El marido de la rosa
Un adolescente, su madre, su tía y alguien que le mueve el alma y otras cosas: el marido de su tia.
Vivíamos en un caserón grande que se caía a pedazos. Una de esas casas antiguas. con muchas piezas que daban a un patio con aljibe en el centro y macetas de malvones y geranios.. Paredes cubiertas de hiedra, y un perfume persistente a "Damas de Noche" cuya fragancia llamaba al silencio de los grillos y las cigarras en los días de verano Era una de esas casas que conocieron mejores épocas y que se fueron deteriorando por el paso del tiempo, las lluvias, la pobreza y el descuido. Éramos tres los que vivíamos en esa casa: mi madre viuda, yo su único hijo. y la tía Rosa, la hermana menor de mi vieja,: que bien superados los 35 años parecía destinada a vestir santos, a no casarse, A ser una solterona.
Por su carácter sociable y por sus muchos oficios (es cosmetóloga, maquilladora de novias, manicura y pedicura), Rosa conocía a mucha gente. Pero nada. Ningún hombre, ni un novio o un pretendiente siquiera. En la familia se decía que era la maldición de la abuela Asunta, que en paz descanse, La difunta se había ido al otro mundo, enojada con la Rosa, por haberle servido un plato de sopa muy caliente que le quemó la lengua a la pobre vieja. La abuela Asunta, una calabresa de la provincia de Catanzaro muy arrugada y de mal carácter, (asi la recuerdo yo ) era medio bruja y por ahí le había hecho un maleficio en dialecto, para que la Rosa nunca se casara.
Rosa no es fea, pero si muy petisa, baja de estatura (vine en frasco chico, duele decir) y eso lo trata de compensar usando zapatos con tacos bien altos. Le gusta maquillarse mucho y siempre va bien peinada. Tiene muy lindas tetas (naturales, suele aclarar, nada de siliconas), que exhibe en generosos escotes y un culo firme aún, que menea bastante cuando camina. Todavía despierta muchas miradas masculinas, deseos libidinosos, piropos. obscenos de obreros de la construcción,, pero nadie la toma en serio, .dice y ella no quiere que crean en el barrio que es una puta o una ligerita. La gente es mala y comenta, suele añadir Y con la competencia de las jovencitas de menos de veinte años, a las que ella llama "bombachita veloz" por lo rápido que se la sacan, tenía todas las de perder. Era como si hubiera perdido el tren o que se le hubiera pasado el cuarto de hora.
Devota como es de la Virgen de Lujan, patrona de la Argentina, y vaya saber si para cumplir no se qué promesa, participó de la procesión anual juvenil a pie hasta la Basilica que cubre una distancia de casi 59 km y que con buen ritmo y viento a favor lleva casi 16 horas de caminata. Claro que Rosita tan juvenil no es y la hizo con sus zapatos de taco aguja de doce centímetros de alto, y talla 36 aunque calza 39, no sea que algunos dijeran "mirá esa petisa patona".
Con semejante calzado, Rosa no llegó más que hasta las cercanías de Morón o sea que apenas completó casi tres horas de procesión y en un receso, mientras se tiraba al césped en una plaza, se le acercó un hombre. Asi lo contó ella después y yo al menos, le creí. Viéndola tan adolorida, descalza, gritando de dolor, con sus pies lastimados e hinchados, el hombre se ofreció a darle masajes en la planta de sus extremidades inferiores, alegando ser experto en "reflexología podal":o sea muy buen masajeador de pies ajenos. " Tiene unas manos" dijo luego m tía poniendo bizcos ambos de sus ojos naturalmente miopes. Mi vieja sospecha que al hombre en realidad se lo levantó en la calle, mientras esperaba la luz del semafóro.
Volviendo a la versión de Rosa, ella aceptó esos masajes y una cosa llevó a la otra y a los dos meses lo trajo a vivir a mi casa, en realidad a la casa de mis finados abuelos, Asunta y Chicho, donde sobraban un par de piezas por el casamiento de las últimas de mis tías solteras Felisa y Adela. (las gemelas)
El hombre a quién ella bautizó "el amor de mi vida", se llama Renato Amadeo Pasquini,, declara tener 37 años, es de estatura superior a la media, algo pelado con algunas canitas prematuras, piel rosada y ojos celestes. Siempre lleva barba de varios días. Su cuerpo es delgado pero musculoso y, ya me olvidaba,, tiene un bulto de esos que parecen en broma de tan grande que lo tiene. " Ese tipo se pone una berenjerna en los calzoncillos" dijo mi vieja sin disimular su asombro cuando lo conoció y le miró el paquete.
Renato es conductor de una línea se ómnibus de larga distancia, así que falta varios días a la semana, y la tía no lo extraña tanto, porque ella se lo pasa trabajando en sus distintos oficios por todo el barrio y zonas aledañas,; Mi mamá que no le perdona una dice que siempre tiene una excusa para andar callejeando. Claro que de noche la Rosa, cuando él no está, parece que siente su ausencia y varias veces nos despertó nombrándolo en sueños.
Yo tengo 17 años, pero creo que aparento más, algunos dicen que parezco de 20, soy bastante alto (todavía quiero crecer algo más), corpulento musculoso y como dicen los amigos "muy fachero" (lindo) a pesar de mi pinta de lo que hoy llamaríamos "un emo", con el pelo peinado a la cachetada (aplastado). Un amigo me dice que el día que se me vayan los granitos del acné, tendría que pensar seriamente en ser modelo publicitario. Pero yo ni pienso en eso, tengo granos para rato Además con esta nariz calabresa que recibi de herencia .
Soy muy tímido, sensible, soñador, medio melancólico. A veces es como que me voy, y no presto atención a nada ni a nadie. Vivo en una nube. Otros días, me emocionan muchas cosas, y cualquier pequeñez me conmueve, no sé porqué soy asi: será porque siempre estuve solo, o me sentí así, o porque me falta algún tornillo en la cabeza. Mi vieja a veces me llama "el loco". Pero ella también tiene sus cosas. Yo se las aguanto porque es lo único que tengo en la vida.
Al principio yo no sentía mucha simpatía por el Rena, como lo llama mi tía. Mi mamá lo detestó desde el primer momento. " Es un desprolijo, un descuidado, mirá como anda todo el día, es un dejado, sin afeitar, despeinado, y con esos shorts medio rotos. " A mi esos shorts con aperturas a los costados, me calentaban a morir. Veía sus piernas masculinas y largas y perdía el aliento. Yo en cierto modo, al principio quizás por celos por dejar de ser el hombre de la casa, pensaba como mi vieja, que Renato era un vivo. ó mejor dicho, un vividor que se había conquistado a una mujer como la Rosa, medio desesperada, para que le diera casa y comida a cambio de sus favores de la carne, o sea sexo en cantidad. Con lo calentona que es mi tía Pero luego lo conoci mejor a Rena, entramos en confianza, y comenzamos a conversar cuando mi vieja y la tía no estaban en la casa.
Escuchábamos juntos el partido, o la radio (Rock and Pop) y nos cagábamos de risa, tomábamos algunos mates, jugábamos al chinchón, a la escoba de 15 y al truco y otros juegos de cartas. A veces me convidaba vino. Especialmente cuando andaba algo "alegre". A Rena le gusta contar chistes verdes con muchas malas palabras, y bromear, igual que a mí y a veces, chiste va chiste viene, yo lo miraba y él se dejaba mirar o me devolvía la mirada y él se reía de un modo que yo no le había visto en presencia de la Rosita. El Rena, tiene lindos dientes, grandes, blancos y muchos y oyuelos en cada mejilla.
Teniendo en claro que me atraen los hombres algo mayores que yo, es lógico suponer que Renato me empezó a gustar cada vez más Solíamos "jugar de manos", hacer pulseadas, peleábamos a la lucha libre y al "kick boxing", y mano va mano viene, un dia me rozó el culo con la mano, casi sin querer. Al rato me fuí con el pretexto de ir al baño, pero sentí el calorcito de su mano en mi orto, toda esa noche y acabé un par de chorros de leche casi sin tocarme. Después sentí vergüenza
Eso no impidió que un par de días después, yo me presentara en su pieza, con un mate en la mano. Lamentablemente estaba la tía Rosita, ya vestida para salir y apurada. Estaba contenta. Seguro que a la noche el Rena se la había cogido.
Al rato ella se fue a trabajar muy perfumada, y con restos de crema humectante en la cara. Canturreaba. Silvaba. Taconeaba. Si, seguro que él se la había garchado a la noche. Esperé que ella cerrara la puerta de calle y volví con otro mate a la pieza a buscarlo a Rena. Dormía y no me atreví. a acercarme. En su sueño, su cara adquiría una tonalidad casi transparente y sus largas pestañas me fascinaban.. Dormía destapado, acurrucado como un niño temeroso a la oscuridad de la noche. Lo miré en la penumbra, las piernas largas, gruesas y algo peludas, el slip blanco hinchado por semejante pija y huevos, la espalda blanca, el culo chiquito y redondo. Me estaba enamorando del tipo y eso me asustaba.
Cuando ya me iba, para no interrumpir su sueño, el me llamó. Había despertado y aceptó el mate caliente que yo le llevaba. Mientras lo bebía, me miró a los ojos, con esa mirada celeste y tersa que se hundía en mis ojos. Me dijo gracias y me dedicó una sonrisa: los ojos le brillaban y se le hacían los hoyuelos en la cara...Salí del cuarto como sonámbulo, como embrujado. Renato que me hacés, ,pensaba,, me estoy enamorando de vos y no es lo que me conviene" En la cocina me di cuenta que yo tenía la verga dura y parada y me avergoncé una vez más, impulsado por un sentimiento de culpa que me dejó medio triste.
Fui al colegio confundido esa tarde, me estaba pasando algo que sabía que estaba mal. No era aceptable que uno se calentara con otro macho. Encima con el marido de la tia. A mi me calentaba otro hombre, yo gustaba de otro macho. Eso no era bueno Encima estaba Rosita de por medio. Pobre, pensé, una vez que consigue una pareja, a alguien como la gente, el putito de su sobrino se lo quiere sacar. Yo era ese putito. Me prometí ocultar lo que sentía. Pero el recuerdo, de aquel cuerpo de macho casi desnudo entrevisto a la mañana temprano, y de su mano caliente en mi culo no me dejaba en paz.
Fue cuando lo empecé a evitar y a pasar menos tiempo en casa. Yo lo eludía cuando sabía que él estaba solo o durmiendo en la casa, luego de uno de sus viajes de larga distancia. Como mi vieja no lo tragaba mucho y poco le hablaba, el dependía de mi aprobación para sentirse de algún modo aceptado en la familia. Me dí cuenta el día que el me paró y me preguntó si estaba enojado con él. No supe que decir y casi ni lo miré a esos ojos claritos llenos de pestañas que me comían el corazón. Al fin me atreví y le dije que no estaba enojado para nada. Sus ojos sonrieron, se puso contento y por un segundo pensé que me iba a poner a saltar de la alegría pero sólo me guiñó un ojo y se fue a su pieza.
Durante uno de esos viajes de larga distancia, me sentí medio mal. El tipo era bueno conmigo y a mí me gustaba estar con él, pero ya casi no le hablaba: no debía hablarle. Me moría de ganas de entrar a su cuarto sin golpear, y tirarme en la cama con él, pidiéndole que me abrazara. Pero eso era imposible.
Por la noche pensaba en él y me largaba a llorar. Si mi vieja se enteraba de lo que estaba pasando lo echaría a la mierda. Lo pondría de patitas en la calle. Si mi tía lo supiera, se moriría. Me culparía a mí de arruinarle la vida. Y yo no me lo podría perdonar nunca.
Aquella tarde llovía. Llovía mucho y pensé en mi vieja que estaba trabajando y no tendría paraguas para protegerse. Rosita había ido a maquillar a una novia desde temprano y volvería tarde. Yo estaba solo escuchando música en la casa. La lluvia golpeaba los techos y mojaba los vidrios de las ventanas.
Eran como las tres de la tarde o algo más, cuando él me golpeó la puerta. Venía empapado por la lluvia, volvía de un viaje al Sur, y un par de ojeras azules enmarcaban sus ojos claritos. Puso el bolso mojado en el suelo, la campera en una silla y me pidió por favor una toalla para secarse y le alcancé el toallón a rayas que usaba mi viejo cuando vivía. Tomate una ducha caliente le dije, te vas a resfriar. Gracias bebé, me dijo y se fue al baño de al lado de su cuarto. El cielo se deshacía en truenos y relámpagos.
El tipo había sido tierno conmigo que casi ya ni le hablaba. Por esconder mi calentura no le daba ningún tipo de atención y él igual me trataba bien.
Me levanté de mi cama, fui a la cocina y puse a calentar agua. Cuando oí que Rena salía del baño, preparé el mate y cebé uno para llevárselo. Golpeé la puerta y el dijo pasá, y cuando pasé, lo vi secándose el pelo.. Tenía el calefactor prendido, y aunque lo intenté, no pude dejar de oler el aroma de jabón y de humedad, y de admirarme por su cuerpo esbelto y bien formado. Creí temblar cuando le alcancé el mate y él para tomarlo dejó caer el toallón y se quedó en bolas, Fue la primera vez que lo tenía asi, a solas, desnudo, parado de frente, con su pija grande y dormida, sus huevos colgantes, su cuerpo no demasiado peludo, y esa sonrisa chiquita y dulce que me volvía loco. El tomó el mate y se tapó nuevamente con el toallón, y yo me quedé callado mirándolo hasta que me dio las gracias y cuando me iba, me dijo: que suerte que no seguís enojado conmigo. Dudé en contestar pero al final mi timidez pudo más y salí de la pieza.
Me tomé un mate. Mi boca estaba seca de deseo, de miedo y de anticipación. No sabía qué hacer. Obviamente un solo mate era muy poco. Serví otro y sin golpear entré a su pieza y Rena ya estaba vestido, con una remera sin mangas y un pantalón corto. Me dijo, pasá y tomo el mate que le ofreciá. Sentate me dijo y me senté en su cama a su lado. Lo miré mientras tomaba el mate y cuando me lo devolvió quise desviar la vista pero no lo conseguí y lo miré a los ojos. Me dijo gracias y su voz se hizo un hilo, y sus ojos un lago y yo no se si quise navegar en esas aguas claras o salir corriendo para que él no se diera cuenta. Me tomó la mano, despacito y suavemente, acercando su pierna musculosa a la mía, y me dijo otra vez mirándome profundamente "que suerte que ya no estés enojado conmigo".
No llegué a responder, porque él me envolvió en un abrazo fuerte y cálido y yo temblando, me dejé abrazar, apoyé mi boca casi a la altura de sus tetillas. Y me pareció escuchar los latidos de su corazón o quizás era los del mio.
Su mano recorrió mi cabeza, despeinó mi pelo aplastado, recorrió mi cuello, mi cintura, mi espalda. Era algo nuevo para mí. Que alguien me diera cariño. Y casi se me escapa un grito pero no contuve: no quería pasar por flojo o por débil y él acercó su cara con barba de un par de días, a la mía casi imberbe, buscó mi boca con su lengua, con su boca, con sus dientes, con su saliva de menta y anis. Y yo devolví los besos con ruido, como con eco, fascinado por el hecho de que un hombre me estuviera besando en la boca buscando mi lengua, mezclando su saliva con la mía, diciéndome cosas, sacándome la remera, lamiéndome el pecho, recorriendo con su boca y con su lengua mis tetillas adolescentes, mis axilas, mi cuello, mis orejas, el mentón, los brazos. Y que yo lo devolviera todo con igual pasión.
Su cabeza en mi vientre, su lengua en mi ombligo, sus manos en mi espalda, en mi culo, en el nacimiento de mi culo. Comencé a devolver las caricias y me pregunté si era cierto, si mis manos eran las que acariciaban sus hombros, sus brazos, su cuello, su nuca, su pecho,sus tetillas que lamí una a una y su ombligo y la línea de pelo que bajaba desde el ombligo hasta su sexo. No. no estaba soñando.
Estaba haciendo el amor con un hombre y sabía que eso era mal visto Pero no me importó nada. Acaricie su pija, le subía y bajaba el prepucio y la cabecita de su verga quería salir , asomarse, Tenía una pija gorda, fuerte, dura. Estaba tremendamente dura. La olí y la besé con desesperación antes de metérmela en la boca y comenzar a chuparla. El suspiraba y jadeaba y decía seguí bebé, seguí no pares seguí y yo seguía. Chupandole la verga, los huevos, la cabecita con forma de hongo, adorando con total entrega ese bulto que se me ofrecía sin retaceos. Y a ratos, yo levantaba la vista para asegurarme que de verdad estaba disfrutando.
En un momento se dio vuelta y comenzó a chuparme la pija. Y su boca era como una aspiradora, como un océano caliente en el que me hundía con cada entrada, y yo quería gemir y gritar pero su enorme verga en mi boca me lo impedía. Seguía lloviendo, la tormenta golpeaba las ventanas. Tronaba. Cuando relampagueó, la pieza se iluminó un segundo y pude ver su piel desnuda y blanca hundiéndose en mí, como conquistando mi cuerpo, y yo seguí besando su pija hasta que al rato volvió a tronar y del susto nos separamos. Nos reímos y en la oscuridad pude ver que el me miraba apasionado con los ojos entrecerrados por el deseo.
Me cogió con mis piernas sobre sus hombros, con mis pies sacudiéndose a cada embate y con mi voz adolescente resonando en la noche tormentosa. Su pija gorda y dura perforando mi culo, invadiendo mi jardín privado, cobrándose mi inocencia como precio por ese amor insólito, clandestino y prohibido.
Cuando mis piernas comenzaron a sufrir calambres, cambiamos de posición y él me siguió cogiendo de costado, entrando y saliendo, entrando y saliendo, cada vez más rápido y más profundo hasta hacerme gemir y gritar y pedir más, mientras un perro aullaba a lo lejos asustado quizás por el temporal.
Acabó con un aullido, como un lobo, como un lobo herido de muerte, llenándome el orto de leche.caliente. Inundando mi cuerpo con su semen espeso y abundante. Sin vacunarme contra el deseo que nunca dejaría de sentir por el.
Me pajeó hasta que acabé, y en mi pecho las gotas calientes formaron un dibujo que el deformó con sus dedos, que luego llevó a mi boca, para después besarme como nunca imaginé que alguien me besaría alguna vez..
Después se levantó y me ayudó a incorporarme. " Andáte a lavar" me dijo. Y agregó en voz mas baja " Y de esto, no se lo cuentes a nadie". Entró al baño y lo último que escuché fue el ruido rotundo de la ducha. Después caminé en la oscuridad hasta mi pieza. Desnudo, sucio, cubierto con su sudor, su leche, su saliva y su olor mezclándose con los míos. Caminé a tientas y en puntas de pie por las baldosas frías.. Abrí la puerta de mi cuarto, la cerré como pude y sin encender la luz, muy silenciosamente, fui cayendo al suelo apoyándome en la puerta, y me puse a llorar.
galansoy. Espero que les guste y me hagan conocer sus comentarios . Gracias g.