El mejor regalo de reyes
Un trabajo navideño me llevó a acabar acostandome con un chico que trabajaba en una barraca.
Lo nuestro más que una historia de verano, fue más bien de invierno. Nos conocimos en Navidades y nos despedimos para reyes. Fue algo breve pero intenso y como suelen decir, dos veces bueno.
A mediados de diciembre, me presenté para trabajar en el parque infantil de navidad que montan en mi pueblo. Necesitaba sacarme unas pelillas y probé a ver si había suerte. Y así fue. Dos semanas más tarde, me llamaron para comunicarme que había sido seleccionada.
Ese fue el medio para conocernos. El día señalado me presenté en el PIN y allí estaba él. Era uno de los chicos que trabajaban en las atracciones. Al principio pasé un poco puesto que le veía como el típico chico creído: al ser natural de Europa del Este, era rubio con unos grandes ojos azules, alto, delgado... Le veía como un imposible además de cómo alguien que no merecía la pena.
Con esa percha podría tener a cualquiera y seguro que no se iba a fijar precisamente en mí. Sin embargo, las cosas cambiaron de rumbo desde el momento que nos tocó trabajar juntos. Los primeros días he de decir que ambos pasábamos del uno al otro: ni nos hablabamos, ni nos mirábamos ni nada.
Esperábamos a que llegara la hora para irnos y desaparecíamos de la vista del otro. Pero en los sucesivos, empezamos a decirnos alguna cosa, a mirarnos de vez en cuando, a crear un ambiente realmente cálido entre nosotros y a empezar a notar que había algo más que un mero trabajo por medio. Sabíamos que sentíamos atracción el uno por el otro pero había tantas cosas entre medias que ninguno se atrevía a dar el paso. Por eso, llegado el último día decidí que las cosas no podían acabar así. No podía dejarle escapar sin haberle probado antes. De todas formas, no todo parecía estar de mi parte.
Para celebrar que ya terminábamos de trabajar, los compañeros (y no los de las barracas) nos fuimos a cenar . Cuando acabamos yo sabía que era el momento para irme, tocar a su puerta y aprovechar el momento. Una chica de allí se pegó a mí y ví fallido mi plan. Andabamos las dos un poco borrachas y tampoco era realmente consciente de lo que quería y de lo que no. Salimos del restaurante todos, y empezamos a seguir a los demás camino de un bar de marcha. Pasamos por al lado de las barracas y nos paramos a hablar con algunos de los barraqueros que estaban tomando el aire por allí.
Mi amiga me dijó que necesitaba ir al servicio y yo supe que ese era el momento. Le llevé cerca de su caravana y comencé a hablar alto para ver si me escuchaba, pero no salió nadie con lo cual puse mis pies en la tierra y pensé que aquello que tanto deseaba no iba a suceder nunca. Por eso, decidí volver con mis compañeros y pillarme un buena borrachera. No habíamos casi empezado a andar cuando mis ojos le vieron. Parecía un sueño. Allí estaba él, en compañía de un amigo sentado en las escaleras de su caravana. Nos acercamos las dos para saludarles y quien lo hubiera imaginado. Mi amiga se sentó junto a ellos y como andaba fina, empezó a meterle fichas al otro, con lo cual supe que aquel era mi momento.
Leszeck y yo entramos dentro. Me llevó hasta donde él dormía y se sentó. Luego me acercó a él, quedando yo de pies entre sus piernas y rodeada por sus brazos. Comenzó a besarme el pecho por encima de la ropa, y a tocarme el culo. Yo pasé mis dedos por su pelo y empecé a besar sus orejas y su cuello. Subió sus manos después y empezó a buscar mi pecho por debajo de mi camiseta. Yo me senté a su lado y me la quité dejando ver por completo mis senos. Sus ojos se abrieron de golpe y rapidamente fue a por ellos. Nos fundimos en un apasionado beso mientras con su mano iba endureciendo mis pezones y soltando mi pantalón.
Cuando le tenía encima, le quite su camiseta y le dejé que continuara chupando mis tetas con su apetecible lengua. Me daba pequeños mordiscos en los pezones que me estremecía de placer. No habíamos casi ni empezado y yo ya me sentía muy excitada con ganas de responder a todo el placer que me estaba dando. Por eso, decidí cambiar el puesto y actuar yo. Le tumbé en la cama, me quité el pantalón y después fui soltando el suyo con la boca de forma muy sensual. Primero roce con mi lengua su miembro que empezaba crecer y luego le bajé con los dientes aquella cremallera que liberaría a esa fiera.
Una vez fuera, la cogí con las manos para palparla bien y me la metí en la boca. Era grande y muy apetecible. La introducía y la sacaba suavemente jugando con toda ella. Con mi lengua rodeaba su capullo y seguía bajando hasta haberla saboreado toda. Aumenté el ritmo a medida que veía que le gustaba y ayudada con mi mano buscaba darle el mayor placer del mundo.
Antes de irse hizo que me moviera y palpó con sus manos mi humeda vagina. He de decir que para mí sus manos era lo más atrayente que había en el mundo. Me fijo mucho en ellas y las de él eran increíbles y más despues de comprobar lo que hacía con ellos. Suavemente la tocó de arriba abajo y de abajo a arriba mientras yo empezaba a gemir de placer.
Después fue introduciendo sus dedos mientras yo seguía chupandosela a él. Lo hacía con tanta delicadeza pero a la vez demostrando tanta experiencia que no pude aguantarme y me corrí dos veces solo con su roce. Acercó su boca más tarde y con su lengua empezó a chuparla moviéndola por todas partes. Sólo se detuvo en el clítoris provocando el mayor de mis placeres. Yo no podía más y le pedí que me introdujera su miembro pero todavía me haría sentir un poco más de placer. Ayudado con uno de sus dedos siguió masturbándome. Y yo iba de corrida en corrida.
Luego, se tumbó y yo me coloqué encima. Con suavidad y firmeza me penetró. No era la primera vez que me acostaba con alguien, sin embargo era muy cuidadoso. Sólo cuando estuvo ya dentro empezó a moverse con más ritmo. Primero llevé yo la iniciativa y me iba moviendo dando pequeños círculos. A la vez, nos besábamos y el tocaba mi pecho.
Después cambiamos de posición y él era el que me llevababa, penetrándome con más fuerza y a mayor ritmo. Yo no podía esperar mucho más y sabía que pronto se iría él, sin embargo me dijo que sentara sobre él y se corrió al tiempo que cabalgaba sobre él.
Me quedé durmiendo aquella noche con él y cuando a la mañana siguiente me desperté para marcharme, vi a mi amiga muy bien acompañada. Volvimos a vernos en algunas ocasiones pero es tema de otra historia.
Desde luego, fue el mejor comienzo que pudo tener nuestra relación.
Si quereis escribirme algo : silaviaxx@yahoo.es