El libertino 10

Por fin el culo es suyo

ANTERIOR:

-Prepárate, que ahora paso. -Dijo mientras entraba en su habitación.

Patricia, le envió una mirada asesina a Daniela y entró en la suya.

Poco después Marco llamaba a la puerta de Patricia, que le abrió con el camisón corto y transparente. Él entró, cerró la puerta y se fundió con ella en un profundo beso mientras sus manos recorrían su cuerpo en suaves caricias. La notó tensa y se lo dijo.

Y AHORA:

-¿Qué te pasa? No estas relajada.

-Tengo un poco de miedo al dolor, el otro día no fue mucho pero quedé dolorida y temo que me duela más.

-No te preocupes, te lo haré muy suave.

La llevó hasta la cama y siguió besándola y acariciándola hasta que consiguió que se relajara. Cuando inició el recorrido de sus muslos y llegó hasta el coño, se encontró con el plug grande insertado en el culo.

La miró sonriente y ella, sonrojada, le dijo:

-Quiero estar preparada para ti…

Marco volvió a besarla con pasión, le retiró el plug, y repartió abundante lubricante por el abierto ano, algo más por su coño y abundante por su erección, ya dolorosa. Como la vez anterior, volvió a introducirla ligeramente en el coño, la sacó, puso el glande en la entrada de su ano, hizo una ligera presión y fue absorbido por el culo sin esfuerzo.

Entre folladas de culo y comidas de coño, Marco le sacó tres orgasmos y él consiguió dos. Después de esto, se quedaron dormidos hasta el día siguiente.

A la mañana siguiente, Marco estuvo haciendo gestiones y en el desayuno les informó que Daniela volvía a España por la tarde, en el vuelo previsto y que Patricia y él se iban a Roma, Lo que llenó de alegría a Patricia, solamente le quedó la pena de no poder decirle a la otra: “Te jodes”.

Tras dejar las maletas en la habitación del hotel romano, salieron a visitar la ciudad, recorriendo sus calles y monumentos. En un momento determinado, al pasar frente a un sex shop, a Marco se le ocurrió una idea.

-Vamos a entrar aquí.

-No, no. Yo no. Me da vergüenza.

-Sí, sí. Si no, nos volvemos a España y aquí termina la prueba de tu culito. Y procura hacerme caso siempre.

Con ella muerta de vergüenza entraron ambos en la tienda. No había nadie y Marco se acercó a la dependienta y con todo descaro preguntó:

-Querríamos un pene de goma del diámetro del mío o poco más.

-Por supuesto, señor, ¿Cuál es su diámetro?

-… No lo sé, nunca me la he medido.

-Entonces, tendrá que ponérsela dura y la mediremos. Prefiere la intimidad de una cabina, masturbarse, que se la chupe su pareja o que se la chupe yo.

-Prefiero que me la chupen.

-Ya lo hago yo. –Saltó Patricia.

-Bien el señor desea cabina o prefiere aquí mismo.

-Aquí está bien.

Y procedió a sacarse la polla que se encontraba ya algo erecta.

-Madre mía, ¡qué hermosa polla! Qué maravilla. De estas se ven pocas. Si no quieres, lo haré yo.

Patricia ante la perspectiva, se inclinó hacia ella y, doblada en ángulo recto, se la metió en la boca he inició algo que podía ser cualquier cosa menos una mamada. La dependienta se arrodilló a su lado, la apartó suavemente y le dijo.

-¡Fíjate!

Empezó a lamer la polla desde la pelvis a la punta, dándole rápidos toques sobre glande y rodeándolo con la lengua, haciendo que consiguiese mayor consistencia, luego se la metió entera en la boca y la chupó al tiempo que metía y sacaba, con otro repaso de lengua al llegar a la punta.

La polla creció y engordó rápidamente, hasta que llegó a su punto máximo, que hacía difícil seguir con la mamada. Se separó y con un metro de medir tallas, midió el diámetro. Luego buscó en el stock hasta que encontró uno que sobrepasaba la medida en medio cm.

-¿Podemos probarlo?

-Sí, pero tendrán que llevárselo o por lo menos, pagarlo. Pueden pasar a las cabinas.

Compró un tubo de lubricante y se metieron en una cabina. Patricia ese día iba con pantalones. Marco le dijo que se los bajase junto a las bragas, por cierto, nada sexis, y se doblase en ángulo recto.

Cuando lo hizo, se dio cuenta de que llevaba el plug puesto. Lo sacó, untó el pene de goma y el ano con lubricante y procedió a metérselo por el culo, que entró con muy poco esfuerzo.

-No te muevas. –Le dijo

Marco se asomó a la tienda y pidió a la dependienta que le trajese un plug de diámetro similar.

Cuando la dependienta entró, Patricia volvió a ponerse roja, pensando en la escena que estaba viendo la otra: su culo en primer plano, con la polla de goma clavada en él y su coño que probablemente se vería húmedo, pues en el fondo se encontraba muy excitada , pero no dijo nada, ni se movió. Marco le sacó el pene de goma, volvió a untar crema lubricante y le metió el plug en su lugar.

-¡Vístete!

Las bragas grandes y el pantalón contribuirían a que no se saliese. Y mientras se vestía:

-Prepárenos la cuenta y deme algo, si puede ser, para limpiar esto.

-Démelo que yo se lo limpiaré.

Cuando la dependienta se marchó, Marco, al que todo aquello lo había excitado tanto que tenía una fuerte erección, se sacó la polla y le dijo a Patricia:

-Esto hay que terminarlo. Lo terminas tú o llamo a la dependienta.

Por toda respuesta, ella se arrodilló ante él, tomo la polla con ambas manos y se llevó el glande a la boca. No le cabía más.

Lo rodeaba con la lengua, se lo metía en la boca y le daba lengüetazos en la punta, al tiempo que lo masturbaba con ambas manos. Él estaba tan excitado que aguantó poco, a pesar del pésimo trabajo de ella. Unos minutos después, le anunció su corrida.

-Estoy a punto de correrme y quiero hacerlo en tu boca, recibe toda mi corrida, trágatela y déjame la polla bien limpia. Lo… has… entendidooooaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhh.

Marco se corrió presionando la cabeza de Patricia contra su polla, que le forzó la entrada un poco más.

Cuando acabó de soltar toda la leche y la liberó, ella se apartó tosiendo y con arcadas, pero con la boca vacía.

-Ahora vuelve a chuparla hasta que esté totalmente limpia.

Ella lo hizo, sin dar muestras de asco ni de cualquier otro tipo de desagrado. Cuando terminó, el mismo se la guardó en el pantalón y le pasó un pañuelo para que se limpiase unas gotitas que habían escapado de sus labios.

Cuando salieron, Patricia buscó esconderse tras una estantería, simulando mirar alguna cosa, pero sin fijarse en lo que había (penes gruesos y entre 30 y 40 cm de largos), mientras Marco pagaba todo y dejaba una buena propina.

-Muchas gracias, señor, y si quiere algo de mí, en pareja o los tres juntos, no tiene más que llamarme. Estoy aquí todo el día.

Y le dio una tarjeta del local, con su número particular anotado a mano.

Marco dio las gracias y fue a buscar a Patricia.

-Quizá me he equivocado al comprar el pene de goma.

-¿Por qué?

-Porque veo que te gustan más grandes y gruesos que el mío.

Entonces se dio cuenta Patricia de lo que tenía delante y tapándose la cara, muerta de vergüenza, salió rápidamente a la calle. Seguida de Marco.

-Dios mío, ¡qué vergüenza!. Te juro que no los estaba mirando, solamente intentaba ocultarme de la dependienta.

Marco la abrazó y ella se pegó a su pecho.

-Marco, ¿puedo hacerte una pregunta?

-Dime.

-Si hablas italiano, ¿por qué te has traído una traductora?

-Por varias razones: Una, para que me diese más tiempo a pensar las respuestas, dos, para que los clientes hablasen entre sí, pensando que no les entendía, tres, porque no domino totalmente el idioma y hay giros y palabras que se me escapan y cuatro, porque Daniela es una gran folladora.

Patricia se quedó callada un momento y:

-Otra cosa. ¿Te importa que cambiemos las condiciones de nuestras relaciones?

-¿Qué propones?

-Quiero que sean todos los días o cuando tú quieras, donde tú quieras y por donde tú quieras.

-¿Y cuando quieres que empecemos?

-Cuando tú quieras.

Marco tomó la mano de ella y siguieron visitando la ciudad. Parecían una pareja normar, si no fuese por la incomodidad que se apreciaba en ella al andar.

Un tiempo después, con una buena caminata a cuestas:

-Marco.

-Dime

-El plug me está irritando el ano.

-¡Pues sácatelo!

-¿Dónde?

-Aquí mismo.

-¡Ppp Pero no puedo sacarlo en medio de la calle! Tengo que bajarme los pantalones y las bragas!

Marco la llevó hasta un parque cercano y busco hasta encontrar en parterre de plantas lo bastante altas como para ocultarla de cintura para abajo.

-Entra ahí en medio y sácatelo.

-Ppp… Pero… ¿no podemos ir a un bar o baño público?

-Te he dicho que ahí. No me hagas repetirlo.

Ella se metió entre las plantas e hizo intención de agacharse.

-No, no. Hazlo de pie.

Ella se bajó rápidamente pantalón y bragas y en un visto y no visto se sacó el plug y volvió a subir todo.

-No corras, -le pasó un pañuelo doblado- Vuelve a bajarte todo y ponte esto a modo de compresa. No quedaría bien que fueses con el pantalón sucio.

Sin recuperar su color natural, se volvió a bajar los pantalones, se puso el pañuelo en el culo a modo de compresa y recompuso su figura.

Cuando fue a guardar el plug en el bolso, Marco le dijo que ya había cumplido su función y que lo tirase, cosa que hizo en la primer papelera que encontró.

Entre unas cosas y otras, se hizo hora de comer. Marco eligió un buen restaurante y al terminar, Marco, la invitó a echar una siesta, invitación que ella no rechazó.

En la habitación, Marco la fue desnudando poco a poco entre besos y caricias mientras ella le hacía lo mismo a él, pero con torpeza.

La recostó en la cama y se puso a su lado. Siguió besándola, labios, cuello, lóbulos. Bajó hasta sus pechos, lamió sus pezones, los lamió y chupó como si fuera el mejor manjar que había llevado a su boca. Lo repitió una y otra vez buscando que se relajase.

Volvió a poner una almohada bajo su culo. Eso la relajó, porque pensaba que la iba a desvirgar y temía el dolor.

Luego volvió a sus pechos, bajó por su abdomen, jugó con la lengua en su ombligo, poco a poco bajó hasta su pubis abrió sus piernas e introdujo la lengua en su coño.

-OOOOhhhhh, sigue, sigue. No pareeees.

A estas alturas, ya sabía lo que venía y su excitación crecía rápidamente. Sus gemidos denotaban esa excitación y su incremento anunciaba la proximidad del final. Con las piernas abrazaba su cabeza para que no se apartase y con las manos aumentaba la presión sobre su clítoris.

Tuvo un gran orgasmo, hasta el punto de que emitió gran cantidad de líquidos, que mojaron la cara de Marco y la cama, aunque ella no fue consciente.

Mientras se recuperaba, Marco estuvo recorriendo su coño arriba y abajo con la punta de la polla.

Para distraerla, hizo lo mismo de la primera vez: Repartió lubricante por su polla, coño y ano.

Las veces anteriores había metido la polla en el coño hasta encontrar la resistencia del himen y esta vez hizo lo mismo. Con las piernas sobre los hombros, caricias sobre el inflamado clítoris y ella gimiendo de placer, dio el empujón necesario y traspasó la barrera que la declaraba virgen y la convertía en mujer. Su mujer.

Ella casi no se dio cuenta. Notó un ligero dolor, al que no dio importancia, acostumbrada ya a dolores por la parte baja y luego sintió que algo la llenaba por dentro. Marco se contuvo un tiempo para que ella se acostumbrase, pero la impaciencia y la excitación hicieron que esa espera fuese más breve de lo deseado.

No obstante, la mucha lubricación hizo que ella no sintiese grandes molestias. La polla entraba y salía con facilidad, el movimiento era lento y las caricias sobre el clítoris, constantes.

-MMMMMMMMMMMM- Gemía ella.

Él seguía entrando y saliendo de su estrecho coño. Nunca había conocido uno tan estrecho.

-SIGUE, SIGUE. –Le animaba Patricia.

Y Marco seguía.

-No pares, no pares, NO PARES, ME CORROOOOOOO.

Y Marco no paró. Siguió follando y acariciándola hasta que le sacó dos orgasmos más. Con el segundo le llenó el coño de leche y se dejó caer a su lado.

Patricia pasó del éxtasis al sueño, mientras Marco la miraba feliz. Había conseguido una esposa que lo amaba y a la que amaba, que era suya y pensaba que lo sería siempre y que estaba dispuesta a compartirlo todo y a satisfacerle en todo. Para él, un machista próximo al libro, era toda la sumisión que esperaba de una esposa.

Mentalmente agradeció la ocurrencia de los abuelos para su matrimonio.

La tarde no acabó ahí. Dos horas después le estaba follando el culo. En la ducha, la folló por culo y coño y una hora después, de nuevo el coño. Quedaron los dos derrengados. Patricia con sus partes en carne viva y Marco con irritación.

-Marco. ¿Ya no soy virgen?

-De ningún agujero.

-No sé por qué mi amiga me lo contó así.

A su vuelta, el sexo siguió igual: diario y muy placentero, sobre todo para Patricia.

Poco después, Marco tuvo que viajar a China, Corea y Taiwán. Cuando en la cena se lo dijo a Patricia, esta le preguntó:

-¿Te vas a llevar a alguien?

-Si, por supuesto.

-¿La conozco?

-Claro que sí.

-¿A Daniela?

-No

-¿A quién entonces?

-A ti.

-¡¡¡IDIOTA!!! Lo has hecho para darme celos-Dijo ante las carcajadas de Marco.

Se acercó a ella, la besó y la arrastró de la mano hasta el dormitorio, donde estuvieron follando hasta agotarse. Luego le explicó que buscarían una intérprete allí y con ella y con lo que ambos sabían de inglés, más Patricia que él, podrían defenderse.

El viaje largo y pesado, el hotel magnífico. Patricia frunció el ceño cuando en recepción le hablaron de las dos habitaciones reservadas.

-¿Por qué dos habitaciones? ¿Piensas traerte a alguien a tu cama?

-No creo que quepamos los tres. Una es para la intérprete, la otra para nosotros. Quiero tenerla cerca en todo momento por si la necesitamos. Nos acompañará a todos los sitios que vayamos.

Una vez terminado el ingreso, el recepcionista hizo una señal a alguien de detrás de ellos y se acercó una muchacha, casi una niña, presentándose con el nombre de Yun, con toda la parafernalia de saludos, como la intérprete que les acompañaría.

Aunque su secretaria ya lo habría solicitado así, a Marco le pareció conveniente informar a la muchacha de que iba a dormir en el hotel (le dio una tarjeta llave), y que viajarían a Taiwán y Corea. Y que la necesitarían durante un mes aproximadamente.

Puestos de acuerdo, fueron a las habitaciones. Como era tarde, quedaron en cambiarse, bajar a cenar e ir luego a dormir.

CONTINUARÁ

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AMORBOSO