El Marroquí

Estaba siendo poseído en un mismo día dos veces, que lujo.

EL MARROQUÍ

Llevo algunos meses dándole vueltas a mi cabeza, para enviar este relato, contando como fue mi primera experiencia, y hoy me he armado de valor y os lo voy a intentar relatar, aunque lo mío no es precisamente la escritura.

Primero me presentaré, digamos que me llamo Gonzalo, soy una persona casada, madura (46 años), vivo en Murcia y en principio siempre he estado abierto a todo tipo de experiencias, aunque he de confesaros que desde hace unos cuatro años he buscado vehementemente tener una experiencia sexual con otro hombre. Después de sopesar los pros y los contras acerca de esta nueva experiencia, no os lo podéis imaginar, y de pensarlo mucho, me decidí a llevarla a cabo. Pero ¿cómo?, los que estáis en mi misma circunstancia de seguro que me entenderéis, ¿verdad?.

Bueno, llegó el momento, pero cómo voy a conectar con alguien que busque lo mismo que yo?, empecé a investigar como podía contactar con gente de mis mismas características, y al final, me decidí por publicar un anuncio en una televisión local, en esos programas de madrugada, envíe mi anuncio por medio de mi móvil y cual no sería mi sorpresa que al cabo de dos o tres minutos comencé a recibir varios mensajes, contestando a mi anuncio, unos explícitos otros menos, pero, que casualidad, vine a fijarme en un mensaje no muy bien escrito, por cierto, que me pide que le prometa que no vuelva a enviar más mensajes y que quiere quedar conmigo.

El corazón se me aceleró, se trataba de un chico de 28 años, marroquí, que por su cultura, debía ser muy discreto, al menos eso me decía en los mensajes. Figuraos las veces que había fantaseado con tener un encuentro con un marroquí y este encuentro se me ponía en bandeja sin tan siquiera buscarlo. La verdad es que acepte su sugerencia, no sabría explicar porqué, ya que os confieso que prefiero a gente de más o menos mi edad. Cómo en ese momento no podía hablar, por razones obvias, quedé que lo llamaría al día siguiente, y así lo hice. Marqué el número de su móvil, esperé que diera la señal, y lo descolgó, a mi me temblaba la voz, no os lo podéis ni imaginar, comenzamos a hablar, su castellano no era muy bueno, pero como había voluntad de entendernos, pues nos entendimos a la perfección.

Fruto de esta conversación fue que quedamos dos días después, en el lugar donde vive, me comenta también que no dispone de sitio, yo le digo lo mismo, pero cuando hay interés la verdad es que uno hace verdaderas locuras. Al fin llegó el día, un jueves, habíamos quedado a las 21 horas en la puerta del centro de salud de su localidad. Allí me presenté, el también lo hizo , nos dimos la mano, a mi me temblaba, y nos gustamos, rompimos un poco el hielo y me indicó donde ir con el coche, yo seguía muy nervioso, pues no sabía muy bien que me iba a ocurrir.

Llegamos al sitio indicado, un huerto de limoneros dónde él había trabajado cortando limones y que estaba lo suficientemente apartado para que no nos molestara nadie. Yo aparqué el coche, apagué las luces, me temblaban las piernas, pero seguí adelante, el también bajó, hablamos un poco y no pude evitar la tentación de acariciar su entrepierna uffff!, que aparato se le notaba a través del pantalón, el corazón se me salía del pecho, me giré, abrí el capó y saqué una manta que siempre llevo por si me topo con algún accidentado, la extendí en el suelo y me arrodillé; él permaneció de pié, se me acercó y me invitó a que siquiera acariciando su entrepierna, me sonreía, yo así lo hice y además comencé a soltarle el cinturón de su pantalón, que con los nervios no atinaba, después bajé la cremallera y vi como sus pantalones le caían hasta las rodillas, se abría ante mí lo que durante tanto tiempo había ansiado. Proseguí bajándole sus calzoncillos y cual no sería mi sorpresa que llevaba puesto un segundo slip, que también bajé. Bueno contemplé la gloria, tenía un aparato descomunal así como de 22 cm, que estaba circuncidado. No daba crédito, el deseo y el miedo a partes iguales se apoderaron de mí, después de acariciarlo un poco me lo metí en la boca, uhmmm! Que placer uhmmmm! Que gusto, por fin tenía en la boca el miembro de otro hombre. Comencé a lamerlo con mucha fruición, de vez en cuando también lo mordisqueaba; mi lengua recorría su pene de arriba hacia abajo deteniéndome en sus testículos que también eran de buen tamaño. Que bien! Al fin ponía en práctica todo lo que había visto que se hacía en las películas porno – gay.

Él comenzó a jadear, se retiro me indicó que parara un poco, que se corría, me indicó que me desnudara, me quité la camisa, después los zapatos y el pantalón quedándome con el suspensorio puesto, continué chupando su pene, estaba muy nervioso, se estaban cumpliendo mis deseos, pero era eso lo que quería?. Pasados unos minutos me indicó que le pusiera un preservativo yo así lo hice, le puse el preservativo y después lo unté con un liquido lubricante, el mismo que me puse en la entrada de mi ano. Procedí a darme la vuelta, el se arrodilló detrás de mí, me acarició un poco mi pene que estaba para explotar y comenzó a pasar el suyo por entre la raja de mi culo, que abrió y acarició, primero con sus dedos y luego con su glande, dios que escalofrío me dio cuando sentí la punta de su pene rozar mi ano.

Empujó muy suavemente, yo estaba muy estrecho, procedió a cogerme por las caderas atrayéndome hacia él. Él a su vez empujaba y me dijo que hiciera un poco de fuerza, pasados unos segundos comencé a abrirme, el introdujo la punta, que gruesa!, que dolor sentí, me giré y le dije que la sacara, el obedeció, me comenzó a poner más lubricante y después volvió a la carga suave, muy suavemente. Volví a sentir como se introducía su glande, pero esta vez yo no sentí tanto dolor, siguió introduciendo su pene y en unos segundos más me encontré profundamente penetrado por mi primer hombre.

Al principio se quedó quieto, yo solo sentía un potente "trozo de carne" en mis entrañas. Poco a poco el miedo y el dolor fueron dejando paso en un salvaje placer, como me sentía!, a cuatro patas, con el suspensorio puesto y poseído por un marroquí, era la gloria. Empezó a mover su pene dentro de mí, primero describiendo círculos y después entrando y saliendo primero muy despacio y después acelerando el ritmo, aquello me estaba volviendo loco, sus manos iban y venían de mis caderas a mi pecho, yo llegado el momento comencé a mover mis caderas complementando su ritmo a la vez que me masturbaba. No os podéis imaginar por mucho que intente explicarlo el placer que llegué a experimentar. Llegado el momento me dijo que se iba a correr y empecé a sentir sus espasmos en mi interior en ese momento yo también me corrí. Fue espectacular, permaneció dentro de mi algunos segundos más y se retiro yo jadeando y el sonriendo.

Se quitó el preservativo lo tiró entre los árboles y me contó un poco su historia de vida. Procedí a levantarme de la manta, cuando el me cogió del brazo y me dijo, si no quería repetir. Yo, podéis imaginar, no me negué, seguimos hablando sentados en la manta durante un cuarto de hora aproximadamente y pasado ese tiempo comencé a acariciarlo de nuevo, esta vez le mordisquee las tetillas y fui bajando hasta llegar a su pene que volví a lamer como si de una piruleta se tratara, así hasta que se puso como el acero.

Se puso el preservativo, esta vez lo hizo él mismo, y me dijo que íbamos a cambiar de posición, me indico que me tumbara boca arriba que subiera las piernas y las descansara sobre sus hombros, yo así lo hice. Él empezó a acercar su cuerpo contra el mío hasta que sentí la punta de su pene en la entrada de mi culo, presionó y se fue abriendo camino, ni que decir tiene que esta vez no sentí dolor, estaba totalmente dilatado. Introdujo su glande y siguió introduciéndose dentro de mi hasta que sus testículos chocaron contra mi.

Permaneció así unos segundos y comenzó a moverse con un mete y saca con más ritmo que la primera vez, yo estaba subiendo al cielo, ante mí se había abierto un mundo con infinitas sensaciones, él seguía bombeando dentro de mi cada vez con más fuerza y más frenéticamente. Estaba siendo poseído en un mismo día dos veces, que lujo, así permanecimos por espacio de más de diez minutos, él bombeando y de vez en cuando masturbándome, nos corrimos a la vez. Esta vez se retiró enseguida, orinamos, nos vestimos, recogí la manta la introduje en el maletero , nos subimos al coche y nos dirigimos al pueblo. Allí le dejé y nos citamos para otra vez, pero esta me la guardo para mi.

Espero que no os haya aburrido mi relato, si es así lo celebro. Si queréis comentarme alguna cosa, ya sabéis, al correo electrónico.

Autor: Gonzalo Berlín

E mail: gobermil@yahoo.es