El médico, algo inesperado
Un doctor en un tiempo libre en su consulta conoce a un joven que le abre las puertas del placer homosexual.
Sucedió en febrero de 1996. Soy médico. Tenía 43 años. Generalmente ando lleno de trabajo... Una mañana, cerca del medio día, aproveché que no vino un paciente y me dirigí caminando al Correo que quedaba cerca de mi consultorio y, en el transcurso, un joven me coqueteó descaradamente con la mirada y su sensual sonrisa... sus carnosos labios generaron en mí una serie de síntomas físicos y emocionales al tiempo que el muchacho pasó rozándome el peludo brazo...
Esto me hizo volver la mirada hacia atrás y él se insinuó una vez más suplicándome con la mirada... El corazón me latía fuertemente, nunca antes había tenido yo este sentimiento y fuerte deseo "homo" hacia un joven... me sentí placenteramente confuso... y seguí caminado despacio, tuve que respirar profundamente para darme ánimos y volver la mirada hacia mis espaldas para clavar mis ojos en la mirada de aquél apuesto, tierno y viril muchacho.
No pude más y me quedé ahí, pegado en el piso, mirándolo al tiempo que el corazón iba a explotarme de excitada emoción, sin importarme que tenía ya el bulto durísimo entre mis piernas. Tengo sangre árabe y la verga es lo más notorio.
El joven se acercó a mí apresuradamente y me saludó tal como si se tratara de un viejo camarada. Correspondí animadamente a su saludo y noté que no dejaba de mirar los abundantes y ya canosos pelos que salían por la parte superior de mi camisa. Esto me excitó aún más...
Intercambiamos datos personales mientras que me acompañaba a recoger mis cartas del Correo. Luego, pidió acompañarme hasta mi consultorio y acepté. ¡Tenía yo casi una hora y media libre! y me pregunté qué podría pasar allá estando solos y en privado... Esta idea me puso a tope y sentí salir líquido lubricante expulsado desde la glándula de Cowper al exterior, mojándome la ropa interior.
Caminamos unas cuadras de conversación trivial, mientras que la "química" mutua crecía más y más...
Le fascinó mi consultorio alfombrado con varios almohadones que utilizo en el piso. Le pedí quitarse los zapatos, al tiempo que yo lo hacía conmigo. Nos sentamos frente a frente y, si bien no parábamos de hablar nerviosamente, nos devorábamos mutuamente con las miradas y repentinamente él, coquetamente, preguntó si yo tenía pelos en el pecho. Respondí levantándome la camisa hacia arriba y el muchacho, como si se tratara de un exquisito manjar se vino rápidamente a mí y me acarició suave y sensualmente el peludísimo pectoral... poco a poco fue bajando su caricia hacia mi bajo vientre y, ahogadamente le advertí que más abajo tenía más y muchos pelos que ver y acariciar.
Se sintió más seguro y desaseguró mi cinturón... y lentamente, por encima del pantalón me tocó la dura, larga y gruesa verga que sentía ya casi explotar de placer... El joven estaba casi perdido de lascivia y con los dientes me bajó el calzoncillo. Su gran asombro al ver mi regia verga me excitó al máximo... cerré los ojos y exploté en delirantes gemidos al tiempo que sus gruesos labios besaban el largo y grueso de mi viril instrumento...
Mis huevos, también enormes y poblados de casi blancos pelos, lo excitaron y los lamió con lujuria desbordante. Fogosamente se bebió mi abundante líquido lubricante que exageradamente salía de mi interior... por largo rato lamió y lamió mi exuberante glande y me dijo sensualmente que jamás había visto uno tan enorme, hermoso y jugoso ¡el reconocer esta verdad me puso a tope y apenas logré prolongar el momento de eyacular ¡llevaba diez días sin hacerlo!.. El lascivo muchacho mamó con sabia destreza mi verga ¡nunca antes permití que otro varón y menos un adolescente lo hiciera!¡fué totalmente una revelación!.
El joven mamaba y mamaba frenéticamente cambiando de ritmos.. ahh... ahhhh.. ¡¡ahhhhhh!! ¡¡¡ahhhhhh!!! mis primeros chorros regaron sobre su rostro y los siguiente se los bebió con gula y frenesí al tiempo que yo seguía gimiendo de un placer intenso ¡¡nunca antes experimentado!!.
Fui quedándome exhausto y quieto, acostado de espaldas sobre la alfombra, respirando a borbotones mientras que él seguía masturbándose con una mano y, con la otra, limpiaba mi semen de su cara para llevárselo a la boca hasta que no pudo más y se incorporó vaciando su abundante y blanquísimo semen sobre mi peludo pecho. Luego se acostó a mi lado y ambos entramos en somnolencia... Media hora más tarde, me despertó su suave lengua que acariciaba mi ya flácido pene. Después de un minuto se vistió y se fue.
Por la noche me asomó al finalizar de atender a mi último paciente. Estaba yo cansado, sin embargo su amplia sonrisa me animó. Pidió pasar y tras cerrar la puerta con seguro, me besó en plena boca, nuestras lenguas se entrelazaron con frenesí y, de pronto, sentí su experta caricia en el bulto ya crecido entre mis piernas mientras yo no dejaba de sobar sus redondas nalgas. Con susurros me pidió apoderarme de él: "penétrame... AAahhhh... penétrame, doctorcito, quiero tu gran verga dentro de mí... Dame tu leche.. ahhhh..."
Con destreza fue quitándome la ropa disfrutando prenda por prenda, una vez me tuvo desnudo chupó mis peludas tetillas y, bajando hacia mi vientre con su lasciva lengua despertó en mí sensaciones nunca antes experimentadas.. Introdujo su nariz en mi abundante mata de pelos púbicos, oliendo, lamiendo y se tragó me verga.. ahhhh... ahhhh... ahhh... me pidió levantar una pierna y jugando con mis grandes huevos, los lamió y los fue tragando uno por uno.. Finalmente, me lamió el culo, ¡¡¡éste se puso a tope!!!... sentí por vez primera un placer indescriptible.
Con mis líquidos lubricó su dedo y lo fue introduciendo muy lentamente en mi caliente canal, al mismo tiempo que mamaba con suavidad mi verga... Ahhhh... Ahhhh... "Así, muchacho... asíiiiii... Ahhhh..." Por varios minutos estuvo haciéndome delirar de placer mientras él se masturbaba con frenesí.. ¡¡¡Ahhhhhh!!! Casi al tiempo eyaculamos con grandes espasmos de placer tragándose todo mi semen...
En días posteriores me hizo cinco visitas más con excitantes experiencias hasta que nunca más supe de él.
Desde entonces, miré de muy diferente modo a algunos pacientes gay's que vienen a mi consulta. La experiencia me humanizó más y cambié positivamente en mi actitud frente a la homosexualidad.
ALBERTO, alpaz48@hotmail.com