El marido de Ana.

¿Ceder a la esposa a otro sin que ella lo sepa ni pida? Se tiene que ser tonto o muy generoso para hacer eso y después de años ninguno de los implicados conoce la respuesta. Marcos pidió ayuda a su amigo para solucionar un problema que no existía y eso generó el problema; un gran problema para él.

— Hola Pol, gracias por venir; tengo necesidad de hablar contigo y quiero hacerlo aquí donde comenzó todo, tendrías que apartarte porque parece que Ana ya está mejor y a partir de ahora me apañaré sin tu ayuda.

— ¿Ya lo has hablado con ella? Pienso que es importante que lo hagas.

— ¡No! No lo hemos hablado y quizás tengas razón. ¿Me ayudaras? Imagino que te estoy pidiendo demasiado pero es que la veo muy bien, casi como al principio de nuestra relación.

Ambos quedaron en silencio recordando cómo había comenzado ese asunto cinco días atrás.

Allí, en el mismo bar donde tomaron su primera cerveza siendo aún adolescentes, Marcos, con una en la mano dijo a su amigo.

— Necesito tu ayuda, desde hace unos meses Ana no es la misma, le falta algo y siempre está como ausente y cuando le pregunto, su respuesta es que no le pasa nada pero se pone aún más melancólica; el sexo que siempre ha sido extraordinario se ha convertido en algo mecánico y sin chispa. Necesita algo que la anime y que la saque de ese bache. Y como ahora no tienes pareja fija ¡Quiero que te acuestes con ella!

Pol lo miró sorprendido y después de asimilar lo oído respondió.

— Estás loco. ¿Cómo piensas que vamos a tener una aventura? Te quiere y es incapaz de serte infiel.

— No, no se trata de eso, quiero que sea como un juego y que la hagas tuya en casa conmigo cerca y sin que nadie le dé más importancia de la que tiene, solo se trata de follar y que se sienta deseada además de satisfecha.

— Quiero que sea feliz y puedes ayudarnos.

Pol tomo un par de sorbos de su cerveza mientras pensaba ¡que responder! Y al fin con una sonrisa asintió varias veces con la cabeza antes de confirmarlo de viva voz.

— De acuerdo, pero dime. ¿Cómo lo haremos, donde y cuando?

— Contaba con que aceptarías. ¿Puedes venir mañana sábado a casa? Cenamos y después sé que con tu imaginación te las ingeniaras para continuar la fiesta como mejor veas, pero recuerda que he de estar presente para que ella nunca piense que me ha engañado; será una anécdota que sacaremos a relucir cuando convenga.

— Solo pondré una condición que espero aceptes pues de otro modo no hay trato. Aunque yo soy el invitado te quedaras en segundo plano sin intervenir en nada a menos que te lo pidamos, y como estoy seguro que no habéis hablado del tema no se te ocurra unirte para hacer un trio, ese es un asunto que hay que dejar muy claro con la pareja.

Marcos aceptó, se estrecharon las manos y tomaron una segunda cerveza en silencio antes de despedirse hasta la noche del sábado.

Poco antes de las nueve Pol toco el telefonillo y Ana lo esperó en la puerta; se besaron en las mejillas y tomó de sus manos un gran ramo de flores que colocó en un jarrón; en el salón estaba Marcos que saludo a su amigo y le ofreció una copa, apareció poco después Ana y comentó que necesitaba a alguien que le ayudara en la cocina; con una sonrisa Marcos señaló al amigo y añadió en tono burlón.

— ¡Que te ayude él! Puede que si aprende a cocinar consiga sentar la cabeza con una buena chica.

Rieron todos y Pol la siguió a la cocina donde ella le dio a probar una salsa; abrió un armario para sacar una fuente y notó las manos de Pol sobre sus pechos, echó la cabeza atrás y aplastando su cuerpo contra el de su amigo ronroneo.

— ¡Has tardado mucho!

Las manos de Pol estrujaban sus pechos con ansia y la erección se hizo patente contra los cachetes de la mujer que se movía a los lados para disfrutar más ese contacto que al oír sus palabras sonrió convencida de que algo bueno se avecinaba.

— Necesito tu ayuda. ¿Estas dispuesta a cualquier cosa como aseguraste hace cuatro años? te comprometiste a ayudarme incondicionalmente en lo que te pidiera.

Con la mente, Ana se trasladó cuatro años atrás a la mañana de su boda y en sus oídos resonaron aquellas palabras que encerraban una súplica.

<Tengo dudas, no sé si me estoy equivocando, lo quiero aunque si me caso dejaré muchas cosas atrás; necesito saber que eso es lo correcto.

Pol tomó sus manos la atrajo hacia sí y la besó; fue un beso intenso y ella se dejó hacer; desnudos sobre la cama en la que pocas horas después se acostaría con su flamante esposo hicieron el amor y después de pasar las mejores dos horas de su vida Ana preguntó a su amigo.

<¿Esto qué quiere decir? ¿Qué me case o que suspenda la boda?

Esto quiere decir que no hay duda de que lo quieres.

¡No me has preguntado si quiero escaparme contigo!

Serás muy feliz junto a Marcos y si alguna vez necesitas un amigo podrás contar conmigo, pero necesito que te comprometas de verdad.

<Ahora lo entiendo y te prometo que lo haré lo mejor posible; quiero que sepas que estoy en deuda contigo y siempre que me necesites me tendrás para lo que sea y cuando sea.


Habían pasado apenas unos segundos y su respuesta fue contundente.

— ¡Dime de que se trata! lo haré encantada aunque lo que me apetece ahora es hacer el amor contigo.

— Marcos está preocupado porque te nota distante y me ha pedido que me acueste contigo para animarte; lo que no sabe es que nos costará muy poco hacerlo pero no quiero que se sienta mal y crea que somos amantes, tenemos que encontrar una buena forma de hacerlo sin que sospeche.

— No me pasa nada importante aunque quizás sea cierto que se apagó la magia y la rutina nos ha llevado al aburrimiento y el hastío, todo este tiempo he soñado que me lo pedias y al fin tengo la oportunidad de volver a estar contigo; pienso que lo mejor es que “me emborrachéis” cuando bebo me desinhibo totalmente aunque esa baza no la juega Marcos desde hace tiempo y tampoco yo lo ayudo demasiado.

Pol retiró las manos de los pechos de la mujer y le dio la vuelta para besarla en los labios, se colocó bien “el paquete” para disimular la erección y sacaron la cena al comedor; mientras degustaban los sabrosos platillos que Ana había preparado Pol rellenó varias veces su copa con cava que ella se afanaba en apurar y con los postres tomaron una botella más; la mayor parte se servía ella misma sin que nadie la ayudara.

Marcos puso música y se sentó a degustar un habano que sacó de una tabaquera que le regaló Ana por su aniversario; ofreció uno a Pol que lo rechazó con un gesto y Ana fingiendo estar más bebida de lo que en realidad estaba farfullo.

— ¡Quiero bailar!

Se acercó a Marcos que le hizo un gesto mostrándole el puro y señalando a Pol con el mentón dijo.

— ¡Baila con él! me costa que sigue siendo un gran bailarín, aún recuerdo como lo hicisteis el día de nuestra boda.

Ciertamente, después de la cena comenzó el baile y al rato Ana sacó a la pista a su amigo y aunque había mucha gente se las ingenió para restregarse con el hombre que horas antes la había ayudado a tomar la decisión más importante de su vida.

Pol tomo a Ana por la cintura y pegaron sus cuerpos ante la atenta mirada del esposo que sonrió satisfecho al comprobar que ella cerraba los ojos, se levantó y desplazándose con sigilo apagó las luces principales dejando solo un par de lamparillas de pie que sumieron la estancia en una agradable penumbra; con igual pericia retiró una mesita de centro y llevó hasta la pared directamente frente al sofá la butaca en la que se acomodó para tener una perfecta visión de todo el salón.

Pol notaba crecer su erección contra el cálido cuerpo de Ana que con sus pezones amenazaban traspasar la ropa y la oyó susurrar.

— No nos decepciones...

A continuación busco los labios del hombre que respondió abrazándola más estrechamente dejando de bailar, enredaron sus lenguas mientras Marcos observaba divertido aunque ninguno de los dos le prestó atención.

Pol desabotonó el cierre posterior de la blusa y apartó la tela que le impedía besar su cuello que fue recorriendo con los labios depositando un rosario de ellos que Ana agradeció contorsionándose sin apartarse de ese cuerpo que la estaba enloqueciendo.

Pol le desabotonó la blusa lentamente acariciándole la columna con la yema de los dedos a medida que aparecía desnuda, soltó el sujetador y al retirarlo notó como ese precioso cuerpo temblaba; sorbió uno de sus pechos y levantó la amplia falda acariciando los muslos hasta rozar la vulva por encima del tanga que ya estaba húmedo y es que Ana es una mujer muy ardiente que necesita poco para ponerse a mil.

La besó en los labios al tiempo que apartaba el tanga y un par de dedos se dedicaban a explorar los pliegues de su sexo ante la atenta mirada de Marcos que se relamía contemplando el espectáculo; una serie de suspiros confirmaron a Pol que era momento de avanzar y dándole la vuelta a la mujer le apoyó el vientre en el respaldo del sofá, sin ninguna consideración y con una potente estocada la penetró quedándose al fondo disfrutando del profundo jadeo que esa maniobra arrancó a la sorprendida mujer que con los ojos desorbitados, miró a su esposo con una súplica en ellos y con una gran sensación de desamparo contempló como su esposo sonreía satisfecho.

A pesar de la posición de indefensión en que se encontraba, gritó.

— Continuemos en mi dormitorio. ¡¡¡SIN PUBLICO!!!

Pol sacó la verga y tomándola en brazos caminó hasta la habitación, el llegar a la puerta miró el rostro de Marcos, sonrojado por la vergüenza que le produjo la ira y el desprecio que mostro su esposa con esas dos palabras y Pol supo que no se acercaría a husmear.

Ana, pensó que en ese punto su marido substituiría a Pol y seria él quien la tomaría apartando a ese otro hombre con el que deseaba apasionantemente estar, pero no fue así y decidió que ya pensaría en otro momento que hacer, porque ahora se dedicaría a gozar.

La dejó en el suelo y Ana llevó sus manos al cinturón del hombre, poco después caían los pantalones y con una ágil maniobra le bajó también el bóxer y se quedó contemplando unos instantes la impresionante verga antes de comenzar a lamerla sujetándose a las caderas de Pol.

La forma en que Ana se lanzó hizo que Pol la detuviera para no correrse y terminar la fiesta precipitadamente, la tomó por los codos para ayudarla a ponerse en pie se aproximaron a la cama y la tumbó en ella sin darle oportunidad de escapar aunque no mostró ninguna intención de hacerlo.

Ya no era necesario representar ningún papel y abandonó las maneras rudas del primer momento y se dedicó a acariciarle el cuerpo como la diosa que siempre la había considerado y es que desde mucho antes de aquella dichosa-amarga mañana de su boda estaba colado por Ana aunque jamás hizo nada que lo insinuase, aparte de ayudarla con la demostración de amor y sacrificio que representó tenerla, para convencerla que se entregase a otro.

El bello de Ana se erizaba con las caricias de sus dedos y por los besos en sus parpados y al recorrer el rostro y cuello con los labios para jugar con sus pezones, mordisqueándolos suavemente antes de continuar hasta el vientre; con los labios capturó el pirsin del ombligo y al tiempo que jugaba con él, un par de avilés dedos retomaron la tarea de explorar los pliegues de su sexo arrancándole profundos y espaciados suspiros, atacó el clítoris con insistencia y Ana suplicó con voz entrecortada.

— No me hagas sufrir más. ¡Tómame ya!

Pol, en un alarde de crueldad aun llevó sus labios a la vulva y comenzó a chupar, lamer, soplar y mordisquear ese pequeño diablo rojo que reaccionó creciendo más del doble al mostrarse fuera de su prepucio y fue entonces cuando se irguió arrodillado entre sus piernas que colocó sobre uno de sus hombros y tirando de ella la aproximó un poco más, arrimó su verga y con una mano la guió por el perineo desde el oscuro asterisco paseándola por entre los pliegues de la vagina hasta el botoncito sin apartar los ojos de los de ella que bizqueando suplicaban más y más.

No la hizo sufrir más y la ensartó con un largo y potente caderázo llegando a topar con el cérvix obteniendo la recompensa esperada en forma de sonoro jadeo, se inició entonces una lenta galopada y cada movimiento llevaba a topar de nuevo al fondo lo que hizo aparecer en el rostro de Ana esa sonrisa boba que dice tanto; los suspiros de las salidas se alternaban con los jadeos de las entradas y poco después alcanzó un sonoro orgasmo que no trató de acallar y no porque pensara en lastimar a Marcos. Ana es muy escandalosa y Pol lo descubrió aquella memorable mañana en que tampoco se reprimió y en la que al terminar y mientras charlaban Ana le confesó que solo en contadas ocasiones llegaba al orgasmo con tanto brío como en esa ocasión.

Pol se movía lentamente mientras los espasmos la sacudían pero en cuanto notó que aflojaban sin que ella tratara de retraerse retomó su tarea volviendo al ritmo que mantenían poco antes y con unos pocos caderázos ella empalmó un segundo orgasmo más potente que el anterior; ver como se retorcía a pesar de la posición convenció a Pol de que a esa mujer, no podía “dejarla escapar” otra vez.

Los ojos de Ana no se apartaban de los suyos y fueron varios más las veces que se vino antes de que Pol se vertiera llenándola de lefa y entonces fue ella la que lo atrajo a su lado y murmuró.

— ¡No pienses! Ahora no, vive conmigo este sueño del que no quiero despertar.

Pol la abrazó más fuerte y si pensó, pensó que su amigo era un memo al pedirle que le ayudara, y él lo había sido mucho más en estos cuatro años al no intentar estar con esa mujer que lo idolatraba.

Descansaron un rato totalmente inmóviles y parecían dormidos Ana se movió y salió de la cama, Pol preguntó dónde iba.

— Me apetece tomar un poco más de cava, voy a por una botella y un par de copas.

La vio salir de la habitación totalmente desnuda e instantes después oyó la voz de Marcos y aunque no entendió nada parecía enojado, al poco regresó Ana y me dio la botella para que la descorchara, alargó las copas y después de tomar un primer sorbo comentó.

— Parece que Marcos no encuentra donde dormir, supongo que no había contado con ello pero ya se apañará, aquí no lo quiero al menos de momento.

Dicho esto se acomodó entre mis piernas y recostada en mi pecho llevó mi mano libre a los suyos murmurando.

— Aquí tienes mi corazón. Dale sentido a esto y que nada te distraiga o perturbe; todo está como ha de estar y lo nuestro será lo que quieras que sea.

Acaricie sus pezones con delicadeza al tiempo que besaba su cuello; tomó otro sorbo de cava y dejó su copa sobre la mesilla, retorciéndose comenzó a besar mi cuerpo hasta alcanzar su objetivo; mi erección era tremenda y al notar como rodeaba el capullo con sus labios cerré los ojos y me dejé ir, no pensaba hacer nada ni para retrasar o adelantar lo que estaba seguro sucedería a pesar de lo que hiciera; me llevó una y otra vez al límite engulléndola y manteniéndola al fondo de su garganta como una verdadera tragasables, esa era una faceta suya que desconocía como tantas otras; hacia gorgoritos con la faringe y eso me estaba enloqueciendo; cuando parecía que me iba aflojaba para continuar poco después con renovado ímpetu hasta que decidió obtener su recompensa.

Fueron varias descargas que no trate de impedir y me incorporé para tratar de ver como rebosaba por entre sus labios y para mi sorpresa lo tragó todo mientras su rostro mostraba una imagen de loba que jamás imaginé; se había transformado y aquellas facciones dulces se habían trocado por otras mucho más duras aunque su satisfacción era innegable, continuó con mi verga junto a sus labios hasta que mucho después la erección desapareció por completo y solo entonces se tendió a mi lado y una sola palabra fue suficiente.

— ¡Gracias!

Nos apapuchamos y me quedé dormido; había sido una velada mucho mejor de lo que había imaginado y evidentemente mucho más movida; al despertar, lo primero que vi fueron sus ojos fijos en los míos y con su bella sonrisa en los labios preguntó.

— ¿Cómo estás? ¿Has descansado?

— Si claro, estoy bien y tú. ¿Has dormido algo?

Sin responder saltó de la cama y desapareció por la puerta que comunicaba con el baño; oí correr el agua y unos minutos después apareció luciendo su eterna sonrisa enmarcada en la puerta y aunque el cabello peinado cubría sus pezones resultó ser una de las imágenes más bella que recuerdo. Unos graciosos pasitos de puntillas la trajeron de vuelta a la cama y entonces sí, me besó intensamente y acomodando su cuerpo sobre el mío exclamó.

— Ayer fue un día perfecto y lo acabamos muy bien. ¿Te apetece comenzar este de igual forma? A mí me encantaría.

Sin añadir nada más inició su magia aunque en esta ocasión, y cuando mi erección no podía ser mayor dejó de alojar mi verga en su boca y con un ejercicio gimnástico perfecto se empaló haciendo sentadillas sin dejar de mirarme; tomo mis manos que llevó a sus pechos para que acariciara sus pezones que estaban durísimos.

Al llegar al primero de los orgasmos se venció sobre mi cuerpo y quedamos abrazados mientras los espasmos sacudían su cuerpo exageradamente al tiempo que un ronco jadeo resonaba en la estancia; rodamos hasta quedar sobre ella y sin esperar a que se extinguieran ni el jadeo ni los espasmos me lance a una galopada épica, no pretendía correrme y solo pensaba en hacerla llegar una y otra vez; quería martirizar los oídos de Marcos que tan mal la había tratado, si bien no con violencia pero si con su dejadez pues estaba claro que esa mujer tenía mucho por ofrecer y solo necesitaba quien la ayudara y ni siquiera se trataba de un guía como les sucede a otras, Ana es una mujer completa y capaz de cumplir con cualesquiera que sean las expectativas que se planteen.

Ver como llegaba con facilidad una y otra vez era la mejor de las recompensas y cuando parecía que me iba aflojaba aunque ella estuviera llegando, por tal de poder continuar con ese recital; pasamos mucho rato con ese juego amenizado con sus escandalosos jadeos y sus gritos de placer que aunque trataba de sofocar seguro que eran audibles incluso para los vecinos de dos pisos más abajo.

Me suplicó que la dejara acabar y me dejé ir llenándola con ese semen que en repetidas ocasiones había retenido para poder continuar con nuestra peculiar fiesta; permanecimos abrazados y besándonos hasta que con su voz cantarina propuso ir a tomar una ducha, fuimos juntos al baño donde me entregó un frasco de gel después de aplicarme bastante en la verga que en cuando comenzó a acariciar despertó de su corto letargo reaccionando de inmediato.

Se apoyó en el lavabo y giró la cara suplicante; Pol no había planeado continuar por ese camino pero supuso que ella de alguna forma lo necesitaba y sin dudarlo aplicó bastante gel sobre los riñones y de ahí lo fue esparciendo por entre los cachetes y primero con un dedo y después con dos fue lubricando el estrecho canal antes de aproximar el grueso capullo al oscuro asterisco que a pesar de los masajes seguía siendo muy pequeño; en ese momento lamentó no tener un condón pero no era momento de salir al dormitorio por si tenían ellos o en el peor de los casos al coche donde siempre llevaba una caja “por si acaso” que iba renovando de vez en cuando.

Sujetó firmemente la verga con la mano y la fue introduciendo lentamente hasta que el capullo superó el anillo anal, en ese punto se detuvo encorvándose sobra la espalda de Ana y llevo sus manos adelante, con una acarició los pezones mientras que la otra se encargó del ya excitado clítoris y Ana reaccionó de inmediato, culeando violentamente ensartándose hasta el fondo donde ambos quedaron inmóviles mientras resonaba en sus oídos el agudo lamento de ella.

En el espejo y por un instante Pol vio la figura de Marcos que desapareció de inmediato y al parecer Ana no llegó a verlo ya que en ningún momento lo comentó.

Tras una pequeña pausa fue ella la que comenzó a moverse cada vez más deprisa y él acompasó las caricias al ritmo que ella marcaba; la llegada de ese primer orgasmo fue una gran sorpresa para Pol ya que generalmente las molestias evitan que se dé con tanta facilidad, pero los calambres eran el preludio de los espasmos que zarandeaban a la mujer y que amenazaban con que las piernas le fallaran; Pol abandonó sus juegos y la sujetó por el vientre sin dejar de moverse adelante y atrás a pesar de la estrechez que le aprisionaba la verga de un modo salvaje.

A ese primer orgasmo se unió otro y otro más hasta que Pol no pudo aguantar más y con una sucesión de cortas descargas se vació en ella llenándole las entrañas de semen, un semen con el que chapotearon sus cuerpos hasta que con la erección casi inexistente Pol se retiró; le dio la vuelta a su amante y se besaron hasta que les dolieron los labios tras lo cual si tomaron esa ducha que si bien no ocultaba su satisfacción si resultó estimulante; se cubrieron con sendos albornoces y Ana tirando de su mano lo arrastró hasta la cocina donde un pensativo Marcos ojeaba un periódico del día anterior y al verlos como sin darle importancia preguntó.

— ¿Todo bien?

A lo que Ana respondió con igual indiferencia.

— Bueno, un poco de resaca por lo mucho que me hicisteis beber anoche pero bien, todo bien.

Preparó desayuno para los tres y después de tomarlo prácticamente en silencio como la cena de la noche anterior Pol regresó a la habitación para vestirse, al regresar a la cocina encontró a la pareja de diferente humor a Marcos se le notaba molesto aunque guardó la compostura cuando Ana que estaba pletórica dijo.

— Marcos insiste en que vengas el próximo viernes a cenar con nosotros y como el martes ha de ir a Casablanca y pasará allí la noche me gustaría que me acompañaras al cine para no estar tan sola; recuerda que el miércoles es fiesta en España. ¿Puede ser o tienes otro compromiso?

Pol miró a su amigo que asintió repetidas veces con la cabeza y él a su vez respondió que estaría encantado tanto de cenar el viernes con los dos como de acompañarla al cine, si bien puntualizo, que desconocía como estaba la cartelera y debía ser ella quien eligiera la película.

Lo acompañó a la puerta y lo despidió con un intenso beso en los labios que no trató de ocultar a Marcos que los miraba desde el salón en silencio.

Ese martes no hubo cine aunque si una gran función y de madrugada lo atrajo hacia si porque sentía la necesidad de hablar .

— No sé cómo terminará lo nuestro porque veo a Marcos muy abatido y resignado, como si no le afectara lo que hacemos y es cierto que lo estoy pasando muy bien contigo y al tiempo castigándolo a él por lo que ha hecho y como, pero desde que te fuiste la otra mañana no hemos hablado de ti ni de lo que pasó, ni siquiera de porque te invite a acompañarme esta noche ni de mi insistencia en que cenes el viernes con nosotros.

Entendía su postura y de alguna forma me alegraba de que las cosas estuvieran así; a la larga, mi posición ya no era precisamente de lealtad hacia mi amigo; amigo, que palabra tan hueca cuando no se es buena persona y me daba que Marcos dejaba mucho que desear en ese aspecto, al menos con la mujer que de momento tenía y que me esforzaría en que perdiera en mi beneficio.

La acaricié suavemente y esperé a que siguiera hablando.

— Algunas de las cosas que hacemos Marcos ni las sospecha. Unos meses antes de conoceros me dejó Álvaro; el chico con el que pasé casi dos años y fue al mostrar interés en algunas de esas prácticas; el día que decidí dar un paso más y pedirle que me sodomizara se quedó helado, para animarlo me arrodillé frente a él y ya sabes, le comencé a hacer la primera mamada que no pude concluir, salió de la habitación del hotel con la ropa en la mano gritando que era una puta. ¡No lo he vuelto a ver!

— Ese día decidí actuar de otra forma; al conocer a un hombre esperaba que fuera él quien marcara las pautas y con todo trataba de mostrarme reacia antes de acceder a tal o cual tema aunque siempre termino cediendo con fingidas reservas, y al conoceros, te apartaste cediéndole el protagonismo a Marcos que si bien me enamoró por lo detallista que es, jamás pretendió ninguna de esas cosas que tanto me gustan y excitan.

— Son muchas las ocasiones en que rememoro aquel día; el de la boda en que gocé contigo por última vez de aquellos ocultos placeres y es que no preguntaste, solo tomaste lo que te apeteció e imaginaste que me gustaría, dándome la mayor de las satisfacciones que he tenido desde mucho antes de estar con Álvaro y hasta el pasado sábado cuando me obsequiaste con ese recital de sexo y “perversión” como calificarían algunos a pesar de no saber lo que es el paraíso.

No podía dejar pasar la oportunidad de llevarla a mi terreno y no solo en el sexual y le hable de la entrevista en que Marcos me pidió que la sedujera para mejorar su relación; se quedó en silencio cavilando y al fin se giró y acurrucándose entre sus piernas alcanzó su verga que lamió y chupó hasta obtener su anhelado premio, y después de rebañarla con dedicación se abrazó a Pol hasta que logró conciliar el sueño.

A media mañana y después de una calurosa despedida Pol marcho al despacho donde se concentró en el trabajo para intentar ponerse al día; esa noche durmió poco pensando en Ana y su última conversación; el jueves fue un calco del miércoles y aunque en varias ocasiones pensó en llamar a Ana lo descartó para no influir en su ánimo y poco antes de terminar su jornada Marcos lo citó en el bar para charlar y fue cuando le habló de apartarse de su esposa; Pol evitó una respuesta directa proponiendo que fuera el viernes cuando se hablara del tema, aunque al transmitirle la conversación mantenida la semana anterior con su marido le había proporcionado a Ana una información vital para sus propios intereses.

El viernes llegó a casa de sus amigos con un ramo de flores par Ana que lo recibió en la puerta besándolo en los labios y acompañándolo al salón donde esperaba Marcos algo más serio que el pasado sábado, sirvió unas copas y se sentaron en silencio hasta que Ana anunció que ya estaba la cena y mientras degustaban los sabrosos platos, el que debió más de lo acostumbrado fue Marcos, quizás para tomar valor para lo que se avecinaba, tomaron los postres y Ana sirvió café en el salón sentándose a continuación en una butaca y ocupando los hombres los sofás que rodean la mesita; se hizo un tenso silencio que al fin rompió Marcos.

— Me gustaría que Pol dejara de venir por casa durante un tiempo.

Ana lo miró con fingida sorpresa y preguntó el motivo.

— Bueno, nosotros estamos bien y quizás sus visitas perturben nuestra relación.

Ana continuó con su táctica y preguntó a que se refería. No entendía nada. ¿Acaso no era su amigo? Quiso que se lo aclarase con detalle y después de apurar su copa Marcos refirió parte de la conversación en que le pedía ayuda a “su amigo” para reconducir su relación de pareja. Ana sin inmutarse replicó.

— ¿Piensas que con decirle que no vuelva por aquí está todo resuelto? Lo hiciste venir para que me sedujera; me emborrachaste para que fuera dócil, permitiste que me violara y lo único que hiciste mientras lo hacía fue beber fumar uno de tus puros y sonreír. ¿Me gusto estar con él? ¡Sí! Porque me hizo rozar el paraíso con los dedos una y otra vez, y eso te convierte en un cornudo aunque lo llames de otra forma más fina.

— Pero lo hecho, hecho está y no se puede deshacer. ¿Qué pasará a partir de ahora? Tú veras, pero cualquier cosa que pase será consecuencia de tus actos por no haberlo hablado antes. Está aquí y te comportaras como el griego “Anfitrión” que cedía a su esposa Alcmena a sus invitados, es tu amigo y como tal lo seguirás tratando.

— Esta noche apáñate como puedas y mañana iremos a comprar un colchón para la cama pequeña porque Pol ocupará la grande conmigo cuando nos visite y comprenderás que por el momento no me apetezca estar contigo; me has decepcionado mucho pero trataré de perdonarte y hazte a la idea de que si quieres que sigamos juntos a lo máximo que puedes aspirar es a ser “mi amante” Pol será mi hombre mientras quiera y si nos deja me dolerá, pero trataré de encontrar a otro que ocupe ese lugar que jamás será tuyo.

Ana calló y se sirvió otra copa quedándose en pie muy seria observando a ambos hombres; Pol la miraba a los ojos henchido de satisfacción aunque sin manifestarlo y su esposo con la mirada baja farfullo un ¡de acuerdo! se disculpó y marcho a su habitación arrastrando los pies.

Se sentó junto a Pol y este la abrazó antes de decirle.

— Creo que has sido muy cruel. ¿De verdad piensas que te viole? No fue mi intención, además esa misma noche ya tuvimos un grato encuentro en la cocina.

Con una pérfida sonrisa Ana aclaró. — ¡Pero él no lo sabe! ¿Qué es lo que pasó después de cenar? A todas luces abusaste de una mujer borracha; nos hizo bailar y eso al principio era inocente, vio como me besabas y se podía tomar como un juego; sacarme la blusa y comerme las tetas ya es otra cosa, ver como metía mi mano en tus pantalones debió darle una pista y cuando me doblaste en el sofá para follarme le suplique con la mirada que interviniera aunque al haberme prevenido en la cocina deseaba que no lo hiciera, y cuando dije que continuaríamos en mi dormitorio sin público ni se inmutó confirmándome que es un cabestro.

Se hizo el silencio y unos instantes después comenzaron a oírse los primeros jadeos que anunciaron una noche cargada de sexo y es que ese fue el verdadero principio de una bella historia.

©PobreCain