El mecánico me domina (Cap. II)

Betsy fue dominada, sometida y humillada pero no puede dejar de pensar en Tadeo y sus nalgadas.

La joven manejó el auto de lujo hasta el edificio donde vivía su jefe, entregó el automóvil al jefe de seguridad del complejo y fue él mismo quien llevó a Betsy hasta la puerta del edificio de su departamento.

Al entrar en su casa la chica estaba entre aturdida y triste. Dejó sus articulos personales donde siempre; tomó un vaso con agua en la pequeña cocina como todos los días; entró en su alcoba y se desvistió para tomar un baño como en cada ocasión que terminaba su jornada laboral y justo cuando las primeras gotas de agua fresca tocaron su cabeza, apoyó su mano derecha en la pared de la regadera y con su mano izquierda comenzó a tocarse los labios de la concha como loca.

Mientras sentía los bellos vaginales que ya crecían de nuevo desde su última depilación recordaba la mano firme de Tadeo quien le azotaba las nalgas con un ritmo preciso. Apareció la imagen de aquel hombre de tez morena clara y ojos negros y un suspiro profundo se apoderó de su boca mientras 2 dedos de su mano izquierda se metian en su vagina hasta el fondo. Comenzó un mete-saca brutal como si tratara de llegar al climax lo antes posible para olvidar que un extraño la había humillado y no opuso resistencia; su concha no solo estaba mojada por la regadera sino que ahora escurría jugos tibios de adentro hacia afuera del cuerpo y los gemidos cada vez más fuertes atestiguaron el orgasmo más fuerte de Betsy hasta el momento. Solo un pensamiento la comenzó a atormentar después del orgasmo en la regadera: Quiero volver a verlo.

Terminó de bañarse y cenó de manera rápida solo para acostarse en su recámara y meter su mano debajo del pijama para masturbarse y estimular su clitoris pensando en las nalgadas. Le dolían un poco las nalgas pero eso no evitó que se acostara boca abajo y parara el culo al aire. Mientras que con una mano seguía frotándose la concha, con la otra se daba nalgadas lo más fuerte que podía. En su cerebro se repetía lo mismo una y otra vez: Me he portado mal. Debo ser castigada. Perdón Señor...

Tres orgasmos: uno en la regadera y dos en la cama y aun sigo caliente, humeda y con ganas de estar entre los brazos del mecánico que recien conocí. ¿Cómo es posible que un extraño que nisiquiera es mi tipo de hombre me ponga tan caliente? Fue tan firme, tan amable, tan caballeroso y me enseñó una lección... corrigió mis malas acciones... Pensaba Betsy ya desnuda debido al intenso calor de su entrepierna y porque había mojado con sus jugos el short del pijama.

A la mañana siguiente, tras haber dormido poco y pensado mucho en Tadeo se preparó temprano, avisó a la oficina que tenía unas diligencias que hacer y que para compensar su ausencia trabajaría por la tarde (privilegio que tenían en su departamento) Pasó por una cafetería conocida a nivel mundial y llevó café y bocadillos para todos los empleados de la agencia automotriz.

Betsy fue directo a Rosita de manera torpe debido a los contenedores con los vasos con cafe y las bolsas con galletas. La agente de ventas vio a la jovencita vestida con falda ajustada hasta las rodillas, blusa ejecutiva de color blanco y zapatillas de tacón abrir la elegante puerta a los tumbos e hizo una cara de fastidio para luego prepararse para atenderla lo mejor posible.

-- Buen día Srita Rosa.

-- Buen día Srita, bienvenida a la agencia. En qué le puedo ayudar? -- dijo Rosita con una sonrisa fingida pero muy profesional.

-- Mi nombre es Betsy y estoy aqui para disculparme con usted y con sus compañeros por mi horrible forma de comportarme ayer -- Betsy estaba muy arrepentida y se le llenaron los ojos de lágrimas al hablar-- les ofresco café y galletas como disculpa.

-- Señorita, no debió molestarse! Con una disculpa hubiera bastado -- respondió con un semblante relajado y empático con la jovencita al ver la sinceridad en sus ojos.

Rosita la ayudó con las bolsas y las puso detras de su escritorio cambiando su actitud de golpe y aceptando la docilidad de Betsy.

-- El coche que traje a servicio es de mi jefe y fui una estupida fingir que era una millonaria, yo no soy así.

-- Querida, con un auto tan costoso tenemos muy clara la información del cliente y de sus citas para servicio. Tu jefe nos llamó para avisarnos que él no vendría sino su asistente -- le contó Rosita sonriendo.

-- Soy una estúpida! Espero me perdone.

-- Tranquila niña! Ya tenemos confianza y si, fuiste una estúpida, pero si no hubiese llamado el Sr. Hallaway si hubiese creido que eras una hija de papy millonaria y malcriada, eres bellísima y tienes un porte muy elegante! Ya quisiera yo lucir una falda como esta y una cinturita como la tuya Betsy. Por cierto, dime Rosita -- la hizo sonreir mientras provaba el café caliente.

-- Rosita... podría llevarle el café personalmente al jefe de mecanicos? Fui muy descortés con él ayer.

-- Tadeo?? Él salió a probar un conche con un cliente, no debe de tardar. ¿Gustas esperarlo en su oficina?

-- Si, por favor -- esas palabras le trajeron el recuerdo de aquella oficina donde fue sometida y nalgueada por el mecánico exitándola automáticamente.

-- Listo Betsy, aqui puedes esperarlo. Yo le enviaré un mensaje para que se apresure a atenderte -- le dijo su nueva amiga después de guiarla hasta la oficina del mecánico en jefe.

Betsy vio las sillas y sonrió mientras agradecía y se disculpaba de nuevo con Rosita quien le hizo un gesto amable dejando claro que la disculpa era aceptada y no había problema. Pudo sentarse en un cómodo sillón en una pequeña estancia a un costado del escritorio de Tadeo pero ella quiso usar la silla donde la tarde anterior se acostó sobre las piernas de un extraño y éste azotó sus nalgas hasta dejarlas rojas. La chica esperó nerviosa al hombre sin saber cómo insinuarse para tener contacto fisico con él, en este punto un simple apretón de manos hubiera derretido la vagina de Betsy. Pasaron 30 minutos y el corazón de la jovencita casi estalla cuando se abrió la puerta a sus espaldas.

-- Señorita! Buen día! -- saludó el hombre muy contento y animado.

-- Buen día Señor Tadeo, disculpe mi atrevimiento pero Rosita me ofreció esperarlo aquí -- saludó nerviosa y viendo al suelo.

-- Rosita? Hicieron las pases? -- preguntó mientras dejaba un cuaderno en el escritorio y se sentaba.

-- Si, por eso estoy aqui, para disculparme con todos y les traje café como usted lo sugirió.

-- Me parece muy bien! Sientese por favor. Es bueno que me esperara aquí, si hubiese esperado en el taller hubiera distraido usted a todos los chicos con esa falda! Se ve usted hermosa, con todo respeto -- le dijo contento.

La joven se sentó y no pudo decir nada ante el alago del mecánico, solo se ruborizó y bajó la mirada. Aunque siempre había sido amable y respetuoso, aquel día Tadeo se mostraba más relajado y de buen humor, algo que Betsy notó.

-- Le traje café y una galleta.

-- El café tiene azucar?

-- Si.

-- Disculpe que no lo acepte pero soy Diabético Señorita -- dijo seria pero tiernamente a la vez.

-- Perdón Señor... yo no... asumí que un hombre joven... no quise...

-- Jajajajaja tranquila, tranquila, es una broma! -- interrumpió la incomodidad de la joven con una carcajada.

-- Jejeje me engañó -- respondió aliviada Betsy ante la broma.

-- Relájate Betsy, ya te di tu castigo ayer, te disculpaste con los demás y todo esta bien. Ahora dime, te exitaste ayer que te azoté?

Esa pregunta volvió a ruborizar a la joven y la sacó totalmente de balance. Ella quería abrazarlo y besarlo pero nunca imaginó que todo sería tan frontal. No supo qué decir, solo bajó la mirada.

-- Ayer azoté tus bellas nalgas con mis manos sin siquiera conocerte y me lo permitiste, aceptaste tu castigo de un extraño y además me obedeciste con lo del café y las disculpas. Mirame a los ojos cuando te hablo por favor -- dijo endureciendo la voz.

-- Si Señor, perdón-- respondió Betsy automaticamente levantando la cabeza hacia Tadeo.

-- Cuando decidí darte una lección había 2 situaciones que esperaba: número uno, un bofetón, insultos y tal vez una denuncia hacia mi. Y número dos: que sumisamente acetaras que te toqueteara el culo. Pero no solo aceptaste sino que estas aquí de nuevo, eso me dice varias cosas más: te gustó la situación, te gusté yo o que estas muy arrepentida de maltratarnos y quieres disculparte, cualquiera que sea la razón puedo concluir que eres una sumisa. Ahora dime, ¿Te exitaste?

-- Sssi -- respondió titubeante.

-- Si, qué?

-- Si me exité Señor -- respondió instintivamente.

-- Bien, ahora voy a hacer un experimento final contigo. Quiero que sepas que eres libre de hacer lo que tu quieras, cualquier cosa que desees hacer esta bien, entendido? -- le explicó Tadeo mientras se levantaba y caminaba hacia el centro de la habitación, justo donde la azotó el día anterior.

-- Si Señor.

-- Ven aqui frente a mi y ponte de rodillas -- dijo serio y sin voltear a verla.

Betsy tardó unos segundos en procesar lo que había escuchado. Estaba nerviosa y exitada, con su corazón latiendo rápido y su vulva húmeda siguiéndole el ritmo. Su mente sabía que era demasiado pero su concha y corazón querían besar a aquel hombre. Lo más seguro es que quiera que se la chupe se decía a si misma. Eso querías anoche en la regadera se repetía. Ponte ahí y dale la mejor mamada de su vida se gritó en un momento.

Con el corazón a punto de reventar se levantó y se paró frente a él, lo vió a los ojos y se preparó para arrodillarse.

-- Sube un poco tu falda, así será más facil -- dijo complacido el hombre. Así lo hizo y se arrodilló -- Bien, ahora separa un poco tus rodillas y pon las manos atras, quiero que tu espalda este recta y firme y tu mirada al frente. Saldré a dejar unos documentos a mis mecánicos y regreso en un rato, si alguien entra buscándome solo dile: Mi Amo regresa pronto. Entendido?

-- Si Señor, entendido -- respondió totalmente exitada, nerviosa y con morbo por saber si alguien entraba.

Tadeo salió con la libreta en la mano y la chica guardó la posición con los nervios de punta viendo hacia la puerta. Me humillaré por él, seré obediente, seré buena, se repetía la chica mientras empapaba sus bragas sin siquiera mover un músculo. Después venían pensamientos de arrepentimiento y pensaba en salir de ahí pero al abrirse la puerta cuando el mecánico regresó ella estaba ahí, entregada, arrodillada y buscando a toda costa agradar a Tadeo.

-- Pero que bonita imagen! Nadie entró??

-- No Señor, nadie entró por suerte -- sonrió nerviosamente.

-- Cómo te sentiste ahí?

-- Muy emocionada, nerviosa, con mucha adrenalina supongo.

-- Te gustó sentir eso?

-- Mucho...

-- Mucho, qué?

-- Mucho Señor.

-- Perfecto! Así está mejor, serás una buena mascota para mí -- le dijo poniéndose frente a ella y levantándole la cara para verla directo a los ojos.

Tadeo le ayudó a levantarse y él mismo le acomodó la falda y la blusa cuidadosamente tocándole un poco las nalgas, la cadera, las piernas y el busto sin que Betsy tuviera que hacer nada. El toqueteo desinteresado y nada sexual del hombre puso más caliente a la jovencita, aunado al perfume que percibió del jefe de mecánicos debido a su cercanía.

-- Ahora mismo tengo bastante trabajo Betsy y no dudo que tú también así que te acompaño a tu auto y te invito a tomar un café por la tarde.

-- Hoy no puedo, trabajo por la tarde Señor.

-- Cena entonces? Yo paso por ti a tu oficina, además no necesitas arreglarte ya que luces hermosa -- le propuso ya en la calle rumbo al auto de ella.

-- Me parece bien, dame tu número y te mando mi ubicación. Te puedo preguntar algo? -- le dijo mientras los 2 buscaban sus smartphones.

-- Claro!

-- Por qué no me follaste o me hiciste mamarte el pene? Sabes que me tienes mojada y dispuesta desde que llegué... -- Le cuestionó la chica totalmente nerviosa y armada de valor al decir algo tan personal y directo.

-- Lo sé Betsy, pero aquí se hace todo cuando y como yo quiero, entendido? Sin saberlo eres mi mascota y harás lo que yo quiera, aunque te resistas terminarás obedeciéndome. Eres hermosa y me exitas mucho, pero yo mando.

-- Su mascota? No entiendo...

-- Es fácil, eres una sumisa por naturaleza y harás lo que yo mandé, por qué tú naturaleza te hace exitarte ante las humillaciones y ante mi autoridad.

-- Estoy exitada desde ayer que me castigó, puede follarme como guste y yo lo permitiría sin titubear.

-- Lo sé, pero...

-- Aquí usted manda -- Completó la frase Betsy sonriendo.

-- Comprendes mascota? Te daré una muestra... Tu labial se ve hermoso, es un color claro y discreto pero se nota que lo aplicaste con cuidado; pero mis botas de trabajo están sucias y maltratadas por el uso, estamos?

-- Si, comprendo Señor-- respondió Betsy un tanto desconcertada.

-- Ok, antes de irnos, arrodíllate y con las manos detrás de la espalda dale un cariñoso beso a cada una de mis botas.

Tadeo la veía a los ojos sonriendo mientras que la chica bajó la mirada hacia los zapatos del hombre que tenía a menos de un metro de distancia. Después de unos segundos ella lentamente se volvió a subir la falda ajustada hasta la mitad de sus torneados muslos y se arrodilló ante su Amo, le dedicó una mirada y una sonrisa mientras pasaba sus manos por detrás de su espalda. Se inclinó ante el calzado y besó la punta del izquierdo y casi perdiendo el equilibrio besó el derecho con ternura para luego levantarse .

-- Ahora comprendes? Sacrificaste tus impecables labios y te humillaste para darme gusto, eres mi mascota.

-- Si, lo soy y estoy más exitada, no lo puedo creer -- dijo sonriendo.

-- Creeme, apenas empiezas. Pasa a esa puerta que es el baño para que te arregles y acompañarte a tu auto.

La chica se retocó el labial, se acomodó la ropa y se percató de las bragas empapadas que tenía puestas mientras sonreía ante aquella nueva, rara, exitante y morbosa situación. Salió del baño para encontrar al jefe de mecánicos esperando para escoltarla hasta la puerta de su auto. Se despidieron con la cita agendada para ésa misma noche.

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Continúa.