El médico me azota (6)

Sigue la historia de Anaís

ANAIS

Viernes, un día muy amado por muchos, porque eso significa que tras un largo día de trabajo empieza 2 días de pura vagancia, pero para mi  hoy no era tan deseado, debía decir de alguna forma a mi querida amiga sobre Miguel pero cómo decirle, ni idea, podría decir "Mira, he conocido a un chico muy mono, que es más mayor que nosotras pero majo, me gusta, es mi médico y va por allí rollo a la anigua que castiga por portarse una mal", o "no te imaginas, pero mi médico es joven y guapo, creo que estoy un poco loca por él...". De ninguna manera puedo soltarle eso, y más así como de la nada, esto es de locos, bueno, creo que le puedo ir dejando caer poco a poco. Dejo de pensar y me pongo en marcha, que sino voy a llegar con el tiempo justo.

Aquí en el trabajo, no hay gran cosa que hacer, los clientes, la mayoría, son majos, así que es más ameno el tiempo, pero no puedo dejar de pensar en él y en lo que conlleva su beso, no quiero parecer una de esas chicas tontas que se deja encandilar por el primero que les besa, y que le parece todo lo que él haga esté bien, porque: 1) no sé si ya tiene una relación, 2) sus ideas, no de forma exhaustiva pero si de forma general, 3) el concepto que tiene de las mujeres, 4) si tenemos aficiones comunes... hay demasiadas cosas para descubrir. Su forma de ser me gusta, pero no encaja con mi forma de ser, ni con la sociedad de hoy en día, porque si me dejo azotar por alguien, que es un chico, en mi caso, cuando cree que he hecho algo mal, daré la imagen de una mujer con poca autonomía y débil. Pero yo creo que soy una persona independiente y fuerte, que no se acorbada ante nadie, vale a lo mejor me falta un poco de humildad, y estoy alardeando demasiado. Además tampoco le podría decir que me gusta cuando me azota, porque entonces igual me rechaza por considerarme una persona rarita. Y no sería ético que salga con una paciente, por mucho que haya fantaseado tener algo con él...

  • Señorita Robles, por favor preste atención a lo que hace.

  • Sí señor, perdón, ahora lo hago bien y verá que no se va a arrepentir.

  • Eso espero. Si le sucede algo me dice y ya intentamos resolver.

  • No se preocupe, no es nada.

El resto de día procuré no pensar en él ni en cómo le iba a contar poco a poco a mi amiga esto, porque ni yo sabía lo qué era esto realmente y si sólo es algo momentáneo. Así que puse toda mi concentración a lo que tenía en el trabajo, y ya si eso lo pensaría cuando llegara el momento adecuado y no antes. Pero el dolor del trasero no me ayuda para nada a no pensar en él, pero pude hacer mi trabajo lo mejor posible, al menos no me tenía que sentar.

Al fin he terminado el trabajo, y me dirijo a casa, donde me doy una ducha express, me preparo para la quedada, me digo qué me podría poner para esta noche, lo que sé era que quería algo que no fuera de cintura para abajo prieto, que quiero durar toda la noche, así que me decanto por un vestido azul, de tirantes y algo corto. Y también me decido a no llevar ropa interior, para que no se vea los tirantes del sujetador, y la braga tampoco. De esta forma me dirijo al encuentro con Julia, que como no, se veía estupenda, ella comparada conmigo era de las que tenía más gusto a la hora de arreglarse. Era el mismo lugar donde cenamos el otro día, una de las ventajas es que los asientos tienen cojín.

  • ¿Qué tal?

  • Bien, ¿Disfrutando de estos días?

  • Si, no me has dicho si el miércoles te levantaste con muy mal genio o quemaste todo por donde pasabas.

  • Yo no me levanto nunca así, y bien.

  • Jajajajaja, bueno me puedes decir qué misterio tienes para mí.

  • No es nada, sólo que quiero que me des consejo sobre qué hacer con una cosa.

  • ¿Para esto tanto misterio? Yo me esperaba alguna cosa tipo chico, cotilleos...

  • Ya sabes cómo soy, además eso de chicos te pega más a ti que a mí. ¿Qué te ha dicho el ligue del martes? - la pregunto para que no vuelva al tema.

  • Pues bien, quedamos el miércoles a tomar un café y ayer fui al cine con él.

  • ¿No vais rápidos?

  • ¡¡Que va!! Rápido es si tengo algo con él en la primera noche, además eso de verse, lo hemos hecho siempre cuando hay más gente a nuestro alrededor. Dime, que te conozco de toda la vida, ¿quién es el afortunado o el pobre en que te has fijado?

  • ¿De qué hablas?

  • No te hagas la sueca

  • Bueno...

  • Como no me digas nada, no te vuelvo a contar nada.

  • No seas así, es más mayor que nosotras, y es algo imposible.

  • Un amor imposible, ya te imagino de esas típicas películas.

  • No seas ñoña, eso es para ti.

  • Pues si no quieres que monte películas, ya sabes, y ya me has picado la curiosidad.

  • Vale, es un poco raro

  • ¿Y quién no lo es?

  • Ya, pero no es como una persona al uso

  • ¿Por?

  • Diríamos que no es como los chicos que he conocido antes o que tú hayas descrito.

  • Uy, Uy, cuánto misterio, esta conversación tiene mucha miga, mañana voy a tu casa y me cuentas con pelo y señales todo, me parece que va con los de tu estilo.

  • Para nada, él me saca de quicio, además no creo que me pueda ver como a algo más.

  • ¿Seguro? - me dice con bastante escepticismo

  • Claro, es mono y eso, pero por muchas razones él y yo no podemos estar juntos, podría decirse que chocamos demasiado.

  • No me dejes así.

  • Volvamos a Juan, ¿que tenías planes no?

  • Aguafiestas, mañana iba a quedar con él, pero al final le voy a decir que prefiero el domingo, porque no te creas que te libras de mí.

  • Vale, pues mañana después de comer quedamos en mi casa, vemos una peli y cenamos

  • Y me cuentas lo tuyo con ese chico misterioso

  • No es misterioso ni nada, además es más mayor

  • ¿Cuánto de mayor?

  • Unos 7 años, no lo sé con exactitud

  • Bueno, tampoco es para tanto.

  • Déjalo, y dime qué planes tenías con Don Juan.

Así estuvimos hablando de él y de otras cosas banales hasta que nos fuimos a la discoteca, donde nos fuimos a la barra para pedir algo de bebida. Allí seguimos hablando entre copa y copa; y después nos dirigimos a la pista, la música era buena, que invita a bailar, pero no se cómo, siguiendo a Julia nos encontramos casi fuera de la pista de baile, donde estaba Juan y un tipo que me sonaba un montón, justamente estaba de espalda.

  • Buenas noches, ¡¡Qué casualidad veros por aquí!!

  • Hola, desde luego que sí, Juan ella si te acuerdas es Anais, Anais él es Juan - presenta Julia rápidamente - ¿Qué haces por aquí?

  • Me he venido con un amigo de fiesta, no quería pero al final he conseguido convencerle, con este tiempo no se puede desaprovechar el momento.

En eso que dice, el amigo se da la vuelta y yo no me puedo creer que sea Miguel, ¿me iba a perseguir hasta en la sopa o qué?

  • Os presento a Miguel, Miguel ellas son Julia y Anais.

  • Encantado de conocerte - dice Julia

  • Hola, ¿Cómo por aquí? - le pregunto

  • Él me ha convencido y aquí estoy, me alegro haber venido - me dice con una sonrisa

  • Yo no tanto, eres un aguafiestas

  • ¿Os conocéis? - nos pregunta los 2 tortolitos a la vez

  • Sí.

  • De éste no me habias dicho nada. - me susurra Julia

  • No digas tonterías- le digo con un codazo en un susurro, y me dirijo a los otros 2 - Nos esperáis un momento, enseguida volvemos.

Nos dirigimos a los baños.

  • Esto no ha sido por casualidad, se te ve a leguas cuando has maquinado algo. ¿Quieres dejar de poner citas dobles?

  • Nunca te has puesto así por hacer esto.

  • Esta noche iba a ser de chicas, y no de citas dobles, y más con uno que me lleva por lo menos más de 7 años

  • Jajaja, a ti lo que te pasa es que te gusta, porque si hubiera sido cualquier otro no estaríamos aquí discutiendo, sino ya le habrías mandado a la mierda, no me digas que él es el chico misterioso. No parece en absoluto más mayor que nosotras, se conserva bien, es monísimo.

  • Pues todo para ti.

  • No seas mala, venga, vamos a divertirnos, nos lo estábamos pasando muy bien, no lo fastidiamos con esto.

  • Ok, pero que sea la última vez, la próxima vez que quieras tener una niñera en la fiesta con tu Juan me dices y lo hago.

  • Vale gruñona - me lo dice mientras sale

  • No lo soy para nada.

Así que nos reunimos con los chicos, que nos sugieren que nos sentemos un rato, yo les digo que voy a coger unas bebidas y que me digan lo que quieren.

MIGUEL

Aquí va el viernes, ha sido un día de lo más normal, excepto porque no dejaba de pensar en ella. Quiero ir a verla, pero pesa más los motivos por los cuales debería dejar pasar prudentemente un tiempo, así que al final decido dejar el asunto para el lunes. Con la consulta terminada me dirijo al supermercado para preparar una cena sencilla.

La cena era ligera, y en ella  me enteré que a mi amigo Juán le gustaba una chica de veinti pocos años, tenía pinta de ser una chica maja, que tenía la sensatez de antes de  hacer con él haya quedado para conocerse, y así que no se quede la cosa en una noche de ebriedad y calentón. Así como que a él parecía que comparada con otras chicas tiene mayor química. Así como que por lo que me comentaba de su amiga me parecía una persona desagradable, pero al menos me alegraba que no ha impedido a que estos se divirtieran.

  • Juán, no podías presentar una amiga más dócil.

  • Pensaba que no te interesaba, que se te lancen y eso

  • Claro que no me interesa, pero que se pueda mantener una conversación mínima...

  • Ah, pues yo no elijo las amigas de Julia, es ella.

  • Lo que me parece alucinante es que sean tan dispares en cuanto a su  forma de ser las 2, una por lo que comentas una risueña y la otra muy osca.

  • Bueno, tú sabes manejar a chicas, las tratas todos los días.

  • No seas cretino, es diferente, además no puedo por allí poner a quien me encuentre con el trasero rojo.

  • Jajaja, no vas a cambiar, ¿ya tienes a alguien con quien compartir tus aficiones?

  • A nadie

  • ¿Pero cómo es eso? No me lo creo, ¿nadie quiere estar contigo?

  • Si quieren, pero soy yo quien no quiere, sólo hay una persona que me llama atención pero ella no parece en absoluto querer nada conmigo.

  • ¿Qué chica te quita el sueño?

  • Una chica diferente, que no le importa mi aspecto ni nada de mi. Le gusta jugar al tira y afloja hasta ver dónde llega la paciencia de uno, con un carácter más malo que sólo lo tiene conmigo, con los demás es de lo más dulce.

  • Hay que ver cómo mi amigo soltero de siempre se ha enamorado de una chica que le ignora. Y dime cómo vas a hacer para que ella sea tuya o ya has empezado a mover las fichas.

  • Ahora toca esperar, porque ahora mismo debe pensar que soy un monstruo, o algo así, luego le hablaré y le explicaré lo sucedido.

  • ¿Puedes empezar desde el principio?

  • Ella es una paciente mía, y ayer la besé.

  • No comprendo dónde está el problema, aunque no entiendo por qué has tenido que juntar tu trabajo con lo personal, pero el corazón no entiende de estas cosas.

  • Verás... - así empiezo a contar por encima las cosas omitiendo algunos detalles personales, pero que le hiciera comprender que ella para mí me creaba el sentimiento de cuidarla y a la vez de tener sólo para mi ese carácter y desafiar que ese caparazón que ella pone conmigo lo puedo destruir y hacer que los dos disfrutemos yo de ser su amo y ella mi sumisa, no le dije tal cuál a Juan, pero más o menos así - y no sé si con lo que hice ayer he echado todo a perder.

  • Seguro que no, y más si ella te correspondió al beso.

  • Igual fue mi imaginación.

  • No seas tan pesimista. Pero eso sí, ve el lunes a su trabajo para intentar explicar.

  • Eso si no me denuncia ni nada por estilo.

  • No lo creo, por lo menos te escuchará y luego igual te denuncia, jajajaja

  • Vale, déjalo graciosillo, no ayudas, ahora vamos a divertir un poco, al menos tú.

  • Jajaja, recuerda, debemos hacer parecer que es un encuentro casual.

  • Ya lo sé.

Nos dirigimos a la discoteca, nos quedamos en una esquina, allí había mucha gente, y estábamos esperando a ver si las veíamos, más bien él, yo no sabía cómo eran, él hacía como que me estaba hablando y yo escuchando hasta que oigo a una chica.

  • Buenas noches, ¡¡Qué casualidad veros por aquí!!

  • Hola, desde luego que sí, Juan ella si te acuerdas es Anais, Anais él es Juan - presenta la chica que ha hablado, supongo que es Julia, y me hace gracia que la amiga de esta se llame igual que ella - ¿Qué haces por aquí?

  • Me he venido con un amigo de fiesta, no quería pero al final he conseguido convencerle, con este tiempo no se puede desaprovechar el momento.

En eso que dice, me doy la vuelta para saludarla y me quedo con cara de poker, porque quién me iba a decir que la amiga arisca era la mismísima Anais.

  • Os presento a Miguel, Miguel ellas son Julia y Anais.

  • Encantado de conocerte - dice Julia

  • Hola, ¿Cómo por aquí? - me pregunta

  • Él me ha convencido y aquí estoy, me alegro haber venido - digo con una sonrisa

  • Yo no tanto, eres un aguafiestas - allí sale relucir su genio, por un momento temo que diga algo de lo sucedido a los otros dos.

  • ¿Os conocéis? - nos pregunta los 2 tortolitos a la vez

  • Sí.

  • De éste no me habias dicho nada. - le susurra Julia, ese comentario me deja un poco enfadado, no me imaginaba que ella pudiera estar ya con otro, ella es mía y de nadie más.

  • No digas tonterías- le dice con un codazo en un susurro, y nos dice - Nos esperáis un momento, enseguida volvemos.

Mientras ellas van al baño, nosotros nos quedamos donde estamos.

  • Ella es la chica que te he hablado antes, ¿pero tú no decías que ella no salía con nadie?

  • Yo no me sé la vida y milagros de la gente, y que yo sepa no tenía hace 4 días.

  • ¿Y qué hago ahora? Pensaba enfrentarme más tarde, y no ahora.

  • Pues yo que sé, se sincero eso si.

  • Gracias por la ayuda - digo con ironía

  • De nada, para lo que necesites

En eso que dice que ellas vuelven, me doy cuenta que Julia me mira con curiosidad como si quisiera descubrir o estudiarme.

  • ¿Qué queréis de beber? - nos pregunta Anais.

  • Si quieres yo te acompaño por las bebidas - me ofrezco para así hablar sin que estén ninguno de los otros 2 delante.

  • No, ya puedo yo sola, quédate con ellos - en eso que dice que se va a la barra.

  • No lo tengas en cuenta, ella es así - me dice Julia

  • Gracias, pero por qué está enfadada

  • No lo está, pensaba que iba a ser un plan y se ha transformado

  • Ah

  • ¿Desde cuándo os conocéis vosotros?

  • Unos meses

  • Pues nos tenemos que conocer más.

  • Ya nos veremos. - de vez en cuando miro a la barra, veo que mientras espera está coqueteando con otro. - ¿No tarda mucho? Igual voy a buscarla

  • Mejor no, seguro que viene enseguida y por una vez que habla en uno de estos sitios con otras personas...

  • Bien, y vosotros qué plan tenéis

  • Disfrutar de la noche, podemos sentarnos en esas mesas y hablar un poco y así.

  • Suena genial - le secunda Juan

  • Pues por mi perfecto - miro que por fin viene - Y allí tenemos a quien nos falta para que se siente con nosotros.

  • Chicos ya he llegado, aquí traigo lo que me habéis dicho, estos son míos, habido uno muy majo que me ha invitado, así que os dejo la bebida y me voy un rato y vengo.

  • Mañana me tienes que contar, y mucha suerte.

  • Cotilla, ya veré, pero nos vamos a ver luego.

Ella nos deja con las cosas, y se lleva consigo una de sus bebidas, se acerca de nuevo al chico de antes, me entra celos de que se vaya con otro y a mi no me dé oportunidad, nos sentamos en una mesa, en vez de escucharles, estoy más atento a lo que hace ella.

  • ¿Miguel, qué opinas tú? - me pregunta Juan al de un buen rato

  • Perdona, no te he entendido

  • La teoría es acertada. Miguel, ella ya es mayor y seguro que enseguida vuelve.

  • ¿Qué decís?

  • ya sabes a quién nos referimos.

  • Os estáis haciendo una idea equivocada.

En eso que digo, que ella viene hacia aquí.

  • Ya estoy aquí, ¿cómo os ha ido?

  • Bien, charlando y eso

  • ¿Qué tal con el chico?

  • Bien, pero se tenía que ir así que...

  • ¿Y no me lo has presentado?

  • Te lo presento otro día, viene más veces por aquí

Cuando toma asiento veo que pega un pequeño brinco. Así que le sigue molestando un poco el trasero por lo de ayer.

  • ¿Estás bien?

  • Sí - y se dirige a los dos enamorados ignorándome por completo - bueno, cuando os gustaría que os dejemos solos, eso no significa Don Juan que no te vaya a vigilar.

  • Pero por quien me tomas, yo soy de lo más formal, Miguel te lo puede decir. - se defiende Juan

  • Anais, no te metas con él

  • Tranquila, no te pongas celosa, que también estaré pendiente de ti.

  • Jajaja, no hace falta, somos adultos, divertiros vosotros juntos

  • No gracias - contesta ella

La conversación siguió un poco más de conocer a Juan y a Julia con alguna que otra anécdota, pero no me dejaba de disfrutar mucho de esto la actitud de ella que me ignoraba o estaba siendo muy borde, pero la cosa no va a quedar así.

ANAIS:

Me había rezagado en la bebida a propósito para decirle a Miguel que a mi no me interesaba, así como que pasaba olímpicamente de sus consejos, él no tiene ningún influjo en mi. En la barra había un chico que parecía majo, por lo que estube hablando tranquilamente con él, de vez en cuando les miraba disimuladamente, a Julia y Juán se les veía enfrascados mientras que a Miguel de vez en cuando miraba para mi dirección.

  • Bueno, encantada de conocerte Sergio

  • Lo mismo digo, ¿pero por que no te quedas un rato más?

  • Es que tengo a mis amigos esperando sus bebidas y eso

  • Pero después de eso puedes volver aquí y seguimos hablando

  • No sé... bueno, pues bien, pero sólo un rato.

  • Perfecto, aquí te espero.

Me voy con las bebidas a donde estaban ellos y les digo que me vuelvo con el chico, con quien me hace reir por algunas de sus ocurrencias, y tras terminar nuestras bebidas me dice si quiero que bailemos. Bailamos un rato, pero de repente le suena su teléfono.

  • Lo siento, pero me ha surgido un imprevisto, pero espero que nos veamos otro día.

  • Tranquilo, espero que no sea nada grave

  • No lo es, bueno, que tengas una buena noche.

  • Igualmente, que se te solucione.

Así que él se marcha y yo me dirijo a la mesa donde están los demás, al sentarme de forma despreocupada una punzada pequeña de dolor en el culo me recuerda que lo tengo gracias a Miguel, y me sale del alma contestar mal, porque es incómodo sentarse en la silla. Así que empiezo a tomar un poco de pelo a los 2 tortolitos. A Miguel no le miro mucho ya que cada vez que le miro me acuerdo de lo sucedido, quiero desechar cualquier sentimiento o sensación, ni yo misma sé exáctamente lo que es, ni de cómo manejarlo; por lo que tomo la decisión de ser lo más borde posible con él para que no quiera nada conmigo y vea que no encajo con él. Al de un rato me decido que lo mejor que puedo hacer es irme un rato, la bebida no me ayuda a tomar con mucha claridad las cosas. Así que me dirijo al baño, donde me refresco un poco la cara con el agua, de repente oigo que va a entrar alguien, no miro, pero la persona que entra en vez de seguir hacia uno de los baños o al lavabo se queda cerca de la puerta y la cierra.

  • Bueno, espero que podamos ahora hablar, ya que me has evitado durante toda la noche.

  • No puedes estar aquí, vete. - le digo mientras me giro, no me puedo creer que me haya seguido a los baños.

  • Hablamos y te dejo en paz

- NO, VETE, NO ES MOMENTO NI EL LUGAR

  • Yo creo que sí, y no chilles que nos oyen - me mira serio, como indicandome que su paciencia estaba llegando a sus límites, más bien a números rojos - Lo que pretendo es que tengamos una noche más o menos buena, siento mucho lo que pasó ayer, no lo pensé

- ME DA IGUAL, PASO DE TÍ, GRACIAS POR DECIR QUE NO ME QUERÍAS BESAR. - Le digo,  no  sé porqué me molesta eso, si debería estar contenta de que esto no va a más. Así que intento salir pero él tapa la salida y me agarra de la mano.

  • Lo estás mal interprentando, yo quería besarte, pero no era el lugar ni el momento adecuado, y te volvería a besar.

- NO ME CUENTES CUENTOS, OLVIDAME Y OLVIDA ESTO.

  • Vale, pero si deja de comportarte así y no bebes más.

- ESO A TI NI TE VIENE NI TE VA, HARÉ LO QUE ME DÉ LA GANA

  • Suficiente - Me agarra del brazo girandome al lavabo, me era imposible zarzarme de su agarre y me viene un poco el mareo por el movimiento brusco.

- BRUTO , me haces daño - mientras me recupero de ese mareo.

  • He intentado hacerlo por las buenas, pero tú no quieres entrar en razón, así que... atente a las consecuencias. - me dice enfadado, y las últimas palabras me lo dice cuando me está tocando el culo.

  • No te atrevas a hacerlo aquí, nos están esperando - le digo con un poco más de calma, aunque se me pasa por la cabeza la imagen de él azotandome allí, siento algo en las tripas pero lo desecho - suéltame

  • Sólo si me prometes hacer lo que te he dicho. - Me dice mientras me gira para que le mire.

  • Vale - le digo, así que me deja pasar, y cuando llego a la puerta murmuro - listo si cree que lo voy a hacer

Él me tira para dentro del baño y me vuelve a poner en esa posición, y empieza a darme sobre el vestido en el trasero.

- SUÉLTAME, YA TE HE DICHO LO QUE QUERÍAS OIR

  • He oído lo que has murmurado, y a mi no me toman el pelo, separa las piernas - me dice mientras me sube el vestido, allí me quería morir, iba a ver que no tenía puesto ropa interior - muy mal por ir sin ropa interior y haz lo que te he dicho.

  • Es que se lo he dado al chico de antes, que el pobre en medio de nuestro juego se ha tenido que ir, para que tenga un recuerdo - le digo para fastidiar, veo que lo he conseguido por la cara que pone, y poco después siento su enfado por cómo me daba de fuerte.

  • Separa las piernas, que el castigo no empieza a contar hasta que lo hagas

No digo nada más y separo las piernas, él va alternando cada azote, pero también en algún momento daba unas cuantas seguidas en el mismo sitio. Pero al final le empiezo a prometer que voy a cumplir lo que el me ha dicho, mientras que me cae alguna que otra lágrima, éstas hacen que se me corra un poco el maquillaje. Él para y me mira por el espejo del baño, yo me incorporo pero no me giro.

  • No sé si creerme, pero por lo que veo te gusta esto, se te marca todo tus pezones duros en el vestido - me dice, yo me intento tapar - así que no sólo  estás sin bragas sino también sin sujetador...

  • Los tengo así porque hace frío, y a ti no te tiene que importar si llevo o no ropa interior.

  • No he dicho que haya acabado el castigo, separa las piernas.

  • Ya ha sido suficiente - le digo, porque noto que estoy algo mojada, y que si las vuelvo a separar él lo va a ver, pero él en vez de decir algo me empieza a dar bien fuerte, así que hago lo dicho y miro para otro lado, no quiero ver su cara.

  • Estás muy mojada - me indica mientras pasa sus dedos de manera inversa a la humedad que cae por mi muslo hasta llegar a los labios de mi sexo, cuando mete un dedo dentro intento juntar - No lo hagas, que quiero ver si hay mucha diferencia de temperatura entre tus tetas y esto, por el momento hay mucha, porque estás tan caliente que me cabe 3 dedos. , y como has tenido poca vergüenza, el resto de tu castigo es que te toques ahora aquí.

  • No, no lo he hecho nunca delante de nadie y además puede entrar cualquiera.

  • Empieza o te sigo dando - me amenaza, así que hago amago de empezar, pero él no tiene paciencia y me da varios azotes, así que empiezo pero con pocas ganas, y me sigue dando - Hazlo con más ganas. Esto depende de ti, cuanto más tardes más probabilidad tienes de que entre alguien.

Así que al de un rato empiezo a hacer lo que él me dice, mientras intento imaginar que él no está, para no sentir tanta vergüenza, así como dejar un poco de lado mis pensamientos para otro momento más de lucidez, creo que consigo, porque hace rato que no me sigue dando azotes, es más se ha alejado. Cuando estaba a punto de llegar, él me sujeta la mano.

  • Para, ves cómo no es tan difícil de obedecer, si te portas bien el resto de la noche te dejo acabar.

No tenía ganas de discutir, me había dejado por segunda vez con las ganas, me incorporo y me pongo lo mejor posible la ropa para salir de allí, no le espero ni le digo nada. Cierro la puerta del baño, bueno más bien es un portazo, miro que se cierra bien y veo que había un cartel de fuera de servicio, el muy capullo sabía que no iba a entrar nadie, así que me dirijo a la barra, ya que si él me fastidia yo también.