El Manuel
La historia de un camionero y un joven autoestopista a bordo de El Manuel.
En el aparcamiento de un mesón de carretera, un hombre que rondaba los treinta y pocos, de barba fina y negra como sus ojos, que le daba una mirada seductora, caminaba de regreso a su trailer entre el laberinto de camiones aparcados. Iba vestido con una camiseta fina de manga larga, gorra y unos vaqueros desgastados, caminando lentamente aunque de forma segura. Ya se acercaba a su trailer, uno negro con las palabras “El Manuel” escrito sobre la luna del cristal, cuando fue alcanzado por un desconocido. Un chaval que rondaba los veinte de ojos castaños claros como su pelo ondulado corto. Llevaba una camisa de manga corta por encima de una camiseta de manga corta también. Cargaba una mochila bastante grande por lo que el camionero supo de inmediato que quería de él.
-Disculpe señor, voy a Madrid. Si pudiese dejarme cerca… - le pidió, algo cortado el chaval por abordar al hombre de aquella forma y mas al ver que era un hombre grande, de expresión seria y misteriosamente guapo.
-Haber chaval ¿No sabes que hacer autostop es ilegal? – le respondió el camionero sin detenerse a responder y con cierta inexpresión, dejando al chaval sin respuesta al seguir adelante y rodear su camión al que subió. Apunto estaba el chico de marcharse cuando el camionero abrió la puerta del copiloto que daba frente al autostopista - ¿¡Que hacemos, subimos o no!?
-S…si – dijo respondiendo el chaval con una sonrisa de sorpresa. Agarrándose a las agarraderas del trailer y sentándose en el asiento del copiloto.
-Yo me llamo como pone afuera en el camión, Manuel ¿Y tú? – se presentó serio, extendiéndole la mano mientras ajustaba el espejo retrovisor.
-Isaac – le respondió el chaval estrechándole la mano y sintiendo como la gran mano del camionero le apretaba brevemente con fuerza – Gracias por llevarme.
-Nada – dijo distraído en colocarse bien para conducir a la vez que metía la llave en contacto – Bueno, nos vamos.
Dando un gran estruendo, el motor del camión se puso en marcha y salió a la autopista. Durante el primer cuarto de hora, ninguno de los dos apartaba la vista de la carretera, aunque el chico intentaba mirar de reojo al camionero siempre que podía, le gustaba. No se atrevía a hablar, primero por que el hombre al volante daba un aspecto algo intimidado para él, siendo delgado y corpulento a la vez, aunque sentado se le marcaba en la ropa algo de michelín de la barriga que el oficio de camionero siempre ofrecía. Pero lo que era realmente intimidatorio era la expresión dura que mantenía todo el tiempo el camionero, por eso se puso en alerta cuando el hombre comenzó a girar la cabeza al chaval, intercalando la mirada a la carretera con la de hacia él.
-Si me ves así muy callado es por que últimamente ando mucho con el camión y no hablo con nadie. Así que si quieres hablar tú saca tema de conversación – dijo, con voz algo más dejada que cuando en el aparcamiento.
-Ah, bien. Vale – respondió, pareciendo simpático y agradecido por que le llevase.
-Tengo que entregar mañana por la mañana la mercancía que llevo a un almacén en un pueblo, pasando Madrid. Si quieres puedo dejarte cerca de la capital en donde puedas hacer dedo. O si lo prefieres te vienes conmigo hasta el almacén, descargo y vuelvo a cargar, y de regreso ya si puedo llevarte hasta Madrid. Tu dirás – le expuso serio y tranquilo mientras marcaba las dos opciones con un dedo subido sobre el volante.
-Prefiero que me lleve hasta Madrid entonces – respondió Isaac que no quería arriesgarse a que nadie lo recogiese en el siente autostop y tuviese que estar caminando horas bajo el sol que ya quemaba. El asiento del camión no era mucho más cómodo pero al menos con el aire acondicionado se estaba genial.
-¿Y se puede saber que se te ha perdido en Madrid? – Preguntó el camionero.
-V… voy al orgullo – le respondió intentando ser natural pero sintiendo receloso por la reacción del camionero – he quedado allí con unos amigos para pasar el finde y eso…
-¿Al orgullo gay? ¡Ah! Bien, bien… - Pareció tomárselo de ninguna forma en especial.
Tras aquella breve conversación no hablaren de mucho mas y no tardaron en volver al silencio que era roto por la radio que había sintonizado el dueño. Acercándose a la entrada de una autopista de pago, el camionero le dijo que le pasase dinero que tenía por la guantera y continuaron. Aunque el hombre condujese de forma aburrida iban a bastante velocidad o al menos eso le pareció al chaval que era la primera vez que viajaba en autostop y montaba en un camión de carga como era aquel. Solo habían pasado un par de horas aunque le habían supuesto más por el incomodo silencio. Rompiendo su dejada postura de conducción, el camionero fue dando cada vez mas palmadas al volante en señal de encontrarse algo nervioso e incómodo.
-Me vas a perdonar, pero llevo meándome desde hace un buen rato y ya no me aguanto más – acabó por decirle el camionero al chico.
-Ahm, vale ¿Vas a parar? – supuso el chaval.
-No, no. Ahora no podemos parar por que voy muy justo de tiempo para la entrega – fue diciéndole al chico, girando la vista hacia este - ¿Ves esa garrafa que está a tus pies? Pues pásamela.
El chaval siguió las indicaciones del camionero y agachándose en el hueco de los pies vio en seguida la garrafa a la que se refería, una de unos cinco litros llena de tres dedos de líquido amarillo que dedujo que era orina. Con menos asco de lo que se esperaba de si mismo, el chico cogió la garrafa y se la pasó al camionero que se había bajado la cremallera y dejado su polla afuera, una polla gorda pese a estar flácida, de un color oscuro que hacía desentonar el resquicio del rosado capullo que asomaba por el prepucio. El chico se obligó con todas sus fuerzas a apartar la vista cuando comprendió que se había quedado observando el falo del camionero el suficiente como para que este se diese buena cuenta de ello, aunque no dijo ni hizo nada al respecto y simplemente llevó la boca de la garrafa a su entrepierna y coló su miembro mientras agarraba el volante con la mano sobrante. Un grueso chorro de líquido comenzó a escucharse y el chico contemplaba de reojo al camionero que mantenía con más prudencia que nunca la vista al frente y la única mano al volante.
-¿Quieres que te agarre el volante? – se ofreció el muchacho queriendo ayudar.
-Deja, no hace falta. Así meamos muchos camioneros, tranquilos – le respondió, intentando reprimir la sensación de gusto para no parecer desagradable ante el chico – Perdona si te da asco.
-No pasa nada – se dio prisa a decir este, cayendo otra vez en que había vuelto a quedarse mirándole la polla medio metida en la garrafa mientras meaba, pero este no apartaba la mirada de la carretera y arriesgó a seguir mirando, sintiendo como su propia polla crecía levemente bajo sus pantalones contra mas miraba aquel trozo de carne tierna que asomaba por la abertura de los pantalones del hombre, distinguiendo como también sobresalía algunos pelos pubicos y parte de la tela de unos calzoncillos negros.
-Toma, ponle el tapón con cuidado y déjala en donde estaba, por favor – le pasó la garrafa, ahora tibia, al chico cuando el camionero ya había acabado de mear. Intercalando la vista en la conducción con la de mirarse la entrepierna, vio como algunas gotas de orina de a última hora comenzaron a caer al suelo – Rápido, junto a la garrafa hay colgado un trapo, dámelo.
-Si, voy – el chico se dio prisa y se agachó a buscar el trapo que le pedía con urgencia. Lo encontró rápido y cogiéndolo a toda velocidad lo llevó sobre la polla del camionero para limpiarle rápidamente.
-Bueno, en verdad podía limpiarme yo solo… - saltó sorprendido a decir el camionero.
-Ah, joder. Perdona – Se disculpó el chico sintiéndose muy estúpido por que su deseo le había delatado de aquella forma tan ridícula y no sabía si pasarle el trapo al camionero o acabar de limpiarlo.
-Tranquilo, sin problema. Sigue limpiándome… si quieres – habló el camionero, poniendo una voz mas seria.
Notando la sangre en la cara, el chaval mantuvo la vista abajo, hacia la polla que había comenzado a ponérsele dura entre las manos y la tela, continuando limpiándole mas dedicadamente, pasando el trapo por el capullo del camionero que lo escuchó encorvarse adelante y jadear en su nuca. La gran mano del camionero se posó algo temblorosa en el cuello del chico que dejó caer el trapo al suelo y agarró directamente la polla que sobresalía por la cremallera extremadamente dura. Atrayéndolo el camionero con una mínima fuerza hacia su polla, el chico cedió gustoso a aquella mano que lo agarraba suavemente por el cuello y bajó con la boca abierta para ir tragando a medida que iba descendiendo. Su polla había quedado limpia de orina y ahora lo que rezumaba era una diminuta gota de preseminal. Cuando ya había abarcado con la boca casi toda la polla del camionero, cerró con fuerza sus labios alrededor del tronco para seguir bajando hasta que su nariz dio contra el pantalón. Aguanto la presión de la punta del capullo contra su garganta y cuando ya no pudo mas se retiró lo suficiente como para tomar aire. Haciendo un gesto con los ojos para no descentrarse demasiado de la conducción, el camionero soltó un largo jadeo. Volvió a tragársela el chaval rompiendo a chupar arriba y abajo de forma ansiosa, moviendo la cabeza entre el volante y el camionero. Este se contraía de placer en su asiento, sin perder ojo a la conducción pero sin dejar de jadear frenético hasta que al poco se liberó en la boca del chaval antes de que tan siquiera pudiese soltar una palabra para avisarle. En cambio el chico no pareció disgustado e incluso trago con fuerza toda la corrida que iba recibiendo en su boca y que parecía interminable por lo mucho que se estaba corriendo.
-Lo siento, me he corrido en tu boca sin que me diese tiempo a avisarte – se intentaba disculpar con el habla agitado por la fuerza del orgasmo que había llegado a tener – Es que en los últimos meses no he parado con el camión y hace tiempo que no… ya sabes.
-A mi me da igual – le respondió sonriéndole el chaval ya reincorporado en su asiento.
-Eres muy joven. No debería darte igual – intentó concienciarle el camionero sin parecer tampoco que le decía lo que tenía que hacer. Ya algo medio erecta se guardó la polla en los pantalones y mirando al chaval le dedicó una sonrisa. Este le miraba entre serio y sonriente, con mirada de excitación, y al bajar la vista contempló como su polla se marcaba empalmada a un lado en su pantalón – Anda ven, acércate – y agarrándolo por el hombro lo hizo inclinarse contra él. Acarició su muslo, subiendo por el pantalón de él hasta el relieve de su polla que acarició insistente – Sácatela – le susurró y el muchacho se abrió los pantalones. Dándole un tirón abajo a los calzoncillos, el camionero agarro la suave polla y la comenzó a masturbarlo, siempre manteniendo la otra mano en el volante como había hecho al mear en la garrafa.
Los dos miraban adelante, aunque el chico entrecerraba los ojos de gusto y frotaba su cara contra el hombro del camionero que lo masturbaba lentamente pero sin detenerse jamás, agarrando su polla fuerte y llevándola por todo su tronco desde la base hasta que su mano cubría todo el capullo. Al rato el chico se sacudía levemente, emitiendo unos suaves jadeos a la vez que su polla comenzaba a regar caliente los dedos del hombre.
Poniendo ambas manos al volante, intento no pringarlo con la mano manchada de semen, apoyando únicamente la muñeca. Tenía los dedos cubiertos de semen blanco, pringoso y lleno de hilillos gruesos y buscando con la mirada el trapo de antes a sus pies, el chaval se adelanto y tomando su mano se la comenzó a lamer, chupándole cada dedo y pasando su lengua por entre estos, limpiándole la corrida de él mismo. Le gustaba el sabor del semen, tragarlo al menos, y el camionero se dio cuenta, disfrutando de cómo le chupeteaba cada uno de sus dedos, hasta que su mano quedó limpia de semen, aunque ahora manchada de saliva. Cada uno ya bien acomodado en su asiento, se miraban entre risas nerviosas y claramente mas aliviados. El chaval se encogió en su asiento, mirando el desolado paisaje compuesto por campos y más campos hasta que se quedó profundamente dormido.
-Eh, tu. Despierta – despertó el camionero al chico poniendo su mano sobre el muslo de este, casi rozando su paquete.
-¿Ya hemos llegado? – Preguntó despertándose de sobresalto, desorientado, mirando confuso afuera por que ya era de noche.
-¿Qué? ¡No hombre, no! – fue lo que le respondió el camionero cambiando de marcha y girando brusco el volante. Adentrándose en unos apenas iluminados aparcamientos junto a la autopista.
-¿Dónde estamos? – quiso saber, dándose cuenta de que era bastante tarde al mirar la hora en el reloj.
-En una zona de descansos. Estoy que me caigo de sueño así que vamos a comer algo rápido y luego nos dormimos unas cinco horas. Y en cuando se haga de día continuamos, entregamos la mercancía y luego ya te acerco a Madrid – explicó mientras aparcaba en el solitario aparcamiento y apagaba el motor del camión.
-Vale. Gracias – respondió el chaval al camionero estirándose en el asiento para desentumecerse el cuerpo.
Solamente con la luz de la cabina y el calefactor, se desabrochó el cinturón de seguridad el camionero y pasó entre los asientos para adentrarse por unas cortinas que habían cerradas en la parte de atrás. Volvió el hombre con unas bolsas de plástico y regresó a sentarse al asiento del conductor, abriendo las bolsas entre ambos. Estaban llenas de bocadillos, frutos, secos patatas fritas, algo de fruta y latas de refresco.
-Cógete lo que quieras – le dijo ofreciéndole la bolsa – Los bocadillos son de esta mañana así que todavía están buenos – el chaval cogió agradecido un bocadillo y un refrescos y ambos comenzaron a comer. Cuando ya acabaron recogieron los desechos en una bolsa de plástico y el camionero lo guardó todo tras su asiento. Al ver que el chaval se acomodaba para dormir en su asiento, el camionero se giró hacia él y lo tomó por el hombro de forma paternal – Vete atrás que ahí tienes una cama con sábanas y almohada, que como sigas durmiendo en el asiento te va a fastidiar el cuello, créeme.
-¿Y tú? – le respondió con un gesto de cabeza.
-Yo me duermo aquí mismo, a menos… que no te importe que durmiese contigo en la cama – dijo mirando atentamente al chico a los ojos sin dejar de cogerlo por el hombro. Estaba tenso, incluso más que el propio chaval.
-No me importa. Para nada – respondió casi en un susurro.
Decidido todo, el camionero se levantó y caminó a la parte de atrás. El chico lo siguió y cruzó las cortinas con él. Todo estaba lleno de bolsas, de plástico y de tela, con las ventanas tintadas y una especie de cama estrecha cubierta de varias mantas puestas de cualquier forma. Dejando espacio al chico, el camionero se fue desvistiendo hasta quedarse en calzoncillos y se metió en la cama. Cubriéndose con una sábana, preparó el hueco a su lado para él chaval que lo imitó y también se comenzó a desnudar hasta quedar en calzoncillos y camiseta interior. Los dos habían estado mirando el físico del otro, excitándose el chaval con el cuerpo maduro, muy masculino y velludo de camionero mientras este había contemplado su cuerpo delgado, lleno de juventud y coronado por un pequeño matojo de vello en el pecho. El espacio era muy reducido por lo que el chico tuvo que acostarse de lado, poniéndose adrede espalda al camionero que lo cubrió con la sábana y apagó la pequeña luz de la cabina accionando un interruptor en el techo. Con ambos sabiendo lo que iba a suceder todo fue surgiendo fácilmente gracias a lo junto que se encontraban sus cuerpos. De hecho el camionero había estado empalmado desde el preciso momento en que se metió en la cama y el otro lo había notado al instante en su culo, duro, gordo y enorme, empalmándose él también. El camionero lo agarró por el muslo cuando notó como el chico comenzaba a frotar su culo contra su empalme. En el silencio de la cabina del camión, se escuchaba el frote de cuerpos bajo la sábana y la respiración entrecortada de ambos que iba en aumento. La mano en el muslo del camionero fue subiendo hasta la cadera del muchacho tomándolo e inmovilizándolo contra si para ahora ser él quien se frotaba desatado. Arrancado por el arrebato del otro, el chaval llevó la mano atrás para bajar los calzoncillos del camionero y para luego bajar los suyos propios, permitiendo así que la polla del hombre se amasase caliente contra su culo desnudo.
Envueltos en un jadear cesante, el camionero había variado los movimientos y ya no se rozaba con su polla arriba y abajo por el culo del chico si no que había ido embistiendo adelante, introduciendo su polla entre los cachetes hasta estar presionando el ano con su capullo chorreante en preseminal, dejando a la evidencia sus ganas por metérsela, penetrarlo hasta sus pelotas de una sola vez, y escuchaba en el jadeo del chico como él también quería. Sin embargo no supo controla sus pensamientos y se le escapó una fuerte embestida que hizo dar un pequeño aullido de dolor al chaval.
-Perdona si soy muy brusco. Hace tanto que no follo que me cuesta controlarme – se adelantó a disculparse al oído de él, con excitación pero también con ternura. Alcanzando con el brazo el interruptor de la luz, se reincorporó lo suficiente como para mirar por encima del chaval – Alcánzame esa bolsa, tu que llegas – le pidió señalándole con la mano y el chaval se estiró desde la cama para cogerla, pasándosela. Era una pequeña bolsa de deporte y el muchacho miró como el camionero sacaba un bote de plástico – Solo tengo leche hidratante ¿Vale? – el chico asintió. Tomando otra cosa de la bolsa, el camionero lanzo esta de nuevo al suelo. Había cogido un condón que le puso en la mano al chico – Esto para luego. Guárdamelo.
Encogiéndose a los pies de la cama y quedando frente al culo del chico, se puso a acariciárselo, haciendo que este volviese a menearlo lascivamente y retomase sus jadeos entrecortados a medida que iba sintiendo como aquellas caricias se volvían besos y lamidas que iban adentrándose ente sus cachetes hasta su ano. Untándose el dedo de crema, el camionero se dispuso a lubricar el ano del chico que dio un respingón al notar el frío. Introdujo su dedo, seguido de un segundo, girándolos y bombeándolo hasta que puedo abarcar un tercero. El chico gemía con el movimiento de los dedos del hombre moviéndose rápidos en su culo, tan excitado que dilató rápido y el camionero se adelantó con desesperó a reincorporarse tras él, saliendo de la sábana con la respiración agitada.
-…joder… dame el condón. Te la tengo que meter ya o voy a reventar – le susurró jadeando al otro en su nuca, haciéndole sentir en su culo como la tenía de dura.
El chaval le pasó el condón, escuchando al camionero tras de él como se colocaba el condón tan rápido como podía. Al sentir como lo agarraba de nuevo por la cadera notó como el capullo enfundando del camionero se presionaba contra su agujero hasta comenzar a hacerse camino, notando como era llenado y poseído por él. Apenas dejó quieta la polla dentro unos pocos segundos hasta que no se pudo frenar más y empezase a embestirle en aumento, de forma salvaje y sin control alguno. El camionero lo follaba incasable, agarrándolo contra él en todo momento, y poco a poco fueron rotando hacia abajo, colocándose encima del chico y penetrándolo desde encima. Le pesaba al chaval, pero el placer que estaba sintiendo era tan grande que apenas lo sentía. Además le gustaba sentirse tan sometido y gemía a un lado por ello. Al camionero en cambio no le gustaba la idea de que le estuviese aplastando y levantándose de rodillas en la cama atrajo al chaval con él. Se había salido la polla pero se apremió a metérsela en aquella nueva postura. Lo embestía bufando como un animal en celo, tan fuerte que sonaba doloroso aunque en verdad los dos jadeasen de gran placer. Las embestidas hacían caer adelante al chaval hasta que la velocidad de la follada lo obligó a permanecer a perrito. El camionero no lo soltaba de por su cintura y el chaval así lo prefería. De repente el camionero paro con una última embestida y todo quedó en un gran silencio. La polla del camionero comenzó a correrse en el esfínter del chaval, retorciéndose en su interior con cada espasmo con el que lanzaba un nuevo disparo de semen blanco, caliente y espeso. En cuando la corrida cedió, el camionero se desplomó a un lado.
Un móvil sonó como despertador. El camionero lo apagó y vio que el chaval también se había despertado, se frotaba la cara. Estaban desnudos tal como habían acabado tras correrse. Algo pegajoso en el sofá hizo mirar al camionero cuando se sentó en la cama. Era el condón que no recordaba haberse quitado y que se había derramado. El chaval lo sintió levantarse y desde la cama vio como asomaba la cabeza por la cortina y miraba afuera, contemplando su culo. Volvió junto a la cama en donde al verlo el camionero se arrodilló a besarlo.
-Levántate que me quedé dormido sin quitarme el condón y ahora se a derramado todo y nos hemos pringado ¡Pero bien! – fue diciéndole – seguimos solos en el aparcamiento, así que vamos a salir un momento desnudo para que nos limpiemos con el tanque de agua que hay fuera.
Era temprano por la mañana, cuando aún el sol se encontraba muy bajo, y hacía un viento muy fuerte que se notó en cuando el camionero apartó las cortinas de la cabina de atrás y abrió la puerta del copiloto. El chaval aprovechó para mirarle el culo e incluso los huevos colgando que se le veían entre los muslos cuando se asomó agachado afuera, dándose cuenta de que por la cadera y el muslo estaba manchado de corrida. Al intentar moverse en la cama sintió entonces el chico algo resbaladizo en el vientre. Era el condón usado que como había dicho el camionero se había salido todo y había puesto la cama, y a ellos, todo pringado de semen ya reseco.
-¡Sal! – llamó el camionero al chico ya afuera del camión – Tranquilo que por está parte del camión no nos pueden ver desde la carretera.
Sentándose primero en la cama, el chico se frotó los ojos y luego se levantó para salir. La sensación del fuerte viento dándole en el cuerpo desnudo le gusto, pero el tacto rugoso y sucio del asfalto ya no tanto. Seguían solos en la zona de descanso. El chico se acercó al camionero que sacaba agua de un contenedor en el bajo del camión con la ayuda de una botella de agua de plástico usada. Poco a poco se la fue echando por el cuerpo a la vez que contraía la cara. El agua fue resbalando por su cuerpo, alisando el vello de su pecho, de su vientre, de su pubis y de la cara interna de sus muslos, goteándole por la punta del rabo. Se frotó con la mano con fuerza por donde se había manchado, mas aparte los sobacos y los huevos. Volvió a llenar la botella una segunda vez para repetir la operación y cuando la llenó la tercera vez tomó al chico entre sus brazos, con cariño, y lo puso espalda a él.
-Está fría, así que estate preparado – le avisó al oído.
-¡Haaa… hostias! – aulló el chico al sentir el agua fría caer sobre su cuerpo que realmente solo se sentía fría allí donde el viento le daba.
-Sssssshhh… - lo calmó el camionero tras él sin dejar de envolverlo en su brazo. La punta de la verga del camionero comenzó hinchada a rozar el culo de él, pero esté hizo caso omiso de ello y lo frotó con energía la mano por todo el cuerpo cuando le echó el resto del agua, disolviéndole los resto de su semen. Entonces los soltó pareciendo que ya había acabado pero viendo que volvía a llenar la botella en el contenedor le dijo – Espera, que no te he limpiado el culo – y poniéndolo de nuevo espalda a él, lo pegó cara al camión, mirando el chaval de lado como se echaba agua en la mano para llevar esta entre los cachetes del chico que de inmediato separó las piernas para darle espacio. Comenzó a dejar caer el agua por la zona baja de su espalda que chorreó por su culo, adentrándose entre sus nalgas en donde la mano del camionero se encarga de frotarla por su raja, masajeándolo con los dedos en su ano.
El viento no dejaba de soplar fuerte, escuchando los coches pasar a varios metros al otro lado del camión, rodeado de campo y aparcamientos desde el que cualquier individuo podía aparecer y verlos desnudos si es que no lo estaban haciendo ya desde la lejanía. El camionero se agachó en cuclillas, separando los cachetes del chaval para pegar su boca y lamerle el ano. En cuando el chico sintió como le devoraba el culo apoyó la cabeza en el camión, sintiendo como aquella lengua recorría las rugosidades de su anillo. El camionero lamía con ganas, tanto en círculos como de arriba y abajo, ensalivando el culo a la vez que lo amasaba y mantenía apartados. Su culo aún olía a la crema hidratante que habían usado de lubricante. Dejando libre una de sus nalgas, llevó la mano bajo las piernas hasta alcanzar la polla endurecida del chaval. Hacia abajo, como si lo estuviese ordeñando, se puso a pajearlo suavemente mientras chupaba y relamía su culo.
Con parte de la cara pegada contra el camión, mirando a un lado, el chico gemía con cada lamida que no dejaba de darle el camionero. Y este a su vez, jadeaba a la vez que le comía el culo. Al separarse el camionero tenía los labios colorados y la boca empapada de su propia saliva. Le dio un fuerte beso a cada uno de los redondos cachetes y luego un tierno mordisco. Pero lejos de parar, el camionero continuó agachado e hizo girar al chaval cara a él. En cuando la polla de este apareció hinchada y goteando preseminal frente a su cara, saltó con la boca abierta a ella, metiéndosela hasta el fondo y chupándosela con fuerza al ir sacándola. La fuerte mamada del camionero hizo a los pocos minutos que el chaval se agarrase a sus hombros y se contrajese de placer.
-Ya me voy… ¡Haa!... a correr – dijo con urgencia el chaval – Me corro… ¡Haa! ¡Haa! ¡Aaaaaah…! - la lengua del camionero dejó de saborear la polla y el preseminal del chaval para comenzar a saborear y sentir la lefa salpicar su boca.
Pajeándolo muy despacio, se la sacó para escupir toda la lefa. Al ponerse en pié fue hasta el contenedor para llenas un poco la botella y bebió un poco para hacer gárgara. Radiante de felicidad, el chaval se acercó al camionero para darle ahora él placer, pero al agarrar su polla este sonrió y le dio una palmadita en la mano para que soltase.
-Voy tarde – dijo simplemente, y volvió de regreso al interior del camión, poniéndose e nuevo en la carretera, esta vez con la conversación mas fluida. Dos horas más tarde, el camión se adentró en un polígono industrial y entrando en una de las fábricas paró para descargar. El chico se quedó todo el rato dentro y en cuando regresó el camionero se pusieron rumbo a Madrid, llegando a un polígono industrial de la periferia – Esto es lo mas cerca que puedo acercarte – le dijo el camionero apagando el motor del camión – Ahí tienes una parada de autobús.
-Muchas gracias – se giró el chaval sin que estuviese decidido a salir de la cabina.
-¿Cuándo te vienes de vuelta? – le preguntó el camionero descansado en su asiento.
-Cuando pase el fin de semana – le respondió.
-Te voy a dar mi número que creo que estaré cerca y podría llevarte de vuelta ¿Vale? – le dijo, adelantándose a la guantera para coger una libreta con un lápiz engarzado en las anillas.
El chaval tomó el número sonriendo y antes de bajarse se arrimó a besar al camionero que en cuando lo vio lo agarró por la cintura y lo llevó con él, besándose con cierto cariño y lamiendo sus lenguas hasta que le dolieron. Mochila al hombro el chaval se fue a la parada mientras veía como el camión se ponía en marcha y se alejaba, observándolo el camionero por el retrovisor hasta dejarlo atrás. CONTINUARÁ.