El masaje
Un encuentro en el trabajo, un toque de queda y un masaje especial
Cuando conocí a Sonia me impresionó al primer vistazo. Morena, pelo corto, un metro setenta de altura, unas tetas ni grandes ni pequeñas y un excelente culo. Me la presentaron en la clínica como la nueva fisioterapeuta. Sustituía a Manuel que nos había dejado para irse al Reino Unido a trabajar. Sonia era una recién graduada, unos 23 o 24 años le calculé, y había terminado un máster en Técnicas Avanzadas en Fisioterapia. No tenía mucha experiencia, pero parecía un buen fichaje para la clínica de la que yo era socio. Yo soy odontólogo y en nuestra clínica cubrimos algunas especialidades en las ciencias de la salud. Teníamos una buena cartera de clientes y muchas mutuas y seguros privados que suponían unos buenos ingresos para todos.
Sonia era un chica muy divertida y agradable y enseguida se hizo con una buena reputación entre los pacientes y con el aprecio de los otros compañeros. Resultó ser una muy buena profesional y se notó enseguida en la facturación. En seis meses las cosas marchaban mucho mejor, en parte gracias a su colaboración. Así que los socios decidimos darle una participación en la clínica y un aumento de sueldo. No queríamos que se fuera a otro sitio y que nos dejara en la estacada. Una vez que tomamos la decisión, me encaminé hacia su consulta a fin de darle la buena noticia.
-Sonia, ¿estás ocupada, tienes un momento? Quiero comentarte algo.
-Claro, pero no me asustes. ¿Es malo?
-No, todo lo contrario. Verás, dado tu excelente trabajo aquí, los socios hemos decido que a partir de ahora tendrás participación en la clínica, tanto en los beneficios como en la gestión. Como es natural tendrás un aumento de sueldo y... -No pude terminar la frase porque Sonia se me abalanzó gritando de alegría y se abrazó a mi dejándome sin aliento.
-Gracias, gracias. No me lo esperaba, Muchas gracias de verdad. A ti y a todos. No os defraudaré.
-Vale, vale. Tranquila. Me encanta tu entusiasmo, pero tómatelo con calma que no es para tanto. Mañana nos vemos a primera hora y te comento los detalles.
-Estupendo, mañana nos vemos entonces. Voy a atender al próximo paciente, que hay que seguir trabajando para “salvar vidas”- me contestó con una gran sonrisa.
Con ese entusiasmo dejé su consulta y me dispuse a continuar en la mía hasta terminar la jornada. A las 8 de la tarde, Sonia se presentó en mi despacho y con su habitual sonrisa me comentó: -Oye, Félix, ¿por qué no terminas ya y nos vamos a tomar una copa? Quiero invitarte y darte las gracias por lo de hoy. Es lo menos que puedo hacer. Y como Alicia y Manuel ya se han marchado, sólo me quedas tu. ¿Qué me dices?
-Bueno, no debo rechazar una propuesta así. Soy muy tacaño y cualquier cosa gratis no la dejo pasar- le contesté con mi mejor sonrisa-. Déjame que recoja y nos vamos. - Bueno, parece que por lo menos podía tomarme una copa con la tía más buena de toda la clínica. Aunque sólo fuera una salida inocente, me estaba resultando muy agradable. Y Sonia estaba más que radiante con la noticia todo su ser resplandecía de alegría.
Llegamos a un bar cercano donde a las 9 de la noche aún permanecía abierto. El toque de queda de las 11 de la noche limitaba mucho las salidas, pero teníamos tiempo para tomarnos una copa y llegar a casa. Hablamos de temas personales y después del segundo whisky ya estábamos mucho más locuaces y charlando de cosas personales. Sonia había roto con su novio hacía unos pocos meses y yo le confesé lo de mi divorcio y mi tendencia a no tener pareja estable desde entonces; sólo algunos escarceos amorosos y parejas de una noche.
-Si, dijo Sonia, yo ya también ahora soy de esas. Ya paso de tener una relación estable. Un polvo y a otra cosa, y, en todo caso, si el polvo es bueno se puede repetir, pero sin ir más allá del puro sexo.
- ¿Y cómo te gusta el sexo? ¿Suave, salvaje, bizarro? - Me atreví a preguntar.
-Pues, la verdad es que gustan las cosas fuertes y extremas y manejar yo a mi amante. Ya sabes, sexo duro y todo eso.
Me estaba poniendo cardíaco con la conversación porque era evidente que la cosa iba a ir mas allá de las copas. Para estar más seguro le pregunté -Y ahora ¿tienes follaamigo? - Pues no. Ni follaamigo ni follaamiga- Me quedé un tanto sorprendido, cosa que ella notó.
-Pues sí, me van las chicas tanto como los chicos. Me he montado unos tríos que no veas, a veces con otra chica y otras veces con dos tíos a la vez. Por eso me separé de mi novio, a él no le iba mucho lo de la pareja liberal. ¿Y tu, que es lo que te gusta?
-Pues la verdad es que no he hecho muchos tríos, un par de veces con dos chicas y una sola vez compartí chica con un amigo bisexual, pero no me gustó demasiado sus acercamientos a mi. Así que no repetí ese rollo.
-¿No te gustó que te diera por culo? -Me soltó de improviso. -
-No- dije sonriendo- no llegamos a eso. Pero sí que me hizo una mamada y la verdad es que sin ser desagradable no me llegó a entusiasmar. Y no, a tu segura siguiente pregunta de si yo le hice una mamada a él, la respuesta es no. No lo he intentado y creo que no lo haré. Lo máximo que hice fue masturbarlo un poco antes de que se la metiera a la chica. Hicimos una doble penetración muy buena. Lo que si me gusta es que dos chicas compartan mi cama y que ellas se follen entre sí.
-¡Anda que no eres tu listo!
-¡Bueno, sobre gustos...! -Hostia mira la hora que es, las diez y media. Ya no llego a mi casa antes del toque de queda. - ¡Ramón tráenos la cuenta que nos vamos! Espero que no nos pare la policía al volver a casa.
-No creo, pero para estar más seguros deberíamos de quedarnos en la clínica a dormir. Y a las seis nos vamos a casa y listo- dijo mi compañera.
-Pues no es mala idea. Allí hay algo de comer de la máquina y en mi despacho tengo una botella de vodka para tomarnos otra copa. ¡Ramón dame un par de botellines de cerveza que no los llevamos! No, hombre de Cruzcampo no. Dame otra marca.
Con nuestras botellas en la mano volvimos a la clínica. Nos sentamos en mi despacho y fui a la máquina a comprar un par de sándwiches. -Sólo había un par mixtos. Espero que te gusten porque no hay otra cosa -. Me quedé con la boca abierta cuando entré en el despacho. Sonia se había quitado el pantalón y la blusa y estaba sentada en mi silla, con los pies encima de la mesa, las piernas abiertas y en bragas, mostrando sus lindas tetas al descubierto.
-Cierra la boca que te van a entrar moscas. ¿No hemos venido a follar?, pues deja los bocatas y vamos al lío que estoy deseando probarte.
Rodeé la mesa y me acerqué a ella por la izquierda, le acaricié la cara y me uní a ella en un beso
profundo que me devolvió con ganas. Mezclamos nuestras lenguas y nos morreamos a conciencia. Yo le acariciaba las tetas y ella, después de bajar las piernas del escritorio, empezó a palpar mi paquete, como sopesando forma y tamaño. Un momento después, se separó de mi y dijo -Vamos a mi consulta. En una camilla estaremos más cómodos, sobre todo para lo que quiero hacer.
–Y ¿qué es lo que quieres hacer, si puedo preguntar?
-Ya lo verás. Seguro que te gusta.
Seguí como un corderito a Sonia, que se contoneaba provocándome, dijo: -Si lo llego a saber me habría puesto algo mas sexi. Estas bragas son las de diario. -
-Por mí no te preocupes-, le contesté. -A mi me vale así. No tengo ninguna pega que poner.
Entramos en la consulta y con un gesto me insinuó que me desnudara, lo que hice lo mas rápido posible. Cuando iba a quitarme los boxers, me detuvo con la mano para evitar que los bajara. -No quédate con ellos puestos. Te voy a dar un masaje primero. Ya me libraré yo de ellos. Túmbate boca arriba en la camilla.
-Te agradezco tus cuidados, pero ahora sería mas interesante que pasáramos a otras cosas y te dejaras de masajitos. Me miró con cara de pocos amigos y me soltó: -Te aseguro que a mi me pone mucho dar un masaje a un tío, o a una tía. No veas como me pongo cuando doy rehabilitación a los musculitos o a una tía buena. Muchas veces tengo que hacerme una paja al terminar. Creo que elegí ser fisioterapeuta para así poder tocar a la gente sin ninguna traba. Así que estate quietecito y disfruta de lo que voy a hacerte.
Me tendí en la camilla y ella comenzó untándose las manos con un aceite que fue esparciendo por mi cara y por mi torso. Me masajeaba los brazos el cuello y se centró en los pectorales acariciando mis pezones, dando pequeños pellicos y retorciéndolos suavemente. - ¿Te gusta? - preguntó. -Claro-, le dije -sigue, sigue. - Con una sonrisa me embadurnó las piernas hasta los pies y me masajeó todo centrándose en el interior de los muslos. Esa es una de mis debilidades. Que me acaricien ahí me vuelve loco de deseo. Se dio cuenta de esto y, con una sonrisa burlona, incidió mas, arañando con suavidad el interior y frotando con delicadas caricias los muslos. El efecto de los masajes era perfectamente visible en el abultamiento de mis boxers. Mi polla pugnaba a salir con mi erección y una mancha sospechosa se centraba en la parte que tapaba el glande. Mi líquido preseminal había hecho su presencia. Sonia lo observó detenidamente y comenzó a sobarme por encima de la tela, aumentando la presión en la base, mientras que con la otra mano acariciaba los testículos apretando ligeramente en ellos.
-Joder Sonia – le dije- me estoy poniendo muy malo. Haz el favor ya.
-Shhhhhh. Calla. Te aseguro que te va a merecer la pena esperar. Ahora quítate los calzoncillos. Que te vea lo que guardas ahí. – Rápidamente me alcé sobre los pies y me libré de la prenda. Ya estaba desnudo del todo. Ella dirigió la mirada hacia mi entrepierna y la vi relamiéndose los labios con la lengua.
-No está mal. No es lo mas grande que he visto, pero creo que valdrá.
-No me jodas. No creo que sea para despreciar y te aseguro que se usarla muy bien. No he tenido ninguna queja- le contesté un poco mosqueado.
-Te estoy vacilando, tonto. Me encanta hablar y vacilar en los prolegómenos. ¡Venga, túmbate! ¡Verás que nos lo vamos a pasar muy bien!
Obedeciendo, me tumbé y esperé su próximo movimiento. Se movió hacia uno de los armarios y extrajo un tarro de aceite, lo dejó en la camilla y se retiró para librarse de sus bragas. Puede ver su coño brillante su lubricación; estaba muy mojada. Se acercó a mí, se frotó las manos con el aceite y comenzó a masajearme los testículos. A sensación era muy agradable y mi pene se endureció al momento.
-Veo que te pone la cosita dura. Me alegro. A veces he conseguido que un tío se corra nada mas que acariciando sus huevos. Pero a ti, como algo especial, voy a usar otro masaje para que te corras.
-Ni hablar, deja ya los masajitos y ponte encima que te voy a follar como es debido.
-De eso nada, nene, vas a hacer lo que yo quiera o me largo. Te vas a correr como nunca lo has hecho. Después, me follarás y te follaré; no te preocupes que hay tiempo para todo.
Sonia seguía acariciando mis testículos y con la otra mano agarró la base de mi polla y empezó a masturbarme muy lentamente sin llegar al glande. Mi polla estaba a reventar y yo gemía de una manera muy evidente si seguía así me correría muy pronto. Así se lo dije y me contestó -no, te correrás cuando yo diga. Ahora vas a probarte y verás a que sabes-. Diciendo esto su dedo índice masajeó con su yema mi glande y con el dedo mojado lo acercó a mis labios y me dijo -chupa mi dedo, mámalo bien-. La verdad es que nunca había vivido una situación tan morbosa, no pude por menos que chupar su dedo dejando que su sabor entrara en mi boca. No era desagradable, tal vez un poco pegajoso y salado. Estaba cada vez mas tenso y mi polla exigía liberarse de la tensión. Sonia me sorprendió al decirme: -Recoge las piernas-. Lo hice y ella se acercó a mi culo y empezó a comérmelo dando fuertes lametadas e introduciendo la lengua en mi ano. -Me encanta chupar culos-, me dijo en uno de los momentos en que dejó de chupar. -Pues por mi no lo dejes, sigue-. Siguió mucho rato dándome un espectacular beso negro. Ya me lo habían hecho alguna vez, pero nunca con tanto entusiasmo y dedicación.
-Y ahora vamos con el día de chicas. Prepárate porque te aseguro que te voy a sacar toda le leche que tengas.
Lo del día de chicas estaba claro que se refería a la película Deadpool y a una escena con su pareja, que interpretaba Morena Bacarín, en la que usaba un arnés para sodomizar a Ryan Reynolds. No estaba yo muy de acuerdo esa posibilidad, así que le dije: -De eso nada, a mi no me metes un vibrador en el culo-.
-Tranquilo y deja hacer. Soy una experta terapeuta. Te va a gustar-.
Me hizo alzar las rodillas, manteniendo los pies en la camilla y comenzó desde el lado derecho a masajear mi ojete con uno de sus dedos. El contacto era muy agradable y cuando introdujo su primera falange en mi culo no sentí dolor ni nada por el estilo. La introducción era lenta y suave con su dedo girando hasta que lo tuvo entero dentro, Mi respiración se agitaba más, porque realmente me estaba gustando mucho la penetración. Ella me miraba y sonreía viendo que estaba disfrutando. Sentí que introducía un segundo dedo lentamente retorciendo los dos muy despacio hasta que mi culo se adaptó a la penetración. En ese momento, con su otra mano, comenzó a acariciarme los testículos apretando y aflojando su presión sobre los mismos, al mismo tiempo que la penetración se hacía mas rápida. Yo sudaba y gemía del gusto que me estaba proporcionando. Noté que doblaba los dedos y supe que buscaba mi próstata. El masaje interno se hizo mas intenso y sentí que mi orgasmo era inminente. -Me corro, joder. Me voy a correr. - -Hazlo. Suelta toda tu lefa. Descárgate. - Me contestó. Con esos estímulos empecé a correrme con varias contracciones de mi polla. El placer era intenso y estuve así con un orgasmo prolongado varios segundos. Era la hostia, la verdad. Nunca había sentido una corrida de ese modo. Mi semen cayó en mi barriga e incluso en el pecho. Sonia, sonriendo, subió a la camilla de masajes colocándose encima de mi y comenzó a frotarse en mi barriga recogiendo en su coño el esperma que acababa de soltar. Se acercó de rodillas a mi cara y dijo con un susurro lleno de lujuria; - ¡Cómeme el coño. Límpiamelo. Haz que me corra. Estoy deseando tu lengua-. No puede hacer otra cosa que lamerle la rajita de arriba abajo recogiendo sus flujos y mi esperma. La situación era tan caliente que no me paré a pensar en que me estaba tragando mi propia leche. Me daba igual. Estaba desatado y quería complacer a mi pareja de todas las maneras posibles. Ella no tardó en correrse ruidosamente mientras que con mis manos le agarraba las tetas apretándolas. Bajé una de sus manos a su culo e intenté meter un dedo en su culo. Me paró inmediatamente y me soltó: -No querido, con el dedo no, con la polla-.
Dicho esto se separó de mi cara y se bajó de la camilla. Me levantó y puso sus pechos encima de la camilla doblándose y abriendo las piernas y separando las nalgas con su manos, ofreciendo su grupa.
-Vamos, guapo. Métemela primero en el chocho, lubrícala bien con mis jugos y después métela en mi culo entera, hasta que tus huevos choquen con mis labios.
Con una mujer así, y con un lenguaje tan directo y sucio no se puede hacer otra cosa que obedecer. Y lo hice con gusto. La penetré por detrás en su vagina que acogió mi pene con gran facilidad. Estuve unos momentos follando su delicioso coño y, cuando supuse que estaba ya lubricada, la saqué para dirigirla a su ano e introducir mi capullo en su ojete. Pero nada mas penetrar la punta se me ocurrió otra idea. Quería satisfacerla plenamente y saqué mi rabo con gran frustración por su parte.
-¿Qué haces? ¿Por qué no me la metes entera?
-¡Ahora estas en mis manos. ¡Déjame hacer! - Me puse a cuatro patas y me acerqué a sus labios dando una pasada por los mismo con mi lengua. Sonia se estremeció de placer y exhaló un gran suspiro de gozo. - Ummmmm, cabrón. Eres bueno. Sigue así-, me dijo. Proseguí con mis maniobras y cuando intuí que estaba a punto de tener un orgasmo dejé de lamer su coño y la emprendí con su ojete chupando y lamiendo profundamente. Eso le desconcertó, pero sus piernas se aflojaron y temblaron y experimentó una fuerte corrida. Sin darle tiempo a recuperarse, esta vez acerqué el aceite de masajes, me unté bien el miembro y abrí su culo fácilmente penetrándola hasta el fondo. Esta vez no gimió, sino que casi aulló.
-Joder que bueno. Me siento llena entera. Que gusto por dios. Mas fuerte. Rómpeme el culo. No pares, no pares. Dame duro.
Dado que hacía unos minutos que me había descargado, puede estar bombeando sin parar mucho tiempo. Sonia se derretía de gusto y se masturbaba con su mano derecha multiplicando el placer. Desconozco cuantos orgasmos tuvo, pero debía estar ya exhausta cuando me dijo; - ¡Para ya por favor, no puedo mas! ¡Córrete ya te lo suplico! -. Yo presentía que mi segundo orgasmo estaba cerca. Se me ocurrió que ya que yo había probado mi propia corrida, era justo que ella lo hiciera también. A punto de eyacular, me salí de ella, di la vuelta y me acerqué a sus labios diciendo: -Ahora es tiempo de que tu me pruebes. Espero no defraudarte-. Me miró y abrió la boca para engullir casi la mitad de mi polla. Se quedó quieta sin hacer ningún movimiento mirándome fijamente. -¿Qué pasa? ¿Quieres que te folle la boca? - Gruñó en lo que parecía un asentimiento y comencé a follarme su preciosa boca. Mi verga llegaba hasta su garganta y ella apretaba los labios para darme más placer. No aguanté nada de tiempo. Entre gruñidos comencé a soltar semen en su garganta. Aguantó mis embates y por lo que puede comprobar se lo tragó todo. Quedé exhausto. Sonia se incorporó y rodeando la camilla me agarró la cabeza y se fundió en mi boca con el beso más lujurioso y profundo de mi vida. Por fin, sin aliento, no separamos. Ella se dejó caer desmadejada en uno de los sillones y yo en el otro respirando con fuerza debido al esfuerzo.
-Estoy cansada. Ha sido estupendo. Ahora si que me apetece uno de esos sándwiches que has comprado y la cervecita. Hay que reponer fuerzas.
Le acerqué uno de los bocadillos y la cerveza y me senté a su lado en pelotas, exactamente igual que estaba ella. Sonia me miraba y yo la miraba fijamente. Se me iban los ojos de sus tetas hasta su chumino y de este vuelta a sus tetas y as sus ojos. Ella me observaba con una semisonrisa.
-¿Qué, te gusta lo que ves? Si ya lo has catado en todas sus formas.
-Pues si. Me gusta y mucho. Ahora, mas tranquilo, puedo dedicarme a contemplarte y la verdad es que estás muy buena.
-Tu tampoco estás mal. Tienes un buen torso, tu barriguita es decente y tu rabo es apetecible, sobre todo por lo grueso. Es un buen rabo para recordar.
-Bueno, ¿y qué hacemos ahora? ¿Nos vamos a dormir?
-Ahora, lo mejor es que te vayas a tu despacho y te acuestes en el sofá yo me voy a quedar aquí. Pon el despertador a las seis que no me gustaría que nos encontraran así las limpiadoras.
-Podemos dormir juntos-, insinué.
-No, mejor cada uno por su lado. A mí, para dormir, me gusta la soledad. Ya tendremos tiempo otro día. Buenas noches,
Me dio un piquito y me alejé de la consulta con mi ropa en la mano. Bueno. Había sido fantástico y no había que forzar la máquina. Mañana sería otro día.
¿Continuará?