El Legado de Manuel Ocaña (2 de 7)
Su amigo Juan se hace cargo del Legado de Manuel. Llega una nueva esclava
El Legado de Manuel Ocaña (2 de 7)
-En cuanto a ti Pilar, por ahora permanecerás desnuda. Primero quiero conversar sobre algunos aspectos de la casa.
-Sí Mi Señor, como disponga.
Ya no lo trataba con la confianza de antes y ese “Mi Señor” sonó a total sometimiento.
-Mi Señor, quiero comentarle que el anterior amo había encargado una esclava que traerían de Europa del Este. Por las fechas no debería faltar mucho para que llegue.
-¿Otra esclava?
-Sí, el amo la quería tanto para gozarla sexualmente como para recibir castigos. Ha pedido una mujer muy joven, no mayor de veintidós años. Será una esclava que podrá vender si no es de su gusto.
-Esperemos a que llegue. La dificultad será el idioma para que obedezca órdenes
-Antes de llegar tomaría un curso de idioma acelerado, para responder las órdenes.-
-¿Alguna cosa más?-
-Nada más Mi Señor. Espero sus órdenes -
-Luego de la cena quiero que Julieta venga a mi habitación. Quiero pasar la noche con ella y gozar de su cuerpo.-
-Le indicaré su pedido y estará agradecida de complacerlo.
A la hora de la cena Juan se dirigió al salón. Sobre la mesa había un solo servicio. Pilar permanecía de pie al lado de la silla.
-Quiero compartir la cena contigo Pilar. Dile a Julieta que ponga otro servicio. ¿Es que no comes regularmente?
-No como delante de Mi Señor a menos que éste me acepte compartir su mesa. Es un gran honor para mí que esta primera cena sea requerida para acompañarlo.-
Sin duda Juan cada vez que ocurría una de estas cosas no dejaba de sorprenderse de la manera sumisa en que se comportaba Pilar. ¡Que diferencia con aquella vez que la había conocido! Pero ahora era su esclava, sí, su esclava, esta muchacha de tan agradable figura que lucía las marcas del castigo que él mismo le había propinado.
Luego de la cena le indicó que reemplazara a Julieta en las tareas porque quería gozar de ella de inmediato. Pilar se encaminó a la cocina y transmitióla orden. Julietatomo una ducha rápidamente y se dirigió al dormitorio que ocupaba Juan.
-Mi Señor, disponga de mí como lo desee. Será un placer complacerlo. En el armario de la derecha podrá encontrar esposas, fusta, cuerdas, disciplinas y otros elementos que podrá usar si mi comportamiento no le satisface o desea castigarme con o sin motivo.
-¿Así eras tratada por tu amo anterior?
-Sí. Siempre opinó que era buena en la cama, pero era muy exigente y con frecuencia era castigada por no hacerle alcanzar suficiente placer, muchas veces con azotes de las disciplinas en la vulva.
-Muy interesante lo que me relatas, pero ahora quiero conocer tus agujeros. Hasta el momento he usado solamente tu concha. Quiero una felación.
De inmediato Julieta se arrodilló y sacando la pija del pantalón comenzó a pasar la lengua por el glande e introducirse el miembro profundamente en su boca mientras sus labios se cerraban alrededor del falo. Indudablemente sabía como debía hacerse una mamada.
Juan estaba cada vez más excitado pero no quería descargar su leche en la boca de la muchacha por lo cual le echó hacia atrás la cabeza mientras le indicaba que se recostara y separara las piernas, cosa que Julieta hizo de inmediato mostrando una concha húmeda y ávida de ser penetrada. La pija entró sin dificultad. Julieta justó las piernas para así apretar con su vagina el falo. Poco después el semen de Juan llenaba las cavidades de la esclava.
Ella permaneció inmóvil esperando órdenes de su amo, quién le indicó que se lavara la concha y el culo porque quería sodomizarla.
Si bien había sido penetrada por el culo en varias oportunidades no era una práctica frecuente. Sabía que le dolería esa penetración y su preocupación era que Juan no quedara satisfecho con su comportamiento. No le asustaban ni los azotes nila picana. Temíaque Juan quisiera venderla si no era de su completo agrado, sabiendo además que estaba por arribar otra esclava de Europa del este.
-Estoy a su disposición Mi Señor. ¿Cómo quiere que me ubique?
-Primero quiero nuevamente que tu lengua acaricie mi pija y la deje bien dura. Luego te pondrás en cuatro y te lubricaré la entrada
De inmediato Julieta acercó su boca a la flácida pija de Juan y comenzó a chuparla y pasar su lengua por el glande y los huevos. La respuesta no se hizo esperar y una incipiente erección que rápidamente se transformó en una pija enhiesta, lista para penetrar el más pequeño de los agujeros.
Julieta se puso en posición y con sus manos separó los cachetes, mostrando un ano apenas dilatado. Juan pasó crema en el agujero y acercó su falo ala entrada. Tomóa la muchacha de la cintura y comenzó a empujar.
A pesar del dolor que sentía por la penetración, Julieta evitó mostrar lo que estaba sufriendo e incluso empujó para que se introdujera más. Finalmente, ya con toda la pija en el culo de Julieta, Juan comenzó un lento movimiento de vaivén.
No era la primera vez que sodomizaba a una mujer pero tampoco era una práctica frecuente en él. En esta oportunidad quería demostrarle que él era quién mandaba y que podía usarla a su antojo. Si bien era algo que Julieta ya sabía, la ratificación la haría sentir más segura en su condición de esclava.
El pene se deslizaba cada vez con más facilidad, producto de la lubricación que producían algunas gotas de semen que escapaban del glande hasta que finalmente y de manera espasmódica, Juan se corrió dejando la carga en las tripas de la esclava.
Finalizado este segundo polvo Julieta preguntó:
-¿Ha sido de su agrado el uso que hizo de mi? ¿Cree que merezco algún castigo?
-Me ha agradado cogerte como lo he hecho. Dormirás esta noche conmigo, en mi misma cama, pero te esposaré con las manos atrás.
De inmediato Julieta se dirigió al armario y tomando unas esposas se las acercó a Juan que las colocó en sus muñecas. La esclava se sentía feliz. Juan cumplía su rol a la perfección, haciéndole sentir su autoridad y a la vez su protección. Poco después quedó dormida.
El día siguiente Juan debió usarlo en arreglar todos los asuntos para que las posesiones de Manuel pasaran a su propiedad. A su regreso Pilar lo esperó detrás de la puerta, vistiendo solamente unas diminutas bragas aguardando órdenes.
-¿Sabes Pilar? Hoy he estado pensando en ti y en la mejor manera en que me puedas brindar tu cuerpo.
-Mi Señor, será un honor cederle mi cuerpo.
-Quiero echarme un polvazo ya mismo, sobre ese sillón. Quítate las bragas.
Pilar se bajó rápidamente la prenda y se ubicó en el sillón separando sus piernas ofreciendo su sexo húmedo y brillante. Juan no demoró en quitarse la ropa y penetrar en la cavidad dela muchacha. Finalizadoel polvo le ordenó con voz severa:
-Trae una fusta que quiero dejarte unas marcas en el culo.
De inmediato Pilar fue en busca del instrumento solicitado y poniéndose en cuatro expuso su culo para ser azotado. Juan descargó la fusta y como respuesta obtuvo un “Gracias Mi Señor” Dejó cuatro marcas en los glúteos de Pilar antes de ordenarle que se levantara y le pasara las novedades del día.
-El mercader que trae a la nueva esclava me ha dicho que las 19 horas estará aquí con ella. ¿Cómo quiere Mi Señor que proceda?
-La recibirás tú y le indicarás que se desnude y la traerás a mi despacho.
A las 19 en punto arribó el mercader acompañando a la esclava.
-Ésta es la esclava solicitada. Hago entrega formal de lo solicitado con todos los documentos que la acreditan como tal.
-Muy bien, la entregaré a Mi Señor.
Pilar vestía solamente un calzón que cubría desde un poco por debajo de la cintura hasta apenas debajo dela entrepierna. Sus tetas estaban expuestas. Tomo a la esclava de la mano y le indicó que se quitarala ropa. Algo sorprendida así lo hizo la recién llegada. Una vez desnuda la invitó a que la acompañara. Grande fue la sorpresa cuando ingresó en el despacho y se encontró con Juan. En un movimiento instintivo se cubrió con una mano las tetas y con otra la concha.
Era una muchacha bastante delgada, de algo más de un metro sesenta y cinco centímetros de altura, con una fina cintura, un culo bastante prominente y muy firme y una tetas de tamaño normal, no excesivamente grandes, pero turgentes, que se coronaban con unos pezones rojo oscuro prominentes.
Entre Pilar y Juan la llevaron debajo de unas esposas que pendían del techo y procedieron a esposarla con los brazos en alto. La esclava miraba con bastante temor.
-Voy a interrogarte y quiero que no solamente respondas a cada pregunta sino que sepas que ahora eres mi esclava.
-A mi me dijeron que debía trabajar de asistenta en una casa muy importante.
-Serás mi asistenta para todo aquello que quiera hacerte, pero no más explicaciones. ¿Cuántos años tienes?
-Veinte.
-Así no se contesta. Deberás decir “Veinte Mi Señor” ¿Entiendes?
-Sí, Mi Señor.
-Pilar, puedes retirarte, yo continuaré con mi esclava. Y en cuanto a ti, ¿cómo te llamas?
-Snezana Crnosija, Mi Señor.
-Eso es imposible de pronunciar. De ahora en más te llamarás Noralí.
-Señor, mi nombre es Snezana Crnosija.
-¿Eres sorda? De ahora en más te llamarás Noralí.
-Sí Señor.-
-¿Cuántas veces y cuántos hombres te han violado?
-Nadie me violó. No soy virgen porque he tenido relaciones con mi novio y no tendré con nadie más.
Juan tomó los pezones entre sus dedos y luego extendió sus manos sobre las tetas. Luego bajó sus manos al culo. La piel era suave conla seda. Acariciólos glúteos y pasó sus manos entre las piernas alcanzando la concha
-Pues estás muy equivocada si crees que no te violaré. Lo haré todas las veces que quiera. Y dentro de un tiempo, pedirás de rodillas recibirla en tu concha. ¿Te la han metido por el culo?-
-¡Nadie me va a violar ni nadie me la metió ni me la meterá por el culo!
Juan tomó una fusta y descargó un muy fuerte golpe en el firme y bien formado culo dela esclava. Ungrito partió de su garganta mientras algunas lágrimas abandonaban sus ojos y una raya roja adornaba su trasero.
-Noralí, perece que no entiendes lo que es una esclava y para que sirve. No solamente te voy a coger todas las veces que quiera sino que, además, castigaré tu cuerpo con o sin motivo, también todas las veces que quiera.
-¡Suélteme! ¡Yo no vine para eso! ¡Me ha engañado!
Noralí debió soportar varios azotes ahora no solamente en el culo sino también en las tetas y el pubis. Lloraba, gemía y retorcía de dolor y de impotencia. Esposada como estaba no tenía manera de defenderse. Luego que quedaron varias marcas sobre la blanca piel de la muchacha, Juan detuvo el castigo.
-¿Vas a entender de una vez por todas que debes obedecerme y que puedo hacer contigo lo que quiera? ¡Para eso te he comprado y he pagado para tenerte!
Noralí no supo que responder. Quería poner en orden sus ideas. Había sido engañada, estaba en un país lejano, no tenía ni documentos ni un céntimo y a merced de este hombre.
Juan no quería privarse de seguir humillando a su nueva adquisición y magrear ese cuerpo veinteañero a su gusto. Metió la mano entre las piernas jugando con la concha para luego meter un dedo directamente enla vagina. Noralíhacía vanos esfuerzos por evitar la inspección a la cual estaba siendo sometida, pero en vano.
Poca después apareció Pilar, llamada por Juan.
-Parece que Noralí no entiende bien las cosas. Te he llamado para que le expliques su rol aquí. Además depílale el pubis yla concha. Esospelos rubios me molestan para cogerla y castigarla.
-Mi Señor, ¿No quiere cogerla primero? Veo que está excitado y creo que no debe desaprovechar la oportunidad de violarla.
-Tienes razón esclava, voy a cogerla y luego la depilas.-
Juan se acercó a Noralí y luego de bajarse los pantalones, tomó las piernas con sus manos, separándolas y dejando abierto el sexo acercó el glande a la entrada y empujando con cierta rudeza la ensartó completamente. La esclava gimió más por la humillación que por el dolor, pero entendió que era imposible evitar la violación.
Algunas lágrimas mojaban el rostro de Noralí. Comenzó a comprender que este hombre haría con ella absolutamente lo que quisiera y no tendría manera de oponerse.
Juan continuó metiéndola y sacándola hasta que finalmente se corrió dentro de su nueva esclava. Se sintió poderoso, imbatible. Había violado a Noralí a pesar de su oposición. Cuando había decidido coger a Pilar o Julieta ésta no había ofrecido resistencia alguna, por el contrario habían ofrecido sus cuerpos.
Iba a jugar con el cuerpo de Noralí hasta convertirla en una esclava sumisa y obediente. No sería fácil, ya que la presentía algo rebelde, pero el látigo, la picana u otro instrumento la domarían.
En la posición en que estaba, la recién llegada no tenía defensa posible. Juan quiso conocer un poco más la entrada del culo y comenzó a introducirle un dedo en el ano. Mientras con la otra mano jugueteaba con la concha, de la cual manaba parte de la corrida depositada en su interior. Pocas veces antes se había sentido tan poderoso.
Luego tomó los pezones y los retorció con fuerza mientras la esclava gritaba de dolor. Poco después la desató y la entregó a Pilar. Ambas esclavas salieron del lugar para proceder a su depilación y comentarle las obligaciones de las esclavas en esa casa.