El mejor regalo de cumpleaños

Soy L, y os voy a contar la historia de cómo mi prima y yo acabamos teniendo sexo en mi habitación. Como he dicho, esta historia es 100% real, y a la vez que resulta ser una actividad terapéutica para mí, espero que sea una buena diversión para vosotros.

El mejor regalo de cumpleaños

Este es mi primer relato, y sinceramente, nunca pensé que llegaría a escribir algo así. Lo hago porque de alguna manera, necesito sacarme lo que he vivido de encima, necesito expresarlo para así poder asimilarlo, porqué ahora mismo no sé hasta qué punto es normal lo que acaba de suceder, ni las ideas que me pasan por la cabeza.

Soy L, y os voy a contar la historia de cómo mi prima y yo acabamos teniendo sexo en mi habitación. Como he dicho, esta historia es 100% real, y a la vez que resulta ser una actividad terapéutica para mí, espero que sea una buena diversión para vosotros.

Hoy es mi cumpleaños, 23 añazos que cumplo. Hace unos días mi madre pensó que sería una buena idea organizar una comida familiar, ya que casualmente, mi tío y yo cumplimos años el mismo día. Todo ha empezado como se suponía que debía empezar. Suena mi despertador a las nueve de la mañana, me levanto. Me doy cuenta de que mis padres ya están despiertos, desayunamos, y hacemos un poco el plan para ese día. Mi padre irá a comprar las cosas para la semana que viene, y yo y mi madre limpiaremos, y haremos la comida antes de que vengan los invitados.

Todo transcurre con total normalidad, hasta que recibo un mensaje de watssap en el grupo de la familia “M. también se apuntará a la fiesta al final”. M. es mi prima, es una chica de 19 años, delgadita, con ojos color café. No se me da demasiado bien describir a las personas, así que dejaré que vuestra imaginación haga el resto. Total, recibimos el mensaje, y yo me empiezo a poner un poco nervioso. Mi Prima y yo hemos tenido siempre una relación muy cercana, aunque nos llevamos 4 años, más o menos siempre hemos estado a la par, y aunque nos vemos poco, porque ella vive bastante lejos, tenemos una muy buena relación.

El nerviosismo no es casualidad, desde hace un año (más adelante lo explico) me he dado cuenta que mi prima es una chica tremendamente atractiva; La encuentro guapísima, además de que es una chica que para mi gusto, viste súper bien, y sabe maquillarse con mucha gracia, lo que le añade un punto a todo. A su vez, y como he comentado, tenemos una edad bastante pareja (4 años es relativo poco tiempo, y más a estas edades). Total, que me encuentro a mí mismo pensando que ropa ponerme para estar más guapo.

El ansiado momento llega, pican a la puerta. Abro, y me encuentro a mi prima vestida con una camiseta de tirantes blanca, y unos pantalones también blancos, rematados con un cinturón marrón. Lleva los ojos pintados, y va ligeramente maquillada con un toque de colorete en sus preciosos pómulos. Solo vernos me da la sensación de que se ruboriza, nos damos dos besos, y la hago pasar. Al cabo de un rato llaman el resto de invitados, y poco a poco van llegados, hasta finalmente ser casi 15 personas.

Nos sentamos en la mesa, y ella se sienta a mi lado como siempre, y me doy cuenta que tiene ojeras. “¿Saliste ayer de fiesta, pirata?”. Ella ríe y asiente, “Me muero de sueño, al acabar de comer me tumbo en el sofá a dormir un rato”, “no hay problema, es sofá es muy cómodo, ajaja” le respondo. Me levanto para ayudar a mi madre a traer los diferentes platos, tenemos el típico entrante hecho con patatas fritas, aceitunas, berberechos… De segundo ha hecho paella para toda la familia, y para acabar hay pollo al horno para quien se quede con hambre. De postre hay helado. La comida hubiera transcurrido con total normalidad, si no fuera porqué cada X tiempo mi prima me tocaba la pierna, y cuando la miraba, se ponía a sonreír. Esto per se no me molestaba, pero el hecho estaba en que hubo un par de veces que ese tocamiento estuvo francamente cerca de mi pene, y fue algo que me excito un poco.

Mientras tomamos el café, veo como mi prima se levanta y se tumba en el sofá de mi casa para descansar un rato. Se tumba, y se pone de espaldas a nosotros, mientras se acurruca, su ropa se ciñe a su delgado cuerpo, dejando ver un precioso culo. Esa silueta hace que me fije en lo guapa que es mi prima, y noto como se me acelera ligeramente el pulso de mi corazón. Un ligero movimiento suyo, provoca que se le bajen los pantalones, mostrando un precioso tanga rosa que solamente se asoma de forma discreta, lo suficiente para que mi cabeza pueda imaginar lo ceñido y bien que le quedaría esa prenda. A su vez, uno de los tirantes de su negro sostén se le cae del hombro, dejando su hombro totalmente al descubierto. En este, se le remarca ligeramente una marca descolorida en la piel, lo que me hace suponer que durante estos últimos días ha ido a la playa a tomar el sol, y a broncearse su cuerpecito.

Al imaginar esto, mi mente me teletransporta al pasado verano, donde varios de nuestra familia decidimos alquilar un pequeño apartamento, cerca de la costa brava Catalana. Después de todo un día de playa y paseos con helados incluidos, la mayoría de ellos se fueron a la cama, cansados del largo día. Los que nos quedamos fuimos mi prima y yo, ya que estábamos hablando en la pequeña terraza del apartamento. Corría un ligero aire fresco que daba un poco de descanso al bochornoso día. No recuerdo exactamente de que hablábamos, pero si recuerdo la cara de mi tío asomándose por el ventanal, avisándonos de que se iban a dormir, y que nosotros no tardásemos mucho, y que recordásemos cerrar la puerta de atrás para que no entrara nadie. Nos indicó donde estaban las llaves, y se despidió con un dulce beso en la cabeza de mi prima. Me sonrió, y entró en la casa, dejándonos a los dos solos.

Ciertamente, habíamos estando esperando ese momento con ansias, en un rincón apartado teníamos nuestros bañadores, y unas llaves de repuesto. Nos esperamos 10 minutos a que todos durmieran; en ese intervalo nos cambiamos y cogimos las cosas, cerramos las puertas, y nos fuimos ella y yo a una pequeña cala ligeramente apartada de la abarrotada playa, dispuestos a darnos un baño nocturno. No sabemos si fue casualidad, o realmente tuvimos muchísima suerte, pero la cuestión es que al llegar, estábamos solos, a excepción de una pareja que ya estaban recogiendo sus cosas. Al llegar pusimos nuestras cosas, tiramos la toalla a un lado, y nos dirigimos directamente al agua.

Recuerdo un agua bastante fría para la época del año en que estábamos. Al poner los pies recuerdo un gran escalofrío recorriendo mi cuerpo entero, y mirar hacia atrás para advertir a mi prima de lo fresca que estaba el agua; casi sin darme cuenta, ella estaba corriendo hacia mí para empujarme. En el intento de esquivarla, me tropecé sobre mi propio pie, cayendo de lleno en la helada agua. Al sacar rápidamente la cabeza, me dio tiempo en ver como ella se tiraba de cabeza al agua, y salía, acariciándose su pelo hacia atrás. Ese momento recuerdo quedarme como atontado, mirando lo guapa que era mi prima, con sus ojos color café, y esos pómulos ligeramente salidos y rojizos. Al momento, empecé a maldecirla por lo que me había hecho, y empezó una especie de juego de perseguirse mutuamente, zambullidas, salpicaduras, y tonterías varías que se hacen cuando se está disfrutando de la tranquilidad del mar para ti solo.

A los 15 minutos aproximadamente, ella clavó sus ojos en los míos, se acercó, y me susurró al oído “tengo ganas de hacer una tontería”. No engañaré a nadie al decir que fue una frase que paso desapercibida, pues no lo fue. Recuerdo que a pesar de lo fría que estaba el agua, empecé a sentir una fuerte erección en mi pene, mi respiración se aceleró, y con una voz ligeramente rota le dije “Qué”. Me miró, sonrió, y me dijo “vamos, sígueme”.  Fuimos nadando hasta la orilla, mientras me cogía de la mano, salimos del agua,  se puso el pelo a un lado, y me miró, mientras sonreía. En ese momento en mi cabeza estaba totalmente embotada, y no podía pensar en absolutamente nada, solamente podía mirar a sus ojos, y notar como mi corazón latía cada vez más fuerte, además de mi pene fuertemente apretado por mi pantalón-bañador. “He pensado que ya que estamos solos, podríamos bañarnos completamente desnudos, es algo que nunca he hecho, y me encantaría que mi primera vez fuera contigo, ya que tenemos total confianza”. Al oír eso, me calmé, ya que todas esas ideas que me estaban atrapando la mente, se fundieron. Había visto otras veces a mi prima desnuda, así que no sería un problema, o eso pensé. “Si, será divertido” dije, mientras esbozaba una discreta sonrisa.

En ese momento, mi prima me miró, esbozó una tímida sonrisa que se podría definir como una mezcla de nerviosismo con picardía… bajó la mirada, y lentamente (muy lentamente) se desabrochó el lazo de su sostén, provocando que las cuerdas cayeran totalmente muertas, mientras ella se sujetaba con una mano la parte de delante del bikini. En ese momento, retiró la parte delantera, dejando sus senos completamente al descubierto. La luz de la luna era suficiente como para poder ver sus senos con mucha claridad. Estos eran de tamaño mediano, pero tremendamente definidos, muy ovalados, y se podía distinguir perfectamente su erecto pezón. Me quedé totalmente petrificado al verlos, aunque ya había visto a mi prima desnuda otras veces, lo cierto es que la última vez, éramos unos niños, pero de alguna forma, di por hecho que sería algo que no me impactaría en lo más mínimo, pero como ya he dicho antes, me equivoqué.

Lo primero que me pasó por la mente era cuan errado iba al seguir viendo a mi prima como una niña, ella claramente, con sus 18 años, ya era toda una mujer, bien formada, guapa (más bien preciosa) la cual me contó que hacía poco que ya había tenido relaciones sexuales con su antigua pareja. Con este último pensamiento, y de alguna manera, me pude imaginar por solo unos segundos, a mi prima sujetando una polla, poniendo su lengua en la base de este, y recorriéndolo de abajo a arriba, una y otra vez, dejándolo totalmente empapado en saliva, mientras con la otra mano masajea los testículos lentamente, para luego levantar la cabeza, y haciendo contacto visual con mis ojos, metiéndose todo mi falo en la boca, poco a poco, hasta prácticamente el fondo de su garganta, y notando un ligero quejido mostrando que ella estaba teniendo arcadas por ponérsela demasiado adentro de su boca, para acto seguido sacarla rápidamente, cogiéndola con su mano, y empezar a masturbarla con giros de muñeca, mientras la polla se deslizaba por su mano, mientras ella esbozaba una sonrisa mostrando que está disfrutando con esto.

Como un rayo, mi mente cerró esas imágenes, para darme cuenta que me había pasado dios sabe cuánto tiempo mirando los senos de mi prima. Ella me miró, y muy seria me dijo “como puedes ver, he dejado de ser una niña”. Me excusé diciéndole parte de la verdad, que me había quedado impactado al ver sus tetas, ya que yo siempre la había visto como mi prima pequeña, esa niña que jugaba y chapoteaba en el agua. Rió muy fuerte, me miró y me dijo “¿Voy a ser la única que se desnude aquí? Vamos a ver si tú también has dejado de ser un niño, pero por como la tenías hace unos segundos, yo diría que sí”. De golpe todo mi calor corporal se evaporó, para dejar paso a una fría sensación de vergüenza en todo mi cuerpo. “No pasa nada, no es la primera vez que le veo eso a un chico, desnúdate de una vez y vamos a bañarnos” me dijo. Me quité el bañador, dejando mi pene al descubierto, mi glande aún se asomaba de forma tímida a causa de la tremenda erección que había tenido, y antes de darme cuenta, mi prima ya se estaba metiendo totalmente desnuda en el agua, y pude ver el bonito culo que tenía. Anticipándome a la situación, corrí hacia el agua, y la empujé, tal y como ella me hizo anteriormente, lo que volvió a derivar en una serie de juegos inofensivos.

Llegado el momento, mi prima se arrimó a mí, diciéndome que tenía frío, que no tardaría en irse, y la verdad, yo también empezaba a tener fresco, además de que ya debía ser bastante tarde. Aún dentro del agua, apoyó su espalda contra mi pecho, y me pidió que la abrazara un poco a causa del frío. Al rodearla con mis brazos, sin querer le rocé lo que debía ser su pezón causando que soltara un dulce gemido, casi inaudible. Noté como sus caderas se movían ligeramente, y con ese movimiento, mi pene empezó a crecer. Encajó mi pene entremedio de sus muslos, y se movió ligeramente, dándome una sensación de placer casi indescriptible. Apreté más fuerte mis brazos, con lo que aún se pegó más a mí, y logre notar como su respiración estaba totalmente acelerada, y tenía la mirada perdida.  Todo terminó con un “Tengo frío, vámonos ya” y con la mano, como si fuera un movimiento involuntario me cogió el pene, escurriéndose entre sus dedos.

Salimos del agua tiritando, inconscientes del frío que teníamos. Nos cambiamos, y nos tapamos con nuestras toallas, camino del apartamento. La vuelta fue totalmente contraria a como había sido la ida. Mientras en una reinaban las risas, la alegría, el nerviosismo, y el relax, ahora se sentía una pesada presencia, una cierta tensión e intranquilidad, que llenaba el aire.  Llegamos al apartamento, donde silenciosamente entramos, y nos dirigimos a nuestras habitaciones. Por suerte, todos seguían durmiendo, cada uno se dirigió a su habitación, en silencio y cerramos las puertas tras nosotros.

Me quité la ropa mojada, y la tendí desde mi ventana, me puse el pijama, y me tumbé en la cama. Notaba como el corazón seguía acelerado por lo sucedido en la playa, y las preguntas se amontonaban en mi cabeza, mientras contemplaba el blanco techo. Decidí no darle más vueltas a la cabeza, y cerré los ojos. Entonces, recuperando la imagen que mi cabeza había cortado en la playa, vi a mi prima otra vez arrodillada delante de mí, con mi pene en la mano, mirándolo lascivamente. Abrí los ojos, y noté como mi pene estaba completamente duro, hasta el punto que incluso dolía; me bajé los pantalones, y mi polla salió a modo de muelle, mostrando una erección tremendamente grande. Decidí darle un poco de alegría, dado que había sido una noche movidita. Me la agarré con toda la amplitud de mi mano, y empezé a subirla y bajarla. Cerré los ojos para imaginarme una escena con la que seguir masturbándose, pero la misma imagen volvía una y otra vez. Me di por vencido, y di rienda suelta a mi mente.

Mi prima seguía chupándome la polla, hasta el punto que esta estaba completamente llena de saliva, y muy resbaladiza. Ella de golpe se levanta, dejando al descubierto esos preciosos pechos que tanto me habían impactado, describiendo una perfecta esfera, con unos preciosos pezones rosados y erectos. Mantenía una mirada distante, como si no fuera con ella la cosa, lo que hacía que aún me excitara más; mordiéndose el labio inferior me dice “Quiero que me comas las tetas, L.” acompañando las palabras con un sensual movimiento de su dedo índice, recorriendo parte de mi cara, acabando en mi boca, desplazando hacia abajo mi labio inferior. En este momento se tumba sobre la cama, y con sus dos manos estruja sus pechos, soltando un dulce gemido por su boca. Me mira y me dice “Ven ya, no aguanto”, me tumbo a su lado, me agarra la cabeza, y me la pone sobre su pecho. Delicadamente rozo su pezón con mi lengua, lo que provoca que empiece a gemir cada vez más alto, con mi otra mano le agarro el otro pecho, y lo aprieto de manera delicada, cuidadosamente, lo que hace que ella me mire y me diga “Me encanta cuando me lo haces así de dulce, pero no pares”. Suelto su pecho, y empieza a recorrer su cuerpo hacia abajo, le toco las costillas, le acaricio la barriga, y llego a sus bragas, y con una ligera presión, empiezo a tocarle la zona por donde estaría el clítoris, primero con solo un dedo, y después poco a poco voy acomodando mi mano para acariciarle todo, arriba y abajo, sin parar. Ella suelta un fuerte suspiro, se levanta de golpe, se quita las bragas y se pone encima de mí pero sin introducir su vagina en mí pene. Me mira, y empieza a besarme, bruscamente, como si mil diablos la llevaran poseída, entonces, se da media vuelta, y vuelve a introducir su boca en mi polla. Esta vez, la succiona, la besa, la lame, y juega con ella, hasta que finalmente, tanto en mi mente como en la realidad, me corro. Mi semen sale disparado, empapándome entero, con chorros abundantes y calientes. Entonces me quedo como exhausto, mirando al techo, y una frase retumba en mi cabeza “¿Qué he hecho?”.

Noto un golpe en mi hombro, y vuelvo a la realidad. Mi madre me mira y me dice “¿Estás bien? Llevas 5 minutos mirando la nada”. Sacudo ligeramente mi cabeza, y me excuso “Creo que entre todo lo que he bebido y comido, estoy medio adormilado”. Mis familiares se ríen, y deciden darme los regalos. En su mayoría es dinero, pero un pequeño regalo de mi abuela me sorprende. Como actualmente he empezado  trabajar en una consulta privada, mi abuela me ha comprado varios cuadernos donde pode tomar notas. Se lo agradezco a todos, y me excuso diciendo que me voy a tumbar un rato, ya que además de lo comentado, el caluroso día hace que aún me note más cansado.

Cabe destacar que la distribución de mi casa es algo rara, y eso es porque antes eran dos pisos separados, y ahora es uno solo. Así que tal cual salgo del salón, cierro la puerta tras de mí, paso la cocina, llego al recibidor, y de ahí existe otro pasillo en el cual están las habitaciones de mis padres, el baño, y más adelante, girando a la derecha está mi habitación. A pesar de que pude parecer que está lejos, lo cierto es que es perfecta, porque no oigo una sola palabra de lo que ocurre en el salón, ni ellos las mías, queda lejos de cualquier habitación que haga ruido, y a la vez es muy fácil saber cuándo viene alguien, porque lo oyes hacer los últimos metros hacia mi habitación, lo que da una tremenda intimidad y tranquilidad a mi habitación.

Me quito la ropa, me pongo el pijama, y me tumbo en la cama. Abro ligeramente la ventana, con lo que corre un aire fresco súper agradable, y me pongo a mirar el móvil.  Entonces, noto un portazo en la puerta del comedor, y oigo unos pasos que se acercan a mi habitación; de golpe, mi prima entra en la habitación. La miró con cara de sorprendido, y dice “Hazme un hueco, ahí no hay dios que duerma con tanto grito”. Me aparto y se pone a mi lado, se tumba, dándome la espalda, se acurruca y cierra sus ojos. Sin dar mayor importancia, sigo mirando el móvil, esperando a  que me venga el sueño. Al cabo de 10 minutos, y con el mayor cuidado posible, dejo el móvil en la mesa, y cierro los ojos. Ciertamente, tengo una cama ligeramente pequeña, con lo que dormir los dos lo hace tremendamente incómodo. Me quedo mirando el techo, con los ojos abiertos, con la certeza que así, yo al menos, no dormiré. Acto seguido mi prima se pone panza arriba, y me mira “No puedo dormir”, “Ya somos dos” le digo. Se pone a inspeccionar mi habitación de arriba abajo, mis posters, mis carteles, ordenadores, apuntes, libros, y sus ojos se paran en un punto de mi estantería, donde tengo un aceite de masajes, de mi anterior pareja. Entonces me mira, y me dice “¿Me haces un masaje?”. Pongo cara de sorprendido, definitivamente nunca hubiera esperado este escenario, y me empiezo a  poner nervioso. Por un lado evidentemente que quiero hacérselo, y poder acariciar ni aunque sea su espalda, por otro, me da miedo que mi cuerpo reaccione de una manera en la que me excite de nuevo. Ella me mira, y esbozando una sonrisa me dice “Porfi, me duele mucho la espalda”. Tomo aire, y pienso “Realmente no hay motivos para ponerme nervioso, solo es un masaje, no le des más vueltas, porque es evidente que quieres hacérselo”.  Sonrío y le digo que está bien, pero solo la espalda, y poco rato. Ella, se ríe, y hace un movimiento con el cuerpo que realmente encontré muy sensual, y tierno.

Mientras me levanto a coger el aceite, ella se quita la camiseta. Me mira, seria, y me dice “¿Quieres que también me quite el sostén? Total, tú ya sabes que hay debajo”. Eso me exalta de manera muy bestia, “Mejor no, si me molesta ya te lo diré después”. Sonríe “Está bien, Masajista”. Se sienta en el borde de la cama, y yo me pongo detrás, me unto las manos de aceite, y empiezo el masaje. Ciertamente es que tanto a mi expareja, como a amigas mías siempre les ha gustado como hacía los masajes, y lo cierto es que de alguna manera, a mí me gustaba mucho hacerlos, me relaja. Empecé a tocar sus hombros, a apretarlos, a acariciarlos, utilizando mi pulgar para hacer presión en ciertas partes. Le toco el cuello, la espalda, los hombros, las lumbares, le acaricio un poco los laterales, e incluso le aprieto ligeramente su plano vientre. Al notar que realmente su sostén me molesta, me planteo si decírselo, pero en un acto de impulsividad, se lo desabrocho sin permiso. Con un porte seguro, se lo retiro, y veo como ella se ríe, pero no dice nada. Sigo con el masaje, arriba, abajo, a los lados, poco a poco, hasta el momento que llego otra vez a su barriga; En ese momento ella me coge las manos, se deja caer sobre mí, me mira, y lleva mis manos sobre sus pechos y los aprieta, ella gime, y repentinamente me besa.

Beso dulce, delicado, largo, aprovechamos la posición para besarnos bien, mientras con mis manos voy apretando sus pechos. Ella me mete la lengua, y yo hago lo mismo, y empieza un juego con nuestras bocas. A su vez, con mis pulgares le acaricio un pezón, y fruto de la emoción, lo hago demasiado fuerte, ella se queja “más dulce, más dulce”, y con esas palabras paso a rozar levemente su erecto pezón, “Así, así” me dice ella, con una voz rota. Entonces empiezo a besarle el cuello, dulcemente, por todos lados, besos cortos, suaves, “mmmm” dice ella. “Me encantas” le digo, “Lo sé” me responde, “pero estoy nerviosa”, “Y yo” le digo. “Escúchame, esto no significa nada, ¿de acuerdo?, pero ciertamente, desde ese día en la playa, siento que necesito esto, tener una oportunidad a tu lado, sentirnos libres, para desahogarnos, el uno con el otro. Esa noche, oí como te masturbabas en tu cuarto, y eso me puso muy cachonda, sentí la llamada de entrar, y acabarte yo misma, pero cierto es que no me atreví, era todo demasiado difícil”. “¿De verdad lo oíste?” le replico; “Si, y me gustó mucho lo que oí, así que te propongo una cosa. Toda la familia está en el comedor, son pasadas las cuatro de la tarde, más o menos tenemos hasta las siete, ya que nosotros seremos los primeros en salir, y dado que no hay nada de camino aquí, nadie nos vendrá a molestar. Es por eso que quiero que hagamos cosas…” Dice mientras se ruboriza. “Me apetece hacerte cosas, y que tú me las hagas a mí”. Mi pene en ese momento estaba tremendamente duro, y si apenas articular palabra la beso, y ella me besa, y nos tumbamos en la cama, besándonos uno al otro, como si nos fuera la vida en ello

Nos abrazamos, y nos vamos quitando las prendas de ropa. Me quito la camiseta, y ella empieza a morderme ligeramente mi hombro, yo la agarro por el culo,  y se lo aprieto, y noto lo firme que está. Ella me mira lascivamente “azótame L.” y la azoto, sin rechistar. Me acerco a su oreja “Acaba de desnudarte, quiero hacerte disfrutar”, a lo que me contesta, “Antes levántate de la cama, ponte de pie”, me pongo de pié, y me baja los pantalones, me baja los calzoncillos, y me deja totalmente desnudo, con mi pene asomando, duro, y erecto, delante de su cara.

Primero me lo agarra con fuerza por la base, y me masturba muy lentamente, haciéndome sufrir “Se me hace la boca agua” me dice. Con la punta de su lengua, empieza a lamerme la punta del glande, y empieza a moverla por todos los sitios posibles, causándome un gran placer, entonces, me la dirige hacia arriba, baja la cabeza, mi mira, y me dice “Espero que lo disfrutes” y se pone a comerme las bolas. Primero se pone una en la boca, y hace como que se la traga, la saca, y va jugando con ellas, es algo que a mí nunca me han hecho, así que me tiemblan las piernas, ella va haciendo, me las chupa, una y otra vez, hasta que me vuelve a coger bien la polla, me la sacude un par de veces, me mira y me dice “Te toca”.

Ella se levanta, y de manera muy sexy, y sin dejar de mirarme a los ojos, se quita su pantalón blanco, y deja al aire ese precioso tanga de color rosado, que aún le queda mejor de lo que me imaginaba. “¿Tienes ganas de comerme?”, “Si” contesto. Ella me mira, y hace una mueca “No suena muy creíble, arrodíllate y dímelo mirándome a la cara”. Sin rechistar lo hago. Me arrodillo en el frío suelo, la miro, y solo puedo fijarme en esos preciosos pechos y ese pezón que tanto me ha hecho disfrutar minutos atrás. “Por favor, me gustaría comerte”. Ella sonríe, y se hace evidente lo mucho que le gusta esta posición de poder. Se quita el tanga, abre las piernas, y las pone sobre mi boca. El contacto de su coño con mi boca me hace estremecer, está muy mojado y caliente. Saco mi lengua, y la recorro, cogiendo todos sus fluidos, lo que causa que suelte un ligero gemido. Entonces con la ayuda de mis manos, abro su coñito, y me dedico a buscar su bolita, su centro de placer. Lo hago despacito, para que lo disfrute, y para que si quiere, me guie sobre cómo lo quiere. Finalmente lo encuentro, pero en vez de ir directo, empiezo a rodearlo con mi lengua, lo que hace que ella me agarre el pelo, y suelte sonidos de placer. Después de algunas vueltas, ella me dice “por favor, hazlo ya, no aguanto” y es cuando decido rozar ligeramente su clítoris con mi lengua, lo que provoca que sus piernas se pongan a temblar. A partir de ese momento, empieza un juego donde, a diferencia de lo que ella pensaba, yo tengo el poder. Lo toco, lo rodeo, lo chupo, lo lamo, lo rozo, y juego hasta que no puede más, y me pide “Por dios, vamos a la cama, quiero follarte” lo que provoca, aunque parezca mentira, que mi pene se ponga aún más duro. Pero antes, miro en mi estantería, abro una caja, y de ahí saco los condones y un bote de lubricante.

Vuelta a la cama, volvemos a besarnos, sin importar lo que nos hemos llevado a la boca. La tumbo boca arriba, y me deslizo a su lado, paso un brazo por detrás de su cuello, y mientras con esa mano le agarro un pecho, con la otra voy bajando hasta alcanzar su coño. Está mojado de saliva, y todo resbala, pero su clítoris sigue extremadamente caliente y duro. Empiezo a pasar el dedo por su clítoris, intercalando con tocamientos a la entrada de su vagina, lo que causa que se doble sobre su cuerpo del placer. La miro, y le digo, “levanta ligeramente el culo”. Con la mano que tenía en el pecho, la desplazo hasta que mis dedos alcancen la entrada de su vagina, y le digo “de momento, solo uno”, ella asiente, mientras le brillan los ojos. Entonces introduzco mi dedo corazón dentro de ella, lo que provoca que me abrace muy fuerte; al hacerlo, aún me facilita más que mi dedo pueda entrar bien dentro de ella.

Introduzco el dedo  poco a poco, y cuanto más dentro está, más se mueve, y más se moja. Una vez llego a mi límite, lo saco, poco a poco, acostumbrando su vagina a mi dedo, lo que hace que aún le tiemble más el cuerpo. Una vez lo he repetido tres o cuatro veces, mi dedo ya cabe perfectamente, y se desliza con total libertado dentro de ella. En ese momento le digo, “Ahora, toca lo bueno”, le alcanzo el dedo con el que le estaba tocando el clítoris, y le pido que me ponga lubricante. Ella lo coge, y me pone una buena cantidad de lubricante en el dedo, sin saber muy bien para que lo quiero “¿Preparada?”, ella me mira expectante, con total desconocimiento de lo que vendrá ahora. Anticipándome a lo que pasara, la beso, y en ese momento aplico el lubricante en su clítoris, y empiezo a masturbarla. Ella gime muy fuerte, en clara señal que es algo totalmente nuevo para ella, y que le está causando un claro placer. Entonces empiezo a masturbarla con el dedo en su clítoris, mientras con la otra mano la penetro. Ella se queda con la mirada totalmente perdida, presa del placer que está sintiendo. Mis movimientos se incrementan, y con ellos su éxtasis,  lo que hace que cada vez se mueva más y más, hasta que de golpe, ella me clava las uñas en mi pecho, mientras emite gemidos entrecortados del gusto. Noto como sus músculos internos se contraen, y toda una substancia viscosa se desplaza hacia fuera de su vagina. La miro, perplejo “¿Así que eres de las que se corre de esta manera, eh?” Ella claramente, no está atenta a lo que le digo, y aún está asimilando el orgasmo que acaba de tener. En un destello de claridad, ella ríe, me mira y me dice “Ahora me toca a mí”.

“¿Tú crees que es manera de tratarme? ¿Como si fuera una guarra?” dice mientras saca el condón. Lo coge, y me lo pone, mientras se sienta encima de mí. “Me parece que nunca te han puesto en tu sitio”, aplica lubricante en mi pene, y noto como poco a poco entro dentro de ella. Empiezo a mover mi cintura, a lo que ella me detiene “Te he dicho que ahora me toca a mí, así que tú quieto”. Acaba entrando, y empieza una serie de sacudidas con su cintura, que causa que a cada sacudida me dé un ramalazo de placer. Abro bien los ojos, observando la situación, a mi prima, montándome cual animal, mientras sus tetas se balancean arriba y abajo. Como un acto reflejo, se las cojo, y se las estrujo delicadamente, como ella me había dicho. “¿No sabes hacer nada bien? Apriétamelas, comételas, haz lo que quieras con ellas, pero por dios, haz que me vuelva a correr”. Le cojo sus tetas con fuerza, y me las llevo a la boca, las manoseo, y las aprieto por todos lados; “Vamos, ahora sí, muévete” jadea débilmente, me tumbo totalmente, la cojo por el culo, y empiezo a penetrarla, más o menos al unísono de sus movimientos. Los jadeos se hacen cada vez más intensos, y decido ir más allá. Cojo el pote de lubricante, me lo aplico en mi dedo corazón, y me pongo a buscar su clítoris, otra vez.  Finalmente lo encuentro, duro, y caliente, poso mi dedo en él, y empiezo a tocarlo y a darle vueltas, mientras ella se agarra sus pechos y se los estruja, a la vez que va soltando jadeos entrecortados. Ella pierde el equilibrio, y se postra totalmente sobre de mí, incapaz de mantener su posición erecta, y mientras con un dedo sigo masajeando su clítoris, la agarro fuertemente por toda su cintura, y empiezo a aumentar la velocidad de mis penetraciones. Todo un seguido de espasmos, los quejidos, y un caliente líquido que ahora se desplaza encima de mí me indica que, una vez más, se ha corrido, y de qué manera.  Ella recupera la compostura, y realiza unos últimos meneos con su cintura encima de mí, antes de mirarme, y besarme apasionadamente.

La beso, la abrazo y le estrujo el culo, y le propino unos azotes, no demasiado fuertes para evitar que se oigan. Ella se postra sobre mi oreja, y empieza a morderla con suavidad, mientras sigue meneando su cintura. Empiezo a notar como mi polla aguantara poco,  así que la aparto, la miro, y le digo “no sé cuánto aguantaré”. Ella ríe, “No pasa nada” me dice. Se sale, y a cuatro patas se acerca a mí, me da un rápido beso, “Ahora quiero a cuatro patitas, pero nada de meterla por el culo” me dice seria, me río, me levanto, cojo el lubricante, y me lo aplico. Me pongo detrás de ella, y le agarro sus preciosas nalgas, y las azoto dejándole mi marca en su precioso culo. Me pongo cómodo, ella abre más las piernas, y con mi dedo corazón recorro toda su vagina, delicadamente, arriba y abajo, hasta llegar a su clítoris, y lo toco poco a poco, suavemente. Ella pone su cabeza contra la almohada y empieza a gemir bastante fuerte, y decido seguir tocándola, porque me divierto al verla tan sumisa y postrada ante mí. Al cabo de unos segundos ella se aparta, y me mira “¿Ya basta no?” dice entre jadeos y sudores; “Ya paro” le digo, y ella se pone otra vez a la posición inicial, me acerco, le cojo su mano y hago que me agarre la polla “Pónmela tu” le digo. Ella la agarra con más firmeza, y se la va introduciendo poco a poco dentro de la vagina. Una vez está bastante dentro, me pide “Ahora despacio, quiero disfrutarlo”, y cumpliendo sus órdenes la penetro lentamente, sintiendo como el calor de penetrarla me va cubriendo totalmente la polla. Llegando a mi tope, ella suelta un gemido de placer, y a partir de ahí empiezo a meterla y sacarla.

Repito el mismo movimiento una y otra vez, sintiendo como ella se va mojando cada vez más, mientras ella clava su cabeza contra el cojín mientras grita de placer. Miro a la mesa, y vuelvo a  coger el lubricante, y me unto el dedo con él, me acerco a ella, y antes de hacer nada ella levanta la cabeza “Cuando lo hagas, ¿no pares vale? Aunque te corras, no me importa, pero no pares, a menos que te lo diga”. Ella vuelve a la posición en la que estaba, y aún levanta más el culo, haciendo que mis penetraciones puedan ser más profundas y placenteras. Me acerco bien a ella, y empiezo a penetrarla al ritmo de mi dedo con su clítoris, una y otra vez, y noto como poco a poco voy alcanzando el éxtasis, como todos mi mis músculos se tensan para finalmente llegar una explosión de placer, haciendo que me corra de forma incluso dolorosa, notando como voy llenando el condón con mi semen. Tal y como le prometí, no paré ni un momento, seguí dando penetraciones, y mientras yo experimentaba mi éxtasis de placer, ella había podido llegar una nueva vez, y por la velocidad de sus respiraciones, y las contracciones de su coñito era evidente que en breves se volvería a correr. Así que en un acoplo de fuerzas, intenté mantener mi pene lo más duro posible, mientras masturbaba a mi prima, hasta que ella me dijera que parara. Sorprendentemente para mí, fue bastante tarde, se llegó a correr hasta  3 veces hasta que mi pidió que parara, con mi pene ya casi totalmente salido y flácido, y con mi muñeca dolorida por la posición que tenía que mantener para poderla masturbar y penetrar a la vez.  Me saco el condón, lo ato, y lo tiro a mi basura.

Ella, agotada, se pone panza arriba otra vez, y decide girar la cabeza para mirar la hora. “Solo las 16:45” aún nos da tiempo incluso de dormir un rato. Me tumbo a su lado, y me besa, y la beso… “Ha sido mejor de lo que pensaba” me dice. Y nos besamos otra vez, y así nos pasamos unos 15 minutos aproximadamente. Nos acomodamos uno contra el otro, y nos ponemos a descansar.

Abro los ojos para ver como mi prima está mirándome fijamente, y sonríe. “Buenos días, después de lo de antes, nos merecíamos dormir un poco ¿eh?”, No digo nada, solo sonrío, e intento besarla, y ella se aparta. “De eso quería hablar ahora…”, se levanta y empieza a ponerse la ropa, ante mi incredulidad. “Como te he dicho antes, solo era esta vez, piensa que no dejamos de ser primos, y es una situación que sería demasiado complicada”; “Entonces, ¿no te ha gustado?” “Me ha encantado L, pero esto no puede ir a ningún sitio… somos mayores, ha sido divertido, pero no lo llevemos a más, por favor, porqué es evidente que no iría bien”. Sus palabras escuecen mis oídos, pero una parte de mi sabe que es verdad. “Cámbiate L, y vamos al comedor”. Sin articular palabra me cambio, me pongo la ropa, y salimos de mi habitación. Abro la ventana y dejo abierto todo para que se ventile, guardo las cosas y me doy cuenta de que las sabanas están empapadas de corrida de mi prima. Así que las saco, las guardo debajo de la cama, y pongo sabanas nuevas, y las otras las intentaré lavar cuando no haya nadie en casa.

Realmente ya no queda mucho más que contar, volvimos al comedor, nos pusimos con nuestros padres, y todo siguió más o menos igual, nos despedimos llegado la hora, y me quedé tumbado en la cama durante largo rato. Pensando en lo que había sucedido, y la verdad es que me encontraba muy dividido, por un lado entiendo perfectamente su mensaje, e incluso una parte de mí también piensa igual que ella. Por otra, me planteo que después de esto, ¿Realmente puede volver a ser todo igual? ¿Así, sin más? Después de darle varias vueltas, decido escribir esto.

Entiendo que hay escenas que no suenan reales, pero describir lo sucedido da ese aspecto como de fantasía, o algo así, además de que la situación no fue en castellano, sino en catalán, con lo que he tenido que adoptar un poco los diálogos para que se entendieran mejor. Espero que lo hayáis disfrutado, y ya os contare si sucede algo más, pero lo dudo mucho J