El lío bollo de la divorciada y su inquilina

De cómo una situación que, aparentemente, es de lo más normal entre compañeras de piso termina siendo un polvo en el salón.

Hace tres días que tengo nueva compañera de piso. Después de separarme de Nacho, el ingrato de mi ex marido, me vi en la necesidad de alquilar un dormitorio de mi casa para poder llegar a fin de mes e Irene ha sido mi salvación. Es una muchacha de Zurgena que está estudiando aquí, en Almería, y que se puede permitir pagar los doscientos euros mensuales que pedía por la habitación.

Tiene pinta de ser buena niña. En estos tres días ya ha tenido detalles que me hacen confiar en ella. Es prudente, educada y simpática. Lo cierto es que me ha venido de lujo. Y ya no solo porque me ayuda con el dinero sino que, además, también me viene bien para tenerme animada. Si siguiera sola estaría nada más que acordándome del cabrón de Nacho y de la madre que lo parió.

Acabo de llegar a casa del trabajo y vengo reventada. Hoy he tenido que hacer turno y medio porque estamos de aniversario en el híper y me ha tocado reponer las mismas baldas de licor tres veces. Así que me voy a dar una ducha, me voy a poner cómoda, me voy a liar un canutito y, con mi cervecita, me voy a tirar en el sofá a perrear viendo tonterías en la tele.

Estando en la ducha me parece sentir la puerta de la calle. Sí, parece que Irene acaba de llegar.  La oigo venir por el pasillo.

-¿Natalia?

-Hola guapa, estoy en la ducha…

-Me vengo meando como una loca, ¿Te importa si entro?

-No mujer ¡¿Cómo me va a importar?!

Abre la puerta y entra disparada. A través del cristal translucido de la mampara la veo sentarse en el váter.  Ya estoy aclarándome y, al terminar, cierro el grifo y cuelgo la alcachofa en la columna pero me quedo en la ducha. No por nada, simplemente que no me parece una situación lógica salir desnuda de la ducha estando ella sentada en el váter. Puede resultarle incómoda.

¿Y si, ya que estoy, me depilo el coño? Me compré la crema depilatoria hace dos semanas y no hago más que darme largas y ponerme escusas. ¡Pues mira! Ahora que he visto el bote, me voy a depilar.

-¿Me puedes hacer un favor?

-Sí, ¿Qué necesitas? ¿Quieres que te de una toalla?  ¿El albornoz?

-No, no es eso. ¿Me avisas cuando pasen ocho minutos? –Debe pensar que estoy loca si no le explico por qué le pido ese favor- Es que me acabo de echar crema depilatoria y no tengo reloj aquí dentro.

-Ahora te aviso –la veo terminar de limpiarse y ponerse de pie. Tira de la cisterna.

-¿Te quedas ya en casa o te vuelves a ir?

-No, me quedo. Ya está bien de estudiar por hoy. Sé que voy a echar el día por alto pero esta tarde no pienso volver a la universidad, que bastante tute me he dado esta mañana. Esta tarde me quedo aquí.

-Es lo mismo que voy a hacer yo, descansar. He tenido una mañana dura en el trabajo.

-¿Y cuál es el plan?

-Tirarme en el sofá a perrear cuando salga de la ducha.

-Me parece que me voy a apuntar a ese plan.  Venga, ahora te aviso.

Sale del baño y cierra la puerta. Es una buena niña, estoy convencida. Se instaló en casa después de tener que irse de la casa en la que estaba de un día para otro. Se ha comido ella sola la mudanza y, desde que llegó, no la he visto parar un momento. Incluso anoche y antes de anoche, después de pasarse el día entero en la universidad, todavía quería ponerse a preparar la cena y hasta a recoger la cocina. Me parece justo que hoy descanse. Yo creo que le hace falta.

-Tres minutillos te quedan –me dice tras volver a entrar al baño y dejar algo en el canasto de la ropa sucia-. Ahora cuando salgas, me voy a dar una ducha yo también ¿Te molesta si uso tu gel? Con las prisas creo que me lo he dejado en la otra casa.

-No tienes ni que preguntarlo ¡Cómo si quieres usar también el champú o cualquiera de los potingues que tengo por aquí…!

-Solo necesitaré el gel. Soy una maniática con mi pelo y, créeme –ríe-, esos potingues sí que no se me olvidó recogerlos.

-No me terminaste de contar por qué te tuviste que ir de esa casa tan rápido.

-En realidad lo estaba viendo venir y era algo que tenía que pasar. Las niñas estaban recelosas conmigo.

-¿Recelosas? ¿Por?

-A sus novios les iba mucho la fantasía de la orgia en el piso de estudiantes y tonteaban mucho conmigo a sus espaldas. Pero, al final, terminaron por enterarse y empezaron a putearme. No les hizo ni pizca de gracia que les siguiera el rollo a los novios.

-¿Por qué lo hacías?

-Tengo curiosidad por vivir ciertas experiencias. ¿Tú no las tuviste? Por cierto, acaban de pasar los tres minutos, ya puedes empezar a aclararte.

-¡Ah! Que sabes cómo va esto… –abro el grifo y tanteo el agua hasta que salga templada para enjuagarme.

-Ya te he dicho que soy una maniática del pelo… Lo mismo que me cuido mucho el de la cabeza, no lo soporto en el resto del cuerpo y, en más de una ocasión, he recurrido a la crema depilatoria. ¡Qué ganas tengo de tener dinero para poder hacerme la láser!

-Recuérdame que te presente a Luisa. La tiene en su clínica y seguro que te hace un plan de financiación que puedes asumir.

-¿Tienes una amiga que hace la láser y estás ahí con la crema? Lo tuyo es de juzgado de guardia… -Ehhhhhh!! Empieza a tomarse confianzas en la forma de hablar. Me parece que hoy nos vamos a terminar de conocer tras los días de “tanteo”. Me da buen rollo.

-Esto es una excepción. Yo soy más de pelocho pero, hija, es lo que tiene empezar una nueva vida, que te da por hacer cosas incomprensibles como esta.

-¿Es la primera vez que te lo depilas?

-No, ya lo había hecho antes en un par de ocasiones. Para la luna de miel y… ¡Mira! ¿No me acabas de preguntar si no tuve curiosidad por vivir experiencias? Pues, la segunda vez que me lo depilé, fue para un trío que hice con Nacho y con un amigo.

-¿Tú sola con dos tíos? ¡Quiero detalles! Bueno, salvo que no creas conveniente compartir esas cosas conmigo…

Cierro el agua y cuelgo la alcachofa en la columna de hidromasaje. Abro la mampara de la ducha y me la encuentro sentada en el váter y con una toalla liada que se anuda al pecho. Poco me importa ya que me vea desnuda. Vive conmigo y, antes o después, iba a pasar. Solo que ha pasado ahora, cuando estamos charlando sobre temas bastante personales. Así que, si podemos hablar de estas cosas, ¿Por qué no iba a ser un buen momento para seguir mostrando intimidades que se iban a ver tarde o temprano?

Salgo de la ducha y cojo el albornoz, que cuelga de su gancho en la pared junto al lavabo. Empiezo a contestar desde el momento en que abro la mampara.

-Fue una noche de esas que no te esperas. Llevábamos un mes casados y vino a vernos un buen amigo que no pudo venir a la boda. Cenamos, le contamos la luna de miel, le enseñamos las fotos y, con las copas y el buen rollo, Nacho empezó a contar intimidades del viaje y, lejos de hacerle callar, ni me molestó que le contara las cosas que empezó a contarle… Nuestras tórridas escenas sexuales al aire libre…  Total que, al final, la cosa se fue calentando y terminamos liándola en el salón.

-¿Qué hicisteis?

-Ya te he dicho que el trío surgió de casualidad y, sin embargo, esa noche me depilé… Digamos que tus amigas se han perdido una oportunidad de oro de vivir una experiencia inolvidable…

Se le acaba de iluminar la cara. No ha podido evitar reflejar las ganas que siente de experimentar cosas nuevas. Tiene la misma vitalidad que tenía yo, me recuerda a mí a su edad.

-Así que no estoy tan salida como dicen, ¿No? No es tan raro querer experimentar.

Se levanta, se quita la toalla y la deja sobre el váter. Coge sus potingues del pelo, que había dejado en el lavabo, y se mete en la ducha. No he podido evitar hacerle un escaneo. Su cuerpo me ha recordado que me hago mayor.

-Para nada. Es más, la tía que diga que nunca ha tenido curiosidad por hacer ciertas cosas, miente como una bellaca… Y si, aún así, sigues pensando que estás salida, que sepas que convives con alguien que piensa exactamente igual que tú… Bueno, te dejo el baño para ti solita. Ahora cuando te vengas al salón, seguimos con la charla.

Tengo las tetas caídas, ¡Qué envidia! Es más bajita que yo aunque somos de complexión similar y tenemos el cuerpo parecido. O, al menos, yo lo tuve así una vez.

Al meterme en mi dormitorio me quito el albornoz y lo tiro al suelo, me planto frente al espejo del armario y, como de costumbre, me examino las tetas en busca de bultitos. Es que he adquirido buenos hábitos de prevención y me cuido porque nunca sabes por dónde puede soltarte la vida el palo más duro. Estiro la espalda y saco pecho y comparo la caída actual con la que recuerdo de quince años atrás. Se nota… ahora la tengo más colganderas que antes pero, siendo sincera, no están mal del todo. Lo que pasa es que estoy descargando contra ellas mis propias frustraciones por cómo se ha producido mi divorcio, por todo lo que he perdido.

Un chispazo de lucidez me devuelve a la realidad y destaca el reflejo de mi coño pelón en el espejo y bajo la cabeza para mirarlo.  Me abro los labios con los dedos y reviso cómo ha quedado. En las dos ocasiones anteriores se me habían quedado algunos pelos guerreros sobre el clítoris pero, en esta ocasión, parece que no ha quedado ni uno vivo. Está suavito como el culito de un bebé.

-Vida nueva… -suspiro en voz alta.

Entonces empiezo a pensar en positivo. ¿Qué gano pensando en las cosas que he perdido con Nacho? Es mejor pensar en todas las nuevas que me han venido y en las que aún pueden venir.

El cuerpo me pide que me líe ya el porrito. La marihuana me hace reír y tengo la sensación de que me va a venir bien. Ahora que estoy de rollito positivo es el momento perfecto. Así que salgo del dormitorio y me voy al salón, que es donde tengo las cosas. Abro el cajón, cojo el paquete de tabaco de encima de la mesa y me siento en el sofá para trabajar.

-¿Qué haces?

¡¡Coño!! ¡Qué susto! ¿Y esta de dónde ha salido que no la he sentido venir? Y… ¿de qué se ríe?

-Tenías que ver la cara de susto que has puesto. Por cierto, qué bien huele esa maría ¿Sueles fumar en bolas con frecuencia? Es para ir adaptándome a las costumbres de la casa…

Eso es ironía, un buen comentario.

-También acostumbro a recibir así al pizzero…

Nos echamos a reír. Tiene sentido del humor y se confirma la teoría de que es una yo con quince años menos.

-Me habías dicho antes algo de unas cervecitas, ¿No?

No lo recuerdo pero ¡Anda que me ha dado tiempo para contestar! Conforme lo ha preguntado se ha ido al frigorífico. Tengo la cocina unida al salón por una barra americana y no le quito ojo de encima. Lleva la toalla atada al pecho y… ¿Se ha secado con una toalla pequeña? Joder, si casi no le tapa el culo.

¿De verdad nos vamos a quedar así? ¿En bolas? A mí no me importa, lo he hecho siempre y no me resulta violento si a ella tampoco se lo parece. No pienso pedirle que se quite la toalla desde luego pero, si no me pide que me tape, estoy lo suficientemente cómoda y a gusto como para no tener que hacerlo. Aunque… Yo que sé… Tal vez no sea plan… ¡No! No es plan… Tendría que ponerme algo… Me voy a levantar.

-¿Dónde vas?

-A ponerme algo.

-¿Por qué? Si te soy sincera, soy de andar en bolas por casa y, cuando te he visto desnuda, he visto el cielo abierto. He creído que eras igual que yo…

Y aquí estamos las dos, desnudas y diciéndonos que nos quedemos así. Ella con un par de latas de cerveza en la mano y yo con un canuto de maría…

-Pues… ¡Mira! Tienes razón, ¡¿Qué leches?! Pero echa un poco la cortina grande, que el vecino de enfrente suele salir mucho al balcón y creo que me vigila…

-¿Qué te vigila?

¿Quién no se ha sentido espiada o vigilada alguna vez? He pillado a mi vecino muchas veces en su balcón mirando mi casa. Pero no de ahora sino desde que nos vinimos a vivir aquí Nacho y yo aquí. El caso es que no me da buen rollo ese tío y prefiero que, de mi vida, sepa cuanto menos mejor.

Me acabo de acordar de una foto que me hizo Nacho, la del trasluz del visillo, mientras le cuento lo del vecino. Irene ha levantado el brazo para tirar de la cortina y ha puesto la misma pose que puse yo para aquella foto. El contraluz le dibuja la silueta desnuda de espaldas como a mí. Otra cosa no sé pero, de mis años con Nacho, me quedo con un estupendo book erótico. Bueno, y con cientos de fotografías mucho más pornográficas que también me gustan y que conservo por ello. Ahí, en el ordenador, están todas.

Y el caso es que, ahora que lo pienso, debería guardarlas en otro sitio, no sea que a Irene le de un día por explorar por el disco duro buscando alguna peli que ponerse en la tele y se las encuentre.

-¡Eah! ¡Ya no hay vecino que nos moleste! Por cierto, que sepas que no me he olvidado de lo que me has dicho del trío que te montaste y quiero que me lo cuentes con pelos y señales.

Claro que también las puedo aprovechar y usarlas como ilustraciones gráficas de lo que mola un buen trío. También tengo las fotos de aquella noche.

Le paso el porro, me abro la lata de cerveza y cojo el mando de la tele para encenderla.

-¿A ti te parece apropiado que dos mujeres casi desconocidas estén desnudas, bebiendo y fumando, y se cuenten sus intimidades sexuales? –pregunto.

-Me ofendes con eso de desconocidas. Tú misma me has dicho en el baño que pensamos igual, así que tengo la impresión de que, en realidad, me conoces muy bien…

Eso parece… Voy a encender también el ordenador por si acaso…

Mientras le cuento la historia del trío observo cómo reacciona. Y me sorprende que, aparte de los comentarios que hace siguiendo el hilo del relato, no puede evitar devorarme de vez en cuando con la mirada. Ha habido una ocasión en la que se le han ido los ojos al coño que solo le ha faltado relamerse.

Nacho nunca lo supo pero, en mis años de universidad, fui una habitual de las orgias lésbicas de mi colegio mayor. Así que estoy totalmente convencida de que sé con qué ojos me está mirando Irene. Y esta no le hace ascos a nada.  Y está buena…

-¿Y tú qué? ¿Cuáles son tus secretos inconfesables?

-Mi vida es mucho más aburrida. Mi mayor locura fue la temporada que, siendo adolescentes, mi prima y yo nos masturbábamos juntas en casa viendo el superpop…

Esa frase está incompleta, lo sé. Y creo que me lo ha leído en la mirada que le estoy echando.

-…Y las dos veces que follamos…

¡¿Ves tú?! Sabía yo que la ecuación primas y superpop tenía que ir más allá de la simple paja. Más aún cuando, por lo que veo, somos tan iguales. Seguro que tiene historias jugosas que contar. Y tenemos tarde para cascar largo y tendido. Aunque, como siga mirándome así, tal vez aprovechemos la tarde para otros menesteres…

¡¿Pero cómo puedo estar pensando en follarme a mi inquilina?!

-¿No has vuelto a liarte con una tía aparte de con tu prima?

-No. Desde que caté el sexo con los tíos no me ha vuelto a apetecer liarme con una chica. Me lo paso mejor follando con ellos y, como me resulta tan fácil…

No me extraña. Con ese desparpajo es normal que sepas camelarte a quien te dé la gana.

-¿Cuándo fue la última vez que echaste un polvo?

-Hace dos semanas -¡Mierda! Acabo de leer en su mirada su próxima pregunta. ¡Y la respuesta es muy triste!- ¿Y tú?

-seis meses –me quejo.

-¡Venga ya! ¿Y cómo lo soportas?

-Me desahogo con el porno

Este es un buen momento para enseñarle la videoteca que tengo en el ordenador. Por la forma en que se está riendo seguro que, antes o después, querrá ver alguna peli.

-¡Ojito a esta carpeta! Aquí tengo las películas que me he ido descargando y me han gustado. ¿Tú le pegas al porno?

-Son un recurso pero, para este tipo de películas, yo soy más de cine erótico.

-¡Esas están en esta otra carpeta!

-¿Todo eso son carpetas de porno? ¡A ver! Amas de casa, asiáticas…

-Esas son de fotos. El cine está en estas dos.

-¡¿También te gustan las fotos?! ¿Y son fotos de mujeres? Esto… ¿Tú que hacías casada con Nacho…?

-Que me engatusó con su sexo masculino, me pasó lo que a ti…

-bueno, ¿Y esto de las fotos de mujeres entonces a qué se debe? ¿Las echabas de menos en secreto?

-Formaban parte de algo que tenía con él…

-Pero las conservas… ¿Por qué?

Como dice el refrán: “Una imagen vale más que mil palabras”.

-Mira esta foto. Fíjate en todo y avísame cuando creas haberla memorizado…

-Tampoco hay mucho que memorizar.

-Tú hazme caso y observa…

Va a flipar. Primero cuando descubra que usábamos las fotos de internet para hacérmelas yo iguales, imitándolas, y, segundo, cuando caiga en la cuenta de que le estoy enseñando fotos íntimas mías. Que una cosa es que estemos aquí desnudas y desinhibidas y otra bien distinta que, aparte de verme desnuda y desinhibida, también me vea zorra.

-Ya.

Me estoy poniendo cachonda con la de cosas que se me están pasando por la cabeza. Una vez que vea la foto, ya no habrá vuelta atrás y, si es como creo que es, va a querer perder el control como ya lo he perdido yo…

-¡Hostias! ¡Tía! ¡Qué caña!... Está de puta madre… ¡¡Coño!! Jajajajajja ¡Si hasta está la taza de los teletubbies! Me gusta más esta, ¡¿Dónde va a parar?! Tú estás mucho más buena que la china… ¿Tienes más?

¡Tantas como para pasar la tarde entera viéndome!

-Alguna que otra…

-¿Me enseñas otra?

Nacho era tan tiquismiquis que hasta creó una carpeta que contiene fotos editadas en las que se muestran las dos imágenes: La original y mi imitación. No os he dicho cómo de íntimas son las fotos pero, para que os hagáis una idea, todo son posados en los que, en la que más ropa llevo, voy en camisón y bata y, en la que más muestro, se me ven en acción mis tres orificios. Son más de doscientas fotos y no tengo ni idea del orden en que están guardadas, así que puede aparecer cualquier cosa en cualquier momento. Y me estoy acordando ahora mismo de varias fotos que son muy guarras…

¡¿Y qué más da?! Yo pongo la presentación fotográfica y que salga el sol por Antequera…

No dice nada, está ensimismada viendo las fotos. Sin embargo, su cara sí que me dice muchas cosas conforme va viendo imágenes nuevas.  Las está disfrutando y parece no escandalizarse a pesar de haberme visto ya un par de veces abierta de piernas y con una polla en la boca.

-No me da tiempo a ver los detalles, las fotos pasan muy deprisa. Pero menuda elementa estás hecha… Imagino que ese rabo era el de Nacho, ¿No? –asiento –Pues gasta buena polla. ¿Puedo preguntar por qué os habéis separado?

-Un desgaste muy gordo… Pasábamos más tiempo peleados que bien y, al final, ni quedó amor, ni quedaron ganas de arreglarlo, ni quedó nada… Le pedí que se fuera y no me puso ni un pero. Se puso de pie, cogió su maricona y se fue. Al día siguiente se llevó todas sus cosas mientras yo estaba en el trabajo y me dejó una nota diciéndome que llamara a Luis, un amigo nuestro que es abogado, que es quien se está encargando de llevarnos el divorcio.

-¿Que qué? ¿Qué le dijiste que se fuera y, en ese mismo momento, se levantó y se fue?

-¡Digo si se fue! No he vuelto a verle ni a hablar con él desde entonces.

-¡Tía! Esa ruptura no es normal

-Ni nosotros tampoco lo éramos… Lo somos… La verdad es que los dos tenemos nuestras cosas.

-Pero teníais un sexo cojonudo, por lo que veo… ¿No dicen que el sexo mantiene a las parejas unidas?

Acabas de dar con el quid de la cuestión…

-Hasta que llega el día en que a alguien se le ocurre pensar que tiene derecho a ponerle precio al tuyo… Yo podía ser la más puta del mundo con él, pero solo con él. Y eso no le daba derecho a dar por hecho que me parecería bien ser igual de puta pero por dinero

-¿Te propuso que te prostituyeras?

-Y no entendió que me negara en rotundo.

Y ese fue el principio del fin. Desde aquel día hasta en el que le pedí que se fuera, la relación entró en barrena y los dos hicimos muchísimas tonterías. Era necesario, así descubrimos que teníamos menos cosas en común de las que imaginábamos y comprendimos que nuestro futuro era imposible. Habría pasado antes o después y, sinceramente, me alegro de que haya sido ahora y no con niños de por medio, por ejemplo. ¡Ah! ¡No! Que, el señorito, no quería tener hijos…

-Pues, mira, mejor… Alguien que no es capaz de captar lo especial que eres y lo confunde con lo que no es, no se merece estar a tu lado.

¿Lo especial que soy?

-¿Qué tengo de especial?

-¿A que no solo te has hecho fotos?

Pues no, obviamente. Y menos desde que las cámaras de fotos también graban videos. Pero no tengo ni idea de qué tiene que ver que me haya grabado en video con que sea especial. Voy a ponerle uno que viene al pelo…

-¡Para un momento! –La miro perpleja- ¿Qué ibas a hacer? ¿Ponerme un video?

-Es lo que me has preguntado, ¿No? Quiero ponerte uno que me gusta mucho.

-¿Por qué quieres ponérmelo? ¿De verdad no te importa que te vea follando?

-En este no salgo follando. Salgo desnuda pero no follando. Además te lo quiero poner porque sí, porque estamos de casquina hablando de nuestras vidas sexuales y resulta que yo tengo imágenes de la mía que me traen buenos recuerdos y que no me importa compartir contigo porque, aunque ninguna de las dos hayamos sido capaces de decirlo, estamos cachondas desde hace un rato. Me recuerdas a mí a tu edad y yo, a tu edad, cuando estaba desnuda con una amiga, bebiendo y fumando porros, siempre estaba cachonda, y me encantaba estar cachonda… Has llegado a mi vida, eres mi compañera de piso, mi amiga y estoy súper a gusto manteniendo esta charla contigo. No sé qué coño tiene que ver que me haya grabado en video con que sea especial pero, si tengo videos para enseñarte, te los enseño…

-No, lo que tiene que ver es que te de igual ponerme un video tuyo, no el contenido del mismo. Eso es lo que te hace especial, esta libertad sexual que tienes.

-¿Qué tiene de especial? Tu eres igual que yo, ¿No? Si estuviéramos en el caso contrario y fueras tú la de las fotos, ¿Acaso no harías lo mismo? –Esa mirada… -¡¿Serás cabrona?! ¡¿Dónde están tus fotos?!

-Hazte otro porro mientras las paso a un pincho. Tiene USB ese ordenador, ¿No?

-Tráete otras dos birras cuando vengas.

Es evidente que vamos a terminar echando un buen polvo pero que no tenemos ninguna prisa. Ya están todas las cartas boca arriba y podemos disfrutar del calentón cuanto nos apetezca que no nos sorprenderemos cuando, sin más, cualquiera de las dos decida pasar a mayores.

Veamos hasta dónde llega, que aún tengo una sorpresa en la recámara… Voy a liarme ese canuto.

-¿Tú qué opinas de hacer lo que me propuso Nacho ahora que él no está?

-¿El qué? –Grita desde su habitación- ¿Lo de meterte a puta?

-No necesariamente a puta… Hay otras formas de ganar dinero con el sexo…

-Esto lo enchufo aquí, ¿No?

Ya venía de regreso conforme le he contestado. Definitivamente está buenísima. Tiene unas caderas espectaculares y una cinturilla de avispa que me da mucha envidia. ¿Dónde va? ¡Ah! A por las cervezas… A ver que abra la ventana del explorador… ¡Coño!

-¡Nena! ¡¿Así? ¿Sin anestesia ni ná?!

Hija de puta, cómo le dilata el coño. ¡Qué pedazo de vibrador!

-¡Tía! ¡¿Qué haces que no me esperas?!

-Ha saltado solo…

-¡Sí! ¡Ya!.. Solo… Pues sí, sin anestesia ni ná. Es que no te creas tú que tengo muchas fotos. En realidad solo me he hecho fotos así dos veces. Es que no tengo cámara

-¿Quién te las hizo entonces?

-El novio de una de mis sosas ex compañeras…

-¡¡¿Qué me estás contando?!!

A esta niña no es que le vaya la marcha, es que no tiene límites. ¡¿Pero cómo se le ocurre?! Tía, que pones al chaval en un compromiso como se le escape algo. ¿Y cómo no te da ná hacer estas guarradas, que mira que se te ve puta, delante del novio de otra? Pero, claro, ¿Qué te va a dar? Si, en realidad, es que disfrutas con la provocación. Te excita provocar… Así que, ahora que lo pienso, llevas provocándome el mismo rato que te llevo provocando yo a ti, desde que nos vimos desnudas en el baño. Acabas de terminar de emputecerme, cabrona…

-¿Te como el coño ya o nos esperamos a que terminen las fotos?...

Se ha abierto de piernas y me está devorando con la mirada. Supongo que entenderéis que me lance a disfrutar de los placeres carnales y deje de pensar por escrito, ¿verdad? ¡Gracias! Ya os contaré…