El medico de la mutualista
Por un dolor muy agudo en mi rodilla llamé a un médico de la mutualista, en su segunda visita terminamos en la cama. Lástima que después de que me operaron no lo vi más porque se fue a tabajar a la ciudad de Salto.
EL MEDICO DE LA MUTUALISTA
Hacía tiempo que mi rodilla me daba muchos sinsabores, dolores y molestias por esa causa en varias oportunidades tuve que llamar al servicio de urgencia de la Mutualista de la cual soy socio.
Esa rodilla me empezó a molestar muchísimo tiempo después del accidente que ya narré en "Accidente por felación", ya me había olvidado de ese desgraciado episodio pero mi cuerpo que aparentemente no presentaba rastro ni síntomas de eso, un día empezó a acordarse dándome esas molestias en mi rodilla.
Una noche del mes de Noviembre último estaba por salir pero el dolor se acentuó de tal manera que no me quedó otra solución que llamar al médico de urgencia para que me viese y después me recetase un calmante para poder salir a disfrutar de una buena noche de pasión con un amigo el cual hacía bastante tiempo que no me convocaba para ir a su cama.
Le pedí al portero que lo hiciese subir, porque a causa del dolor yo no podía caminar para bajar a abrirle.
Cuando el portero lo trajo hasta mi departamento a pesar del dolor tan molesto e incómodo que tenía igual pude apreciar que el galeno era un tipo cuarentón, de cabello castaño con algunas canas insipientes que eran muy seductoras y un bigotito muy bien recortado asomaba sobre su labio superior haciéndome recordar a los galanes de las películas en blanco y negro de los años cuarenta.
Por suerte esta vez me mandaron a un médico muy amable y paciente, que luego de mirarme la rodilla, de tocarla y otros exámenes externos me recetó un calmante, pero para que fuese más eficaz y más rápido me dijo que tenía que ser inyectable.
Le pedí que me lo inyectase él porque yo tenía un compromiso y no quería perder más tiempo esperando a un enfermero que me la viniese dar.
-Generalmente yo no doy inyecciones..., todavía tengo otro paciente para ir a visitar... pero como usted me cayó simpático voy a hacer una excepción, pero como conseguimos la inyección porque yo en él maletín no tengo ese medicamento tan fuerte.
Mandé al portero a comparlo en un farmacia cercana, que por suerte en la zona donde yo vivo si no hay una por cuadra no hay nada, mientras el portero se fue a buscarla el doctor se sentó en un sillón a esperar que volviese con el frasquito con el líquido qur me iba a aplicar.
Yo me quedé tirado en la cama porque allí era donde menos me dolía lo peor era si me ponía de pie.
-El calmante que le voy a dar le puede quitar el dolor por un par de días porque es muy fuerte, pero va a tener que ir al traumatólogo para que le tome unas radiografías porque yo noto demasiada inflamación y algunas durezas en el hueso.
Cuando el portero apareció con el medicamento me puse de costado, me bajé los pantalones para que me aplicase la inyección e inmediatamente pude sentir su mano suave que me acariciaba la nalga alisándola tratando de aflojarla para que recibiese el pinchazo.
El dolor me tenía mal pero el contacto de su mano me produjo una corriente eléctrica la cual llegó hasta mi cerebro y de allí fue envíada a los centros nerviosos de mi verga obligándola a ponerse morcillona pero sin llegar a un estado de erección o de semi-erección.
El médico no pudo darse cuenta porque luego que me hubo aplicado la inyección, esperó a que el líquido pasase al interior de mi cuerpo, después de que esto sucedió fue al baño se lavó las manos y al regresar me dijo:
-Si le sigue doliendo llámeme, pero es poco lo que yo puedo hacer sin esos exámenes que tiene que efectuarse.
Hice lo que hacemos la mayoría de los uruguayos, cuando se me pasó el dolor ni me acordé de ir a perder tiempo con visitas a la mutualista, médicos y exámenes, me fui para Altántida con mi tío a pasar las fiestas allá.
Creo que la causa de que la inflamación volviese y en ese grado de aceleración tan pronunciado fueron las enormes caminatas que di por todo ese balneario en esos quince días en los que estuve disfrutando de mi merecido descanso anual.
Al llegar de Buenos Aires donde había pasado con mi hermana gran parte del mes de Enero, tuve que llamar nuevamente al médico de urgencia.
El portero tuvo que abrirle la puerta a Claudio el médico que había venido a atenderme en el mes de Noviembre.
-Muy mal hecho, eso de no hacerte las radiografías, la inflamación es muy severa, podés perder la pierna por esa causa, así que voy a tener que enviar una ambulancia para que te internen...
Ante mi pedido de que no quería internarme cedió pero con la condición de que vendría a los tres días para comprobar si esta vez había seguido sus indicaciones.
Por suerte en su maletín tenía un calmante, no tan fuerte como el de la vez anterior, pero bastante eficaz, me dijo que me lo iba inyectar.
Me preparé recordando la suavidad de su mano, pero esta vez fue más allá que un simple masaje de preparación de la zona que tenía que pinchar, después que el líquido hubo pasado me empezó a masajear y a apretar la nalga con la excusa de que hacía eso porque el líquido era muy espeso y para que penetrase más rápidamente y no se formase un bulto en la zona donde sería depositado.
Su mano fue una delicia porque a medida que el líquido se desparramaba dentro de mi organismo tratando de llegar al lugar donde estaba alojada la parte inflamada que me aquejaba, mi verga recibió la misma corriente eléctrica envíada desde mi cerebro como la primera vez que sus manos me habían tocado la nalga.
El sintió que me puse tenso y nervioso, pasó su otra mano por delante de mi cuerpo como para abrazarme y se encontró con algo duro que le tocó la mano.
-Y ésto que es?? Es la primera vez que me sucede que un paciente se excite porque le aplique una inyección.
Le pedí disculpas, con la excusa de que por el dolor no podía controlar las reacciones de mi cuerpo, en fin lo primero que vino a mi mente le di como excusa.
Se alejó de mi se sentó en un sillón, mientras yo me acomodaba la ropa ocultando mi verga, la cual él no había visto pero si había tocado, muy tranquilamente me dijo:
-No te sientas mal...te excitó mi mano ...lo comprendo... mirá como estoy yo...
Miré lo que señalaba su mano notando un gran bulto bajo su bragueta.
-Mirá Omar, yo era casado pero un día no pude soportar más, siempre me gustaron los hombres, siempre no... desde que comencé la carrera de medicina porque para aprender a hacer el tacto rectal teníamos que meter los dedos en los culos de los compañeros y así comenzó la cosa... dejé a mi mujer porque ella no me satisfacía totalmente y eso que practicábamos sexo anal y todo...
A medida que su conversación y sus confesiones iban en aumento, mi dolor disminuía mientras que mi mente trabajaba a toda velocidad, me dije porque no pasar un buen rato con este galeno que me gusta tanto y lo tengo a mi alcance.
Pude ver como me miraba con una mirada extraña no sé si de amor o de gran necesidad de algo indefinido por eso le dije:
-Vení dame un beso.
Ni lo pensó, sería porque estaba ansioso por hacerlo o por abrazarme o lo que fuese que estaba pasando por su mente en ese momento, saltó del sillón como impulsado por un resorte e inmediatamente tuve sus brazos rodeando mi cuerpo en un abrazo muy apretado que casi me dejó sin respiración al mismo tiempo que sus labios besaban los mios su lengua peleaba con la mia para que la dejase meterse dentro de mi boca.
Fueron unos besos tremendamente húmedos donde los intercambios de saliva aumentaron considerablemente la producción de ésta.
Sus manos buscaron mi verga y cuando sus boca se hubo llenado lo suficiente con mi saliva como para ahogarlo, bajó hasta allí mojando todo el glande con mi saliva que empezó a salir de su boca mojándome todos los vellos púbicos y descendiendo hasta mis bolas par terminar mojándo las paredes exteriores de mi ano y por supuesto las sábanas de mi cama no quedaron excentas de esa catarata de saliva expulsada de su boca.
La chupaba deliciosamente!! Por ese motivo lo deje hacer y hacer hasta que mi verga no aguántase más tantos movimientos de ir y venir de su boca hacia arriba y hacia abajo .
En vano traté de buscar su pija porque su pantalón estaba demasiado apretado como para poder abrir su cremallera para sacarla por ahi, así que me tuve que conformar con acariciar su verga por arriba del pantalón donde se notaba que estaba muy excitado porque el pre-cum ya había pasado la tela de su slip y estaba marcado una mancha más oscura en la parte de la bragueta donde mi mano estaba posada.
A pesar de tener la boca llena con mi verga al máximo calibre igual por algun agujero minúsculo que le quedaba libre, salían sus exclamaciones producidas por el extremo placer que estaba sintiendo al realizar esa tarea.
-OGGGGGGGGGGGHhhhhhhhhhhhhhhhh!!!
Y mi respuesta a sus agradables libaciones era:
-AAAAAAAaaaaaaaaaaaHHHHhhhhhhhhhhhhhhh!!
-Pará!!! No acabés en mi boca... quiero metértela!!!
Claudio abandonó mi verga y en cuanto su boca quedó libre de ella dio ese grito haciéndome cortar la eyaculación no sólo por el pedido de que quería visitar mis entrañas sino porque me asustó ese grito tan desesperado..
-No me duele mucho la rodilla, pero igual no quiero moverme porque tengo miedo de que me vuelva a doler así que el "trabajo" lo vas tener que hacer vos solo.
No le importaron para nada mis palabras, me ayudó a quitarme la ropa, luego me puso boca abajo separándome las piernas para que mis nalgas quedasen expuestas para preparlas, aunque mi rodilla quedó apoyada sobre el colchón no me dolía por el efecto de la inyección.
Se puso a besarme las nalgas hasta que su boca logró meterse entre ellas, pude sentir sus nariz fría tocando mi agujero mientras su boca lo besaba y lamía con su lengua toada las carnes que encontraba a su alrededor.
Cuando se detuvo porque yo gemía muchísismo por el placer que me estaba ocasionando con su lengua al distender tan suavemente mi entrada posterior me dijo:
-La dilatación tiene que efectuarse muy lentamente para evitar traumatismos que luego perjudiquen la penetración haciéndola dolorosa e impidiéndonos que los dos gocemos con ella.
No sé cuanto rato estuvo lamiendo mi ano, metiéndome la lengua alternándola con sus dedos y con unas succiones tipo ventosa que con sus labios pegados a mi agujero me hacían gemir cada vez más alto.
Realmente aflojó divinamente toda la resistencia que mi esfínter podría poner ante esa invasión de su territorio y cuando notó que estaba listo para el ataque me preguntó si tenía condones porque él como no se imaginaba que iba a suceder eso no los había traído.
Le indiqué que sacase uno del cajón de mi mesita de noche y al ponerse de pie para ir a buscarlo pude verle la verga tremendamente inflamada y palpitante expulsando precum a pasos agigantados, notándose que el tipo estaba muy excitado.
Yo permanecí sin moverme mientras miraba como se ponía el condón cubriéndose el glande para luego ir deslizándolo hasta el fin de su verga la cual aparentaba que no la iba a poder cubrir totalmente por lo desarrollada que estaba en ese momento de máximo placer, haciéndome pensar "éste está tan caliente que me la mete y hace como el gallo acaba en seguida haciéndome disfrutar muy poco con esa verga nueva (para mi) que me está gustando mucho.
Se puso detrás mio, se hincó entre mis piernas abiertas luego fue bajando su cuerpo con la pija en la mano enfundada en el condón, haciéndome sentir cuando su capullo tocó mis pliegues que lo esperaban abiertos por la ansiedad de recibir a un nuevo visitante.
Una vez que su glande estuvo en contacto con mi agujero no le costó mucho trabajo introducirlo porque de mi recto estaba manando toda la saliva que sus dedos y su lengua habían metido con la lamida sensacional que había precedido a la penetración que estaba tratando de hacer.
Fue una penetración muy suave, muy lenta, parecía que él no tenía apuro, yo me estaba excitando muchísimo por sentir como las paredes de mi recto se iban abriendo tan lentamente, con cada empujón que daba su verga se iba metiendo cada vez más, por supuesto en determinado momento no tuvo más nada que meter por más empujones que diese toda su pija ya estaba comodamente alojanda en mi cálido interior.
Bombeó interminables minutos dándome mucho placer al mismo tiempo que con esos movimientos él procuraba darse más placer por lo acelerados que los realizaba arremetiendo con furia contra mi interior excitándolo al máximo por estar disfrutando con esa barra de carne que estaba en contacto con las terminales nerviosas de mis paredes intestinales.
-AaaaaaaAAAAAAhhhhhhhhhhhhhhhhHHH!!!!1
Fue la interminable exclamación que salió del interior de su garganta cuando su eyaculación comenzaba a dar señales de estar en su punto más alto al mismo tiempo que su agitado cuerpo me hizo sentir a través de mi piel los fuertes y acelerados latidos de su corazón que no soportaba más tanto movimiento de bombear sangre hacia su pene.
Esa agitación terminó por transmitirle a mi cuerpo la necesidad de gozar él también y mi verga no pudiendo soportar ni un segundo más llegó a su climax expulsando mi semen a pasos agigantados mojando toda la parte de mi cuerpo que estaba sobre ella.
Claudio quedó sobre mi sin moverse disfrutando de las últimas contorsiones de su verga antes de que ésta quedase mustia por tanto rato de trabajo placentero que había efectuado.
Como ese día yo fui el último paciente que había atendido y él no tenía otra cosa que hacer más que ir a su casa a cenar y a dormir hasta que al otro día comenzace su jornada de labor, lo invité a compartir una cena frugal conmigo, la cual consitió en unas pizzas con muzzarella que solicté por teléfono en un conocido restaurant del cual soy asiduo comensal.
Mi galeno tuvo que bajar a recibir el pedido porque a pesar de la inyección en la nalga y la otra "inyección" más profunda mi pienra estaba medio adormilada por el efecto de ese desinflamatorio que me impedía caminar o apoyarla en el piso sin temor a caerme.
Claudio trajo una bandeja y comimos en la cama con un buen vino tinto que le dije que trajese del placard del comedor.
Luego se ofreció para lavar los platos cosa que no acepté porque quería disfrutar nuevamente con su verga y con su culo que aun no había tenido el placer de conocer y clavarle mi "puñal" tan profundamente como él me había hecho con el suyo.
Como no pude apoyar la rodilla en la cama para penetrarlo con sus piernas en mis hombros tuvimos que adoptar la posición de jinete donde él me cabalgó por un buen rato hasta que con su mano apunto su pija directamente hacia mi cara, inmediatamente apareció por el agujero uretral un chorro pequeño de semen siendo lanzado hasta mis tetillas y Claudio se apresuró a chupármelas para saborear su esperma al mismo tiempo que mi verga aumentaba sus movimentos en el interior de su orto hasta que se derramó dentro del condón que estaba enterrado en su profundidades.
Dormimos muy agotados hasta que la alarma de su celular nos despertó anunciando que tenía que levantarse para comenzar su jornada de labor.
Claudio al despedirse me dijo que no vendría por tres días y que si no cumplía su orden de hacerme las radiografías no lo vería más.
No fue por volverlo a ver que fui a la mutualista sino porque no podía seguir soportando todas las molestias que me ocasionaba la inflamación de la rodilla.
En esos tres días me llamó varias veces pero al terminar el plazo fijado de los tres días volvió, miró las radiogrfías y dictaminó la misma sentencia que el traumatólogo que me había visto en la mutualista, había que operar y limpiar toda esa zona de elementos extraños.
Claudio me visitó varias veces antes de mi operación en las cuales gozamos otras tantas veces de todos lo placeres que conocíamos, tanto anales, orales o manuales en los que su verga disfrutó de muchas de la pajas que me había enseñado a hacer Ulises aquel amigo de mi padre que en mi adolescencia me había sorprendido en el baño de su casa con él que aprendí varias técnicas que no es el momento oportuno para reiterar.
Por desgracia unos diez días antes de mi operación Claudio vino a despedirse porque se le había terminado en contrato de trabajo en esa mutualista y como no se lo renovaron se iba a trabajar a la ciudad de Salto donde le pagaban más y tenía un lugar fijo para atender a los paciente sin tener que ir a domicilio.
Me propuso que lo acompañase y me fuese a vivir con él a Salto pero como ya no estoy en edad de correr tras de un amante ocasional que tal vez pudiese convertirse en fijo le dije que no, pero que alguna vez iría a visitarlo para gozar de él y con él como lo habíamos hecho en este mes en el cual había durado nuestro affaire.
Recibí varios llamados suyos desde Salto después de operado y su promesa de que cuando viniese a Montevideo me visitaría pero en mi convalescencia tuve que recurrir a otros para vaciar mis vesiículas seminales, como al enfermero Coco, a Nahuel-Bibélico y hasta Ignasz (el policía bisexual) que me cayó de sorpresa repitiendo sus placenteros agasajos a mi pija, la cual no se queja de haber disfrutado con todo ellos.
OMAR
Como siempre espero comentarios en: omarkiwi@yahoo.com