El médico me azota (10)

Continúa la historia

Aquí estoy en su consulta, sin nada de ropa, a la espera de lo que él decida hacer, juega con mis nervios, va paseando por toda la habitación.

  • Mirando para delante, no quiero que desvíes la vista.

  • ¿No me puedo vestir ya?

  • No, estate quieta y calladita mientras termino unas cosas

  • Si señor.

Así que me toca esperar un rato, para mi es una eternidad no ver lo que hace, ya que estoy de espaldas a él, sólo oigo unos ruidos de papel o de sus pasos, me giro un poco pero a él no se le pasa, me da un toque de atención. No quiero hacerle enfadar pero tenerme así tampoco me parece de recibo. Al de un rato siento cómo me va acariciando la espalda para ir poco a poco dirigiéndose a mis pechos, mi propósito de mantener la postura dura poco, me muevo abandonando esa postura incomoda y me giro para verle; a él no le parece importarle. Me ayuda a levantarme, para luego fundirnos en un beso que es correspondido por ambas partes, era un beso diferente a cualquier otro que había dado, no por el hecho de estar desnuda, sino por el hecho de hacerlo con una persona que realmente me atrae, y me confunde a la vez, a diferencia de otras personas que me atraían algo pero que  no llegábamos a estar en la misma sintonía. Con él es diferente, no sabría explicar, si bien es cierto que en muchas ocasiones me saca de quicio, también me hace sentir muy bien.  Él mientras me besa sigue acariciando con una mano suya mis pechos, de vez en cuando pellizca los pezones.

  • Por favor Señor, pare, juguemos mejor en otra parte

  • Aún no, quiero seguir mirando y tocando este cuerpo que ahora es mío. - me dice mientras baja su mano hacia abajo - se buena y ábrete para mi.

Yo le obedezco, me hace sentar encima de su mesa con las piernas abiertas, no puedo evitar ponerme roja al sentir dentro de mi un dedo, y va poco a poco introduciendo más dedos, los alterna con frotar mi clítoris y pellizcarlo,  por una parte no quiero que pare pero por otro lado que en el primer encuentro que haga todo esto me hace cuestionar hasta dónde llegaremos en esta relación. No quiero parecer una persona insegura ni exigente en una relación pero no puedo evitar ponerme algo romántica pensando en que quiero alguna relación que sea algo más que encuentros sexuales o que yo sea sólo una conquista más de sus pacientes.

  • ¿En qué piensas Anais? ¿Qué te preocupa? ¿No disfrutas acaso?

  • si mi Señor, me había ido a mi mundo pero no es nada

  • Vale, pero cuando estés lista me dices todo aquello que te recorre por esa cabecita, esperaré a que confíes en mi y seas capaz de abrirte

  • Ya estoy abierta a usted

  • Sabes que me refiero a tus sentimientos, recuerda que yo no soy un adivino ni tengo la telequinesis, puedo intuir lo que te ocurre no más. - me dice mientras para con sus manos

  • Ya sé que no lo eres, ni lo pretendo que lo seas, es más me gusta que no lo seas

  • Ay, cuánto te queda por aprender, te he dicho que me trates de usted y que me llames Amo o mi Señor - me dice mientras me hace levantar de la mesa, me gira y antes de que pueda protestar me ha propinado varios azotes. - La próxima vez no voy a ser tan suave contigo, venga, ahora a vestirte pero sin nada de ropa interior, vamos a tu casa.

  • ¿Para qué?

  • Pues para ver qué juguetes tienes y qué cosas hacen faltan

  • ¿Es en serio?

  • Sí, yo no bromeo y me gusta sumisas obedientes

  • Vale mi Señor, ahora voy - digo mientras me pongo mi ropa lo antes posible, y cuando iba a por mi ropa interior, él se me adelanta. - démelo, eso es mío.

  • Error, es mío porque tu eres mía, venga en marcha y procura que no se te vea nada, jajaja

  • Capullo - susurro, pero él me ha oído, me ha estampado bien fuerte 4 veces su mano contra mi trasero

  • Compórtate, no me gusta esa lengua tuya, y no quiero empezar ya con castigos lo vas a pasar muy mal si no cambias eso.

  • Perdón mi Señor, es la costumbre

Nos dirigimos tranquilamente a mi casa, por la calle andamos como dos conocidos, que se preguntan como les ha ido a cada cual el día. Una vez que llegamos a casa me indica que quiere que le haga un tour por la casa, así como indicarle el escondite de los juguetes que tengo.

  • Mi Señor, usted ya conoce mi casa

  • Sí, pero no con profundidad, no voy mirando en los armarios ajenos ni nada por estilo, así que te toca explicar y enseñar los rincones de tu casa.

Le voy enseñando toda la casa, que no es muy grande, pero se queda en la habitación preguntando por la historia de algunos muebles u objetos, así como de los gustos que tenemos por la música, pelis y libros. Menos mal que no es de los que sólo hablan de fútbol y poco más. La pega que pone a mi casa es que lo tengo poco personalizado, es decir, tiene poca decoración en cuanto a cuadros o fotos que describan mis gustos o preferencias, y otra pega es que lo ve bastante caótico teniendo en cuenta que sólo vivo yo en la casa.

  • Ya trabajaremos en el orden, y en la disciplina, porque el desorden es una de las cosas que no me va para nada.

  • A mi me gusta esto, es mi orden en el desorden, así es como me organizo.

  • Descarada, tú respuesta es decir que mejorarás. Venga ahora enséñame los juguetes que tienes por allí escondido.

  • No tengo ninguno

  • Ja, ni tu misma te lo crees, ¿quieres que lo compruebe?

  • Claro, ya has visto la casa, verás que no tengo escondite alguno

  • ¿Si quitamos la parte de arriba del armario no? Pues te tomo la palabra y voy a registrar esta casa tuya

  • Vale - digo con convicción de que nunca va a encontrar el escondite

Él se encaminó primero para el baño, pero enseguida salió al igual que en la cocina y el salón, para dirigirse a mi habitación, sin dudar se puso a registrar mis cajones, donde tenía mi ropa interior, y en una bolsita de tela muy mona encontró lo poco que tenía, que era un consolador y un vibrador para alguna que otra ocasión. Dejándome de cuadros por su rapidez en encontrarlos.

  • Niña, esta te la guardo para tu próximo castigo, voy a cumplir mi propósito de no castigar el primer día oficial de ser mi sumisa.

  • No soy ninguna niña, odio cuando me llaman así

  • Jajaja, venga ¿Cómo debes decirme las cosas?

  • Mi Señor odio que me llamen así, por lo tanto no me llame de nuevo niña

  • Ya lo veré, depende de cómo te comportes, ahora vamos a lo práctico.

-¿ Y qué va a ser?

  • Empezaremos de poco a poco, algunos días quedaremos, otros días igual en la noche nos podemos conectar por videollamada de WhatsApp ahora que dejan en los ordenadores, o una llamada telefónica, dependerá del día. En esos momentos te pondrás por así decirlo en modo sumisa

  • ¿Pero la vida social de cada cual se respeta no?

  • Claro, salvo que sea un castigo que te imponga, que entonces allí no podrás apelar para que te levante

  • No es justo

  • Pues ya sabes, pero bueno ahora vamos a empezar a divertirnos un poco, primero te quiero ver desnuda de nuevo - me dice, y lo hago sin mayor problema delante de él - bien, ahora quiero que elijas uno de tus dos juguetes que decías que no tenías.

  • ¿Para qué?

  • Sorpresa, venga elige

  • Pues el vibrador - digo en un susurro

  • No te oigo, más alto

  • El vibrador mi Señor

  • Perfecto, ahora ponte en la cama tumbada

Estoy super nerviosa, estar ante él completamente desnuda mientras él tiene toda su ropa puesta dando una sensación de mayor vulnerabilidad, pero a la vez estaba expectante por ver qué iba a hacer conmigo y el vibrador. Se acerca para ponerse al lado mío, me acaricia la cara para luego ir bajando las manos hacia mis pechos, mientras acerca su boca a la mía para fundirnos en beso intenso, con lengua y todo. Los toqueteos en mis pechos los alterna entre pellizcos y caricias, sobre todo en mis pezones, que para ese momento estaban ya duros.

  • Me encantan ver cómo tienes esos pezones tan tiesos, y por lo que noto tu coñito no se queda atrás, es una fuente - me dice tras bajar sus dedos hacia la entrada de mi vagina, primero mete un dedo, y luego otro - ábrete más.

Hago lo que me dice, me está encantado sentir cómo alterna el numero de dedos dentro de mí, y veo que va teniendo bulto en su pantalón, se lo acaricio un poco con la mano por encima, pero enseguida me coge de la mano para que pare.

  • No, no, todavía no es el momento de que juegues con eso, ya tendrás tiempo para que te hartes, pero ahora déjate llevar y disfrutar, que quiero que veas cual puede ser un premio para una buena sumisa. - Le obedezco, siento que estoy en la gloria con sus dedos penetrándome a un ritmo continuo, mientras que con los otros dedos juegan con mis pechos que están mas que sensibles, al final llego a un orgasmo. - Qué gusto ver cómo te corres sin pudor entre mis dedos, venga ahora chupa estos dedos, y prueba tu sabor.

  • No me gusta mucho, prefiero cosas dulces, jajaja - lo digo mientras chupo sus dedos despacio

  • Este último dedo me lo dejas a mi golosa, que quiero probar cómo sabes

  • ¿Ya me puedo vestir? ¿O te quitas tu la ropa?

  • Muy mal, así no es como me tienes que tratar, y ninguna de las dos cosas - me dice mientras me da alguna que otra palmada suave en mi coño - falta meter esto dentro de tu mojado coñito, y ahora ve a por una hoja y un boli

  • Perdón Señor, pero ¿No pretenderá que vaya con un vibrador por la casa no?

  • No, sólo quiero que vayas como estás a por una hoja y un boli y te sientes en la mesa de la cocina, que quiero que anotes ciertas cosas, y no me hagas repetir o sino subo la intensidad

  • Ok mi Señor - digo mientras me dirijo en busca de hoja y boli en el salón para ir luego a la cocina sentándome en una de las sillas con la pierna lo más cerrada posible, mientras él me sigue por detrás con la mirada de todo mi recorrido, y luego en la cocina se sienta a mi lado.

  • Abre esas piernas, quiero ver y tocar lo que es mío, mientras te dicto la lista de compra - me dice, pero yo niego con la cabeza, me da mucho corte, sé que es una tontería, porque ya he estado desnuda, pero eso de estar haciendo algo cotidiano sin  nada de ropa y con algo metido dentro no es nada prometedor, pero él disconforme me da unos manotazos en los muslos para que me abra - así vas mal, no quieras acumular tu castigo para el próximo encuentro. La lista es el siguiente:

1) Un vibrador con mando a distancia

2) unas bolas chinas

3) unos plugs de distintos tamaños para dilatar ese culo travieso

4) una cuchara de madera exclusivamente para castigos

5) un cepillo de pelo de madera más grande

6) Un cinturón

7) unas pinzas

  • ¿Todo esto es necesario? - lo pregunto mientras escribo y él me acaricia la parte interna de los muslos o el clítoris.

  • Por el momento sí, pero luego ya iremos añadiendo más cosas, por el momento mejor ir de poco a poco, pero hay que tener ciertas cosas a mano para disfrutar entre los dos y también por si hay que hablar con ese culo travieso

  • Mi trasero no es travieso, así que no necesita nada

  • No, pero tú te comportas como una niña y como tal te trataré

  • Venga, ya, eres un exagerado

  • Para nada, ya me lo has demostrado estos días, y por el momento estás siendo buena pero porque tienes todavía un poco el recuerdo del sábado. - me dice y a la vez que me da un pellizco en mi clítoris

  • Ay, pero yo soy siempre muy buena y mi pobre culo recibió un castigo muy injusto

  • Igual te tengo que recordar los motivos por los que pasaste a mi rodilla parece ser que ya se te ha olvidado

  • Tal vez - digo sin pensar

  • Bueno, pues no te preocupes que el viernes a la tarde tendrás un recordatorio de ese castigo y además los que vayas acumulando a lo largo de esta semana, que me parece que va a ser una lista larga. Toma este es mi número y para mañana quiero una foto de cómo vas a ir a trabajar. - me dice mientras me saca el vibrador - Y nada de tocarte, ese va a ser tu penitencia por las faltas de hoy, una lastima. Me tengo que ir, descansa y se buena.

  • Sí mi Señor, buenas noches - le digo con mi mejor cara de pena - venga déjeme tocarme un poco

  • No, la penitencia es para que se cumpla, y mira por donde está haciendo efecto -me dice, luego me da un beso y aprovechando la cercanía me propina un azote cariñoso y se va.

Continuará....