El maduro abuelete entra por atras y de que manera
Ante mi sorpresa me giro poniéndome boca abajo a la vez que introdujo parte de la almohada en mí bajo vientre y posicionándose por atrás comenzó a jugar ahora con su lengua en mi estrechito agujero trasero, al que en segundos sabiamente dilato con la maestría de esta y ayuda de los dedos impregnados en saliva.
Andaba tras la ducha dispuesta a arreglar y depilar mi conejito, pues tras varios días desatendido el vello crecido podría molestar a algún visitante que se dignara jugar con él, cuando recibí la llamada en mi móvil de Jaime, ese rico madure te que había conocido en el corte ingles.
Me dijo tenía unas horas libre por la tarde, pues su mujer había salido y el, la había esquivado, por lo que le apetecía si una podía, pasar por casa a visitarme.
Le dije lo que iba a hacer y sin mediar palabra colgó el teléfono y en menos de media hora ya andaba entrando por la puerta con su característica sonrisa picarona que tanto me cautivaba.
Lo espere vestida sola con una fina bata de seda semi transparente que le hizo resoplar nada más verme, si bien fue un caballero y lo primero que hizo fue darme un cálido y largo beso, tras este deslizo su mano entre la fina tela y palpo con delicadeza mi trabajo de depilación…
Resoplo por la nariz a la vez que fruncía las cejas mientras acariciaba mi conejito, rozando con sus rudos nodillos los labios húmedos que ante el tacto de estos se abrían para que hurgase en su interior.
Volvió a besarme cariñosamente si bien su lengua ya acosaba también con delicadeza la mía, cuando unos de sus dedos entro con suavidad para testar mi botoncito del placer.
Mis rápidos suspiros ante el raudo acoso al que me estaba sometiendo, le dio pie a retirar con maestría la bata de mi cuerpo, para bajar la boca siguiendo el camino de mi cuello y comenzar a recrearse en mis pezones que ante mi sorpresa ya apuntaban duros y firmes como los de una jovencita primeriza.
Mi mano se lanzó a soltar su cinturón y quitar los botones del pantalón, para dejar caer este al suelo, observando que llevaba los slips que en nuestro fortuito encuentro él había comprado.
Apenas podían contener el arsenal que aquel semental disponía y que ya andaba en pre alerta, cuando agarre con descaro aquel enorme paquete con una de mis manos, cogiendo con la otra su cabeza por el pelo y subiendo esta hacia mi cara le bese y mordí el labio con deseo y lujuria.
Ahora la que resoplaba era una, mirándolo fijamente a los ojos con mirada de hembra en celo que desea y anhela que su macho la cubra y penetre hasta saciarla.
Creo que casi le hice marca en el labio por la intensidad de mi morboso mordisco, haciendo que él se encendiera más aún.
Su mano ya sin tapujo ni delicadeza acometía mi sexo perforándolo con sus dedos y restregando estos por toda la puerta de aquella gruta que ya manaba ardor y calientes jugos.
Baje mis manos por su espalda hasta el final de esta y sin miramientos arrastre los slips hacia abajo a la vez que palpaba su duro y masculino trasero; tras testar su dureza mientras el devoraba mi cuello, pase mis manos a su torso e incruste mis dedos entre el vergel de pelo que recubría su masculino pectoral, pellizcando entre estos sus duros pezones, resoplando una como una hembra salida y deseosa de ser rápidamente follada.
Note su rabo había cogido una dureza y textura que asustaba, por lo que me deslice bajando y besando su ombligo hasta chochar mi boca con su glande que en segundos descapulle para degustarlo con pasión entre mis carnosos labios.
Eso le ponía y excitaba pues este palpitaba y su cadera calambreaba ante mis acometidas bucales, no descuidando sus enormes y duras pelotas que sabiamente masajeaba con una de mis manos.
Me parecía que el tamaño aún era mayor de lo que una recordaba, aunque la verdad es que mi excitación era tan brutal que casi deseaba morderla fuertemente y devorarla desesperadamente.
Me dejo me recreara unos largos y gozosos minutos pues mi suculenta mamada lo estaba llevando a otra dimensión.
Deslice mi mano a través de sus muslos entre sus enormes huevos buscando acariciar las inmediaciones de su ano que tanto placer también les da a muchos hombres, aunque su machismo les hace a veces renegar a algunos de ese placer.
Por su punta ya manaban juguitos avisando su enorme excitación y en ese momento tomo la iniciativa, subiéndome delicadamente para besarme y tomándome como una muñeca de trapo entre sus fuertes brazos, me llevo a mi alcoba para depositarme sobre la cama galantemente.
La comida que recibí en mi sexo fue tan exquisita y sabiamente efectuada, que a un orgasmo descomunal en placer le siguió a los pocos minutos otro de casi la mismas intensidad mientras su experta lengua no cesaba de trabajar y empaparse en el manantial de jugos que por allí manaban.
Mis gemidos eran amortiguados por su mano pues esta había pasado de mis pechos a la boca y allí una mordisqueaba y chupaba los dedos como si de su sexo se tratase.
Andaba desparramada sobre la cama, desmelenada por los impulsos incesantes de mi cadera que se agitaba mientras su boca no cesaba ni un ápice en su labor de degustar mi conejo.
Le suplique entre sollozos de placer, cesara en aquello, pues iba a perder la conciencia con tanto gozar, pidiéndole aunque de forma medio atolondrada, que me follara ya sin más demora.
Deseaba aquel macho ya se montara sobre una, y anhelaba su duro y largo rabo entrando y saliendo por mi sufrido aunque gozoso conejito.
Ante mi sorpresa me giro poniéndome boca abajo a la vez que introdujo parte de la almohada en mí bajo vientre y posicionándose por atrás comenzó a jugar ahora con su lengua en mi estrechito agujero trasero, al que en segundos sabiamente dilato con la maestría de esta y ayuda de los dedos impregnados en saliva.
Por mi boca salió una leve suplica de que no me penetrara por ahí, alegando sin mucha insistencia que su enorme tranca me iba a destrozar.
En el fondo sabía que una iba a disfrutar, pues algunas de tamaño parecido ya habían entrado con resultados más que satisfactorios para una por aquella estrecha abertura.
Mis ruegos parecían más unas peticiones para que no demorara ya la estocada de gracia, haciendo que el, ahora tras dejar caer saliva sobre mi atemorizado culito comenzara a rozar e introducir su suave punta que entro no sin algo de problema ante las contracciones temerosas de mi puerta trasera.
Grite sin apenas fuerza mezclándose rápidamente con pequeños alaridos de placer mientras fue dejándose caer para meter en su totalidad aquella dura y larga estaca.
Quede ensartada y el inmóvil unos segundos esperando acomodarse en una posición que no me hiciera daño, para seguidamente comenzar a moverse suavemente mientras deslizaba su rabo por el interior de mi culito a la vez que mi nuca y cuello era pasto de su boca.
No recordaba estar tan a gusto y disfrutar tanto con aquella rica y larga follada por atrás, pues en pocos minutos ante el incesante acoso de su rabo dentro de una, le regale otro explosivo orgasmo que amortigue mordiendo las sabanas mientras escuchaba los gemidos de aquel macho sobre mi nuca.
Su agitada respiración y sus bramidos de macho en celo, aun me ponían más, mordisqueándome el cuello mientras seguía y seguía cincelando mi puerta trasera con una insistencia insultante y placentera.
Hubo momentos que paro unos segundos para tomar fuelle, pero pronto reanudaba el martillo contante sobre mi sufrido trasero, cuando girando mi cabeza con los ojos ya entornados y emborrachados de placer, le suplique parar pues una ya no podía más.
Ya voy tesoro, fue lo único que dijo cuándo una agitada aceleración de cadera preludio a las cálidas y pastosas ráfagas de rica y espesa crema que inundo mi trasero hasta casi ahogarlo.
Sentí la virulencia con la que salida por su enorme y duro apéndice toda aquella rica y abundante nata, añorando en ese momento no poder degustarla y saborearla, aunque para ser sincera, me hubiese sido imposible en ese momento, pues me había dejado tan débil aquel rico y largo polvo que ya respirar era casi un suplicio.
Quedo en esa posición unos minutos hasta el coger fuelle y desenganchándose se dejó caer a mi lado boca arriba con las piernas y brazos abierto como queriendo tomar también aire y recuperarse de aquella maravilla de polvo que me había dado.
No hablamos en unos cinco minutos, cruzando a veces la miradas entre aquel cómplice silencio que expresaba más de lo que parecía.
Ya cuando noto me iba recuperando acaricio dulcemente mis pechos y besando estos paso a recorrer mi cuerpo besando este igualmente recorriéndolo centímetro por centímetro.
Volvió a recrearse en mi sexo otro poco aunque ya sin el acoso del comienzo para al final acabar con un largo beso entre ambos donde ya nuestras lenguas terminaron por hermanarse y fundirse en una.
Fue un beso este de efectos electrizantes y de los que dicen más de lo que aparentan, pues mi hizo llorar por la pasión con la era atendida.
Me miro y seco mis lágrimas mirándome ahora con una ternura que hacia estas no cesaran de manar, volviendo a besarme con delicadeza y una pasión que hizo el beso durara varios minutos.
Quedo tras besarme, mesando mis cabellos con una de sus manos, acariciándome con los rudos nodillos de la otra mis pezones, haciendo mi cuerpo volviera a estremecerse nuevamente en pasión.
Fueron unos minutos mágicos acabando una, con unas ricas caricias bucales sobre su relajado y dormido instrumento de placer, al que dedique parte de mi sabiduría adquirida para animarlo, si bien aquel guerrero necesitaba un buen reposo antes de volver a actuar nuevamente.
Nos dimos una cálida y recreada ducha con masajes cariñosos para después tomar una reconstituyente merienda, previa a su partida a su casa, pues aunque una deseaba haber continuado con aquella fiesta, el no quiso arriesgar con el regreso de su mujer y no encontrarlo en casa.
Me prometió repetirlo pronto y lo cierto es que era hombre de palabra pues a los pocos días…..