El médico me azota (8)

Sigue la historia de Anais

Anais

Quién me iba a decir que iba a estar mirando una estúpida pared, así que al de un rato como no oía nada me salgo del rincón, pero me encuentro de narices con él.

  • Quieta allí, y pensando - me dice mientras que me da la vuelta y me da varios azotes - como no digas una buena reflexión tu castigo por lo que hiciste ayer va a ser muy pero que muy malo y además se te tiene que refrescar esa memoria de dónde está las vitaminas.

Arrggggg, pesado de mierda - digo, volviendo a girar - no quiero estar así, esta es mi casa y hago lo que me da la gana. Y esto es de niñas.

  • Si quieres vamos a mi casa, pero ya te digo que no te va a gustar para nada tu castigo, sería más duro. - me dice poniéndome de nuevo cara a la pared, con varios azotes más - si sigues así empiezo ya el castigo, y no quiero oír mas palabras malsonantes.

  • A ti no te importa una mierda lo que yo quiero, pues a mí tampoco me importa lo que quieres - le digo sin importar lo que pueda pasar, no soporto que la gente me mande, me vuelvo a girar - así que vete a la puta mierda, se sale por esa puerta...

Me agarra del brazo para dirigirse a la silla que está al lado de la mesa, a pesar de intentar soltarme no consigo nada, salvo aunque otro azote que me cae, no me puedo creer que hoy tenga buena puntería, a mi la buena suelte se me ha ido a la mierda. Cuando estamos ante la silla él se sienta, y me recuesta en su rodilla, trabando su otra pierna con las mías, impidiendo que yo pueda hacer algún que otro movimiento.

  • Mejor que por esa boca no salga ninguna palabra más, ya eres acreedora de unos cuantos.  - me regaña mientras da fuerte sobre mi trasero, este mono no me protege verdaderamente mucho - tienes suerte de que estemos en tu casa, ayer te pasé tu vocabulario pero hoy ya no, eso no es de señoritas.

  • Me da igual, ve a buscar a cualquier otra puta que te siga....

  • Bueno, tú lo has querido, hasta que no estés calmada y seas una persona civilizada continuaré dándote.

Así estuvo un rato, primero era sólo con una mano, pero luego empezó con las 2, por lo que los azotes eran más seguidos, y a pesar de que le decía que parara que lo podíamos hacer como 2 personas normales, pero él nada, seguía inmisericorde, hasta que me dí por rendida, y me dejé de mover. Entonces me suelta.

  • Ahora, tienes 2 opciones, darme una buena explicación a tu comportamiento o ir al rincón a pensar un rato

  • Preferiría que te fueras de mi casa, pero creo que eso no voy a conseguir - le digo mientras me froto el trasero - así que igual elijo la primera opción.

  • Bien, pues empieza

  • Aunque pensandolo bien.... igual es mejor la 2ª opción, ya que si no te doy una respuesta que te guste me vuelves a pegar

  • yo no te pego, sólo te castigo por tu pésimo comportamiento, pues allí sigue el rincón, con las manos en la cabeza, así dejas de sobar el trasero descaradamente

  • Mi comportamiento es bueno, sólo que tú eres tiquismiquis, además no he decidido qué voy a hacer. Y si que pegas, castigar sólo se hacen a los niños, y hoy en día no así

  • Me dejas bien claro que a ti te faltaron unos buenos azotes cuando eras pequeña, y ya se me ha acabado la paciencia, me da igual si quieres o no ir al rincón como te he dicho vas ahora mismo allí.

  • No, no, que te voy a dar la explicación

  • Tarde, y ya vas a tu posición si no quieres que ese trasero esté más rojo y luego estés 30 min. allí parada. Esa explicación puede esperar.

No me quería mover, de hecho, me cruzo los brazos, pero cuando le veo que se levanta, corro al rincón, porque sé que sus amenazas se pueden cumplir. Siento cómo me da varios azotes mientras coloca mis manos en la cabeza.

  • esto es demasiado, suficiente es estar aquí como para tener que poner las manos arriba, así me voy a cansar.

  • Calladita estás mejor, y haber pensado antes, con esto se te va a bajar los humos, y estas castigada por 15 min.

  • Joder, es demasiado, auchhh

  • Pues que sean 20 min. - me dice mientras tras darme varios azotes, se aleja a no sé qué parte de la casa - Y ni te muevas

Aquí me quedo contemplando esta pared insulsa, habría venido bien decorar un poco, tengo nervios, parece una eternidad esto, cómo quiere que piense, y en qué. No voy a reconocer que he hecho mal algunas cosas, así que apoyo la cabeza y bajo las manos. Creo que me he quedado dormida porque oigo que Miguel me llama, así como también me zarandea para que me despierte.

  • Supongo que has pensado y por eso te has puesto a dormir, pues espero que tengas las ideas claras

  • En mi defensa, soy mayor de edad y puedo hacer lo que quiera, y las vitaminas andarán por alguna parte de la casa.

  • Aja, una respuesta muy madura para tu edad, creía que tenías 25 y no una adolescente malcriada.

Le iba a contestar pero oigo mi móvil, así que doy gracias a que estoy salvada por la campana, y corro a mi habitación, es Julia otra vez.

  • Hola preciosa, ¿qué tal?

  • Bien, llamo para saber si estás viva o qué, que me has cortado

  • Genial, me vienes genial ahora. - digo, mientras intento que Miguel no entre en la habitación

  • ¿Por?

  • ES QUE HAY UN PUTO PESADO QUE QUIERE QUE LE ABRA LA PUTA PUERTA, PORQUE NO SE ENTERA QUE TENGO MÁS COSAS QUE HACER

  • Hija mía no grites, me vas a dejar sorda

  • Anais abre la puerta y como sigas hablando así...

  • ¿Esa no es la voz de Miguel?

  • Para nada, imaginaciones tuyas, él  no está en casa, sólo es un vecino gilipollas.

  • ¿Y para qué me quieres?

  • Para que hablemos hasta que se canse.

  • Jajaja

  • Anais o abres la puerta ahora o luego va a ser peor, y deja de decir palabrotas, prometo que no te vas a sentar en varios días.

  • ESO ES LO QUE CREES CAPULLOOOO

  • ¿Me vas a seguir diciendo que no es él?

  • Vale sí, es él, pero no hay nada. Está pesado

  • Pues ten cuidado, que Juan ha dicho que él es de los antiguos, castiga como a ti te gusta

  • Zorra, vete a la mierda, si ya lo sabes todo

  • No, me faltan muchos datos, pero bueno, para eso te llamo

  • Cotilla, no hay nada que contar.

  • Deberías no hacerle enfadar, que igual cumple con su amenaza.

  • Ja, no, de hecho, creo que ya se ha rendido.

Así que continuo hablando con Julia ya en la cama.

  • No es lo que tengo entendido de él.

  • Que se calle Juan, que no me conoce a mí. Con otras le habrá sido fácil, pero conmigo no.

  • Juan me dice...

  • No me jodas que estás con él y se lo has contado

  • Claro que no, pero a él se le escapó lo de Miguel, pensando que yo ya lo sabía. Y me dice que no provoques mucho, que luego las consecuencias son nefastas.

  • Exagerado...

No termino de hablar cuando siento como alguien me quita el teléfono de la mano, dejando en un lado de la cama, y me levanta como si nada poniéndome sobre sus rodillas sin poder mover la pierna y me hace meter una pastilla de jabón en la boca al taparme la nariz.

  • Mira que no aprendes, pero vamos tengo el día de hoy y mañana para esto. - me dice cuando me da con sus manos varios azotes.

  • mpfffg pmpgggff, mmmpffhg

  • No intentes hablar, el jabón se te va a meter más

  • mpfffg mpfff - le hago señal de teléfono

  • Cierto, hola guapa, soy Miguel, estoy hablando con Anais, por lo que estaremos ocupados un largo rato - habla él con Julia sin parar de dar los azotes- tranquila, solo va a ser un mini castigo, mañana ya podrás hablar con ella, pero la tendrás que mimar un poco y si se pone tonta me llamas que Juan te puede dar mi teléfono. Adiós. Bueno, solucionado con tu amiga, ahora contigo

Así está sin decir nada más, va alternando de nalga, sin prisa ni pausa. Creo que llevábamos así unos 20 min.

  • Bueno, a ver si esa boca ya está limpia, o tiene que tener más tiempo el jabón

  • puagg, suficiente

  • ya son las 5 de la tarde, y todavía me debes explicaciones

  • Si ya sabes lo que hice ayer

  • pero porqué eso no lo sé

  • ¿importa?

  • Si

  • Pues te quedas con ganas, no lo voy a decir

  • ¿Y las vitaminas?

  • Allí arriba, no llego, así que nada.

  • si que tienes cosas arriba, se ve que es tu sitio favorito para esconder cosas - dice mientras rebusca - por fin, ahora a tomártelo.

  • No, quiero

  • No lo repito, tómatelo.

  • No me gusta tomar pastillas

  • No haber hecho el tonto, y haberte cuidado, venga, que es una mini pastilla, me da igual si no quieres eh, peor para ti si no lo haces sola.

  • Pues me voy a la cocina a tomarlo.

  • Bien.

Miguel

La sigo a la cocina, no me fío mucho de ella, aunque no creo que sea tan tonta de querer jugármela. La veo coger un vaso, duda en si coger leche o agua, aunque creo que es para dilatar el asunto.

  • Escoge ya, o elijo yo

  • Va, un vaso de agua.

Por fin se lo toma, creo que la deberían dar un premio por su actuación, sus caras eran para morir de risa, ni que la hubiera dado una de esas pastillas grandes, es una que tiene el tamaño de una lenteja y no de alubia.

  • Bueno, ahora me vas a decir qué pasó ayer para que te comportaras de esa manera

  • Pues quería divertirme un poco, hacer algo diferente, y lo disfrute mucho.

  • Y por eso no recordabas esta mañana casi nada

  • Pero ahora sí

  • No hace falta que te diga lo que hiciste mal

  • No, lo sé

  • Me alegro, ahora falta la siguiente fase.

  • No voy a pedir disculpas, ni voy a prometer algo que no pienso cumplir.

  • Pues atente a sus consecuencias, voy a hablar ahora con tu trasero por si opina diferente - digo mientras la agarro del brazo y me dirijo a su sofá.

Intenta soltarse de mi mano, pero sin conseguir, al menos estoy contento de que no haya empezado con sus insultos y palabrotas. La fiera se puede contener. Al llegar al sofá, que era como para 3, me siento.

  • Quítate el mono

  • No, que me da vergüenza

  • Te lo quitas tú o yo, y si lo hago yo ya te digo que no voy a ser suave, y no hay nada que no haya visto.

Se lo quita rápidamente, quedando sólo en bragas, que al ser claras, se notaba cierta humedad, pero prefiero no decir nada por el momento, y a pesar de que se intenta tapar los pechos, la coloco encima de mis rodillas con el trasero en alto, y los brazos y piernas colgando hasta tocar el suelo, y primero empiezo con las manos, suave, para ir poco a poco fuerte. Me pone trabas para quitar las bragas pero de nada le sirve, de hecho se nota al bajar que estaba húmeda, donde se veía un hilillo de esa humedad entre la braga y el interior de su muslo al bajar hasta la rodilla. Esto me ayudaba a confirmar mis sospechas de que ella me estaba provocando en todo momento, tirando de la cuerda, hasta llegar a esta situación.

Me había cogido el cepillo de madera, que era ovalado y pequeño, pero por el momento servía, lo saco de mi bolsillo, ya llora un poco, pero no soltaba prenda sobre su arrepentimiento. Así que continúe golpeando alternativamente esas nalgas rojizas.

  • BUAAA, BUAAA, PARA, ME DUEREELEEEE BUAAAAA MUCHOOOOO

  • Está en ti en que acabe pronto o más tarde.

  • BUAAA, BUAAA, BUAAA

Como no daba el brazo a torcer, en vez de dar los 30 siguientes alternando, daba cinco en el mismo sitio y otros cinco en el otro lado, así no le daba tanto respiro.

  • BUAAA, PERDÓN, PERDÓN, BUAAA, VALE YA, BUAAAAA

  • ¿Por qué me pides perdón?

  • BUAAAA, BUAAA, PARA, PARA

  • Contesta

  • Porque ayer buaaa, me emborraché, buaaa y te he estado molestando

  • Vamos por el buen camino, ahora levántate y ve a la cocina a por la cuchara de madera.

  • Ya no más por favor, BUAAA, he aprendido la lección, BUAAA - me dice mientras se frota el trasero

  • No decides tú cuando se termina el castigo, tú has querido provocarme con tus estupideces a que te tuviera en mis rodillas, y yo decido cómo son esas consecuencias - la digo, mientras paso mi dedo índice y corazón por el interior de su muslo enseñando ese hilo de excitación que tiene - No me niegues lo evidente, pero vamos, tranquila, que si querías un trasero rojo lo vas a tener. Ahora vas a la cocina sin subir las bragas, quiero ver ese trasero travieso.

La veo ir a la cocina como si fuera un pingüino, haciendo el mejor movimiento posible para no notar el dolor, lo tenía ya rojo y algunas partes de un color más oscuro. Al de un rato la veo ya venir con la cuchara, pero me entrega la cuchara sin mirar, se notaba que está muy roja, en toda la cara, por la vergüenza de que se notara tanta humedad.

  • Ponte recostada en la mesa esa, con las piernas abiertas.

  • Por favor, lo he aprendido, déjalo.

  • No, y como tardes más será peor.

Se pone en la posición que la digo, aunque sin abrir mucho las piernas.

Anais

No pensaba que un castigo podía durar tanto y doler tanto, y si bien que quería provocar para encontrarme un poco en esta situación, esto se me ha ido de las manos. ¡¡Qué vergüenza, ha visto que estoy mojadísima y con las piernas ahora abierta!!

Estoy esperando, aquí recostada en la mesa, pero de repente siento cómo me va abriendo más la pierna, no digo nada, no vaya a ser que sea peor. Y empieza dando con la cuchara, por la parte donde se mete al puchero, siento cómo lo va repartiendo por todo el trasero, incluso por la parte baja del muslo. No puede evitar moverme e incorporarme.

  • YA, BUAAA, BASTA, ES DEMASIADO, BUAAA

  • Ponte o te añado más y no grites

Así que me vuelvo a colocar, y el vuelve a separarme más las piernas, y sigue inmisericorde, sin importar que le pida perdón y que lo sentía mucho. Llegado un momento para de darme con la cuchara, pero siento que algo entra dentro de mí, con facilidad, por lo que cierro la pierna, pero una palmada en el trasero me indica que debo abrir las piernas. Y las abro más, mientras el sigue metiendo y sacando el mango de la cuchara, pero a la vez me sigue dando con la mano. Me sentía confundida, por una parte me sentía liberada del sentimiento de haber cagado por completo con Miguel, así como también que estaba disfrutando estas sensaciones entre el picor de las nalgas y lo que me estaba haciendo con la cuchara, pero también sentía confusión, esto era nuevo. Pero dejo un momento esos pensamientos para disfrutar de cómo va entrando y saliendo la cuchara, cada vez más rápido.

  • Para por favor... - le suplico, sé que no puedo más, como siga así me correré. Se para, y me deja un tiempo para que tome un respiro, por una parte se lo agradezco de no pasar la vergüenza de correrme ante otro y menos en esta situación. Pero por otro lado, me sentía un poco frustada, por dejar sentir ese placer.

Creo que me va a dejar ya, pero me equivoco.

  • Queda un último castigo, tienes que contar, van a ser 10, además de contar pedirás perdón y prometer no volver a hacer, ¿entendido? - yo asiento, pero me da un azote - palabras, y será todo seguido.

Así que me quedo esperando, pero en vez de sentir la madera de la cuchara contra el trasero, oigo cómo se quita su cinturón.

PLASSSSSS

  • Uno, perdón y no vuelvo a hacer

PLASSSS

  • Dossss, perdón y no vuelvo a hacer

PLASSSS

  • Tres, Buaaa,  perdón y no vuelvo a hacer

PLASSSS

  • Cua buaa cuatro, perdón y no vuelvo a hacer, buaaa

PLASSSS

  • Cinco buaaaa, buaaa perdón y no vuelvo a hacer

PLASSSS

  • Seis, vale ya, buaaa, buaaa, duele perdón y no vuelvo a hacer - éste no sólo me ha dado en el trasero, como tenía la pierna abierta me ha llegado un poco la punta del cinturón a la parte de delante.

  • Ya queda menos, venga sigue contando

PLASSSS

  • Siete, buaaaa, buaaaa, perdón y no vuelvo, buaaa, a hacer

  • Ahora, los 3 últimos y seguidos

PLASSSSSS, PLASSSSS, PLASSSSS

  • Ayyyy, buaaaa, Ocho buaaa, nueve buaaa y diez buaaaa, perdón, lo siento y no vuelvo a hacer.

  • Ya está, venga, con esto seguro que lo tienes bien aprendido - me dice mientras me incorpora y me abraza, se siente bien, creo que en parte buscaba esto, sentir que a alguien le importo - Espero que esta actitud no se vuelva a repetir, sino, esto habría sido sólo una caricia.

  • Si, si. - digo mientras me acurruco, más.

  • Venga, vamos a la habitación y túmbate boca abajo.

  • No, no, no más

  • Tranquila, es para darte la crema.

Miguel

Me ha hecho mucha gracia esa cara de susto, así que la sigo tranquilizando un poco, se tumba en la cama así que con tranquilidad cojo la crema hidratante para que le calme un poco y no quede marca alguna.

  • Anais, espero que no nos volvamos a ver en esta situación, este culo tuyo sino lo va a pasar muy mal. - se le veía unos surcos del cinturón, así como las marcas del cepillo, tardará un par de días en que se le borre el recuerdo de hoy

  • Ya, descuida - dice sin mucho ánimo - que no tengo muchas ganas para discutir, menos si estás tan cerca y estoy cansada.

  • Jajajaja, cuando se te pase el dolor antes de hacer algo así recuerda lo que les pasa a las chicas malas.

Así que la dejo tranquila mientras esparzo por ese trasero la crema, y de manera suave y poco a poco abro sus piernas, dejando a la vista su vagina hinchada y sigue estando muy mojada. Así que meto y juego con mis dedos dentro de ella

  • Pues por aquí opina diferente, quiere jugar.

La sigo por un rato sacando y metiendo los dedos, pero como había dicho, no pensaba ceder ante ella tan fácil, así que paro.

  • Joder, quiero más - al oir eso, le doy de forma rápida 4 veces en cada nalga, así la dejo descolocada.

  • cuida el lenguaje o no te doy más crema

  • Perdón, pero es que... déjalo - dice, y se vuelve a quedar recostada en la cama

  • No quiero malhabladas - la digo mientas vuelvo a tarea de aplicar la crema.

Así estoy un buen rato, pasando mis manos por todo ese trasero marcado, me estaba recleando en mi trabajo. Podía estar más colorido pero para la primera vez esto era suficiente, dudo mucho que no se vaya a meter en más líos.

  • Nos vemos el martes a la tarde en mi consulta para ver cómo han quedado las marcas...

  • No es necesario, ayyyy

  • Primero deja terminar, luego hablas.- le digo mientras que le doy algún que otro azote suave - no es sólo para eso, sino quiero proponer algo más.

  • ¿A qué te refieres? - dice mientras se incorpora en la cama y se aleja un poco de mi.

  • A que si quieres podemos intentar tener una relación.

  • No podemos, eres mi médico.

  • Esto no te ha importado el día de ayer ni hoy, además hay muchas relaciones entre paciente y médico.

Anais

  • ¿Y lo nuestro qué sería?

  • Una relación consentida de tú sumisa y yo Amo

  • No, no puedo, querrás cambiarme por completo y decidir todo por mi - me da miedo entrar en este mundo más allá de la lectura.

  • No, sólo quiero hacerte descubrir una parte de lo que eres y te gusta.

  • Mejor olvídalo, porque yo no seré nunca una de esas sumisas que van por allí diciendo si a todo, y si lo consigues creo que te cansarás de mi.

  • No pretendo cambiar tu esencia sólo algunas cosas, y más por tu bien que otra cosa. No voy a negar que harás cosas que igual no te guste mucho, pero como en toda las relaciones, es ceder, pero tranquila que no iré más allá de lo que tú quieras.

  • Es lo que dices ahora, no tenemos el uno del otro la suficiente confianza. Así como tampoco creo que te atraiga. - digo que por más veces que he intentado insinuar no ha querido más que sólo tocarme un poco.

  • La confianza se va creando, y claro que me atraes.

  • ¿Entonces por qué ayer y hoy me has rechazado? - digo medio enfadada, quiero comprender qué tienen otras personas que yo no tenga.

  • No te he rechazado, ayer salvo que quisiera que lo hiciera cuando estabas ebria no lo iba a hacer y hoy evidentemente que no, no voy a dar premio a nadie por actuar de esa manera, pero en otra situación claro que si. Sólo te pido que lo pienses, y el martes hablamos y ponemos límites tanto tuyos como míos.

  • Bueno, ya veré.

  • Así me gusta, ahora me tengo que ir, pero ya hablaremos, descansa. - me dice mientras se va hacia la puerta cogiendo sus cosas

  • Bien, hasta otro día - digo mientras me levanto y me pongo mi camisón, es lo más liviano que tengo por aquí - Espera, que tengo que dar el dinero de la compra, primero encuentro mi bolso.

  • No hace falta, así me debes para el próximo día, no faltes, ven antes de las 18:00.

  • Ok, adiós - digo mientras sostengo la puerta de la calle. Me da un beso rápido y yo le doy otro.

Veo cómo va bajando por la escalera y luego cierro la puerta, el día de hoy ha sido intenso a pesar de haber empezado a medio mañana. Con lo que me ha dicho me ha surgido mil preguntas y dudas, por lo que decido apuntar pero no dar vueltas a ello, prefiero irme de nuevo a la cama que estoy muy cansada.