El Maricón de mi Hijo, me folló. Incesto/BDSM
Mí historia es ante todo singular por cómo sucedieron los hechos, y por cómo somos las personas que protagonizamos dicha experiencia, que es real, aunque la publique el Sr. Azalais, por petición mía expresamente.
Mí historia es ante todo singular por cómo sucedieron los hechos, y por cómo somos las personas que protagonizamos dicha experiencia, que es real, aunque la publique el Sr. Azalais, por petición mía expresamente.
En casa somos tres personas: Mí marido que lo único que hace es emborracharse todas las tardes, mí querido hijo Jorge y yo.
Mi marido es una persona vulgar, sin clase ninguna, el único beneficio que tiene es haber heredado una importante fortuna, por lo demás es un inútil acabado.
Jorge cuándo ocurrieron estos hechos que les quiero relatar, tenía quince años. Es un chico bastante enmadrado, eso es cierto, me encanta tenerlo cerca de mí, no puedo evitarlo.
Siempre lo tenga encima mío, me acompaña cuándo voy de compras, ya sea a comprar ropa de calle o lencería, le chifla la lencería tanto o más que a mí.
Es además muy sensible, incluso un poco amanerado, le apasiona la Época Victoriana y la literatura de esa época, sobre todo la erótica.
Al igual que yo, tiene la piel blanca y el cabello casi negro, muy oscuro, además es musculado, con lo joven que es tiene unos tríceps increíbles.
Su padre no para de repetirme que Jorge es maricón, y que la culpa es mía
Mi marido no sabe que el maricón de nuestro hijo, aprovecha cualquier ocasión que se le presenta para verme las ligas de las medias, o incluso las bragas, por no hablar de como se me roza más de una vez.
Además el borracho de mí marido ignora, que más de una vez he debido azotar a Jorge, echado en mis muslos, por sacar malas notas.
Es un chico travieso, descarado, muy atrevido y necesita que lo lleve con disciplina y mano firme.
Su padre con emborracharse ya lo tiene todo hecho.
A Jorge le encanta peinarme mí melena, llevo un peinado anticuado, pensara más de una pero a mí me encanta, y a Jorge más que a mí. Llevo el pelo recogido en un moño encima de la nuca, muy apretado, desde donde cae una abundante cascada de tirabuzones que oscilan con nada, lo que le da una sensación de naturalidad al ir caminando, y los tirabuzones subiendo y bajando a cada paso. Es un peinado victoriano, desde luego.
Al peinarme Jorge siempre se las arregla el muy atrevido para rozarme los pezones, que sabe son mí punto débil. Jorge es rebelde por naturaleza, tiene una fuerte personalidad a pesar de ser tan joven, si yo no tuviera tanto carácter no sé qué sería de él.
Es un chico alto, pues mide uno ochenta, con unos hombros muy fuertes, parece un dandi victoriano, aunque su madre que va a decir, claro.
Bueno me toca, yo soy bajita no paso de un metro cincuenta y dos, pelo largo por debajo de los pechos, una figura esbelta de cintura de guitarra, y caderas apretadas.
En contra de las modas actuales, tengo los pechos cómo las damas de la época que tanto me atrae, gasto una copa 85B, por lo que casi nunca llevo sujetador.
Por el contrario, mis pezones son gruesos y oscuros, lo mismo que los labios de mí coño, son ambos de color café.
Para acabar diré que no me gusta depilarme, así qué solo me recorto un poco el bello de largo y poco más. Mí aspecto es entre una vampira cómo la clásica Vampirella, y una bruja cómo la embrujada, pero en morena y bajita.
Cuándo he azotado a Jorge me he dado cuenta que tenía siempre una erección, y cuanto más lo azotaba, mayor era su erección. Hace tres meses después de una azotaina por sus malas notas, encontré a Jorge pajeándose el muy descarado con unas braguitas negras de encaje.
Cuándo acabó fui al cesto de la ropa, y ahí estaban empapadas de su leche. Al olerlas sentí una excitación que no esperaba, dejándome sin saber que pensar, pues notaba cómo se me humedeció el coño.
No sé si me cabreó más que utilizara mis bragas el descarado, empapándolas de leche, o qué me excitó el olor que desprendían. Soy consciente que por casa me gusta ir con medias de cristal, liguero, braguitas a juego, y sin sujetador, y qué Jorge no me quita ojo, cosa que me halaga, pero eso era demasiado, por mucho que le provoque tal cómo suelo vestirme.
Esa tarde mí marido estaba en el bar emborrachándose, cómo todas las tardes. Me dirigí al cuarto de Jorge, y en un tono muy serio le dije—¡¡ Ven a mí cuarto ahora Jorge!! Vino con el temor reflejado en la mirada, yo lo esperaba sentada en una silla.
Nada más entrar le enseñé la braguita llena de su leche, echándose Jorge a mis pies medio gimoteando, pidiéndome perdón—mamá perdóname, no volveré hacerlo— ¿No lo volverás hacer? claro que no lo volverás hacer, échate en mis muslos, ¡¡vamos!!—no mamá...—¡¡Jorge!!—.
Se echó en mis muslos todo lo largo que era gimoteando, le di unos fuertes azotes hasta que me ardió la mano, entonces le baje el bóxer separándole las piernas. Mi hijo tenía una polla que no podía dar crédito a lo que veía. El descarado la tenía casi el doble que la de su padre, y unos huevos grandes con mucho bello. Tenía el bello muy oscuro, al igual que yo.
Realmente no recordaba cuándo fue la última vez que lo había visto desnudo. pero había crecido mucho y de qué manera. Inicie una nueva tanda de azotes, a la vez que le acaricie toda la zona, no pudiendo evitar acariciarle aquella polla, mí mano no podía abarcarla de lo gruesa que era, la noté latir entre mis dedos.
Los huevos a pesar de haberse corrido hacía un rato, se notaban llenos.
—Así que te gusta oler las bragas de mamá, ¿eh chico travieso?—S...sí mamá, no te enfades por favor— ¿Por qué te gusta olerlas so descarado?—me gusta tu olor...y te quiero— ¿me quieres?... ¿Te crees que me compro la lencería para que tú la manches con tu leche? ¿eh so rebelde?—Hice que Jorge oliera las bragas, frotándoselas en la cara repetidamente, haciendo que lloriqueara. Al cogerle la polla descubrí que estaba más dura y gruesa, mí coño lo noté húmedo cómo nunca lo he tenido antes— ¿Así qué esto es lo que haces con las bragas de mamá, chico vicioso?—.
Mientras le hablaba acaricié toda la polla, notando cómo se hinchaba mientras lo seguía azotando—mamá no... ¡¡ay!! me duele, no sigas ah...para, no puedo más mamá por favor— ¿No puedes más mocoso? ¿así te tocas la polla con mis bragas, descarado?—Sí mamá ay...me duele el culo, ah no aguanto más ooohhh mamá...— ¿no aguantas vicioso?—Jorge se sacudió en mis muslos, mientras se corrió soltando varios chorros de leche que recogí en la mano, no le solté la polla hasta que dejó de soltar leche, que fue mucha.
Al levantarse me miró el descarado los muslos desnudos, mirando las ligas y la braguita que estaba húmeda, abriendo los ojos cómo platos. Nada más salir Jorge, olí la leche que me había echado en la mano, haciendo que me mojara más, me llevé la leche a la boca, con la otra mano me metí dos dedos corriéndome de forma escandalosa, empapando mis bragas más y sin dejar de repetir...Jorge eres travieso sí, mamá te va a castigar chico vicioso.
A los dos días me quité las braguitas empapadas de jugos, y Jorge no desaprovecho la ocasión, llenándola de leche que no pude evitar lamer, pero esto no iba a decírselo al mocoso. Al entrar en su cuarto, se puso rojo y bajó la mirada—Ven a mí cuarto Jorge—mí tono severo y frío lo asustó—mamá no...— ¡¡Jorge!! —me siguió con la cabeza gacha cómo un crío pillado en falta, a pesar de qué me sacaba más de un palmo de estatura.
Nada más entrar en mí alcoba, le hice que se apoyara inclinado contra el tocador, con el culo hacia fuera y los muslos separados. Él protestó asustado—mamá perdóname por favor, no me pegues—¡¡silencio!! eres travieso, necesitas la disciplina de mamá—. Le golpeé con una fusta de doma, haciendo que aullara de dolor con cada golpe—Aaauuu...mamá no— le golpeé unas cuantas veces, subiendo la intensidad en cada golpe, después le bajé el bóxer, al hacerlo de forma enérgica, su polla estuvo a punto de golpearme en la cara.
El muy vicioso disfrutaba mí castigo, verle así la polla y humedecerse mí coño, fue todo uno. Le azoté con la mano, comprobando cómo aquella barra de carne aumentaba de grosor a cada nalgada, mí coño se abría y mojaba más al mismo ritmo.
Le vendé los ojos, pasándole la fusta por la polla y los huevos, con el roce de la fusta, se le puso gruesa como no imaginaba podía ponerse. ¿Cómo un chico de quince años podía tener esa polla? La medí por puro morbo: 19 cm. de largo y algo más de 4 de grosor, la de mí marido era apenas la mitad...Me senté en la cama atrayendo a Jorge hasta tenerlo delante de mí entre mis piernas, de pie con los ojos vendados, los muslos separados, y las manos en la nuca.
Comencé azotarlo de forma intensa, mientras le acaricié toda la polla mojándola con mis jugos. Cuándo se quejó que le ardía el culo lo atraje hacia cogiéndole el culo con ambas manos, acariciándolo, haciendo que abriera las piernas.
Teniéndolo bien cogido, le fui lamiendo toda la polla, sin dejar de azotarlo fuerte, tragándome más de media polla. Jorge se quejó de como lo azotaba de fuerte, mientras empujaba sus caderas sin parar, a los pocos minutos se corrió llenándome la boca de leche, mientras yo metiéndome dos dedos, me corrí como no me había corrido nunca corrido nunca—mamá para por favor, no sigas azotándome así de fuerte, no aguanto...ah—eso te pasa por travieso y llenar las bragas de mamá de leche, chico vicioso, para que aprendas a soltar leche en mis bragas—mamá no aguanto, me corrooo—¿no aguantas? me bebí toda la leche sin poder evitar se me escapara por los labios, por la cantidad que soltó, el mocoso.
Pasada una semana le pedí a mi marido me mirara en el ano, pues tenía unos picores muy intensos y estaba algo preocupada. Él cómo siempre se negó sin hacerme ni caso—Díselo al maricón de tu hijo, que lo tienes amariconado llevándotelo a comprar lencería, que te lo mire él, como es maricón nada te va a pasar— ¿por qué no puedes ser un hombre una vez?—yo soy un hombre, no un maricón cómo tu maricona—.
Decidida a no discutir le pedí a Jorge me ayudara, pero no me gustaba nada la idea, aunque mí inocente marido creía que Jorge era un maricón.
—Jorge necesito me mires unas molestias que tengo en la entrada del ano pero ¡¡OJO!! como te sobre pases nada juro te vas arrepentir—la mirada de Jorge era fuego liquido, y no me gustó nada— ¿Jorge...?—Sí mamá, si no díselo a papá—papá dice que se lo pida al maricón de mí hijo...—nuestras miradas se cruzaron con una complicidad que hizo que mí coño me traicionara, mojándose escandalosamente, llenando la alcoba de olor a chocho caliente.
Mí mirada se fijó en el paquete de Jorge, confirmándome que el descarado se había dado cuenta, por cómo aumentaba de grosor.
Me bajé la falda consciente de que mi hijo no se perdía detalle, con sus ojos abiertos cómo platos. Después de quitármela, Jorge me devoraba, notando mis mejillas arder, y mí coño más húmedo a cada instante, aunque entendía su mirada de deseo, pues yo era la que le había inculcado su pasión por la lencería, y por observarme vestida así, cómo me mostraba ante él en este instante.
La alcoba olía a sexo caliente y decadente, cómo si hubiéramos hecho los dos un viaje en el tiempo a la época victoriana. Llevaba un liguero con las medias de cristal, braguitas de encaje que dejaban escapar por los lados, algunos pelos de forma un tanto obscena, debido a lo poblado que tenía el coño.
Toda la lencería era negra y roja a juego, sin llevar en ese instante sujetador. Mi hijo observo mis pezones, sin que se le pasara por alto lo duros que se mostraban. Inició la exploración bajando la braguita para no mancharla, hasta la mitad de los nalgas, me echó un poco de gel masajeando todo el ano por fuera con habilidad, haciendo que el ano se dilatara rápido, notando cómo su dedo corazón, entró fácilmente.
Notaba cómo el dedo masajeaba mí ano por dentro calmándome los picores rápidamente, produciéndome un placer increíble por cómo me masajeaba todo el ano, notando cómo el ano presionaba el dedo cómo si lo mordiera.
Jorge cada vez metía más hondo el dedo, rotándolo por todo el culo produciéndome un placer intenso, haciéndome que empujara mis caderas buscando intensificar el contacto con su dedo, haciendo que mí coño se humedeciera más a cada momento. Viendo cómo empujaba mí culo contra su dedo, sin poder evitar gemir por el placer que me daba, Jorge me preguntó si lo hacía bien— ¿mamá qué tal lo hago, notas alivio en los picores?—Mmm...eh sí cariño...sigue así, no pares hijo...mmm...—.
—de forma repetida, en un mete saca que me rozaba todo el ano, que hizo mí coño se empapara, quejándome por cómo me metía tan hondo el dedo, y tan rápido aunque sentía un placer increíble—¡¡JORGE!! no lo metas tan aden...tro...Ooohhh...Ooohhh...¡¡JORGE!!—mí hijo aceleró el mete saca cómo si follara mí culo con su dedo, produciéndome un placer que me tenía excitada cómo no lo había estado nunca, no pudiendo evitar que mí culo se moviera sólo, buscando su dedo, aunque yo le gritaba tratando de ponerme sería, sin que resultaran muy creíbles mis gritos, pues mí coño inundaba la alcoba con su olor, notando cómo mí coño soltaba jugos por mis muslos.
El descarado me bajó la braguita del todo, teniéndome así con mí poblado coño todo húmedo y mis labios abiertos cómo si respiraran, a su vista, y mí culo ofrecido—¡¡JORGE!!—le grité por su atrevimiento de bajarme así las bragas, mientras no paraba de meterme el dedo hasta el fondo— ¿mamá te hago daño?—er...no pero...eres muy atrevido, me lo metes muy adentro...Ooohhh...¡¡JORGE!!—.
El descarado me sacó el dedo pasándolo por mí coño lubricándolo con mis jugos, acariciándome los labios hinchados de deseo, mojándome más al notar su caricia.
Yo tenía la cara purpura, los pezones me dolían de lo duros que estaban, Jorge no dejó pasar el momento—Mamá no te enfades, pero pareces una escultura victoriana, no entiendo a papá, eres tan sensual y sexy, pareces una diosa oriental por favor...—Jorge soy tu madre y...—te quiero mucho mamá y así te ves irresistible, de verdad—.
Jorge me pasó dos dedos por el coño, comprobando cómo estaba de abierto y húmedo, atreviéndose a meterme los dos dedos, haciendo que mí coño los empapara de jugos.
Yo lo reñí gritando su nombre por su osadía, tratando de mantenerme firme por cómo se mostraba así de atrevido y osado, sin poder evitar que resultara poco creíble, notándose en mí voz lo cachonda y excitada que mi hijo me tenía—¡¡JORGE!!..Aaahhh...Mmm...—Después de que le empapara los dedos con mis jugos, los metió en mí culo, que acogió los dedos presionándolos muy fuerte.
Así el roce era mucho mayor, friccionándome Jorge mucho más todo mí ano por dentro y metiéndolos más cada vez, rotándolos lentamente, produciéndome un gusto y un placer increíbles, mí hijo me preguntó si me hacia daño, no pudiendo disimular el enorme placer que sentía con su masaje, gimiendo a cada instante—¿mamá te hago daño así, sientes alguna molestia?—...no.. Aaahhh...no...Ooohhh...sigue —para metérmelos hasta el fondo, haciendo que me excitara más, pues notaba los dedos de mí hijo penetrarme el culo hasta el fondo, notando cómo mí ano mordía los dedos de forma obscena.
Le quise gritar por su descaro, pero mí voz delató lo excitada y cachonda que me tenía, consiguiendo únicamente que de mí garganta saliera poco más que un gemido cargado de lujuria y excitación sexual—Aaahhh...aaahhh...mmm....¡¡JORGE!!..Mmm...mmm...Ooohhh...Sssííí...notaba los dedos friccionándome el culo intensamente produciéndome un placer increíble, haciendo que mí coño se humedeciera más, empujando mis caderas para sentir más El descarado me cogió todo el coño con la otra mano, manoseándome —metiendo un dedo sin prisa ninguna, acariciándome todo el coño por dentro, notando cómo soltaba jugos, por cómo sabía tocarme—nooo...¡¡JORGE!!—.
Le chillé pero mí coño se movía solo, que me abría buscando su dedo, que me abría los labios y los acariciaba con una habilidad que me ponía más excitada a cada caricia que me hacía el muy osado—tu culo me aprieta muy fuerte los dedos, parece que me los estés mordiendo, ábrete las nalgas mamá—yo le obedecí creyendo que así me lo haría mejor el masaje, me abrí las nalgas con ambas manos, apoyando la cabeza en la cama, así en esta postura pude ver el enorme bulto de Jorge, que parecía fuera a romper el bóxer, formando una tienda de campaña exagerada.
Teniéndome así el perverso, me sujetó con una mano por las muñecas sin que pudiera soltarme por la fuerza que el tiene. Con la otra mano me agarró de la melena, tironeándome del pelo con fuerza el descarado, mientras me decía—mamá no te enfades pero no puedo evitarlo, estás tan hermosa así, tan elegante con la clase que tienes— al oír a Jorge decirme esas cosas, se me mojó más el coño, sin poder evitarlo, haciendo me excitaran más sus palabras, odiándome yo misma por ello.
Sin soltarme de las muñecas, volvió a meterme los dedos en el culo, penetrándolo hábilmente hasta el fondo, haciéndome se los apretara muy fuerte y empujara mí culo, para que no dejara de metérmelos, mientras me tenia bien cogida el descarado, y cachonda perdida, el muy vicioso
Jorge aceleró el mete saca, haciendo que me quejara por su atrevimiento, sin yo por eso, dejar de mover mí culo—...Ooohhh...¡¡JORGE!!...Ooohhh...en ese instante mí hijo, comenzó a lamerme el coño, lamiendo toda la pelambrera y lamiéndome los labios cómo si me los pintara, notando cómo me los abría a lengüetazos, haciendo que mí coño chorreara jugos cómo una fuente, por el placer que sentía.
Al sentir cómo Jorge me comía el coño le chillé sorprendida y excitada, no esperando que el descarado se atreviera a tanto, grité cómo si me matara a cada lengüetazo que me daba, sin poder evitar empujar mí coño contra su boca, buscando sentir mejor su lengua en mí coño—NO JORGE...AAAHHH...NO...ESO...NO...AAAHHH...¡¡JORGE NO!!—Oh mamá qué coño tan dulce tienes y sabroso...Ooohhh...dámelo todo mamá—¡¡JORGE!!—.
A cada lametón mí coño chorreaba más jugos, frotándole a mí hijo el coño contra su boca, loca de placer, gritando su nombre sin parar y diciéndole que eso no..., mientras me corría sin parar en su boca, llenándosela de mis jugos, que el vicioso se bebió con placer—¡¡JORGE!!...OOOHHH...NO...AAAHHH—.
Me metió toda la lengua dentro del coño cómo si fuera un hambriento, haciendo que le frotara mí coño contra su boca, cómo si tuviera un ataque epiléptico, corriéndome una y otra vez, haciéndome sentir caliente y cachonda, cómo nunca antes lo había estado con nadie, llegando a hacerme sentir una mamá victoriana muy viciosa y perversa, matándome de placer por cómo se comía tan bien mí coño¡¡JORGE!!..NO...AAAHHH...¡¡MARICÓN!!...OOOHHH...OOOHHH...MI COÑO...¡¡JORGE!!...MARICÓN!!...¡¡JORGE!!—Mmm...Oh mamá que dulces es tu jugo...Mmm....dámelo todo mamá perversa, no me canso de comerte el coño...—¡¡MARICÓN!!...AAAHHH...ME MATAS DE PLACER....¡¡JORGE!!—.
Jorge me atrapó el clítoris entre sus labios, chupándolo con una habilidad que me hizo correrme aullando de placer.
Soltándome las muñecas, cogí la cabeza de Jorge encajándola en mí coño, frotándolo contra su boca, loca de gusto, sintiendo cómo me lamía el clítoris, matándome de placer, corriéndome sin parar, chillándole e insultándolo, haciéndome perder el control por el placer que me daba—¡¡MARICÓN!!...AAAHHH...¡¡JORGE!!...¡¡VICIOSO!!...TOMA EL COÑO DE MAMÁ...¡¡MARICÓN!!...MI COÑO....¡¡JORGE!! ME CORRO EN TU BOCA...¡¡MARICÓN!! TOMA MIS JUGOS....¡¡JORGE!!—.
Mi hijo hizo que casi perdiera el sentido por el placer que sentí. Él se corrió del placer que sintió al comerme el coño, sin tocarse, salpicándome de leche las tetas y los muslos.
Pasados dos días de estos hechos, intenté hablar con el ignorante e ingenuo de mí marido, que seguía creyendo a pies juntillas, cómo algunas personas aún solemos decir, que Jorge era maricón, pero el resultado fue el mismo, si él supiera lo salido, aprovechado y vicioso que era su hijo, y lo que le gustaban las mujeres o no sé si decir, lo que le gustaba y excitaba tocar y manosear a su madre...maricón, si, si.
—Díselo al maricón de tu hijo, ya te lo dije, con él no tienes que preocuparte de nada—pues te hare caso, se lo diré al maricón de mí hijo...tienes razón.
Nada más irse al bar, distante a unos kilómetros de casa, pues estamos solos en medio del campo, llamé al MARICÓN de mí hijo...
Jorge vino rápido con un brillo intenso en los ojos, sin saber cual sería el motivo de que lo llamara.
desde que pasó lo del masaje anal hacia dos días, no habíamos cruzado palabra alguna. Yo, en cuanto lo tenía a mí lado me sentía excitada al momento, notando cómo mí cuerpo iba por libre, se me humedecía el coño en cuanto él estaba cerca mío, sin que yo pensara en nada obsceno, ¡¡lo juro!! mis pezones no podían mostrarse más duros y tiesos, doliéndome por lo duros que se me ponían, y lo que era peor, es que tenía la convicción de que mí hijo, era consciente de lo excitada que me ponía, el muy vicioso.
Es cierto que desde mí encuentro con Jorge, tuve que pajearme varias veces, al recordar cómo me había sabido calmar los picores anales, y cómo el descarado supo comerme tan bien el coño, haciendo que me desvaneciera de placer.
—Dentro de cinco minutos ven a mí cuarto Jorge, vuelvo a tener molestias en el ano, y necesito...—esto se lo dije bajando la mirada, al notar la ardiente mirada de mí hijo buscando la mía, descubriendo el muy salido cómo mis pezones amenazaban con romper la blusa que llevaba puesta (sí...la blusa que llevaba puesta era su favorita y no era casualidad...),además de lo anterior, me sentía la cara arder solo con pensar cómo notaba de húmedo mí coño, sabiendo que Jorge lo descubriría en seguida...—necesito me ayudes con un masaje anal cómo...hiciste el otro día—nada más pronunciar la última silaba, mis pezones me pincharon de los duros que se pusieron.
A la vez apreté los muslos, notando cómo soltaba jugos de forma obscena, empapando las braguitas.
Al levantar la mirada, Jorge me contemplaba con un deseo decadente en su mirada, sí, pero además lo hacía cómo admirando una obra de arte, descubriendo cada detalle oculto al vulgo, en silencio, disfrutando de lo que descubría—mamá estás preciosa, vestida así, pareces una dama victoriana con ese porte tan elegante, y tan hermosa...uuufff, que pedazo Señora victoriana eres...—¡¡JORGE!!—quise que sonara a reproche, pero no engañé a mí hijo, bien al contrario, oyéndolo cómo me hablaba y lo que me decía, lo odié por que hizo que mí coño fuera cómo una fuente, por cómo sabía adularme el descarado, sin poder evitar sentirme halagada por lo que me decía.
Además de ponerme su blusa favorita, me puse una falda victoriana a juego, de color burdeos, era corta, enseñando hasta medio muslo, mostrando las ligas rojas y las medias de rejilla, negras.
Debajo llevaba un corpiño que cogía los pechos, dejando a la vista lo pezones, levantando y apretando los pechos. La falda por detrás formaba una cola, cómo si fuera un vestido victoriano, formando varias entretelas.
Jorge vino llevando un batín del mismo color burdeos, teniéndome en ascuas que llevaría debajo. Al desprenderme de la blusa, Jorge me comió las tetas con sus ojos cómo platos, sin yo dejar de mirarle sus ojos. Al bajarme la falda, mí hijo descubrió sus braguitas favoritas, de encaje muy vaporosas, que aparecía empapada de mis jugos, esparciéndose el olor por toda la alcoba.
La braguita no ocultaba apenas mí densa pelambrera, viéndoseme los pelos algo húmedos y pegados en pequeños mechones. El calzado eran unos zapatos victorianos con cordones hasta la puntera. Nada más ponerme a cuatro patas encima de la cama, agaché la cabeza apoyándola en el colchón, permitiéndome la postura observar a mí hijo, que vi cómo se quitó el batín dejándolo caer a mí lado.
Mis ojos se me abrieron cómo platos, con la boca reseca a la vez que notaba cómo respiraba con dificultad al descubrir el atuendo de mí hijo, llevaba un mini slip cómo un taparrabos de látex brillante de color rojo, marcándosele todo el paquete de una forma escandalosa y obscena, notándosele los huevos enormes que apenas los cubría el látex, dejando escapar mechones de bello por los lados. dándole un aspecto perverso, mis pezones y mí coño reaccionaron al unisonó, notando cómo mis mejillas se teñían de rubor por la excitación.
Quizá para que se entienda mejor ni decadente relación con mi hijo, debería explicar, cómo siempre he tenido a mí hijo Jorge dominado por mí fuerte carácter y personalidad dominante, a la vez que me ha encantado exhibirme delante de él, de forma obscena y amoral, sabiendo lo mucho que se excita viendo a su madre en lencería.
Soy así de perversa no puedo evitarlo, siempre que me ponía las medias o el liguero, él andaba cerca, sin él sospechar que a mí me excitaba saber cómo me deseaba. Un año antes de que nuestra relación sobrepasara los límites morales que debe haber entre un hijo y su madre, empecé a tener un sueño o pesadilla, no sé bien cómo llamarlo, con un contenido muy sexual y excitante, que me hacía excitarme hasta el punto que mí coño soltaba jugos abundantemente.
Dentro de esta relación de dominación que tengo con Jorge, en la que con solo una mirada él agachaba la cabeza y venía a sentarse a mis pies, para verme las medias y si tenía suerte las bragas o algo más, yo en ese sueño como decía, me veía con las muñecas atadas a la espalda con una de mis medias, y mi hijo dándome nalgadas de forma intensa, haciendo que yo le gritara pero sin hacerme caso alguno él, sabedor de que me pajeaba muchas noches( por no decir todas), por cómo él se excitaba mirándome las piernas y las bragas.
Esto es cierto realmente al margen de este sueño; soy una madre dominante y perversa, una victoriana decadente, disfruto exhibiéndome delante de mí hijo, excitándolo para que se pajeé con mí visión, por eso me pajeo muchas noches corriéndome escandalosamente mientras entre susurros llamo a mí hijo por su nombre, cómo si lo riñera.
Parecía que el sueño era una manifestación de mí subconsciente, por reprimirme sexualmente y no dar rienda suelta a mí sexualidad con mi hijo. Realmente este descubrimiento me hizo descubrir hasta que punto yo era realmente una madre victoriana, actuando cómo las madres de aquella época, con una amoral y perversa, doble moral, donde cualquier cosa era posible, pero siempre de puertas adentro, como no podía ser de otra manera.
Yo que con solo una mirada tenía a mí hijo dominado, ¿Cómo iba a verme azotada y follada por él? Aunque debo reconocer que hacía dos días había perdido los papeles, arrastrada por una excitación animal e incestuosa, por como Jorge supo acariciarme tan bien, dándome más placer que el que su padre me ha dado jamás.
Esta tarde quería que mi hijo me ayudara con un nuevo masaje anal, eso es cierto, pero mí perversa intención era excitarlo al máximo poniéndome su lencería favorita, haciéndole saber que yo lo tenía a mis pies, y no iba a repetirse lo de la tarde anterior.
Siguiendo con esa tarde, Jorge me acarició ambas nalgas sin prisa ninguna, cogiéndolas y apretándolas con fuerza, separándolas mucho, haciendo que mí coño se tragara las braguitas entre los labios, dejando a la vista toda la pelambrera y los labios salidos y separados, con un aspecto muy obsceno.
Noté cómo tironeó las braguitas con fuerza, clavándomela mucho en el coño, rozándome el clítoris, arrancándome un sollozo de placer, mientras se me aceleraba la respiración—Mmm...Ah...Mmm—. Cómo la tarde anterior, bajó las braguitas hasta la mitad de los muslos, notando cómo mí coño se resistía a soltar la tela humedecida.
Jorge volvió a cogerme las nalgas acariciándolas con descaro, cómo comprobando la forma y la firmeza de mí culo. Me pasó dos dedos por el coño acariciándome los labios, que se abrieron al instante acogiéndolos y humedeciéndolos de jugos, sin que pudiera evitar gemir por la caricia tan atrevida—¡¡Ooohhh!!—metió los dedos hasta la mitad, rotándolos sin dejar de sacarlos y meterlos, hurgándome todo el coño por dentro—Mmm...Ooohhh...Ooohhh...—.
Sentía un placer creciente, intenso, que me hacía sacudir la cabeza de un lado a otro apretando mis puños en las sabanas, mientras los dedos de Jorge entraban cada vez más y con mayor facilidad. Viéndome tan excitada mí hijo se atrevió a meterme los dedos hasta el fondo, haciendo me corriera empapando los dedos de jugos, mientras chillaba su nombre—¡¡JORGE!!...AAAHHH...AAAHHH...—Pretendía que mí voz fuera autoritaria y me salió apenas un susurro o gemido lleno de excitación y lujuria, por verme sorprendida por como mí hijo sabía excitarme de esa manera.
Jorge sacó los dedos del coño, acariciándome el ano por fuera, lubricándolo todo alrededor, el ano cedió rápido apresando el dedo con fuerza—mamá que guapa te ves con esta lencería, me pareces una Lady victoriana con ese peinado te veo muy Señora, una madre victoriana con clase—Jorge metió el dedo hasta la mitad sacándolo del todo y volviendo a meterlo, después añadió otro dedo, frotándolos lentamente, hurgándome el culo por dentro, recreándose en cómo mí ano mordía los dedos—mamá, me aprietas mucho los dedos...Oh que culo tienes ¿lo hago bien así?—Mmm...OH...SÍ...no pares hijo...—Envalentonado por mis palabras, aceleró el mete saca, metiéndome los dedos más, haciendo que empujara mí culo por el placer que sentía, sin dejar de quejarme por lo atrevido que era—¡¡JORGE!!...Mmm...Ooohhh...Ooohhh...¡¡JORGE!!—Viendo como me tenía de caliente, el descarado me acarició todo el coño con el pulgar, acariciando y hurgándome los labios, metiéndome todo el pulgar, haciendo una pinza perversa con los tres dedos.
Mí coño se abrió atenazando el pulgar, sin dejar de mover mis caderas, notando como Jorge metía los dedos cada vez más en el fondo de mí culo.
Mí idea era no dejarme dominar por mí atrevido y osado hijo, pero mí cuerpo decía algo muy distinto, la voz de Jorge me excitó, rompiendo todos mis esquemas, sonó segura, firme, sabiendo a pesar de su edad, qué es lo que su dominante madre necesitaba—mamá ábrete las nalgas con las manos—a la vez mientras me decía esto, me quitó una media lamiendo y mordiendo mí piel, haciendo que me sintiera especial.
Nada más tenerme así, con todo mí culo ofrecido, abriéndome las nalgas, metió los dedos hasta el fondo de forma repetida y rápida haciéndome gritar de placer y lujuria—Ooohhh...Ooohhh...Mmm... OOOHHH...¡¡NENE!!— ¿Te hago daño así mamá?—mientras me preguntó esto, aceleró el mete saca, friccionándome más los dedos en mí esfínter.
Yo con mis mejillas ruborizadas de un color purpura, por saberme así tocada por mí hijo, le respondí sintiendo cómo la lujuria me excitaba cada poro de mí piel—Ooohhh...Ooohhh...NO...NO...sigue así...¡¡JORGE!!—te ves tan hermosa y elegante así, y obscena abriéndote las nalgas para tu hijo...Mmm...¡¡qué caliente estás mamá—¡¡JORGE!! no me hables así...OOOHHH... tus dedos me acarician muy bien OOOHHH... me corro por el culo...Ooohhh...—.
Sentirme así de entregada a mí hijo, por el placer que estaba sabiendo darme, cuándo mí idea era seguir dominándole, me hizo sentirme más excitada y decadente, viciosa, notando mis mejillas arder mientras me corría por el culo, cómo una vulgar puta victoriana incestuosa.
Seguí empujando el culo contra sus dedos, abriéndome las nalgas para él, cuándo me sujetó por las muñecas utilizando la media que me había quitado...ése instante fue cómo el interruptor que accionó Edison a mediados del siglo XIX, en el momento de descubrir la luz eléctrica.
El sueño que tanto me había excitado y en cierta manera preocupada, haciéndome llegar a pensar que era únicamente una perversa fantasía mía, en ese instante se hizo realidad, despertando el volcán de mí coño y mis sentidos, gritándole a mí hijo como si estuviera matándome, cuándo la realidad era que mí coño era una fuente del placer, todo mí cuerpo era en aquel instante, puro vicio y decadencia—¡¡JORGE!! desátame las muñecas, como te atreves a...—sin hacerme caso ninguno, me tironeo fuerte del pelo cómo si fuera su yegua a la que estaba domando.
A la vez sustituyo los dedos que tenía metidos en mí culo por su lengua, lamiéndome el ano, que cedió rápido, metiéndome obscenamente la lengua en mí ano, haciéndome gemir de gusto y que empujara mis caderas en busca de esa sucia lengua—Ooohhh...Ooohhh...¡¡JORGE!!—. Sin dejar de comerme el culo, metió dos dedos en mí coño, dándome una intensa nalgada.
La sensación que mí cuerpo sintió fue tan intensa, que solo pude aceptar que mi hijo sabía que era lo que yo necesitaba. Sin dejar de picotear mí ano con su lengua, me azotó de forma continuada, arrancándome quejas llenas de lascivia en realidad, gritando su nombre, mientras notaba mí coño más excitado y húmedo, conforme me iba azotando y follando mí coño, con sus hábiles dedos—¡¡JORGE!! Ooohhh...Mmm...Ooohhh...¡¡MARICÓN!!...tu lengua ah, sí comete mí culo así maricón...AAAHHH...me corro otra vez....¡¡JORGE!!—.
Nada más correrme, mi hijo se levantó cogiéndome los pezones, estirándolos hasta que grite de dolor y placer, notando como mí coño no dejaba de soltar jugos—¿Como un mocoso de quince años, sabía lo que la guarra de su madre necesitaba?—. Jorge sabía cómo me tenía de cachonda y excitada, metiéndome dos dedos en el coño, que se tragó los dedos como si nada, mientras me seguía pellizcando los pezones—mamá tienes el coño cómo una fuente, eres una madre victoriana muy guarra, córrete ¡¡PUTA INCESTUOSA!!—Me clavó los dedos en todo el chocho, haciendo que los dedos chapotearan de forma muy guarra, excitándonos a ambos.
Para hacerme sentir más puta, me cogió del cabello, obligándome a que me tragara toda la polla, hasta hacerme tener arcadas al metérmela hasta la garganta y apenas poder respirar—MMMPPP..MMMPPP...—así mamá cométela toda...Ooohhh...que boca tienes...Mmm...así toda—MMMPPP...¡¡VICIOSO!!...MMMPPP—.
Al margen de que mi hijo era tan perverso como su madre, es decir cómo yo misma, realmente me sentía excitada de verme así, siendo la madre puta incestuosa y victoriana de Jorge, ciertamente. Jorge me tenía bien cogida de mí melena mientras me hacia lamerle toda la polla y sus llenos huevos, hablándome cómo si fuese su puta en vez de su madre.
Lo perverso de esta situación era que me sentía a la vez, excitada y avergonzada por qué mí hijo había descubierto lo puta y lo guarra que era su madre, pues mí coño no podía estar más húmedo a cada instante—Ooohhh...Ooohhh...sí lame así toda la polla ¡¡MAMÁ GUARRA!!...voy a follarte por el culo cómo a mí puta...Ooohhh...Ooohhh...sí me la aprietas muy rico con tus labios, Ooohhh...puta y guarra...eso es...¡¡PUTONA!!—.
Mi hijo me sacó la polla de la boca, dándose cuenta de cómo yo deseaba seguir comiéndosela, así de perra y cachonda me tenía el muy ¡¡MARICÓN!! .
Me hizo ponerme a cuatro patas, con las manos atadas a la espalda con mí media, lamiéndome el culo sin dejar de azotarme hasta que le pareció estaba bastante rojo. En ese instante se estiró en mí cama, haciendo me sentara encima de él.
Teniéndome así con las manos atadas a la espalda, me hizo echarme encima de él, mientras me mordía los pezones que no podían estar más duros y tiesos por lo excitada que estaba, mientras me azotaba repetidamente, haciéndome sollozar de placer, cachonda perdida—Ooohhh...Ooohhh...¡¡MARICÓN!!...Ooohhh...—. Me pasó el cipote por los labios del coño, cómo si lo pintara, cortándome la respiración, mientras cogiéndome bien fuerte por la cintura y el culo, me atrajo hacia él, susurrándome al oído—Mmm...mamá te la voy a clavar toda hasta el fondo del coño...¡¡GUARRA!! qué buena estás, te quiero mí puta...—.
Solo oírle hablarme así mí coño se mojó más cuándo aun no había pronunciado la última sílaba. Me la clavó hasta que note sus huevos golpear mí coño. Le chillé cómo una puta del barrio de Chapel, igual que si me matara, notando como su polla me follaba sin piedad, llenando mí coño como nunca lo había hecho nadie. insultándolo y haciendo que me llenara de leche, en una follada única e irrepetible—AAAHHH...AAAHHH...AAAHHH...¡¡MARICÓN!!...SÍ...FOLLAME ASÍ JORGE...OOOHHH...SÍ FÓLLAME ASÍ ¡¡CABRÓN!! OOOHHH...ME CORRO JORGE...DAME TU LECHE...AAAHHH...ME CORROOO...—Ooohhh mamá...toma mí polla puta...SÍ ME CORRO CONTIGO...OOOHHH QUE COÑO TIENES TAN ESTRECHO, ME CORRO CONTIGO...—¡¡MARICÓN!!...ME MATAS DE PLACER...SÍ LLÉNAME DE LECHE....ASÍ...SÍ...OH TU LECHE...SÍ ME QUEMAS ¡¡MARICÓN!!—¡¡PUTA!! ME CORRO EN TU COÑO...OOOHHH...SÍ...YAAA...
Nada más correrse Jorge me abrazó y me llenó de besos, haciéndome sentir única y una madre afortunada. Pasados unos minutos su polla parecía no haberse enterado que se había corrido. Sin darme tregua, me enfiló su grueso cipote en mí ano, que cedió tras unos segundos de presionarlo.
Me besó intensamente mientras le daba tiempo a mí ano, a que se acostumbrara al grueso invasor que quería penetrarlo sin piedad—Ooohhh...Cariño...ves poco a poco...OH...nene—sí mamá no te preocupes. Sin soltar mis muñecas, me la fue clavando, mordiéndome los pezones y dándome nalgadas, el perverso.
Su polla fue clavándose hasta que note sus huevos en mí coño, echándome encima de Jorge, rogándole me soltara las muñecas, pues notaba ya un cierto hormigueo en los dedos—nene las muñecas por favor, mis dedos.
En cuanto me desató, me eche encima de él, besándolo en el beso más apasionado que nadie me ha dado jamás, con nuestras lenguas lamiéndose mientras se fundían nuestras pieles en una sola—Mmm...fóllame por el culo Jorge, FÓLLAME ¡¡MARICÓN!!...AAAHHH...sí folla más mí culo, OOOHHH...mátame con esa polla ¡¡MARICÓN!! me corrooo hijo de puta...me corrooo...—.
Jorge al oír cómo le hablé, me inundo con su leche, corriéndonos juntos en un orgasmo difícil de explicar, cómo nuestra decadente y perversa relación...
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