El maduro generoso

Es la historia de un chico que conoce a un maduro muy muy generoso

Una mañana de nubes negras, me aventure a dar mi paseo matutino, la verdad, es que ni los abuelos que siempre me cruzaba estaban por la calle…

En el bar, los de siempre… como hacia buena temperatura me senté en la terraza, hasta que un rayo solitario dio paso a un chaparrón que me obligo a recoger rápido mis cosas y meterme dentro.

Con todas las mesas ocupadas, miraba de un lado a otro sin esperanza, hasta que un señor mayor que estaba solo y que había visto lo que pasaba, muy educadamente, me invito a sentarme. Agradecido asentí con la cabeza.

“Era cuestión de tiempo que empezara a llover, menudo salto has dado” … Si, le respondí entre risas.

“Veo que vienes todas las mañanas por aquí” Me comento, quería conversación y empezamos a hablar. Le conté muy por encima mi historia y situación personal sin entrar en muchos detalles.

Hacia un par de meses que me había mudado a aquella ciudad de provincias, en la costa, a la que había pedido el traslado. No había hecho mucha vida hasta ese momento.

A finales del invierno-principios de primavera empezaba a hacer un tiempo muy bueno que invitaba a salir.

Mi trabajo de enfermero en un centro de salud, con horario de tarde, me permitía hacer unos largos paseos por las mañanas, hasta una cafetería en el otro extremo del paseo marítimo, con una terraza fabulosa, donde desayunaba largo y tendido, mientras leía el periódico.

Después, un rato al gimnasio, con mis 38 años recién cumplidos, lucía un cuerpo no definido, pero si muy apetecible, 1.82 m de altura y 80 kg. Un buen paquete, que escondía un miembro de tamaño medio pero grueso y unos huevos gordos, con una virilidad desbordante.

Con un porte más que envidiable, y guapo, mucho. Siempre fui muy elegante, nunca salgo a la calle sin ir bien arreglado. Nunca tuve mucho problema en ligar tanto con hombres como con mujeres, por supuesto, soy solo activo y muy masculino.

“Yo soy abogado, pero estoy jubilado ya” me dijo con voz firme. La verdad es que fue muy amable y educado, se notaba que era un hombre con clase y cultura.

Después de un rato de charla, y tras parar de llover, me marche a casa.

Pasaron dos o tres días, hasta que volví a coincidir con él y me invito a sentarme de nuevo. Recuerdo que cuando me vio, me hizo una mirada de arriba abajo, de esas lascivas, yo llevaba un pantalón un poco ajustado y marcaba un poco de paquete.

Esta vez la conversación fue algo más personal. Me conto un poco de él…

No es muy alto, 1.65 m aproximadamente, delgado, no muy guapo, pelo canoso y siempre impecable. Tiene 72 años y estaba casado con tres hijos.

“Llevo 46 años con la misma mujer… si hubiera nacido hoy mi vida habría sido muy diferente”

Entonces empezó a interesarse por mi situación sentimental.

“¿Y estas solo, sin pareja? eres un chico muy guapo, tendrás a las chicas que quieras”

La verdad es que no me corte mucho ante aquel señor, y le dije que era bisexual. Total, nueva ciudad, nuevas amistades y nuevas experiencias sin tener que dar explicaciones ni esconderme de nada.

Se sorprendió un poco y, de repente, la conversación cambio. Su interés fue “in crescendo”. Me empezó a preguntar por eso y decidí contarle que conocí a un hombre casado y tuve una relación durante 3 años.

Siempre había estado con chicas, como bien decía el, nunca me faltaron ni oportunidades ni conquistas, y la que se ponía a tiro, caía. Reconozco que fui muy golfo y promiscuo.

Hará unos 4 años, en el gimnasio al que iba, coincidía por la tarde con un hombre maduro, con el que hice la típica amistad de gim de machos que presumían de ser muy viriles y heteros.

Yo no me di cuenta de que le gustaba, solo que, en los vestuarios me miraba, pero bueno, mi paquete llama la atención, y también lo hacían los demás…

Pero un día, a última hora, nos quedamos solos en el vestuario, fuimos a la ducha y vi que estaba empalmado, entre risas y bromas, le dije la típica broma de la pastilla de jabón.

En un instante, él se abalanzo sobre mí, me agarro del rabo y empezó a comerme la boca. Me quede en estado de shock y no podía reaccionar. Cuando pude, tenía una erección considerable, le mire y entonces se agacho y empezó a chupármela con mucha ansiedad.

No paso mucho tiempo hasta que me corrí, sin tiempo ni siquiera para avisarle. No sé porque, pero aquello me gusto y mucho. Nos terminamos de duchar sin decir nada y muy apresuradamente me vestí y me marché rápido a casa.

Después de una conversación al respecto y aclarar algún tema, empezamos a vernos 2 o 3 veces a la semana, después del gin, venía a casa y allí me vaciaba las pelotas. Al cabo de tres años la relación se fue enfriando y, lo de siempre, me acabe cambiando de gimnasio y después de ciudad.

Pensaba que aquel señor se escandalizaría por mi historia, no fui tan explícito al contársela, pero no, es más, mi sorpresa fue mayúscula cuando me conto su secreto.

“¿Qué historia más curiosa? ¿Sabes guardar un secreto? Yo también soy bisexual, he tenido algún amante, si, más jóvenes”.

No me lo podía creer, aquel abuelo tenía una doble vida. Entonces le pregunte si estaba con algún chico en ese momento y me dijo que no, que era muy difícil encontrar alguien serio y discreto.

Me fui a casa dándole vueltas a aquella conversación, con ganas de volver a verle y seguir hablando con él. Tenía la sensación de que le había gustado, si no, a santo de que me habría contado aquello siendo prácticamente dos desconocidos.

Volvimos a coincidir en aquella cafetería muchas mañanas, quedábamos a las 9, seguíamos contándonos nuestras experiencias y notaba que su interés aumentaba.

Uno de esos días, me pregunto por el tipo de hombre que me gustaba y si tenía ganas de volver a tener un amante. La verdad es que mi interés por los hombres no era mucha, solo sexual, pero estaba abierto a encontrar a alguien interesante.

Entonces paso a la acción y, empezó primero, muy sutilmente, a insinuarme que, si estaba necesitado, él se prestaba a ello, que le gustaba y que, si quería, solo tenía que pedírselo.

“Hace muchos años que no se me levanta sabes, he descubierto otras formas de disfrutar, pero necesito alguien serio, alguien como tú, por ejemplo, que lo entienda, que quiera y que sea leal…”

El tema es que no me ponía absolutamente nada, aunque me caía muy bien y me gustaba estar con él.

Con el paso de los días entraba más y más a saco, siempre con mucha educación, por supuesto, hasta que decidí pedirle que viniera a casa una mañana.

Él sabía que yo era muy viril, pero que igual ni me empalmaría, aun así, y sin dudarlo, acepto mi invitación, igual si me manoseaba haríamos algo.

Aquella mañana, entro por la puerta, muy puntual y aseado, le ofrecí un café y nos sentamos a charlar un rato. Era algo incomodo, lo de siempre. El siempre muy educado.

En un momento dado, cogí su mano y la pase por mi paquete, mientras le susurraba al oído “si me la pones dura será toda tuya”. Mientras me besaba sentía como agarraba mi polla con fuerza, intentando estimularla.

Me puse de pie frente a él y me quite la camiseta, sus manos empezaron a recorrer mi cuerpo, beso cada musculo y fue bajando poco a poco hasta bajarme el pantalón. Seguía intentando que mi rabo reaccionase, pero no había manera. Incluso haciéndome una mamada, nada.

Entonces tuve que intervenir, nos sentamos en el sofá y puse un video porno en la televisión, de bisexuales amateur, mis favoritos, y no paso mucho rato hasta que ¡Bingo!. Su cara se ilumino al ver mi poderío. Agarre su cabeza y allí empezó a hacerme una mamada.

No lo hacía nada mal, por cierto. Hubo un momento en el que se arrodillo y, ahí sí que lo dio todo. Le avise de que me iba a correr si seguía, intente apartarle, pero aumento la intensidad y no tuve más remedio que hacerlo en su boca.

¡Se lo trago todo!, no dejo ni una gota.

“Estas muy bueno, me ha gustado mucho”.

Sinceramente había estado bien, pero nada del otro mundo. Yo intente fingir un poco y poner buena cara. Seguimos conversando un rato más en el sofá, yo desnudo y con la polla morcillona, mientras el me sobeteaba por todo el cuerpo.

Sentía como disfrutaba mirándome, me adoraba mas bien. Con la voz entrecortada me dijo:

“Sabes…, me gustas mucho, me gustaría … cuidar de ti, ¿si quieres claro? siempre que he estado con un chico lo he hecho”

“¿Cuidar?” le pregunte extrañado.

“Si, hacerte regalos, algún capricho… cuidarte mucho”

Pero a quien no le gusta que le hagan regalos… “todos los que quieras, lo único que no te puedo corresponder”

“Te cuidare mucho mucho mucho, por mí no te molestes nada”

Entre risas le dije muchos muchos regalos jaja. Y muy seriamente me miro y me dijo “lo haré, ni te imaginas cuanto te voy a cuidar”. Entonces tuve una erección incomprensible. Empezó a masturbarme mientras me insistía y me adulaba.

La verdad es que estaba incrédulo ante aquello, sabía que le gustaban jóvenes, que tenía mucho nivel económico y que era muy generoso, casi todas las mañanas me invitaba a desayunar. Y yo empalmadisimo mientras me calentaba la oreja con todos aquellos halagos y promesas.

Le invite a chupármela de nuevo mientras deslice mi mano por su espalda hasta alcanzar su culo. Estaba muy cachondo y necesitaba meterla. Alcance un bote de lubricante y un preservativo.

Le tumbe boca arriba en el sofá, agarre fuerte sus piernas y no dude en metérsela hasta el fondo. Mientras me lo follaba, nos mirábamos fijamente y seguíamos la conversación.

“Y, ¿podre pedir cosas?”

“Todo lo que quieras te lo daré…” me decía mientras mi nivel de excitación aumentaba por momentos.

“¿Pasta también?”

“Todo”

Y me corrí otra vez, después de 2 grandes embestidas. El mejor polvo de mi vida, sentí un placer como nunca antes, incluso después de haberme corrido previamente, salió un gran chorro.

Me recosté en el sofá exhausto, el se reincorporo y me saco el condón para luego relamer mi semen. Y mi erección continuaba hasta el punto de empezar a ser dolorosa por el nivel de dureza de mi rabo.

“Te voy a cuidar mucho…, mañana por la mañana para desayunar hazme una lista de lo que necesites, yo me ocupare de todo”

Seguimos un rato más de conversación, seguía muy excitado, y me la chupaba de vez en cuando un rato. Hasta que volví a correrme otra vez y ya fue cuando se marchó, no sin antes darme unos billetes de su cartera.

“Para tus gastos…”

Aquella tarde y noche me la estuve machacando sin parar, incluso en el trabajo, el muy cabrón me tenía bien enganchado. Prepare una lista y no me corte un pelo…

A la mañana siguiente, puntual nos vimos en la cafetería como dos amigos, en un momento dado saque el folio y se lo di. “Muy bien, perfecto, pero indícame las tallas de la ropa…”.

Desde aquel momento empezamos a vernos con regularidad, me tiene literalmente comprado y no duda en darme lo que deseo. No escatima en darme regalos y caprichos.

Esta es la fantasia que siempre he tenido, esa sensacion de tener a alguien que te consiente, asi que si alguien esta interesado en hacerlo... perfeto!, o has vivido situaciones similares o tambien fantaseas con eso, ponte en contacto conmigo.