El maclaren

El inmenso poder de los encantos de la juventud.

Esto ocurrió una tarde en una sala de un palacete.

-No voy a comprarte ese MacLaren, hija. A tu edad un MacLaren es una bomba con ruedas.

Estefanía, sentada enfrente del padre y de la hija, intentó echarle una mano a la amiga.

-Aunque no lo crea, don Enrique,su hija es nuy responsable. Ni alcohol, ni drogas...

-Las mujeres no son responsables. Mira mi mujer.

-Según ella se fue porque le picaba y usted no se la rascaba.

Linda, de 19 años, morena, alta, de ojos negros y con un cuerpo de infarto, que llevaba puesta una minifalda roja con rayas negras, una blusa amarilla y unas zapatillas de deporte blancas, le puso un dedo en los labios a su padre y le dijo:

-¡Vale, déjarlo ya! Si no quieres comprármelo no me lo compres.

Estefanía, de 18 años,  de estatura mediana, rubia, de ojos verdes y también con un cuerpazo,  que vestía y calzaba igual que su amiga, no iba a dejar que Linda se rindiese.

-No te des por vencida, mujer. Insiste. Mi padre noquería pero después del masaje me lo compró, y amarillo, como yo quería.

-Yo sería incapaz de follar a mi padre.

Enrique se escandalizó.

-¿¡Ernesto se acostó contigo?!

-¿Usted no lo haría?

-Yo no soy tu padre.

-Eso quiere decir que sí. ¿Y a su hija se la follaría?

Enrique, que era un cuarentón con las sienes canosas, moreno, alto y bien parecido, se puso serio,  le dijo

-¡Me da a mí que esto ya lo teníais preparado!

-No me contestó. ¿Se follaría s su hija?

-¡Jamás le quitaría la flor a mi hija!

Linda, le dijo a su padre.

-Mi flor ya me la quitó Estefanía con uno de sus consoladores.

-¡¿Sois amantes?!

-Amigas íntimas.

-¡Mis antepasado se van a levantar de la tumba!

Los antepasados de Enrique colgaban en cuadros de las paredes de aquella sala, en la que sobre una gran alfombra persa había tres sofás, uno grande, en el que se sentaban padre y hija y dos pequeños, en uno de ellos se sentaba Estefanía... La verdad era que las caras de los antepasados de Enrique eran de una seriedad que impresionaba. Como impresionó Estefanía a Enrique al quitarse la blusa y mostrar sus tremendas tetas con tremendas areolas rosadas y tremendos pezones.

-Si no se levantan al ver este par de tetas ya no se van a levantar más.

A quien se le levantó la polla fue a Enrique, que se apresuró a poner las manos encima para que no se le notase el bulto.

-Tápate, criatura, tápate que te va a coger el frío.

-Enséñale las tuyas, Linda.

Linda comenzó a desabotonar la blusa, Enrique, en vez de rerprender a su hija, dijo:

-Por más que hagáis no te voy a comprar ese MacLaren.

Linda quitó la blusa y su padre vio que la hija tenía un par de tetas fenomenales.

-¿Quieres tocarlas, papá?

-Quita, quita.

-Quita tú las manos de encima de la polla.

Estefanía fue junto a Linda. Se sentó a su lado. Se besaron con lengua. Linda metió la mano debajo de las manos de su padre y le acarició la polla por encima del pantalón...

Linda y Estefanúa dejaron de besarse. Linda le iba a poner a su padre las tetas en la boca. Enrique, ya entregado,  se las iba a chupr y a lamer...

Estefanía se desnudó del todo. Después se arrodilló delante de Enrique, le sacó la polla, y exclamó:

-¡Vamos a ver las estrellas, Linda!

Linda miró para la polla de su padre, y le dijo:

-Con eso satisfaces a la mujer más exigente.

Enrique se quedara mudo.

Le mamaron la polla a duo, una los huevos y la otra el glande... Se la lamían de abajoo arriba... Lo masturaron a dos y cuatro manos... Estaban haciendo un trabajo excelente... Al rato le preguntó Estefanía a Linda.

-¿Subes tú o subo yo?

-Subo yo.

Linda se sentó sobre las piernas de su padre, se frotó  el sexo con la polla y después la fue metiendo poquito a poquito al tiempo que lo besaba.

Estefanía, sentada en el sillón, con las piernas abiertas y mirando como entraba el pepino en el chochito de su amiga, comenzó a hacese un dedo.

A los diez minutos, más  o menos, Estefanía soltaba un chorro de flujo y se comenzaba a correr. Sus gemidos pusieron a mil a Enrique que casí se corre dentro de su hija.

Estefanía, al acabar de correrse, siguió masturbándose.

Unos minutos más tarde, Estefanía se iba a correr otra vez.

-Sois más lentos que las tortugas.

Linda estaba en la Gloria.

-Yo estoy disfrutando desde que la comencé a meter. Hay que saborerar cada, cada... ¡Me viene, me viene! ¡¡¡Me corro!!!

Linda se corrió con la fuerza de un ciclón. Se deshacía en gemidos... Sus sacudidas pusieron negra a Estefanía, que al acabar de correrse su amiga y de quitarse de encima del padre, se sentó sobre las piernas de Enrique y metió aquel inmenso pollón en su chocho mojado. Entró apretado, pero de un sólo golpe de culo. Enrique, al sentir el cambio, (Ahora su polla, de nuevo, entraba y salía apretadísima) se corrió dentro de Estefanía. Fue al sentir la leche calentita que llenó su coño cuando Estefanía explotó.  La joven, gozando de una corrida brutal, puso sus labios en el cuello de Enrique y le dejó un chupón que no se le quitaría en quince días.

Después de disfrutar los tres, el mudo volvió a hablar:

-Supongo que te tendré que comprar ese MacLaren. ¿Amarillo?

-Blanco, a mi me gusta blanco.

Se agradecen los comentarios buenos y malos.