El mejor amigo de mi tío, me enseña a follar
Descubriendo el sexo oral. aprendiendo a follar.
Mi familia y yo fuimos al pueblo para celebrar la boda de mi tío Enrique. El enlace se celebró por la tarde y después nos esperaba la fiesta en el hotel que había reservado para la ocasión.
Allí conocí a Álvaro uno de los mejores amigos de mi tío. De unos 30 años, moreno, pelo corto, con ligera perilla, ojos pardos, alto, buen físico. Trabajaba dando clases de artes marciales.
Yo por aquel entonces, tenía 19 años, hacía unos meses que había cortado con Luis tras haber estado saliendo cerca de un año.
Luis y yo, perdimos juntos la virginidad, y hasta que rompimos, éramos muy convencionales en lo relativo al sexo.
Cuando mi tío me presentó a Álvaro, me quedé como en blanco, jamás olvidaré aquella mirada seductora que parecía estar haciéndome una radiografía, empezando por mi cabello largo, liso y negro, mis ojos azules llamaron su atención, mis labios pintados ligeramente con un gloss rosado, mi cuello adornado con un sencillo colgante en forma de corazón con una piedra imitación de esmeralda a juego con mis pendientes. Continuó por mis hombros cubiertos apenas por los finos tirantes de mi vestido cortito de color azul turquesa, talla 42, el escote delataba mi escaso pecho, y el continuaba fijándose en mi figura hasta algo por encima de las rodillas que es por donde llegaba mi vestido, se dio cuenta de que no llevaba medias y sonrió, y por último le encantaba como sobresalían los dedos de mis pies encajados en zapatos de tacón a juego con el vestido.
Álvaro llevaba una camisa azul marina brillante, de manga corta, lisa, pantalón negro liso con cinturón del mismo color y zapatos a juego.
Estuvimos hablando, bebiendo, bailando, y cuando nos cansamos del ambiente y de la música, nos fuimos a dar un paseo por los alrededores.
Hacía una noche preciosa, temperatura ideal, ligera brisa que ante la ocasión resultaba agradable y relajante.
Las estrellas fueron testigo de aquel beso que me robó. Aún me excito ligeramente cuando lo recuerdo.
Sus labios eran increíbles, suaves, sensuales, y su mirada acompañada por el brillo de la noche, resultaba muy seductora.
Yo le estuve contado sobre mi relación con Luis y sin quererlo, me había convertido para él en un caramelo ante el que no podía resistirse, cada parte de su cuerpo parecía desearme.
Detuvimos el paseo por un instante, nos sentamos en un banco, estábamos solos, los demás ni se percataban de nuestra ausencia y yo estaba como en una nube, por lo que decidí dejarme llevar, era tan sexy y seductor…
El viento empezó a soplar ligeramente, Álvaro me rodeó con sus brazos, apoyé mi cabeza sobre su hombro izquierdo, me hizo una caricia en la mejilla con su mano derecha, luego, con el dedo pulgar tocó mis labios…
- Eres preciosa – expresó mirándome fijamente a los ojos
Sus labios se fundieron con los míos y empecé a sentir una agradable sensación en mis partes íntimas.
Se detuvo, comenzó a besar el lado derecho de mi cuello, su mano derecha inició un ligero recorrido por mi escote me deslizó el tirante izquierdo y bajó su mano hasta acariciar mi pecho…
- ¡Espera! – dije nerviosa
- ¿Qué ocurre nena?
- Pueden vernos…
- Entiendo… ¿Qué tal si seguimos en mi habitación?
- ¿Lo dices en serio? Se darán cuenta de que no estoy.
- Cariño, con tanta gente no te echaran en falta
- Tengo que ir a avisar a mi primo Julio para que me cubra.
- ¿No puedes llamarle al móvil?
- No lo he traído, me dejé dentro el bolso.
- ¿Te sabes el número?
- Si
- Toma, coge mi móvil – dijo sacándolo del bolsillo del pantalón.
Marqué el número y tras esperar un rato, mi primo “gracias a dios” lo cogió.
- ¿Qué pasa prima? ¿por qué me llamas?
- Julio, estoy con Álvaro
- ¿Y qué?
- Necesito que me cubras…
- ¡Es mayor que tú!
- ¡Venga no me cortes el rollo!
- Está bien, pero ten cuidado y toma precauciones, estaré pendiente del móvil, si hay algún problema me llamas.
Fuimos al hotel, antes de ir hacia el hall, Álvaro se las ingenio para hacerse con una botella de champán y un par de copas.
Llegamos a su habitación, cerró la puerta, y se dirigió a la cómoda para abrir la botella y servir las copas.
Brindamos, y cuando estuve a punto de dar un sorbo, me detuvo poniendo una mano en mi boca, bebió de su copa, se acercó a mí y tomé el champán de su boca.
Me encantó.
Bebimos un poco, y dejó las copas junto a la botella en la cómoda.
Empezó a besarme, se detuvo un momento y dijo…
- Quítame la camisa.
Así lo hice.
Quedé impresionada por su pecho depilado y suave.
Se puso detrás de mí, me apartó el pelo a un lado, y mientras me besaba el cuello, me bajó la cremallera del vestido, después, deslizó sus manos suaves bajo los tirantes, y al instante calló mi ropa hasta mis pies.
Mi pecho quedó al descubierto.
Se puso delante, lo acarició tiernamente, luego hincó en el suelo una rodilla, sacó mi vestido.
Seguidamente, me quitó los zapatos.
Puso mi pie izquierdo sobre su rodilla, me sujeté a la cómoda para no perder el equilibrio.
- Qué bonitos tienes los pies, muy bien cuidados.
Subió el pie hasta su boca y empezó a chuparme los dedos.
Me excité un poco.
Me bajó las braguitas de color blanco y me las quitó.
Ahora estaba completamente desnuda.
- Lo tienes depiladito cariño.
- Me gusta cuidarme y estar bonita- respondí tímidamente.
- Lo tienes un poco húmedo ¿te ha excitado que te chupe los pies?
- Si
- Mmm – expresó tras pasar un dedo de la mano derecha por mi sexo – que rico lo tienes, me encanta su sabor – dijo tras chuparse el dedo. – tenemos que aumentar el volumen e intensidad de tus gemidos ¿no, preciosa?
- Me ha encantado lo que acabas de hacer, nunca me había tocado mis partes íntimas.
- ¿Pero tuviste relaciones con tu ex?
- Si pero el sólo me penetró.
- ¿Y no probó el manjar que tienes entre las piernas?
- No, ya te dije que era muy convencional.
Sus ojos brillaron, se levantó y me susurró seductoramente al oído…
- Eso lo vamos a solucionar amor.
Sus palabras me excitaron.
- Quítame el pantalón.
Así lo hice, y también los zapatos, sólo quedaba su bóxer negro.
Un bulto sospechoso sele le marcaba, cogió mi mano derecha y lo dirigió hacia el guiándome un poco para que yo lo tocara a su gusto.
Le bajé el bóxer y se lo quité por completo y entonces vi su miembro, largo y erecto además de algo grueso, también depilado.
Yo estaba cortada, no sabía qué hacer.
Álvaro, sonrió, cogió mi mano, la colocó en forma de anillo agarrando el miembro por la base y guió mis movimientos para enseñarme a masturbarle.
Me excité.
Al poco rato, me miró fijamente…
- Abre la boca
Obedecí, introdujo su pene, y puso sus manos en mi cabeza para guiarme y que aprendiera a chuparla, luego una de sus manos se dirigió a la mía, y me marcó el ritmo que debía llevar.
Sus gemidos, provocaban que mi excitación aumentara y mi entrega fuera mayor y mejor.
Me ayudo a ponerme de pie.
Me llevó de la mano hasta la cama, me tumbé.
Se sirvió una copa.
- Abre las piernas – dijo mientras encendía la luz más fuerte de la habitación– así te veo mejor. – acaríciate los senos con tus manos
Obedecí.
- Pellízcate un poco los pezones.
- ¿Así te gusta?
- Shhh, no hables
- Ahora con una mano acaríciate los senos y con la otra tu deliciosa almejita – gemí un poco – sigue, introduce un dedo…muy bien…ahora…chúpatelo
Estaba húmeda, la sensación de chupar mi propio jugo me resultó extraña y a la vez placentera.
Álvaro se acercó, se tumbó entre mis piernas, apoyó el codo izquierdo en la cama y con la otra mano vertió champán sobre mis senos, luego los lamió, dejó caer un poco por mi abdomen y lo sorbió, seguidamente, echó un poco en mi sexo, me excité, comenzó a chupármelo lentamente, se detuvo para dejar la copa sobre la mesita de noche, y continuó, introdujo dos dedos y comenzó a masturbarme.
- ¡Dios! – exclamé entre gemidos
- ¿Te gusta nena?
- Uff, me encanta
Mis palabras provocaron que aumentara la velocidad de su mano, y su lengua jugaba al tiempo con mi clítoris, mis gemidos aumentaron el volumen y cada vez eran más intentos, me agarraba a las sábanas y a la almohada pues me encontraba en el cielo y me provocó un orgasmo.
Se incorporó un poco, dejó la copa en la mesilla de noche, empezó a frotarse su miembro, escupió en mis partes intimas y lo restregó, lo repitió un par de veces más, luego introdujo un poco la punta y la sacó, volvió a hacerlo y continuó un rato así, después la deslizó dentro muy despacio llegando hasta el fondo, se recostó sobre mí, me miró a los ojos, y empezó a besarme dulcemente, su pene entraba y salía despacio, y poco a poco aumentó la velocidad, cada vez más, lo metía y sacaba…
- ¿Así te lo hacía tu ex? – me preguntó susurrando al oído
- ¡No!
- ¿Te gusta?
- ¡Si! ¡mucho!
- Pídeme que te folle venga, quiero oírlo de tus labios.
- ¡Fóllame!
- ¿Así? – preguntó mientras me penetraba a una velocidad increíble
- ¡si! ¡Así!- decía gimiendo- ¡fóllame!
- ¿Dime como la sientes?
- Mmm!! Dura ¡¡muy dura!! Mmm!! ¡me estas volviendo loca!
- ¿Sí? Pues esto sólo acaba de empezar
- ¡Ahh! ¡me corro! ¡mmm! ¡no puedo evitarlo!
- Y más que te vas a correr nena
Sacó su miembro, se bajó de la cama, me dirigió hacia el cogiéndome de las caderas, me abrió más las piernas, apoyó las manos a ambos lados de mi cabeza, y volvió a introducir su pene dentro de mí, ahora iba mucho más rápido que antes...
- ¡Ahh! ¡dios! ¡como entra! ¡uff!
- ¡Tócate las tetas! Cuanto más placer sientas apriétalas más…mmm!! Así nena, me gusta cómo te las tocas.
- ¡Ahh! ¡fóllame más! ¡sii! ¡ahh!
- ¡Así amor! ¡grita! ¡quiero sentir esos orgasmos!
No podía dejar de tener orgasmos continuamente, me estaba haciendo disfrutar como jamás pensé que se pudiera, y cuando parecía que iba a acabar, sacó su pene, me dio la vuelta y me puso en posición de perrito, me metió los dedos en mi sexo y continuamente provocaba que me corriera más, el líquido resbalaba por mis muslos, mi vagina estaba completamente mojada, paró, volvió a introducir desde atrás su miembro, y comenzó a penetrarme todo lo rápido que podía, podía escuchar el sonido de nuestros sexos chocando y de mis jugos, como golpeaban sus huevos contra mi ¡mmm!
Empezó a escupir en mi ano, yo por ahí era virgen, y me entró un escalofrío por todo el cuerpo al deducir lo que iba a ocurrir.
Lo lubricó con su saliva y mis jugos, introdujo primero un dedo, pasado un rato dos, lo empezó a dilatar bien, las primeras sensaciones eran extrañas, pero al sentir con la otra mano como me masturbaba mis partes, el placer aumentaba por momentos, metió un poco la punta, me quejé, pues aun lo tenía algo cerrado a pesar de la dilatación, continuó poco a poco, se lubricó el miembro, y lo metió hasta el fondo, lo dejó quieto a la espera de que me relajara y de que mi recto se adaptara, la sacó, volvió a meterla, ya me dolía menos, guió mi mano izquierda hasta la entrada de mi vagina y me dijo que me tocara mientras me penetraba por el ano, al sentirme tensa, me masturbó, lo que consiguió que me relajara y metió nuevamente su pene, empezó a aumentar la velocidad, sus gemidos me excitaban, su potencia me enloquecía, me gustaba, lo hacía muy bien, volvió a mi vagina, comencé a correrme sin parar, sentía como latía su pene dentro, lo duro que estaba, sus movimientos eran cada vez más fuertes y veloces.
La sacó, me dio la vuelta me tumbó en la cama, vino hacia mí, puso sus rodillas a cada lado de mi cara, se masturbaba muy rápido...
- Abre la boquita nena, ¡ohhh! ¡Ya ya viene! ¡ohhh me corro! ¡ábrela más!
Se corrió en mi boca y algo por mi cara.
- ¡Trágatelo! Quiero que pruebes a que sabe mi leche.
Me lo tragué, no me gustó el sabor mucho, pero lo hice por darle gusto y en agradecimiento al rato tan increíble que me había hecho disfrutar, el con sus manos limpiaba los restos de mi cara y me daba a chupar sus dedos pues no quería que me dejara nada.
Después, se tumbó a mi lado, estuvimos hablando hasta que nos quedamos dormidos.
A partir de esa noche, siempre que teníamos oportunidad, pues él vivía en una ciudad lejana a la mía, quedábamos, salíamos a divertiros alquilábamos una habitación de hotel y siempre me sorprendía con todas las cosas que me hacía y enseñaba.
Descubrí lo mucho que se puede disfrutar con el sexo gracias a él, probé el sexo oral y me encantó, y desde ese día, mi vida sexual ha sido increíble con casi todos los que he estado.