El macarra sevillano (4: Saludando a los rep...)

Tiempo después de nuestro último encuentro lo veo en su trabajo. (sexo guarro).

El Macarra Sevillano (4): Saludando a los repartidores

Durante varios días me hice buenos pajotes recordando a Javi, el macarrita que me tenía hipnotizado. Tendrías unos 23 y era completamente imprevisible. No podía dejar de pensar en la noche que se quedó dormido en mi cama.

Estuve como 9 horas mirándolo sin poder dormir. Pasó casi toda la noche boca arriba con los slips por las rodillas y la polla tiesa. Primero le miré con calma. Su boca, el piercing del pezón, las cadenas de oro, el piercing del ombligo, sus manos llenas de anillos y por fin una larga cadena de vello que llegaba a la base de la polla. Así estuve más de dos horas mirándole aquellas pollas y huevos oscuros y olorosos. Cuando me aseguré de que dormía profundamente comencé el reconocimiento: primer su axilas. Tenía el brazo izquierdo separado así que pude meter la nariz y aspirar el olor a macho. No llevaba desodorante pero el olor no era intenso. Me encantaba tenerlo allí a mi disposición. Por primera podía decidir lo que hacer en su presencia sin que me diera ordenes.

Con mucho cuidado de no despertarlo lo olí, lo lamí y estuve tentado de mamarlo pero entonces le despertaría. Reuní en la cama sus calcetos grises y sus zapas que apestaban bastante.

Vi amanecer y en algún momento me quedé dormido. Cuado me desperté serían las 12. Javi no estaba. Salté de la cama pensando primero en si me faltaría alguna cosa de la casa. Comprobé que todo estaba en su sitio.

Desde ese momento volvió una sonrisa a mi boca. No podía dejar de pensar en ese mamón.

Pasaron semanas y no supe de él. Decidí dar por terminaba aquella etapa de mi vida. Había sido una experiencia intensa pero no tenía intención de que aquel niñato me siguiera chuleando. En le fondo estaba asustado porque cuando estaba con Javi ni parecía controlar mis limites y estaría dispuesto casi a cualquier cosa. Y si algo parecía excitarle a Javi era ponerme a prueba.

En ese tiempo no me había vuelto a apetecer el sexo y tampoco conocí a nadie interesante y eso que no dejaba de salir con mis amigos.

Un viernes por la tarde pasé por la puerta de una conocida pizzería. En la puerta estaba un repartidor liándose un porro. Vestía entero de blanco y llevaba unas zapas blancas y enormes. De casualidad miré al interior y no podía creérmelo allí estaba Javi. Con un pantalón azul y una camiseta sin mangas y su casco en la mano. Salía del local mientras se acercaba sonriendo.

  • ¿Qué hay?- me dijo con una mirada pícara e indiferente a la vez. Nunca supe muy bien que hablar con este tio así que asentí y esperé a ver su reacción. Con la cabeza hizo un gesto para que le siguiera. Cruzó el local y se paró al lado de otro repartidor para decirle algo. El otro asintió. Javi entró el baño y dejó la puerta abierta. Entré y rápidamente echó el cerrojo.

Me sentó en el retrete y se bajó toda la ropa de un solo gestó. Con la otra mano me empujó por la nuca. Parecía que tenía prisa así que decidí colaborar. Me puse a mamársela como una bestia. Le pajeaba a la vez que le mamama el capullo. Subía y bajaba por su pollón mientras el tío ponía se mordía el labio pero no emitía si un sonido. Supongo que estar en el baño de su trabajo dándole polla a un tío le daba morbo pero a la vez algo de miedo a que nos descubrieran. Yo estaba más por el morbo que por el miedo y seguí lamiendo hasta que note por su respiración que venía una gran corrida. Entonces me la puse en la lengua y con la boca abierta espere mientras le pajeaba. Me apartó la mano para meneársela el mismo a la vez que me mantenía cerca de su cipote.

Me mojó cinco o seis veces con la cara, la boca y por su puesto la lengua que tenía una gran porción de semen. Engullí su polla con aquel líquido en la boca así que corría arriba y abajo sin problema. Seguí lamiendo hasta dejarlo limpio.

Cuando relajó la respiración se vistió y me dijo – No salgas hasta que te haga una llamada perdida- Y sin más explicaciones me dejó en aquel baño caliente como un perro. Supongo que el muy gilipollas no quería que nos vieran salir a dos tios a la vez pero no hacía esperar su llamada.

En ese momento se me bajó el calentón pensando en lo que había hecho de nuevo y en el poder del puto niñato.

Alguien entró en el baño y llamó a la puerta del cubículo donde yo estaba sentado como me había dejado Javi.

Llamaron a la puerta y dije que estaba ocupado pero el tio me dijo que le enviaba su amigo y que abriese. – Soy el Dani- Tendría unos 22, era muy moreno de piel, tenía grandes cejas y unos dientes blancos. Realmente parecía un malote de la calle.

Entró haciendo que me sentara y cerró la puerta. – Que me dijo el Javi que me hicieras una mamada, ¿Vale? – - Claro y después os pago la merienda, no te jode.- En ese momento estaba muy enfadado y quería irme de allí.

Intenté levantarme pero el cabrón sacó una navaja de su bolsillo y la abrió. Bastó con eso para que me volviera a mi sitio y esperase. – Abre la boca mamón. Y no hagas ninguna tontería – Yo abrí la boca y el se encargó de meterme la polla y menearsela para hacerla crecer. No tardó en conseguirlo así debía de estar caliente. Cuando le pude ver la polla más detenidamente me fijé en su gran capullo que coronaba una polla venosa y gorda. Cuando la tuvo tiesa me la metió muy despacio mirando con deleite viendo como entraba poco a poco en mi boca. – Te gusta eh zorra. Abre esa boca que a mi me la sopla si te gusta o no. Ya se que eres un puto esclavo que estás para dar placer, así que mama- Y dicho esto me agarró con ambas manos y me folló la boca con mucha fuerza. Yo reprimí algunas arcadas pero tuve que empezar a meneármela porque el niñato realmente era muy cañero y me tenía a mil. Durante mucho tiempo no fui más que un muñeco inflable manejado por aquel cabrón.

En un gesto brusco me colocó junto a su muslo derecho y con la mano izquierda se pajeó a pocos centímetros de mi cara. Enseguida se corrió en el suelo unas diez veces sin exagerar. Nunca había visto cosa igual.

Seguí mirando aquel trozo de carne sin poder apartar la vista. Dani se la metió en el boxer amarillo y me acercó para olerle los huevos por encima del calzoncillo. No era el olor especial de Javi pero aquel hedor a cojones sudados me la había puesto dura otra vez.

Otra vez me repitió que saliera sólo cuando Javi me llamase al móvil. Así que me quedé allí de nuevo. Pero esta vez ningún pensamiento pudo con mi calenton me saqué la polla y comencé a pajearme.

Ya la tenía dura cuando alguien entró en el servicio. Me quedé quieto y sin respirar. Oí unos pasos y por la parte de debajo de la puerta vi unas zapatillas que debían ser un 45 al menos. – Abre soy el Pipe. Un coleguita del Javi- Abrí y aluciné con el chico. Como 21 años, rubito, rapadito, dos cicatrices en la cara, pendiente, 185, muy delgado pero con brazos marcados. Y sobre todo una cara angelical.

Entró en el baño. Yo pensaba cuando tiempo pensaba Javi que aguantaría allí. Lo tenía decidido saldría después de estar conocer a "El Pipe". En sus gestos y sus pocas palabras este era el más macarrilla. Tanto su camiseta como sus pantalones tenían varias manchas. Además la camiseta mostraba otras manchas transparentes. Ya iba a lanzarme a tocar su polla cuando me restregó la cara por su paquete que comenzaba a crecer. Siguió algún tiempo hasta que el bulto ya no cabía en el pantalón.

Se quedó con unos boxer blancos de lycra muy ajustados. Se tocaba por encima mientras yo le miraba impaciente. Me hizo mirarle desde mi asiento y abrir la boca. Entonces saltó de su boca un hilo de saliva que pude esquivar. En ese momento me acordé de la navaja del tio anterior y me di cuenta de que quizá estaba corriendo peligro. Por suerte El Pipe era más tranquilo y sólo me miró con cara de mal humor. Se expresión angelical se convirtió en un rostro duro de mirada fija y perdida.

Se agachó para sacar algo del bolsillo y de nuevo me acercó su boxer para oler y lamer. Estaba casi empapado por completo. Tanto la tela como la cara interna de los muslos.

Estar allí comiendole la polla a aquel repartidor mientras los otros lo sabían me parecía algo muy morboso.

Su polla chocó contra mi cara cuando la liberó. Todavía estaba creciendo y aquello realmente iba a alcanzar los veinte centímetros.

Con una mano me puso algo bajo la nariz y me ordenó aspirar. Sin ser demasiado consciente lo hice y no sentí nada más que un fuerte olor. Al momento comencé a mamarle aquel pedazo de rabo y en apenas un minuto realmente no podía hacer otra cosa que mamar. La quería entera en la boca así que empujé y empujé hasta encajármela en la garganta. El cabrón se retorcía y gemía mientras me decía guarradas en voz baja. Me azotó la cara con la polla varias veces. Miré hacía arriba y le ví sonreir, abrir la boca y dejar caer saliva. Para ese entonces me dejé hacer y la saboreé un momento antes de que me metiera otra vez la polla en la boca.

Me cambió de posición: en cuclillas contra la pared. Así me folló la boca sin poder apartarme por la pared. Sólo podía abrir la boca y recibir polla. De nuevo aquella cosa en mi nariz. Y deje de pensar en nada que no fuera mamar.

Ya no se detuvo. Siguió clavándome la polla sin piedad en el fondo de la garganta. Yo sólo veía sus pelos rubios acercándose a mis ojos, acompañados de un olor fuerte a macho.

Unos minutos después me la sacó de la boca y se corrió sobre la pared mientras yo seguía lamiéndole los huevos. Buscó papel higiénico pero se había terminado así que terminó por quitarse los slips blancos y limpiarse con ellos.

Me los lanzó a la cara y se fue.

Yo me quedé de rodillas, con la puerta abierta y sus slips por la cara chorreando leche.

En ese instante decidí no volver a Javi, ni tener más experiencias de aquel tipo. Todo era muy morboso pero me preocupada estar sujeto a los deseos que aquel joven macarra.