El mejor día del verano
De cómo un buen día de playa se convierte en uno de los mejores días sexuales de mi vida! Mi ambicioso culo follado por cuatro desconocidos.
Hola, soy Dani. Mis relatos son parte reales, parte añadida. Espero que os guste porque me ocurrió hace apenas tres semanas.
El último domingo tenía el día libre y no había hecho planes. La noche anterior no había salido ni nada, y me acosté temprano por estar algo cansado del curro, así que me preparé un par de bocatas, me puse el bañador y cogí las cosas necesarias.
Salí de casa y conduje en dirección a la playa. Mi ciudad es pequeñita pero ofrece una de las mejores provincias, y tenemos costa, por lo que cada verano disfruto del sol, del agua… y de las playas en sí.
Voy a una zona apartada y que conoce poca gente, donde se hace nudismo y donde se sabe que hay zona de cruising.
Yo me cuido. Siempre he jugado al futbol y desde hace unos cinco años he frecuentado el gimnasio por lo que tengo desarrollado bien el cuerpo. Siempre me centré en mis piernas y en el culo por lo que presumo de ello. Por otro lado también estoy fuerte de torso y brazos y me dicen que soy bastante atractivo. No quiero parecer el típico tío creído, pero la realidad es que no tengo ningún problema en cuanto a ligar, quedar, o relacionarme.
Cuando llegué a la playa era temprano y no estaba lleno el aparcamiento, pero se veía ambiente, y no del que se sobrentiende, sino gente por aquí y por allí abriendo maleteros y descargando las sombrillas, hamacas, neveras, etc.
Cuando llegué a la arena busqué un sitio tranquilo y clavé la sombrilla. Me desnudé y me dejé el bañador puesto, era tipo bóxer de pierna corta y ajustado de color negro. Me acomodé y me dispuse a echarme aceite bronceador. Una vez listo en la toalla saqué la pitillera y me encendí un porro que traía preparado de casa. Entre calada y calada observé todo el lugar, los tíos que había alrededor, y comencé a plantearme un buen día.
Me había colocado entre otras dos sombrillas distantes y unos veinte metros de cada una quedando yo en el centro. A la derecha tenía un tío solitario, como yo, rondaba mi edad y llevaba puesto un bañador tipo slip de color azul. No era un tipo de gimnasio, pero estaba muy bien y no tenía mucho vello. Era algo más alto que yo, y fumaba también.
A mi izquierda no había una sino dos sombrillas con otros dos tipos. Ambos se veían altos y algo peludos, fibrados. Estaban desnudos y tumbados los dos boca arriba. Podía ver perfectamente sus dos rabos y aunque estaban flácidos se veían enormes. Podrían rondar los cincuenta, quizás algo menos.
Tras fumarme el porro me puse en pie y me dirigí al agua. Me zambullé sin pensar y estuve dentro unos cinco minutos cuando vi desde el agua como el tipo solitario se levantaba, se quitaba el bañador y se dirigía a bañarse.
Conforme se fue acercando a la orilla me fijé en su torso y en su pubis. Y en la polla, la cual se movía hacia los lados con el paso del tío. Tenía buena pinta.
En aquel momento se acercaba por la orilla paseando un hombre más maduro, desnudo, y se fijo en aquel chico de manera descarada y se llevó la mano a la polla. En segundos se le puso morcillona, pero no paró y siguió andando por la orilla después de sonreírle a aquel chico.
Ya en el agua, y para sorpresa mía, éste se me acercó a lo tonto y me saludo.
-Hola. –Me dijo levantando una mano y con una sonrisa-.
Era guapo, y parecía simpático. Le devolví el saludo.
-¿Eres de aquí? –Ya por la forma de hablar vi y entendí que no era de mi tierra, y parecía del norte-.
-Sí, ¿y tú? –Le contesté. Me dijo que era de Toledo y que estaba de vacaciones. Le habían recomendado esta playa y por eso había venido-.
Estuvimos hablando en el agua un ratillo y saqué en claro que el chico había ido allí en busca de tema. Nos presentamos y supimos que nos llamábamos respectivamente Jorge y Daniel. Me dijo que cuando encendí el porro el olor le había llegado y me pidió alguno si tenía para compartir o para él directamente. Le apetecía y me confesó que hacía más de seis años que no fumaba ninguno. Le dije que sí, que le regalaba uno o dos y muy cortado me dijo que si se los podría liar, que él me daba los cigarrillos para ello, porque después de tanto tiempo sin fumarlos había perdido práctica. Y así lo acordamos.
Salimos del agua y nos dirigimos hacia nuestras sombrillas. Durante el camino no quité ojo al rabo de Jorge pues me gustaba. Era largo y gordito, con el capullo recubierto por el prepucio, pero más claro que el resto del color de su piel.
Al ver que era el único que aún llevaba el bañador por aquella zona decidí quitármelos. Mi polla se balanceó unos momentos y me sentí libre al contacto con el aire. Cogí la cartera de los porros y el móvil, un mechero y mi botella del agua, y me fui hacia la sombrilla de Jorge.
-Ya estoy por aquí. –Le dije al chico cuando llegué. Ni él ni los otros dos hombres me habían quitado ojo cuando me había quedado desnudo, y ahora era Jorge quien observaba mi entrepierna-.
Me dio un par de cigarros, y me puse de rodillas sobre su toalla al aceptar tal invitación. Uní mis rodillas y me senté con el culo sobre los talones, haciendo que mi rabo quedara apoyado en medio de mis dos piernas. Me dispuse a liarle los porrillos, uno lo cargué un poco más, mientras que el otro se lo hice más suave. Se lo dije y aún así quiso encender primero el más cargado de los dos. A su vez yo me hice otro para mí y lo encendí.
-Qué buen rabo tienes, ¿eres activo? Ja, ja. –Me soltó tras las primeras caladas-.
-Bueno… -Dije sonriendo-. …gracias por lo de buen rabo, tú tampoco andas mal dotado, jeje. Antes era activo…
-¿Y ahora?
Me sonrojé un poco, sin llegar a entender por qué, y le dije que me gustaba más el rol de pasivo, aunque a veces me pedían follarme algún culo y yo aceptaba.
Jorge me confesó que él si era activo, y que no soportaba nada que entrara por su agujero.
-También tienes un buen culo, jaja. –Jorge no dejaba de piropearme. Sé que llamo la atención por mi cuerpo-. De hecho date cuenta, mira los tíos que pasean por la orilla, se fijan en ti, Dani. Y aquellos dos maduros de allí no dejan de comerte con la mirada.
Estuvimos halando un ratillo más tumbados en su toalla, mientras nos fumábamos los porros. Durante cierto momento de la conversación Jorge se envalentonó y alargó su mano para acariciármela y me la agarró. En seguida reaccioné y mi rabo creció.
-¿Quieres que te la chupe? –Los ojitos de Jorge denotaban algo de rubor, el porro hacía su efecto, y ambos nos pusimos cachondos-.
Yo abrí un poco las piernas y dejé que se acercara. Abrió su boca y se metió media polla en la boca y empecé a notar que se me endurecía como pocas veces. Estábamos a la vista de todos los que allí pasaran, pero nos dio un poco igual. No sé si fue porque al rato un mirón me cortó el punto pero le pedí a Jorge que parase y no siguió mamando luego. Seguimos charlando de manera amistosa. Le dije que estaría todo el día por la playa y que cuando quisiera que se acercara, que me había caído genial.
Cuando volví a mi sombrilla volví a coger el aceite y ahora me embadurné el cuerpo completo, culo y rabo también. Pude comprobar que los dos tíos que estaban a mi izquierda no me quitaban ojo, así que volví a coger el bote de aceite y les di la espalda. Eché un buen chorro y lo repartí entre mis manos, luego las llevé a mi culo y empecé a masajearme los glúteos hasta que poco a poco fui acariciándome la raja.
Tengo el cuerpo completamente depilado y siempre tomo mucho el solo por lo que tenía pocas marcas.
Aquellos dos tipos no dejaban de mirarme e incluso el más macho de los dos se empezó a tocar el cipote. No me equivoqué al principio, aquellos dos tenían pollones y al menos el más masculino me lo demostró enseguida. Sonreí. Yo seguía poniéndolos cachondos y me tocaba el agujero con las manos, abriendo los cachetes de espaldas a ellos y haciendo que vieran mi ojete. Aquella polla creció en nada de tiempo y el tipo me sonreía mientras liberaba el capullo bajándose la piel del prepucio. Aquella verga era buena, lo menos medía unos veinte centímetros y se veía recta y gruesa.
Me empecé a poner cachondo y mi rabo dio muestras de ellos, por lo que decidí tumbarme boca abajo y dejar que el sol me bronceara hasta la hora de comer.
Me tumbé en horizontal al mar para poder ver a aquellos que recorrían la orilla a modo de paseo y me coloqué las gafas de sol. Durante una hora me quedé así, si levantaba la cabeza veía a Jorge en su sombrilla, a la derecha toda la orilla, y sabía que los dos tipos maduros quedaban tras de mí, hacia donde yo había colocado mis pies, pues así podrían fijarse bien en mi culo. Cada cierto rato yo arqueaba una de las piernas y abría mi culo para que contemplaran bien mi ojete, luego cambiaba de postura sin cerrar el culo.
Cada rato aparecía en la distancia algún tío, o dos que caminaban juntos, casi siempre desnudos. Y los había de todas las edades, desde algún veinteañero hasta hombres mayores que rondaban la vejez. A través de las gafas de sol veía como muchos giraban su cabeza para seguir observándome una vez que adelantaban respecto a mi ubicación. Y ciertamente vi muchos tíos, y muchas pollas.
Cuando el sol estaba en lo más alto decidí comerme un bocata y me senté sobre la arena. Para mi sorpresa los dos tipos maduros que había a mi izquierda ya no estaban, ni había oído que recogieran sus cosas. Me fijé mientras comía y vi que había bastante gente en la playa. Casi todo tíos, eso sí. Tras comer me hice otro porro y tras fumármelo me fui al agua y me bañé.
Había tíos en el agua, casi siempre solos o de dos o dos, no más. Vi en la distancia un tipo desnudo que caminaba por la orilla en dirección a mí y decidí salir y quedarme allí haciendo el tonto y jugando con los pies en el agua. Aquel tipo tenía un cipote enorme y estaba completamente depilado. Morenazo de cuerpo y muy bien definido, mi rabo dio un salto y empezó a crecer algo.
Le miré y me sonrió. Se me quedó mirando y se fijó en mi rabo y en mi culo. Pasó por detrás de mí, pero en vez de adelantar se paró justo detrás de mí y me tocó el culo con suavidad.
-Hola. –Me dijo amablemente-.
Yo le saludé y sonreí, porque un rico escalofrío me recorrió el cuerpo cuando me tocó.
-Tremendo culo. –Me dijo. Yo reí abiertamente y le di las gracias mientras él ponía las dos manos ahora sobre mis cachetes y los estrujaba-. ¿Cómo te llamas?
-Dani, ¿tú?
-Javi…
Seguimos hablando allí un rato a modo de ligue, y no le dije nada cuando me metió un dedo a través del esfínter. Seguía a mi espalda mientras hablábamos y además de sus manos noté un buen trozo de carne pegándose poco a poco a mí. Se estaba empalmando y quiso meter dos dedos en mí.
-Aquí no, tío. En el agua hay gente y nos están viendo. –Le dije-.
Rió y sin decirme nada me fue empujando lentamente hacia el agua. Ya una vez dentro y con el agua hasta la cintura me hizo rodearle el rabo con mi mano y me encantó aquello. Tremendo pollón, y gordo como pocos.
Había varios tíos que no nos quitaron ojo, pero me dio igual. Primero fueron besos uno frente al otro mientras yo tocaba su polla y el mi agujero por debajo del agua. Ambos estábamos desnudos y me puse cachondo muy rápido. Enseguida me hizo saltar sobre él y quedé abrazando sus caderas con las piernas. El apuntó con su glande en el agujero de mi culo y al poco consiguió clavármela. Al principio fue doloroso y extraño debido al agua, pero al rato mi culo se adaptó y empezó a subirme y a bajarme en torno a su torso, metiéndome toda la polla en mi culo.
Las miradas eras descaradas, lo que estábamos haciendo allí era descarado, el tío era un descarado total y le daba igual, como a mí, que nos vieran follando dentro del agua. Ya en la orilla me empezó a meter los dedos… Allí no es que fuese normal, pero aquellas situaciones se veían allí a veces, a pesar de que uno de los protagonistas ahora era yo.
Me la había metido a pelo, y cuando noté que se le tensaban los músculo le pedí que me la sacase para correrse fuera, y así lo hizo. Disfrutamos mucho los dos y entre gestos y miradas cómplices se marchó del agua cuando su polla bajó. Yo me quedé sin correrme, pero no me importó.
Al ver en la distancia que aquel tipo, Javi, se marchaba y dejaba de verlo salí del agua y me fui hacia mi sombrilla. Me tiré en la sombra y me acurruqué. Me estaba entrando algo de morriña y el sueño empezó a llegar.
-¡Ei, Dani! –Dijo alguien-. ¿Qué tal?
Era el chico de por la mañana, Jorge, llegaba hasta mí sonriendo y con aquel rabo moviéndose de lado a lado. Su piel parecía muy roja ahora y me di cuenta de que se estaba quemando.
-¿Qué tal? –Dije saliendo del trance-. Bien, tío.
Supuse que quizás querría otro porrillo y empecé a sentarme sobre la toalla.
-¿Tenía buen rabo? –Soltó de repente-.
La pregunta me cogió por sorpresa y tan solo pude decirle que sí, que aquel pavo tenía buen rabo.
-Que buena follada te has llevado, eh. Se veía incluso desde lejos.
Qué vergüenza sentí. Al final me había visto toda la playa entonces.
Jorge empezó a hacerme preguntas, pero como si se tratase de un colega. Le ofrecí hacernos un porro a medias y mientras estábamos en ello le mencioné lo de la piel. Me confesó que se había echado crema protectora, pero tan solo al llegar. Yo tenía además del aceite una crema de protección que siempre llevaba. Le dije que se sentara en mi toalla y me coloqué a su espalda mientras yo me ubicaba de rodillas. Su rabo le caía entre las piernas, apoyándose en sus huevos. Me eché bastante crema en las manos y luego apoyé éstas en sus hombros. Le restregué bien la crema por toda la espalda y pecho y ambos quedamos callados por un rato. Cogí de nuevo el bote y me eché más crema aún en las manos. Seguíamos en aquella postura y yo volví a pasar mis manos por su pecho desde atrás. Empecé a sobarlo un poco. Era fibrado, y ahora no sabía muy bien por qué pero parecía más sexy con aquel rojizo sobre su piel. Bajé mis manos hasta su abdomen, y poco a poco llegue hasta su polla. La agarré con una mano y gracias a la crema empecé a pajearle suavemente mientras su rabo crecía en mi mano.
-Pensaba que no te había gustado. –Me dijo entrecortado y girando su cara para mirarme-.
-La verdad es que me dio corte dejarme mamar el rabo en mitad de la arena y que la gente me viera el rabo palote. Con el otro tío ha sido dentro del agua, y bueno…
Volví a verle el rabo duro como cuando él me la mamo durante la mañana, pero ahora veía esa polla con otros ojos. Sobre el agujero del capullo tenía una gotita de precum y se la recogí con el dedo y le acaricié el glande con él.
-Tengo un cubreloneta que se puede poner como anexo de la sombrilla, al menos la mitad de la playa no nos verá. –Me dijo con cara de pícaro-. ¿Nos vamos a mi sombrilla y lo ponemos?
Fue divertido, pero veinte minutos después de ponerle la crema estábamos sobre su sombrilla. Yo a cuatro patas y Jorge metiéndome toda la polla por el culo. A pelo.
-…mmmm… -Gemía yo. El tipo del agua me había hecho disfrutar, pero con Jorge fuera del agua estaba siendo mejor, mucho mejor. Su rabo entraba y salía de mi agujero por completo, y era cierto, casi nadie nos podía ver con el apaño de su sombrilla y aquella tela que nos cubría-. …mmmm…mmmm...mmmm…mmmm...
-¡Qué rico tienes el culo, tío! –Me decía Jorge metiéndola y sacándola-.
-¿Te gusta? –En aquel momento Jorge sacó casi por completo el rabo de mi culo y me la empotró de una estocada nuevamente-. ¡Aaaah!
El tío me folló a gusto, y a mí me dejó bien servido desde luego. También le mamé la polla a Jorge y he de confesar que mientras se la tragaba noté cómo le llegaba el orgasmo y saqué el rabo de mi boca justo a tiempo de que Jorge se corriera, haciéndole correrse en mi cara y no dentro de la boca.
-¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! –Gimió Jorge pringándome la mitad de la cara con su lefa-.
Un minuto después procuró mi corrida mientras me hacía un dedo y me comía el rabo. Fue un buen polvo.
Ambos comimos allí algo y nos tumbamos juntos a la sombra mientras hablábamos de todo un poco, pero siempre con el jugueteo y el tonteo, por lo que rato después se abalanzó sobre mí y me colocó boca abajo en la toalla. Él quedó sobre mí y su polla quedó a la altura de mi culo. No faltaron ni cinco minutos más de jugueteo cuando de nuevo aquel chico me volvió a follar. Y aquella follada no fue como la primera, me separó las piernas con las suyas y me la clavó entera desde un principio. Diría que fue un poco agresivo incluso en las embestidas y en las clavadas en mi culo. Me reventó, pero me hizo gozar como un perro. Ya viendo venir el final dejé que me preñara, pues no le dije nada acerca de que parase y él tampoco tuvo intención de parar cuando me perforaba el culo hasta que sentí su leche dentro de mí.
Perdonad que corte aquí la historia con Jorge. Nos dimos los teléfonos y prometimos quedar algún día de muy buen rollo… Pero antes de que terminará mi día de playa otras dos pollas más me follaron. Pronto tendremos la segunda parte. Un saludo a todos, y se agradecen comentarios.