El mecánico

El coche se avería y acaba en el lugar idóneo para Julio. (Historia corta)

Hola a todos, mi nombre es Julio, tengo 25 años, me dedico al mundo de la moda desde hace algunos cuantos años. Intento abrirme paso en ese mundillo tan complicado a veces, donde hay muchas envidias y gente mala. Pero bueno, eso es otra historia, lo que les vengo a contar me sucedió hará una semana.

Vivo en una gran ciudad de España, hace tiempo que me fui de casa de mis padres para vivir solo y no depender de nadie. Casi todos los días me los paso de un lado para otro, entre sesiones de fotos y tiendas. Eso supone que estoy gran parte del tiempo en coche desplazándome de un lado a otro de la ciudad. Por desgracia aún no me da para un coche nuevo, todavía conservo el primer coche de segunda mano que me regalaron mis padres cuando me saqué el carnet de conducir. Un Citroën Saxo del año 2000, todo un clásico.

Esa mañana lo cogí como todos los días, evidentemente lo dejaba siempre en la calle, no hay para garaje. Al principio le costó arrancar, nada nuevo para mí, pero arrancó. El problema llegó al cabo de un rato cuando circulaba hasta mi destino, el coche empezó a perder fuerza hasta que se paró en mitad de la carretera.

Llamé a mi padre para ver que podía hacer, lo reconozco, no soy dado a la mecánica, por eso mi padre pasó de darme indicaciones y directamente me dijo que llamara a la grúa. Así hice, al cabo de veinte minutos el gruista llegó hasta donde estaba, revisó el coche y me dijo que el problema era del alternador o algo así. Me aconsejó llevarlo a un taller cercano para que me lo solucionaran en la misma mañana. Montó el coche en la grúa y yo con él en la cabina y me condujo hasta el taller en un polígono cercano.

  • Compruebo unas cosas, pido el material y en unas dos horas lo tengo listo. – me decía el dueño del taller. – Puedes esperar en la oficina si quieres.

  • No te preocupes, espero fuera, voy a hacer unas llamadas. – le contesté mientras acababa el papeleo con el gruista.

Talleres Jairo podía leer en el rótulo de la fachada, y supuse que Jairo sería el hombre que me atendió. Un chaval de unos treinta y tantos años. Solo estaba él en el taller, un taller muy cutre, lleno de suciedad y muy oscuro. Y Jairo, no iba a desentonar con el ambiente, llevaba un mono típico de mecánico lleno de manchas, con las mangas cortadas a la altura de los hombros dejando ver sus brazos llenos de vello y grasa negra.  El hombre se veía muy reservado, de mirada intimidante. Tenía aspecto de gitano o algo así, piel oscurita y melena recogida en una cola y barba espesa. Siempre he tenido predilección por los hombres varoniles, y este tenía su punto.

  • Ya he pedido la pieza, en un rato me la traen. – me decía Jairo, limpiándose el sudor de la frente.

No pude evitar analizarlo detenidamente mientras me hablaba, me sacaba una cabeza de alto, mucho más robusto que yo, se veía fuerte, se le notaba el esfuerzo de su trabajo. La cremallera de la pechera la tenía algo bajada dejando ver una fuerte mata de vello negro en su pecho. Y por supuesto un bulto considerable en su entrepierna, lo suficiente para que mi imaginación se recreara en él.

Yo volvía salir a la calle, menos mal que tenía la distracción de mi inseparable móvil. Miraba instagran, contestaba algunos WhatsApp, llamaba a mis compañeros y por supuesto atendía a mis seguidores de Grindr, concretamente a mi último ligue. Un cincuentón casado que la noche anterior me dio una follada de película.

  • Nena, papi se ha quedado con ganas de más, quiero repetir. – me decía por Grindr el cincuentón.

  • Mi culito también está hambriento de polla cariño. – le contestaba, adjuntándole alguna fotito de mi culo que tenía en el archivo.

Me considero un chico atractivo, algo afeminado si me sale mucha pluma, de piel clara y suave, depilado de arriba abajo. Castaño de pelo, algo rizado, ojos cafés y labios carnosos. Siempre suelo ir con ropa ajustada, me gusta marcar cadera y glúteos. Ese día llevaba unos jeans pitillo por encima de los tobillos y camisa de mangas cortas.

El tiempo pasaba y me empezaba a desesperar, la pieza hacía un rato que había llegado pero el mecánico seguía allí trabajando en mi coche. Yo ya había agotado todos mis pasatiempos y me empezaba a entrar la prisa por tener mi coche y volver a la normalidad. Deambulaba por el polígono dándole vueltas al taller. Me disponía a entrar y ver que le faltaba cuando me topé con aquella estampa… ohh cielos. Me quedé en la puerta observando sin hacer ruido, junto a mi coche estaba Jairo de pie, en una de sus manos llevaba una prenda mía que se llevaba a la cara y la olía, y con la otra mano se sobaba el paquete enérgicamente.

Me vino a la mente porqué tenía esa prenda mía, mi tanga negro de encajes, me lo había puesto la noche anterior a petición del hombre con el que quedé. Habíamos follado en mi coche y se me debió quedar allí. Creía que se lo había quedado el cincuentón como recuerdo mío, pero estaba claro que no.

El mecánico no paraba de restregárselo por la cara y esnifarlo como si de una droga se tratara. Aquello le estaba poniendo a mil, su paquete era toda una tienda de campaña. Y a mí me estaba dando un morbo increíble.

  • ¡Oiga! ¿Se puede saber qué hace con eso? – le recriminé para ver como actuaba.

  • Per..dona.. yo no..no sabía.. lo encontré ahí tirado. – tirando de nuevo el tanga a la parte de atrás del coche.

  • Es usted un cerdo, vaya pervertido. – recogiendo el tanga y guardándomelo en el bolsillo.

  • Perdona tío, no se lo digas a tu parienta. – me decía avergonzado.

  • ¿Qué parienta? El tanga es mío. – le aclaraba.

  • ¿Tuyo? Puaaff que asco colegaa… si eso es ropa de tía. – me recriminaba con cara de asco.

  • Y de tíos también, pero vaya que no te tengo que dar explicaciones. – no quería discutir.

  • Joder, y yo me lo he pasado por la cara, ¡y me olía a coñito! – me recriminaba ahora él.

  • Eso te pasa por coger lo que no es tuyo…pero vaya, que se te ha puesto dura como un poste. – señalándole su bulto.

  • Puuff tío es que la Mari hace tiempo que no me da lo mío, y estoy que reviento. – se lamentaba.

  • Pues siento no poderte ayudar, no tengo coñito. – otro hetero que se me escapaba, o no. – Aunque si me lo ves puesto seguro que cambias de opinión.

  • ¡Qué dices chaval! A mí me van las pibas. – separándose de mí.

  • Tu mismo, pero vaya, que puedo hacer que te corras en dos segundos con este culo. – me giraba enseñándole mi culo.

Hubo un instante de silencio, podía notar como su respiración se agitaba y su polla seguía dura como una piedra sin quitarme ojo de encima.

  • Ok, desnúdate y ponte el tanga. – caminando hasta la puerta del taller, sacando un cartel que decía vuelvo en 15 minutos y cerrando la puerta.

Me apuré en desvestirme y colocarme el tanguita, es cierto que me quedaba de lujo, me realza mis nalgas y de espaldas cualquiera me confundiría con una chica. Me apoyé en el coche sacando trasero para que me viera bien. Él se acercaba sin quitarme ojo, relamiéndose.

  • ¿Te gusta? – le preguntaba contoneándome.

  • Cabrón vaya culazo. – mordiéndose los labios y agarrando fuerte su bulto.

  • Toca, toca, que no muerde. – acercándome a él.

Posó una de sus manos en mi nalga y empezó a magrearme. Le cogí la otra mano y se la puse me la puse en el otro lado, ahora me estrujaba el culo a dos manos, mordiéndose los labios.

  • Por tu expresión diría que te está gustando mucho ¿no? – dejándome sobar por el mecánico.

  • La ostia tío, vaya culamen. – agarrándome fuerte, casi metido sus dedos debajo de la tira del tanga.

  • Sácatela, que te va a reventar ahí, o te la saco yo. - intentando echarle mano, pero se retiró asustado.

  • Quita tío, que no me va el rollo marica. – separándose de mi sin quitarle ojo a mi culo.

  • Déjame que yo te haga la paja, no va a pasar nada por eso. – me volvía acercar a él estirando mi mano.

  • Maricón es que mira cómo me ha puesto tu culo. – agarrándose todo el contorno de su rabo en el mono.

Lo tenía acorralada contra el banco de trabajo, le cogí todo el bulto masajeándoselo. No decía nada, solo resoplaba. Estaba que iba reventar de lo duro que la tenía. Con una mano le masajeaba la polla y con la otra le bajaba la cremallera del mono. Él se apoyó en el banco sin quitarme ojo, receloso, pero dejándose. Le descubrí el pecho, bastante fuerte y poblado de vello negruzco. Llegué hasta el final de la cremallera, se veía el elástico de los calzoncillos, típicos calzoncillos baratos de cuadritos. Le solté el paquete y empecé a acariciarlo desde el ombligo metiendo mis dedos por debajo del slip. Lo primero que noté fue una espesa mata de vello y a continuación su tronco duro.

  • Uuuff ¿Cómo la tienes no? – abarcando su grosor con mis dedos y tirando hacía arriba para sacarla.

  • ¿Qué me haces marica? ...no pares ahora. – relajándose sobre el banco mirándome.

Le saqué la polla dura por encima del slip y entre la cremallera del mono, sin ni siquiera bajárselo. Sobre una frondosa mata de vello salía un pedazo de carne colgón, de esas pollas que del peso no se quedan tiesas. Con el capullo cubierto y de un color muy moreno como el resto de piel. No pude contener mi admiración por ese pedazo tronco. Empecé a mover mi mano arriba y abajo, tirando de su piel para abajo descubriendo su glande empapado. Desprendía olor a macho, a lefa y pis. Y eso me puso a tope. Movía mi mano más enérgicamente en su rabo mientras él jadeaba y perdía la vista hacia arriba.

  • ¿No te gusta como lo hago? – moviendo mi mano más despacio y buscando con la otra mano sus huevos.

  • Oohh jo..drer… - al sentir mi mano estrujar sus huevos.

  • Eso es que sí. – volviendo a mover mi mano rápido y jugando con sus pelotas.

  • Que puto vicioso eres chaval. – entre jadeos y suspiros.

  • No lo sabes tú bien, si me dejaras comértela te enterarías de verdad. – sacándole la lengua mirando su rabote.

  • Puuff tío me tienes mu malo, haz conmigo lo que quieras. – echándole mano a mi culo, apretándome fuerte.

Me agaché frente a él sacando culo, de manera que pudiese vérmelo mientras le mamaba la polla. Me la acerqué a la cara y un fuerte aroma a macho me inundó. De su puntita varias gotas de precum salían, gotas que me apresuré a recoger con mi lengua y saborear. Abrí la boca todo lo que pude y me fui metiendo ese pedazo de mástil. Mis labios acariciaban el basto pellejo de Jairo. Me limité a darle lametones al tronco a la vez que lo pajeaba con una mano del resto.

  • Buuff chaval, que bien la comes, ohh sigue sigue. – gimiendo, mirándome desde arriba viendo su polla gorda entrar y salir de mi boca.

  • ¿A que la Mari no te hace esto? – dejando su capullo en mis labios y jugando con mi lengua en él.

  • Que vaa, ojalá me la comiera así de bien. – agarrándome de la cabeza y empujándome contra su polla.

Le seguí comiendo la polla. Me la tragaba cada vez más, su capullo pasaba mi campanilla, no tenía problemas en tragarme pollones así y él flipaba cada vez que lo hacía. Me daba libertad para hacer con su rabo lo que quisiera. Era todo un manjar tener ese pedazo de carne para mi boquita hambrienta. Mientras yo seguía babeándole el pollote, Jairo se agachó sobre mí llevando sus manos a mi culo, me lo seguía magreando, pero sin llegar a más, todo lo más que hacía era tirarme del tanga para arriba.

  • ¿Quieres probar mi culito? Te va a encantar. – poniéndome de pie y dándome la vuelta, haciendo que su polla quedara entre mis cachetes.

  • Nunca me he follado uno, ni de mujer. – mientras dejaba que frotara mis nalgas contra él.

  • Yo te guío campeón. – cogiéndolo del rabo y caminado hasta el coche.

Saqué un bote de lubricante de la guantera mientras Jairo esperaba fuera pajeándose. Unté mis manos con algo de lubricante y embadurné su polla, me eché sobre el capó del coche con el culo en pompa y me puse también lubricante.

  • Acércate, pon tu polla aquí. – agarrando con una mano el hilo del tanga y con la otra abriéndome el cachete.

  • Se ve estrecho, te va a doler. – restregando su polla por mi culo.

  • Tranquilo, lo aguantaré. – moviendo mi culo contra él.

Puso una mano en mi cadera y con la otra guiaba su polla hasta mi ojal, lo fue empujando poco a poco, iba con suavidad. Yo aguantaba el dolor, menos mal que puse lubricante sino me destrozaba. Con su polla casi a mitad me cogió con las dos manos y siguió empujando. Con el tanga aún puesto la visión que Jairo tenía era espectacular.

  • Arrggg que culoo cabrón, esto es una maravilla. – gruñendo mientras empujaba su rabo. – y como me pone este tanguita de guarra que llevas.

Cuando me la encajó toda le dije que esperase que mi culo se acostumbrara a su tamaño. Y poco a poco empezó a mover su pelvis contra mi culo lampiño. Al principio iba flojito, por compasión o por novedad, pero llegó un punto que me iba a desmontar a pollazos.

  • Aaahhh tío, despacio, me destrozas cabrón. – gemía yo como una perra.

  • Tú tienes la culpa maricona, tú me has dejado follarte ahora te aguantas. – echando su cuerpo peluco sobre mí sin que me pudiera mover.

Que salvaje, aquel tipo rudo y tímido me estaba dando una de las mejores folladas que he vivido. Y era por su brusquedad y dureza me estaba haciendo gozar de lo lindo. Sentir ese cuerpo velludo y sudoroso oliendo a macho y gasolina era una pasada. Sus huevos rebotaban en mis nalgas como si me estuvieran azotando. Se agarraba al tanga como si fuera un salvavidas. Empujaba tanto que la podía sentir en mi estómago.

  • Mmmm que pasada chaval, esto si es un culoo, aaahhh siii como tragaaa, tomo polla putooo. - Damee, no pares, dame con todas tus ganas, fóllame, ¿te gusta más este o el de tu mujer? – moviendo mi culo en cada embestida para clavarme más su rabo gordo.

El mecánico me abrazó cruzando sus brazos sobre mi pecho poniéndome de pie y no me daba tregua, mi culito se había acostumbrado al grosor de su cipote y entraba y salía con facilidad. De vez en cuando me abría las nalgas para ver mi ojete dilatado como engullía su rabo.

  • Me sobra esto tío, espera. – sacándome la polla del culo mientras se quitaba el mono por completo.

Yo no podía esperar, y mientras se acaba de quitar la ropa y se quedaba tan solo con las botas de trabajo le mordía los pezones duros y me volví a poner de rodillas comiéndole su rabo lubricado.

  • Que tonta es tu mujer por no comerse esto todos los días. – lamiéndole el cipote de la punta a los huevos.

No me dio tiempo a más, me subió por los hombros y me volvió a colocar sobre el capó de mi coche. Curioso es que mi culo no era la primera vez que estaba en contacto con ese metal. Me levantó las piernas y me ensartó otra vez con su pollote gordo. Y otra vez un mete saca frenético.

  • Joo así no disfrutas de mi culo, espera. – sacándome la polla y tirando de Jairo.

Lo hice subirse en el asiento de atrás del coche y yo me subí encima de él. Me aparté otra vez el tanga y me dejé caer sobre su mástil. Ahora llevaba yo el ritmo, empecé a cabalgarlo como nunca, mi culazo rebotaba en sus piernas como el culo de una negra haciendo twerking y él lo supo aprovechar, me lo amasaba y azotaba a la vez. Incluso llegó a morderme y besarme el cuello de lo cachondo que estaba.

  • Uuff voy a reventar nene, ¡qué culo madre mía!, ¡qué delicia! – sintiendo mi culo bajar y subir a toda leche. – Salte que me corra en el suelo.

  • Jaja que te lo has creído, tú me preñas. – abriéndome las nalgas y dejándome caer más sobre su polla.

Me agarró fuerte del cuello y del culo y empezó a bombear rápido moviendo su cadera contra mí, los dos gemíamos sin parar, su gemido ronco y con gruñidos mientras mi gemido más de nena se mezclaban.

  • Orrgg sii sii vaya follada chaval, oohh sii casi estoy aarrhhh siiiiiiiiiiiiiiiiiiiii – dando dos o tres embestidas fuertes sobre mi culo.

  • Mummm siii vacíate en mí, dámelo todo cabrón, no le dejes nada a la guarra de tu parienta. -rebotaba más flojo sobre él sintiendo como me salía su lefa por el culo.

Acabó de correrse y se quedó recostado sobre el asiento recuperando el aliento, su sonrisa lo decía todo, y más cuando me puse bocabajo y empecé a lamerle la polla medio dura. Jairo aprovechaba mientras que yo acababa de limpiarle el nabo para jugar con sus dedos en mi culo abierto y manchado con su corrida.

Desde entonces mi coche goza de muy buena salud, a cambio yo me encargo de la puesta a punto del mecánico.


Como siempre se agracede los comentarios que me dejais. Todo aquel que quiera puede escribirme contándome sugerencias, mejoras o posibles ideas para futuros relatos. Aquí os dejo mi email nenexx023@gmail.com