El masaje

Aquel masaje me llevó a descubrir sensaciones totalmente desconocidas hasta entonces

EL MASAJE

Llegué al hotel muy cansado porque el viaje había sido largo y complicado, dejé la maleta y tomé una ducha caliente que me reconfortó.

Ordené algo de comer y me tumbé un rato en la cama. Por fortuna la habitación era muy confortable.

Al rato llamaron a la puerta y me trajeron la comida ordenada. El camarero la dejó encima de la mesa y me facilitó un catálogo con los diversos servicios que el hotel ponía a mi disposición y muy amablemente me los explicó.

Tomé el refrigerio y ojee el folleto y me llamó la atención un servicio de masaje en la propia habitación de los clientes.

Dado que el viaje me había dejado la espalda bastante cargada creí que sería una buena idea solicitar este servicio.

Al cabo de una media hora llamaron de nuevo a la puerta justo cuando estaba empezando a quedarme dormido.

Abrí la puerta y apareció la masajista con su equipo. Me quedé bastante impresionado tanto por su belleza y como por su estatura.

Extendió un protector encima de la cama, dejó un paquete de toallas en un sillón y una botella de aceite encima de la mesita de noche, indicándome que me quitara toda la ropa y me tendiera boca abajo.

Cubrió mis nalgas con una toalla y me preguntó que tipo de masaje deseaba, le contesté que cualquiera que me relajara pues me sentía bastante tenso por el viaje.

Sentí derramarse el aceite por mi espalda y al instante las cálidas manos de la masajista  distribuyéndolo por mi cuerpo.

Ella empezó a masajear mi cuello y experimenté un gran alivio pues aunque sus manos eran suaves y muy agradables, eran firmes y experimentadas.

Empezaron a deslizarse poco a poco por mi espalda hasta llegar a mis glúteos que acarició delicadamente lo que me provocó un agradable cosquilleo en mi entrepierna.

Prosiguió por mis nalgas y fue bajando por mis piernas hasta mis pies que masajeó con firmeza y volviendo a subir hasta mis glúteos de nuevo, rozando de manera que yo interpreté como inadvertida mi agujerito lo que me provocó una erección.

Me dijo que me diera la vuelta y yo seguí sus indicaciones pero con cierta vergüenza porque no quería que advirtiera lo que había provocado en mi pene y traté de ocupar mi mente en otra cosas.

Después de untar mi tórax y abdomen  con aceite, comenzó a acariciar mi velludo pecho, mientras yo a través del escote de su bata pude adivinar unos senos turgentes y firmes de un tamaño medio grande pero insultantemente erectos.

Esta visión no ayudaba a mis propósitos, ella indiferente prosiguió con el masaje, yo pensé en aquel momento que ya estaría acostumbrada.

Siguió bajando hasta llegar a una zona más delicada que obvió para continuar por mis piernas hasta mis pies.

Volvió a subir y yo ya estaba bastante excitado y por más que traté no puede evitar que mi erección fuera evidente a pesar de estar cubierta por la toalla.

Cuando llegó ahí, me dirigió una sonrisa y empezó a acariciar mi escroto y la zona de mi año,  lo que hizo que mi nivel de excitación subiera vertiginosamente.

Ella seguía mirándome y sonriendo. Con la mayor naturalidad empezó a tocar mi pene por encima de la toalla, llegados a este punto yo ya estaba ardiendo por lo que opté por retirar la cobertura y dejar al descubierto mi miembro que sentía estaba a punto de estallar.

Por su parte se quitó la bata y dejó al descubierto unos senos que como había intuido eran erguidos y muy apetecibles.

No pude resistir el impulso de llevarlos a mi boca, me medio incorporé y los besé, chupé , mordisqueé sus erectos pezones y ella reaccionó estremeciéndose y continuó acariciando mi verga.

Mientras con su otra mano, empezó a tocar mediante círculos el agujero de mi ano y después de lubricarse un dedo me lo introdujo delicadamente lo que me hizo sentir una gran placer.

Acercó sus magníficos pechos a mi miembro, restregando sus pezones por mi polla, mi escroto, mis ingles y mi culito, lo que incrementó mi deleite.

En un momento dado envolvió con sus pechos mi pene apretándolos contra el mismo, moviéndose arriba y abajo y con su lengua lamía mi prepucio, me dejó sin palabras.

De ahí pasó a lamer mis huevos y fue bajando hasta llegar a la entrada de mi culito y cuando me introdujo su lengua en el mismo, sentí algo indescriptible.

Sentía tanto placer que no dudé en apretar su cabeza contra mis glúteos y con la otra mano separaba mis nalgas para facilitar la introducción de su lengua lo más profundamente posible, era una sensación nueva y desconocida para mi.

Yo sentía que flotaba y que mis instintos más primarios habían tomado el control de mi cuerpo.

Deslicé mi mano hasta su minúsculo tanga y aparte el hilo dental que cubría la entrada a su puerta trasera que empecé a acariciar y a besar lubricándolo con mi lengua.

Ella se mostró muy receptiva a mis caricias hasta tal punto que no pude esperar más y le pedí que se pusiera a cuatro, me puse detrás de ella, aparté de nuevo su tanga y le penetré con mi falo, su culito de un modo muy primitivo y viril, agarrándola por sus duros pechos y apretando sus pezones como si quiera exprimirlos, embistiéndola sin piedad,  desesperadamente, ella gemía y gemía pidiendo más y más.

Estuve bombeándola hasta que no pude más y exploté, derramando todo mi semen en lo más profundo de su culito.

Ella agradecida me limpió el sable con su maravillosa boquita y me provocó una nueva erección. Ella succionaba y succionaba hasta lo más profundo de su garganta y movía su lengua lo que provocó que yo estallara llenándola nuevamente de semen que tragó hasta la última gota.

Le arranque el tanga para corresponder a sus atenciones y ahí vino mi gran sorpresa, aquella diosa, aquella muñeca tan femenina y apasionada , tenía el rabo más grande que jamás había visto en mi vida.

Yo soy hetero y no pude disimular mi sorpresa, ella al advertirlo,  sin inmutarse me explicó que era una mujer a pesar de sus atributos de hombre.

Aquella era una situación totalmente nueva para mi y no sabía como reaccionar.

Me cogió una mano delicadamente y me la llevó a uno de sus pechos y la otra a su pene, esto me produjo sentimientos encontrados, por un lado un morbo enorme y por otra repulsión.

Me dijo, cierra los ojos y déjate llevar y accedí al fin y al cabo se lo debía por los maravillosos momentos que me había hecho vivir.

Empecé a pajear lo mejor que pude su enorme vergajo, le tocaba las tetas, los pezones y mi excitación iba a más de nuevo.

Ella mostraba también una gran excitación, de repente puso una mano sobre mi cabeza y la llevó hasta su prepucio y yo instintivamente abrí la boca y empecé a chupar su verga y noté como su miembro crecía aún más dentro de mi boca, notando el sabor salado de su líquido seminal.

Sacó su virilidad de mi boca y la frotó repetidamente con la mía lo que inexplicablemente me excitó mucho.

Yo no sabía que me pasaba pero empecé a sentir un cosquilleo en mi zona anal y de repente ella como si leyera mi mente, me puso boca arriba lamiendo mi orto para dilatarlo y a continuación aplicó el aceite a la entrada y me dijo que me relajara.

Noté el prepucio de su polla presionando mi puerta trasera y como esta se iba abriendo camino poco a poco  a través de mi estrecho agujero, era una mezcla de dolor, era la primera vez y de placer.

La verdad es que lo hacía con mucho cuidado, muy poco a poco, entrando y saliendo. Lo iba sintiendo cada vez más dentro de mí y a la vez yo le manoseaba sus magníficas tetas.

Aquella situación aparte de mucho morbo me estaba empezando a hacer sentir un placer distinto pero a la vez muy intenso.

La sensación era tan fuerte que le pedía repetidamente que me la metiera más profunda y más duramente.

Me estuvo follando un buen rato pues era incansable y sentí una gama de placeres indescriptibles hasta que finalmente me inundó con una cantidad de semen inusitada.

Nos duchamos,  recogió sus cosas y desde la puerta y con una gran sonrisa me dijo “Espero que te hayas relajado” ……..