El mal clima. parte dos

Padre mala copa y grosero. Madre ingenua. Un nuevo amigo morboso. Una hija CACHONDA.

-Usted me va a cargar- Interrumpió mamá simpáticamente con las manos en su cintura. Por su rostro y lentes escurría agua. La blusa color durazno pegada a sus pezones enormes color café fuerte y sus aureolas café claro estaban ya expuestos sin importar la tela. Se notaba en su pantalón el efecto del agua. Delante un triángulo rojo cubría una pequeña transparencia negra ocasionada por los bellos de la vagina. Yo estaba abierta de piernas evitando la palanca. Mi short volvió a subir para mostrar todos  mis muslos y comenzaba a meterse entre mis nalgas. Don Pedrito estaba sentado, se veía muchísimo el pene marcado bajo su pantalón que sería el asiento de mamá.

-Ya súbete, Mamá- Comenté.

Papá puso su brazo sobre mi hombro y dejó su mano frente a uno de mis pechos. Puse mi gorra negra en el tablero y tomé las últimas dos cervezas que estaban a mis pies. Todo con intención de que al regresar a mi posición rozaran mis pezones con su mano.

-Con permiso, Don Pedrito- Interrumpió mamá simpáticamente reacomodando sus lentes en su lugar, sin voltear a ver al viejito.

-Súbase, Señora- Contestó Don Pedrito bajando una de sus piernas de la camioneta para permitir que se pudiera acomodar. Papá pasaba la punta de sus dedos sobre mi pezón. Yo actué disimuladamente. Sujetaba con mis manos los botes de cerveza.

-Ándale, Tere- Apuró papá a mamá y me hizo un gesto; cerró su ojo. Siempre hace eso cuando trama una travesura. - Nomás cuidado con las piernas de Don Pedrito- Señaló papá. Las dos volteemos a ver las piernas de viejito. Noté un bulto donde se dibujaba un pene muy grueso.

-No lo vaya a lastimar, Don Pedrito… Con permiso… Con la pena.- Dijo mamá examinando con sus lentes los pies de Don Pedrito. No sé si la despistada de mamá vio el pene del señor.  Ella comenzó a maniobrar en la puerta de la camioneta dejando primero los guantes amarillos. Se sujetó como pudo del tablero con sus manos y quedó en una posición incómoda pues ya estaba su pierna izquierda flexionada dentro de la camioneta, entre las piernas del viejito, la otra pierna afuera (estirada, en la lluvia).

-No se preocupe- Contestó Don Pedrito con la mirada atenta sobre mamá.

Enseguida mamá nos dejó mudos (pero en especial a Don Pedrito) porque dejó las enormes nalgas a la altura del pecho y la cara del señor. El short celeste entre costuras reventadas y abiertas y un agujero que quedaba justo en el centro de las pompis enmarcaban su piel blanca y la raya que dividía unas nalgas regordetas.

-¡Cuidado, Tere! ¡Lo vas aplastar con las nalgotas!- Dijo papá riendo.

-¡Dios mío! No seas grosero, Amor. Que “peladito” eres- Terminó de decir mamá. Estaba muy apenada. Sus lentes de pasta negra estaban medio movidos sobre su nariz. Su cabeza quedó entré el tablero y el parabrisas. La vergüenza o el alcohol la dejaron congelada por unos segundos. Sus nalgas estaban casi en el rostro de Don Pedrito.

-No se preocupe Don Pedrito. Así es papá cuando toma- Dije.Papá rosaba mi pezón con casi todas las puntas de sus dedos sin dejar de reír. Yo seguí con las cervezas en mano. Esperanzada a que mamá no se diera cuenta.

-¡Ay! “Dios Santísimo” No cabemos- Insistió mamá. Sus manos mojadas intentaban sujetarse del tablero y cuidar sus lentes. Los pechos quedaron columpiándose en la blusa color durazno que calcaba el pezón. Mamá, sin apuro, entre carcajadas de todos pudo acomodar sus piernas. Se sentó sobre el enorme bulto del anciano. Volvió a poner los lentes sobre su nariz. Intentaba actuar con normalidad pero era evidente que estaba incomoda.

-Aquí nos acomodamos- Contestó muy risueño Don Pedrito.

-¿Cómo vamos a caber? Tere- Preguntó papá retirando sus dedos de mi pezón para comenzar a encender la camioneta – ¡Están bien nalgonas!- Gritó provocando carcajadas en los cuatro.

-¡Ay, Amor! Respeta. No seas grosero . Pobre de su mascota Don Pedrito, se va a mojar todo.- Dijo mamá. Tenía su vista al frente. Pensé que estaba muy avergonzada por el comentario incomodo del “mala copa” de papá. Don Pedrito sujetaba su cerveza a la altura de mi muslo, su otro brazo descansaba sobre la puerta de la camionetita.

-¿O no, Don Pedrito? ¿”Estas dos” están bien “Culonzotas”?- Volvía a cuestionar papá sonriendo, viéndolo directamente a los ojos. El señor tenía sobre sus piernas a mi mamá, su esposa, y esos comentarios obviamente eran para  incomodarla.

-¡Ya, Amor! No seas “Groserito”. Ya vámonos- Dijo mamá llamando su atención.

-Papá- Interrumpí. Pensé que se estaba pasando de la raya con mamá -Eres muy “Grosero”… Y no estamos “Nalgonas”. Sólo estamos Gordas ¿Verdad Don Pedrito?- Pregunté. Mamá solo asintió a mi comentario con una sonrisa simpática mientras tomaba una de las cervezas de mi mano.

-Pos yo no sé – Contestó Don Pedrito viendo a mi papá. Yo comencé a tomar cerveza.

-¿Sí o no?- Insistía papá la respuesta de Don Pedrito- Yo las veo normales. No sé pa´ qué se quejan tanto - Argumentaba con todos amontonados en la camioneta encendida y entere la lluvia.

Mamá soltó una mirada a papá. Sus ojos se entrecerraron y retorció los labios como simulando  estar molesta. Acomodó sus lentes. Estábamos todos callados.

-Ya se enojó mi “vieja” Don Pedrito- Dijo papá burlándose de mamá.

Seguíamos todos en silenció. Mamá dio un trago largo de cerveza. Yo esperaba que explotará enojó pero sólo giró su rostro sobre su hombro. Dijo simpática y amablemente a Don Pedrito. -Ya contéstele Don Pedrito. No se da cuenta que mi esposo es bien necio cuando anda “borrachín”. Nunca nos vamos a ir de aquí si no le sigue “el juego” –Terminó de decir para seguir tomando.

-Ta bien. Inge… Pues sí… sí están bien “Pompudas”… con todo respeto- Respondió el señor con vergüenza.

-¿Ya, Contento? ¡Vámonos!- Dijo mamá a papá al momento que volvía la mirada al frente. - Eso querías que dijera el señor “Groserías”. Pobre Don Pedrito.

-Ya no molestes a Don Pedrito. Ya estás tomado- Dije.

-¡Mira, mira!- Contestó papá- Se terminaron la cerveza ustedes “Culonas”- Dijo carcajeándose.

-¡Papá! ¡Amor! – Gritamos las dos, llamándole la atención como si fuera un niño grosero. Yo estaba emocionada porque papá estaba muy atrevido.

-Nomás quería comprobar que ustedes tienen la culpa -Insistía papá en tono burlón- Siempre se quejan Lucy y Tere. Que Les dicen groserías y les hacen bromas pesadas – Contaba papá a Don Pedrito sin avanzar en la camioneta. Supuse que mamá ya estaba muy incómoda al estar sentada sobre el señor, debe de haber sentido el pene enorme debajo de sus nalgas– Yo sé Don Pedrito. Acá en confianza. Yo sé que mi vieja  y mi hijita están bien “Buenotas” y provocan que les falten el respeto por ser muy guapas… y por sus nalgas y sus chich...

¡Amor!- Interrumpió mamá muy sonrojada. Casi tira la cerveza – Ya no digas groserías.  Vámonos por favor. Arranca. El perrito se va ahogar en la caja con tanto aguacero.

-No es grosería mamá. Papá nos dice “Guapas”- Dije. Me sentía muy excitada . Don Pedrito estaba atento a la plática. Papá parecía desear quedarse  ahí estacionado en la “Uni” incomodando a mamá  con sus groserías.

-Sí. Es verdad que ay mucha gente “Groserita” en la calle… así “Pelados” como tú- Contestó mamá –Y las bromas pesadas o travesuras tú me las haces y todos se burlan de mí junto contigo.

-Pues estás bien mensa Tere- Dijo Papá. Arrancó sorpresivamente pisando un poco el acelerador sobre el camino de terracería. Casi nos tira la cerveza a todos –Nombre Don Pedrito. La Tere y la Lucha siempre caen en mis bromas- Contaba papá. Levanté mi brazo para intentar sujetarme del techo. Mi blusa corta mostró mi abdomen, mi ombligo y mis pechos se bamboleaban libremente bajo ella. El señor no dejaba de verme mientras platicaba con papá.

-¡Dale más despacio!- Interrumpió mamá riendo. Tenía la vista en el camino, una mano en el tablero para evitar golpearse la cabeza contra el parabrisas o el retrovisor y en la otra sujetaba la cerveza.

Aquel camino hacia que todos diéramos pequeños brincos. Mamá inconscientemente movía un poco las nalgas de lado a lado sobre Don Pedrito y sus pechos (quizá por lo grandes y la falta de sostén) se mecían bruscamente.

-¡Ay!- Grité al sentir la cerveza fría sobre mí. El viejo me mojó toda. No bajé el brazo.

-Disculpe.No fue mi intención- dijo el anciano al instante que veía mis pezones chismosos. Se asomaban junto con las grandes aureolas a través de la tela blanca.

-No pasa nada, Don Pedrito- Simpáticamente conteste y sonreí al verlo. Me vio directo a los ojos y no le importó al viejito descarado. Bajó la mirada, me veía mejor. No dejaba de pedir a papá que bajara la velocidad. La cerveza de Don Pedrito se escurría por mi ombligo hasta mojarme entre las piernas. Yo daba tragos de cerveza para que callera más sobre mi blusa. Estaba muy excitada. Mis pechos brincaban. El short negro estaba mojado, muy arriba, metido entre mis nalgas, ajustado sobre mis muslos como si estuviera sólo en ropa interior.

Salimos de la terracería rumbo al portón de la “Uni” (la salida). A cada cambio de velocidad mi papá dejaba su mano sobre mi muslo. Don Pedrito veía mis pechos y la mano de papá acariciándome.

Bajé mi brazo. El bote de cerveza lo llevé a mis piernas abiertas, frente a mi vagina, bien sujeto por mis manos entrelazadas. Mis antebrazos apretaban mis pechos. Papá me veía de vez en cuando los pezones y aureolas que se remarcaban más entre la tela mojada de mi blusa blanca, ya trasparente, se estampaba y se metía entre mis tetas. Don Pedrito rozaba con su antebrazo mi muslo sin despegar los ojos de mis pechos. Yo despistadamente presionaba mi vagina con el bote de cerveza, quería masturbarme.

Papá avanzaba muy rápido entre la lluvia. Le llamamos la atención mamá y yo, entre risas pero muy asustadas. Mamá ya andaba con una mano en el techo de la camioneta y la otra sostenía la cerveza. Mostraba el perfil de un pecho enorme luchando contra una blusa trasparente y remojada sobre un abdomen. Del miedo pasé a la sorpresa pues el codo de Don Pedrito empujó mis manos. Hacia un poco de presión la cerveza en mi vagina. Giré a verlo y tenía su mano la nalga de mamá, la apretaba, y veía el camino como apurado por la velocidad.

-Va a tirar al perro- Decía el viejito riendo y apretando la nalga de mamá. Mi vagina y su codo eran separados solo por mis manos y una lata de cerveza.

-Ten cuidado papá- Dije al mirarlo. Estaba callado y con una media sonrisa. Veía de reojo al anciano entretenido con nosotras. Me dio miedo.  Pensé que se le había bajado lo borracho al ver que agasajaban las nalgas de su esposa e intentaba tocar la vagina de su hija frente a él.

-Ya nos pasamos del portón- Dijo papá despreocupado y muy agitado.

-No hagas eso, Amor. Ya bájale a la velocidad- Contestó mamá con una sonrisa en el rostro.

Papá bajó la velocidad. El señor se incorporó rápido. Soltó la nalga de mamá y quitó el codo para poner su antebrazo sobre mi muslo.

-Inge. Si quiere más adelantito me bajo. Por aquí queda mi casa- Interrumpió Don Pedrito.

Repentinamente dejó de llover. Mis papás invitaban a Don Pedrito a comer en casa, no quería por que traía al Negro en la caja. En unos segundos nos encontrábamos sobre el Periférico de la ciudad con Don Pedrito y su perro. Papá dejó puesta una velocidad y volvió su mano sobre mi muslo. El señor contaba anécdotas chistosas sobre su trabajo y las cosas del rancho. Mamá venía conversando, animada, su espalda muy recta, con una mano sobre el tablero, tomaba cerveza sentada sobre las piernas del señor. Yo bebía y rosaba en ocasiones mi vagina con mis manos. Mi shorts estaban ya muy escondidos entre mis nalgas. La camionetita olía a cerveza y al sudor del señor. Era un aroma muy excitante.

-Bájele a la ventana- Ordenó papá a Don Pedrito.

El viejito llevó se apoyó despacio en mi muslo (acariciándome más que apoyándose). Mi mamá echó para adelante sus pechos provocando que sus nalgas se recargaran más en el bulto del señor que terminaba de bajar la ventana.

-Sí, Amor. Ya ando tomada- Contestó mamá quien volvía a acomodarse con su espalda recta.

-Ya me dio frio y también ando medio borracha, papá- Interrumpí. Papá me volteo a ver rápido al igual que el señor. No me cubrí. Deje que me vieran los dos. El viento y la blusa remojada hicieron que mis pezones se descararan, se levantaron y se pusieron muy duros.

-A mí también me dio frio- Dijo mamá abrazándose, formando con sus brazos una “x” para intentar cubrir un poco sus pechos. Seguía atenta al camino con su cerveza en mano.

-No pasa nada. No se te sube el alcohol. Eso es un mito- Dijo papá dándome unas palmaditas suaves sobre mi muslo para después llevarla entre sus piernas. Supuse que se acariciaba el pene. Era evidente porque su pancita lo forzaba a ser indiscreto para mí pero gracias al lugar en el que yo estaba mi mamá y Don Pedrito no podían verlo.

- Ahorita se les quita el frío con más Cheve - dijo Don Pedrito moviendo su gorra. Estaba atento a mi blusa transparente. Mamá tomó de un trago su cerveza.

-Te juro, Amor. Se me va a subir- Volvió a decir mamá dejando caer el bote vacío a mis pies. Yo hice lo mismo.

-En el racho dicen que se quita haciendo ejercicio- Comenzaba a contar Don pedrito otra anécdota simpática - Unos se agarran a correr o saltar y después le siguen a la borrachera larga…-

-¡A no pos bríncale, Tere!- Gritó papá - Es mejor que le brinques Teresa- Recomendaba papá intentando mantener un tono serio. Entendí que era otra broma. Papá cerró un ojo al ver a Don Pedrito y al señor se le dibujó una sonrisa. Entendió rápido.

-Sí. Mamá- Interrumpí - Yo leí que hasta se te puede bajar la presión o te puedes desmayar si te sientes así y no haces ejercicio- Supuse que nos detendríamos en algún lugar. Imaginé que mamá se bajaba y papá la haría correr detrás de la camioneta o algo similar. Yo rogaba detenernos para ver el bulto de Don Pedrito y poder enseñarle a papá el short que se me metía entre las grandes nalgas.

-Sí. Señora Tere - Agregó el señor aguantado su risa- Ahorita nos orillamos pa’ que camine mientras compramos cerveza.

-No cómo que nos orillamos- Aclaró papá - Es periférico .

- Ya me dio miedo, Amor- Confesó mamá dirigiendo una mirada  rápida a papá para volver enseguida la vista al camino.

-Ya párate, papi- Le dije. Se veía realmente asustada –Le va a dar un infarto a mamá .

-¡A no!- Dijo papá burlándose- Hazle como quieras Tere ¿Cómo me voy a parar en el Periférico?

Don Pedrito se reía. Veía mis pechos y mis piernas. Disimuladamente me masajeaba mi muslo. Me quedé fría. No sabía qué hacer. Hice como que no sentía nada. Seguí con papá molestando a mamá quien se ponía una mano en la frente. Decía que estaba mareada y sentía el corazón muy caliente. Ella comenzó a reír por la bulla que hacíamos. Estaba más borracha.

-No pos ni modo- Dijo mamá reacomodado sus lentes de pasta negra. Extendió sus brazos al frente y como pudo comenzó a moverlos. Intentando hacer un poco de ejercicio.

-¿Eso para qué mamá?- Pregunté entre burlas -Te tienes que bajar para caminar

-Ahorita nos paramos- Agregó Don Pedrito para serenarla.

-¡Que no se pude!- Gritó papá carcajeándose. Don Pedrito dejó de tocar mi muslo.

-¡Dios mío! … No pos ni modo Don Pedrito- Mamá repentinamente puso sus manos en el tablero de la camionetita casi a la par de su cabeza.  Viéndonos, a papá y a mí, dos dedos sujetaban sus lentes y con un gesto , como de vergüenza y apuro, comenzó levantar las nalgas y bajarlas muy rápido sobre Don Pedrito.

El señor sorprendido volteó a vernos. Yo reía muchísimo. En segundos ya clavaba, sin pena, los ojos en el short celeste de mamá. Bajó un poco. Los hilos de la tanga se tensaban sobre su piel, el triángulo rojo y principio de unas nalgas enormes se comían un hilo delgado del mismo color.

-¡Te pasas mamá!- Grite sorprendida.

Mi papá intentaba poner atención al camino. Mamá estaba ahí con una cara de angustia, borracha… No supe que pasaba. Me imagine cómo sentía el enorme bulto del viejito. Papá estaba ahí con su mano bajo la pansa y entre sus piernas.

-Ya se me medió quitó lo mareada- Dijo mamá. Seguía levantando un poco sus nalgas y dejándolas caer sobre el bulto de Don Pedrito.

- No se preocupe. Señora- Dijo Don Pedrito al momento levantaba una de sus manos para tocar el toldó.

Yo estaba como en shock. Mamá se volvió a sentar como si nada sobre el anciano que se carcajeaba con papá. El perro ladró y me sacó de la concentración. Ya estábamos a dos cuadras de casa. Nos detuvimos pitando en un nuevo Expendio de Cerveza.

-Pides dos Doce-Pack– Dijo papá a mamá.

Un niño de unos dieciocho años se acercó a la puerta. Vestía un pants y una playera interior.

- Pobrecito- Dije.

- Hola. Bebé. Dame dos Doce-Pack – Pidió mamá.

-Los niños son la debilidad de estas dos- dijo papá a Don Pedrito quien logró silenciar lo ladridos del perro con unos chistidos.

- Amor. Dale propina al Bebé- Dijo mamá poniendo cara como de tristeza.

Mamá estaba enseñando unos pechos enormes en su blusa color durazno. El escote amplio por el peso de sus pechos mostraba una voluptuosidad descomunalmente perfecta. Sus aureolas café claro estaban a media mitad expuestos. Uno de sus pezones estaba como doblado, intentando escapar, el otro ya estaba completamente de fuera.

- Sí. Papá- Insistí. Don Pedrito estaba petrificado ante el show.

-Le voy a dar quinientos pesos- Dijo papá con billete en mano.

Festejamos mamá y yo al mismo tiempo. Don Pedrito estaba como estúpido con mamá.

-Pero… Si los agarra de aquí- Completó y en un movimiento rápido papá estiró su brazo para meter la mano entre los enormes pechos de su esposa y dejar el billete.

Don pedrito se reía. No sé por qué yo animaba a mamá para tomar el reto. Ella estaba toda  sacada de onda. Acomodó apenada su blusa.

-¿Por qué no me dices que ando con las “chiches” de fuera, Lucia? -  Me dijo enojadísima. Se le notaba más lo borracha. - No vez que me pueden ver los vecinos. Aquí hay muchos niños chiquitos.

-No se preocupe Señora Tere. No se vio nada- Interrumpía Don Pedrito.

-Mamá. Si se hubiera visto algo yo te hubiera dicho- Completé.

- Mira teresa. Dale los 500 pero los tiene que agarrar de tus chichotas- Dijo papá riendo – No va a verte las tetas. Nomás va a meter la mano entre ellas. No voy a dejar que mi esposa enseñe las tetas… y menos a un pinche niño jodido -Decía papá provocando a mamá – Es más si va a la casa para llevar otro doce en una hora le das otros 500 de propina- Dijo papá al instante que se bajó de la camioneta. Se puso frente a la cajuela. Se fajó su camisa a cuadros, estiro sus tientes. Ya con sus brazos cruzados levantó la cara con una sonrisa indicando que el niño venia en camino. En eso llegó el niño. Don Pedrito le dijo que pusiera los Doce-Pack en la cajuela. Mamá pagó.

- Mira hijito. Dijo mamá. Yo me hinqué sobre mi lugar para poder ver.  Mamá tenía mucha vergüenza.- Te quiero dar una propina porque eres muy trabajador pero …-Completaba mamá con mucho pudor.

- No se deje Teresita- Motivaba Don Pedrito a mamá – Gánele al Inge. Completó riendo.

- Mira niñito. Te voy a dar 500 pesos- Mamá se envalentonó. Se acomodó los lentes y con mucha confianza explicó - Pero los tengo aquí- Dijo señalando sus pechos enormes. Estaban recargados en la puerta, sobre el marco de la ventana. Su blusa, color durazno, lucia muchísimo el escote al exponer la mitad de sus aureolas café claro.

-Ya vámonos. Tere- Dijo papá y comenzó a caminar a la camioneta- Dale su dinero. Perdiste otra vez.

-No- Contestó muy sería mamá a papá -Mira hijito- Ordenó mamá al niño bajándose la blusa . –No pasa nada, niño- mamá movió un poco sus pechos, intentando que perdiera miedo. Todos reíamos pues el niño estaba impactado. No vio los 500 pesos que cayeron al suelo - Agarra el dinero, niño. Rápido, hijo. Está en el suelo- Le recordó preocupada al niño.

-Ya ve Inge - Gritó Don Pedrito- Le ganó Teresita.

-Ni agarra el dinero.  Está bien menso ese niño- Dijo papá caminado hasta el frente de la camioneta para apreciar lo que provocó.

-No seas “cabrón”- Dijo mamá molesta. Estiró la blusa que estaba debajo  sus senos  y con ella los levantó para apuntar sus pezones enormes en dirección al niñito – Mete la mano entre ellas mijito. Para que vea el viejo ese que le ganamos su reto como debe de ser- Mamá decía con sus lentes de pasta negra, invitando al niñito  que estaba a un paso de distancia, sin decir nada - Ándale, hijito, para darte otros 500 más al ratito ¿Sí?- Terminó de decir mamá. Los pechos eran descomunales. La cabeza del niño era más pequeña que una teta de mamá.

- Ándele mijo- Agregó Don Pedrito- Anímese- y pellizcó un pezón de mi mamá. Levantó la teta desde ese agarré. Mamá no dijo nada. Veía directamente al niño sonriéndole e insistiéndole para metiera su manita entre sus pechos y después recogiera el dinero del suelo. Papá estaba emocionado. El niño no dijo nada. Se acercó y con sus manitas comenzó apretar las tetas enormes de mamá junto con el viejo cochino de Don Pedrito.

-Ves. Amor. El niño ya se ganó otros quinientos. – Dijo mamá viendo directamente a papá. El viejo le apretaba sólo una teta a mamá y el niño con una mano levantaba y apretaba una.

- Yo dije meter la mano- Especificó papá quien ya estaba al lado del niño.

- Ándale. Chiquitín. Mete la manita entre los pechos- Dijo mamá. El niño metió la mano. Su ante brazo se perdió entre los melones de mamá. Su cara estaba a poco de sus pezones enormes. -¡Ya! ¡Te ganamos!- Gritó mamá. Se hizo para atrás. Metió su cuerpo. Ya a distancia, sentada completamente sobre Don Pedrito, felicitaba al niño mientras metía sus pechos a la blusa. Festejábamos que papá perdiera el reto.

- Tenga señora – Dijo el niño entregando una cerveza gratis para mamá.

-Gracias- dijo mamá - Te esperamos al ratito.

Papá se acercó a él niño para darle la dirección y acordar la hora. Pagó unas frituras y dejó pedido de cerveza.  Nos fuimos rápido y el niño nos gritaba adiós.

-Míralo está bien contento por su dinero- Dijo mamá. Yo pensaba en Don Pedrito que no perdió oportunidad. Mamá se burlaba de papá por ser un perdedor.

Llegamos a casa. Comenzamos a bajarnos. El short estaba metido entre mis pompis, me lo estaba comiendo desde hace rato. Ya deseaba que papá me viera las nalgas, las traía casi al aire,  todas de fuera. Mamá se bajó muy rápido. Me levanté. Quedé empinada con mis manos en el asiento, viendo el suelo y en eso mi papá metió los dedos entre mis nalgas, sacó el short de un tirón. No dije nada. Ni noté que don Pedrito ya estaba abajo al lado de mamá. Bajé riendo. Don Pedrito tenía un bulto enorme. Era imposible no notarlo. El señor le chifló al perro y bajó de un brinco. Mamá se pasó a la casa muy contenta con su cerveza, la seguía Don Pedrito platicando, en dirección a la sala.

-Ven Lucha- Gritó papá que estaba parado en la cochera. Caminé hacia él. Mi short estaba todo arremangado sobre mis muslos. Estaba marcando mi vagina. Mis piernas se lucían. – Baja la cerveza- Me ordenó.

Yo me molesté. Caminé hasta detrás de la caja. Tomé las cervezas que estaban entre las hierbas húmedas. Mamá y Don Pedrito se escuchaban platicar en la sala. Resbalé un poco en la cochera, casi se me caen. Papá estaba parado en la puerta de la casa riendo. Sabía que se burlaba de mí porque me vi muy tonta con el tropezón. Pasé frente a él para entrar a la casa. Me dio una nalgada.

-Ponte lista. Lucha - Dijo papá y al momento me tomó por el elástico de mi lycra cuando iba caminando y tiró fuerte para arriba. El short me lo volvió a meter pero esta vez me dio el jalón con todo y tanga. Me hizo poner de puntitas. Mis nalgas estaban de nuevo al aire y ahora mis labios. Mamá estaba frente a mí platicando con Don Pedrito en el sillón de la sala, el perro a sus pies. No dije nada. Solo me quedé de puntitas. Parada.

- Pon eso en el congelador- Me dijo mamá y siguió su plática.

- Ándale- Agregó papá soltándome.

Con cervezas en mano corrí rumbo a la cocina que está frente a la sala. Mis nalgas subían y bajaban expuestas a todos. Abrí el refrigerador. Noté a papá y Don Pedrito sentados uno al lado del otro platicando con mamá. Ella me daba la espalda, estaba de pie frente a ellos explicando algo. Yo metí los Doce-Pack empinada. El short se metía en mi vagina, bien metida, mis labios pequeños se la comían al igual que mis nalgas regordetas. Sentía las miradas de Papá y Don Pedrito. Terminé de guardar la cerveza. Cerré el refrigerador y fui a acompañarlos. El perro andaba en la cochera. Me paré al lado de mamá sin acomodar mi short.

No se puede Don Pedrito - Decía mamá carcajeándose junto con los dos –Es que mi esposo tiene esa maña. –Explicaba mamá con su cerveza en mano y sus lentes- Llega y ya nos tiene ropanueva. Evitamos decirle si compramos ropa porque después va y nos la tira o nos la rompe…

-Ya no hace eso mi papá- Dije cariñosamente. Los dos veían mis labios asomándose entre el short que se metía.

-Verdad – Dijo Asintiendomamá, señalándome con el dedo mientras acomodaba sus lentes- Pero salió peor porque la recorta. La confecciona toda mal y se molesta y se enoja porque no la usamos…

Yo andaba de mesera. Nadie me dijo nada por traer las nalgas de fuera. Tere estaba borracha y más desenvuelta.

-Es que yo quiero que anden cómodas - Dijo papá a Don Pedrito- Yo sé que se les ve bien.

-Pues sí- Decía el viejo viendo las tetas de mamá y las mías. Nos viboreaba de arriba abajo sin preocupación.

-Ya ve- Dijo mamá- Mire este short no lo puedo tirar porque se enoja.- Argumentaba ya un poco borracha. Mamá dio unos pasos al frente.

- Lo veo bien. Señora- Dijo Don Pedrito respetuosamente. El señor veía las piernas, la vagina, el abdomen y los pechos de mamá. Papá veía al señor y a mamá. Estaba muy contento.

-Date la vuelta. Tere. Yo digo que se te ve perfecto- Decía papá acariciándole los muslos y dándole palmaditas.

Mamá se dio la vuelta. Don Pedrito y papá  se hicieron para adelante examinaban atentamente el short de mamá. Ella sólo argumentaba y seguía tomando cerveza.

-Se te ve bien. Mamá- Le dije. Me puse al lado de papá para observar a mamá. Mis nalgas quedaron frente a él. El señor veía mis labios asomándose entre el short negro de lycra.

- Yo no veo nada Tere- Dijo papá a mamá mientras le pasaba su mano izquierda por todas las nalgas de mamá. Evitó pasar sobre el agujero del short celeste que tenía en medio de las nalgas. Sentí la mano derecha de papá apretándome las nalgas. Pasaba sus dedos extendidos dentro de ellas.

– ¿Usted qué opina?- Preguntó mamá a Don Pedrito. Ella veía para enfrente. En dirección a la cocina .- Yo siento que me veo gorda. De nalgas aguadas- Decía mamá riendo al momento que se inclinó poquito.

- No pos ta bien- Contestó Don Pedrito viendo a papá con una sonrisa.

-Yo digo que están aguadillas- Dijo papá al quitar su mano de la nalga de mamá y señaló las nalgas. Su otra mano la metía entre mis nalgas. Me ladeaba el short como escarbando y muy despacio comenzó a meter su dedo en el mi culo. Me quedé sorprendida. Mis ojos que se abrían. Estaba muy mojada.

-¡No!- Dijo mama molesta. No nos veía. Seguía dándonos la espalda –Es que estoy mal parada- Y se inclinó un poquito más. El short celeste estaba bajo presión. Las costuritas seguían funcionando pero ya se habían abierto más. Veíamos la piel blanca de mamá. El agujero, que estaba en el centro de la costura de aquel short, permitía ver un gordito formado por sus nalgas blancas y la raya que las dividía se abría un poquito sin mostrar nada.

Don Pedrito puso su mano sobre las nalgas de mamá. Veía a papá como esperando aprobación. Papá metió un poco más su dedo en mi culo mientras asentía al ver a Don Pedrito que sobaba las nalgas de mamá. El señor pasó su mano sobre la raya de su short. Recorría despacio las costuras por donde se veía la piel de las nalgas de mamá. Tenía una cara de atontado. Llegó hasta donde estaba el agujero y presionó despacio dos dedos. No los metió pero papá asintió otra vez. El señor poco a poco metió sus dos dedos entre las nalgas de mamá.

-¡Ay!– Dijo mamá sin voltear a ver – Ya viste, Amor. Está muy suavecita la tela. Mejor me voy a bañar y me cambio.- Dijo mamá haciéndose para adelante y giro para vernos con una sonrisa en su rostro. Yo seguía con el dedo de papá en el culo. Me enderecé y papá lo seguía moviendolo a pensar de qué mamá estaba enfrente .

-Mejor métanse a bañar. Andan todas sucias- Ordenó papá.

- Ya sé. Mamá- Le dije señalándola. Papá me tenía por al culo y frente a su esposa - Mira. Andamos todas aterradas.

-¡Qué pena! Don Pedrito. Todas greñudas. Con permiso. Se queda en su casa- Dijo mamá caminando con su cerveza en dirección a su recamara.

- Ándale Lucia- Dijo papá. Se levantó del sillón. Don Pedrito nos veía mientras tomaba cerveza. Yo no dije nada. No quería que mamá se diera cuenta. Con una mano tapé mi boca y con la otra intentaba sacarme los dedos del culo. Papá me encaminó así hasta la puerta de mi cuartó y comenzó a mover sus dedos frente a Pedrito. Yo solo comencé a mojarme toda. Como si me estuviera orinando. Ya no hice nada más que agarrarme del marco de la puerta. Papá sacó sus dedos y los olió. Me dio una nalgadita y me dejó ahí con mis piernas temblando, toda mojada.

- Me voy a bañar- Dije. Giré a verlos. Estaban carcajeándose. – No puedo caminar- Agregué. Los dos y yo reíamos. Se me pasó el efecto del orgasmo. Cerré la puerta de la recamara.

Entrando a la casa está la sala con sus sillones, el comedor y un baño completo. En una esquina está la puerta de mi recamara con mi baño y en contra esquina la recamara de mis papás con su baño.  El patio queda pasando la cocina. Fui a revisar mis cajones para escoger algo sexy para ellos. Se escuchaba música afuera, en la sala. Sobre la cama puse una minifalda color azul marino que me quedaba muy rabona. Tenía mucho vuelo. Normalmente me cubría sólo abajito de mis nalgas. Tendí a lado de la mini una blusa-top de mangas largas sin escote, mismo color que la mini. Sólo tapaba mis pechos, era muy corta. Mi abdomen, la cintura y un poquito debajo de mis pechos quedaban a la vista. No usaría “Bra”. Busqué unas calcetas blancas que me llegaban hasta la mitad de mis muslos… Obvio que mis tacones los combine. Eran no muy altos pero me hacían levantar más la cola. Me metí rápido a bañarme para estar lista. Me aguanté las ganas de meterme los dedos o tocarme el clítoris.

Después de maquillarme un poco me vi entera en el espejo. Me veía muy puta. Ya no quería salir. Mi mamá si notaria esto aunque estuviera muy borracha. La blusa  azul marino me quedaba un poco larga de las mangas, llegaban a la mitad de mis manos y el cuello pero mi top dejaba ver un poquito de mis pechos. Se veían bien levantados y apretados. La mini azul marino me cubría abajito de la altura de mi vagina. Lo peor fue al darme la vuelta porque los tacones bajitos levantaban mis nalgas. Se me veían unas nalgotas. Ni me incliné, sólo me moví y el gordito que hacen mis nalgas regordetas al final quedó tantito de fuera. Se veían muy bonitas contrastadas con el azul marino y con el blanco de las calcetas que me formaban unos muslos  gruesos y bien trabajados. Me animé y salí así a la sala.

… BESOS--- MUA.