El legado de la Abuela I

Este relato ya se publicó, pero como soy nueva en esto, se perdió en el ciberespacio, allí va de nuevo, espero que les guste

I

Cuando me convocó el notario publico de mi familia a su oficina, quedé muy extrañada, por que me dijo que tenía un legado, que mi abuela materna había dejado a su cargo antes de morir, para que me sea entregado cuando cumpla la mayoría de edad.

Asistí puntualmente a su despacho y me atendió de forma inmediata. El profesional me pidió que tomara asiento delante suyo y acto seguido, leyó el poder que le había otorgado la abuela, luego trajo un pequeño cofre con su correspondiente llave (que me hizo acordar a esos de los piratas que se ven en las películas), me lo entregó con la expresa instrucción que lo abra recién cuando yo esté a solas.

Una vez que lo tuve en mis manos, fui rajando a mi casa, metí el coche en la cochera, subí corriendo las escaleras, entré en mi habitación sin hablar con nadie, eché llave a la puerta, con las manos temblorosas, rompí el sello que cubría la cerradura y con la correspondiente llave la abrí.


Mi abuelita, era una mujer extraordinaria y yo su nieta preferida, todos las personas que la conocían cuando tenía mi edad, dicen que soy idéntica a ella, que hasta en la voz me parezco.

Cuando yo tenía catorce años comencé a desarrollarme, me estiraba para arriba, llegué al metro setenta y tres, pero del resto era una tabla, nada por delante, ni nada por detrás. Para mi cumpleaños de quince, ya estaba un poco mejorada en el tema de curvas, pero recién, entre los diez seis y los diez y siete, eclosione, comencé a inflarme tanto por delante como por detrás, deje de ser “La flaca”, no es que me desbordé (con mi metro setenta y cinco, peso sesenta kilos y algunos gramos), mas bien rellené lugares estratégicos, como tetas y cola).

Cuando estaba por cumplir los diez y siete años, llegaron a la casa de mis padres unas personas para hablar con ellos, querían que me presente a un concurso de belleza, donde se elegiría a la chica que representaría al país un uno internacional, a mi ya me habían elegido reina de belleza, primero de mi curso, después del colegio, por último de la primavera, entre las reinas de belleza de todos los colegios de la capital, pero para esta ocasión, necesitaba el permiso de mis padres, por que en el supuesto caso que resultara electa, tendría que viajar al exterior, los organizadores le dijeron a papá que yo tenía muchas posibilidades de ganar. De entrada mi papá dijo que no, que le parecía que esos concursos denigraban a las mujeres, que las ponían a la misma altura del ganado de ferias, que eran exhibido para ser juzgado, para luego ser faenados, yo le dije que me gustaría participar, después de pensar bastante, papá accedió.

Todos los años con mi familia pasamos el verano en una de las playas más famosas de esta parte del continente, donde tenemos una casa que compartimos con la familia del un hermano de papá, allí nos encontramos con mis tíos, primas y primos. Siempre con mis primas (que son unos años mayor que yo) buscamos playas menos concurridas, recorriendo encontramos una donde no había un alma, es más, estaba entre dos dunas, las cuales no permitía que se nos viera desde lejos. A mis primas de les ocurrió tenderse al sol sin la parte de arriba del bikini (cosa que no es muy normal en estas playas) y cuando estábamos lo más campantes sin que nadie nos molestaran, aparecieron dos chicos muy lindos, con credenciales colgadas del cuello, de una famosa revista de mucha difusión en diferentes países (incluido el nuestro). Yo me cubrí rápidamente, pero a mis primas les importó muy poco que los chicos las vieran semi desnudas, los muchachos nos pidieron que nos dejáramos fotografiar y que las fotos se publicarían en la revista, nosotras no les creímos para nada, ya que los hombres son capaces de inventar cualquier cosa con tal de “ligar” alguna chica y una credencial como esa, cualquiera podía hacerlas en cualquier computadora, mis primas me convencieron a que me vuelva a sacar el corpiño, ya que, según ellas, nunca más los veríamos, nos hicieron algunas fotos, les dimos nuestros datos (todos falsos por supuesto), nos dieron sus tarjetas personales y se retiraron. Unos días después, estábamos todas las chicas durmiendo todavía. cuando entró mi mamá al dormitorio con una revista en la mano, diciendo:... “Chicas están todas locas, como se les ocurrió hacer esto?”... nos despertamos, miramos la revista y... era cierto no más, los chicos lindos, sí eran de la revista que nos dijeron y estaban nuestras fotos en pagina completa, unas mas pequeña donde aparecíamos todas las primas con las tetas al aire y en otra que abarcaba media pagina, yo sola, con el mar a mi espalda, con las piernas flexionadas, sentada en la arena sobre mis pies, sacando la cola, arqueando mi columna y mis encantos bien levantados al sol. Se armo la podrida, mi papá y mi tío estaban furiosos, nos sermonearon una hora, mis primas mayores tomaron toda la responsabilidad, pero para ser sinceras, ellas no me pusieron un revolver en la cabeza, pero como yo era menor de edad, mi papá dijo que le demandaría a la revista, por suerte mi mamá le hizo desistir de la idea, no se como, pero a mí me castigaron, no pude irme mas a la playa sin la compañía de uno de mis padres, hasta que termine la temporada y la elección de reina... chau, no me iba a presentar. Así acabaron mis aspiraciones de ser “Miss Universo” Ja ja... vaya uno a saber, por allí se daba, por lo menos hubiera sido una linda experiencia.