El libertino 08

Semana fértil desaprovechada. Anuncio de viajes

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Al terminar la cena, Marco, con toda mala intención, le dijo:

-¿Te apetece que probemos ese culito?

Ella no dijo nada. Se levantó y se encerró en su habitación.

Y AHORA:

El resto de los días fueron igual, beso cobra, cenas en silencio, pregunta repetida y a dormir. Entre ellos pasó un fin de semana en que Marco no salió de casa.

Un día después del terminar el designado como “periodo fértil”, durante la cena, Marco explicó a Patricia que una importante empresa farmacéutica iba a montar una cadena de preparación de productos totalmente automatizada y que habían seleccionado la oferta que les hizo en nombre de la empresa de su abuelo para que hiciesen las máquinas y el montaje.

El diseño lo había hecho su empresa e incluía varios cientos de procesadores, diseño de la empresa de Marco, además de la mecánica, para lo que la empresa de su abuelo estaba mejor capacitada.

Iba a suponer muchos millones de beneficios para ambas empresas, además de trabajo durante un par de años al menos.

Le estaba diciendo:

-… Tendré que viajar a China, Japón y Corea para que nos…

Y le interrumpió el teléfono. Marco, viendo que era Rafael, el abuelo de Patricia, puso manos libres y le avisó de que ambos escuchaban.

-Marco, hijo mío, acabo de recibir la noticia. No solamente has sacado a la empresa del borde de la ruina, sino que le has dado una gran inyección de oxígeno. ¿Ya lo sabe Patricia?

-P: Si, abuelo, ahora me lo estaba contando. Es muy buena noticia, pero todavía no ha terminado de hacerlo.

-A: bueno, pues os dejo. Solamente quería agradecer a Marco lo que ha conseguido para la empresa.

Cortaron la llamada y Marco pensó que le había venido muy bien la interrupción y en el momento justo. A idea siguió con el relato pero desde otro punto.

-Va a ser una de las mayores empresas farmacéuticas. Todo el proceso automatizado, empezando por el de mezcla de sustancias químicas que luego se dirigirán automáticamente a las líneas de envasado de sólido, cremas o líquidos sin intervención humana…

-Sí, pero me estabas hablando de ir de viaje…

-¡Ah! Sí. Tendré que viajar a China, Japón y Corea para una larga estancia, con el fin de controlar la producción y pruebas de los circuitos electrónicos que se montarán en las máquinas.

-¿Cuentas conmigo para ir también?

-No. Serán días de desplazamiento entre los tres países y no podré prestarte mucha atención. No obstante todavía falta bastante tiempo. Aún hay que contactar con las empresas y tienen que facilitar los presupuestos.

-Pero a mí me gustaría ir.

-Entonces iremos cuando podamos celebrar nuestro viaje de novios.

-¿Y cuándo será eso?

-Cuando no solamente estemos casados sino que además seamos matrimonio.

-Casados estamos. ¿Qué falta para que seamos matrimonio?

-De ti depende. Aunque no sean días fértiles, te repito la pregunta: ¿Te apetece que probemos ese culito?

Patricia se quedó callada un momento, se levantó y se fue llorando a su habitación. Marco también fue a su habitación, pero a cambiarse y salir para juntarse con los amigos y lo que surgiese, no en vano estaba más caliente que un volcán.

Y esa noche también se fue al apartamento de soltero. Esta vez de una morena de exuberantes tetas, que en su cabeza le resultó parecida a Patricia, cuando no tenía ningún parecido con ella, ni siquiera por pura casualidad.

Ya en el dormitorio, de pie, junto a la cama, le comía la boca con pasión, mientras la iba desnudando poco a poco. A ella le resultó más fácil, pues Marco solamente llevaba pantalón y camisa, sin ropa interior, quedando desnudo en un momento.

Ella quiso arrodillarse ante él, pero no le dejó. Le había sacado el top y, mientras seguía besándola e iba cambiando entre el cuello y el lóbulo de la oreja, soltó el sujetador que contenía los dos hermosos cántaros y bajó a lamer y chupar los gordos pezones que los coronaban.

Al mismo tiempo, soltaba el botón que cerraba su corta falda dejándola con un breve tanga, que apartó a un lado para recorrer el borde de los labios con el dedo, notando la humedad que empezaba a formarse en ellos.

Cuando ya estaba bien mojada, la hizo ponerse a cuatro patas en la cama y se situó tras ella. Le repasó ano y coño con grandes lametazos, llevando la humedad al ano y provechando para ir metiendo primero un dedo y luego dos.

Al fin, su paciencia se terminó. Por primera vez en su vida estaba ansioso por encular a “Patricia”.

Le quitó el tanga, apoyó el glande a la entrada de su ano y fue metiéndolo despacio. La entrada se iba abriendo conforme empujaba, mientras ella emitía una mezcla de gemidos entre el dolor y el placer.

Cuando la tuvo toda dentro esperó unos segundos para que se adaptase bien y empezó a follarla con fuerza, al mismo tiempo que acariciaba su clítoris. Coincidiendo con el segundo orgasmo de ella, le lleno el culo de lefa.

Estuvieron más de dos horas follando de todas las formas posibles, hasta que ambos se quedaron dormidos.

Ya estaba avanzada la mañana, cuando Marco entraba en casa para cambiarse de ropa. Patricia se encontraba en la cocina, con un desayuno sin tocar. Cuando se acercó, como siempre que llegaba a casa, para darle un beso en la mejilla, le dijo:

-¿De dónde vienes? Anoche te estuve esperando hasta muy tarde.

-Los amigos organizaron una fiesta y he dormido allí.

-¿Con mujeres?

-…

-Voy a cambiarme de ropa.

Cuando volvió, una vez cambiado, Patricia, seguía en la misma posición. Se acercó a la cafetera y mientras se preparaba un café, oyó a Patricia decir:

-¿Ya no me vas a hacer la pregunta?

-¿Qué pregunta?

-La de… La de probar “eso”.

-Ahora no. Te la haré esta noche, después de cenar.

A media tarde la llamó por teléfono, pidiéndole que estuviese preparada a las 8:30 porque pasaría a recogerla para cenar fuera.

Patricia, se vistió para salir con un fino y ajustado vestido negro de espalda al aire y sin ropa interior, pues cuando la probó se le marcaba todo. Lo había comprado, aconsejada por la dependienta, para conquistar a Marco y conseguir que la llevase a la cama.

Cuando se vio en el espejo, se puso roja de vergüenza al ver que en la imagen que le devolvía, parecía estar desnuda. Pero no quiso cambiarse

Al ir a recogerla, la vio tan preciosa que estuvo a punto de enviar todo a paseo, llevársela a la cama y follarla hasta reventar, pero se contuvo con un gran esfuerzo y salieron a un restaurante cercano donde daban buena comida.

-Estas preciosa. – Le dijo al tiempo que depositaba un beso en su mejilla.

-Gracias.

Durante la cena, hablaron animadamente de diversos temas. A Marco le recodaba a sus primeras citas. No dejaba de mirarla. Ya terminada la cena, Patricia llevó la conversación al trabajo y de esta surgió la pregunta:

-¿Para cuando tienes el viaje a China, Japón y Corea?

-Todavía se están ultimando detalles, pero si te puedo decir que no será Japón, sino Taiwán. Las fechas están sin concretar. Puede que antes tenga que hacer un viaje a Milán, pero ya te lo confirmaré.

Ya se habían levantado de la mesa por lo que Marco no se dio cuenta del impacto que esas palabras hicieron en ella, pero se recuperó rápidamente sin decir nada.

Dado que el restaurante estaba cerca de su casa, iban andando por lo que Marco la tomó de la mano al salir, pero al poco rato, ella se soltó y empezó a frotarse las manos. El volvió a tomarla y un momento después estaba igual.

-¿Qué te pasa? ¿Por qué te frotas tanto las manos?

-Me he puesto muy nerviosa por lo que va a ocurrir.

-¿Tienes miedo?

-Mucho

-¿Por qué?

Y le contó la conversación con su amiga, sobre todo lo del sexo anal y el terrible dolor. Marco le dio ánimos:

-Verás como no es para tanto.

Pasó un brazo por sus hombros y le dio un beso en el pelo. Luego siguieron el camino a casa en silencio.

Cuando llegaron, Marco la llevó de la mano directamente a su habitación. Allí la abrazó y le dio un profundo beso, al que ella tardó un poco a responder y lo hizo con torpeza. Mientras, le fue bajando la cremallera que cerraba el vestido. Cuando se separaron, ese vestido cayó al suelo, dejando a Patricia totalmente desnuda.

Marco sufrió una dolorosa erección y de nuevo estuvo a punto de follarla allí mismo, pero, de nuevo con gran fuerza de voluntad, retiró ese pensamiento de su cabeza y volvió a besarla con más pasión que la vez anterior. Cuando se separaron, Patricia preguntó:

-¿Qué tengo que hacer?

Marco pensó un momento y le dijo:

-Sube a la cama y ponte a cuatro patas.

Mientras ella lo hacía, Marco sacó una caja de uno de los cajones y se acercó. Patricia lo miraba hacer intrigada. Ya junto a ella. La abrió y le explicó:

-¿Sabes qué es esto?

-No.

-Esto son plugs para dilatar el ano. Esperaba utilizarlos cuando nuestras relaciones fuesen normales, pero vistas las circunstancias, vamos a empezar a utilizarlos ya.

-Como verás, son de distintos grosores y tamaños, que van desde el más fino al más grueso. Cada mañana deberás meterte uno por el culo de diámetro mayor que el del día anterior. El que te quites, lo limpiarás bien y lo meterás en la caja y así hasta que termines con todos. ¿Entendido hasta aquí?

-Si

-Ahora voy a ponerte yo el primero. Como es más o menos igual que mi dedo, empezaré con este para luego cambiado por el que dejaremos fijo. Observa como lo hago:

-Primero lo untarás con este aceite lubricante, como yo hago con mi dedo y luego lubricarás bien tu ano así.

Cuando Marco se hubo lubricado bien el dedo, lo apoyo sobre el ano de Patricia, rodeando y presionando el centro del fruncido agujero, pero no cedía a las presiones. Cada vez que intentaba introducir un poco la yema del dedo, se encontraba con una férrea resistencia que le impedía la entrada.

-ZASSSS, ZASSSS

Dos fuertes palmadas en los cachetes distrajeron la atención de ella y la hicieron aflojar la presión, lo que permitió que el lubricado dedo penetrase hasta la mitad.

-¡Oh! –Fue la exclamación de ella ante la conjunción de ambas cosas.

-¿Te hace daño?

-No, sigue.

Marco movió el dedo afuera, sin sacarlo, y adentro para que se fuese acostumbrando y así, poco después, entraba y salía con soltura, al tiempo que ella emitía algún suave gemido, más de placer que de dolor.

Llegó a sacarlo completamente, embadurnar bien su ano y el dedo de lubricante, para volver a meterlo de nuevo y jugar a entrar y salir.

Cuando ya entraba y salía con fluidez, retiró el dedo que salió con algunas vetas marrones. No le dio importancia, embadurnó el plug y de nuevo el ano con el lubricante y se lo metió por el culo, entrando con facilidad.

Le dio una palmada en el culo y le dijo:

-Vete a dormir y mañana prepárate unas lavativas para llevar siempre el culo bien limpio.

-¿No dormimos juntos?

-No, yo voy a salir a tomar algo con los amigos.

-Pensaba que …

-Pensaste mal. Hace algunos día, quizá, pero ahora es tarde.

Marco se puso de pie y tendió la mano para ayudar a Patricia a incorporarse. Patricia la utilizó un momento pero la rechazó orgullosa enseguida, una vez puesta en pie.

Marco le entregó la caja de los plugs y la acompañó a la puerta, observando su caminar extraño, cerrando tras ella y escuchando un sollozo al otro lado.

Al poco, salió a buscar a alguien con quien pasar unas horas follando y regresando, ya más relajado, sobre las cinco de la madrugada.

Cuando salió, pudo ver a Patricia sentada en el salón con cara de llorar, enfundada en un largo camisón. Al volver, se encontraba profundamente dormida en el mismo lugar. La tomó en brazos con cuidado, la llevó a la cama y la acostó. Luego lo hizo él.

Por la mañana se despertó temprano, pero Patricia ya lo había hecho y se puso a desayunar con ella.

-Cuando terminemos te cambiaré el plug…

-No lo llevo.

¿Cómo?

-Me lo he quitado. No lo quiero llevar.

Marco no dijo nada. Dio por terminado el desayuno, se fue a terminar de prepararse y se marchó a trabajar. Patricia se quedó llorando en silencio.

Durante tres días solamente volvía a cambiarse de ropa, desayunar y vuelta a trabajar, y eso era porque quería darle una nueva oportunidad.

Durante ese tiempo, contactó con Daniela, una italiana que llevaba más de diez años en España y hablaba perfectamente ambos idiomas a la que conocía de tiempo atrás. Se puso muy contenta de que la llamase y quedaron directamente en el apartamento de soltero de Marco, porque, además de estar con ella, quería hablar de algunos temas.

Era alta, sobre el 1,80m, con unos pechos grandes que potenciaban el resto del conjunto. La cintura era estrecha y seguían unas caderas de curvas perfectamente delineadas y terminadas en un trasero de infarto.

Cuando Daniela llegó y Marco le abrió la puerta, se le tiró al cuello y le metió un morreo con lengua hasta la garganta que los dejó sin respiración.

Cuando se separaron y Marco pudo cerrar la puerta. Ella volvió a pegarse a él y comenzó a desnudarlo.

-Vamos, rápido, que llevo caliente desde que me has llamado.

Marco no necesitó mucho para empalmarse, no en vano era una mujer guapísima, enfundada en un cuerpo de escándalo.

Terminaron de desnudarse mientras avanzaban hacia el cercano sofá, con el que ella tropezó y cayó de espaldas, con las piernas sobre el apoyabrazos. Marco no perdió la oportunidad y se arrodilló entre ellas y se puso a acariciar y besar sus muslos, pero Daniela no estaba conforme, por lo que lo agarró del pelo y arrastró hasta llevarle la boca a su coño.

Él lamió los labios en toda su longitud, desde el ano hasta el clítoris. Su lengua los recorría arriba y abajo buscando entrar en su interior, mientras bebía sus abundantes fluidos y dando lametazos circulares sobre su clítoris o succionándolo, notando como éste crecía hasta sobresalir fuera de su escondite.

Al pasar por encima de él, le aplastó la cara para que atacara directamente. Pudo apreciar que lo tenía muy hinchado.

Marco lo tomó entre sus labios y le dio una serie de rápidas succiones, acompañado de círculos con la lengua en la punta. También le metió un dedo, seguido poco después de un segundo, para follarla con ellos y frotar su punto G.

Ella emitía gemidos constantes, cada vez más fuertes.

-AaaaaaaaaaaaahhhhhhhhHHHH

-AaaaaaaAAAAAHHHHHHHHHHHHH

Daniela daba auténticos gritos de placer.

-No pares, no pareeeess. Estoy a puntooooo.

Estaba tan cliente que enseguida alcanzó su orgasmo.

-Síiii, Sigueeee. Me corrooo. ME CORROOOOOOOO.

Daniela quedó traspuesta unos segundos después de su deseado orgasmo. Marco la tomó en brazos y la llevó al dormitorio, la recostó en la cama y se puso a su lado.

Recorrió sus muslos con la mano, desde la rodilla a la ingle, subiendo por una pierna y cambiando luego a la otra, mientras esperaba a que se recuperase del todo.

Cuando ella se giró para fundirse en un beso, las caricias de Marco aumentaron, llegando a recorrer con suavidad los pliegues de su coño esperando a que su clítoris saliese a buscarlas directamente.

Marco interrumpió el beso para bajar por su cuello hasta los duros pezones, que chupó con ansia. Volvió a besarla con ganas, mientras la mano le apretaba el coño y con suaves movimientos sus dedos iban haciendo que esos pliegues se fuesen abriendo para permitir una caricia más profunda acompañada por los incipientes gemidos de ella.

Daniela gemía despacio dejándose hacer, disfrutando de las caricias que Marco le prodigaba. Metía un dedo, jugaba con el dentro, lo sacaba, metía dos, su boca se dedicaba a los pezones, metía tres dedos y la follaba con ellos.

-Aaaaahhhh. Fóllame ya. Necesito sentirla dentro.-Le dijo ella.

Marco se abrió paso entre sus piernas y fue entrando en lentamente, muy despacio, sin prisa porque quería que se pusiera muy excitada, que pidiera más y más, quería verla perder el control. A medida que sus gemidos iban aumentando él iba subiendo el ritmo y forzando la marcha.

Pronto los gritos se convirtieron en exclamaciones urgiendo a llevarla al clímax.

-SIIIII. No pareesss.

Marco aceleró sus metidas hasta que…

-Me corroooo. Marco, me corrooooo. No pareesss.

El orgasmo de ella lanzó el de él, quedando agotados, abrazados, dándose besos, queriendo seguir mientras los cuerpos aguantasen. Todavía quedaba mucho, ambos querían más y no iban a quedarse con ganas.

Poco a poco los besos fueron cambiando a suaves mordiscos en el lóbulo, besos en el cuello

A continuación, le metió tres dedos en el coño que estaba chorreando y aprovechando este lubricante natural, lo trasladó al otro orificio. No necesitó de mucho movimiento de los dedos para poder comprobar que su esfínter estaba bien dilatado. Introdujo la polla despacio hasta la mitad, obteniendo una señal de Daniela que indicaba que podía continuar sin problema alguno. Sin pensarlo dos veces, se la clavó hasta el fondo y empezó a sodomizarla con movimientos rápidos y sin miramientos, sacándola casi en su totalidad y volviendo a meterla hasta el fondo. Empezó a gritar como una loca, pensó que le hacía daño, pero pudo confirmar que los chillidos estaban provocados por el placer que sentía.

CONTINUARÁ

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AMORBOSO