El libertino 04

Marco comienza su relación con Patricia, se entera de algún detalle de su vida, intenta llevarla a la cama

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-Si os separáis o fallecéis y no tenéis hijos, todos los bienes pasarán a manos de una fundación de la que vosotros estaréis excluidos, tanto física como económicamente.

-Si os separáis sin dejar un hijo capacitado para dirigir la empresa, se aplicará la misma norma, incluyendo a los hijos que tengáis.

  • Por si fallecéis ambos sin que alguno de vuestros hijos tenga edad o esté capacitado para llevar los negocios, deberéis establecer un tutor nada más nacer, que no podrá ser el mismo para todos. En su momento, deberán elegir un mediador para que elija el más preparado, si es necesario.

Tras alguna puntualización más, ambos abuelos se marcharon, dejando solos a los jóvenes, entre los que se instaló un gran silencio, que rompió Marco tomando las cartas, pasando una a Patricia y preguntándole qué era lo que deseaba comer.

Y AHORA:

Tras pedir la comida, Marco, buen conversador, se estuvo interesando por la vida de Patricia, que habló sus estudios y trabajo, pero que Marco observó que no hablaba de relaciones.

-¿Has tenido algún novio, pareja, amante o simplemente amigo íntimo? –le preguntó de golpe.

A ella se le cayó de la mano el tenedor con el que llevaba a la boca un trozo de pescado, se puso totalmente roja de golpe y balbuceó:

-Nnnnno.

-¿No has salido nunca con un chico, chica en plan pareja?

-Con compañeras, muchas veces al cine, en sesiones tempranas porque había que volver al internado. Con chicos…

Y contó la experiencia con sus compañeros, abreviando y sin perder el color rojo. Para terminar con un:

-¿Y tú? Sé por los abuelos que tienes mucha experiencia.

-No lo voy a negar. He tenido alguna aventurilla por ahí, pero nada serio. La verdad es que nunca he tenido interés por una pareja estable.

-¿Eso significa que nuestro matrimonio no va a durar?

Tras reflexionar unos segundos:

-Lo nuestro “tiene” que durar, por lo menos hasta que nuestros hijos puedan hacerse cargo del negocio o nosotros empecemos a cobrar jubilación, o si no lo vamos a pasar mal. –Dijo con una amplia sonrisa.

Seguidamente, Marco aprovechó para hacer un intento de llevársela a la cama.

-¿Te apetece que sigamos la conversación en mi casa, mientras tomamos una copa?

Patricia, se imaginó lo que pretendía y no quiso entrar al trapo, por eso le dijo:

-Me apetece más pasear. Cerca está el parque y podríamos aprovechar el buen día que hace para dar una vuelta y continuamos hablando.

Marco se dio cuenta de que le estaba dando largas. No dejó traslucir nada, pero internamente tuvo un ramalazo de ira al ver frustrados sus planes, no obstante, siguió impasible, sin perder la sonrisa, al tiempo que distraía su mente para intentar conseguir que se bajase su incipiente erección.

-Pues vamos a pasear al parque. –Dijo.

Pasaron la tarde hablando animadamente, paseando o sentados en un banco, sin que su erección variase, manteniéndolo en un estado se semi-excitación. Marco hizo un intento para pasar un brazo sobre los hombros de Patricia, pero lo amagó al notar que ella se ponía en tensión.

Cuando se hizo la hora, Marco le propuso un lugar, cercano a donde se encontraban, para cenar, a lo que Patricia aceptó.

Al terminar la cena, dijo Marco:

-Patricia, ¿Tienes algún plan para esta noche?

-No, ninguno, ¿Por qué lo dices?

-Porque, si quieres, podemos ir a tomar una copa a mi casa.

-No, mejor nos la tomamos por ahí.

-Es que he quedado con los amigos…

-Si no te importa, puedo acompañarte. Hace mucho que no salgo.

Marco, sin que nada en él reflejase lo contrariado que estaba, acepto ir a tomar alguna copa con ella y sus amigos, aunque antes estuvieron visitando algunos lugares de fiesta, intentando conseguir que Patricia se cansase o emborrachase, sin que ocurriese ninguna de las dos cosas.

Por fin, sobre la media noche, aparecieron en el bar donde se encontraban los amigos, cinco chicos y tres chicas, sentados alrededor de una mesa atestada de vasos vacíos y medio llenos, sentándose junto a ellos.

Uno de esos compañeros se ofreció a traerle bebidas. Mientras tanto, Marco fue presentando a Patricia a todos y viceversa, luego Patricia fue objeto, primero de preguntas y luego el centro de las conversaciones.

De madrugada, se despidieron y marco la llevó a casa de su abuelo, sin intentar nada más.

La noche la pasó durmiendo mal. Por primera vez en mucho tiempo tuvo que masturbarse hasta tres veces para poder dormir a ratos. Y la mañana siguiente no fue mejor. Patricia llenaba su cabeza sin dejar sitio para otra cosa.

Cuando asumió que le gustaba demasiado y le encantaba ese aire de sumisa que tenía, consiguió descansar con un sueño profundo.

Nuevamente se juntaron a la hora de comer, luego volvieron a dar un paseo mientras hablaban hasta la hora de cenar, tras lo cual Marco le preguntó:

-¿Quieres tomar una copa como ayer?

Patricia se dio cuenta de que no había nombrado su apartamento en toda la tarde.

-Sí, pero no querría llegar a casa tan tarde como anoche, o mejor dicho, esta mañana.

-No hay problema, avísame cuando te quieras ir.

Y fueron al bar donde los amigos les esperaban guardándoles sitio.

Esta vez fue Marco el que preguntó a Patricia qué quería tomar, aunque ya sabía que pediría un refresco, y se fue a la barra para pedir las consumiciones. Por el camino le paró una mujer que, en principio, le resultaba conocida.

-Mmmm. Marco, no me has llamado, y esperaba que terminásemos con un mejor final lo de la otra mañana.

-(Quién es… Quién es… … …. … ¡ Ivanna!) –Pensó rápidamente.

-Ah, hola Ivanna, perdóname pero he estado muy liado y no te he podido llamar.

Esto le hizo recordar los momentos vividos y lo bien que follaba, poniéndose inmediatamente más duro de lo que estaba.

-Sin embargo, he visto que has tenido tiempo para venir y muy bien acompañado…

-Es un compromiso familiar y de trabajo, pero no te preocupes, que en cuanto me libere, disfrutaremos de una sesión completa.

-Ya lo estoy deseando. –Dijo mientras pasaba la mano sobre su polla por encima del pantalón- Y veo que tú también.

Era lo que le faltaba después de dos días sin follar y en constante excitación. Por eso Marco, no dijo más. La tomó de la mano y la arrastró prácticamente hasta el baño de caballeros, donde la metió en una de las cabinas, sin preocuparse de las dos personas que había allí.

Inmediatamente después de cerrar la puerta, se fundieron en un morboso beso, mientras levantó el elástico vestido que marcaba sus curvas hasta la cintura, al tiempo que ella bajaba los tirantes hasta el mismo lugar.

El ver que no llevaba ropa interior puso a Marco al borde del orgasmo. Se lanzó a lamer y chupar los gruesos pezones, que enseguida se pusieron duros como piedras, mientras llevaba su mano el coño y lo recorría pasando los dedos índice y medio, abiertos en “V”, presionando los labios por los laterales en un recorrido de arriba abajo y al revés.

Con el pulgar, rozaba la parte alta de su coño, pasando por encima del clítoris y notando como crecía la humedad. Se agachó, metió la cabeza entre sus piernas y comenzó a pasar suavemente la lengua por los labios, sintiendo como se abrían poco a poco y comenzaba a salir su humedad interior.

Ella intentaba apagar sus gemidos para que no se escuchase nada fuera del cubículo, cosa imposible porque cada vez eran más elocuentes.

Cuando consideró que estaba bien lubricada, se levantó al tiempo que desabrochaba y bajaba su ropa, liberando su polla, le hizo subir un pie sobre el inodoro y se la metió hasta la mitad sin más, haciendo que Ivanna emitiese un largo y placentero gemido.

-¡MMMMM! ¡Cómo me gusta tu polla! Métemela ya, que quiero sentir el roce de esa carne en las paredes de mi coño. Le hizo caso y se puso a taladrárselo con rapidez. Su polla entraba hasta que los pubis chocaban y la sacaba hasta dejar el glande en su entrada.

Duró poco tiempo. Estaba tan caliente y mojada que enseguida alcanzó el orgasmo, no sin antes colgarse del cuello y envolverle con sus piernas para profundizar la penetración, lo que hizo que Marco se corriese también, descargando toda la urgencia que tenía de los dos últimos días.

Cuando Ivanna se recuperó, fue ella la que se agachó delante de Marco para empezar una mamada hasta que se la puso dura de nuevo.

Entonces Marco la levantó e hizo ponerse apoyada con las manos sobre el inodoro y las piernas bien abiertas y estiradas. En esta posición volvió a meterla, iniciando una follada lenta, al tiempo que, recostado sobre ella, llevó su mano hasta el clítoris acariciándolo suavemente.

Conforme ella empezó a gemir más fuerte, él se puso a follarla más rápido. De nuevo, sintió que a ella se le acercaba el orgasmo y aceleró los movimientos, hasta el punto de que parecía una batidora.

Poco después se corría con un grito estentóreo:

-SIII. ME CORROOOOOO. AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAGGGGGGGGGGGGGG.

Marco se quedó con la polla dentro hasta que ella terminó. Cuando la sacó, Ivanna volvió a agacharse ante él y le hizo una mamada hasta que se corrió en su boca, tragando ella todo, sin dejar caer una gota.

Marco, ya más relajado, se vistió y ayudó a hacerlo a Ivanna, saliendo los dos, primero del cubículo y luego del baño, acompañados de los aplausos de la media docena de personas que allí estaban esperando el final (alguno de ellos con la polla fuera del pantalón y/o con manchas en el suelo a los pies).

Pidió las consumiciones y fue con ellas a la mesa donde estaban sus amigos con Patricia, sentándose junto a ella y dejándolas sobre la mesa.

Patricia, con voz seria malhumorada, le dijo:

-Me llevas a casa o cojo un taxi.

-Te llevo, pero ¿qué te pasa? ¿Te han dicho o hecho algo mis amigos que te ha molestado?

Un seco y escueto “NO” fue la respuesta, al tiempo que se ponía de pie.

Marco la acompañó y llevó a casa del abuelo de ella. Patricia se mantuvo en un hermetismo total, sin responder a las conversaciones que él intentaba iniciar o haciéndolo con monosílabos. Ya en la puerta del chalet del abuelo, Marco bajó para abrirle la puerta y permitirle salir. Cuando lo hizo, le dijo:

-Bueno, Patricia, cuando quieras ya me dirás que te pasa.

-Nada

-Te he preguntado ocho veces “qué te pasa” y las ocho me has contestado que nada, lo que es señal de que te pasa algo. Espero que me lo cuentes mañana. Y dicho esto, se metió en el coche y se fue.

Al día siguiente, Marco esperó durante una hora a que ella fuese a comer, durante la cual la estuvo llamando cada cinco minutos, cortando ella la llamada al principio y sin que ella descolgase después, señal de que había silenciado el teléfono. Al final, como no se presentó, comió solo.

Nada más terminar, llamó a su abuelo para decirle que Patricia no se había presentado a comer sin dar explicaciones y para que se interesase por saber qué le ocurría.

Tras mantener una breve conversación, contándole la parte que se podía contar, se fue a la empresa un rato y luego al bar donde quedaba con los amigos.

Esa noche consiguió enrollarse con una morena, de 1,70 de alta, buenas tetas, culo respingón y largas piernas, que le recordaba a Patricia. Cubierta con una camisa abotonada al frente, una muy minifalda y zapatos con altos tacones.

Poco después de conocerse, estaban besándose y repasando manualmente sus respectivas anatomías. Marco metió la mano entre las piernas de ella, acariciando el interior de sus muslos de la rodilla a la ingle y viceversa.

De vez en cuando recorría su coño con un dedo, por encima de su tanga, que cada vez estaba más mojado.

-Vamos a otro sitio. Quiero que follemos hasta reventar. –Le dijo ella

Se la llevó a su casa, donde nada más bajar del coche continuaron con sus besos y manoseos, que siguieron en el ascensor. Ya dentro de la vivienda, los manoseos se convirtieron en manos ávidas de desnudar al otro, mientras Marco la iba arrastrando hacia el dormitorio.

El camino desde la puerta quedó marcado por un rastro de prendas, chaqueta, corbata, camisas, sujetador, zapatos, falda y tanga. Ya junto a la cama, a Marco todavía le quedaban los pantalones, la chica, cuyo nombre ya no recordaba Marco y a la que llamaremos María, se despegó de sus labios para bajar dando besos por su pecho, deteniéndose a chupar y lamerle los pezones durante un momento y luego seguir bajando mientras soltaba su cinturón.

Arrodillada ante él, bajó su ropa interior de un tirón, saltando la polla como un resorte hasta golpearle la cara.

-¡Joder! ¡Vaya polla que te gastas!

La pajeó un poco con ambas manos para terminar engulléndola hasta que sus labios alcanzaron su depilado pubis, demostrando que era una tragona especialista en mamadas. Marco aguantó como pudo su necesidad de correrse ante tanta maestría.

La hizo levantarse y completamente desnudos ambos, la recostó en la cama fue él quien la saboreo por completo, le lamió el coño introduciendo su lengua en él, follándosela con ella, para después introducirle dos dedos en su coño y moverlos con velocidad entrando y saliendo, mientras su boca rodeaba el clítoris y lo chupaba y lamía.

-¡Oooooooooo, siiiiiiiiiiiiiiiii!. Sigue, sigue, me voy a correeeeer.

Marco aceleró los movimientos llevándola a un orgasmo escandaloso:

-¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAA! Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.

Cuando se recuperó lo suficiente, Marco se colocó entre sus piernas, introduciéndole su pene en el encharcado coño y follándola inmediatamente, sin dejar que se acostumbrara, ya que estaba totalmente empapada.

De inmediato, las piernas de ella rodearon el culo de él y le ayudaban a profundizar sus penetraciones, empujando con los talones.

Por su parte, Marco, cada vez la embestía con más saña mientras ella gemía más fuerte cada vez, pero en la mente de Marco solamente estaba presente Patricia.

María, poco después, volvió a correrse de nuevo, mientras él seguía destrozándola con saña. Esto originó que ella encadenase orgasmo tras orgasmo, hasta que largo rato después y con ella prácticamente agotada, Marco le lleno el coño de leche, acompañándola en su última corrida con gritos, jadeos, gemidos y besos y mezclando sus lenguas en el interior de sus bocas.

Después quedaron dormidos hasta que, a primera hora de la mañana, los despertó el teléfono de Marco.

Era su abuelo para comunicarle que había hablado en el abuelo de Patricia y que ésta iría a comer con él ese día, pero que no le dijese que lo sabía y se hiciese el ignorante.

Mientras hablaba, la mujer se puso a hacerle una mamada hasta que la tuvo totalmente dura, entonces, se le subió encima y se ensartó en su polla. Empezó a moverse rápidamente mientras con las manos acariciaba sus pechos, ofreciéndoselos.

Los gemidos, aunque suaves, no pasaron desapercibidos para el abuelo, el cual, antes de colgar, volvió a recomendarle que dejase a la puta y fuese a trabajar.

Tras dejar el teléfono, llevó una mano al coño de ella y se puso a frotar su clítoris en círculos, a hacerle ligeras presiones y a pasarle el pulgar desde la entrada del coño, lleno por su polla, hasta el clítoris de nuevo.

Ahora tenía prisa por librarse de “María” para tener tiempo de mentalizarse ante la próxima reunión con Patricia.

Cuando ella se agotó como consecuencia de sus movimientos y los sucesivos orgasmos, se sacó la polla, sin que Marco se hubiese corrido, y se dejó caer a su lado. Marco, se metió entre las piernas de ella y la estuvo follando un poco más, sin controlarse, hasta que descargó todo el contenido de los huevos en su coño.

Cuando se recuperó, se dio una ducha rápida, se vistió y se marchó. Mientras se dirigía a la puerta, pasó junto a la cama, donde la mujer se encontraba adormilada, y dijo la frase ya habitual en él.

-Querida, puedes quedarte el tiempo que necesites. Cuando te vayas, cierra la puerta sin más.

Fue a su despacho, haciendo tiempo hasta la hora de comer. Estuvo perdiendo el tiempo, sin centrarse en nada, hasta que ya cerca de la hora, no aguantó más y se fue a comer.

Se sentó en su mesa habitual y pidió al camarero que retirase la otra silla que había junto a la mesa, después pidió su comida.

Llevaba el plato por la mitad, cuando apareció Patricia. La vio nada más entrar por la puerta. No en vano llevaba todo el tiempo mirando de reojo.

Cuando se acercó a la mesa y se puso ante él, Marco levantó la vista y le dijo:

-¡Vaya!, pensaba que ya te habías cansado de mí y no querías saber nada conmigo después del enfado del otro día. ¿Por qué no viniste ayer y lo haces hoy? ¿Por qué te enfadaste?

-¡ERES UN CERDO, MARCO. –Empezó diciendo con la voz ligeramente levantada.

-¿? –Marco levantó una ceja y puso cara de no entender.

CONTINUARÁ

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AMORBOSO