El Masaje

Continuado de la Historia Alexandra Mi Pasión

El masaje

El sonido del teléfono me hace despertar sobresaltada, desorientada  y algo aturdida,  sin saber si es de día o de tarde.  Me incorporo en un impulso; reviso la hora. No puedo mantener los ojos abiertos pero igual, presurosa me dirijo en busca de mi teléfono móvil;  tengo tres llamadas pérdidas, no reconozco el número;  casi ciega apretó el botón para re llamar y al instante atienden, es la voz es Alexandra:

-          ¡Me tienes preocupada! – dice increpándome

-          ¡Recién me despierto, estoy agotada y adolorida después de la noche que pasamos!  – respondo tratando de que mi vos sea lo más clara posible.

-          ¡Gracias al cielo, me quedo más tranquila entonces! – dice mientras escucho como suspira aliviada.

-          Intento recuperarme del ajetreo nocturno. Estoy contractura, necesitaría unos buenos masajes – le digo haciendo un enorme esfuerzo por tener una conversación sensata.

-          ¡Es buena tu idea! – me responde

-          ¿Conoces La Casa de Magda? – Agrega

-          ¡No, ni idea a que te refieres! - Murmuro

-          Por tu misma vereda unos trescientos metros al norte está La Casa de Magda,  es la vieja casona pintada de color rosa, es la mejor casa de masajes que conozco; si vas pregunta por Yomanha, nadie como ella para este tema de los masajes.  – agrega.

Haciendo un esfuerzo mental inconmensurable, trato que el Google Maps de mi averiada cabeza siga la indicación de Alexandra, pero solo respondo que Sí, por decir algo. Y para no ser cortante agrego:

-          Ubico muy bien el lugar, siempre paso por delante.

-           Pero nunca he ido a una casa de masajes, nunca pensé necesitarlo; pero hoy creo que es el momento. – Agrego, al tiempo que paso mi mano por mi cara quitando el cabello de mis ojo, como si fuera éste la causa de mi imposibilidad para mantenerlos abiertos.

-          Te paso en un texto el teléfono para que reserves lugar. ¡No te olvides de preguntar por Yomanha! Luego me llamas y organizamos para vernos – me dice con entusiasmo.

-          Gracias Alexandra, espero el mensaje, cuando termine te cuento como me ha ido. – le contesto.

Mientras voy al baño y enciendo la ducha para darme un baño reparador y despabilante, escucho sonar mi teléfono, seguro es el mensaje de Alexandra, con el número para llamar a La Casa de Magda.

Mientras la tina de baño se llena, casi inconscientemente y solo impulsada por las contracturas y el cansancio marco el número en el teléfono y espero me atiendan:

-          ¡La Casa de Magda, casa de masajes! – una vos muy sensual me saluda del otro lado del teléfono.

-          Buenas tardes, necesito un turno para realizarme  masajes, si puede ser con Yomanha por favor.  – respondo

-          Tienes suerte hoy Martes solo me queda libre el último turno es a las  7 PM. – me dice

-          Está bien ese horario  – Respondo, mientras miro el reloj de mi teléfono móvil que marca las 5,30 P.M.

-          Masajes completo llevan dos hora, solo descontracturante una hora. ¿Cuál prefieres?- me interroga del otro lado.

-          ¡Completo! – respondo sin pensar.

-          Tu nombre por favor. – me vuelve a requerir la bella vos

-          Moira – Respondo

-          Bueno niña, te esperamos a las 7 PM –dicen del otro lado de la línea.

Pesadamente, dejo el teléfono y me voy hasta el baño para zambullirme en la tina. El agua está algo fría ¡Mejor para despertarme! Tomo el jabón y comienzo a pasarlo  por mi cuerpo, mientras por mi cabeza se pasan las imágenes de la noche anterior, como en una película a la cual puedo rebobinar y avanzar cuantas veces quiera deteniéndome en las escenas que más me gustan.  Recuerdo momentos, situaciones;  y me estremezco al darme cuenta que estoy excitada nuevamente.  En tanto que sin querer queriendo, mi mano derecha con sus agiles dedos están acariciando mi clítoris. Como si tuviese vida propia no logro despegar mi mano del clítoris y solo muñéndome de muy buena voluntad, logro retirarla de mi  mojada vagina.

-          ¿Pero que me pasa?  ¿Porque estoy tan excitada nuevamente? –me digo en vos alta

Trato de volver en sí y terminar rápido con el baño porque  de no ser así, voy a comenzar a masturbarme.

Mientras me  visto aprovecho para preparar un café bien negro (como mi alma) que me ayude a terminar de despertar. Busco en los cajones una buena ropa interior (por si me tengo que quedar en bragas y corpiño)  y algún atuendo bien  casual para ponerme encima, nada sexy, hoy solo relax.

Termino el café, busco el bolso, el teléfono, las llaves de la casa y  voy saliendo, es casi la hora.

…Ya en la Casa de Magda, me atiende una bella mujer mayor, unos sesenta y cinco años, muy guapa, muy cuidada, muy sexy. Me hipnotizan sus manos.

-          Tengo reservado un turno para darme unos masajes, mi nombre es Moira. – le digo a la bella dama

-          ¿Tú pediste  con Yomanha?  – me pregunta mientras mira una planilla sobre el escritorio de la recesión.

-          ¡Así es! - contesto

-          Pasa por ahí y  toma haciendo que en unos instantes te vamos a atender. –agrega con dulce vos y cortes gesto.

Unos minutos después, aparece en la sala, una joven con una chaqueta como la de los médicos, muy cortita, apenas tapa sus nalgas, color rosa y mirándome fijamente me dice:

-          ¿Tú eres Moira?

Casi no puedo responder, estoy atónita de la sorpresa, se trata de una joven de rasgos Africanos, alta de un metro ochenta o más, su piel no es negra, sino de un increíble  color marrón oscuro, cobrizo, brillante y casi metalizado Su cuerpo es esbelto  pero robusto, musculoso. Su cabello es ensortijado, y llamativamente del mismo color que su piel;  lo lleva atado con una coleta muy tirante, dejando todos los rasgos de su atractivo y exótico rostro a la vista ¡Es bellísima! Sus negros ojos de chispeante mirada, su pequeña nariz, su boca grande, carnosa y perfectamente maquillada. Me detengo en sus orejas pequeñas,  de las cuales cuelgan enormes aros metálicos de motivos tribales.

¡Qué decir de su cuerpo si  es una escultura viviente! No me puedo imaginar lo que porta debajo de esa chaqueta, si  lo que a simple vista se ve ¡Es alucinante!

-          Hola, soy Moira – respondo luego de tragar saliva.

-          Bienvenida a La Casa de Magda, yo soy Yomanha. – me dice.

-          Sígueme por aquí – agrega

De la sala de espera vamos pasando por un pasillo, ella camina delante y sus tacones resuenan contra el piso de madera como tambores de guerra, su hermoso culo se menea al compás de sus pasos y su cabello ensortijado, a tempo, sigue el compás. Abre una puerta y con un gesto me invita a entrar. Es un cuarto muy amplio, con  piso de madera,  techo alto, paredes color blanco,  en un rincón parece haber un vestidor, en otro rincón algunos  almohadones y un par sillones, junto a una de las paredes  y casi en la esquina frente al vestidor  parece haber una especie de artefacto con forma cilíndrica  que se encuentra sobre una especie de colchoneta.  Y en el medio de la sala, como en una isla  rodeada de mesas con muchos utensilios está la que parece ser la camilla de masajes.

La luz es tenue pero enseguida los ojos se adaptan a los escases de ella, la música es suave y relajante y  un rico perfume a hierbas, muy suave y muy real armoniza el ambiente.

-          Necesito te quites la ropa – me dice mi bellísima masajista mientras me señala el cambiador.

Me dirijo al cambiador y me desnudo totalmente, luego me envuelvo en una bata y salgo.

Veo a Yomanha que está en cuclillas junto al artefacto sobre la colchoneta. Este aparato es  un asiento semejante es su forma a una silla de montar y en el centro y arriba aparece, creo yo colocado por Yomanha,  un pene que por delante tiene como unos testículos achatados y en uno de los extremos de esa especie de montura, tiene una agarradera o asa en forma de U invertida por donde sujetarse.

-          ¿Qué esto? – pregunto estupefacta, mientras me aferro a mi bata como si alguien intentase sacármela.

-          La primera fase de tus masajes, se llama dispositivo Sybian, la idea es que te relajes dándote un buen orgasmo primero y luego termines con un masaje descontracturante. – responde Yomanha  con vos calma pero algo sorprendida.

-          - ¡Tu pediste un masaje completo! – Agrega a su comentario mi morena masajista.

-          Perdón por el tono de mi pregunta, es que no sabía a qué se refería con masaje completo cuando me preguntaron por teléfono– respondo

-          ¡No, no  quiero esto! ¡Solo los masajes! – Le digo

-          ¡Como tú desees! Yo estoy aquí para hacerte sentir bien y cómoda. – me responde en suave tono, mientras toma mi mano y me guía hacia la camilla de masaje.

-          Te sugiero empecemos con un masaje de cuerpo completo y vamos avanzando, tenemos tiempo para estar juntas. ¡Te vas a sentir esplendida! ¡Solo confía en mí! -Dice a mi oído suavemente mientras desde atrás,  retira mi bata y me hace colocar en la camilla.

Me acuesto sobre la camilla boca abajo, a la altura de mi cintura entre mi pelvis y la camilla hay un almohadón cilíndrico que al acostarme sobre él, deja mi cola más alta que mi cuerpo, aunque la posición es rara, no es incómoda.

Estoy desnuda  mirando por un hueco de la camilla el piso, en tanto  Yomanha me guía con suaves palabras para que logre relajar primero mi respiración y luego mi cuerpo.

Siento como mi entidad se calma. Yomanha recoge mi cabello improvisando un rodete, luego desparrama con sus manos un  tibio y perfumado aceite, desde mi nuca hasta mis pies. No parecen ser sus manos, sino cedas que tocan mi cuerpo.

Los masajes comienzan por mis pies, luego suben por mis piernas, hasta llegar a mis glúteos.

Se detiene en ellos  unos instantes  masajeando  de afuera hacia adentro. Cada vez más adentro sus manos empiezan a pasar por entre mis nalgas bajando poco a poco entre mis piernas rozando mi vulva y  bajando por mis aductores ¡Me conmociono!

La morena insiste con sus caricias y una sensación de  pronta e inexplicable excitación recorre mi ser. Me dejo llevar por la sensación de sus manos, el olor de su perfume, el ruido de su respiración; su silencio.

Sus masajes cada vez más profundo y atrevidos, me hacen excitar de a poco e incontrolablemente.

Decido esperar un instante y ahora que sus dedos pasan justo por sobre mi culito y van rumbo a mi vagina separo un poquito, apenitas, mis piernas esperando que Yomanha capte mi señal e insista y afirme sus caricias en esa zona.

¡Ella ni se inmuta!

Decido esperar y al volver sus manos a pasar  por mi ano y antes que lleguen a mi vagina separo un poco más las piernas y hago un pequeño movimiento como levantando el culo para que Yomanha  ésta vez entienda que es lo que necesito.

¡Ella ni se inmuta!

Ahora sus manos suben por fuera de mis glúteos y ponen rumbo por mi espalda hacia mi cuello. ¡Evidentemente Yomanha no entendió mi proposición!

Sus manos en mi cuello hacen magia. Sus manos en mi espalda me relajan dándome una sensación reconfortante. ¡Pero quiero que me toque ahí abajo entre mis piernas, donde a mí me gusta!

Por suerte sus manos bajan hasta mi cintura, sus masajes se detienen un ratito ahí para luego empezar a bajar por mis piernas otra vez hasta mis pies.

Algo resignada,  pensando que lo que yo deseo ha terminado, me sorprendo al sentir como sus manos apretando firmes y con fuerzas empiezan a subir por el interior de mis piernas para detenerse nuevamente  en  mis nalgas.

¡Suspiro y me  regocijo!

Con mucha delicadeza Yomanha, cada vez más y más, hace que  sus manos surquen mis nalgas masajeándolas, separándolas y apretándolas; haciendo que sus dedos  comiencen a rosar mi ano y a surcar más profundamente entre los labios de mi boca de abajo.

De repente siento como rozan mi clítoris ¡Me conmociono de nuevo! ¡Me estoy mojando!

Un hilo de tibio aceite empieza a  surcar por el interior de mis nalgas inundando suavemente mi ano para luego desbordar y caer hasta mi vagina donde me parece sentir como se mezcla con mis propios jugos.

Las manos y los dedos de Yomanha comienzan a recorrer mis nalgas deteniéndose  justo, justo, justo, en mi esfínter. Primero algunos de sus dedos masajean mis nalgas justo en el límite con mi anillito, ahora otros de sus dedos acarician bien de lleno todo mi esfínter.

La sensación es indescriptible suave, atrapante, hipnotizan te;   sus dedos con cuidada presión masajean mi ano. ¡Lo siento placenteramente dilatado! Con cada masaje sobre mi esfínter tengo la necesidad de levantar un poco  más el culo, y me dejo llevar. La frecuencia aumente y la suave presión sobre mi culito también. ¡Me desespero! Como poseído por algún espíritu depravado y fuera de mi control,  mi culo o mi esfínter, da igual,  quieren atrapar, chupar o morder  sus dedos para tragárselos. ¡Mi culo quiere sus dedos!

Entonces, sin contar ya con voluntad propia, solo siguiendo el instinto y desvergonzadamente, mis caderas se mueven, suben, bajan, van hacia los lados  intentando que mí culo pueda atrapar algún dedo desprevenido y clavarlo dentro de sí.

-          ¡Te gustan mis masajes en tu colita!- dice con suave vos Yomanha

No logro responder con palabras, solo emito un jadeo profundo.

Yomanha sigue inmutable en su labor. Y yo sigo esperando por más.

De pronto abandona mi culo y sube con sus manos hacia mi cintura.

-          ¡NO! – le grito con odio.

-          ¡NO SE TE OCURRA DEJARME ASI – vuelvo a gritar

Instintivamente me pongo a gatas ofreciéndole mi retaguardia, solo dejo mi cara en el huevo mi pecho y mis rodillas apoyadas sobre la camilla y levantando todo lo posible mi cadera,  para que  mi culo quede a su disposición.

-          ¡Eres increíblemente hermosa e increíblemente  puta! – me dice sonriendo

-          ¡Sigue por favor, estoy desesperada! – le digo recuperando el  tono.

-          Como tú digas, estoy para complacerte – responde

Sus manos se posan nuevamente en mis nalgas y  como si fueran lenguas,  comienzan a recorrer el interior de ellas hasta llegar tímidas a mi ano. Solo unas caricias más y ya estoy entregada a la locura. Sus dedos masajean mi esfínter con suave y continua presión. Yo me dejo llevar y  solo basta una suave y casi imperceptible presión para que un dedo empiece, con mi total consentimiento, a surcar el interior de mí dilatado y relajado culo.

Se mete y se mete, dándome el placer de tenerlo dentro, justo cuando más lo necesitaba. Sus manos diestras y hábiles saben exactamente qué hacer con ese dedo y con mi colita; llenándome y vaciándome acariciando y apretando, empujando y relajando, todo justo como se debe y cuando se debe.

Yomanha parece saber que estoy para más y saca su dedo para luego con prestancia y saber meter dos juntos en mi colita, arrancándome un jadeo profundo.

Con otra mano comienza a  masajear delicada y profundamente mi vagina. La lubricación se mezcla con mi humedad  y solo un roce de su mano con mi clítoris, me conmociona dejándome al borde del orgasmo.

Sus dedos manoseando mi clítoris y  sus gruesos dedos barrenando  en mi culo me vuelven loca de excitación.

La delicadeza de la mujer que sabe complacer a otra mujer, tocándola donde se debe, cuando se debe y como se debe, solo quien se anima, es capaz de gozar y disfrutar a niveles tan extremos de placer.

¡No paro de moverme!  Yomanha responde con una masturbación acelerada sobre mi  vagina, atormentando mi dilatado clítoris precipitando sus dedos hasta que grito, grito y grito sin vergüenza y de placer,  mientras me agarro al borde de la camilla clavando mis uñas y así como estoy en cuatro patas como una perra alzada, alcanzo EL ORGAZMO más delicado, suave, cuidado y profundo que he tenido en los últimos tiempo.

¡No paro de jadear y de gemir!

Suavemente Yomanha retira sus dedos de mi interior y me dejo caer sobre mi costado mientras instintivamente tomo su mano y la acaricio.

Solo un instante después, Yomanha, en silencio,  me ayuda a colocarme sobre la camilla de espaldas mirando el techo.

-          ¿Bueno ahora te parece que sigamos con los masajes de relajación?  – me dice suavemente mientras sonríe y humecta sus manos en aceite.

-          ¡Claro que sí! ¡Lo que tú digas! – respondo, aun agitada.

Cierro los ojos,  ella coloca sobre mis ojos una almohadilla  rellena de semillas de lavanda. Y me deja reposando en tanto que con su suave vos me guía nuevamente para que logre recuperar la respiración y la relajación.

Nuevamente comienza con el ritual del aceite pasándolo por sobre mi pecho, mi vientre, mi pelvis, mis piernas.

Comienza masajeando mi nuca, luego baja con sus manos hasta mi  mis hombros se detiene aquí por un instante;  Yomanha  todo lo hace mi suave, placentero, delicado.

Ahora  sigue por mi pecho, pasa a  mis brazos, vuelve sobre mi pecho  y de aquí con especial atención se dedica a mis tetas y mis pezones brindándoles   tiempo y pación. Sus masajes en círculos, sus manos en mis pezones, sus dedos sobando  mis senos.  ¡Estoy modestamente excitada!  ¡Pero excitada al fin!

Sus manos se deslizan a mi vientre, avanzan sobre mi pelvis, y derivan a mis piernas y pies, dedicándose hacendosamente a mis dedos y uno por uno son beneficiados con sus masajes.

Con un ademan suave pone mis piernas en 90 grados juntando la planta de mis pies. Y sigue con su trabajo subiendo con sus manos por mis piernas y deteniéndose en mi pelvis. Desde adentro de  sus manos empiezan a buscar mi vagina,  sin vergüenza ni prejuicios comienza a acariciarme ahí, donde tanto me gusta.

Estoy tendida sobre la camilla con mis ojos cerrados, mi cuerpo aceitado, mis brazos colgando uno a cada lado fuera de mi camilla,  mis piernas abiertas y las manos de Yomanha masturbando, mejor dicho, masajeando mi vagina, la que ha empezado nuevamente a palpitar ante los estímulos de mi morena acosadora. Sus caricias, sus idas y vueltas, sus dedos en mi clítoris me ponen nuevamente con excesiva temperatura sexual.

En un rose fortuito con mi mano que cuelga fuera de la camilla por uno de los lados, siento la piel de lo que me parece ser la pierna de Yomanha. Con toda mala intención  y queriéndolo así hacer,  busco con mi mano tocar más la piel de Yomanha. Confirmo que se trata de  una de sus piernas, con solo un movimiento de mi mano subiendo por ella detecto el borde de su chaqueta. Desvergonzada, apoyo bien mi mano y busco haber que es lo que encuentro y  hallo el interior de las piernas de la morena, su nalga es lo que estoy tocando, por ende me está dando la espalda. Con mis dedos busco su entrepierna y la encuentro al instante ¡No lleva bragas la muy guarra!

Sigo tocando, Yomanha ni  responde, ni se niega. Con mis dedos encuentro su vulva ¡Está empapada! No puedo menos que meter mano y acaricio sus labios buscando el clítoris. El aceite de mis manos y la humedad de ella no hacen más que facilitar la misión y en un segundo, tengo bien lubricada su vagina y fundamentalmente su clítoris el que está redondo y duro como una pequeña uva.

Sus masajes en mi vagina y mi mano en su entrepierna me vuelven loca, la excitación me pone ardiendo.

Con mi dedo pulgar busco su ano, sin demoras lo encuentro, Está ahí,  mojadito, pequeño, ajustadísimo y a mi disposición; no dudo en comenzar a acariciarlo frenéticamente al tiempo que dedico mis otros dedos a su coño.

Escucho jadear tímidamente a Yomanha, al tiempo que ella acelera sus maniobras en mi clítoris y en mi punto G. Yo hago lo mío en su entrepierna.  Más caricias, más masajes, más de sus dedos yendo y viniendo por mí ¡Y pierdo la carrera! Saco mi mano de su entrepierna para aferrarme  a los bordes de la camilla y me dejo poseer por un fastuoso orgasmo al que recibo  temblando y jadeando ahogadamente. Mientras mi cadera se sacude al ritmo de la tunda que le dan los dedos de Yomanha a mi palpitante vagina.

Pasan segundo de silencio, me retiro la almohadilla que cubre mis ojos,  Yomanha me mira fijamente apoyada al borde de la camilla y me dice

-          ¡Eres increíble!

-          ¡Tú eres increíble, me has hecho gozar como guarra! – le respondo

-          Yo solo venia por unos mansajes relajante y termine, con tu ayuda, rasgando el cielo en dos hermosos orgasmos. – agrego

-          ¿Y tú estás bien?  - le pregunto

-          ¡Me has dejado bien mojada y excitada pero nada que no se arregle con el Sybian! – me contesta sin cambiar la postura.

Su chaqueta desalineada, más  desabrochada y desordenada,  me deja ver sus pechos que aparecen enormes entre el escote, tanto que solo falta escaparse los pezones. Miro entre sus piernas y del  juego de luces y sombras que produce la retraída iluminación, puedo delinear con mi vista el contorno de su nalga que ha escapado definitivamente a la tela. ¡Qué mujer más hermosa! ¡Qué belleza tan exótica y sensual!

Me incorporo pesadamente sentándome en  la camilla dejando mis piernas colgando. Usando el silencio como aliado, me acerco a ella, la tomo de la mano y atrayéndola hacia mí, atrapo entre mis piernas su cuerpo. Comienzo a desprender los pequeños botones que aún quedan abrochados y la chaqueta de Yomanha cae el suelo.

Su cara se acerca a la mía, sus labios vibrantes se pegan a los míos y  su lengua tímida y con dulzura, separan mis labios para fundirse en un romántico y húmedo beso. Yomanha me come la boca como si fuese una dulce fruta madura.

Sus manos comienzan a recorrer mi espalda, mis pechos, mi cintura, mis piernas. ¡Parece tener mil brazos y millones de manos acariciándome!

Sus pechos ante mis ojos me invitan a besarlos. Ella responde con sumisión y silencio.

Sus enormes pechos en mi cara, sus pezones en mi boca  y mi mano en su empapada entrepierna; es la consumación de la belleza sexual de dos mujeres dispuesta a disfrutar.

Yomanha sigue acariciándome mientras  yo no puedo desprenderme de sus pechos y con  mi mano en su vagina puedo disfrutar de cada detalle remarcado por su excesiva humedad.

Me despego por un segundo de su cuerpo  soltando de mi boca sus pinches carnosos y  mientras mis ojos se clavan en sus encendidos ojos negros le digo:

-          ¡Quiero ver que es lo que harías en la Sybian! –

-          ¡Ahora no, cuando te vayas! – responde

-          ¿Todavía estamos en mi turno de masajes? – pregunto

Pesadamente mueve la cabeza buscando con su mirada un reloj que está alto en la pared y me responde

-          ¡Si, es tu turno todavía!

-          ¡Tú me dijiste que estabas para complacerme! – le digo inquisitivamente

-          ¡Así es! – responde sin quitar su mirada de la mía

-          ¡Entonces muéstrame cómo funciona!

Sin responder sale de entre mis piernas, se dirige hacia el artefacto. Me hace un gesto invitándome a seguirla y se arrodilla sobre él.

La desnudes de Yomanha me conmueve.

-          Espera un segundo por favor – le digo mientras me dirijo hacia ella

-          ¡Ahora sí! – agrego

-          ¿Qué pretendes? – me dice ella

-          ¡Verte de cerca! – respondo

Me paro a su lado mientras ella monta el artefacto, se acomoda sobre el pene de goma y aprieta su vagina contra él. El pene es de buen tamaño, algo cónico y bien rosado. Empieza a calar la vagina de Yomanha  que por su lubricación permite al falso miembro meterse sin resistencia en su interior. Yomanha deja escapar un pequeño gemido mientras sujeta con fuerza la manija que se halla en unos de los extremos. Con un movimiento de su pelvis deja su clítoris pegado a esa especie de testículos aplastados que tiene pequeñitos y cortos pelitos de goma.

Yomanha está junto a mí, arrodillada, montada en su corcel de sexo. Su pelo bastante desordenado y su cuerpo brillante por el sudor resplandece en la poca luz. Su figura tan exótica, robusta, atlética y étnica, me traen alguna remembranza tribal y mitológica.

Con su mano me entrega el control del Sybian y me dice:

-          Ahora tú tienes el poder, el poder de hacerme gozar.

Veo que el control es muy básico tiene dos botones uno de encendido y otro con las velocidades y sin dudarlo lo enciendo y pongo primera marcha

Un tenue sonido a zumbido inunda la sala y Yomanha sobre su montura empieza a cabalgar.

Veo como su cuerpo con pequeños gestos responde al estimo mientras me mira fijamente como haciéndome responsable de sus acciones.

Me paro frente a ella y veo como el artefacto vibra entre sus piernas mientras los chatos testículos acarician sus clítoris. Ella abre las piernas haciendo que el pene la penetre más aun y ante esta señal pongo segunda velocidad.

Yomanha se arquea hacia atrás, casi que su cabeza toca el piso, todo su cuero se tensa, sus tetas explotan al techo, su vientre se pone plano y los cuádriceps de las piernas se tensan al máximo. Luego dando un gemido salvaje se hace hacia adelante bruscamente y clava sus dedos en la colchoneta del piso quedando en esa posición mientras gime con sonidos muy agudos

Ahora su posición encorvada hacia adelante no me deja ver los detalles, entonces la sujeto por los cabellos levantando su cabeza e intentando se incorpore. Mientras lo hace, aferra sus manos a mi cintura, me atrae hacia ella y pone su carnosa boca contra mi vagina y comienza a lamerme como poseída. La sorpresa me emociona, su lengua en mi vagina y su actitud salvaje me sobrexcitan. Sin dudarlo y ante semejante respuesta voy por más y pongo en tercera velocidad al Sybian. Yomanha me suelta la vagina, da un pequeño  grito y vuelve a clavar su cara en mi entrepierna. Yo aprovecho a acariciar sus pechos y mientras su lengua lame ferozmente mi vagina ella emite pequeño gemidos ahogados. La escena es abrumadoramente  excitante.

Yomanha, pierde la compostura, comienza a jadear, gritar, gemir.

Suelta mi vagina y se empieza a sacudir sobre su montura moviendo su cintura de adelanta hacia atrás en un vaivén frenético mientras su cuerpo se sacude como un junco al viento de una tormenta.

Grita, tiembla y se sacude. Se contraen todos los músculos de su escultural cuerpo y mientras en un raro gesto, estira sus brazos y todo su torso como queriendo asirse del techo, grita guturalmente recibiendo el asolador orgasmo con una sorprendente catarata de dulce y tibio juego, que se derrama por el aparto y entre sus piernas.

… Apago el aparato y voy como un rayo a arrodillarme tras ella, me siento sobre la montura para desde atrás sujetarla y abrazarla, para que se sienta contenida después de semejante éxtasis eyaculatorio.

Mis manos rodean su cintura, mis tetas están pegadas a su transpirada espalda, mi pelvis disfruta de la sensación de estar pegados a sus firmes nalgas. Intento acomodar su cabello totalmente desordenado. Siento como su cuerpo agitado temblar en mis brazos, Yomanha gira su cabeza y me besa apasionadamente. Suelta mis labios de entre sus dientes y me dice:

-          ¡Dame más!

Sin responder y sin dudar, cojo de mi lado el control y lo enciendo, pongo primera velocidad y Yomanha que no ha dejado de temblar del orgasmo anterior empieza nuevamente a vibra al ritmo de la máquina. Yo que estoy sobre la montura tras ella siento las vibraciones del aparato, no me puedo imaginar lo que debe sentir mi morena amante sentada sobre el pene y los testículos.

Ella recoge su pelo con ambas manos mientras a viva vos empieza a gemir. Aprovecho la posición y tomo con mis manos sus tetas para comenzar a sobarlas y de paso a pellizcar sus durísimos y puntiagudos pezones. Se retuerce, se sacude, parece danzar una vieja y erótica danza tribal sobre ese pene, como invocando espíritus del más allá, para que la beneficien con otro salvaje orgasmo.

De repente se hace hacia adelante, estirando todo su cuerpo y sus brazos cuan largos son, quedando con su cara y  pecho sobre la colchoneta y solo cintura sobre la montura, sin que el pene se le salga de su interior.

Su espalda y su culo quedan ante mis ojos. Entonces puedo ver desde atrás su pequeñito anillo anal y no me resisto a la tentación. ¡Amo los culos! Es la parte del cuerpo que más me atrae,  y en el caso de Yomanha ver esas grandes y  musculosas nalgas cubrir un anillo tan pequeñito y ajustado me hacen dar muchas ganas de someterlo.

Me alejo un poco para tener lugar y arrodillada tras ella comienzo a lamerle el esfínter, de apoco presiono intentando perforarlo con mi puntiaguda lengua. Puedo sentir la vibración del peno en su interior. Con mucho cuidado le  lubrico el ano hasta que no aguanto mis ganas y comienzo a usar mis dedos. Primero solo unos masajes con presión pero enseguida enarbolo mi dedo índice y apoyo la uña en el anillito y  empiezo a clavarlo. La resistencia de su colita hace que mi trabajo sea delicado pero arduo. ¡Esa colita es virgen! Cuando mi dedo comienza a perderse dentro del culo de Yomanha ella lo sacude hacia arriba y hacia abajo, no sé si en señal de aprobación o rechazo, poco me importa, pero para que no se distraiga pongo Sybian directamente de la velocidad uno a la cinco, la máxima, Yomanha se conmueve y aprovecho para de un solo envión meterle el dedo hasta el fondo de su cueva.

Su colita me sujeta con presión el dedo. ¡Ese culito está casi sin uso! Lo saco y lo meto sin interrupciones. Está tan ajustado que me cuesta meterlo el dedo con facilidad, no lo dudo, junto saliva de mi boca y lo vuelvo a lubricar para ahora intentar la perforación usando dos dedos. Cuando estoy por clavarles los dedos en el anillito, veo que dentro de la pequeña caja cilíndrica que esta junto al Sybian, en la cual deben guardar el aparato, aparecer una cosa de color rasado. Abro la tapa y hurgo cuidadosamente y para mi sorpresa se trata de un pene largo y fino, pero más grueso que mis dos dedos, en silencio lo tomo y lo lubrico con mi saliva. Yomanha gime y jadea sin darse cuenta.

Tomo el pene ya lubricado y cuando se lo voy a poner por detrás, aprovecho y apago la máquina.

Yomanha sin moverse me grita:

-          ¿Pero qué haces?  ¡Prende ya la maquina! ¡Es que no ves que estoy a punto!

Suavemente apoyo el glande del pene y lo aprieto intentando perforar la resistencia de su anillito.

Yomanha agita sus manos intentando que me detenga.

-          ¡Si quieres que encienda la maquina primero me debes dejar jugar con tu colita!

-          ¡Basta ya de tonterías y enciéndelo! – me grita

-          ¡Solo si me dejas hacértelo por detrás! – Insisto en mi postura.

Sigo jugueteando con el pene en su ano, en tanto mi  vagina ya está humedecida y palpitante.

-          ¡Vamos dime que quieres que te folle el culo! – le digo imperativamente

Sin quitar el pene que está pegado a su ano, prendo y apago rápidamente la máquina. Yomanha jadea

-          ¿Y qué me dices? ¿lo quieres o no? – le insisto

-          ¡Bueno ya dame eso y prende el Sybian! – responde entre dientes

-          ¡De ésta forma no quiero! ¡Quiero que me lo pidas de buen modo! – Le digo

-          ¡Qué zorra eres! – Me responde

-          Pídeme que te lo dé por el culo, que lo deseas  y entonces yo prendo el Sybian – le insisto mientras sigo prendiendo y apagando el artefacto.

-          ¡Dámelo por el culo y prende esa maldita máquina! – Grita desesperada

-          ¡Pero por favor se cuidadosa! – agrega

Enciendo el Sybian y Yomanha gime de placer al tiempo que comienza a mover sus caderas.

Por mi parte sigo en mi tarea de penetrar su ajustado culito. Lubrico nuevamente con mucha saliva el pene y su ano. Vuelvo a posicionar el glande del falso miembro en su  anillito y comienzo a jugar ejerciendo suave presión. Juego y juego, lo subo, lo bajo, presiono y suelto. Su culito parece responder relajándose, entonces aprovecho y empiezo a penetrar en las profundidades de su bellísima colita. Milímetro a milímetro su culo recibe el falo. Sin prisa, con cuidado y dedicación hago que desaparezca pausada pero constantemente dentro de las profundidades inexploradas de mi morena amante.

-          ¡Lo tienes todo dentro! - le digo emocionada

-          ¡Parece que a tu culito si le gustan las pollas! – agrego

-          ¡Si! – le encantan las pollas pero solo si tú me lo haces. – me dice

-          ¡Mira como me gusta! – agrega Yomanha mientras sacude su culo como incitándome a penetrarla.

Entiendo el juego y con una de mis manos masturbo su ano barrenando el falo contra su anillito buscando las profundidades de su caverna y con la otra comienzo a masturbarme, mi vagina empapada de humedad late al son de mis dedos.

Yomanha grita, mientras el Sybian vibra al máximo de sus posibilidades y yo desde atrás atosigo su culo. El anillito de la morena se ha amoldado a las exigencias de su conquistador y con soltura lo deja entrar y salir. Con pasión y con envidia  ayudo a Yomanha a que suba por la empinada colina del éxtasis, mientras con el resto de mis fuerzas intento complacer, con una de mis manos a la colita de mi amiga y con la otra darme algo de placer.

Yomanha se sacude y contorsiona en desacompasada forma, su cuerpo cubierto por la transpiración brilla en la penumbra, mientras sus meneos polinizan  el perfume de su sexo y de su cuerpo por toda la habitación. Ya estoy exhausta de tanto éxtasis, el cansancio físico me deja un solo intento más y hago penetrar por última vez y hasta el fondo del culo, dejando ahí clavado el falo plástico que ha invadido las profundidades anales de Yomanha. Mi mano atormenta mi clítoris como fustigando al caballo 50 metros antes de cruzar la meta y otro nuevo orgasmo me hace caer al piso, con la sensación de estar electrizada por alta tensión.

Yomanha grita se sacude y sin perder el juguete que le he  clavado en su culo, agita la cadera desmesuradamente, se arquea, se sacude y en guturales y tribales sonidos, deja escapar otra catarata de tibios jugos, cosecha de placeres de una increíble siembra de pasión.