El macarra sevillano (3)

Un joven macarra me dice que me va visitar con sus amigos. Descubro nuevos placeres.

El macarra sevillano y la ropa sucia

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Estaba nervioso Javi había dicho que vendría por la tarde con dos amigos. El caso es que entre lo morboso que era y lo que le gustaba hacerse el gallito delante de la gente, no sabía que pensaba hacer conmigo.

Intenté olvidarme pero las escenas de esa mañana venían a mi cabeza. Su olor, su sabor y su cara de pocos amigos me la ponían dura.

Dormía la siesta cuando llamó para que le abriera. Entro en casa seguido de dos muchachos de su edad. Juanlu era más alto que los otros. Mediría 190 y era fuerte y velludo. Moreno de pelo y de tez y lleno anillos y cadenas de oro. Vestía vaquero ajustado y unas zapatillas viejas.

Pedro era como Javi de alto 180 pero mas delgado. Tenía los músculos marcados y apenas tenia vello en las piernas. Llevaba pantalones cortos y zapas enormes y blancas con unos calcetos de deporte.

Javi venía con su chándal blanco de siempre. Camiseta y zapas rojas. Llevaba una gorra y su tez morena y su cara de mala leche lo hacían muy morboso.

  • Oye, dejamos eso para mañana, hemos quedado para salir por aquí. ¿no te importa? ¿no?, gracias- Me dijo del tirón, acomodando las mochilas en mi habitación. Yo no sabía si Javi les habría contado algo pero sus amigos me miraban fijamente cuchicheando entre ellos.

No obstante me di cuenta de que Javi estaba siendo muy amable y que probablemente ellos sólo supieran que venían a dejar aquellas mochilas.

  • Es que al final salimos del gym y hemos quedado para ir al cine. Nos queda pendiente para otro día ¿vale?- y me sonrió. Yo asentí mientras quería congelar aquella sonrisa del tío que me estaba chuleando.

Desde la escalera volvió a entrar para decirme – En la mochila está mi ropa de deporte sudada: medias, slips y camiseta.- Lávamela. Me miró fijamente y se fue.

El cabrón había vuelto para decirme aquello y ponerme cachondo. Esperé unos minutos y me fui a la habituación a buscar su mochila. La abrí y rápido pude ver sus zapatillas mal oliente y una bolsa con la ropa sucia. Saqué una camiseta blanca con grandes manchas húmedas por el pecho y los sobacos. Olía sin duda a Javi. Me gustó reconocer su olor sin dudarlo.

Después saqué de la bolsa dos medias verdes de fútbol. Estaban húmedas todavía y olían también a Javi.

Por último saqué de la bolsa un slip blanco. Estaba mojado por el culo y los huevos. Debía haberlo llevado desde el día anterior porque estaba demasiado guarro. Por adelante había algún pelo negro y largo y la mezcla de olor a orín y rabo sudado me la volvió a poner dura.

Por la parte de atrás se apreciaba una machas de sudor que me encantó. Era tener lo más privado de Javi para mi solo.

Me pajeé tranquilamente sobre la cama con los slips de Javi por la cara y sus medias húmedas. Estaba disfrutando tanto que no me apetecía correrme.

Me acordé que estaba allí también las mochilas de Juanlu y Pedro. Busqué en su interior y coloqué la colección sobre la cama. Un slips verde caqui de Pedro y unos calcetos blancos muy usados. Después miré el boxer blanco de Juanju. Tenía la tela muy deformada por el bulto de la polla y restos de semen duro. Además olían mucho. Tenían gotas amarillas y algunos pelos tanto por delante como por la zona del culo. Tenía unas medias negras enormes y muy gastadas por los talones. Estaban completamente mojadas.

En la habitación se creó un clima primitivo de olores corporales. Inspiré y me acerqué los calzoncillos alternando aquellos olores a macho. Si en ese momento tengo a los tios allí hubiera hecho cualquier cosa.

Me corrí y maché un poco los boxer de Juanlu. No importaba, en cuanto se secará pasarían desapercibidos con el resto de manchas.

Me quedé dormido durmiendo entre la ropa de aquellos tios. Sonó el timbre y me desperté sobresaltado. Abrí medio dormido y era Javi que venía a por las mochilas. Sin poder pensar con claridad se fue al cuarto y se quedó parado delante de la cama. Allí estabas sus slips y sus medias mezclados con las sábanas. Se dio la vuelta y me miró sonriendo. – Veo que no sólo has lavado mi ropa si no la de mis amigos también- Yo a pesar de las situaciones que había vivido con él estaba cortado.

Cogió una media suya se la llevó a la nariz y resopló – uffff. Ven a aquí quiero verte – Y me pasó la media olorosa por la boca y me metió bastante en la boca. Después cogió su slip y me mandó sacar la lengua para lamerlo. Estuve limpiando aquella tela media hora por lo menos. Apenas me quedaba saliva. Entonces cogió los boxer de Juanlu y el cabrón se los llevó a la nariz. Rebuscó el lugar de los huevos e inspiró de nuevo. Creo que le gustó porque el pantalón lo tenía a reventar. Otra vez me lo metió en la boca un rato mientras él olía el de Pedro.

  • No sabía que fueses tan guarro- - Ni yo tampoco pensé para mí- pero sólo le sonreí con cara de circunstancia. Después me sinceré con él. - Antes pensaba que venías con ellos para follar y estaba bastante excitado esperándolo. Cuando os fuisteis y me quedé a aquí me hice una paja y me quedé dormido-

  • Eso es exactamente lo que quiero yo ahora- Se recostó en la cama, puso sus brazos tras la nuca y cerró los ojos. Yo estaba un poco perdido pero me decidí por seguir sus palabras. Le descalcé, le quité los pantalones del tirón, la camiseta. Le dejé los calcetines y los slips blancos y perfectamente ajustados. Comencé a besarle la polla por encima de ellos cuando me apretó con su mano. – Te de dicho que quiero una paja y sobar. ¿Te lo tengo que repetir?- -No, no- y comencé a sacarle la polla morcillona. Ya no me atreví a acercármela a la cara, sólo comencé a hacerle una paja. Poco a poco se le estaba poniendo dura. Antes no había mirado mucho su polla al menos tan de lejos. Jejeje. Sus huevos colgaban llenos de pelos negros y largos y se confundían con ellos por su oscuridad.

Me llegó el mismo olor del calzoncillo que hacía un momento había mamado. Comencé a azotarle la polla con más brusquedad. Se incorporó un momento y escupió encima de mi mano para lubricar la polla.

Ahora estaba muy dura y yo estaba a mil. Tenía un pollón a 15 cm de mi cara y no podía lanzarme a mamarla. El tio gemía como un poseso. Le molaba mucho que retirara toda la piel de polla con fuerza. Poco a poco desarrollé la técnica para hacerle gritar. Sin dar ningún síntoma previo se comenzó a correr. Me pilló desprevenido hasta que su leche me llegó primero a la mejilla y luego al pecho.

Seguí meneándosela lentamente lubricada por su propia leche.

Javi se quedó con los ojos cerrados respirando fuerte y con la polla todavía latiendo. Yo estaba a mil, pringado de leche y con aquel niñato en mi cama con intenciones de no moverse.

Por un lado estaba de mala hostia porque el muy cabrón ni siquiera me preguntó pero por otro lado me gustaba su juego. Hacía conmigo lo que quería incluyendo, dormir en mi cama.