El Marqués, Andrea y Cristina (4)
Las dos esclavas son sodomizadas.
El Marqués, Andrea y Cristina (IV)
La sodomización de las esclavas
Capítulo IV
La llegada de las dos nuevas esclavas había hecho olvidar al Marqués de las tres que tenía encerradas en sendas celdas. Si bien eran también mujeres jóvenes (entre 30 y 33 años) el uso que les había dado en los últimos dos años habían hecho mella en sus cuerpos. Desde marcas permanentes en la espalda y culo por los castigos hasta tetas algo caídas, las ponían en posición de desventaja respecto de Cristina y Andrea.
Con respecto a estas dos últimas, restaba todavía estrenar sus culos. Las había cogido por la vagina y se la habían chupado, pero aun sus traseros se mantenían vírgenes. No solamente por las declaraciones de ellas mismas sino por el aspecto de sus agujeros, el Marqués sabía que no habían sido penetradas por allí y eso le excitaba mucho.
Presentía que no sería del agrado de ninguna de las dos que le practicara sexo anal pero también sabía que el miedo que les provocaba ser castigadas, facilitaría la violación por estrecho agujero. Cristina sería la primera. Estaba dispuesto a penetrarla sin mucho miramiento, ya que quería que quedara claro que ella no era más que una esclava que le debía sumisión.
A las siete de la tarde golpearon la puerta de su aposento. Era Cristina traída por la cuidadora que repitió la frase ya conocida.
- Señor Marqués, aquí se encuentra a su disposición la esclava Cristina. ¿Necesita algo más?-
-No, nada más. ¿Ha tenido puesto el consolador en el culo como yo ordené?-
-Si señor Marqués. Lo ha tenido hasta hace poco.-
Cristina quedó frente al Marqués. Estaba, como siempre, desnuda y con su concha depilada. No sabía qué actitud tomar.
-Quiero que me agradezcas que voy a cogerte. Hoy también probaré tu culito, así que prepárate para que te ocupe todos tus agujeros. Espero que me hagas gozar y no deba castigarte.-
-No señor Marqués, espero hacerlo gozar con mi concha. Mi culito es virgen y a pesar del consolador que he tenido puesto, su pija es grande y no se si podrá penetrarme.-
-Entrará, por las buenas o por las malas, pero tu culito será desvirgado. Comencemos con una fellatio. Arrodíllate y comienza. Quiero una buena mamada.-
Sin demorarse Cristina se puso de rodillas y se puso el miembro en la boca. Comenzó a pasar la lengua por la glande mientras notaba que se endurecía. Luego la introdujo más profundamente cerrando sus labios alrededor del prepucio. La estaba lamiendo con verdadero profesionalismo a pesar del asco que nuevamente sentía de ponerse la pija en la boca. Estaba esperanzada en que por lo menos no se corriera y tuviera que tragar el semen.
Estaba bien dura cuando el Marqués le anunció que se la metería por la concha. Cristina de inmediato se recostó separando las piernas ofreciendo su sexo para ser penetrada. Otra vez su corazón latía con fuerza. Ella misma no podía creer como ofrecía, cual puta, su cuerpo al Marqués.
La introducción fue suave. La vagina estaba lubricada y no costó nada meterla hasta el fondo. El Marqués estaba disfrutando nuevamente de cogerse a esta jovencita de carnes muy firmes y conchita estrecha.
Tal como lo había hecho otras veces, sin apuro se fue moviendo hasta que finalmente eyaculó, quedándose unos minutos sobre la joven para descansar y recuperarse. Finalmente se levantó y fue en busca de un frasco con vaselina.
-Te lubricaré bien el culo para que entre sin dificultad. Si te relajas y abres el agujero no te dolerá la introducción.-
-Señor Marqués, sé que mi violación por el culo es inevitable. Le pido que ponga mucho lubricante para que no me rompa el culo. No quisiera que sangre. Recuerdo perfectamente que soy su esclava y debo obedecer, pero le pido solamente eso, que no me sangre el culo.-
-No quiero lastimarte porque lo usaré muchas veces y es mejor que quede en condiciones. No temas, no te sangrará.-
El Marqués puso una cantidad importante de vaselina en la entrada y con un dedo introdujo parte del líquido más adentro. Ya estaba el culo de Cristina en condiciones de ser penetrado. Sólo faltaba tenrr su pija nuevamente dura para empalarla.
Le indicó que nuevamente se arrodillara y la dejara en condiciones de sodomizarla. Cristina se preparó a recibir nuevamente la pija en su boca, esta vez mojada de semen y de su flujo vaginal. A pesar de esta circunstancia abrió la boca y se introdujo el pene.
Con su ya conocida destreza comenzó a acariciarla con la lengua. El semen que bañaba la pija se fue deslizando hacia su garganta, pero Cristina evitó hacer cualquier gesto de desagrado. Cuando consideró que estaba lista le dijo:
-Señor Marqués, creo que está en condiciones que me sodomice.-
El Marqués apoyó la glande contra el ano y comenzó a empujar. Por su parte la joven hacía el mayor esfuerzo para relajarse y facilitar la entrada. Para su sorpresa casi sin notar la entrada, poco después la tenía toda metida en el culo. Comenzó el movimiento de meterla y sacarla. Por momentos se detenía el movimiento, prolongando el placer del Marqués del Marqués, aunque no el de la esclava. Comenzaba a molestarle tenerla clavada en el culo.
Luego de larga rato, la pija se endureció más aun y comenzó la eyaculación en las entrañas de Cristina. Si bien había sido cogida ya varias veces desde que fue secuestrada, todavía no había podido correrse ni una vez. Ya lo estaba lamentando.
Poco después retornada a la celda en la cual era nuevamente encadenada. Notó que efectivamente el culo le estaba doliendo más de lo que suponía al principio. Después de todo la habían sodomizado por primera vez. Se sintió una puta y añoraba lo que hasta muy poco tiempo atrás era normal para ella. Estar en su casa, salir con amigos, y no andar desnuda de un lado para otro y mucho menos estar encadenada en una celda.
Estaba sumida en estos pensamientos cuando quedó dormida.
El día siguiente fue el turno de sodomización de Andrea. Con pocas variantes la joven también la recibió por el culo. Quizás porque había usado menos el consolador dilatador, quizás porque el ano era más cerrado o porque no logró relajarse lo suficiente, la penetración por el atrás le resultó dolorosa e incluso el caminar de regreso a la celda fue una tortura.
Andrea estaba perdiendo las esperanzas de ser rescatada. ¿No la buscaban? ¿No sabían la existencia de esta casa con mujeres secuestradas? ¿Debía resignarse a ser la puta y esclava del señor Marqués? La humillación que sufrió al ser cogida por el culo no tenía límites. Nunca hubiera pensado pasar por esa experiencia. ¿No era suficiente ser cogida por la concha, aun contra su voluntad? ¿Era para vencer sus últimas barreras de resistencia?
Pensaba en esos dos hijos de putas, Pablo y Ramiro que las habían vendido como si fuesen ganado. Para colmo negociando el precio delante de ellas y como parte de pago, el Marqués aceptó que se las cogiera. Hizo el esfuerzo de olvidar esos recuerdos y dónde se encontraba, pero la cadena alrededor de su cuello le recordaba su condición de esclava.
¿Dónde habían quedado sus sueños de joven que esperaba coger cuando ella lo decidiera? ¿Esta sería su vida con apenas 20 años? El Marqués no la tendría toda la vida. ¿Qué haría con ella cuando se cansara de cogerla y humillarla? Todas estas reflexiones la entristecían pero lo único concreto eran el dolor en el culo y la cadena alrededor de su cuello.