El lugar donde estamos más cerca del cielo.

Y así le hubiese gustado que sucediera.

En Venezuela, o al menos, en oriente, empieza a atardecer entre las 5:20 y 5:40pm. Por esa razón ella iba subiendo las escaleras como si se le fuera la vida en ello, hasta el 4to piso de la universidad para poder ver cómo se escondía el sol.

Apoyada sobre la baranda y agitada por el maratón, era su momento favorito del día.

No había razón para que algún día fuese diferente. La terraza de la universidad no era muy transitada y ella disfrutaba de la soledad como una vieja amiga.

Ella estaba enamorada del sol, del cielo, de las nubes y luego de las estrellas y de la luna. Y de los ojos color miel que miraba a las 6:30, antes de irse, cada martes.

Más allá de mirar el atardecer cada día, adoraba mirar a la chica que subía apurada porque siempre llegaba tarde a clases.

Las miradas que cruzaban eran los mejores segundos de cada martes. Ella la esperaba paciente, solo para mirarla.

Y así le hubiese gustado que sucediera.

Otro día normal y tranquilo, esta vez tenía tiempo para subir con calma, eran las 5:10, no había apuro. Ella tamborileaba sus dedos por el pasamanos mientras subía, tarareando en su mente High de James Blunt. Era una tarde agradable, el sol parecía iluminar su alma, estaba feliz, sin razón alguna y le gustaba, era una felicidad sincera, se sentía bien. A pesar de no haber estudiado para su examen de la hora siguiente. Le parecía gracioso, nunca dejaba nada para última hora y aun así se sentía tranquila.

Se apoyó sobre el espacio de la baranda que más le gustaba y esperó. Un suspiro la distrajo, sus pupilas tenían tatuadas el reflejo del sol, por eso al mirar a la chica que tenía a unos cuantos metros no se dio cuenta a primera vista de quien era. Pero es que incluso reconocía su color de piel, reconocía su silencio, su forma de caminar, lo único que no descifraba era su forma de mirar, porque era igual que la suya. Mirar sin mirar, perdida en sus pensamientos, era algo que ni ella podía conocer en sí misma, pero en la otra chica lo adoraba, porque había más y eso le encantaba.

¿Qué pasa cuando dos miradas perdidas se cruzan? Se encuentran y ella se encontró.

El tiempo no parecía acabar, lo agradecía en silencio. No quería seguir perdida, quería encontrarse en ella todos los días.

Recordó una frase de L. Carroll “ El tiempo se enojó conmigo y el reloj ya no avanza” , eso es lo que hace el tiempo con nosotros cuando nosotros no hacemos nada con él.

Pero el sol se ocultó y ella se fue. Los atardeceres tenían una razón más.

Es una bonita vista – Le hubiese gustado que dijeras.

Y ella hubiese respondido algo tonto, como siempre. Porque no sabe hablar cuando estás cerca.

Le hubiese gustado que la miraras un segundo más. O que le sonrieras por el simple hecho de saber que ambas estaban ahí para mirar y estar más cerca del cielo.


Tarareaba I see you de Mika mientras subía. Esta vez no la vió y el sol no quería ocultarse. 5:40 y aún seguía brillante. Ella miraba su reloj con el ceño fruncido y luego al sol.

¿Qué esperas? – Era lo que se preguntaba.

Su cuerpo se tensó cuando la otra chica apareció y se apoyó en su lugar de siempre. Volvieron a encontrarse.

– Llegaste a tiempo, aunque el sol parecía esperarte – Eso le hubiese gustado decir. Y  no lo hizo.

Pero ese día le sonrió antes de irse y sintió caer los muros que bordeaban su corazón. El tiempo se había enojado, ahora siempre era la hora del atardecer, ni un segundo más.

Y cada vez se acercaban un poco más, cada día que pasaba, el espacio entre ellas se reducía. Sus sitios favoritos para mirar el cielo estaban más cerca cada día.


– Espero que hoy no se oculte detrás de los edificios, odio cuando pasa eso – Decía la chica.

Y ella solo podía mirarla y sonreír.

Sus hombros se tocaron cuando ya el sol estaba por desaparecer completamente, ambas se miraron, más allá de todo. Del color miel y el color café, notó los lunares en su cuello, los labios rojos y la sonrisa nerviosa. Pero la chica tenía que irse.

Ella sabía que desde el primer día que la vio algo había cambiado, pero ahora era diferente, ahora no había marcha atrás.

Rozó sus dedos intencionalmente antes de que se fuera y la chica la miró tan profundamente que sintió romperse. Y suspiró para evitar colapsar.


Se le hacía tarde, corría como nunca, ya eran las 6:00pm. Subía los escalones de dos en dos, de tres en tres.

Si hubiese terminado a tiempo sus trabajos finales no se le hubiese hecho tan tarde. Sus amigas no la dejaban ir hasta que terminara, en ese momento no lo sabía, pero era completamente necesario que pasara eso. Si ella nunca hubiese llegado tarde, la otra chica jamás se hubiese dado cuenta de cuánto le gustaba.

Ya había oscurecido cuando llegó al último piso, la terraza estaba desolada, excepto por una chica sentada mirando a la nada.

La mirada triste se le notaba a distancia y ella se prometió a sí misma hacerla lo más feliz posible a partir de ahora.

Con la respiración agitada y el corazón a punto de salir de su pecho la tomó de la mano y la atrajo hacia ella, dándole el abrazo más sincero que jamás había dado. La chica la abrazó aún más fuerte.

Y era una buena señal que ambas se sintieran tan completas, que ambas sonrieran sinceras y que ninguna quisiera soltar a la otra. Los temores desaparecieron, la soledad huyó y a pesar de la oscuridad que las rodeaba, algo brillaba dentro de ellas, latente, cálido y agradable.

Pero nada de esto nunca sucedió.

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Capítulo único. No hay más xD

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