.
-Carlitos, la vida te sonríe.
Se durmió con una sonrisa en la cara.
+++++
La mañana siguiente se la pasó esperando que sonara el teléfono, pero no lo hizo. Varias veces lo sacó para comprobar que funcionaba. Cuando pensó que ya no sonaría, 5 minutos antes de las 3, sonó. En la pantalla, tres letras: LMP.
-¿Sí? - respondió, anhelante.
-Hola Carlos - sonó la voz de la jefa. -¿Sales a las tres, no?
-Sí.
-Pues vente directo para aquí. Tienes servicio.
-Tardo 15 minutos.
-Perfecto. Chao.
Al fin. Su primera vez. En pocos minutos una total desconocida pagaría por chuparle la polla. Solo tendría que dejarse mamar, darle una buena ración de semen y cobrar. Notó que la polla se le empezaba a poner dura.
A las tres en punto salió corriendo hacia el metro. Agarrado a una de las barras en el atestado vagón se preguntaba como tenía que comportarse. Se dijo que ya lo sabría. Que dependía de lo que la mujer deseara.
Se apeó en la estación correspondiente y se dirigió a la calle. Con paso apresurado, llegó al portal de LMP y tocó.
-¿Sí?
-Soy Carlos
-Sube.
La jefa le esperaba en la puerta.
-¿Nervioso?
-Un poquito.
La mujer le tocó la polla por encima del pantalón.
-Veo que tu amigo está casi listo. Buena señal. Para tu primera vez he escogido a una clienta de las digamos, normales.
-¿Cómo normales? ¿Las hay anormales?
-No, tontito. Ya irás conociendo la amplia variedad de gustos que hay entre mi clientela. Lo que quiero decir es que tu primera clienta no solicita ningún extra. Solo desea una rica polla a la que sorberle hasta la última gota de leche.
-Pues para eso he traído la mía.
-Jajaja. Ese es el espíritu.
Carlos siguió a su jefa por un largo pasillo hasta una puerta cerrada.
-Ella espera dentro. A por ella.
-Uf, pues... allá voy.
Él abrió la puerta y entró. La jefa, sin entrar, la cerró desde fuera. Carlos oyó como la puerta se cerraba con llave, aunque comprobó que desde dentro también se podía abrir. Allí, sentada en un sofá estaba la clienta.
Era una mujer, de unos 35 años. Delgada. Por como iba vestida, peinada y maquillada se veía claramente que era una mujer de clase alta.
-Hola - dijo Carlos
-Hola. ¿Carlos, no?
-Sí.
Carlos se quedó de pie, junto a la puerta, sin saber exactamente qué hacer. Vio como ella miraba furtivamente su entrepierna.
-¿Qué? ¿No te acercas?
-Oh, perdona. Es que es mi primera vez. No sé bien cómo comportarme.
-No tienes que ser ingeniero. Solo ven, ponte delante de mí y ya está.
-Bien.
Se acercó a la mujer y se quedó delante de ella. La mirada de la clienta se posó, ahora fijamente, en la bragueta. Lentamente acercó la mano y empezó a recorrer la polla con los dedos. Levantó la mirada y se encontró con la de Carlos.
-Ya la tienes dura.
-Y más se va a poner.
Carlos se fijó en que los pezones de la mujer se marcaban claramente en su fina blusa. Tenía los labios entreabiertos. Signos inequívocos de que estaba excitada.
-Bájate los pantalones, por favor.
-Claro.
Se abrió el cinturón, se desabrochó y se los bajó hasta las rodillas. La mujer acarició su polla sobre el calzoncillo. Carlos vio como se pasaba la lengua por los labios. Después ella tiró de los calzoncillos, haciendo aparecer ante ella la dura barra. Orgulloso, Carlos vio como ella abría los ojos.
-Ummmm, me gusta tu polla, Carlos.
-Gracias.
La mujer cogió un cojín, lo puso a los pies del muchacho y se arrodilló. Con los ojos fijos en la polla, metió una mano por debajo de su falda y la llevó hasta su empapado coño. Carlos no hizo nada. Se quedó quieto, mirando como la mujer empezaba a gemir, a entornar los ojos. Miraba como hipnotizada la verga, pero no hacía nada por tocarla, por chuparla. Solo se tocaba.
Ella recorría arriba y abajo su vulva, frotando su clítoris, mirando aquella preciosidad que iba a ser suya. Siguió masturbándose, acercándose rápidamente a un intenso orgasmo. Y solo cuando su cuerpo empezó a tensarse, cuando sus dedos empezaron a llenarse de sus jugos, abrió la boca y se metió la polla dentro. Se corrió sintiendo la boca llena, obligada a respirar por la nariz. En pleno orgasmo empezó a chupar, clavándose los dedos lo más profundo que pudo dentro de su coño.
Y entonces Carlos empezó a gemir. No tuvo que hacer nada. Solo quedarse quieto y gozar de la cálida boca de la mujer. Mamaba con ansias, sorbiendo con fuerza, acariciando con la lengua. De vez en cuando se sacaba la polla de la boca y se la pasaba por la cara, siempre sin usar las manos, siempre sin dejar de masturbarse.
-Ummm, me encanta tu polla....Me encanta.
A los pocos minutos la mujer se volvió a correr. Carlos no estaba lejos. No solo era el placer propio de experta boca. Era el morbo de tener a una completa desconocida arrodillada a sus pies. Gimió con más fuerza.
-Qué bien la chupas. ¿Quieres leche? ¿Quieres que me corra en tu boca?
Sin sacarse la polla de la boca, ella le miró y asintió. En sus ojos Carlos vio anhelo, necesidad. Aumentó la fuerza de sus chupadas, la velocidad de sus dedos. Notó como la polla empezaba a tener espasmos.
La mujer cerró los ojos. Se quedó quieta. Dejó de mover sus dedos. La polla dio una sacudida y contra el paladar estalló el primer chorro de semen. Carlos apretó los puños y el segundo latigazo baño la lengua de la mujer. Habían sido dos descargas enormes, que llenaron la boca de la mujer y se vio obligada a tragar. Carlos continuó corriéndose, con ojos entornados, mirando hacia la mujer que prácticamente inmóvil solo tragaba. Fue una intensa corrida, que obligó a la clienta a tragar tres veces antes de que la polla dejase de manar.
Siguió quieta. Solo movió la lengua. Abrió lentamente los ojos y miró a Carlos. Movió la cabeza y la polla salió de entre sus labios.
-Ummm, rica leche. Y abundante. Creo que repetiré más veces contigo.
-Será un placer atenderla.
De la polla salió un poquito de leche que la mujer, golosa, recogió con la lengua. Después se levantó sola y ya no volvió a mirar a Carlos. Recogió su bolso y se marchó. Carlos se quedó allí, de pie, con los pantalones por las rodillas y la polla aún dura. Se subió los pantalones y se los abrochó.
En ese momento se abrió la puerta y entró la jefa.
-¿Qué tal? - preguntó ella.
-¿Qué quieres que te diga? Me acaban de hacer una mamada de puta madre. Estoy en la gloria.
-La clienta ha quedado satisfecha. Aquí tienes. Ya desconté mi parte.
Se acercó a Carlos y le dio un sobre.
-¿Sabes? Estoy aquí, con el sobre en la mano y aún no me lo puedo creer. Me acaban de pagar por chuparme la polla. Joder.
-Y no será la última vez. Tienes mucho potencial. Tu linda polla te va hacer de oro.
-¿Y ahora qué?
-Bueno, ahora haz lo que quieras. Ya te llamaré cuando requieran tus servicios.
-Cuando requieran mi polla.
-Jajajaja. 'Sasto.
-Pues nada. Me voy a dar una vuelta. Ha sido un placer.
Mientras bajaba en el ascensor, abrió el sobre. Contó el dinero.
-210 euritos 'pal bote. Esto marcha, amigo - se dijo, sobándose la polla sobre el pantalón.
+++++
Cuando llegó a su casa sus padres ya habían comido, pero su madre, como casi todas las madres, le había apartado su ración de comida y se la calentó en el micro ondas.
-Gracias mami. Me moría de hambre.
El resto de la tarde se la pasó esperando otra llamada, pero no llegó. Por la noche, en su cama empezó a cavilar.
-Pues ya se me están chafando las cuentas. Quizás fui demasiado alegre en mis pronósticos. ¡Pero qué coño! Soy 210 euros más rico.
Trató de dormirse, pero no podía.
-Quizás es porque soy nuevo. Aún no me conocen bien los clientes. Ya me empezarán a llamar más. Quizás tarde más de un mes en conseguir el dinero para el coche.
Dio vueltas y vueltas en la cama.
-Paciencia, Carlitos. Paciencia.
Al final logró dormirse.
+++++
El día siguiente transcurría y el teléfono no sonaba. Dieron las tres y nada. Se marchó a su casa y nada.
-Joder. ¿Habré hecho algo mal?
Se quedó toda la tarde esperando una llamada, en vano. Estuvo a punto de llamar a la jefa en varias ocasiones, pero no quería parecer desesperado.
Cabizbajo, sobre las 11 de la noche, se fue a la cama.
+++++
Lo despertó el zumbido del teléfono que tenía en la mesilla de noche. Somnoliento lo cogió. Era LMP. Miró la hora. Las tres de la madrugada.
-¿Sí?
-Hola Carlos - dijo su jefa.
-Ho... Hola.
-¿Dónde estás?
-Pues... durmiendo. Bueno, ya no.
-Tengo un servicio.
-¿Ahora?
-Sí, ahora.
-Joder. Ahora no hay metro.
-¿Dónde vives?
Carlos dudó en si darle o no la dirección, pero al final se la dio.
-Vale. Estate en la puerta de tu portal en 15 minutos. Paso a recogerte.
-Ok.
-¿Te has corrido hoy?
-Pues no. Hoy no.
-Mejor. A la clienta le gusta espesita y abundante. Hasta ahora.
La polla de Carlos se empezó a poner dura. Se levantó y fue sigilosamente al baño. Se lavó los dientes y la polla.
-Limpieza ante todo - dijo, bajito.
Regresó a su habitación y empezó a ponerse unos vaqueros, pero se lo pensó mejor y se puso un pantalón de chándal. Con cuidado de no hacer ruido y despertar a sus padres, salió de la casa y bajó a la calle.
A esas horas hacía fresquito y casi no había tráfico. Solo pasaba algún coche de vez en cuando. Se quedó junto al portal, esperando.
Al poco vio como un lujoso coche paraba delante. La jefa le hizo señas y se acercó.
-Hola Carlos. Entra detrás.
Cuando abrió la puerta, se dio cuenta de que había una mujer allí. Se sentó a su lado. Estaba oscuro, y no la veía bien. No distinguía bien si era joven o madura. Pero llevaba un abrigo de pieles que costaba un ojo de la cara.
El coche arrancó y empezó a circular despacio. La jefa elegía calles oscuras, sin muchas farolas. Y cuando encontró una zona despejada y sin luz, detuvo el coche.
La mujer puso la mano sobre la rodilla de Carlos y la fue subiendo hasta llegar a la polla.
-Ummm, tenías razón. Ya la tiene dura - dijo
La voz era de una mujer, sin lugar a dudas, madura. Metió la mano por debajo del pantalón y atrapó la polla. No necesitaba verla para saber que era una polla grande y hermosa. Tiró de los pantalones. Carlos levantó el culo para poder bajárselos.
Por el retrovisor la jefa alcanzaba a ver los ojos de Carlos. Los veía brillar a la suave luz que llegaba de la ciudad. Cuando vio como los ojos se entornaban, como los labios de Carlos se apretaban, supo que la clienta había comenzado a mamar.
Oyó el sonido de la boca. Oyó los gemidos de Carlos. No apartó los ojos del espejo. Carlos aguantó la mirada, sin disimular el intenso placer que la experta boca le estaba proporcionando.
La jefa empezó a oír otro sonido. Los gemidos de la mujer. Desde su asiento delantero no podía verlo, pero sabía que su clienta, recostada sobre Carlos, le comía la polla al tiempo que se metía un grueso consolador en el coño.
Abrió sus piernas y metió su mano entre ellas. Tenía el coño muy mojado. Se empezó a masturbar mirando a Carlos, su cara de placer, oyendo los gemidos, los sonidos. Le hubiese encantado ser ella la que se tragaba la linda polla de su nueva adquisición, la que se bebiera la abundante corrida del muchacho. Pero eso significaría perder su 30%. El negocio es el negocio, se dijo, gimiendo ella también de placer.
Carlos estaba en la gloria. Su mamadora parecía una aspiradora. Llegó incluso a oler el inconfundible aroma de un coño mojado por encima del sutil y caro perfume. Agarró con fuerza el apoyabrazos de su puerta y empezó a abrir la boca, respirando a bocanadas.
-Aggg, dios...que boca...dios... me va a vaciar la polla.
La mujer redobló sus esfuerzos, ansiosa por beberse el exquisito elixir de juventud que el muchacho escondía almacenado en sus hinchadas pelotas. Su cabeza subía y bajaba, haciendo deslizar dentro y fuera de su boca la soberbia polla.
La jefa, desde el espejo vio como Carlos apretaba los dientes, como cerraba los ojos. Sabía que se estaba corriendo. Lo siguiente que oyó fue el sonido de la garganta de la clienta tragar seguido de un gemido de placer. Carlos entreabrió los ojos, siguió mirando a su jefa mientras su polla descargaba lo que parecían litros de semen en la boca de su feladora. Varias veces se oyó el sonido de la garganta engullir el espeso majar, aderezado con los resoplidos del orgasmo que estallaba en el cuerpo de la clienta.
Carlos expiró. Todo había acabado. La polla quedó liberada de la cálida boca. En la semi penumbra, el muchacho vio como la mujer se pasaba un pañuelo por los labios. El coche arrancó y los tres ocupantes mantuvieron silencio. Unas calles más allá, el automóvil se detuvo y la clienta se bajó. No dijo nada. Ni se despidió.
-Pasa delante, si quieres. Te acerco a tu casa - dijo la jefa mirando por el espejo.
-Vale.
Carlos salió del coche y se sentó en el asiento del copiloto.
-¿Qué tal? - preguntó ella.
-Pues tú verás. Estaba hace un rato acostado en mi cama, roncando, y ahora una mujer a la que apenas vi la cara me acaba de hacer una mamada de puta madre.
-Y te has ganado unos euritos - añadió la mujer dándole un sobre - Son 400 menos mi comisión.
-¿Suplemento nocturno? - preguntó Carlos al conocer el importe del servicio.
-Sip.
Eso significaba 280 euritos más para la hucha. Carlos cogió el sobre y se lo metió en el bolsillo, sin contarlo. A los pocos minutos, el coche paró frente al portal de su casa.
-Bueno, pues ya estamos, Carlos.
-Ajá. Pues... hasta la próxima... mamada.
-Jajaja. Sí.
Los ojos de la jefa bajaron hacia la entrepierna comprobaron que se formaba un evidente bulto. Alargó la mano y agarró la polla.
-¿Es que no se te baja nunca?
-No me corría desde ayer. Estaba llenito.
-Sí, ya la oí tragar. Seguro que repite contigo.
Ella metió la mano y le sacó la polla. La agarró y empezó a pajearla despacito. Le encantaba sentirla así, dura, palpitando. Sus dedos no la abarcaban. Metió primera y arrancó. Seguía cachonda. Desde que la doctora le había contado que bien se la había follado Carlos, tenía ganas de probar.
-¿Dónde vamos? - preguntó Carlos.
-A mi casa. Te vas a follar a la jefa. ¿Algún problema?
-No, no. La jefa está bien buena y será un placer follármela.
-Jajaja. Así me gusta.
En el siguiente semáforo, la mujer se agachó y empezó a chupar la polla. Cuando el semáforo se puso verde, Carlos la avisó y siguieron camino. El coche era automático y la jefa no le soltó la polla ni un momento.
Entraron al garaje de una lujosa torre. La mujer aparcó y se bajó. Carlos se guardó la polla y la siguió. Mientras esperaban el ascensor se miraban.
"¿Qué hago? ¿La beso? Quizás no estén permitidos los besos. Pero joder. Si me ha chupado la polla y me la voy a follar.", pensó Carlos
Se acercó a la mujer. La miró fijamente a los ojos y acercó su boca a la de ella. Ella sonrió, pero cuando los labios estaban a punto de juntarse, los apartó.
-Nada de besos.
-Lástima. Tienes una boca preciosa, Jefa.
Ella sonrió. Era simpático el nuevo chico.
Las puertas del ascensor se abrieron y entraron. Carlos vio como ella pulsaba el piso 12. Se cerraron las puertas y comenzaron a subir
Cuando iban entre el quinto y el sexto, Carlos pulsó el botón de emergencias y el ascensor se detuvo.
-¿Qué haces? - preguntó la mujer.
-Follarme a la jefa.
-¿Estás loco? - exclamó, pero con una pícara sonrisa.
Una de las más locas fantasías de Carlos siempre había sido follarse a una bella mujer en un ascensor. Ahora estaba con una bella mujer, subidos en un ascensor, a las cuatro de la madrugada. Si no la cumplía en ese momento, no lo haría nunca. Se acercó a la bella madam, la empujó contra la pared y le metió las manos por debajo de la falda.
-Ummmm, vas sin bragas.
-Y tengo el coño ardiendo. Fóllame ya.
Se bajó el chándal hasta las rodillas, le levantó el traje, la cogió por los muslos, la levantó y le clavó la polla.
-Aggggggggggggg Carlos....me has...llenado el coñito.
Comenzó a follarla con intensidad, metiéndole y sacándole la polla a fondo, gozando de las cálidas paredes de la apretada vagina. Ella lo rodeó con las piernas y se abrazó a su cuello. Con los ojos cerrados gozó de las poderosas embestidas que hacían vibrar toda la cabina.
No tardó en correrse, en estallar entre los brazos del fuerte macho que no paraba de follarla. Cuando sintió como él le mordía el cuello, como la besaba cerca de la oreja, no se lo impidió. Giró la cabeza para darle mejor accesos a su sensible cuello.
-¿Le gusta jefa? ¿Le gusta como se la folla el nuevo?
-Ummmm, sí, no pares. Sigue taladrándome con tu enorme polla.
Carlos no paró. Al contario. Arreció en sus envites. Las manos las llevó hasta el culo de la mujer y la atrajo hacia él. Cada vez que le clavaba la polla expulsaba el aire de sus pulmones. La boca recorría el cuello, cada vez más cerca de la boca.
Cuando sintió que ya no podía más, que se iba a correr con fuerza, llevó sus labios a los de ella. La besó, abriéndolos y buscando la otra lengua. Ella se dejó besar. Notó con claridad como la dura barra que tenía dentro empezó a palpitar y seguidamente el estallido. Poderosos chorros hirvientes que empezaron a llenar su distendida vagina. Se abrazó con fuerza al hombre que la llenaba y se corrió con él.
Carlos no se quedó quieto durante su orgasmo. Con cada disparo apretaba hacia la mujer. Tan solo se detuvo cuando su polla dejó de palpitar.
Las bocas seguían unidas. Las piernas de ella seguían abrazándolos. Ambos respirando por la nariz.
Él se separó lentamente, mirándola a los ojos.
-Lo siento. No pude resistirme a besarla, jefa.
-Bueno, no importa.
A ella le habían encantado esos besos. Tenía por norma nunca besar a sus chicos. Se corrían en su cara. Se bebía su leche. Algunos incluso se la follaban, pero nunca los besaba. Se decía que era algo íntimo, una barrera que no quería sobrepasar. Era como poner una barrera entre ella y ellos.
Carlos se había saltado la barrera. Y él había gustado.
-¿Sabes? Me encanta que me chupen la polla.
-Sí, a ti y a todos los hombres.
-Jajaja, supongo. ¿Pero a todos los hombres le gusta... comerse un coñito rebosando leche?
Carlos notó como el coño de su jefa tuvo una contracción.
-No. Eso no les gusta a todos los hombres. ¿A ti sí?
-A mi me encanta. ¿Me deja comerle el coño, jefa?
Ella alargó la mano y pulsó el botón de stop otra vez, haciendo que el ascensor retomara su ascenso.
-Llévame así hasta la cama.
Cuando el aparato se detuvo y las puertas se abrieron, Carlos la cogió en peso y salieron al pasillo. Solo había dos viviendas por piso, así que las posibilidades de que a esas horas fueran sorprendidos eran mínimas.
-Aquella puerta - señaló la mujer.
Hacia allí la llevó Carlos. Ella sacó las llaves de su caro bolso y se las dio a él, que abrió la puerta de la casa y entró.
-Por el pasillo, al fondo.
Cuando entraron al dormitorio, ella encendió la luz. Carlos vio que aquella habitación estaba decorada con mucho gusto. La cama era amplia, enorme. La acercó allí y se tiró sobre ella.
Durante todo el trayecto, desde que él le había metido la polla en el ascensor, no se la había sacado. Y solo lo hizo para bajar con su boca hasta el coño, que lo esperaba, ansioso.
Ella se tenía por una experta feladora. En cuanto él empezó a lamerla, se dio cuenta de que Carlos era también un experto usando la boca. Sintió la lengua serpentear por cada pliegue, lamer cada recoveco. Sintió los labios atrapar una y otra vez su clítoris. Notó varios dedos acariciar y meterse dentro de ella.
Gozó de cada instante, de cada beso. De vez en cuando miraba hacia abajo y se encontraba con la mirada de él. A veces paraba y le sonreía, con la cara brillante de jugos.
-¿Estoy rica?
-Estás...pa'comerte.
-Ummm, pues sigue comiéndome.
El primer orgasmo fue muy intenso. Toda la espalda se separó de la cama y formó un arco. Después de 10 segundos de completa tensión el cuerpo cayó, sin fuerzas. Pero Carlos no se detuvo. Aquel sabroso coñito seguía rezumando jugos, mezcla de semen y flujo vaginal. La mujer, con los ojos cerrados, siguió gozando de los labios, de la lengua, de los dedos. Lentamente se encaminó hacia un segundo orgasmo.
Ese segundo estallido fue tan fuerte que le dejó la vulva extremadamente sensible, hasta el punto de que cualquier caricia le llegó a molestar. Con las manos empujó la cabeza de Carlos hacia abajo.
-Para, para por favor. Ya no puedo más.
La mujer sintió un agradable escalofrío cuando el muchacho le besó tiernamente la cara interna de los muslos.
Hubo silencio unos minutos. Carlos vio la hora en el despertador que había sobre la mesilla de noche. Eran casi las 4:30 de la madrugada.
-Es tarde. Tengo que irme.
-¿A qué hora te levantas?
-Sobre las siete.
Ella le miró. Casi se lo pide. Hacía mucho tiempo que un hombre no dormía en su cama. Mucho tiempo en que no se despertaba con la agradable sensación de un cuerpo a su lado. Pero no podía ser. Apenas conocía a aquel chico. Solo era uno más de sus chicos. Tenía que ser profesional.
-Vamos. Te llevo a casa.
-Gracias.
Carlos la miró. Era hermosa. Le hubiese gustado quedarse a dormir con ella. Pero si su madre se levantaba y no lo veía en la cama se asustaría. Además era la jefa. Una cosa era follarse a la jefa bien follada y otra muy distinta quedarse a dormir con ella.
Durante el trayecto de regreso apenas hablaron. Ella paró delante del portal y Carlos se apeó.
-Bueno, gracias jefa.
-Ya te llamaré, Carlos. Adiós.
Ella volvió a su casa. Carlos volvió a su casa. Sumó el dinero ganado esa noche al anterior y se acostó. Se puso a pensar en lo bien que se lo había pasado con la jefa. Le gustaba de verdad aquella mujer.
En la parte elegante de la ciudad, ella estaba acostada en gran cama. Llevó las manos hacia donde hacía poco había estado acostado Carlos. Ahora solo había vacío.
-Siempre estaré sola - susurró.
+++++
Al día siguiente no hubo llamada. Carlos se dio cuenta de que había vendido la piel del oso antes de haberlo cazado. Sus cálculos iniciales habían sido demasiado optimistas.
-¡Pero qué coño! Si tengo un sobre con 490 por dos estupendas mamadas. 490 por 20 minutos de 'trabajo'. Ya me llamará mañana. O al otro.
+++++
La llamada fue al día siguiente, en forma de Sms: "Estate aquí a las 3:30. Tienes un servicio especial. 1.000 si te interesa. 1000 para ti. Mi comisión ya está descontada"
Cuando Carlos vio la cantidad, dijo en voz alta.
-¡Mil euros! ¿A quién hay que matar?
-¿Cómo dices, Carlos? - dijo Sebastián, el compañero de la mesa de al lado.
-No, nada, nada. Cosas mías.
Siguió trabajando, aunque no se podía sacar de la cabeza el mensaje. ¿Qué servicio especial sería ese? Se imaginó toda clase de perversiones, de cosas raras. Quizás tendría que darle azotitos a una clienta. O peor, dejarse dar él los azotes. Pero por mil euros estaba dispuesto a terminar con el culo rojo, si era preciso.
A las tres salió pitando de la oficina y se dirigió hacia la sede de LMP. La jefa le abrió la puerta y lo esperó.
-Hola Carlos. ¿Cómo estás?
-Hola jefa. Muy bien.
-Ven, hablemos.
Lo llevó a su despacho. Ella se sentó en su sitio y él en frente.
Se miraron unos segundos. Ella iba elegantemente vestida. Ligeramente maquillada. Hermosa. Carlos sintió ganas de besarla, pero no se movió.
-¿Y bien? ¿Qué servicio especial es ese?
-Directo al grano.
-Jeje, sip.
-Es...un hombre.
-¿Queeeeeeeeee?
-Es uno de mis mejores clientes. Una de las cosas que más le gusta es chuparle la polla a chicos héteros. Paga muy bien por ser el primero en hacerlo. Le hablé de ti.
-¿Un hombre? ¿Quieres decir que me la va a chupar un hombre?
-Sí.
-Joder. Pues... no sé. No creo que se me levante.
-Te voy a ser sincera. No eres el primer novato que cata el cliente. Algunos han podido. Otros no.
-No sé, no sé. La verdad es que no me pone que me la chupe un tipo.
-Bueno, son las 3:20. Tienes hasta las 3:30 para pensártelo. Si decides no hacerlo, no pasa nada. Pero si decides que sí y vales, tus ingresos aumentarán más rápido. Tus potenciales clientes serán muchos más.
-Jefa, la verdad. Creo que voy a pasar.
-Mira. Depende de ti. Pero... ¿Por qué no pruebas? Si no...puedes, no pasa nada. El cliente no paga y todos amigos. Pero si se te pone dura, serás mil euritos más rico.
Carlos se frotó las manos, de puros nervios. Jamás se la había pasado por la cabeza hacer algo así.
-Una boca es una boca, Carlos - dijo la jefa, mirándole.
-Supongo.
-¿Qué? ¿Lo intentamos?
-¿Es un gordo con barba?
-Jajajaja. No. Es un señor bastante atractivo.
-¿Atractivo? Coño, pues no sé si preferiría al barbudo. A ver si me gusta y me cambio de acera.
-No creo que cambies de acera. Por como me hiciste correr con tu boca la otra noche se nota que te gustan las mujeres.
-Me encantan.
-¿Entonces?
Carlos apretó los puños.
-Venga, probemos.
-Esa es la actitud. Ven.
Ella se levantó y Carlos la siguió hasta una de las habitaciones.
-Espera aquí. Traeré al cliente cuando llegue.
-Uf. Vale.
+++++ ATENCION. SI EL SEXO ENTRE HOMBRES TE OFENDE, NO LEAS A PARTIR DE AHORA. SALTATE HASTA EL PROXIMO AVISO
Carlos se sentó en un mullido sofá. Tamborileó los dedos sobre el apoya brazos. Si estuviese esperando por una mujer tendría ya la polla dura, pero ahora la tenía chiquita, encogida, mustia... asustada.
Un par de minutos después la puerta se abrió y entró el cliente.
-Hola. ¿Carlos?
-Sí.
-Encantado.
El cliente se acercó y se sentó a su lado. Se miraron. Era un hombre de mediana edad, delgado. No tenía la pinta que Carlos esperaba.
-¿Nervioso? - le preguntó el hombre
-Pues algo sí.
Carlos vio como la mirada del otro se posó un segundo en su entrepierna.
-Tranquilo hombre. Solo te voy a chupar la polla. No es por nada, pero soy bueno.
-No lo dudo. Pero...
-Pero no eres...mariquita.
-No.
-Ni yo.
-¿Cómo?
-Jajaja. Es broma. Aunque también me van las mujeres, lo que más me pone es chuparle la polla un hétero. y conseguir vaciarla en mi boca.
De repente, sin más, el cliente le puso la mano sobre la polla y empezó a sobarla. Carlos dio un respingo, pero se quedó quieto.
-Alma me dijo que tienes una buena polla.
-¿Alma?
-La jefa.
-Ah, no sabía su nombre.
-Bueno, no sé si es su nombre real. Oye Carlos, ¿Me dejas chuparte la polla?
-Para eso estamos aquí, ¿No? Pero no prometo nada.
-Tú déjame a mí.
Carlos se quedó mirando como aquel hombre le desabrochaba diestramente el cinturón, le abría el botón y le bajaba la cremallera. Cuando tiró de los pantalones, levantó el culo para que se los bajara. También le bajó los calzoncillos.
-Ummm, tu polla promete.
-Bueno, ahora mismo más que una polla parece una pasa.
-Jajaja. Yo me encargo.
El cliente se arrodilló entre las piernas de Carlos, que las abrió para dejarle sitio. Se agachó y se metió la fláccida polla en la boca. Carlos sintió la lengua moverse.
"Venga, ponte dura, bonita. Que son 1000 euritos. No seas tonta. Una boca es una boca" - pensó.
Pero su polla no reaccionaba. Por más que el cliente se esforzaba, la sangre no acudía a sus partes bajas.
-Carlos, no me mires. Cierra los ojos. Imagina que no soy yo, sino una guapa y sexy chica.
-Ok.
Cerró los ojos. Se puso a pensar en guapas actrices, sobre todo en una que le gustaba mucho, Scarlett. Sentía las caricias, las lamidas, los besos. Pero sabía que no era la Johanson la que le estaba chupando la polla.
El cliente se esmeró. Puso todo de su parte, sus mejores artes mamatorias, pero no consiguió despertarle a Carlos la polla.
A los cinco minutos, desistió.
-Bueno, parece que tu rabito no está para fiestas.
-Yo... lo siento.
-Tranquilo. No todos pueden.
Cuando el hombre se levantó Carlos lo imitó, subiéndose los pantalones, no fuera a ser que el cliente volviera a intentarlo
"¡Qué manera más tonta de perder 1000 euros!", se dijo.
-Me hubiese encantado probar tu semen. Alma habla maravillas de él.
-¿Sí?
-Jajaja. Sí. Aunque a lo mejor es solo marketing.
-Será.
-Bueno Carlos, no diré que ha sido un placer, pero...chao.
-Chao.
+++++ AVISO: A PARTIR DE AQUÍ YA NO HAY SEXO ENTRE HOMBRES. CONTINÚA DISFRUTANDO DEL RELATO
El cliente salió por donde había entrado. Carlos se sentó a esperar.
"Seguro que ahora viene la jefa y me echa un buen rapapolvo".
No se equivocó. Al poco entró la jefa.
-Yo, esto... lo siento, jefa. No pude. Mi amigo pequeño se quedó mustio.
-Sí, ya me dijo el cliente. Pensé que podrías, la verdad.
Ella se sentó al lado de Carlos. El la miró.
-¿Por qué no has podido?
-No sé. Sentía su boca. No era distinta a la de una mujer, pero mi mente sabía que era la de un tío. No pude.
-Tranquilo. Ya te dije que no todos pueden
La jefa miró hacia la entrepierna de Carlos. Abultaba. Acercó la mano y le tocó la polla.
-Pues ahora se te está poniendo dura - dijo.
-Es que ahora eres tú.
-¿Y?
-¿Y? Pues que eres una mujer preciosa, sexy...y... tengo ganas de follarte otra vez.
Ella le miró, notando como la polla se ponía más y más dura. Había perdido una buena comisión porque Carlos no había conseguido que se le pusiera dura. Pero se le ponía como una piedra por ella. Eso la halagaba como mujer.
Le bajó la bragueta y le sacó la polla. La recorrió con los dedos. La acarició.
-Lástima que esta linda pollita no sea ambidiestra - le dijo.
-¿Ambidiestra?
-Sip, que se deje chupar por mujeres y por hombres.
-Lo siento.
-No pasa nada.
-¿Me follarás como la otra noche?
-¿Quieres que te llene el coñito de leche y después te lo coma?
-Ummmm, sí.
La mujer se echó hacia atrás, apoyando la cabeza sobre uno de los apoyabrazos. Abrió sus piernas, para mostrarle a Carlos que no llevaba bragas que su coño estaba muy mojado.
Cerró los ojos cuando Carlos le metió la polla lentamente. Los entreabrió cuando él empezó a folllarla despacito.
-Me encanta follarte...Alma.
Ella abrió los ojos.
-¿Cómo sabes mi nombre?
-Lo adiviné. - le dijo, mirándola a los ojos y empujando su polla hasta el fondo.
-Agggggg.... ¿Cómo...lo sabes?
-Él me lo dijo. El cliente. Es un nombre precioso.
Cuando Pedro acercó su boca a la de ella, no la rechazó. Se dejó besar. Buscó la lengua. Lo rodeó con sus piernas, atrayéndola hacia ella.
Esa tarde había perdido una buena comisión. Pero ganó intensos orgasmos. Gozó de las caricias, de los besos. De la polla que martilleaba su coño una y otra vez. Se corrió cuando Carlos la llenó con una enorme corrida. Y se corrió en su boca cuando él se bebió con gula los jugos de su vagina destiló.
+++++
El primer mes de su nuevo trabajo transcurrió. No tenía 12.600 euros, pero había conseguido unos buenos 4.500. Los contó en su cama, la noche número 30.
-Bien, 4.500 euritos. No está nada mal. Nada mal ¿Eh, compañero? - le dijo, cariñosamente a su polla, dándole un sobeteo de camaradería.
A mitad de mes se había vuelto a hacer análisis, que dieron negativos. Los 'pagó' encantado.
Sonó el teléfono. Era Alma.
-¿Un servicio? - preguntó Carlos.
Durante ese mes había tenido tres clientas durante la madrugada. Alma las traía en su coche, los llevaba a un sitio oscuro y miraba por el retrovisor la cara de placer de Carlos. Después se iban a su casa para intensos momentos de placer. Los que más disfrutaba él.
-No, hoy no hay servicio nocturno.
-Lástima.
-Ya llevas un mes con nosotros.
-Sip. Un buen mes.
-Lo has hecho bien. Has pasado la prueba.
-¿Estaba a prueba?
-Claro que estabas a prueba, Carlitos.
-Ah. ¿Y qué nota he sacado?
-No pongo notas, tontito. Solo apto o no apto. Tú eres apto.
-Oh, gracias.
-¿Listo para el siguiente nivel?
-¿Siguiente nivel?
-Hasta ahora has tenido clientas, digamos normales. Solo querían una buena polla para chupar. Una buena ración de leche calentita y espesa. Seguirás con clientas así, pero te iré introduciendo en las otras. Las que buscan más cosas. Y las que pagan más, claro.
-¿Más cosas?
-Sí. Por ejemplo, hay una que viene con el marido. Él no participa. Solo quiere ver a su mujer tragándose una buena polla mientras él se pajea.
-Joder. ¿Y por qué no le da su propia polla? ¿Le tiene pequeñita?
-Jajajaja. No la tiene como la tuya. Está en la media. Media-baja, bueno. Pero no es esa la cuestión. Lo que le pone cachondo es ver a su mujer chupándosela a otro. Y si está dispuesto a pagar por eso, no soy yo la que va a cuestionar sus gustos.
-Ni yo, jeje. El cliente siempre tiene la razón.
-Eso es. Mañana te tengo preparada una de estas... especiales.
-Bien.
-¿Te has corrido hoy?
-Pues no, hoy no. Pero con esta conversación se me ha puesto la polla dura. ¿Alguna sugerencia, Jefa?
Carlos esperaba que Alma fuera a buscarlo. Deseaba estar con ella.
-¿Sugerencia? - preguntó Alma, acariciándose el empapado coñito - Tú lo que quieres es follarte otra vez a la jefa.
-Jajajaja. Sí. Me encanta follar contigo, Alma.
A Alma le encantaba también hacerlo con Carlos. Antes de él, de vez en cuando llamaba a uno de sus chicos para saciar su sed. Solo sexo. Sin más.
Pero con Carlos había algo más. No era especialmente guapo. No era especial en nada. Pero extrañamente, era especial en todo. Como la besaba, como la miraba. Como la acariciaba. Los orgasmos con él eran más intensos, más satisfactorios. Cuando lo había llevado a su casa, las noches en que había habido servicio deseaba con locura que él se quedase a dormir con ella. Lo miraba, a punto de pedírselo, pero siempre se arrepentía.
No sabía que Carlos también lo deseaba. No sabía que él tampoco se atrevía a pedírselo.
-No puede ser hoy. Mañana te necesito con esos lindos huevos bien cargados. Son 1000 euros por dos corridas.
-¿Dos?
-Sí. ¿Acaso no puedes dos?
-Claro que puedo - respondió orgulloso.
-Pues suéltate la polla y a dormir. Ya mañana te digo la hora y el sitio.
-¿Cómo sabías que tengo la polla agarrada?
-Jajajaja, porque eres un hombre. Chao.
-Adiós.
Carlos dejó el teléfono sobre la mesilla, pero sin soltarse la polla. Se miró como la mano subía y bajaba a lo largo de su gruesa polla. De la punta salía líquido pre seminal.
Siguió con una suave paja, gozando del placer. Cerró los ojos, recordando las ricas mamadas que había recibido ese mes. Aquella en el coche de Alma. Una de una famosa presentadora de televisión a la que no vio. Se limitó a meter su polla por un agujero y dejarse mamar hasta vaciarse en la boca de la chica.
Le resultó extraño que sin ver a la mujer su polla respondiera. Solo sabía que era una mujer porque Alma le dijo que lo era. Podría haber sido un hombre. Pero su cerebro confiaba y gozó de la experta mamadora hasta que oyó como la mujer tragaba su copiosa corrida.
Pero lo que más recordaba de ese mes eran las veces que había estado con Alma. En como le chupaba la polla. En lo hermosa que estaba cuando le llenaba la cartita con su espeso semen, en lo rico que sabía su coño rebosando leche. En los besos que le robó al principio y que ella ahora aceptaba. En su linda sonrisa. Le hubiese gustado quedarse a mirarla durante largos minutos, pero solo era un empleado.
Cuando estaba a punto de correrse, paró. Soltó su palpitante polla y evitó el liberador orgasmo. Con la polla dura, se dio la vuelta y se durmió.
La que no paró, la que siguió frotando su coño hasta correrse con intensidad fue Alma. Recordando el placer que Carlos le daba con su polla, con su boca. En lo bien que se sentía cuando él la besaba. Esos besos que la hacían estremecer. Esos besos que trató de evitar pero que ahora anhelaba. Y en como la miraba Carlos de vez en cuando. Una mirada que la traspasaba. Una mirada que la desarmaba.
Después, a ella le invadió la tristeza. Seguía sola.
+++++
Sobre las 12:30 Carlos recibió una llamada de LMP.
-Buenos días.
-Hola Jefa.
-¿Cargadito?
-Uf, estoy que reviento.
-Así me gusta. Si lo haces bien el cliente repetirá contigo. Y siempre paga muy muy bien. ¿Tienes papel para apuntar?
-Sí. Dime.
Alma le dio una dirección. Era de una empresa llamada Transworld Incorporated. Seguramente una multinacional.
-Bien. Estate allí a las cinco en punto. Vete arregladito. Si tienes traje, mejor.
-Tengo.
-Perfecto. Preguntas por la Señora Esther Álvarez.
-Ujum.
-Y una vez con ella, haz todo lo que su marido te diga.
-¿Su marido?
-Sí, pero tranquilo. Él no estará presente.
-¿Cómo? No lo pillo.
-Jajaja. Ya lo entenderás. ¿Ok?
-Vale.
-Chao. Después pasa por aquí para cobrar.
Cuando colgó, Carlos llamó a su madre.
-Hola mami. Necesito un favorcillo.
-Dime tesoro.
-Esta tarde tengo una entrevista de trabajo - mintió bellacamente - ¿Me podrías planchar el traje?
-¿Entrevista de trabajo? ¿Es que estás mal en la oficina?
-No no, pero en este ganaría más. Pero la cosa está difícil. Solo es por probar,
-Pues claro. Te lo tendré listo.
-Gracias mami. Eres la mejor.
A las 4:30, después de una ducha y afeitarse, Carlos salió emperchado hacia la empresa aquella. A pesar de que ya llevaba un mes con aquel estupendo trabajo, estaba un poco nervioso. Eso de que tenía que hacer todo lo que el marido le dijera lo tenía un poco mosca.
Cogió un taxi. Había abandonado el metro desde hacía semanas.
El edificio era una moderna construcción a las afueras, de esas con muchos cristales y amplios espacios. Seguridad en la puerta y un amplio recibidor con dos bellas señoritas a las que se dirigió.
-Buenas tardes, caballero. ¿En qué podemos ayudarle?
-Buenas. Tengo una cita con Doña Esther Álvarez.
-¿Su nombre?
-Ah, Carlos.
-¿Carlos qué más, señor?
-Carlos Jiménez.
-Un momento por favor, señor Jiménez.
Carlos vio como la chica llamaba por teléfono ya hablaba con alguien.
-Bien, señor Jiménez. La señora Álvarez le espera. Quinta Planta, despacho B1.
-Muchas gracias.
-De nada.
Se dirigió a los ascensores y subió al quinto piso. No le costó encontrar el despacho B1. Había una secretaria fuera.
-¿El señor Jiménez?
-Sí.
-La señora Álvarez le espera. Sígame por favor.
Carlos siguió a la cincuentona secretaria, mirándole el amplio pandero. Ella abrió la puerta.
-Señora, el señor Jiménez.
-Hágale pasar, Isabel. - oyó Carlos desde lejos.
Ante una señal de la secretaria, Carlos entró al amplio despacho. La secretaria cerró la puerta tras de él.
Moqueta, un sofá de piel, una amplia biblioteca y muebles exquisitos. Aquel no era el despacho de una chupatintas. Era el despacho de una alta ejecutiva.
-Acérquese.
Carlos se sorprendió. No fue la mujer que estaba detrás de la mesa la que habló. Fue una voz de hombre, pero allí no había ningún hombre. Se acercó a la mesa y se fijó mejor en la mujer.
Iba vestida con traje de ejecutiva. De complexión delgada, pero llena de curvas. Labios rojos. Ligeramente maquillada. Y usaba gafas. A Carlos siempre le habían gustado las mujeres con gafas. No tenía la belleza de una modelo, pero en conjunto era una mujer bastante atractiva. Le calculó unos 40 años.
Se quedó de pie, al otro lado de la mesa. Se iba a sentar en la silla cuando oyó otra vez la voz del hombre.
-Acérquese mi mujer. Póngase de pie a su lado.
Dio la vuelta alrededor de la mesa y se quedó de pie al lado de la mujer. Entonces vio al hombre. En la pantalla del ordenador que estaba sobre la mesa había una sesión de skype. En ella, la imagen de un hombre bastante maduro. En pequeñito, en una esquina, la imagen de la mujer y la mitad de su propio cuerpo.
-¿Le parece hermosa mi mujer? - preguntó el hombre.
-Sí. Es una mujer bastante atractiva - dijo Carlos
Ella, por primera vez le miró. Sus ojos, tras las gafas de pasta, se veían preciosos. Su piel era clara, el cabello ligeramente rojizo.
-Ana, acaríciale la polla al caballero.
Ella, sin más palabras, se arrodilló delante de Carlos. Miró un momento a la pantalla para asegurarse de que su marido tuviese un buen plano y le pasó la mano por la bragueta a Carlos. Notó la polla ya dura.
-Ahora bájale la bragueta y sácasela.
Dicho y hecho, la mujer tiró de la cremallera, metió la mano, bajó el calzoncillo y sacó el ya duro del todo pollón. También le sacó los dos repletos huevos y se quedó mirando embelesada la enhiesta verga.
-Ummmm Ana. Vaya polla. Es preciosa. Pásatela por la cara - ordenó el hombre.
Sin mirar a Carlos, mirando a su marido, la mujer acercó su cara y se restregó contra la polla. Se estremeció al sentir la dureza y el calor que desprendía la gruesa barra de carne. Su coño, mojado desde hacía rato, se empapó aún más. Carlos miró también hacia la pantalla y vio como el hombre, claramente, se la estaba meneando mirando como su mujer se pasaba su polla por la cara.
"¡Joder! ¡Cómo está el mundo! Hay gente para todo" - pensó.
Volvió a mirar hacia la mujer. La escena estaba cargada de morbo. Ella, arrodillada, con las manos sobre los muslos, pasándose su polla por la cara. De vez en cuando miraba hacia él, pero la mayor parte del tiempo miraba hacia la cámara.
-Creo que a mi esposa le gusta su polla. Debería Vd. darle lo que quiere.
-Eso voy a hacer, caballero. Le daré polla a su bella esposa.
La agarró del cabello, con delicadeza y le acercó la polla a los labios. Ella abrió la boca y se la empezó a tragar.
-Eso es, así, Ana, mi amor. Te encanta esa polla, lo veo en tus ojos.
Carlos puso su mano en la parte de atrás de la cabeza de la mujer y empezó a moverse. Se colocó de tal manera que el marido tuviese una visión de primer plano de como le follaba la boca a su mujer. Había pagado por eso y él estaba encantado de complacer al cliente.
Poco a poco le polla entraba cada vez más en la boca. Ella gemía. Sentía un intenso placer al sentir su boca llena. Le encantaba tener una gruesa polla dentro, y la de ese chico era perfecta. Le miró a los ojos, pidiéndole más.
Él se la metía hasta la mitad, y se la sacaba lentamente, gozando de la visión de aquellos rojos labios distendidos alrededor del mástil. La pintura de los labios había teñido ligeramente la polla. Media estaba limpia y la media que entraba en la boca estaba coloreada.
-Lo hace bien mi esposa, ¿No?- preguntó el marido.
-Ummmm, estupendamente, caballero. Lo hace muy bien.
-La mejor, se lo aseguro. Pero no se corte. Dele más. Désela toda.
-¿Toda? - preguntó Carlos, incrédulo.
-Ya le digo que es la mejor.
Carlos miró a la mujer, que en ese momento tenía su polla hasta la mitad dentro de la boca. Entonces, ella, se agarró a la parte de atrás de los muslos de Carlos y mirándole fijamente a los ojos, empezó a tragarse más polla. Lentamente, centímetro a centímetro, la polla fue desapareciendo en la profunda boca. Carlos sintió claramente como rozaba la garganta, y asombrado, sin respiración, como seguía entrando.
Jamás creyó que una mujer llegaría a tragarse toda su polla. Había visto videos en internet, pero ahora era real, era la suya. Aquella mujer rozó con su nariz contra el pantalón. Toda su polla, su larga y gruesa polla, estaba dentro de ella. No pudo evitar gemir cuando sintió como ella sacaba la lengua y le lamía los huevos.
La mujer no podía respirar. Tenía la garganta totalmente taponada. Pero todo su cuerpo se estremecía al tener aquella polla dentro.
-Joder. Joder. Se ha tragado toda mi polla - exclamó Carlos.
-Ya se lo dije. Es la mejor. Ahora, dele polla de verdad.
Con la mano en la cabeza de ella, empezó a moverla adelante y atrás, aún sin poder creerse que la mujer pudiese alojar toda su polla en su garganta. Ella aprovechaba cuando se la sacaba hasta la mitad para respirar. De vez en cuando Carlos notaba la lengua lamiendo. La polla se le fue llenando de saliva, quedando brillante. El placer era muy intenso. Recibía estimulación por toda la polla.
-Vea como disfruta mi esposa. Es completamente feliz cuando tiene la boca llena a tope.
Carlos le sacó la polla. Unos hilillos de saliva quedaron colgando entre la punta y los labios de la mujer. Ella jadeaba, tragando aire a bocanadas, mirando hacia la cámara. Carlos le restregó la polla por la cara, mojándola, empañándole los cristales. Le dio a chupar cada una de sus pelotas.
Volvió a clavarle, literalmente, su herramienta hasta los huevos, una y otra vez. Ella sorbía, chupaba, aspiraba. Toda la boca, incluso la garganta, transmitían un intenso placer al muchacho, que se aproximó rápidamente al orgasmo.
-Aggggg, me voy a correr. Su mujer me va a hacer correr con su garganta.
-Sí, sí, siiiiiiii. Dele su merecido premio. Córrase en su cara. Déjemela más hermosa.
El cliente siempre tiene la razón, así que aceleró las embestidas y cuando notó que llegó al punto sin retorno, a ese punto es que ya nada puede evitar el orgasmo, le sacó la polla de la garganta, le giró la cara para que mirara de frente hacia la cámara y empezó a correrse. Fue uno de sus más intensos orgasmos. De su polla empezaron a salir poderosos disparos que se estrellaban contra la cara de la mujer, que estoicamente los recibió. Carlos se ensañó especialmente con las gafas. Siempre había querido correrse sobre las gafas de una chica y gozó del momento.
Pero no fueron solo las gafas las que recibieron la caliente ducha. La frente, las mejillas, la barbilla, los labios... Hasta el cabello recibió su ración. Cuando aún no había terminado de correrse, ella echó la cara hacia atrás y apretó los dientes. Carlos notó como sus dedos se aferraban a sus muslos hasta el punto de casi hacerle daño. Carlos comprendió que se estaba corriendo. Apuntó y el último chorro se lo lanzó a la boca.
Los dos se quedaron unos segundos quietos, sin moverse. Solo sus pechos subían y bajaban al ritmo de las jadeantes respiraciones. Carlos vio como un goterón de semen caía de la mejilla derecha de la mujer sobre la solapa de la chaqueta. El silencio lo rompió el marido.
-Vaya, eso ha sido una señora corrida, caballero. Mire que hermosa está mi Ana.
Las gafas se le habían bajado ligeramente. Sobre ellas Carlos pudo ver sus ojos. Vio en ellos felicidad, gratitud. Sin que el marido se lo pidiera, le volvió a meter la polla en la boca, pero no se la enterró del todo. No quería mancharse el traje con su propia corrida.
Se quedó quieto, mirando, gozando de lo que veía. Aquella arrodillada mujer, con la cara cubierta de semen, mirándole agradecida por encima de las gafas. Lentamente, le sacó polla.
-Acércate a la cámara, Ana. Déjame verte bien.
La mujer se levantó y apoyó el pecho en la mesa, poniendo la cara delante de la cámara. Carlos vio en la ventanita pequeña lo que veía el marido. Un primer plano de su mujer cubierta del semen de otro hombre. Por primera vez la oyó hablar.
-¿Estoy guapa, mi amor? ¿He sido buena?
-Ummm, estás preciosa. Eres la mejor. No sabes cuánto te quiero.
-Y yo a ti. Ummm, como siento su leche. Es caliente, espesa. Nunca había recibido una corrida así. Es el que más leche me ha dado.
-Lo veo mi vida. Ya me dijeron que no me defraudaría.
Al estar así apoyada para que su marido disfrutara viéndola, su culo quedaba ofrecido. Carlos lo miró. Era un señor culo. Redondo, bien formado. Bajo la fina tela del traje no se notaban las costuras de ninguna braga. O no llevaba o usaba un tanga.
Lo hizo sin pensar. Le salió del alma y se arrepintió nada más oír el sonido que la palma de su mano hizo en aquel estupendo culo cuando le dio una nalgada.
-Uy, mi amor. Me ha pegado. ¿Es que no he sido buena?
-¿Te ha pegado?
-Sí, me ha dado un cachete en mi culito.
-Caballero - dijo el hombre - ¿Le ha dado Vd. un cachete al culo de mi mujer?
-Esto...sí. Lo siento. Quizás me he sobrepasado, pero es que su mujer tiene un culito precioso. Discúlpeme, por favor.
-No se disculpe, hombre. Ya sé que ese culito es divino. Sírvase Vd. mismo. Dele, dele.
Carlos, divertido, con la polla palpitando, le dio sonoras pero suaves nalgadas a aquel culo.
-Ay, Ay, mi amor. Me está danto tortitas.
-Creo que te las mereces, Ana. Estás delante de tu marido con la corrida de otro hombre goteando de tu cara.
Le dio un par de tortitas más y le pasó un dedo a lo largo de la raja, apretando. Ella se estremeció.
-Caballero - dijo el marido - ¿Le gusta el culo de mi mujer?
-Ya lo creo. Es uno culo perfecto.
-Si lo desea es suyo.
-Noooo - se quejó la mujer, sin mucha convicción - Su polla es muy grande.
-¿En serio? -dijo Carlos - ¿Me da permiso para encular a su esposa?
-Lo tiene. Será su castigo por haberle chupado la polla.
"¿Castigo?!Pero si ha sido de las mejores mamadas que recuerdo! A esta gente no hay quien la entienda", se dijo Carlos mirando el tentador culito que le era ofrecido.
Ella no se movió. No trató de huir. Se quedó quieta, esperando, mirando a su marido. Gimió cuando Carlos le acarició las nalgas con ambas manos. Se estremeció cuando se las amasó a manos llenas.
-Bájate los pantalones, Ana. Que el caballero se recree la vista.
Sin rechistar la mujer se incorporó un poco para poder desabrocharse el pantalón y bajárselo. No llevaba nada debajo. Su culo, al natural, era aún más apetecible. Carlos lo separó con los dedos, descubriendo el apretado ano. Comprobó que más abajo se abría la raja del coño, que lucía mojado, empapado.
Se acercó, se cogió la polla con una mano y golpeó varias veces con ella cada nalga. Ella la sintió dura y se estremeció de pies a cabeza.
-Mi amor, me va a follar el culito. Me va a clavar su enorme polla. Dile que pare, dile que no me folle. Por favor...mi culito... por favor.
-No le haga caso. Dele por el culo. Métale toda la polla.
Carlos se echó un poco de saliva en los dedos y los acercó al negro agujero. Lo acarició, esparciendo el lubricante natural. Vio como la mujer metía la mano en una caja que había sobre la mesa y sacaba algo que le dio. Era un lubricante. Se dio cuenta de que todo aquello era puro teatro, que todo estaba preparado. Cogió el lubricante, se lo esparció sobre la polla y puso un poco más sobre el ano. Acercó la punta.
-Agggg, mi amor. Lo va a hacer. Me va a meter la polla en el culo. Dile que no. Dile que noooooooooo
-Encúlela.
-Vd. manda.
Empujó. La cabeza de su polla encontró resistencia, así que empujó con más fuerza hasta que el esfínter cedió y su polla empezó a entrar en aquel soberbio culo.
-Aggggggggg me la está... metiendo...Su polla está...entrando...en mi...culito.
-Toda. Clávesela hasta los huevos.
La agarró por la cintura y poco a poco, sin prisas, pero sin pausa, le fue metiendo toda su polla. Se la endiñó enterita, hasta que su pubis chocó contra las nalgas. Ella se sintió llena, plena, completa.
-Ya...ya...tengo toda su polla dentro de mí, mi amor. Dile que me folle, dile que me folle bien follada.
-Ya la ha oído, caballero.
Era la segunda vez que Carlos le follaba el culo a una mujer. La primera vez no pudo terminar. Ella había sentido demasiado dolor y lo dejaron. Nunca volvió a intentarlo con ninguna. Pero ahora aquella mujer no solo no le pedía que parase, sino que quería más. Se aferró con fuerza a sus caderas y la enculó con fuerza, metiéndole la polla a fondo y sacándosela casi hasta la punta.
El placer, de ambos, era intenso. Podía ver la cara de placer de la mujer en la pantallita. Toda la mesa vibraba al ritmo de la follada.
-Mi amor...me están dando por el culo...Me están metiendo una enorme polla por mi culito. ¿No te apiadas de mí?
-Calla, Ana. Pero si llevas el placer reflejado en la cara.
Las manos de ella estaban abiertas, con las palmas hacia arriba. De repente, se cerraron, apretando los puños. La presión del esfínter y la tensión del cuerpo de la mujer evidenciaron el intenso orgasmo que estaba atravesando su cuerpo. Eso animó a Carlos a redoblar la intensidad de la ya salvaje enculada hasta que él mismo no pudo más y, con los dedos en blanco, enterró su polla a fondo y estalló.
-Agggggggggg, mi...amor...se está corriendo...me está llenando el culito de leche... Me está....
No pudo seguir hablando. Un segundo orgasmo atravesó su cuerpo. Tan intenso que cuando sus músculos dejaron de estar tensos, cayó sin fuerzas sobre la mesa. Su cara quedo sobre la carpeta de cuero, manchándola de semen.
Poco a poco, mirando, Carlos le fue sacando la polla. El ano, enrojecido, quedó ligeramente abierto. Le dio una última nalgada.
-Bien, la señora está servida - dijo.
-Muchas gracias, caballero. Ya se puede ir - dijo el marido.
Ella se incorporó. Se miraron. Por primera vez, la mujer sonrió. Miró la pantalla, en donde su marido seguía atento. Se quitó las gafas. Se salió del enfoque de la cámara, se acercó a Carlos y le dio un impresionante beso en la boca, metiéndole la lengua a fondo.
-Me encanta tu polla, Carlos. Creo te llamaré más veces.
-Cuando quiera, señora.
La dejó allí y se dirigió a la puerta. Cuando salió comprobó que la secretaria tenía preparada ropa. Un traje y camisa.
"Joder, la secretaria está en el ajo".
-Buenas tardes - le dijo él.
-Buenas tardes, Sr. Jiménez. Hasta la próxima.
-Adiós.
Carlos salió a la calle como flotando.
-Este es el mejor trabajo del mundo - dijo
+++++
De allí Carlos fue derechito hacia LMP. Alma le abrió la puerta.
-Hola Carlos. El cliente me ha llamado. Ha quedado muy satisfecho. Aquí tienes tu parte - le dijo, entregándole un sobre.
-Gracias.
-¿Algún problema?
-Que va. Al contrario. Todo fue como la seda. Vaya manera de chupar que tiene esa mujer. Se tragó mi polla hasta las pelotas. ¡Joder!
-Sí, es su especialidad.
-Uf, estoy deseando que me llamen otra vez. Vaya mamada, jefa. Vaya mamada.
Alma sintió una pequeña desazón. Vio a Carlos muy impresionado con esta última clienta. No se había mostrado tan entusiasmado con ninguna otra.
"¿Y qué? Es su trabajo. No tengo por qué sentirme así". Se lo repitió varias veces a sí misma.
No lo podía evitar. Solo conocía una palabra para lo que sentía en esos momentos. Celos. ¿Pero celos de qué? ¿De qué Carlos hiciera su trabajo? Ya llevaba tiempo en la empresa y nunca se había sentido así. Pero era la primera vez que él se mostraba tan eufórico. Eufórico con una clienta. Eufórico con otra... mujer.
"No se seas tonta. Eres la jefa. Él no es más que uno más. Un empleado más. Se acabó. Sé profesional".
Cerró los ojos. Al fondo, muy escondido, casi imperceptible, una parte de su cerebro le decía que si la clienta o el cliente volvían a llamar preguntando por Carlos, les diría que ya no trabajaba en LMP.
+++++
Pasaron los días, las semanas. Carlos seguía atendiendo clienta tras clienta. De las 'normales' y de las 'especiales'. Su cuenta corriente empezó a subir. Reunió para comprarse el coche. Pensó en dejar el trabajo de oficina, dedicarse a plena jornada a LMP, pero se lo pensó mejor y se dijo que por si las moscas, seguiría aguantando al pesado de Anselmo.
Cada vez era más 'profesional'. Complacía a las clientas en todos sus caprichos. Si ella quería chuparle la polla delante de su marido, simplemente se quedaba de pie mientras ella, mirando al 'cornudo', le decía que mirase la enorme polla que se estaba comiendo. Una vez, él y 4 más de los chicos asistieron al cumpleaños de una de las clientas. Ella filmó toda la escena. Arrodillada, rodeada por cinco duras pollas que la cubrieron, literalmente, de semen.
Todo aquello estaba muy bien. Eran cosas llenas de morbo, que le encantaba hacer. Que lo llenaban de placer y que encima le pagaban. Pero a pesar de todo, lo que más le gustaba era ir a casa de Alma, acostarse en su cama.
Esas veces no era por dinero. Era solo por placer.
Y siempre, después, cuando volvía a su casa en su coche nuevo, se preguntaba que por qué no se había quedado con ella. Le hubiese encantado despertar a su lado. Pero se decía que era solo un empleado. Ella su jefa. Uno más.
Sabía que sentía por ella algo más que deseo sexual. Pero no se atrevía a decirle nada. Ella siempre había insistido en que aquello era solo un trabajo.
+++++
Alma estaba acostada en su cama. Tenía 35 años. No tenía problemas económicos. Era atractiva. Y sin embargo, estaba sola. Sola en medio de aquella gran cama de sábanas de suave satén.
Recordó como se sintió cuando Carlos se mostró tan entusiasmado con aquella maldita clienta. Le costó llamarlo para darle nuevos servicios, pero lo había hecho. Tenía que ser profesional. Estuvo unos días sin volver a acostarse con él. Una tarde que se sentía muy caliente llamó a otro de sus chicos. Le chupó la polla, pero no la satisfizo. Se dejó follar, pero el chico no era tan intenso como Carlos. No dejaba de compararlo con él.
Al final, claudicó. Volvió a llevar a Carlos a su casa, a su cama. Solo con él tenía sensaciones que no había tenido antes. Sensaciones que necesitaba, pero que al mismo tiempo, la asustaban.
Trató de dormirse, pero no conseguía conciliar el sueño. Daba vuelta tras vuelta en la cama. La solitaria cama. Al final, tras más de una hora, cogió el teléfono y llamó a Carlos.
Él dormía plácidamente. Oyó el móvil y lo cogió. Una llamada a esas horas solo podía significar una cosa. Un servicio. Una rica mamada o quizás una cliente con algún gusto particular. Fuera lo que fuera, sería placentero para él.
-Hola jefa. ¿Qué tenemos hoy?
-Hola Carlos. ¿Cómo estás?
-Pues muy bien. ¿Me vienes a buscar o voy yo? Estoy listo en 15 minutos.
-No hay servicio esta noche.
Carlos se quedó extrañado. Si no había servicio.... ¿Por qué lo llamaba? ¿Habría pasado algo? ¿Tendría ella alguna queja?
-¿Qué pasa, Alma?
-No pasa nada malo. Todo va bien.
-Ah, me asusté un poco.
-Carlos... quería pedirte una cosa.
-Dime.
-Que vengas a mi casa, ahora. Y... que te quedes a dormir. Que no te vayas después de follarme.
-¿Eso deseas? - preguntó Carlos al tiempo que sentía un estremecimiento recorrer su cuerpo.
-Sí, por favor. Lo necesito, al menos una vez.
-Alma, para mí será un placer... dormir contigo.
-Gracias. Hasta ahora.
Alma colgó. Nada más hacerlo, se arrepintió de haberle llamado. Había sido débil. ¿Y por qué? ¿Por sexo? No, no era por sexo. Podía tener todo el sexo que deseara, con el hombre que eligiera. Era por sexo con Carlos. Por sexo y por algo más. Algo que nunca había tenido.
Se levantó de la cama y fue al baño a arreglarse. Se lavó la cara, se peinó, se perfumó ligeramente y después se puso un conjunto de lencería muy sensual. Se fue al salón a esperar.
Carlos cogió su coche. Le había dejado una nota a su madre, para que no se preocupara cuando no lo viese por la mañana en la casa. En plena madrugada, dirigiéndose a la casa de Alma, se preguntaba por esa extraña llamada.
Hacía tiempo que la notaba distinta. Algo había cambiado. La notaba, quizás, algo más fría con él. A veces se dejaba besar. Otras, sin rechazarlo, movía su cara, apartando la boca de la de él.
Y ahora, esa llamada.
Llegó al edificio y subió. Alma le abrió la puerta.
-Ummm, jefa. Estás preciosa - le dijo, admirando el cuerpo de la mujer.
-Calla, deja de hablar. Sabes a lo que has venido.
-A sus órdenes
Con la pierna cerró la puerta y se abalanzó sobre la mujer. La abrazó, comiéndole la boca con pasión mientras ella le abría el cinturón, le bajaba la bragueta y desabrochaba el botón. Alma se arrodilló, le bajó los calzoncillos y miró unos segundos la hermosa polla, dura, desafiante. Acercó su boca y se la metió.
Carlos empezó a gemir, acariciándole el cabello, gozando de la calidez de la boca, de la serpenteante lengua. Notó como Alma recogía con una mano sus huevos y los acariciaba.
-Ummmm, Alma. Qué placer. Me encanta como me chupas la polla.
Al oír aquello, Alma se estremeció. Se preguntó si le gustaba tanto como le había gustado con aquella clienta. La odiaba. Unas semanas después de aquel día el marido había llamado requiriendo los servicios de Carlos. Y ella, Alma, la profesional Alma, le mintió diciéndole que ese chico ya no trabajaba para ella y que no podía darle ni su dirección ni su teléfono. Se ofreció a mandarle otro de sus empleados pero el cliente no quiso, en ese momento, a otro.
Empezó a chupar más fuerte. Empezó a meterse más y más adentro la polla. Quería demostrarle que ella era mejor que aquella clienta. Quería que él se mostrara con ella tan encantado como con la otra mujer. Notó como la cabeza de la polla le llegaba al fondo de la garganta. Y cuando rozó con las paredes, tosió.
Se la sacó un poco. Cogió aire y volvió a intentarlo. Esta vez metiendo un poco más la polla. Tuvo una arcada, que la obligó a sacarse la polla de la boca y toser con fuerza.
-Ey, con cuidado, jefa.
Tenía que poder. Volvió a tragarse la dura polla. Ahora fue despacito, con cuidado. Notó el roce, y aguantó. Un poco más...un poco más...y de repente, otra fuerte arcada. Se le escaparon las lágrimas. Y no eran solo por la arcada. Eran de rabia, de impotencia.
-Lo siento. Yo...no puedo. No puedo.
Carlos la cogió por la barbilla y le levantó la cara. Le secó las lágrimas con los dedos, pero salieron más.
-Soy una inútil - dijo, empezando a llorar.
-Ey, ey....no pasa nada. No digas eso.
-Es cierto. Por favor...vete. Déjame sola.
Alma no soportaba mostrarse así, tan vulnerable ante Carlos. Se levantó y se dio la vuelta, pero Carlos la cogió por el brazo y la detuvo.
-He venido a follarte.
-Vete, por favor. Vete.
Tiró del brazo y le dio la vuelta, encarándose con ella.
-He venido a follarte, Alma. Y he venido a dormir contigo.
Ella trató de zafarse, pero Carlos la sujetó con fuerza. Se acercó, la miró a los ojos y la besó. Alma se tensó, puso las manos en el pecho de Carlos y lo empujó. El siguió firme.
Entonces, ella, se abandonó, se relajó. Se dejó besar. Cerró los ojos y se pegó al cuerpo del hombre que la hacía estremecer. Carlos la tomó en brazos y la llevó hasta aquella enorme cama. Ella lo ayudó a desnudarse. Se besaron, se acariciaron.
Cuando ambos estuvieron desnudos, Alma se acostó en la cama, boca arriba, y abrió sus piernas, en una clara invitación que Carlos no rechazó. Se acomodó entre esas piernas y le clavó, lentamente, toda la polla en el acogedor coñito.
Pegaron sus bocas, como ventosas. Alma lo rodeó con sus piernas, atrayéndolo hacia él. Cuando Carlos empezó a follarla despacito, gimió en la boca de él. Le encantaba sentirse así, llena, plena. Acarició la nuca del muchacho que la follaba suave pero intensamente.
Y se corrió con él cuando lo notó tensarse, cuando sintió la polla empezar a palpitar y le llenó su cueva con una abundante y caliente ración de semen.
Abrió los ojos, lentamente, después de su intenso orgasmo. Se encontró con los de él, que la miraba, sonriendo. Seguía dentro de ella. Seguía duro.
Las otras veces, cuando se corría dentro de ella, siempre se bajaba hasta su coño y se lo comía, haciéndola estallar una y otra vez. Pero ahora lo necesitaba con ella, dentro de ella. Siguió abrazándolo con sus piernas, impidiendo que escapara.
Tiró de su nuca y atrajo su boca, para besarlo, con pasión, buscando su lengua.
-Aggggg, Carlos...Más...fóllame más...sigue...
El muchacho volvió a moverse. Ahora más lentamente que antes. Notaba como su polla resbalaba ahora con mucha facilidad, rodeada del semen de su primer orgasmo.
Alma gozó de muchos minutos de placer. Estalló otra vez, al tiempo que Carlos le mordía el ofrecido cuello. Y su último orgasmo de la noche coincidió con la segunda explosión de Carlos, que sumó más semen al fondo de la cálida vagina.
Ahora Alma si lo liberó. Abrió sus piernas y Carlos se salió. Ella se puso de lado y él se acostó a su espalda. La rodeó con sus brazos, acercándose a ella. El torso del hombre contra la espalda de la mujer. Los brazos de Carlos sobre los de ella, que los agarraba.
Un cálido beso en el cuello hizo que Alma cerrara los ojos y una leve sonrisa se dibujara en sus labios.
Estuvieron varios minutos así, sin hablar, sin moverse.
-¿Qué pasó antes, Alma?
-No quiero hablar de eso.
-Dímelo, por favor.
-Carlos....yo...No es nada. Son...cosas mías.
La obligó, con dulzura, a darse la vuelta y mirarle. Ella tenía los ojos aguados, a punto de llorar.
-¿Qué te pasa, Alma?
-Soy una estúpida - dijo apartando la mirada.
Carlos le secó los ojos, y la besó
-No eres estúpida. Eres una mujer maravillosa.
-Pero estoy sola.
-No estás sola, Alma. Me... tienes a mí. - dijo Carlos con el corazón latiéndole en el pecho.
Ella le miró.
-Me gustas mucho, jefa.
-¿Soy solo eso para ti? ¿Tu jefa caliente a la que follarte de vez en cuando?
-Me encanta follarte de vez en cuando.
-Ya.
-Y me gustaría follarte todos los días.
-Ya tienes a las clientas. Todas esas mujeres que te pagan por chuparte la polla.
-¿Sabes cuál de todas las mujeres con las que he estado desde que empecé es la que más me ha gustado?
-Sí. La clienta que te la comió mientras su marido os miraba por videoconferencia. Te quedaste muy impresionado.
-Claro que me impresionó. Jamás ninguna mujer había conseguido tragarse toda mi polla. Pero no fue ella.
-¿No?
-No. Eres tú, Alma. Eres con la que más me gusta estar.
-¿Por qué?
-Ya te lo dije. Me gustas mucho.
-Y...tú a mí, Carlos. Me gustas... demasiado.
-¿Demasiado?
Alma apartó la mirada.
-Con las demás clientas no había sentido nada, pero cuando viniste después de estar con aquella y te vi tan maravillado, me sentí...mal. Sentí celos
-¿Y por eso hoy trataste de imitarla?
-Sí.
Carlos volvió a hacer que ella le mirara.
-No tienes que imitar a nadie, Alma. Eres maravillosa tal y como eres.
La besó, con ternura.
-¿Sientes celos de las clientas? - preguntó Carlos.
-A veces. Ya ves lo tonta que soy.
-Alma... ¿Me quieres? -dijo Carlos, asustado por la posible respuesta.
Ella se estremeció. Jamás le había dicho algo así a ningún hombre. No le salían las palabras.
-Dímelo.
-Carlos...no puedo.
-Si puedes. Es fácil. Solo di lo que sientes.
Le miró a los ojos. Él le sonreía
-Sí...creo que...te quiero - le dijo, con el corazón también latiéndole con fuerza en el pecho.
Carlos acercó sus labios y la besó.
-Yo también te quiero, Alma.
Por primera vez ese día, ella sonrió.
-¿Lo dices en serio?
-Sí. Desde hace mucho.
-¿Y por qué no me dijiste nada?
-Temí que me rechazaras. Que solo fuese para ti uno más de tus chicos.
-Traté de que solo fueras eso, pero te me has metido muy dentro.
La besó otra vez, abrazándola con fuerza.
-Y ahora, a dormir. Ya te follé y teníamos un trato.
-Sí.
Alma apagó la luz. Se abrazó con Carlos, su hombre.
-Carlos....
-Dime, Alma.
-Te quiero.
-Y yo a ti, Alma. Con toda mi...alma.
Todo el cuerpo de la mujer se estremeció de pies a cabeza. Se sentía más feliz que nunca.
Carlos también era feliz. Tenía a su lado a una hermosa y caliente mujer. Ella le había proporcionado el mejor trabajo del mundo. Un trabajo sencillo, muy placentero y estupendamente remunerado. Y ahora estaba dispuesto a renunciar a eso por ella.
"Si seré tonto", pensó
-Alma...
-Dime Carlos.
-Voy a dejar el trabajo. A partir de ahora mi polla será solo para ti.
-¿Harías eso por mí?
-Claro. No quiero que otro día intentes otra cosa como tragarte toda mi polla.
-Jajajaja. Eres maravilloso.
-Sip, ya ves. Seguiré siendo pobre. Pero estaré a gusto. A tu lado.
-Pues no lo voy a permitir. Eres mi mejor chico. Mi mejor fuente de ingresos.
-¡Coño!
-Así que de dejarlo nada. Llénales la carita o la barriga a todas, pero siempre guarda un poco para mí.
-A sus órdenes, jefa.
FIN
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Muchas gracias a Nathalie por su inestimable ayuda en la corrección del relato J