El Marqués, Andrea y Cristina (5)
El Marqués da una fiesta y las cinco mujeres serán el atractivo de la misma.
El Marqués, Andrea y Cristina (V)
Habían pasado cuatro semanas desde el ingreso de ambas jóvenes al servicio del Marqués cuando una mañana la cuidadora despertó a las cinco esclavas que estaban alojadas y abriendo las puertas de las celdas les indicó que se quitaran la bombacha que tenían puestas, salieran de las celdas y se pusieran contra la pared y con las manos en la nuca.
-Ya vendrá el señor Marqués para hacer una inspección de sus esclavas. Deben permanecer en silencio y escuchar las indicaciones.-
Poco después hacía su entrada el señor Marqués.
-Quiero ver que estén todas en condiciones para esta noche. Tenemos una fiesta con mis amigos y ustedes estarán para animar la fiesta. En particular a las dos nuevas esclavas quiero aclararles cuál será su función. Las otras ya lo conocen de fiestas anteriores.-
-Por ser la primera vez, Andrea y Cristina vestirán bombachas, que, por supuesto, se quitarán ante el requerimiento de cualquiera de los invitados.-
-Como podrán imaginar sus conchas, bocas y culos estarán a disposición de quien lo requiera, sea hombre o mujer. Especialmente de mis invitadas no quiero quejas de que no le hayan chupado sus conchas adecuadamente.-
-Deben estar dispuestas a complacerlos en todo y si entre los invitados hay algún conocido de ustedes, evitarán dirigirles la palabra a menos que ellos se los requieran. No olviden que son esclavas y putas para servir a todos y deben olvidar las costumbres que tenían antes de venir a esta casa.-
-Por último espero no tener que castigar mañana a ninguna de ustedes por mal comportamiento. Esto es una advertencia especial a las nuevas que pueden cometer más fácilmente errores. Ahora las inspeccionaré para verificar que están todas en condiciones.-
El Marqués fue desfilando delante de las esclavas que permanecían firmes, con sus manos cruzadas detrás de la nuca y las piernas ligeramente separadas. Una a una fue tocada en sus tetas, su culo y en su concha. Terminada la inspección, ordenó que descansaran y estuvieran todas preparadas para las 20 horas.
Tanto Andrea como Cristina temían que entre los invitados hubiera algún conocido. Si asistían a esa fiesta, era posible que no podían esperar ayuda de ellos y además deberían someterse a sus caprichos.
A las 20 horas estaban las cinco esclavas en el salón. Andrea y Cristina lucían unas bombachas de muy reducidas dimensiones de color blanco, mientras que las demás estaban completamente desnudas
El primer invitado en llegar fue un diputado del partido gobernante. Por lo visto era asiduo concurrente a las fiestas del Marqués. Al ver a las nuevas exclamó:
-¡Ustedes deben ser las nuevas esclavas del Marqués! ¿Cómo te llamas tú?-
-Cristina señor.-
-Bien puta, bájate la bombacha que quiero admirar tu conchita.-
Mientras Cristina se bajaba la prenda hasta las rodillas, el diputado agarraba ambas tetas con sus manos y las estrujaba. Luego bajó una mano para tomar la concha y otra para meterla entre los dos cachetes y alcanzar el ano.
-Veamos qué tan bien haces una mamada. ¡Adelante! Yo te diré cuándo parar. No quiero acabar en tu boca. Es muy temprano todavía.-
Cristina se subió la bombacha y se arrodilló para ponerse la pija del diputado en la boca. En poco tiempo había aprendido a hacerlo muy bien. Apenas usaba sus manos y con trabajo de la lengua y labios lograba maravillas. No demoró mucho hasta que el diputado le pidiera que se detuviera.
-Lo haces muy bien puta. El Marqués tiene buen ojo y has aprendido bien.-
Mientras tanto había llegado otro personaje que se había dedicado a examinar a Andrea, especialmente las tetas. Tomaba los pezones entre sus dedos y los amasaba y retorcía sin llegar a provocar dolor. Sin decir palabra bajó el cierre del pantalón dando paso libre a su pija. Andrea comprendió de inmediato qué debía hacer.
Se puso la pija en la boca y comenzó a pasar la lengua por la glande. La excitación del hombre hizo que además de ponerse bien dura y aumentar el tamaño, dejó escapar un par de gotas de semen que corrió hasta la garganta de Andrea. Por alguna razón era extremadamente amarga pero ella evitó hacer comentario o gesto alguno.
Tampoco este personaje quiso correrse en la boca de la joven. Aguardaba otras sensaciones para más tarde.
Así fueron llegando otros personajes al los que debían recibir las esclavas. Las más solicitadas fueron Andrea y Cristina por la novedad que representaban aunque las otras tres también recibieron atenciones especiales (incluso una de ellas fue cogida por el gerente del banco local, apenas llegó a la fiesta)
Uno de los asistentes era el fiscal, que al ver a Cristina se quedó pensativo y le preguntó al Marqués:
-¿Esta joven no es Cristina Gómez Estrada?-
-Efectivamente, es ella.-
-Me resultaba cara conocida. Justamente sus padres me vinieron a ver varias veces para investigar el paradero de esta esclava, pero imaginé que estaba en tus manos. No creía que tenía un cuerpo tan hermoso. Sabes elegir bien. Será un placer cogerla.-
Luego se dirigió hacia Cristina y comenzó a amasarle las tetas. Luego bajó sus manos para acariciarle la concha y meterle dos dedos en la vagina. Mientras tanto Cristina permanecía inmóvil.
-Tienes mejor cuerpo que el imaginé las veces que te he visto vestida. Así desnuda estás mucho mejor. Ven, siéntate en mis piernas, a ahorcajadas, que quiero tocar todo tu cuerpo.-
Cristina, algo indecisa, se acercó al fiscal y se sentó en sus piernas de frente a él. En esa posición su concha quedaba completamente abierta y sus tetas a la altura de la boca del hombre.
Mientras le acariciaba el culo, le chupaba los duros pezones. El fiscal sintió la erección de su pene entre las piernas. Liberó su pija del pantalón y la penetró profundamente por la concha.
-Qué conchita apretada que tienes. Nunca imaginé que tendría una jovencita como tú, de esta manera, cogiéndote a gusto. ¡El Marqués es un Rey, no un Marqués! Haber conseguido tenerte entre sus putas -
-Señor fiscal, me secuestraron y me han hecho esclava del Marqués y de sus amigos. Pensé que usted podría salvarme -
-¿Salvarte? ¿De qué? Aquí estarás bien y harás un servicio a los amigos del Marqués. Nada mejor que poner tu cuerpo al servicio de esta comunidad. Es una delicia cogerte, pero prepárate que estoy por acabar.-
Poco después el fiscal volcó su leche dentro de Cristina, quién, resignada, lo único que hizo fue limpiarse la concha para el próximo servicio que seguramente debía cumplir.
En total los16 invitados, que incluía a dos mujeres y todos se conocían entre sí, tocaron, acariciaron y magrearon los cuerpos de las cinco esclavas antes de iniciar la cena que se había preparado.
Cuando todos estaban sentados en la mesa, el Marqués les indicó a las dos nuevas esclavas que se quitaran las bombachas y que las cinco se ubicaran debajo de la mesa para atender los requerimientos de los comensales.
Muy pronto Andrea fue requerida por una de las mujeres. La esclava observó que no tenía bombacha puesta y que, con las piernas separadas, mostraba la concha, en una clara invitación a ser succionada por la sensual boca de la esclava.
Andrea se acercó y se ubicó entre las piernas de la mujer. Nunca había chupado una concha y esperaba hacerlo bien ya que si no sería castigada. Imaginó que haría la mayor tarea con la lengua. Pasó sus brazos por detrás del culo de la mujer para acercarse más y acariciarle los cachetes.
Esta actitud sorprendió a la mujer que se sintió muy cómoda con el acercamiento. Por su parte Andrea pasaba la lengua por el clítoris e intentaba penetrar en la vagina. La excitación llegó a tal extremo que el orgasmo no se hizo esperar y todos se enteraron por el gemido que emitió la invitada.
-Parece que te ha satisfecho muy bien la puta que tienes entre las piernas.- dijo uno de los invitados.
-Realmente sí. Esperaba que no fuera muy eficiente para poder castigarla en las tetas, retorciéndole los pezones, pero no me puedo quejar, lo hizo muy bien.-
-De todas maneras si quieres retorcerle los pezones, no te prives de ello. Para están estas esclavas.- acotó el Marqués.
-Ya tendremos tiempo de hacerles algunas cosillas a estas putas. No tengo apuro.-
Mientras tanto las cinco esclavas estaban debajo de la mesa atendiendo a los comensales. Que ninguno quisiera acabar en sus bocas era un mal presagio. Más tarde iban a querer usarlas de otra manera.
Terminada cena todos los comensales se dispusieron a usar a las esclavas de distintas formas. Las cinco fueron varias veces usadas, pero, por algún extraño motivo Cristina la recibió por el culo once veces y debió resistir los azotes en el culo que le propinaron las dos mujeres. Andrea también debió ofrecer su cuerpo para ser cogido y el destino mayoritario de los castigos fueron sus tetas. Las demás esclavas, ya acostumbradas a estas fiestas, fueron cogidas y castigadas sin ser dirigidos dichos castigos a alguna parte de sus cuerpos en especial.
Al finalizar la fiesta, alrededor de las 3 de la madrugada, todos felicitaron al Marqués por su nueva adquisición. Cristina estaba exhausta y dolorida. Uno de los hombres que la había sodomizado tenía una pija enorme y su ano estaba rojo por las penetraciones. Los duros azotes recibidos en el culo casi le impedían caminar hasta su celda.
La joven se preguntaba si alguno de los asistentes era algún personaje importante que ella no conocía. Pero estaba persuadida que aún así y conociéndola, todos guardarían silencio para poder seguir usando su cuerpo de puta sin limitaciones. Nunca hubiera imaginado que el fiscal la tratara de la manera que lo hizo y ni siquiera se apiadara de ella cuando ese señor de la pija gorda se la metió por el culo y ella gemía de dolor.
Andrea por su parte tenía las tetas hinchadas y moradas por los golpes recibidos. ¿Por qué se habían ensañado con sus tetas? Quizás era porque debido a que estaban bien firmes y paradas, había invitado a los asistentes a deleitarse con ellas. El Marqués se la había cogido estando parados ambos, mientras le pellizcaba el culo sin cesar. Ahora estaba siendo encadenada en su celda.
Las otras tres esclavas sabían que estas fiestas se repetían, pero que luego tendrían algo más de un mes en cual podían estar relativamente tranquilas, en especial que ahora, con la llegada de las mujeres más jóvenes de cuerpos hermosos, el Marqués requeriría menos sus servicios de esclavas y putas.
Poco después todas estaban dormidas. Debían descansar porque no sabían qué les podía deparar el día siguiente. Cristina se durmió con el dedo pulgar introducido en la vagina.