El maridito asi lo quiso

Tras leer una relato del autor, el maridito le propone que folle a su esposa en su presencia.

Los que escribís relatos eróticos y hacéis publico vuestro mail de contacto sabéis que hay muchos lectores que escriben para comentarlos, preguntar si son hechos verídicos o (los mejores) con la intención de recrear alguno de los momentos e historias narradas.

Hace un par de meses me escribió un chico preguntándome sobre algunos detalles de los relatos que he publicados en esta web, le fascinaba la infidelidad consentida y se confesaba cornudo vocacional, me dijo que llevaba tres años (lo que dura la relación) fantaseando con ver a su novia mamando y follando con otro hombre y que tras leer mis relatos fantaseaba con que fuera yo el que lo hiciera y después publicara un relato con todo lo ocurrido. Tras el pertinente intercambio de mails que podemos calificar de tanteo me confeso que había conseguido que su chica le fuera infiel en dos viajes vacacionales (su ciudad es pequeña y no se fían) pero que hasta el momento ella no le había permitido ser testigo de esas infidelidades pero que aun así el era plenamente feliz escuchando como ella se lo contaba y que después de contárselo se pegaban unos polvos sensacionales de forma que su vida sexual era mas rica e intensa desde que esto ocurrió.

Con insistencia y, me siento vanagloriado, después de mostrarles algunos de mis relatos, la chica había acabado aceptando el serle infiel y que el actuara de voyeur mientras su chica y yo "actuábamos" y que participaría, si yo lo aceptaba, cuando yo descansara entre polvo y polvo, también me pedía que fuera yo "el hombre que tuviera el privilegio de endosarle un buen par de banderillas en su presencia". Como podéis imaginar la propuesta era lo mas sugerente y apetecible y mucho mas que lo fue cuando recibí sus fotos. Ella era una espléndida morena de 1.80 y el un tipo con aire jovial y simpático. Tras los típicos mails dubitativos y después de enviarle yo también mi foto (avisándole que no soy Tarzan ni Brad Pitt) acordamos un encuentro en terreno neutral. Ambos reservamos el mismo hotel (el Gaudi de la Gran Vía madrileña) para el fin de semana y pactamos que no habría compromiso previo, cenar juntos, conocernos y si había química y ganas llevaríamos a cabo la experiencia.

Viaje a Madrid con la típica impresión que llevas cada vez que te desplazas a un encuentro que has pactado por internet y es que la otra parte igual no se presenta. Cuando llegue al hotel el viernes a media tarde hice el checking y pregunte si los señores X habían llegado, me contestaron afirmativamente y me dieron el numero de su habitación. Era una suite. Un escalofrío de morbito y emoción recorrió mi espina dorsal.

En mi habitación medite sobre los acontecimientos venideros, me pegue un buen baño y elegí un atuendo informal pero sin estridencias con la intención de agradarles. Les llame y el me mostró una alegría que me pareció absolutamente sincera, quedamos en vernos en el bar del hotel, donde los encontré cuando bajé.

Ella mejoraba la fotografía, solo le faltaba una sonrisa para parecer una diosa, vestida de negro, muy guapa, con el brillo que solo la inteligencia proporciona a unos ojos de mujer, vestida con un pantalón y un top negro, llamaba especialmente la atención de su físico un culo realmente impresionante. El con vaqueros, igual que yo, y camisa y una americana sport. Presentaciones, besos, Ana y José (así les llamare en este relato) eran y son una hermosa pareja, rondaban los 25 años y al lado de un cuarentón como yo parecían mis sobrinos favoritos. Ana se mostró distante desde el primer momento pero sin caer en la descortesía, el sin embargo era simpático y hacia de puente y conexión entre su esposa y un servidor. Tras tomar una cerveza les invite a cenar en una marisquería popular y asequible bastante cercana al hotel, aceptando ellos de buen grado.

En la mesa, para cuatro personas, el le pidió a Ana que se sentara junto a mi y el lo hizo frente a nosotros, se le veía emocionado y un poco alterado pero su simpatía no era cuestionable, Ana, aunque continuaba comedida, se mostró mas locuaz, hablamos de nuestras vidas abiertamente, ella se confeso nerviosa y todavía no muy dispuesta para la experiencia, yo no insistí, la impaciencia es enemiga del placer y el morbo y el respeto a las mujeres es la primera norma de mis relaciones sociales, pero cuando la vi sonreír a una gracia de su marido mientras daba un moderado sorbo de Barbadillo tuve claro que la noche tendría un buen final. Ella acepto de buen grado que durante el resto de la cena la conversación subiera de tono y que yo me mostrara moderadamente mas cariñoso, acariciando su brazo e incluso besándole en las mejillas un par de veces. Termino la cena y propuse pedir una botella de cava para brindar por habernos conocidos y José, tras mirar a Ana que dio su aprobación con la mirada, me dijo que le encantaría pero que ellos tenían buen champagne francés en la habitación y que era el momento de irnos al hotel.

Al llegar al hotel José nos pidió a ambos que espesaremos en mi habitación con el objeto de que el pudiera preparar el ambiente de la suya y que Ana y yo tuviéramos un poco de tiempo para intimar. Ella se sorprendió un poco pero no pareció desagradarle la propuesta, dijo:

-Ahí que ver hijo, no me has dejado ver nada de lo que traes, me tienes intrigada- y sonrío maliciosa de nuevo.

Subimos a mi habitación, en la cuarta planta, y el continuo su recorrido hasta la suya, una de las suites de la ultima planta del hotel. Ya en la habitación y como vi un poco cortada a Ana, después de descorchar un benjamín de cava del minibar y brindar con y por ella nos sentamos frente a frente y le tome de las manos, hablamos, le dije que entendía que estas cosas son mas fantasías de los hombres que de las mujeres, que para que sea agradable y no resulte traumático le tiene que apetecer a los dos, en fin, lo hice de la forma mas seductora y tranquilizadora de la que soy capaz, su respuesta me sorprendió:

-Yo amo a mi marido y por el estoy dispuesta a todo pero no te equivoques, aunque no lo parezca, soy tan morbosa o mas que el y ahora mismo estoy temblando de excitación, además tu eres un tío muy lindo.

Las palabras sobraban, nos incorporamos y nos fundimos en un beso de reconocimiento que acabo siendo muy sensual y largo que fue interrumpido por el sonido del teléfono de la habitación, era José que nos pedía que subiéramos que ya lo tenia todo listo. El ultimo sorbo de cava lo acompañe de discretamente de una viagra. En el ascensor, guiñándome el ojo, me dijo que ella también tenia una sorpresa esa noche para su maridito.

Cuando entramos en la suite, cuya puerta José había dejado abierta, ambos exclamamos admirados, todas las cortinas estaban corridas y las luces apagadas, velas aromáticas la iluminaban y en la mesa, también iluminada por velas, una cubitera con hielo y una botella de Moet y unas bandejas de canapés salados y paté variado. Ni yo mismo me lo hubiera currado mejor. Apareció José desde el dormitorio de la suite casi desnudo, vestía un slip ajustadisimo de cuero. Dos correajes cruzados en el pecho y muñequeras y tobillerasdel mismo material con argollas, también en los tobillos. Ella sonrío al ver a su marido y le beso apasionadamente en mi presencia, después se disculpó y entro en el cuarto de baño para prepararse. Mientras esperábamos a Ana, José me ofrecía champagne y me aseguraba que iba a ser una noche fantástica, que no tuviera reparos a la hora de pedirle a el lo que yo quisiera y necesitara para pasarlo lo mejor posible, que esa noche era nuestro sirviente, nuestro siervo, nuestro esclavo y que su placer seria complacernos a Ana y a mi.

Ana aviso que ya estaba lista pero le pidió a José que entrara a por ella que le daba un poco de corte salir sola. Si un tipo pone una cara de jilipollas mas graciosa de la que yo puse cuando Ana salió del aseo le doy un premio. Calzaba unas botas de tacón fino que le subían casi diez centímetros su uno ochenta, medias y liguero negros y un sujetador y tanga negro también con los bordes rojos y además sonreía tímida pero consciente de su poder y magnetismo. Ahora si era una diosa.

Me quede sin habla y sin moverme, casi sin saber que hacer pero José lo tenia todo previsto, acerco a Ana, la invito a besarme, ella lo hizo, nos fundimos en un beso, pude sentir la dureza de sus pequeños y lindos senos y no me resistí a apretar la turgencia de sus prietas nalgas, las hábiles manos de José me descalzaron, me bajaron y quitaron los pantalones y me desabrocharon la camisa mientras Ana y yo con sensuales caricias explorábamos todas las partes de nuestro cuerpo, en pocos segundos me quede con mis C&K negros. Mientras besaba el cuello de Ana observé como sus pezones se mostraban inusualmente abultados para una chica con una talla 85, José vió el brillo de mi mirada y sin decirle nada soltó el sujetador de su esposa para que admirara sus preciosos pechos coronados por un pezón excepcionalmente sobresaliente y duro que chupe saboreando todo el morbo de la situación, mi polla estaba para reventar y ella ni siquiera la había tocado aun.

Actuando de maestro de ceremonia José nos llevo de la mano hasta la habitación, con una magnifica cama de dos por dos en la que Ana y yo nos tumbamos para reanudar nuestras caricias y besos mientras el, sentado en el frío suelo a los pies de la cama, no se perdía detalle, pude ver el bulto de su slip y juraría que estaba tan o mas excitado que yo.

Ana le miró y José, servicial, le quito las botas mientras mi lengua recorría sus pechos sabrosos con sabor a gloria divina, a los que les dediqué la atención que merecían para seguir bajando besando y lamiendo su vientre hasta llegar a su tanguita, a través de él tanga aspiré la fragancia del coñito de Ana y me embriagué con ella, aparté la tirilla y me encontré con un maravilloso coño depilado, de labios gruesos, pequeña hendidura y clítoris prominente, no fue necesario explorar en su búsqueda, atine con la punta de mi lengua a la primera, Ana gimió y abrió sus piernas completamente, ofreciéndose a mi y ofreciéndole a su marido una espléndida panorámica de la comida de coño, lamí y chupe su clítoris, folle con la lengua, todo lo que dio de si, su coñito, bese los labios de su sexo y ella me obsequió derramando su néctar de diosa en mis labios, regalándome una sabrosa corrida de hembra que me puso los vellos de punta y que recibí agradecido en mi boca.

Era el momento adecuado para follarla pero para mi sorpresa Ana se incorporo y se puso de pie haciéndole una señal a José que obediente se sentó en una silla dispuesta en una esquina de la cama, Ana saco del armario unas cuerdas como las que se usan para montañismo y tras ordenar a José que se sentara en la silla y quitarle el slip, bajo el que apareció una buena polla mayor que la mía, la pasó por las argollas de las muñequeras y las tobilleras dejándolo absolutamente inmovilizado. Yo miraba la situación sorprendido y excitado hasta que ella se vino de nuevo a la cama y reanudamos nuestro juego de besos, roces y caricias.

-Lo haremos de lado como leí que se te da bien y además le podremos ofrecer al cornudo de mi maridito una buena perspectiva-

La polla de José empalmadisima bamboleaba entre sus piernas y sus ojos parecían salir de sus órbitas, ella se puso de lado, levanto su pierna y me ofreció su coño para la penetración.

Enfile mi capullo entre los labios de su coñito y la penetre suave y lento hasta las pelotas, José, atado, gemía y su polla parecía estallar de dura mientras Ana comenzó a soltar groserías.

-Ya la tengo toda dentro uhmmmmm!

-Lo veo putita, yo te tiene follada- contestaba él

-Me da gusto, me esta follando viva, mira y aprende cabroncito

-Siiiiiiii!

Yo le daba tironcitos de los pezones, que tenia a tope y la culeaba lentito y profundo, José acercaba su cara lo que podía para no perder detalle, pronto ella, con movimientos de su culito y levantando bien la pierna, impuso el ritmo de la follada.

-Te la esta metiendo hasta los huevos cariño, se te ve muy mojadita-

-Es que me derramo entera cuando me follan mientras mi cabroncito mira-

-Si si si! Follala! Follate a mi mujer! Siiiiii!

La corrida de José fue monumental, sin tocarse, viendo como follaba a su esposa se había corrido bien corrido, como me hubiera corrido yo si Ana no se hubiera descabalgado de mi polla, que salió palpitante y durisima de su coño.

-Antes de que te corras quiero hacer un numerito con el cabron- esta visto que era Ana la que llevaba la iniciativa. Desato a su marido y le ordeno tumbarse en la cama, abierto en cruz, le ato muñecas y tobillos con la cuerda a las patas de la cama y bajo sus riñones y su cuello puso un cojin y una almohada. Acto seguido se puso sobre el en posición invertida, le restregó todo el coño por la cara y le ordenó que se comiera todo su caldito a lo que el obedeció con entrega, ella le besaba las pelotas y la punta de la polla recién eyaculada, haciendo movimientos con su culito me invito a la penetración, no tuvo que insistir, la sensación era extraña pero placentera, estaba follando a Ana mientras su marido le comía el coño, a veces también lamía mis pelotas y la raíz de mi polla, Ana comenzó a gemir de seguido, sentí el calorcito de su humedad inundando mi verga y aumente el ritmo de bombeo mientras pellizcaba sus pezones, mas duros y enhiestos que nunca, se estaba corriendo y mi corrida también era inminente, ella agitaba su culito y yo la tenia clavada hasta la raíz cuando mi polla vibrando entera soltó chorros de leche de hombro en el coño magnifico y acogedor de Ana. Me quede quieto, con la vista en blanco, sentía la lengua de Jose lamiendo la raíz de mi verga y los labios del coño de Ana, ella con un movimiento se desprendió de mi verga.

-Ahora el cabroncito me va a lamer la almejita y la va a dejar bien limpita.

Pude ver a José lamiendo y chupando el coño de Ana, libando mi semen y su néctar mezclados, ella dejo de mamarle la polla para masturbarlo y el seguía lamiendo y bebiendo desesperado todo el semen que chorreaba desde el interior del coño de su mujer, de pronto su polla masturbada comenzó a escupir leche y su mujer se sentó sobre su boca y casi le ahoga con el coño. Yo a pesar de que solo hacia un par de minutos de mi corrida la tenia dura como una roca de nuevo.

-Y ahora la sorpresa para el cabron de mi maridito- dijo Ana, se levantó, dejando a José atado, le quito los correajes del pecho, recogió las botas del suelo y me pidió que lo desatara mientras ella se arreglaba. Desaté a José que me dio las gracias y le ayude a incorporarse, estaba feliz, como ido, se arrodillo ante mi y para mi sorpresa me dio una chupada y un beso en el capullo creo que a el le hubiera gustado seguir chupándomela pero como no se lo pedí no insistió.

De pronto Ana salió del cuarto de baño y por segunda vez en la noche me quede estupefacto, se había puesto las botas y todavía llevaba medias y liguero, también llevaba una gorra de cuero tipo SS nazi y las correas de su marido atadas en las tetas con sus pezones entre ambas y, los mas sorprendente, un arnés con una considerable verga de cuero con otra mas pequeña hacia dentro que llevaba incrustada en su coño, no era yo el único sorprendido, José tenia un extraño brillo en su mirada.

-Ponte en cuatro al borde de la cama cabroncito que ha llegado tu hora- le dijo a su marido que obedeció sin rechistar, saco de la bolsa un lubricante anestésico y comenzó a meterle un dedo en el culo a su marido que se estremecía, yo a su lado la besaba y le chupaba las tetas, pronto dos dedos de Ana entraban y salían del esfínter de José que no paraba de gemir, ella de pie apunto la verga de cuero ya lubricada al agujereo de José, decidí ayudarle, tome la verga de cuero por su punta y comencé a hacer círculos en la entrada del hoyito de José hasta que Ana comenzó la penetración, José emitía sonidos de placer y queja pero aguanto estoicamente la penetración hasta que toda la verga de cuero negro entro en su culo de cabroncete. Yo detrás de Ana le sobaba las tetas y le besaba el cuello y la nuca, mi polla estaba dispuesta, sin decirme nada me acerco la crema lubricante, todo estaba dicho, la unte en su hoyito y en mi polla y con suavidad comencé a penetrarla por el culo, ella, con toda la verga de cuero clavada en el culo de su marido se quedo quieta, relajando el esfínter para facilitar la penetración hasta q se la tuve toda clavada, cuando mis calientes pelotas toparon con sus nalgas frescas me quede quieto sintiendo el roce del pequeño pene de cuero interior del arnés que Ana llevaba incrustado en el coño hasta que ella me aviso:

-Ahora

Y comencé, sin sacarla, el vaivén de culearla, ella me recibía en su culo y transmitía el movimiento a la verga de cuero que penetraba a su marido mientras que este gritaba de gusto y dolor porque Ana también le pellizcaba y retorcía los pezones. El cabroncete tenia la polla dura y palpitante de nuevo. Pillamos onda total los tres, Ana me pidió que le diera duro y que le pellizcara los pezones y obedecí, de nuevo, sin rechistar, cuanto mas profunda era mi embestida mas fuerza hacia Ana con la verga de cuero penetrando a su marido que gritaba como una perrita quejumbrosa a la que folla un perro de presa, yo marcaba el ritmo de la enculada que se trasmitía a este lindo y sensual matrimonio. Nunca había tomado viagra y puedo dar fe de que es un magnifico invento, mi polla permanecía empalmada y dura como una roca, recibía gran placer y no parecía que fuera a eyacular en los próximos minutos, casi media hora estuve cueleando a Ana y esta a su marido.

Ana pidió un cambio de posición, ordeno a su marido que se pusiera boca arriba, con la almohada en los riñones, y le penetro de nuevo sin contemplaciones con la verga de cuero mientras le besaba en la boca desesperada, no sin dificultad me sitúe sobre Ana y la penetre sin problemas por su dilatado culo, de nuevo yo marcaba el ritmo de las enculadas y así estuvimos casi media hora mas, sentía las corridas de Ana, por sus estremecimientos continuados y los grititos de perra viciosa de su marido enculado, ella me pidió que no me corriese en su culo, que le avisara, yo estaba a punto. Ana le dijo a su marido:

-Ahora mientras te enculo vas a probar el sabor de la leche de una polla recien salida del culo de tu santa esposa- me tomo de la mano y me hizo meter la polla entre su beso, era increíble, ella seguía enculando con saña a su marido mientras compartían un beso de lengua con mi polla en medio. Cuando vió mi verga soltando semen a raudales la tomo con la mano y la metió entera en la boca de su marido que chupo con ganas, alimentándose con la leche del hombre que le había hecho cabron consentido, soltó un grito gutural (lo mas que se puede con una polla metida hasta la garganta) y pude ver como su polla soltaba lefa de nuevo inundando su estomago y el de su mujer mientras Ana le besaba y compartían mi semen en sus bocas. Me dolían los riñones. Descansamos hechos un ovillo los tres en la cama, un reposo excepcional con miradas cómplices y caricias hasta que Ana obligo a su marido a incorporarse, tendió el nórdico a los pies de la cama y le indico a su marido el sitio donde dormiría esa noche.

El obediente se tumbo en el suelo sobre el edredón, con su estomago y la comisura de sus labios brillantes de semen seco. Ana y yo preparamos el jakuzi con sales de baño y procedimos a darnos un relajante baño que pronto se convirtió en una nueva sesión de sexo, ella sentada al borde del jakuzi y yo comiéndole su maravilloso coño que no cesaba de manar su preciado néctar, después abrió el grifo de la ducha y bajo el chorro de agua, ella de rodillas, me mamo la polla hasta que consiguió que me empalmara de nuevo, salimos del baño y tras secarnos lo imprescindible nos metimos en la cama, ella se tumbo boca arriba y la penetre en la posición del misionero, mientras que José dormía y roncaba leve y plácidamente dormido. Con una sonrisa de felicidad en sus labios. Estuvimos un buen rato follando hasta que ella me pidió que me reservara para la mañana siguiente, creo que lo hizo por piedad, ya que yo estaba realmente cansado si bien mi polla seguía, algo irritada. Pero bien dispuesta.

Fue un fin de semana fantástico y quiero agradecer con todo mi corazón a esta bella pareja de seres humano que me hayan elegido para sus juegos. Insuperable el polvo del día siguiente en los aseos de hombre del Museo del Prado, con José haciendo como que orinaba en los urinarios exteriores y tosiendo cada vez que alguien entraba al mingitorio para que no hiciéramos ruido y no fuéramos sorprendidos.

Ana y José os deseo lo mejor para vosotros. Y por vuestros mails compruebo que este fin de semana os ha inspirado posteriores polvos maravillosos y a mi inmejorables pajas. Un beso

rabohemio@hotmail.com