El maternal regalo de bodas
Una Madre le cuenta a su hijo de donde surgieron sus deseos de follar con el.
Mi madre y yo hemos decidido disfrutar de esta Semana Santa no saliendo de casa para nada.
Aunque en realidad más que disfrutado lo que hemos hecho ha sido gozar hasta el límite de nuestros cuerpos.
Ya llevamos algo más de seis meses viviendo en pareja ( en todos y cada uno de los sentidos, incluido el bíblico).
Si hace un año alguien me hubiesen dicho que Mamá y yo seriamos una apasionada y lasciva pareja no solo no me lo hubiera creído, si no que aparte me hubiese enfadado con esa persona por considerar que podía llegar a tener una relación incestuosa.
Y es que jamás había visto a mi madre como una hembra deseable, no por que no fuese atractiva, que lo es, si no porque nunca la había visto como mujer deseada y deseable, si no como mi cariñosa y amorosa progenitora.
El pasado sábado mientras estábamos desnudos y agotados por una de nuestras sesiones sexuales, me dedique a acariciar su vientre y su vello púbico entre tanto ella se puso a hablar.
Y fue a raíz de esa conversación que me plantee escribir nuestra historia.
A pesar de lo muy cansados que estábamos, lo que contó mi madre nos puso tan cachondos que lo hicimos otra vez.
Eso sin contar la de veces que nos hemos calentado escribiendo estas líneas y otras tantas que nos hemos tenido que saciar haciéndolo salvajemente.
Espero que lo paseis tan bien leyendo, como nosotros escribiendo y fornicando.
Cuando termino de follar con Mamá, me fascina descansar con mi cabeza encima de su pecho y acariciar suavemente su vientre, recreándome cuando llegó a al monte de Venus.
- ¿ Hijo, has pensado alguna vez en el momento en el que empezamos a sentir deseo el uno por el otro?.
Le conteste que estaba casi seguro la pasión sexual que había entre nosotros empezó hace un semestre.
La razón que le di es que no me habia sentido atraido sexualmente por ella, hasta poco antes de nuestra primera relación sexual.
- Estas equivocado, hace ya unos cuantos años que te veía con ojos lujuriosos.
Mi pregunta fue: ¿Desde cuando?.
Y comenzó su relato:
El dia de tu Boda con Patricia, todavía te veía como mi hijo.
No te diré ahora que ese dia estuvieses especialmente atractivo, porque ni lo pensaba, ni lo sentía.
Simplemente era el dia que se casaba mi hijo.
Ese día transcurrió sin más incidencias que las propias de una boda, yo tenía la sensación de sentirme más mayor,estaba feliz por ti y por tu mujer.
A las 22:00 horas estaba ya cansada, asi que decidi volver a casa.
El regreso lo hice con tu tía Agata (que bailo demasiado pegada a ti en varias ocasiones), ya que tu padre se lo estaba pasando muy bien y no quise aguarle la fiesta, más si cabe siendo la boda de su hijo.
Me despedí de tu tía, me duche,me acosté y no tarde casi nada en dormirme.
Cuando me levanté, escuché el agua de la piscina cubierta y no podía ser tu padre debido a que estaría de camino hacia Colombia, se había quedado por tu Boda y cuando terminó la fiesta se fue a un hotel al lado del aeropuerto.
Y es que el viaje era improrrogable.
Vi que eras tu, que estabas nadando en la piscina.
(En este punto, quise hacer un inciso, y mi madre se limitó a decirme que no la interrumpiera hasta que hubiese acabado).
Saliste del agua con un escueto bañador rojo y te empezaste a secar, te pregunte porque no estabas con tu esposa.
- Nos hemos enfadado y necesitaba un poco de relajación nadando un rato.
Me di cuenta de que me estabas mirando fijamente de arriba a arriba y advertí que tenía la bata medio abierta, resulta que como estaba recién duchada me acosté por comodidad totalmente desnuda.
Me la cerré al momento teniendo muy claro que habías visto el triángulo que tanto te gusta acariciar ahora.
Me ruborice un poco y te pregunté si habías desayunado, a lo que me dijiste que no, pensé en que me explicaras el porqué del enfado mientras comíamos tranquilamente.
La realidad es que ni comimos pausadamente, ni tampoco conseguí saber el la razon de tu riña con Patricia.
Fuimos a la cocina, a toda la familia nos gustaba el zumo de naranja recién exprimido, por ello prepare el exprimidor y fui a coger varias naranjas.
La caja de las naranjas está en un armario bajo justo al lado del fregadero, así que me agache para coger unas cuantas.
En una abrir y cerrar de ojos me vi con la cara pegada al mármol de la cocina, la bata levantada hasta la cintura y con todo tu aparato presionando mis piernas con ánimos de acercarse lo máximo posible a mi coño.
Tu me aguantabas la espalda con una mano para que mantuviese la posición en el marmol.
- Javier, soy tu madre ¿que crees que estás haciendo?.
- Desde que he visto tu coño, para mi solo eres Helena.
- Javier, piensa bien lo que me vas a hacer, piensa en las consecuencias.
- Helena, abre un poco más las piernas, me duele la polla y es que no le gusta estar doblada.
No solo, no las abrí si no que las cerré un poco más.
La realidad es que no estaba asustada, aunque sí muy cohibida, eres mi hijo y por ello no tenía miedo, la situación no me excitaba nada, es mas mi gran preocupación aunque te parezca grotesca era que me penetrases sin ningún tipo de lubricación y me hicieses daño en la vagina.
Aparte de las repercusiones en el respeto que tendría entre nosotros
En ese momento, me abriste las piernas lo suficiente para que tu polla se acomodase en el espacio que tenemos las mujeres entre los muslos.
- Que alivio, me empezaba a doler la Polla, ahora ya estoy más cómodo, este hueco está muy calentito, Querida Helena, me parece que voy a probar tu sabor.
Dicho y hecho, pasaste tu mano por delante y acariciando mi vello púbico y llegando a mis labios vaginales, introdujiste un dedo dentro.
- Apreciada Helena, creo que nos tendremos que esperar un poquito, todavía no está el caldo preparado, seguiré moviendolo.
Y empezaste a mover el dedo, introduciendolo y sacandolo, cubrias mi clítoris con suavidad con tu mano.
Aunque el marmol era algo incomodo por lo frio, empecé a asumir que iba a ser empalada por ti.
Y justo en en ese momento, me dije a mi misma, que lo mejor es que todo acabase lo antes posible y de la mejor manera.
Te dije algo avergonzada:
- Si ves que no estoy suficientemente lubricada puedes ir a mi habitación allí tengo vaselina en mi cajón.
A la vez que decía esto, empezaba a sentir un calor por todo el cuerpo, ese calentura que tienes cuando estás muy excitada.
- Prefiero utilizar lubricación más natural y estando en la cocina utilizaria aceite de Oliva, no soy partidario de la saliva a no ser que no haya otra cosa, sin embargo el tema de la lubricación lo dejaremos para tu ojete.
Y dicho esto me dio una cachetada en la nalga.
Me descubrí a mi misma pensando en el tamaño del Pene de mi hijo, en el cual no me había fijado en la piscina, intente darme una idea de su grosor y la longitud sintiendo lo que tenía entre las piernas.
Empezaba a pensar con lascivia y notaba que mi parte de madre estaba desapareciendo rápidamente eclipsada por mis ganas de ser follada.
Cada vez me excitaba mas, era una sensación extraña mezcla de un deseo brutal de ser poseída por un hombre y el rechazo que me producía el hecho de que ese hombre era mi hijo.
Notaba que tenía todo el coño muy mojado, de hecho estaba empezando a humedecer tu polla y la parte interna de mis piernas.
- Has visto, mi deseada Helena como no necesitabas engrasar tu coñito, sigue haciendo buen caldito, ahora tocar saborearlo.
En ese instante sacaste tu mano de mi entrepierna y te lo metiste en la boca.
- Uhmmmm, exquisito está en su punto, en el punto de sal, aunque ahora tengo una duda, no se si follarte en la postura en la que estás o sentarte en la mesa de madera y hacerlo mientras te miro a los ojos.
En eso que me ayudas a ponerme en pie y acto seguido me das la vuelta, me desabrochas la bata, la tiras al suelo y me quedo totalmente desnuda.
Me coges en volandas y me sientas en el borde de la mesa de madera de la cocina, y me empiezas a besar los pechos, mis pezones están muy sensibles, cuando le pasas la lengua empiezo a sentir que en cualquier momento voy a tener un orgasmo, nunca en mi vida había experimentado uno sin haber sido penetrada.
Por fuera yo tenía cara de Poker, no sería correcto que pensaras que estaba gozando siendo tu madre, pero mi cuerpo me estaba traicionando, mi cuerpo estaba diciendote a gritos justo lo contrario.
- Por favor, hijo, no lo hagas, es un error del que te arrepentirás toda la vida.
Dicho esto, empecé a llorar, pensando que con las lágrimas se acabaría todo, por un lado eres mi hijo, sabía que una vez me follases seria un camino sin retorno y por el otro todo mi ser, toda mi naturaleza de hembra necesitaba compulsivamente ser tomada por el macho que tenia enfrente.
Siempre he pensado que lloraba más por la idea de que al final no me follases, que por la de que íbamos a cometer incesto.
Me miraste a los ojos, acercaste mis caderas hacia ti y prácticamente me introdujiste casi toda tu carne (19 Centimetros) de golpe.
Más que el tamaño del pene era su grosor, creo que por vez primera me sentía realmente llena de hombre hasta los topes.
- Ahora puedes besar al novio.
Después de decirme esto me besaste y me metiste toda la lengua en la boca, mientras bombeabas fuertemente hacia delante y hacia atrás.
Te separaste un poco y me miró a los ojos y me dijo;
- Si quieres paramos ahora mismo y aquí no ha pasado nada.
Como unica contestacion, me agarre de tu culo con las dos manos y arquee la espalda para que me penetraras mejor.
En ese justo momento, empecé a temblar, acababa de tener el orgamo mas potente de mi vida, pensaba que me iba a desmayar por la intensidad.
Te cogí fuerte del pelo, queria que me penetraras más intensamente y con más fuerza.
Ya no estaban madre e hijo, sino dos bestias salvajes copulando, te arañe la espalda, tu en vez de quejarte, impactabas más fuerte en mi cuerpo, tenia la sensación de que me ibas a partir en dos y eso me excitaba aun mas.
Otro nuevo Orgasmo, esta vez se me fue la cabeza, creo que incluso puse los ojos en blanco.
Ahora el que temblabas eras tu, se acercaba el momento en el que ibas a llenar de esperma el mismo lugar del que saliste años atrás.
Es sorprendente y paradójico a la vez, pensar en todo el dolor que me produjiste al salir cuando naciste y todo el placer que me estaba produciendo el que volvieras a entrar dentro de mi.
Escucho el sonido que producen tus embestidas en mi cuerpo y me excito aun mas, y es que cuando pienso que he llegado al límite de capacidad de mi placer, me doy cuenta de que voy a experimentar otro nuevo nivel de gozo.
Siento que llega otro orgasmo y este llega tan fuerte que tengo la sensación de que me orinado encima, aunque no me queda claro si la humedad es debida a mis flujos o a la posible orina, de todas maneras a estas alturas a quién le importa.
Bombeas dos veces más y te aprietas contra mí, mientras te tiembla todo el cuerpo, te quedas quieto unos segundos y me vuelves a mirar a los ojos.
- Adorada Helena, mañana debo irme de viaje de bodas a Australia, así que debo recibir tu regalo, tu mejor regalo, así que vete a duchar y espérame en la cama que debo reponerme de este encuentro.
Me fui a la ducha, la sorpresa es que cuando salí totalmente desnuda y preparada para otro asalto, vi que mi hijo ya no estaba en casa.
Pasaron varias horas, no dejaba de pensar en ese polvazo, no sin cierto remordimiento, aunque con unas ansias enfermizas de repetirlo.
No quería masturbarme aunque tenía muchas ganas, por que despues de haberte probado sería un mal sucedáneo de ti, utilizar mis manos.
Entre otras cosas pensé que las cenas de navidad ya no serían lo mismo, asumia que habíamos cruzado una puerta que para bien o para mal nos había cambiado en nuestra forma de querernos, antes éramos madre e hijo y ahora éramos amantes.
Cuando estaba anocheciendo te llame pero no me cogias el telefono, asi que me decidi a llamar a Patricia:
- Hola, Helena me has pillado por casualidad ya que me voy a dormir a casa de mis padres, ya que nos vamos a pasar más de 15 días sin veros, Javier acaba de salir para tu casa, pensaba que esta mañana cuando se fue a nadar te lo habría comentado.
Le respondí que me había levantado muy tarde y que casi ni nos habíamos visto, y que era toda una muestra de cariño que esta noche hubieran pensado en nosotros sus padres, estando separados para despedirse cada uno de los suyos.
Cuando termine de hablar con Patricia me vestí con la ropa interior más sexy que encontré y con un vestido ajustado, hacía muchos años que no me lo ponía.
Al rato, tu entrabas por la puerta y mientras me mirabas de arriba abajo me decías;
- Helena, esta noche estare esperando tu regalo.
- Perdona hijo, tengo dos preguntas, la primera es que ¿por qué me llamas Helena? y la segunda es ¿Cuál es el regalo que tanto ansias?.
Me respondiste que este dia y esta noche no era Helena la madre de Javier, si no que era Helena la puta de Javier y como tal debía entregarse totalmente a mis placeres.
Confieso que al llamarme Puta empecé a mojar mis braguitas y al pensar la noche que tenía por delante, empecé a sonrojarme pero no de vergüenza si no de puro deseo.
Para demostrarte que era tu Puta, te quise bajar la cremallera del pantalón y hacerte una mamada.
- Helena, una puta con clase como tu, nunca hace fellatios, eso debes dejarselo a las mujeres que trabajan en la carretera, como veo tu buena disposición, voy a premiarte con una de las tareas que mejor se me dan según todas las mujeres que las han probado.
Me cogiste en brazos y me llevaste a la habitación, me miraste a los ojos y pensé que me ibas a besar, pero lo que hiciste fue arrancarme toda la ropa a lo bestia, rompiendo el vestido y las braguitas.
Aquella violencia contenida me estaba poniendo a mil , esperaba que te quitaras la ropa y me empalaras inmediatamente, pero no te quitaste ninguna prenda.
En vez de eso, me tumbaste en la cama con las piernas abiertas y empezaste a lamerme el coño, me daba un poco de reparo ya que lo tenía muy mojado debido a la excitación.
Lengua dentro, lengua fuera, sin embargo lo que más me cautivaba y agradaba era como te dedicabas a acariciar con la lengua haciendo circulos alrededor de mi clitoris.
Mientras tanto, en algunas ocasiones jugabas con mis pezones con las puntas de tus dedos, me sentía abrumada por tanto placer, cuando llegó el primer orgasmo, pensaba que con la pequeña ola de fluido que se habría generado en mi vagina, pararias de lamer y chupar, pero muy al contrario intensificaste mas tus lamidas, lo cual me llevó al segundo orgasmo, esta vez te cogi del pelo tan fuerte que pensé que te haría daño, también me di cuenta de que estaba chillando, menos mal que los vecinos más cercanos estaban a un kilometro.
Mire el reloj, eran las 02:30 de la madrugada, no me podía creer lo rapido que estaba pasando el tiempo y todavia no habiamos hablado de la naturaleza del regalo.
En cuanto detectaste mi segundo orgasmo paraste, te levantaste y te fuiste de la habitación.
Al cabo de 10 minutos apareciste con una bolsa de cuero en una mano, todavía estabas vestido.
Y empezaste a quitarte la ropa, sin prisa, hasta que los dos estuvimos desnudos.
Por primera vez te mire con detenimiento, me sorprendia el grueso de tu pene y me excitaba pensar que era tu esclava sexual.
Empezaste a acariciarme, tus dedos rozaban mi piel de tal manera que parecía que no me tocasen, era prácticamente un sutil roce, no había parte de mi cuerpo que dejases sin palpar de esa manera.
De súbito, metiste la mano en la bolsa de cuero y sacaste una botellita de aceite para masaje.
Y empezaste el mismo proceso de antes pero esta vez con aceite, esta vez note que tenias predilección por mis caderas y mi pubis.
- ¿Para cuando el regalo?, le pregunté impaciente.
Me hiciste un gesto de silencio y me contestaste:
- Deseada Helena, ya queda poco para que me des tu regalo.
Dicho esto, me indicaste que me diese la vuelta y me pusiese boca abajo, y seguiste con el masaje, de nuevo con preferencia por mis caderas y mi culo.
Esta vez empezaste a abrir mis nalgas, ibas embadurnado todo sin dejar un solo milímetro sin engrasar.
De pronto, me empezaste a jugar con mi esfínter presionando poco a poco, después de unos minutos introdujiste un dedo.
La sensación era placentera pero no tanto como cuando penetrabas mi vagina, era agradable, hasta que me introdujiste dos dedos, di un respingo y en ese momento metista la mano en la bolsa de cuero y sacaste un tarro en el que lei LUBRIFIST.
Te llenaste las manos de ese unguento y volviste a introducirme un dedo y despues dos, entonces me dijiste que mirase al lado contrario a la bolsa de cuero, asi que sospeche que ibas a sacar algo de la bolsa.
Mientras metías y sacabas los dedos, empecé a escuchar un sonido muy parecido al de una máquina de afeitar, aunque algo menos ruidoso.
Mientras me metias los dedos en el esfinter, me masajeabas con el vibrador toda mi vagina, con lo cual me estaba empezando a poner muy cachonda, y comence a mover el culo como buscando que metieras mas adentro el consolador.
Ya estaba otra vez a punto para un buen orgasmo, cuanto más me movia mas caliente me ponía, en menos de un minuto estaba orgasmando.
Justo acabado ese orgasmo, me metiste el vibrador en el culo, primero la puntita y lo movia, luego un poco mas, hasta que me lo introdujiste todo.
Era una sensación muy extraña, tener todo aquello metido en el culo, aunque pensaba que me daría más placer.
Lo sacaste unos centímetros y con el vibrador dentro me dijiste que me pusiese a cuatro patas.
Llegado este momento, te pusiste de pie al lado de la cama y me dijiste que te mirara, y lo hice:
- Helena, el regalo que quiero que me hagas es que me dejes meter esto dentro de ti, Patricia no me ha dejado hacerlo nunca, tiene miedo de que le rompa el culo, con ese grosor.
A lo que le conteste que a mi tambien me asustaba, pero que si era lo que quería como regalo es lo que tendría, que como madre se sacrificaria por que su hijo fuese feliz y como puta esperaba darle abundante placer.
Así que se puso detras mio y sacó lentamente y con mucho cuidado el vibrador, en cuanto lo tuve fuera, puso su polla en la entrada de mi esfinter y empezó a apretar.
Entro la punta y notaba algo de dolor, pero lo podía soportar, con las manos empezó a acariciarme el clítoris, lo cual me relajo un poco y tambien me hizo perder el enfoque en el leve dolorcillo que tenía en mi trasero.
Fue entonces cuando sin querer hizo un movimiento brusco y me dolio……………………………………………………...
En ese momento desperté y me di cuenta de que había sido un calenturiento e incestuoso sueño erótico y me habia emociado tanto que me metí en sueños el dedo en el esfinter, y con la uña me hice un poco de daño, cosa que me habia despertado .
A partir de ese momento, nunca te vi igual, aunque nunca intente nada, ya que Patricia y a ti os veía muy felices, hasta que os divorciasteis.
Ni siquiera lo intente cuando poco después murió tu padre, tampoco me atreví a decirte nada.
Vi el cielo cuando dejaste tu piso de alquiler y te viniste a vivir conmigo, supe que en algún momento tendría una oportunidad y así fue.
- Mama, no me podía creer que yo hubiera hecho todo eso el dia de despues de mi boda, ya intuía que sería un sueño, aunque mira como tengo la polla por culpa de tu historia.
Le mire el pene y lo toque lo tenía durísimo, así que decidí sentarme encima de el y que me empalara con ese trozo de carne a conciencia.
- Mama, que ni se te ocurra subirte encima mio, levántate y ve corriendo al lavabo, ponte la bata y móntate encima de tu caballito.
Volvi con la bata puesta, estaba tan excitada y tan mojada que entró toda de una sola vez.
De vez en cuando lo hacemos con la bata, lo que le da un morbo añadido a nuestras sesiones.
Espero que nuestra historia sea de vuestro agrado, cuando tenga tiempo y sobre todo fuerzas (colaborar con mi madre en la escritura es extenuante, ya que acabamos enganchados cada dos por tres) os explicaré cómo consiguió mi madre que nos convirtiesemos en amantes en la vida real.
Os aseguro que no solo no tiene nada que envidiar a esta historia.
Gracias.