El masajista erótico (lucia sus fantasías nº 8)
Sigue subiendo por mi vientre ahora llega a mis pechos los acaricia de uno en uno me pellizca los pezones, suavemente los estira apretando un poco más. Noto como mis flujos resbalan entre mis piernas. Mis aureolas también están acariciadas y vuelve a estirar mis pezones, más fuerte cada vez
Esta noche toca cena con mi grupo de amigas intimas. Cada una cuenta sus anécdotas y al final parecemos las de sexo en nueva york cada una acaba contando algo de sexo.
Cuando me toca les cuento como conocí a José Antonio en Cartagena, lo que hicimos en los probadores y como acabamos en el hotel. También les comento lo mucho que me ha gustado y que no paro de pensar en el. No le he vuelto a ver. Su empresa ha tenido un contrato muy importante en Paraguay y se ha tenido que marchar rápidamente. No obstante hablamos mucho por mensajes, nos contamos muchas cosas, y muchas veces las conversaciones acaban subidas de tono ¡por no decir pornográficas!
Juani nos cuenta que ella también desde su divorcio necesita sexo y un día leyendo anuncios vio uno que le llamo mucho la atención. Un señor se ofrecía para dar masajes eróticos, se lo pensó un par de semanas, cada día veía el anuncio, hasta que se decidió llamar para una cita. El día acordado fue y le encanto, no sabe si por la falta de sexo o por las manos prodigiosas del masajista. Dijo que se corrió varias veces. Compartió el número de teléfono y nos lo recomendó activamente. Las casadas dijeron que noooo que ellas no podían poner los cuernos a sus maridos, a lo que juani contesto que no se trataba de follar con el señor, sino de un masaje que él te daba y nos quedamos todas comentando ¿eso eran cuernos o no?
Pasaron varios días y buscando alguien en mi agenda del móvil vi el numero del dichoso masajista. Y pensé porque no. Sin pensarlo más, llame.
-Hola ¿señor Pedro? Soy Lucia.
-Si, dígame.
-Lo llamo para pedirle una cita, una amiga mía fue a que usted le diera un masaje y me lo ha recomendado.
-Ah, vale, esa es la mejor publicidad que pueda tener.
-¿Para cuándo le viene bien?
-Esta tarde, sobre las 20h
-Vale de acuerdo. ¿Sabe la dirección?
-Sí, mi amiga me ha explicado que está al lado de unos grandes almacenes. Nos vemos luego entonces.
-Hasta luego Lucia.
Después del trabajo voy a mi casa me ducho y elijo un pantalón negro, una camisa blanca y unos zapatos de tacón negros.
Mi ropa interior es blanca con puntilla. Me maquillo ligeramente y me perfumo. Un collar fino y largo que se pierde entre mis pechos es el toque final.
Pico algo en el sofá mientras repaso el correo con mi gata pegada a mí.
Ya son las 19h guardo el correo, cojo una chaqueta por si vuelvo tarde, arranco el coche y me dirijo hacia mi cita.
Me da tiempo tomar un café en la cafetería de los grandes almacenes antes de entrar.
Toco el timbre.
-Hola, soy Lucia.
-¡Hola Lucia, sube!
Me está esperando en el umbral de la puerta lleva puesto un albornoz blanco.
Me saluda dándome dos besos en las mejillas invitándome a entrar. Su piso es normal, tiene algunas plantas y está limpio.
Me indica una sala donde huele a incienso, hay varias velas encendidas. Un albornoz blanco me espera en una silla donde me dice que puedo dejar mi ropa. Me deja sola en la habitación para desnudarme y ponerme el albornoz salgo a su encuentro en el salón.
Tomamos algo, hablamos un poco y me comenta que lo de los albornoces es para que vayamos a la par y que la clienta se sienta más cómoda.
Nos dirigimos a la sala de masajes. Nos quitamos cada uno nuestra prenda, es un señor de unos 50 y pico con casi todo el pelo gris, esbelto, su sexo al reposo no está nada mal. Seguro que me detalla igual que yo a él. Me ayuda a subirme a la mesa de masajes.
Suena una música de tipo chill out oriental. Se echa aceite en las manos, se las calienta, me dice que primero me va a masajear la espalda y que me tumbe boca abajo.
Obedezco, empieza por mis piernas las masajea subiendo de los tobillos hasta las nalgas lo hace muy despacio y durante unos minutos en cada pierna. Ya estoy totalmente relajada. Ahora está con mis pies, lo hace divinamente, vuelve a las piernas, subiendo poco a poco ha llegado a mis glúteos, muy suavemente me abre un poco las piernas y masajea entre mis nalgas tocando mi ano, lo rodea, con su pulgar hace círculos alrededor. Vuelve a las nalgas, sube por mi espalda y mi nuca, cada milímetro esta acariciado, sus manos aceitosas resbalan sobre mi piel. Mis brazos y las palmas de mis manos también se relajan entre sus manos.
Me dirige para darme la vuelta, vuelve a mis pies, y va subiendo por mis piernas conforme masajea mis muslos sus dedos rozan mis labios exteriores como sin querer…
Ya estoy caliente, mojada, Desando que me toque más adentro.
Pero el sigue subiendo por mi vientre ahora llega a mis pechos los acaricia de uno en uno me pellizca los pezones, suavemente los estira apretando un poco más. Noto como mis flujos resbalan entre mis piernas. Mis aureolas también están acariciadas y vuelve a estirar mis pezones, más fuerte cada vez que repite el conjunto del masaje.
Sube por mi cuello, me acaricia los labios, respiro más fuerte, me está poniendo más que caliente. Vuelve a mis pechos los menea y tortura otra vez mis pezones erguidos. Ahora va bajando por mi vientre suavemente acaricia mi monte de Venus totalmente depilado una de sus manos por fin acaricia mi sexo mojado, se pierde dentro tocando mi punto g descargándome oleadas de placer con la ayuda de su pulgar me excita el clítoris, estoy jadeando, su mano me acaricia un pecho apretando de vez en cuando mi pezón que solo espera eso.
Sin poder evitarlo agarro su pene ya duro y grande y lo masturbo, el hombre no se queja, ni intenta apartarme, solo disfruta conmigo de una rica masturbación. Cuando acelera el ritmo yo también lo hago, nuestras respiraciones se compasan, no me puedo retener y me corro en un gemido largo, el no, está aguantando todo lo posible.
Sus manos vuelven a masajearme el vientre y las piernas mientras recobro el aliento.
Se acerca a mi oído y bajito me dice de ponerme en posición fetal. Le obedezco y me alegro que no haya acabado todavía.
Saca de un cajón un mini vibrador de hierro de unos doce centímetros lo cubre con un condón. Se vuelve a echar aceite en las manos. Se pone detrás de mí, empieza a masajear el culo, las piernas, los labios externos, el clítoris… ahora esta masajeando mi ano, estoy tan relajada que su pulgar entra sin forzar, noto como entra y sale, sus otros dedos acarician mi coño.
Cuando nota mi ano suficientemente dilatado me penetra con el vibrador para facilitarle la penetración pongo mi culo en pompa cada vez más.
Disfruto de la sodomización sin miedo al dolor gracias al tamaño del juguete, ¡y como disfruto…!
Me retuerzo de placer porque además me sigue masturbando la vagina y el clítoris. Ahora me folla el coño con dos dedos y el culo con el estimulador.
Mi mano ha vuelto a su polla que sigue tan dura, y lo masturba sin miedo, estamos los dos jadeando mis gemidos aceleran, me corro otra vez como nunca.
Esta vez el también se corre y noto su semen caliente en mis nalgas.
Una vez recobramos el aliento, me retira el vibrador del ano, tira el condón a una papelera y me da unos pañuelos para limpiar la lefa de mi culo.
-Lo siento no suele pasar esto, las clientas no me suelen masturbar, solo vienen disfrutan y cuando se van entonces si me ha gustado me satisfago yo mismo. Pero reconozco que me ha encantado. Gracias Lucia por compartir ese momento con migo.
-De nada, ha sido una experiencia muy agradable, es la primera vez que me dan un masaje erótico, y no he podido evitarlo.
Nunca penetra a sus clientas?
-No, lo entendería como prostitución, y no es el caso.
Yo disfruto dándoles placer a las mujeres solo tocándolas, cada clienta me inspira algo diferente por eso no puedo decir ante lo que les voy a hacer, me surge por cómo reacciona el cuerpo bajo mis manos.
-pues a mí me ha dejado con muchas ganas de follar.
-¿no tiene pareja para apagar ese fuego? mis clientas habituales dicen que después follan con sus maridos con más ganas.
- no, estoy divorciada, ¡pero tengo algunos amigos con derecho a roce!
-puede ducharse si quiere.
- se lo agradezco, una ducha rápida para quitarme el aceite me vendrá bien.
Me meto en el baño sin cerrar la puerta, total ya me ha visto desnuda. Al abrir la mampara lo veo sentado en frente de la puerta del baño con el albornoz abierto observándome, esta acariciando su pene otra vez duro , me recreo secándome con la toalla que me ha dejado , me seco los pies sin flexionar las piernas para que tenga una buena visión de mi culo y coño. Lo miro de reojo ¡qué buena polla tiene el condenado!
Paso al lado suyo desnuda, voy a la sala de masajes a por mi ropa, encima del mueble de los juguetes veo varios condones en una cesta…
Cojo uno lo saco del envoltorio…
-no podemos dejarnos con ese calentón, diciendo eso le pongo el condón en la polla y me siento a horcajadas clavándome el pollón hasta el fondo
- ¡esto te lo regalo yo!
Me agarra del cuello y me besa apasionadamente. Después su boca mordisquea mis pezones, coge mis pechos entre sus manos y mete su cara en medio, yo cabalgo mi potro, me agarro a su nuca y su hombro estamos como salvajes los dos. Su polla clavándose hasta el fondo, mi clítoris ya súper excitado rozándole a cada vaivén… un éxtasis.
-¡follame Pedro, follame, follame!
Nos corremos los dos entre gemidos tremendos
-gracias Lucia, eres realmente una clienta fuera de lo común.
Me ducho otra vez me visto y me despido de Pedro pagándole por el masaje. El no quiere pero insisto. Su trabajo tiene un precio y el polvo se lo he regalado yo.
¡En la próxima cena de chicas podre contarles que abuse del masajista!