El Mariscal del Infierno (06)
Dolor y pasión en la cámara de tortura
El Mariscal del Infierno. Capítulo Seis.
Después de una larga flagelación, las dos chicas estaban tan agotadas que incluso sus gemidos empezaron a debilitarse, los verdugos decidieron dejarlas descansar unos minutos.
Jacques propuso entonces a los otros sayones un “trato justo”, él se quedaría con Julie mientras los otros cuatro verdugos dedicaban toda su atención a Laure.
Ante ellos las dos jóvenes colgaban de sus cadenas desfallecidas y cubiertas de sudor y marcas de latigazos, por eso, antes de seguir con ellas les echaron unos cubos de agua fría para reanimarlas. Las dos reaccionaron al agua fría gritando y sacudiendose.
Entonces uno de los cuatro verdugos se fue hasta el potro y cogió de allí un par de tenazas, una rueda erizada de pinchos y un peine de puas, y tras mostrarle a la joven Laure con qué la iban a torturar, repartió todos estos instrumentos entre sus compañeros.
Para el siguiente tormento inmovilizaron completamente a Laure obligándole a subir la única pierna que le quedaba libre y atándola a una cuerda que pendía del techo en dirección opuesta a la otra. La muchacha quedó así en suspensión de brazos y piernas, empapada, totalmente indefensa y con el sexo expuesto.
La joven vio cómo la rodeaban esos cuatro bestias armados de aquellos instrumentos de tortura y cerró los ojos esperando ansiosa a que empezaran con ella. Nada de lo que Laure hubiera imaginado en sus fantasías masoquistas se acercó ni de menos a lo que sufrió entonces. La chica experimentó un tormento atroz de manos de esos cuatro sádicos pues así atada pudieron acceder a los rincones más ocultos de su bello cuerpo completamente a placer.
Así le pellizcaron y laceraron donde quisieron y cuanto quisieron sin ninguna compasión de sus alaridos.
Por contra, Jacques, armado sólo de unas pequeñas tenacillas acarició amorosamente el cuerpo de Julie. Mientras le acariciaba su trasero herido, el verdugo le mostró las tenacillas abriéndolas y cerrándolas con secos chasquidos. La joven criada no dejaba de temblar, pues mientras tanto, Laure gritaba como una loca a sólo dos metros de distancia.
- Hola cariño, me gustaría que me dieras un beso, ¿te quito la mordaza?
Julie le miró con lágrimas en los ojos y le dijo que sí
- Buena chica, ahora vamos a quitar esta mordaza tan molesta.
Tras recuperar el habla Julie sollozaba entre hipos como una niña pequeña que estuviera llorando.
- Por, por favor,..... no me tortures más,.... no puedo, no puedo soportarlo,..... me duele mucho..... haré lo que quieras pero no me tortures, por misericordia.
Entre tanto Laure seguía gritando y llorando, convulsionándose como una serpiente mientras dos verdugos le retorcían los dos pezones a la vez y los otros dos verdugos le “peinaban” una y otra vez el culo y los muslos con los cepillos de púas metálicas. La joven tenía el rostro enrojecido y crispado y ni siquiera podía pedir piedad a causa de la mordaza.
- Ven preciosa, abre la boca y dame un beso insistió Jacques a Julie.
Julie miró otra vez lo que le estaban haciendo a su compañera y ni siquiera se resistió, abrió la boca y con los labios temblando sacó su lenguita para besar a Jacques. Éste se deleitó un rato besándose con la joven virgen.
- HHumm, no ha estado mal, dime Julie, ¿tienes sensibles los pechos?, le dijo mientras se los acariciaba otra vez.
La chica le dijo que sí temiendo lo peor.
- Tu señora tiene unas tetas grandes y redondas, hay que reconocer que es una belleza, pero yo francamente prefiero las tuyas, precisamente porque las tienes pequeñas y duras, de todos modos, en cuanto empecemos a follar te crecerán, ya lo verás. Y si te quedas preñada te crecerán más, claro, ja, ja.
Julie volvió a llorar, no quería ni pensar en quedarse en cinta de semejante monstruo.
Dime Julie, siguió Jacques sin dejar de chasquear las tenazas ¿cuál crees que es más sensible, el pecho derecho o el izquierdo?
No sé,... no sé,... no me hagas daño...
O vamos, todas las mujeres tenéis un pecho más sensible que el otro, ¿cuál es el tuyo?
El, el derecho.
Sí a la mayor parte os pasa igual, el derecho tiene más sensibilidad, pero a mí me gusta comprobarlo por mí mismo.
Entonces y sin previo aviso Jacques le agarró el pezón izquierdo con las tenazas y apretando con toda su fuerza se lo retorció hasta darle una vuelta casi completa.
-AAAAAAAAAYYYYYY:
La pobre Julie soltó un largo y espeluznante alarido hasta que Jacques le soltó el pezón tras retorcerlo durante casi veinte eternos segundos.
Ella se quedó llorando y mirando su sensible grano de color rojo, hinchado y palpitando, luego miró a Jacques sin comprender por qué era tan cruel.
Eso no ha estado mal, pero según lo que dices, este otro te tiene que doler aún más, veamos.....
AAAAYYYYAAAAAYYYYYY, BAAAAAASTAAAA, BAAASTAAA.
Jacques puso un indescriptible gesto de sádico mientras le retorcía el pezón derecho con la tenaza.
- Ja, ja, tenías razón, es mucho más sensible el derecho, Dios, menos mal que me he contenido, un poco más y te lo arranco de cuajo.
Entre tanto, los verdugos ya se estaban cansando de atormentar a Laure, así que le desataron las piernas y aflojando las cuerdas de las que colgaba, le permitieron arrodillarse en el suelo, eso sí la joven tuvo que seguir con los brazos estirados sobre su cabeza. Los verdugos no tardaron en sacarse sus vergas y sin resistirse Laure se las empezó a chupar a dos de ellos alternativamente. No era la primera vez que Laure chupaba una polla, ya la noche que se entregó al Barón, éste se la entregó a su guardia personal pero no permitió que la desvirgaran sino que sólo se la pudieron follar por la boca. Así tuvo que mamársela a 30 ó 40 soldados seguidos. Se puede decir que después de eso era ya una experta.
Los verdugos disfrutaron intensamente de la felación sin dejar de beber y de vez en cuando le volvían a retorcer los pezones cuando consideraban que la esclava flaqueaba o no se la chupaba suficientemente bien.
- ¡Qué buena idea!, ¿eh Julie?, ¿me la quieres mamar tú también?
Como respuesta Julie dijo que no resueltamente.
¿Ah no?, qué pena, entonces te tendré que retorcer la pepita.
AAAAYYYYY NNOOOO; NOOOO
El bestia de Jacques le atrapó el clítoris con las tenazas y empezó a tirar de él con toda su fuerza.
El coño de Julie se estiró todo lo humanamente posible entre alaridos desesperados.
- SIIII, TE LA CHUPARE, SIIII POR FAVOR BAASSTTAA.
Y al soltarle el clítoris Julie se echó a llorar.
- Entonces ¿vas a hacerlo? Le dijo amenazándole con las tenazas.
Ella volvió a decir que sí con lágrimas en los ojos.
El sádico verdugo le solto la pierna que ella mantenía en alto y después le fue aflojando las sogas. Julie se dejó caer en el suelo hasta quedar de rodillas.
Bastante impaciente de recibir la mamada de su nueva esclava, Jacques se bajó los pantalones y le puso la polla delante de la cara. La primera reacción de la joven fue torcer la cara y pegarla contra un brazo que aún mantenía atado sobre su cabeza.
- Vamos, no querrás que vuelva a usar esto ¿verdad?
La pequeña Julie dijo que no, resignada dirigió la cara hacia la polla del verdugo y sacando otra vez su pequeña lengüita cerró los ojos y se puso a lamer el glande de su enorme pene con un indescriptible gesto de asco.
¿Lo ves?, no era tan terrible, ¿eh pequeña?, ahora sigue haciéndolo sin parar, así, así pasa la lengua por toda la polla, así,....bien, bien, ja, ja qué cosquillas ¿ves cómo tú también eres un puta? y ahora métete la punta dentro,.... vamos te he dicho que lo hagas.
No puedo, no puedo, dijo ella apartando la boca muerta de asco.
Está visto que tendré que ser malo contigo, tú me obligas Julie.
Entonces Jacques cogió dos pequeñas pinzas atadas por una cadena y se las puso en los dos pezones.
- AAAAAAYY
Jacques tiró de la cadena hacia arriba obligando a Julie casi a incoporarse y la soltó dejándola otra vez de rodillas.
- Y ahora si no quieres que tire otra vez chupamela y hazlo bien, ¿me has oído?
Esta vez Julie no se volvió a negar y con lágrimas en los ojos se metió la polla en la boca, al de unos minutos ya le hacía a su dueño una mamada en condiciones como si se lo hubiera hecho toda su vida.
Carlota veía aquellas escabrosas escenas sobrecogida desde su jaula. Mientras torturaban a su hermana y a su amante sintió una gran excitación y se puso a masturbarse. Quizá hubiera preferido compartir con ellas aquellos sufrimientos más que ser mera espectadora. Sin embargo la felación le daba demasiado asco. Eso de meterse el rabo de esos despreciables verdugos en la boca le daba una grima inmensa, y sus dos compañeras de infortunio eran obligadas a hacer esos actos tan degradantes en su presencia, de hecho parecía incluso que disfrutaban con ello. Por un momento la joven dejó de masturbarse muerta de repugnancia al ver lo que le ocurría a su hermana.
Efectivamente, los verdugos le empezaron a echar abundantes y espesas lefadas en la cara a Laure y se relevaban para recibir las lamidas y chupadas de la joven masoquista. Una vez se hizo al sabor y textura del semen, a Laure ya no le importó que la rociaran el cuerpo de esperma así que hacía las felaciones sin resistirse y gozando intensamente de ellas.
Sin embargo, tras un buen rato, los sayones terminaron cansándose también de eso y procedieron a desvirgarla. Por supuesto, tenían prohibido tomarla por delante así que a Laure le tocó ser desvirgada por detrás.
Para ello le desataron las manos y sin siquiera dejarle limpiarse el semen de la cara y los pechos le obligaron a ponerse un cepo metálico rígido de cuatro agujeros, dos para los tobillos en el centro y dos para las muñecas en los extremos. Laure quedó así con las rodillas dobladas y los brazos extendidos. Sobra decir que la chica se dejó inmovilizar sin resistirse lo más mínimo pues sentía un extraño placer en ello.
En cuanto le pusieron el cepo la obligaron a inclinarse haciendo que tocara en el suelo con el carrillo de la cara. Lógicamente la esclava quedó con el trasero en pompa y los verdugos empezaron a comprobar el agujero por donde se la iban a meter.
- AAAAAAAhh
Laure gritó cuando uno de ellos le introdujo el dedo por el ano.
Lo tiene bien prieto, va a costar romperlo, dijo uno.
Vamos, dijo Jacques que aún tenía la polla dentro de la boca de Julie, vosotros sois unos rompeculos profesionales no creo que ese se os resista.
Quizá tu puta podría ayudar, tiene una lengua muy pequeña.
¿Os referís a...?, ja, ja,sí buena idea. Ven Julie, le dijo Jacques desatándola, ahora vas a chupar otra cosa.
Una vez libre la joven intentó levantarse pero el verdugo la volvió a echar al suelo.
- A cuatro patas, esclava, desde ahora sólo eres una perra.
La pobre Julie, le miró con sus bellos ojos castaño sin comprender, pero Jacques le señaló el culo de Laure
- Ven aquí y lámele aquí dentro, perra.
Julie dijo que no protegiéndose con los brazos y moviendo la cabeza muy apurada.
Querida Julie, estoy harto de que no me obedezcas a la primera. Si no haces lo que te digo inmediatamente voy a volver a colgarte y a darte unos latigazos. ¿Acaso prefieres eso?
¡NO!
Pues haz lo que te digo.
Julie era muy débil de carácter así que no se resistió más, dio unos pasos a cuatro patas y se puso tras el culo de Laure. Entonces con asco y aprensión le lamió entre las nalgas una vez, la chica sacó la cara asqueada pero ante la furibunda mirada de Jacques volvió a hacerlo.
Instintivamente, a la tercera la joven le separó las nalgas con las manos y entonces le chupó el culo una vez más. A partir de ahí empezó a lamerle el esfínter cada vez con menos remilgos.
Al principio Laure sintió un agradable cosquilleo y cerró los ojos de gusto. Sin embargo al de un rato ya suspiraba de placer pues Julie había pasado del esfínter al coño y le lamía la raja de arriba a abajo como estaba acostumbrada a hacerle a Carlota.
Viendo a aquellas dos gatas retozar y lamerse, los verdugos se masturbaban sin parar recuperando la erección casi de inmediato .
Agarrándola del pelo Jacques le indicaba a Julie, ahora más sumisa y obediente, lo que tenía que hacer y en un momento dado Laure ya bramaba de placer.
- Oh sí, así, follame, asíii.
No era para menos pues Julie tenía ya la punta de su lengua metida en el culo de Laure y se la estaba follando con ella adentro y afuera.
- Así, así, zorra chupaselo bien.
Gracias a la lengua de su compañera, el ano de Laure se dilataba a ojos vista y al de un rato parecía un pequeño volcán. Cuando los verdugos vieron que aquello estaba dispuesto a la penetración apartaron la cara de Julie. De todos modos, sin que nadie la obligara a ello, ésta se volvió de espaldas contra el suelo y mientras sodomizaban a Laure siguió lamiéndole el clítoris con la punta de su lengua.
El primer verdugo le rompió el culo a Laure de una sola embestida
AAAAYYYY
Joder me ha tragado la polla con fuerza, ¡qué gusto!
Y el tipo se puso a encularla cada vez con más decisión y rapidez. Efectivamente el apretado esfínter de Laure le atrapaba la polla con fuerza y era enormemente efectivo. Sintiendo que le venía, el verdugo cada vez folló con una cadencia más rápida, metiendo y sacando todo su largo rabo del trasero de la mujer. Laure gritaba cada vez más y más fuerte.
-Así, rompémelo, bestia, joderrrr fo-lla-me.
En ese preciso momento Julie sintió cómo Laure se corría en su cara y le echaba una abundante meada.
La pobre Julie salió de debajo de las piernas tosiendo con la cara empapada del asqueroso líquido entre las risas de los verdugos.
Jacques la cogió entonces de los pelos sin parar de reir y arrastrándola por el suelo hasta una pila le sumergió la cabeza en el agua y se la dejó dentro sin dejarle respirar. Julie forcejeó para poder sacar la cabeza, pero el verdugo se la mantuvo dentro más de la cuenta durante unos angustiosos segundos.
Cuando por fin le dejó respirar, Julie tosía desorientada escupiendo parte del agua que había tragado. Sin embargo, Jacques no le dejó en paz ni un momento, y cogiéndola otra vez de los pelos la llevó arrastrando hasta el potro de tortura.
Y ahora acuéstate ahí.
¿Para qué?. Dijo ella cubriéndose los senos con los brazos.
Voy a atarte al potro, preciosa
-¿Por qué?, no necesitas hacerme nada ahí, haré todo lo que quieras, te la chuparé, fóllame,.... prometo que voy a obedecerte.
Entonces haz lo que te digo, acuéstate y estira los brazos por encima de la cabeza.
Pero ¿para qué quieres atarme ahí?, decía llorando desesperada.
Porque primero voy a follarte y luego a torturarte, ¿para qué si no?.
Julie se arrodilló llorando.
Por favor, no me tortures, más no, por favor, fóllame todo lo que quieras, seré buena,.... pero no me tortures.
Si no te acuestas ahí inmediatamente lo haremos nosotros a la fuerza y será mucho peor, tú decides.
Resignada y sin dejar de llorar la propia Julie se acostó sobre la madera del potro y ella misma echó los brazos sobre su cabeza. Entonces Jacques se puso a atarla muy ansioso. Estiró bien los brazos por encima de la cabeza y se los ató a unas muñequeras de cuero atadas a una gruesa soga que a su vez se enroscaba en un grueso torno de madera. La chica no dejaba de llorar ni suplicar pero el verdugo seguía a lo suyo. Para los tobillos, Jacques utilizó un cepo, colocó cada tobillo en un rebaje semicircular de la madera y luego le puso otra tabla gemela encima para trabarlos bien. Julie quedó así acostada sobre el potro cara a la bóveda de la sala, temblando y llorando mientras su pecho ascendía y descendía al ritmo de su alocado corazón.
- Normalmente no utilizo el potro de tortura el primer día, pero contigo voy a hacer una excepción, ¿sabes Julie? desde que te vi por primera vez te imaginé acostada sobre él y no me lo he podido quitar de la cabeza hasta hoy.
El verdugo sonrió mientras acariciaba su cuerpo despacio deleitándose de su suave piel. En ese momento sintió una gran sensación de poder. Por su trabajo, Jacques podía gozar de centenares de mujeres, muchas de ellas más bellas que Julie. Sin embargo, a veces se encaprichaba de alguna como le había ocurrido con ella. Eso significaba un terrible destino para la mujer pues el sádico verdugo la mantendría viva durante meses hasta que se cansara de ella. Entre tanto, a la joven más le valdría haber sido ejecutada como les ocurría a las demás.
- ¿Sabes qué es lo que más me gusta del potro?, siguió insistente Jacques.
Julie negó desesperada.
- Que la víctima está completamente indefensa y no puede hacer absolutamente nada por aliviar la tortura, piénsalo mientras te follo Julie, ya nada ni nadie puede librarte de lo que te espera.
Y sin decir más, Jacques se puso encima de ella y empezó a follarla a lo misionero.
- AAAAAhhhh
Julie gritó de dolor cuando el tipo la desvirgó, y durante un rato se siguió quejando pues le hacía daño. Sin embargo, pronto sus gritos se hicieron más tenues y adquirieron un tono distinto.
Jacques tenía un pene grueso y largo y era musculoso, así que sabía como hacer gritar de placer a una mujer. Por eso, después de bombear un buen rato, Julie pasó de los gemidos y suspiros a los gritos y tras más de diez minutos de mete-saca empezó a correrse dando bramidos de gusto. De todos modos, Jacques no quiso acabarle dentro del coño pues aún no quería dejarla embarazada. En su lugar se puso encima de su cara y se la folló por la boca hasta que le eyaculó dentro de ella.
Julie tosió y escupió otra vez, pero no pudo evitar tragar buena parte de la corrida.
Muy satisfecho, el verdugo se incorporó aún con la polla tiesa y le dijo.
- Muy bien Julie, ya has gozado, pero como te he dicho, ahora te toca sufrir, tienes la vagina muy dilatada y por eso, esto que tengo aquí te entrará ahora con facilidad, al decirle esto Jacques le mostraba una de las peras vaginales comprobando que Armand la había engrasado bien.
Julie volvió a llorar desconsolada pensando que esa bestia habia sido el que le había arrebatado su virginidad y que ahora la iba a martirizar salvajemente. Era una muchacha demasiado débil para soportar tanto horror.
Entre tanto, los demás seguían enculando a Laure uno tras otro y regando su espalda de semen. A la joven ya no se le cerraba el agujero del ano que estaba rojo y cedido de tanto usarlo.
- Vamos traed a la otra puta y acostadla encima del potro, tengo ganas de usar este juguetito con las dos a la vez.
A pesar de que les había dejado a medias, los verdugos obedecieron de la misma y le quitaron el cepo a Laure. Entre los cuatro la llevaron en volandas y la acostaron en el potro a la izquierda de Julie. Con gran rapidez la inmobilizaron de brazos y piernas. Por supuesto la joven se dejó atar nuevamente sin resistirse lo más mínimo, seguramente el potro de tortura era otra de sus fantasías masoquistas. En realidad antes de entrar en aquella sala de los horrores nunca había visto uno, pero había oído hablar de ese método de tortura, y durante años había soñado ardientemente que se lo aplicaban a ella..
Cuando terminaron de inmobilizar a Laure, los verdugos se pusieron inmediatamente a la tarea. Dos de los sayones cogieron con sus rudas manos las ruedas y a una señal de Jacques empezaron a mover el torno con toda su fuerza. Con un sonido quejumbroso el siniestro aparato empezó a moverse lentamente.
Al principio las dos jóvenes respiraban agitadas y su pecho ascendía y descendía con una rápida cadencia mientras su piel se cubría de transpiración. Los verdugos siguieron accionando el torno sin dejar de bufar y las sogas crujieron al tensarse. Lentamente las sogas se tensaron aún más y fueron tirando a su vez de los músculos y tendones de las dos víctimas.
A Jacques le parecia milagroso lo que ese poderoso instrumento bien manejado era capaz de hacer con dos mujeres a la vez. La delicada anatomía de las dos muchachas pronto empezó a acusar el tremendo estiramiento. Sus brazos y piernas se pusieron tiesos centímetro a centímetro y músculos y tendones se marcaron bajo la piel como por arte de magia.
Entonces las jóvenes trocaron el gesto y miraron a Jacques con ojos angustiados al tiempo que el dolor se empezaba a hacer presente en todo su cuerpo. Pero los verdugos no pararon y el poderoso mecanismo siguió apretando milímetro a milímetro de modo que la agonía se fue haciendo cada vez más intensa e insoportable.
UUUUUUUUUUUAAA
AAAAAAYYYY
En un momento dado las dos mujeres ya no pudieron soportar más el sufrimiento y empezaron a aullar casi a la vez. Nuevamente miraron a Jacques desesperadas apretando los dientes y en un momento dado cerraron los ojos y torciendo el rostro hacia arriba empezaron a soltar alaridos. Jacques sonrió complacido y volvió a preguntarse por qué se parecía tanto el rostro de sus víctimas cuando sufrían la tortura a cuando tenían un orgasmo.
- BAAASTAA, MIS BRAZOS; BAAASTA
La desesperada súplica de Julie frenó por fin a los verdugos. La chica era unos centímetros más baja que Laure así que fue la primera en sentir la insoportable tensión en sus articulaciones superiores. Jacques hizo un gesto con los dedos y sus compañeros dejaron de apretar el ingenio. Por experiencia sabía que había que parar en ese punto, so pena de dislocarle los hombros al “paciente”.
El potro paró por fin su siniestro recorrido, y tras dejar fijo el freno, las dos víctimas quedaron en una dolorosa agonía suspendidas a unos centímetros por encima de la tabla y con el cuerpo estirado al límite de sus junturas. La piel desnuda de las dos mujeres brillaba al resplandor del horno mientras su pecho ascendía y descendía espasmódicamente al ritmo de una respiración agitada y dificultosa.
El dolor era insoportable y las dos mujeres ya no gritaban pero musitaban pidiendo piedad.
Creo que se puede apretar otro diente más, dijo Jacques con sadismo, total, si se descoyuntaba un hombro ya lo volverían a colocar en su sitio, no era la primera vez.
NOOOOO
Click
UAAAAYY
IIAAAAA
Los hombros y tendones de Julie y Laure aguantaron, pero llegados a ese punto la presión del potro era dolorosísima y los dos fornidos verdugos tenían que poner el pie sobre la tabla para hacer fuerza y conseguir avanzar un pequeño diente.
Por favor,.... piedad,.... por favor, dijo Julie más muerta que viva.
Está bien, preciosa, no apretaremos más por ahora, dijo Jacques, pero hazte idea que hasta el día de tu ejecución usaré muchas veces este aparatito contigo. Entonces cogiendo un gato de colas se lo pasó por encima del torso a las dos chicas indicando en qué iba a consistir el siguiente tormento.
Efectivamente los cueros del gato acariciaron repetidamente los pechos de las dos hasta que se les volvieron a erizar los pezones y entonces Jacques le dio un latigazo en las tetas a Laure.
SHhhaaak
AAAAAYYYY
El látigo zumbó en el aire y le impactó sobre la piel con un sonoro chasquido que fue respondido por el quejido de la muchacha.
El siguiente latigazo fue para Julie, y el siguiente para Laure, y así alternativamente hasta descargar diez latigazos a cada una. Al término de esa nueva flagelación las dos tenían las tetas y el vientre llenos de finas líneas rojizas.
Seguidamente le tocó el turno a la entrepierna de las dos muchachas. El cepo del potro estaba especialmente diseñado para mujeres pues al tener los agujeros separados entre sí, ellas se veían obligadas a mantener las piernas muy abiertas dejando su sexo expuesto a lo que los verdugos desearan.
Shhhaaaakk
UUUUAAAA
El látigo zumbó y acertó con diabólica precisión en la entrepierna de Julie que aún estaba irritada de la flagelación anterior.
La joven puso los ojos en blanco y estuvo a punto de perder la consciencia del tremendo dolor, por eso el siguiente latigazo fue para Laure.
SSAHHHK
IIIAAAA
Las pobres mujeres ya casi no tenían fuerzas ni para gritar, así que las reanimaron echándoles otro cubo de agua fría.
Eh, mirad, ¿no es increíble?, dijo uno de los verdugos viendo la reacción de Laure, parece que le gusta lo que le hacemos.
Oh, vamos, contestó Jacques, ya sabes que a veces pasan estas cosas, a algunas les gusta que las torturen.
Sí al principio sí, cuando las atas y les das unos cuantos latigazos se ponen cachondas, pero a estas alturas esta puta tenía ya que haberse arrepentido de haber nacido y sin embargo mírale ahí, ahí dentro lo tiene lleno de ese asqueroso líquido blanco, y eso que aún es virgen.
Es verdad, y tiene el clítoris hinchado como una alubia, la muy zorra está a punto de tener un orgasmo.
Ja, ja, se me ocurre una idea, dijo Jacques con la pera vaginal en la mano.
El verdugo se acercó entonces hasta la jaula donde tenían a Carlota.
Eh, tú , princesa, ¿por qué no le ayudas a tu hermanita a que se corra?, creo que lo está deseando.
Déjame en paz, esbirro, no quiero participar en vuestras depravadas orgías.
Eh oye, Jacques, ¿no decías que no debíamos tocar a la prometida del Barón?
Por supuesto, pero nadie ha dicho nada sobre que ella toque a alguien, ja, ja. Qué me dices, ¿te saco de la jaula?.
Eres un monstruo, ¡con mi propia hermana!, ¿crees que estoy loca?
Tú verás pero si no accedes a comerle el coño a tu hermana utilizaré esto con tu criada, le dijo mostrándole la pera vaginal, ya verás cómo grita.
Eh espera, espera un momento.....
Pero Jacques no le hizo ningún caso y se acercó a la pobre Julie mostrándole bien la pera.
Dile hola a tu nuevo amante preciosa.
NO, no, por lo que más quieras, eso no.
Y ahora dale un beso con esa lenguita así te entrará mejor.
Julie comprendió que si chupaba la pera no le haría tanto daño al entrar, así que sin dejar de llorar ni temblar sacó la lengua para que Jacques mojara la pera con su saliva.
- Y ahora reza lo que sepas.
Jacques apartó los labios vaginales de Julie con su dedos y poco a poco le fue introduciendo la pera metálica en su sexo. Aquí Jacques fue un poco más considerado pues en lugar de penetrarla con un sólo empujón se la fue metiendo poco a poco lubricándola con los propios jugos internos de la joven.
Julie levantaba la cabeza intentando ver qué era ese objeto frío como el hielo que le invadía su vagina. Aquello no le causaba placer pero tampoco le hacía daño. Sin embargo, cuando ya tenía la pera introducida hasta el mango, Jacques empezó a darle vueltas al tornillo.
Lo hizo muy despació de modo que Julie sintió cómo las paredes internas de su sexo se iban dilantando y estirando. Suerte para ella que esa pera no tenía pinchos por dentro como otros ejemplares más brutales que al abrirse desgarraban internamente el sexo de la mujer.
De todos modos, el dolor empezó a ser muy intenso cuando la pera sólo estaba a un tercio de abrirse por completo.
- UUAAAAAAAA
Un largo y espeluznante gemido anunció a todos que Julie estaba visitando el infierno de una de las torturas más salvajes a la que podía ser sometida una mujer.
- NNOOOOO; NOOOOO; MMAAASS NOO, BAASSTAAA, POOR FAVOOR
Carlota sudaba mientras el corazón le retumbaba en el pecho, aquello era horrible y otra vez ocurría por su culpa, pero a pesar de todo, no haría eso con su hermana, por nada del mundo.
- AAAAAAAHHHH
Los aullidos de Julie en plena agonía siguieron sin pausa mientras Jacques apretaba el tornillo muy despacio, cuando de repente.
- ¡DETENTE VERDUGO!
Todo levantaron la vista y miraron hacia Carlota.
Dejala en paz......haré,.. haré lo que quieras.
¿Quieres decir que follarás con tu propia hermana?. Las dos iréis al infierno.
Ya estamos en el infierno, cerdo despreciable, pero si quieres que lo haga, antes le tendrás que sacar eso del sexo, ¿me has oído?.
Está bien, tú mandas vizcondesa. Y diciendo esto Jacques fue aflojando la pera. Poco a poco Julie se fue calmando pero no por eso dejó de llorar. Tras sacarle esa herramienta del diablo, los verdugos fueron descolgando la jaula donde estaba Carlota. Tras esto abrieron la jaula y permitieron que la mujer saliera de la misma.
Carlota fue hasta el potro e intentó consolar a sus dos compañeras de cautiverio.
¡Pobrecillas!, dijo acariciándoles el carrillo, ¿qué os están haciendo estos brutos?.
Muy tierno, pero no estás aquí para eso princesa, además he visto cómo hacías cochinadas en la jaula, no te hagas ahora la decente.
Carlota miró con furia al verdugo.
- Vamos, empieza ya a follar con tu hermana y no pares hasta que se corra,..... vamos o volveré a usar la pera con tu querida criada, y esta vez la abriré a tope, no creo que sobreviva.
Carlota ni siquera le dio pie, sino que empezó a acariciar a Laure. Primero le pasó las manos por el torso y con aprensión le tocó las tetas heridas por el látigo. Después como veía que Jacques se impacientaba dirigió su mano temblorosa a la entrepierna y sus dedos se acercaron poco a poco a su sexo.
- No, no, así no me gusta, no hagas trampas, quiero que lo hagas con la lengua, súbete aquí, dijo Jacques palmeando la madera.
Nuevamente, Carlota fulminó a ese cerdo con la mirada, pero sabía que no bromeaba así que volvió a obedecer.
Entre tanto desde su escondrijo, Rais y Beatriz seguían siendo testigos de todo y habían dejado hacer a los verdugos. Entonces vieron muy excitados cómo Carlota se subía al potro y se ponía de rodillas entre las piernas de Laure, la joven puso las palmas de las manos sobre la tabla y se vio obligada a inclinar mucho la cabeza y la espalda para acceder con la boca al sexo de su hermana. Lógicamente eso le hizo adoptar una innoble postura con sus tetas colgando y el culo arriba, mostrando abiertamente sus verguenzas, que por cierto también estaban brillantes y húmedas de sus propios jugos.
- Puaf ¡cómo huele a cerda!, dijo Jacques aireándose con la palma de la mano, lo cual provocó la risa de sus compañeros.
Carlota hizo caso omiso de la humillación, estaba roja de verguenza por lo que estaba a punto de hacer...... y a pesar de eso lo hizo, cerró los ojos e imaginó que aquella no era sangre de su sangre, sino su querida Julie. Sin embargo, al mínimo contacto de su lengua con el sexo de Laure, extraordinariamente enrojecido y excitado, su hermana empezó a gemir y suspirar.
La lengua de Carlota acarició repetidamente los labios vaginales y el clítoris de Laure pringándose con sus jugos vaginales.
¡Qué par de puercas!, dijo uno de los verdugos, que a pesar del insulto se estaba masturbando por la morbosa escena.
Mira cómo se la chupa la muy......seguro que no es la primera vez que lo hacen
Esos puercos siguieron riéndose de las pobres hermanas, mientras Laure iba poco a poco acercándose a un profundo orgasmo. A menudo sólo una mujer sabe satisfacer a otra mucho mejor que un hombre, y más si es de la familia.
A pesar del dolor que sentía por todo su resentido cuerpo, Laure se retorcía de placer, en ese momento sentía las tetas de seda de su hermana acariciando sus muslos y su incansable lengua. En un momento dado Carlota empezó a comerse literalmente el coño de su hermana con un movimiento nervioso de sus labios y barbilla y Laure empezó a bramar y gritar cada vez más alto.
¿Estais seguro de que vuestra prometida es virgen, mi señor?, dijo Beatriz mientras oía los bramidos de placer de Laure.
Es una buena pregunta Beatriz, tienen razón los verdugos, no es la primera vez que esa zorra hace el amor, se nota a la legua..... Diablos, tengo que casarme con ella para poder acceder a su dinero, pero si resulta que no es virgen seré el hazmerreir de todos. ¿Qué puedo hacer para cerciorarme de su virginidad?
Creo que deberíais someter a vuestra prometida a un profundo examen.
Tienes razón, prepáralo todo Beatriz. ¿Cuánto tiempo necesitarás?
Unos tres días.
Muy bien, hazlo.
Y mientras decía esto el Barón de Rais vio cómo Laure tenía un profundo e incestuoso orgasmo.
(continuará).