El maduro del metro
Conocí un maduro en el metro que me llevó a su trabajo y me dió una mamada riquísima, y me hizo su puta durante algunos meses.
El maduro en el metro.
Esto me pasó hace algunos años, cuando estudiaba en la universidad, en Ciudad Universitaria, y todos los días tenía que tomar el metro desde Indios Verdes hasta Copilco; primero me describo, soy gordito, mido 1.69, nalgón, velludo, tipo oso, y en general diría que no soy feo, y soy bisexual. Desde que recuerdo me gustan las mujeres, pero a los 13 años no tienes tanto acceso a sexo, y yo siempre he sido muy caliente, por lo que empecé a experimentar con un amigo de la secundaria, como los dos éramos vírgenes, disfrutamos de coger sin condón, y yo pude recibir su leche en mi boca varias veces, así como en mi cara, e incluso dentro de mi culo.
Poco a poco me fui dando cuenta de que al estar con hombres el rol que más me gustaba desempeñar era el pasivo, y siempre fue lo mismo: puro sexo, sin besos, sin sentimientos, sin nada, solamente nos desfogábamos uno con el otro. Al ir creciendo mis hábitos sexuales no cambiaron mucho, y aunque tenía novias, con ellas no pasaba de fajes que me dejaban mega caliente, por lo que seguía recurriendo a los hombres para sacar mi leche y saciar mi lujuria.
Cuando empecé a ir a la Universidad, por casualidad caí en ese vagón mágico del metro que todos conocemos, y se me abrió todo un nuevo mundo, diario me quitaba mi calentura dejando que me manosearan la verga hasta eyacular, y también yo agarraba muchas vergas y las deslechaba. Supongo que por mi edad, y por que tengo unas nalgas grandes y redondas, casi no hubo día en que no encontrara acción, pero nunca pasé de los agarrones, a pesar de que muchos me propusieron bajar del metro a mamárselas.
Un día cualquiera lo conocí a él, era un señor de aproximadamente 45 años, nada especial, más bien feo, pero que en cuanto se subió se paró atrás de mi y empezó a restregarme una vergota en mi culo, con lo cual me puso calientísimo, al tiempo que me respiraba suavecito en la nuca y me hacía ponerme chinito.
En ese momento llegamos a metro Zapata, y él me jaló por el brazo para que lo siguiera, no sé qué fue lo que me impulsó, pero en menos de lo que se los cuento estaba siguiéndolo, una vez en la calle me dijo que en su lugar de trabajo había oportunidad de hacer muchas cosas por que estaba solo, así que lo seguí.
Se los describo, él no mediría más de 1.75, moreno, de pelo chino, usaba lentes, no delgado pero no gordo, con los dientes un tanto separados y algunos lunares en la cara, el cabello entrecano. No era la gran cosa, pero era hasta la madre de varonil, lo cual me excitó muchísimo.
Al ir platicando me comentó que trabajaba en un hospital, que estaba solo la mayor parte del día y que no era doctor, sino administrativo, que le gustaría mucho cogerme, y me fue diciendo una serie de cosas mientras caminábamos por una avenida.
Llegamos al hospital 20 de Noviembre, que está sobre Félix Cuevas, a estas alturas yo ya iba escurriendo de lo excitado que estaba, ya que todo el camino el señor me iba diciendo: "eres toda una putita nalgona", "ahorita vas a ver como te cojo", "mueve esas nalgas para tu papi", y todo eso me excitaba más allá de lo que podía imaginarme.
Nunca me han gustado los hombres, pero siempre he preferido a los maduros, y mientras más feos y varoniles mejor, por que entonces yo me podía sentir toda una niña, y ese señor me hacía sentir la nena más linda y puta que hubiera encontrado.
Llegamos al hospital, y él fue a checar tarjeta y me dejó esperándolo, luego fuimos a su oficina, y después me condujo al sótano, donde se encuentran los archivos, al llegar se fijó que estuviéramos solos y me indicó que me bajara los pantalones.
Yo a éstas alturas ya estaba dudando de si quedarme o irme, pero su voz, sus manos fuertes y su olor me hicieron obedecerlo, cuando me bajé el pantalón él se me acercó y empezó a apretar mi verga y a masturbarme despacito, luego se sacó la suya y la puso en mis manos.
Después se agachó y me acarició las piernas, las nalgas y los huevos, mientras me decía: "ay, putita, te voy a gozar muchísimo, ese culito va a ser mío", luego se metió mi verga a la boca y la empezó a mamar, no aguanté mucho rato cuando sentí que me iba a venir, por lo que le pedí que parara, y me hinqué frente a mi macho y me metí su verga en mi boca y la mamé como desesperado, intentando sacar su lechita lo más pronto posible, él me seguía insultando y diciendo puta nalgona, perra y cosas así, que era su niña y que me deseaba.
Luego de un rato me levanté, y él me quería culear, pero no me dejé, le dije que hasta ese momento nadie me había cogido y que en verdad no me llamaba la atención, y él me respetó (por eso me encantan los maduros), pero yo estaba tan caliente que le pedí que pusiera su vergota entre mis nalgas mientras con una de sus manos me masturbaba, así lo hizo y después de un ratito sentí mis nalgas llenándose de un líquido pegajoso y caliente, mientras yo también eyaculaba, lanzando mi sémen contra los archiveros que nos rodeaban.
Al terminar él me volteó y me plantó un beso en los labios que no pude evitar, pero que me dejó super cachondo, y en agradecimiento me hinqué y le mamé su vergota hasta dejársela limpiecita.
Después de eso nos seguimos viendo muchas veces, pero eso ya se los contaré en otra ocasión. Espero sus correos, vivo en la ciudad de México y me encantan los maduros. Escríbanme a ositopasivo22@hotmail.com
Besos en sus vergotas.