El mecánico de papá
Un encuentro inesperado que acorta lo que de otro modo abría sido una larga espera.
Había ido con mi padre al taller porque el coche necesitaba unas reparaciones, mi padre tenia que hacer unas gestiones y yo decidí quedarme en el taller hasta que volviese a recoger el coche.
Me quedé a un lado leyendo mientras el chico miraba dentro del capó del coche, no se me escapó que estaba muy bueno y como hacía mucho calor trabajaba sin camisa con el torso manchado de aceite y oliendo a sudor, empecé a imaginar como sería si me empujase contra las máquinas de refresco que había al fondo, hummm...
Una voz me sacó de mi ensoñación, el mecánico me estaba pidiendo que le sacase una lata de refresco de la máquina con las llaves que había en la mesa del despacho.
-Coge otra para ti, si te apetece.
-Vale.
Le acerqué el refresco y el se apoyó contra el coche mirando hacia mí. Al beber se le escurría líquido por la barbilla, -hay que ver en las estupideces que me fijo cuando estoy cachondo-.
-¿En que curso estás?
-En 1º de Bachiller.
-Ya eres lo bastante mayor.
Se secó con la mano el resto de refresco que le había goteado en el pecho y su mano descendió hasta su paquete. No dijo la típica frase precoito tipo:"¿Quieres conocer a mi amiguito?"-Personalmente es de la clase de cosas que me dicen-. Solo dijo que le acompañase al despacho, yo obedecí me levante y le seguí hasta allí. Él cerró la puerta y me dijo que me sentara se puso frente a mí y se bajo los pantalones dejando ver sus ceñidos bóxer negros. No hizo falta que me dijera lo que debía hacer, alargué la mano y acaricié el bulto palpitante. Lo besé y lamí a través de la tela hasta que pugnó por liberarse y lo saque de su encierro, fue cuando admiré el gran falo que tenía el mecánico.
Rodeé su cabeza con mi lengua y fui descendiendo hasta la base del pene, me metí, primero uno y luego otro, sus testículos en mi boca. Yo oía sus gemidos de placer y eso me excitó. Tuve problemas con el tamaño de su miembro y me fue difícil meterme entera su polla, pero por lo visto tengo la garganta bastante profunda y ancha porque, cuando él decidió que ya había esperado suficiente para que yo me tragase su polla, me sujetó del pelo e introdujo el resto de su polla a la fuerza. Prosiguió con el mete y saca mientras me acariciaba el pelo y los hombros.
Me hizo levantarme y me desnudó, comenzó a besarme el cuello mientras me agarraba la polla y con la otra mano intentaba meterme un dedo impregnado con su saliva por el culo, ahora el que gemía era yo. Estuvo un buen rato metiendo y sacando su dedo de mi culo y pronto no fue uno solo, sino que también empezó a meterme más dedos hasta que pensé que ya no se ensancharía más. Me dio la vuelta y fue entonces cuando me planté si aquella verga enorme entraría sin tener que partirme en dos, y llegué a la conclusión de que no.
-No me la metas, por favor no creo que quepa, si quieres te la sigo chupando y te corres y ya está en serio.
Él se rió.
-No creo que sea para tanto, no te voy a destrozar.
-No quiero seguir, no voy a poder.
- Vas a terminar lo que empezaste y ahora si que haré que te duela.
Me agarró con fuerza y me obligó a inclinarme, me introdujo su glande, y me dijo:
-¿A que no es tan difícil?
A continuación me introdujo de golpe el resto de su verga y la metió y sacó hasta que dejé de llorar y las acometidas en lugar de dolor me provocaban placer, poco a poco mis gritos se transformaron en gemidos y disfruté de la gran masa de carne que me entraba por el culo. En un momento dado el paró y me pasó su lengua por mi culo, fue algo exquisito notar como aquel semental-violador me proporcionaba placer de una forma tan íntima. Luego me dio la vuelta y apoyó mis piernas en sus hombros, veía el sudor formaba perlas en su torso y se deslizaba hacia su ombligo, desprendía un intenso olor a macho, me embestía y cada vez que lo hacía aumentaban el ritmo y la fuerza. Se inclinó sobre mí y me agarró del cuello a la vez que me decía:
-Me voy a correr dentro de ti. Te voy a llenar de leche el culito.
Noté los espasmos de su pene dentro de mí a la vez que una corriente calida y abrasadora me llenaba por dentro, él siguió empujando hasta de su verga perdió rigidez y ya no pudo seguir. Quedó tendido sobre mí y me dijo que lo había hecho muy bien y que tendríamos otras oportunidades para repetirlo, se apartó un poco y comenzó a besarme el cuello y el pecho a la vez que me pajeaba, yo entreabrí un poco las piernas y noté como su esencia cálida chorreaba de mi ano. Él intensificó la paja y la acompañó de una mamada y un masajeo con sus dedos en mi culo. Cuando me corrí él puso su boca y absorbió hasta la última gota que luego compartió conmigo en un beso intenso. Desde entonces cada vez que vuelvo de clase paso por delante del taller, aunque eso me supone un rodeo, y si no hay clientes entro y pasamos un buen rato David y yo, que es así como se llama el mecánico de papá.
FIN