El lobo del bosque
En el bosque de acampada y asaltada por dos lobos.
Mi nombre es Lilian, tengo 19 años, pero todo esto ocurrió cuando tenía 16. En aquella época yo era bastante bajita y delgada, pues mis curvas no se habían desarrollado. Mi padre siempre ha amado la montaña y aprovechaba cada ocasión que tenía para arrastrarme con el a alguna que otra acampada. A mi nunca me había gustado ese lado suyo, pero ese verano pasaría algo que lo cambiaría todo.
Estaba tumbada en el sillón, viendo la tele cuando mi padre entró en el salón y me lanzó mi pesada mochila ya preparada encima.
-Lili, preparate, que nos vamos de acampada.
-Jo, yo no quiero.
-Supongo que tampoco quieres ese nuevo movil del que tanto hablas últimamente.
Así, engatusada con un nuevo movil nuevo, acabé en mitad de la nada en el bosque. Había optado por un sencillo conjuntito formado por una fina blusa verde y unos pantaloncitos cortos, pero aun así, el calor era demasiado intenso y mi blanquecina piel brillaba a causa de mi sudor. Sin embargo, mi padre no parecía afectado por el calor del bosque, pues me arrastró de un lado para otro haciendo senderismo. Al final del día había acabado agotada, con las fuerzas justas para comer un poco de la parrilla que mi padre había preparado y acostarme.
Me desperté en mitad de la noche, con la vejiga llena y me apresuré a escabullirme de la tienda de campaña para desahogarme. Por suerte había luna llena, por lo que pude avanzar entre los árboles sin muchas problemas a pesar de ir medio dormida. Cuando estuve lo bastante lejos me bajé mis pantaloncitos y mis bragas y dejé escapar un fino hilo dorado de mi entrepierna. Fue en ese momento cuando un ruido cercano me asustó, haciendo desaparecer mi sopor de golpe. Empecé a mirar de un lado para otro, aterrada y haciendo fuerzas con mi vientre para poder terminar cuanto antes con mis necesidades.
Fue entonces cuando lo vi: un ernorme lobo gris que se me acercaba lentamente con la cabeza agachada y mostrando los colmillos. Me intenté levantar y echar a correr, pero todavía tenía los pantalones y las bragas por los tobillos, por lo que tropecé torpemente y caí al suelo en cuatro patas. Aquel gesto debió despertar algo dentro del animal, pues en vez de atacarme, se acercó y comenzó a lamamerme mi coñito totalmente libre de pelo. La calida y aspera sensación de su lengua acariciando los labios de mi entrepierna me hizo dar un respingo. Me había gustado aquella sensación, pero aun estaba aterrorizada y algo confusa. A aquel lenguetazo le siguió un segundo y un tercero, que fueron haciendo que mi miedo se esfumace lentamente. Aquello empezaba a gustarme y cuando su lengua empezó a profundizar más en mi coño, buscando los dulces jugos que comenzaban a manar, yo ya estaba rendida y totalmente expuesta a aquel inesperado y nuevo placer que estaba descubriendo por primera ver.
Al ver a su hembra tan receptiva, el lobo comprendió que había llegado el momento de pasar al siguiente nivel y se alzó sobre mi, aferrandose a mi cintura con las patas y apoyando todo su peso en mi espalda. Yo no entendía que prentendía y asustada intenté apartarlo, pero era demasiado tarde. El era mucho más muerte que yo. En mitad del forcejeo note algo duro entre mi ano y mi hoyito, como un pequeño palo que se me clabava en esa zona haciendome daño. Curvé la espalda, en un vano intento de apartarme que lo unico que consiguió fue alinear mi ano con aquel caliente palo. El lobo sintió que había conectado su mienbro con unos de mis agujeros y embistió con fuerza clavandome su pene en lo más profundo de mis intestinos.
La tranca del lobo no era muy gruesa, pero mi culo era virgen y recuerdo que me estremecí de dolor en aquel primer empujon. Lloraba desconsoladamente, mientras sentía como aquel hierro ardiente me destrozaba el ano segun crecía en tamaño. Empezaba a notar al animal más nervioso a la vez que intensificaba la fuerza de sus embestidas. De pronto sentí como algo grueso hacía de tope en la boca de mi culo, evitando que aquel aparato allanase aun más mi interior. Aquello me hizo sentir un poco más tranquila, pues ya no me dolía tanto como al principio y aquella bola no dejaría entrar más de su verga en mi culo. No debí relajarme, pues tambien lo hizo mi esfinter y en una fuerte embestida el lobo consiguió hacer entrar la bola de su polla en mi culo. El dolor hizo que casi me desmallara. Sentía mi estomago completamente lleno y lo peor de todo es que aquella bola estaba creciendo aun más destro de mi. Incapaz de hacer nada continué llorando mientras sentía mi barriga arder por dentro.
No tardó mucho más antes de que el lobo se soltase de mi cintura y diera media vuelta, quedandonos pegados culo con culo. Intenté apartarte y tirar para sacarme aquella cosa del culo, pero me dolía demasiado. Nos mantuvimos alli pegados mientras el rellenaba mis intestinos lentamente de candente semen que emepezaba a hacer que me doliera la tripa. Sin embargo, mi aventura no iba a terminar allí. Otro lobo al que no había visto llegar se había acercado y había empezado a olfatear mi adolorido arificio aun abotonado. Asustada intenté espantarlo, pero empezó a gruñirme. En aquel momento, mi mente adolescente tuvo una apifania. Si no quería que aquel lobo me atacara debía hacerle lo mismo que había hecho el primer lobo con mi coño. Me arrastré como pude debajo del animal hasta llegar a su afilado mienbro que ya se mostraba fuera se bosla en un intenso tono rojizo.
No me lo pensé demasiado y abracé su caliente polla entre mis labios. Me sorprendio su sabor amargo, pero no era tan desagradable como había pensado en un princio. Continué chupandolo hasta que noté que el lobo comenzaba a impacientarse. De pronto, alzó sus patas sobre mí y me sujetó como había hecho el anterior, solo que este me apuntaba con su pene a la boca en vez de al culo. Sus movimientos pelvicos no tardaron en aparecer y antes de darme cuenta aquel lobo me estaba follando la boca.
El lobo empujaba su miembro por mi garganta soltando chorros de liquido al interior de mi estomago sin que yo pudiera hacer nada, pero lo peor aun estaba por llegar. En un fuerte empujon la bola del perro se coló al interior de mi boca donde empezó a inflarse, atragantandome y casi desencajandome la mandibula. Respiraba a duras penas por la nariz, haciendo un esfuerzo terrible por no vomitar.
Asi estuvimos durante lo que me parecieron horas hasta que noté como la presión de mi ano se aliviaba levemente. El lobo dió un fuerte tiron sacando su bola de la mi culo con un sonoro plop, al que acompañaron chorros de semen que empezaban a escurrir entre mis piernas. Aquello me tranquilizó un poco y más aun cuando el lobo que acababa de desabotonarse comenzó a lamerme el coño y el culo aliviando mi dolor y regalandome un intenso orgarmo. Poco despues, el lobo que se había enganchado en mi boca terminó suu labor y en cuanto sacó su verga de mi boca vomité lo que debñian ser litros de semen.
Las dos bestias, completamente satisfechas, no tardaron en largarse dejandome allí, cubierta de semen y dolorida. Me llevé las manos al coño y me masturbé hasta quedar satisfeche. Quizas, aquella experiencia me había gustado despues de todo.