El masajista
Por una inocente sesiòn de masaje mi mujer es tentada a tener sexo con dos hombres negros.
Mi nombre es Josè y el relato que les voy a compartir le ocurriò a mi mujer en una casa de masajes.
El nombre de mi mujer es Anita de 45 años bien conservados un lindo cuerpo, bonitos senos, piernas bien contorneadas lindas pantorrillas y grandes muslos y lo mejor de todo un gran y precioso culo.
Anita le gusta mucho que le haga masajes para relajarse, un dìa cualquiera se encontrò con una amiga que le recomendò un lugar especial para masajes, sin saber lo que le esperaba acudiò por primera vez a un lugar asì.
La recepcionista la hizo pasar a un vestibulo y la hizo acostar sobre una camilla desnuda boca abajo, Anita estaba nerviosa cuando apareciò el masajista, un hombre negro grande y corpulento de lindos rasgos de èbano, se presentò y sin decir nada comenzò a darle masajes, Anita al sentir aquellas manos se estremeciò sin saber porquè, las manos recorrian el cuerpo desde el cuello hasta la cintura por toda la espalda, para Anita esos masajes eran excitantes, pero notò que las manos se pasaban a sus nalgas y les daba suaves golpes diciendo lo hermosas que eran, ella se dejaba acariciar quizas por lo excitante de todo aquello, el negro seguia masajeando y poco a poco pasaba sus manos por entre sus piernas la cual comenzò a excitarse y dejarse llevar, el negro a su vez al ver aquel cuerpo excitado, comenzò a calentarse.
El negro comenzò a besar sus nalgas, le pasaba su lengua por todo su culito, entremedio de sus nalgas pasando por su ano, Anita estaba excitada como nunca antes habìa sentido, continuò subiendo por la espalda y puso su boca cerca de la oreja y le dijo bajito !!! estàs rica mujer !!! y con una mano en esa posiciòn le tocò su zorrita y le decia !!! la humedad de tù sexo me indican que te gustan mis masajes!!! y era cierto Anita le respondiò !!! si mi negro me gustan mucho tus masajes !!! y entonces se volteò boca arriba y le diò un beso ardiente.
Al negro solo le quedaba satisfacer aquella hembra, se desnudò dejando al descubierto tremenda verga larga y gruesa como todo negro, Anita dirigiendo la vista al miembro quedò complacida y a la vez temerosa de no soportarlo, el negro la tomò y la atrajo a su cuerpo acariciandole con sus dos manos los dos senos y llevandolos a su boca los succionaba y le pasaba su lengua por sus pezones que estaban duros por la excitaciòn y siguiò bajando pasando por el hombligo llegando a su sexo totalmente mojado mordiendo ligeramente los labios vaginales y levantando su cabeza le dijo !!! Ahora vas a saber lo que es gozar !!! y comenzò a mamar su sexo desesperadamente con una lujuria ardiente, Anita gemia con un placer que nunca antes habia sentido ni siquiera conmigo que le daba mucho placer, mientras el negro segia succionando le daba duro a sus nalgas y muslos, Anita no daba mas de placer, el negro al darse cuenta de esto tomò a mi mujer y la tendiò nuevamente en la camilla y colocandose entre sus piernas dirigiò su poderosa arma en so mojada zorrita y de un gran golpe se lo metiò hasta los testiculos, mi mujer diò un tremendo grito de dolor y placer al sentirse empalada por aquel grueso miembro, el negro retiraba su verga hasta la cabeza y volvia a enterrarlo hasta el fondo, mientras ella gritaba y gemia pidiendo màs, nunca pensò que aguantaria esa tremenda verga en su interior, pero lo soportò todo. Al cabo de algunos momentos de mete y saca el negro dando un grito de placer acaba dentro de Anita descargando gran cantidad de semen, Anita al sentir aquel liquido caliente que entraba a su interior explotò en un orgasmo que nunca antes habia tenido.
Pero al negro le quedaba darse un gusto que realmente queria, tomando a mi mujer la colocò en cuatro patitas con los muslos bien separados y con sus nalgas bien paraditas, tomandola de su cintura colocando su verga en su anito de un golpe tratò de meterselo todo pero solo entrò la cabeza, Anita gritò de dolor, pero era tanta su calentura que no puso resistencia y le pidiò que no tuviera contemplaciòn, luego de unos intentos se lo metiò hasta los cocos, Anita se retorcia de dolor pero luego de varios mete y saca solo era placer, gemia y pedia màs, el negro le retirò el miembro y colocandola de espalda se montò sobre ella y se la culeò por varios minutos, juntos como si se hubiesen puesto de acuerdo acabaron con grandes gritos de placer.
Despues de lo vivido no tenia como contarmee aquello sin que me molestara, pero se acordò que yo una vez le contè mis fantasias sexuales y una de ellas era que tuviera relaciones sexuales con otro hombre que tuviese un gran pene, por lo tanto apenas llegò a casa me lo contò sin tapujos, como ese era mi deseo no pude decirle nada, pero le pedì que hicieramos el amor contandome con detalles su aventura y asì lo hicimos fuè una noche inolvidable.