El masajista

Un buen masaje te deja nueva

Tener una discapacidad y utilizar silla de ruedas conlleva, a veces, dolores musculares, tensiones y calambres bastante molestos.  La visita periódica al masajista se convierte en un ritual obligatorio para mantener un buen estado físico y liberar tensiones. Normalmente, mi masajista es una mujer. Ella no se atreve a subirme a la camilla y me hace un fantástico masaje en la espalda estando yo sentada en un taburete y me quedo en la gloria…

Al acudir a la cita a la hora convenida a su domicilio me abre su marido. Sé que también es quiromasajista así que no me sorprende verlo con el uniforme. Pregunto por su mujer y me dice que ha tenido que salir y que, si no me importa, me hará él el masaje…. Uff! Mis lumbares me obligan a aceptar la oferta. Pasamos a la pequeña habitación donde está la alta camilla. Él me ofrece subirme a la camilla, con esa musculatura no me extraña que no le cueste pero temo una vez arriba perder el equilibrio y caerme. De todas maneras, lo intentamos. Con gran agilidad me sienta en la alta camilla. Para el masaje descontracturante he de quitarme la parte de arriba incluido sujetador. Una cuestión menor con su mujer pero con él…. Muy profesional me ofrece una toalla que acepto para cubrir mis senos. Son bastante voluminosos ya que utilizo una copa D. Ahora viene la maniobra complicada. Estirarme boca abajo en la estrecha camilla sin que caiga la toalla. Me ayuda a tumbarme y girarme, en el ultimo momento la toalla cae y mis pezones se aplastan contra la fría sábana de la camilla, excitándolos al instante. Lo que me temía, la camilla es demasiado estrecha y temo caerme. No podré concentrarme en el masaje, estoy tensa. Se lo comento y me sugiere atar mis muñecas y mis tobillos con algo suave.

De un cajón saca cuatro largas cintas de seda roja y procede a atarme. Mis muñecas se enlazan a las patas delanteras y mis tobillos no sin antes desnudarme de cintura para abajo ya que me ha ofrecido un masaje completo. Cubre mi culo y mis piernas con una sábana. Yo ahora estoy segura pero completamente inmovilizada. Esta sola idea me empieza a excitar y me sorprendo ligeramente húmeda en mi parte mas íntima. Y por fin empieza el masaje, me aplica una buena dosis de aceite en la espalda y va trabajando contractura tras contractura. El dolor y el placer se entremezclan y no puedo evitar gemir con cada uno de sus movimientos. No sé como entenderá él eso pero yo estoy súper cachonda por saber que un hombre me está dando tanto placer con sus manos.  De repente, sus manos desaparecen de mi espalda para envolver mis pechos con restos de aceite. Esto no entra en el masaje pero me dejo hacer, mis pezones agradecen las caricias endureciéndose mas si cabe. Aprieta mis senos dándome placer muy diferente al terapéutico. Estoy tan excitada que mis caderas se levantan reclamando su atención, entonces me da un sonoro azote en el culo. La toalla cae, dejándome totalmente desnuda e inmovilizada ante él. Viendo que el primer azote solo ha generado un leve suspiro de placer de mi boca, continuas azotándome con la palma abierta, tras cada azote un dedo se escabulle hasta mi clítoris torturándolo brevemente, haciendo que la mezcla de dolor y placer me lleve al orgasmo.  Deseo más, que no pare… Mi culo ya está rojo pero no puedo evitar un nuevo orgasmo. Lentamente, me pone boca arriba, afianzando los lazos de las muñecas pero soltando mis tobillos. Me sujeta las piernas en alto para seguir dándome cachetes en el culo con una mano. Pero es imposible que me caiga así que con la otra mano agitas mi clítoris sin parar hasta que me vuelvo a correr recibiendo sus golpes en mi culo. Mi coño ya no puede mas, está inundado de mis flujos y desea recibir atención. Pero cuando se baja los pantalones para mostrarme su polla súper excitada la introduce en mi boca sin preguntar. La lamo y succiono con pericia, solo deseo tenerla en mi coño pronto. Pero antes me follas la boca mientras me retuerces los pezones. Envuelvo su polla con mi lengua varias veces y chupo sus huevos.  También gime de placer.

Deseo que me folle ya, no puedo esperar mas. Me gira levemente, sujetando mi culo con sus grandes manos, su polla está al fin a la entrada de mi vagina pero resbala una y otra vez sobre mi clítoris conduciéndome a un nuevo orgasmo. En el clímax, me penetra con fuerza y repetidas veces, no dejando que ese orgasmo decaiga. Sé que está a punto de correrse y poco me importa. Deseo que acabe ya, o no, no lo sé. Tanto placer me tiene loca, siento su leche caliente dentro de mí…. Sin duda ha sido el mejor masaje