Él me cambió mi vida V

No sé con exactitud, cuántas cuadras corrí y tampoco sé por cuánto tiempo lo hice... Yo solo seguía corriendo y no me importaba si la gente me miraba raro por ello.

V

…Eres mi amigo.

—Voy a matarte, David, ¡definitivamente voy a matarte, idiota! —grité corriendo tras él.

Las risas de Sara se escuchaban por toda la casa.

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Íbamos de camino a la parada. Sara con una enorme cara de felicidad (a mí como que le gusta ver que su hermano sufra); y yo por mi parte irradiaba felicidad, arrastrando por el cuello de la camisa a David, que venía gimoteando de espaldas, asustado.

—Hoy David se metió en problemas, hoy David se metió en problemas, ¡en muchos problemas...! —cantaba Sara felizmente, hasta daba brinquitos.

—¡Cállate, loca! —espetó David muy enojado y haciendo berrinche.

—Sara, querida, ¿nos puedes un poco atrás? Tengo que aclarar el asunto del baño con el idiota este —expliqué con una dulce sonrisa tan falsa como que la tierra es plana… Cosa que la alegró aún más. Cualquiera pensaría que era su cumple.

—Okis. Los dejo. David… Después me cuentas como te fue en tu pesadilla —pidió casi muerta de la risa, antes de irse.

Sip, definitivamente le gusta ver sufrir a su hermano.

Una vez que nos dejó a solas…

—¿Y bien, Cris?, ¿qué quieres decirme? —preguntó haciendo un puchero.

—Mande al carajos a Noel —dije directamente, sin anestesia.

Eso despabiló a David, que se soltó y se paró frente a mí, muy sorprendido.

—Espera, espera, ya va. Ven y echa el cuento como es —exigió muy ansioso.

Lebexpliqué con lujos de detalles lo que ocurrió cuando fuí a correr. David me observó asombrado y me tomó de los hombros.

—¿Es que no te das cuenta? —dijo muy ansioso.

—¿De qué cosa?, ¿de que Noel es un yandere en potencia? —Fruncí el ceño.

—¡Le dio celos el que andes conmigo! —me zarandeó levemente—. Él TIENE celos —enfatizó.

Lo observé unos segundos, confundido, antes de agitar mi cabeza. Creo que estaba malinterpretando lo que dije.

—¿Estás loco verdad? ¿Es una broma? David, el no paraba de decir la palabra “amigo”, todo el tiempo; así que no vengas a sembrarme esa duda. Ya lo hice, así que ya está —zanjé muy serio; no estaba para jueguitos.

—Cristóbal, analízalo, a ver: Te atacó; estaba enojado; te reclamaba por mí; se avergonzó cuando se lo hiciste notar; y, para lo más obvio, te dijo que eras importante para él —señaló lentamente; lanzando una mirada de: “O sea, ¿no captas?”.

Pero habían huecos en su argumento.

—Pero como amigo, David, ¡co-mo-a-mi-go! —recalqué molesto—. Y si en verdad sintiera algo por mí, entonces no se estaría dando besos, caricias, sonrisas tontas, cursilerías y esas cosas con Rita, SU novia. —Ya me estaba cansando su insistencia.

—Es para darte celos, Cris; él quiere llamar tu atención, pero no sabe cómo hacerlo exactamente ¡Tienes oportunidad con él!, ¿no lo ves? —indicó muy tozudo, muy positivista.

—Ay. Eres tan lindo y tan ingenuo, David. —Me compadecí de su cerebrito, dándole palmaditas en la cabeza. Él hacía pucheros por eso—. Claro, es que eres todo un genio; ahora todo tiene sentido, él me está dando celos y llamando mi atención, con la chica con quien sale de hace DOS AÑOS —le solté molesto, para luego suspirar pesadamente.

Pero ya da igual, ya el daño estaba hecho...

—Pero ya está, ya lo hice, así que no sigas por favor; ya corté la relación con Noel y no se diga más —Zanjé el asunto cuando llegamos a la parada.

Aunque se notaba que David no estaba satisfecho con ello, no contrarió mis palabras de nuevo, lo cual agradecí.

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Una vez en el liceo, me detuve un momento afuera para comprar unas cosas que mi mamá me había pedido para la noche.

Cuando llegué al salón... Quedé como cuando ponen una menta en una botella de coca-cola y la dejas tapada; o, como cuando le echan a un caldero de aceite, un balde de agua fría... Así quedé.

Literalmente exploté cuando vi el panorama del salón.

Eran los mismos puesto de siempre. Gustavo al frente, Sara atrás, Nicole hacia la derecha, Noel hacia la izquierda y David en una esquina. El salón estaba totalmente lleno y solo quedaba un puesto... Y estaba justo al lado de Noel.

"¡ME LLEVA LA-!... No cálmate, respira profundo, vamos..." Pensé lenta y fríamente al final. Estaba a punto de romperme una vena o darme un ataque, de la arrechera que cargaba.

No tenía porqué sufrir una combustión espontánea por psicosis. Esto tiene una fácil solución.

Los chicos, como abeja a la miel, miraron hacia la puerta al percatarse de mi presencia. Noel me observaba con una de sus maravillosas sonrisas; normalmente eso me haría sentir en el paraíso... Pero recordé lo de esta mañana y me dieron ganas de romperle la cara para que dejara de sonreír.

Eliminé la idea cuando reconocí que si le rompía un diente por accidente, su belleza bajaría varios puntos; así que con toda la calma que pude reunir, fui hacia ellos.

Me paré al lado de David y perforé con mi mirada, al malnacidos ese. Después de todo lo que le dije esa mañana, y ahora me sale con esto el niño…

—Hola chicos —saludé muy feliz (inserte sarcasmo). Ellos me contestaron igual, incluyendo a Noel.

Me dirigí a David.

—Davinchote —le llamé, fingiendo todo el cariño del mundo.

—Dime...

—Muévete al puesto del centro —le pedí amable.

Se notaba que el pobre no veía las ganas que tenía de golpearlo.

—¿Por qué?, si ahí te sientas siempre. —David señaló la silla, suspiré unos segundos.

Me agaché y me acerqué a su oído.

—Mira, desgraciado lento del coño, o te mueves al puesto del centro, o, cuando vuelva a dormir en tu linda casa, con tu linda familia; en tu lindo cuarto, en tu linda litera; la linda cosa que cargas entre tus lindas piernas... La perderás y dejarás de ser linda; ¿captas?, ¿o te lo hago de una vez para que lo entiendas de una? —le susurré al oído suavemente. David se separó de mí y sonrió levemente.

—Ah. ¡Que bueno! —Al menos es bueno fingiendo—. Siiiii... Bueno, ya me muevo al puesto del centro. —Sacó la lengua distraídamente y se movió.

Obviamente, Noel se dio cuenta de que era para que no estuviera cerca de él. Por lo que díganle chiao bello a su sonrisa cuando se dio cuenta de que David se movió al centro.

Sí, sí; yo de malo y todo, pero era necesario, debo de poner distancias de por medio entre Noel y yo.

Y así, todo volvió a la normalidad dentro del grupo, todo, excepto por un pequeño e insignificante detalle.

Por algún motivo, Noel ahora era más descarado cuando estaba con Rita. Porque por Dios, ahora casi que cogían en medio de los pasillos o en la cafetería, cada vez que estaban juntos... Pero yo y mi buena amiga la indiferencia, hacíamos de tripas a mis sentimientos, para fingir comodidad en esos momentos y que no se viera que me deprimía por ver sus acciones.

Aunque el resultado de ello, fue que empezaron a dar altibajos emocionales; en un momento podía estar muy feliz, para el siguiente deprimirme, y, a los cinco minutos, estar muy molesto. A veces también ganas de llorar y de vez en cuando lo hacía; me encerraba en el baño a veces para regodearme en mi desdicha, sintiéndome cada vez más como una bazofia sin saber por qué, lo cual también me preocupaba.

Esta situación que me mantenía al borde de un colapso y el desgaste mental, duró exactamente dos semanas.

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Me sentía confundido y cansado, en el momento en que sentí como separaban mis nalgas y lamían suavemente mi entrada.

Abrí los ojos de golpe.

Antes de que pudiera decir algo o levantarme, abrieron mi culo del todo y enterraron la cara en él. Gemí más duro, casi que grité, sintiéndo algo que nunca me había esperado.

Quién sea quién fuera, lo tomé de los cabellos y lo enterré más profundo en mi culo, sintiendo como su lengua barría mi entrada.

Gemí desesperado, sintiendo sus lametazos lubricarme y erizar mi cuerpo con olas y olas de placer. Separé un poco más mis piernas y levanté el trasero.

Mi pene estaba totalmente duro, tanto que me dolía. Con cada pulsación, soltaba gotas de preseminal que mojaban mi cuerpo y la cama.

Unas manos elevaron un poco más mis caderas; y, con algo de dificultad, jaló mi pene hacia atrás para que saliera de entre mis nalgas y comenzó a pajearme mientras seguía comiendo mi culo.

Estaba en la gloria.

Apreté las sábanas de placer mientras gemía sin parar, deseando que nunca se aca-

Boqueé de dolor y placer cuando un dedo comenzó a entrar en mí.

En el momento que la punta de ese dedo tocó algo en mi interior, un cosquilleo muy intenso invadió todo mi cuerpo, haciéndome temblar sin parar, en especial en mis huevos.

Grité cuando el orgasmo me atravesó, mojando toda la cama con mi semen mientras me masturbaban, a la vez que seguían frotando esa zona que me mataba de placer.

Caí rendido en la cama cuando me soltaron. Me giré y ahí estaba.

Noel me sonreía mientras lamía el semen que quedaba en su mano.

Parpadeé... Y desapareció. Me tapé la cara con las manos, avergonzado y muy, muy preocupado.

—Dios... Voy a volverme loco —susurré asustado, viendo la mancha de semen en mi cama y cómo se hacía cada vez más grande al diluirse.

Mi despertar fue como siempre a las 4:30 a.m.; y, tuve que nuevamente volver meter silenciosamente las sábanas dentro de la lavadora. Creo que voy a tener que pajearme más seguido... Porque esos sueños no eran nada normales.

Esa mañana, toda mi rutina fue muy normal. Durante mi trote matutino, no me encontré ni a David y ni, por suerte, a Noel. El día fue ordinario hasta que llegué al liceo.

Primera hora biología, perfecto; segunda hora preparación militar, cansador pero perfecto; y, tercera hora física...

Todo iba de las mil maravillas hasta que a la profesora no se le ocurrió nada mejor que mandar a hacer una guía de ejercicios, nada del otro mundo... Hasta que dijo que ella iba a formar las parejas.

¿Cuáles eran las probabilidades de que pudiera quedar con Noel? ¿Dios, por qué me pones estás pruebas?

Porque sí, claro que me tocó con él

"¡Yupiii! ¡Genial! ¡Fabuloso!" Pensé feliz (inserte sarcasmo) cuando la profesora dijo nuestros nombres juntos.

Todo el salón se movió, para colocarnnos todos con nuestras respectivas parejas. Suspiré cansado porque, ¿qué más daba? Lo único que quedaba era hacer la bendita guía de ejercicio y no morir en el intento... Y simplemente, yo no iba a morir en el intento.

Intenté que todo marchara lo mejor posible, sin tener que dirigirnos palabra alguna... Lo que derivó en: Noel intentando hablar conmigo, a la vez que yo solo pasaba de sus intentos y le señalaba con el dedo el ejercicio que debía de hacer; o, cuando se quivoca en algo, le daba un toque en el hombro y en silencio, él observaba como yo corregía su error.

La extraña situación se preolongó un poco hasta que fue a peor... La profesora tuvo otra brillante idea, digna de Einstein, y mandó otra tanda de ejercicios para la casa, con la pareja que nos había escogido…

Así que me tocaba aguantar un poco más este calvario...

Cuando llegué a la casa, le avisé a mis papás que me iba a donde un amigo a hacer una guía de física. Ellos aceptaron, pero no de muy buena gana, ya que ya me había quedado hace un par de días en casa de David; aún así, tarea es tarea. Así que partí con mis cuadernos, directo a mi suplicio personal.

Iba vestido con una camiseta negra con el símbolo de la hoja en naranja (que les puedo decir, me encanta esa serie); pantalones blancos con “X” negras; zapatos negros y mi bolso con lo que necesitaba para hacer el trabajo.

Llegué a la casa de Noel... Y me quedé en la puerta, congelado, sin saber muy bien si esta era una buena idea. Había venido otras veces por otras cosas, pero esta vez me daba miedo, y mucho; no sabía cómo interactuar con él, después de lo que pasó hace dos semanas.

Y después de dar uno de mis ya acostumbrados suspiros, que eran tan largo que se sentía que me iba a desinflar... Toque el timbre.

Cuando abrió. Esa sonrisa enorme de felicidad que, para mí, era su rasgo más hermoso, se esfumó…

—Ah. eres tú… Pasa. Creí que eras otra persona.

Auch. Ese fue un golpe bajo, y, creo que alcanzó mis testículos, porque dolió de los mil demonios.

—¿Se te olvidó que venía para lo del trabajo? —solo alcancé a preguntar eso en un pequeño susurro... Siento que voy a tirarme a llorar...

—Pensé que solo tú harías tu parte y yo la mía, y ya; sin más allá ni más acá —su tono más que de molesto, era de cortante indiferencia y no me miraba a los ojos—... Mejor vayamos a la sala —dijo después de una larga pausa, de seguro pensando en si aceptar hacer esto o cerrarme la puerta en la cara.

Lo seguí mansamente y nos comodamos en la mesa de estar. Durante un rato solo hacíamos ejercicios; y, poco a poco, la incertidumbre atravesó las grietas de la decisión que había tomado.

La tensión en el aire casi me colocaba una pistola en la sien y me obligaba a hablar; tenía que hacerlo. Sentí una ansiedad enorme por hacerlo y la verdad es que casi era un martirio verlo ahí; tan cerca, pero más lejos que nuca.

Sé que mientras más cerca este de él, más daño e ilusiones me haría, y que era mejor estar lejos... Pero ya no puedo, ya no aguanto más...

—Noel, y-yo… P-perdóname —murmuré lentamente; lo dije en un tono tan bajo, que apenas se pudo apreciar, incluso en medio del fúnebre silencio que nos envolvía.

Noel se detuvo unos segundos en lo que estaba haciendo, para luego proseguir los ejercicios.

—¿Por qué? —preguntó simplemente, sin aparentemente prestarme atención.

—Por lo que te dije, por haberte dejado de hablar... Por abandonarte. —Más sincero no podía ser. Todo lo decía con el corazón.

Noel se detuvo y me miró, en verdad me miró; frunciendo levemente el ceño.

—Cristobal... Yo no puedo perdonarte…

Fue todo lo que escuché. Sentí cómo mi corazón se fracturó en mil pedazos.

Solo corrí de ahí. Me paré de golpe y corrí... Hasta dejé mis cosas por ello, pero me daba igual. Me quemaba por dentro el estar ahí; debía de salir cuanto antes.

No sé con exactitud, cuántas cuadras corrí y tampoco sé por cuánto tiempo lo hice... Yo solo seguía corriendo y no me importaba si la gente me miraba raro por ello.

Cuando ya no podía más y sentía que los pulmones me iban a explotar, llegué a un parque. Me tiré en el árbol que más daba sombra y empecé a llorar como una magdalena otra vez, ocultando mi cara entre mis antebrazos. Quería desahogarme; golpeaba el suelo y el árbol como un loco, me corté un poco los puños, pero me daba igual... Solo quería que todo acabara ya; de una forma u otra.

Está situación me estaba volviéndo loco, más de lo que ya estaba.

De pronto sentí que me giraron de golpe... Era él.

—Maldición. No me dejaste… Terminar de hablar. —Noel estaba exhausto, parecía que corrió mucho—. ¿Cómo corres tan rápido? —Respiró profundo y me miró a los ojos—.No te puedo perdonar… Porque no hay nada que perdonar. Yo fui el culpable de todo lo que hiciste y me dijiste; y, me daba mucha pena contigo porque eres un amigo muy valioso para mí, Cristóbal. Más bien, perdóname tú a mí, por favor. —Y me dió un abrazo.

Fue un momento de felicidad total para mí, por todo lo que me dijo; por su contacto; por sentirlo tan cerca de mí... Hasta que recordé la palabra “amigo”, que soltó Noel.

—¿Entonces? ¿Qué?, ¿amigos de nuevo? —preguntó, despegándose de mí.

—Sí, amigos de nuevo. —Con todo el dolor de mi alma, acepté.

Volví sobre nuestros pasos, o bueno, yo lo seguí porque no tenía ni idea de a dónde había ido.

Lo detuve justo cuando llegábamos a su casa…

—Noel… —lo llamé en ese momento.

Estaba perdido en mis pensamientos, que eran simplemente un remolino de regaños y reproches hacía mí mismo, por sentirme tan débil en toda la situación y por muchas cosas más.

—Dime. —Me regaló su típica y brillante sonrisa de felicidad, era la misma de siempre.

La ví y me di cuenta, de que nunca sería de algo más que un simple amor fraternal.

—¿Eres mi amigo? —era lo último que le preguntaría al respecto, antes de mandar mi sentimientos al diablo…

O antes de guardarlos como el único tesoro que poseería de él.

Por supuesto, eres mi amigo —afirmó incluso con la cabeza.

Yo reprimí mis lágrimas en ese momento; sientiéndome tonto e impotente.

Pero está situación me hizo despertar. Yo no era para él. Punto. Yo solo era su amigo; y él, con quién debería de estar, era con Rita... Y yo haría todo lo posible para que fuera feliz… Después de todo, era su amigo.

Estoy seguro de que con el tiempo, superaré lo que sentía por él.

Estaba listo para superarlo.

Continuará...

Okey señores, como verán, estoy on fire con las publicaciones, de hecho, esto tuvo que haber salido para ayer, pero estaba tan cansado que postergué un poco más la correción final de manera que fuera publicado, hoy.

Creo que como se han dado cuenta, Cristóbal es un chico bastante común, con miedos como todos los demás y pensamientos como los de cualquier otro, y toma decisiones que muchos habrán tomado en una situación parecida, y creo que por eso es que está serie tantos fans. Más que el sexo, o incluso la trama, creo que lo que llama la atención es lo fácil, lo aterradoramente fácil, que es identificarse con él.

Está serie es ficción... Aún así, no es imposible que alguien esté en las mismas condiciones que Cristóbal. Así que esté capitulo se lo dedico, a todos aquellos que alguna vez se enamoraron de alguien imposible. Es para quienes lograron tener, como para quienes no.

Mis últimas palabras las colocaré en el otro cap nwn