El lector

Del porno a escribir. De escribir a chatear con mis lectores. De chatear a una serie de encuentros que lo cambiaron todo.

Me llamo Elena. Tengo 36 años, vivo en Torrox (Málaga) donde trabajo de recepcionista en un hotel. Hace poco más de cinco años comencé a salir con mi novio Fran y hace poco más de tres empezamos a vivir juntos. Desde que empecé a ecribir siempre me ha dado mucha pereza la parte de describirme por eso antes de empezar esta historia he estado buscando a alguna famosa que se parezca a mi. Al final me he decidido por una actriz porno ya que estamos donde estamos. Podeis ver una versión bastante fiel de mi en Becky Baldini, aunque con dos tallas menos de pecho en mi caso.

Antes de empezar, me gustaría aclarar que mi vida sexual con Fran era satisfactoria. Esto no va del típico caso de mujer insatisfecha que se lanza a los brazos de un hombre más viril. Por eso permitidme que os haga una introducción del proceso que me convirtió a lanzarme a los brazos de David.

Cuando conocí a Fran trabajaba en un restaurante al lado del hotel donde yo había empezado a trabajar. Un par de años después consiguió trabajo como técnico en emergencias sanitarias, trabajaba en las ambulancias para entendernos, y aunque con su nuevo sueldo pudimos mdarnos a una casa mucho mejor y mejoró nuestro nivel de vida, sus horarios casi siempre nocturnos eran algo fastidiosos para nuestra vida en pareja.

En mis noches de soledad y a mis 33 años empecé a adentrarme en el mundo de la pornografía. Me gustó ese mundo. Me gustó mucho. Empecé a ver porno a diario. Todas las categorías me gustaban a excepción del Hentai y la animación 3D. Pronto estuve suscrita a una página. A pesar de masturbarme una media de tres veces durante mis noches pornográficas, cuando escuchaba por la mañana abrirse la puerta de casa me ponía a mil deseando la polla de Fran.

Entonces hace poco más de dos años descubrí todorelatos. Me enganché al instante. No me enganché por los relatos, había algunos que me gustaban y me proporcionaron unos buenos orgasmos. Lo que hizo que me enganchara fue la sección de comentarios. Allí estabáis vosotros, mis futuros lectores, pidiendo más, confesando lo dura que se os ponía, contando cómo os habíais corrido con la historia en cuestión. Surgió en mi el deseo de hacer que os corriérais conmigo. Y empecé a escribir.

Recuerdo que la primera historia con la que llegué al orgasmo fue "Compartir piso con mi hermana universitaria". En un principio pensé que una historia de incesto no me gustaría. Había visto a esas alturas mucho porno con temática de incesto pero siempre eran hermanastros, padrastros o madrastras. Ese relato cambió mi forma de pensar sobre ese tema tan prohibido. Así que mi primer relato tenía que reflejarme como una madre que folla hasta la saciedad con su hijo. Pero no una madre cualquiera, tenía que ser una madre sumisa.

Desde que me aficioné a la pornografía hubo un ámbito de mi vida sexual que empezó a frustrarme un poco. Deseaba ser sometida pero a Fran no se le daba nada bien. Después de unos pocas sesiones sexuales con esa inetención decidí dejarlo para que la frustración sexual que sentía no afectara a nuestra relación. Así que decidí trasladar mis deseos a mis historias.

Durante toda mi vida recordaré lo cachonda que me puse mientras escribía mi primer relato. Como tuve que desnudarme de cintura para abajo mientras plasmaba mis perversiones para masturbarme mientras pensaba la mejor manera de proseguir. Mi ordenador pórtatil en la mesa y yo abierta de piernas en mi silla introduciéndome dos dedos una y otra vez, mi respiración agitada y mis pezones duros marcándose en la camiseta mientras mi mente vagaba por la próxima situación erótica que viviría la Elena ficticia. También recordaré los nervios antes de pulsar el botón de enviar, el miedo a que no os gustara, el miedo a que nadie me escribiera ningún comentario. He de reconocer que a día de hoy me da un poco de vergüenza lo que escribí, me parece vago y simple. Pero os gustó. El relato llegó a casi 140 mil visitas. Pero esa respuesta tardó en llegar. Al día siguiente poca gente lo había leído y no recibí comentarios. Pensé que aquello no sería lo mío, abandoné la idea de ser escritora pornográfica y volví al porno. Pero unos días después regresé y allí estaban vuestros comentarios. Me llevé la mano al coño directamente y empecé a leerlos. Empecé a imaginar la cantidad de pollas anónimas que se habrían corrida leyéndome y tuve la paja más rápida de mi vida. Fue un orgasmo brutal y en apenas minutos. No podía dejar aquello, tenía que seguir.

Así empecé a ocultarle cosas a Fran. No era por escribir relatos pornográficos en si, fue más por el tema del incesto. De cualquier forma, seguí con la historia que empecé y el recibimiento fue maravilloso. Me pedíais más y más y yo estaba encantada de daroslo. Los comentarios seguían haciendo que me excitara pero empecé a querer más. Y se me ocurrió que quizás dejando el correo os podríais expresar más libremente y con menos pudor. Me creé una cuenta de gmail y la puse en el relato. Había dado de lleno. Durante el día que se publicó el relato recibí una cantidad exagerada de correos, no me lo podía creer. Y tenía razón con mi suposición. Los correos eran mucho mas obscenos y gráficos que los comentarios que dejáis en la página. Empecé a responderlos emocionada mientras mi coño palpitaba reclamando mis atenciones. Mi novio aún estaba allí pero mi orgasmo tenía que ser para vosotros y decidí aguantar. En cuanto se fue a trabajar me desnudé completamente y me masturbé con ansia mientras repasaba vuestras palabras.

Mi vida cambió desde ese día. Yo no me daba cuenta de que era adicta. Me volví adicta a vaciar vuestros huevos de semen. Me volví adicta a vuestras obscenidades hacia mi. Me encantaba cuando me llamábais guarra, puta y zorra. Me pasaba el día cachonda pensando en la siguiente aventura sexual de la Elena ficticia en cualquier parte mientras la Elena real se escabullía de su puesto para entrar a hurtadillas en alguna habitación del hotel y masturbarse con los correos que iba recibiendo durante todo el día.

Empezastéis a pedirme fotos. Yo me negaba. Me decía a mi misma que aquello era un juego y no infidelidad hacia Fran y había que establecer una línea. La línea se hizo un poco más fina cuando accedí a entrar en el chat de hangouts y tener sesiones de cibersexo con varios de vosotros, por supuesto sin webcam. Empecé a sentirme poderosa al negarme a mandaros fotos y en cambio recibir infinidad de fotos de vuestras pollas. Pronto huba una bonita colección de mis pollas favoritas en una carpeta oculta de mi colección.

Pero pronto mi droga empezó a hacer mella en mí. El porno ya no me bastaba. Necesitaba las sesiones de cibersexo con vosotros, recibir más fotos de vuestras pollas, vuestro lenguaje duro hacia mi persona. Algunos se dieron cuenta y perdí todo el poder que creía tener. A día de hoy tengo que confesaros que alredor de 100 hombres tienen fotografías mías desnuda. Empecé por fotos simples, pero pronto cedí y empecé a sacarme fotos en las poses que me pedíais, a sacarme fotos en lugares públicos e incluso hay quienes tienen fotos de amigas mías.

Me convertí en una yonqui. En vuestra puta yonqui. Mi deseo por Fran empezó a disminuir. Deseaba más humillarme para conseguir un video de una polla sin rostro corriéndose que follar con mi novio. Como con cualquier droga empecé a sentirme mal por lo que hacía pero al momento necesitaba hacerlo de nuevo.

Y en aquel estado apareciste tú, David. Como todos me mandaste un correo felicitándome por mis relatos. Como todos me contaste cual era tu favorita y como había hecho que te corrieras. Como todos después de dos frases me dijiste que te encantada mi personalidad. Como todos me hacías sentir bien. Pero en nuestra primera sesión de chat supe que eras diferente. Os creeis que quereis a una mujer que le guste ser dominada y os creeis que lo haríais bien. Lo siento pero sois unos ilusos. David si sabía como dominar a una mujer. Aún me masturbo recordando como me obligaste a hacerme daño durante nuestro primer ciberencuentro. Recuerdo cada azote que me propiné en mis propias tetas bajo tus ordenes. Como se me iban enrojenciendo a la vez que los pezones se endurecían y me dolía cada vez más el siguiente guantazo que me propinaba. Recuerdo como me impedías masturbarme con tus palabras y el inmenso dolor que sufrí en los pezones cuando me puse unas pinzas en ellos. Un dolor que hizo que mi coño se encharcara hasta que pude aliviarme masturbándome con fuerza cuando me lo permitiste. Como recompensa por ser tan buena puta me mandaste un video mientras te corrías sobre una foto que te había mandado días atrás. Me quedé sin aliento al ver la polla más maginífica que había visto en mi vida. Una polla larga y gruesa, y tu mano deslizándose por ella mientras tu gordo cipote apuntaba a mi foto impresa. Mi coño volvió a humedecerse y tuve un nuevo orgasmo cuando tu polla expulsó chorros de semen sobre mis tetas desnudas.

Abandoné mis relatos. Abandoné a mis lectores. Sólo quería hablar contigo, cumplir tus órdenes y follar virtualmente contigo. Me sometí completamente a ti. Entonces me dijiste que venías a Málaga y que querías verme. Evidentemente te dije que no podía ser, que tenía pareja y que aquello era sólo un juego para mi. Ni siquiera insististe. Pero el día que llegaste a Málaga me mandaste al correo una ubicación y una invitación para cenar juntos.

No os relataré el debate interno que tuve porque no hubo debate. Esa tarde me puse un vestido negro de tirantes y unos zapatos de tacón. Le dije a Fran que iba a la ciudad con unas amigas y fui a tu encuentro.

Una aventura de una noche me decía mientras iba conduciendo. Sólo follar una noche con otro hombre, vivir la experiencia y se acabaría todo, los correos, los chats y el escribir.

Entré al restaurante y pregunté por la reserva. Los nervios afloraron cuando me dijeron que estabas esperando. Durante un segundo pensé en dar media vuelta pero no pude. Entonces te ví allí sentado, cuarenta y tantos, con traje, moreno, alto, con barba y guapísimo y las dudas me abandonaron.

- Hola Elena.- Me dijiste antes de darme un beso en los labios que hizo que me temblaran las piernas.

Me ofreciste una silla y pediste la cena por los dos. No esperaba menos de ti. Mientras aguárdabamos la comida no decías nada, sólo me mirabas sonriendo. Yo me sentía como debe sentirse una presa indefensa ante un depredador. Jamás una pareja había estado tanto tiempo sin hablar como nosotros dos. Trajeron la cena y antes de empezar te pusiste en pie. Te miré y vi como tu mano agarraba tu tremenda polla sobre tus pantalones. La mirada que me dirigiste lo dijo todo. Te fuiste al baño de caballeros y unos minutos después te seguí.

Entré y te vi apoyado en el lababo. Cerré la puerta tras de mi y avanzantes hacia mi de una manera que sentí un poco de miedo. Te agachaste frente a mi pasando tus manos por mi culo, levantaste un poco mi vestido y me quitaste las braguitas. Vi como te las guardabas en el bolsillo mientras tu mano exploraba mi coñito que ya empezaba a mojarse. Tu primer trofeo.

Te levantaste y me cogiste del brazo con autoridad para meterme en uno de los baños. Me sentaste en el indoro y cerraste la puerta.

- Enséñame las tetas.

Aquella primera y sencilla orden hizo que mi coño empezara a palpitar y a soltar los primeros flujos. Me bajé los tirantes y mis tetas quedaron a la vista. Inmediatamente me pellizcaste los pezones con fuerza y alternando de uno en uno.

- Pon tus manos a la espalda.

Hice lo que me dijiste. Me tapaste la boca con tu mano y me diste tres fuertes azotes con tu enorme mano en cada una de mis tetas. Mis gemidos se ahogaban en tu mano pero el sonido del restallido de tu mano impactando en mi carne resonaba por todo el baño. Cuando acabaste miré hacia abajo y vi mis tetas rojas con las marcas de tu mano y mis pezones como rocas. Me agarraste una de mis tetas y la levantaste para hacer que me la mamara mientras te desabrochabas el conturón con la otra mano. Por fin tu preciosa polla quedó a la vista. Soltaste mi teta y me mirabas mientras yo no apartaba la vista del objeto de mi deseo. Hacias que tu polla se balanceara delante de mi cara mientras sonreías. Entonces la levantaste y la acercaste a mi rostro.

- Huelela.

Acerqué mi cabeza a tu polla y coloqué mi nariz entre tu tronco y tus huevos depilados. Y aspiré. Aspiré y me deleité con el aroma más embriagador del mundo. Tu mano me agarró de la parte de atrás de la cabeza y me hiciste restregar mi nariz por toda la longitud de tu rabo hasta que colocaste tu gordo cipote en mis labios. Abrí la boca y tu polla fue entrando poco a poco hasta mi garganta. Entonces empezaste a follarte mi boca. Tu enorme polla me asfixiaba pero no podía defraudarte. Por supuesto no entraba entera pero entraba más al fondo de mi garganta de lo que ninguna polla había entrado hasta entonces. Me inclinaste hacia adelante y la sacaste de golpe. Una tremenda cantida de saliva mezclada con tus fluidos salió de boca estrellándose contra el suelo del baño mientras yo aspiraba el aire que podía y las lágrimas escurrían por mis mejillas. Volviste a la carga y en ese segundo envite sucedió algo sumamente maravilloso. Tuve un orgasmo brutal sólo por el hecho de estar mamándote la polla. Casi me ahogo cuando mis piernas empezaron a temblar e intenté respirar un aire que no llegaba. Pero tú sabías lo que hacías y sacaste de nuevo tu polla y me metiste los dedos en el coño mientras yo em retorcía con un placer que nunca habái sentido y mis gemidos volvían a ahogarse contra la mano que habías colocad en mi boca. Cuando me calmé un poco volviste a obligarme a mamarte la polla, esta vez con la intención de acabar el trabajo. Jamás olvidaré la primera corrida que me tragué. Una corrida caliente y espesa que se deslizaba por mi garganta mientras yo ponía todo mi empeño en no dejar escapar nada para acabar relamiendo tu brillante cipote hasta que no quedó nada.

Te abrochaste los pantalones y te fuiste dejándome allí más humillada y satisfecha que nunca. Me coloqué el vestido y el pelo lo mejor que pude y salí rápido hacia el baño de mujeres para arreglarme el maquillaje. Al entrar me crucé con una señora que me miró sorprendia. Que te follen señora. Tu mirada acusadora cuando entendiste de donde venía no valía para mi nada en comparación con lo que acabab de vivir.

Volví a la mesa y nos comimos nuestra cena ya fría. Ahora si hablamos. Hablamos como dos amigos como si no me hubieras acabado de violar la boca en un baño público.

Cuando salimos del restuarnte me dijiste que era tarde y que me acompañabas al coche. Casi te suplico que me llevaras a tu hotel pero tuve un instante de lucidez y decidí que era mejor dejarlo así. Fuimos andando hacia el parque donde había aparcado mi coche. Eran alrededor de las 23:30 y de nuevo estabas silencioso. Al llegar me giré para despedirme. En mi mente tenía la intención de un beso de despedida. Tu mente tenía otra intención. Me cogiste con fuerza y me pusiste de espaldas a ti contra el lateral de mi coche. La impresión me dejó sin habla. Me sacaste un poco el culo hacia afuera, me levantaste el vestido y me atravesaste el coño con tu polla a la vez que tu mano volvía a tapar mi boca a pesar de lo cual el grito de dolor que solté por ser empalada sin preparación se escuchó demasiado. Dejaste tu polla dentro de mi unos instantes y empezaste a follarme con autoridad. Mi coño empezó a chorrear y soltaste mi boca para atrapar una de mis tetas por encima del vestido. Tu descomunal polla estaba literalmente reventándome y yo como una puta gemía lo más bajito que podía y empujaba con mi culo hacia ti. Escuché un motor y giré la cara. Un hombre en moto se había parado y nos estaba mirando. Ví como sacaba el móvil y empecé a sentir miedo. Me cogiste por el pelo y me estrellaste la cara contra el cristal de la ventanilla y me metiste un pollazo brutal que hizo que me corriera por segunda vez. Las lágrimas volvían a recorrer por mi rostro, esta vez por humillación y dolor a la vez que de felicidad, mientras seguías follándome como a la puta en que me había convertido hasta que te escuché resoplar y noté tu semen derramándose en mi interior. Cuando sacaste tu polla miré hacia abajo y vi como parte de tu corrida se derramaba por el suelo. Un reguero de semen recorría el interior de mi muslo siguiendo el camino que habían dejado antes mis flujos. Giré la cabeza y el motorista había desaparecido. Me besaste en la boca y empezaste a alejarte de mi, abandonándome junto a mi choche, recién follada y llena de semen. Me metí en coche y empcé a arreglarme por segunda vez. Me limpié el coño y los muslos lo mejor que pude y me fui a casa. Volví a masturbarme en el garaje antes de subir, rememorando mi infidelidad. Subí, me duché y me dormí abrazada a mi novio.

Dos días después estaba trabajando cuando me quedé sin respiración al verte entrar. No sabía como habías encontrado mi hotel ni porqué seguías allí. Sabía que me habías dicho de donde eras pero no lo recordaba, aunque en Andalucía seguro que no. Me di cuenta de que tampoco sabía como te aganabas la vida. Me di cuenta de que lo único que sabía de ti es que tenías una polla gloriosa.

- Buenas tardes.

- Buenas tardes, señor.- Te respondí temblando.

- Quisiera una habitación. Sólo por una noche.

Me diste tu DNI y tu tarjeta de crédito y obtuviste tu habitación.

- Que disfrute de su estancia, señor.

- Seguro que si.

Te miré mientras te alejabas hacia el ascensor y casi incoscientemente me guardé en el bolsillo el duplicado de tu tarjeta llave.

Fue el turno de trabajo más largo de mi vida. Me pasé el día con el coño mojadísimo intentando centrarme en lo que hacía. Cuando llegó la hora de salir le mandé un mensaje a Fran diciéndole que iba a comer con mis compañeras y subí a tu encuentro sin preocuparse siquiera si algún compañero me veía y le extrañaba que cogiera el ascensor de mi hotel.

Cuando abrí la puerta de la habitación te encontré desnudo en la cama con tu mano sobre tu polla totalmente en su plenitud. Tu cuerpo desnudo se me antojó el de un maldito dios griego. A pesar de tu entidad tenías un torso firme con unos abdominales marcados.

-Desnúdate.- Me ordenaste en cuanto dí un paso hacia ti.

Por supuesto lo hice y me dirigí a tu encuentro. Te lavantaste de la cama cuando me acerqué, me agarraste del cuello y me sujetaste contra la pared.

-¿A qué has venido, puta?

-¿Qué?

Tu mano libre restalló contra mi mejilla con violencia y volviste a repetir tu pregunta. La misma pregunta pero esta vez ya tenía significado para mi.

-Vengo a que me folles.

Esta vez tu mano golpeó mis tetas desnudas como recompensa por una respuesta satisfactoria.

-¿Y porqué vienes a que te folle yo en lugar del cornudo de tu novio?

-Porque yo soy tu puta y adoro tu enorme polla.

Más golpes en mis tetas como premio.

-Eso es puta. Espero que estés preparada. Yo sólo conozco una forma de tratar a las putas como tú.

Me agarraste del pelo y me estrellaste contra el suelo de la habitación. Me quedé allí de rodillas aguantando el dolor de mis piernas mientras tú me rodeabas. Volviste a agarrarme del pelo y me colocaste tus huevos en mi nariz. Volví a aspirar aquel olor con el que llevaba soñando dos días mientras te inclinabas sobre mi y me azotabas el culo con fuerza. Empecé a mamar tus gordos huevos de macho mientras me castigabas mi culo de puta y luego te giraste. Te inclinaste delante de mi y sin necesidad de decir nada, coloqué mis manos en tus nalgas y empecé a lamer tu culo. Mi primera y deliciosa comida de culo. Lamí cada recoveco y metí mi lengua todo lo que pude dentro de tu agujero. Cuando lo tuviste brillante volviste a darte la vuelta y me diste mi ración de polla. La follada de boca me hizo delirar de placer. Esta vez aprovechabas la intimidad que nos faltó en el baño para golpear mi cara con tu mano abierta cada vez que yo jadeaba buscando aire cuando sacabas tu polla de mi boca. Esta vez sin la preocupación de manchar el vestido, mi saliva chorreaba por mi barbilla cayendo sobre mis tetas y volvía a mi boca cuando me hacías mamármelas. Cuando te cansaste de usar mi boca me pusiste a cuatro patas en ese mismo suelo lleno de fluidos de todo tipo.

-No, no, espera...

- No vuelvas a abrir la boca, puta de mierda.- me respondiste golepando con una fuerza brutal mi culo y mi espalda.

No volví a decir nada cuando noté de nuevo tu gordo cipote en la entrada de mi culo. Sollozaba con miedo y empecé a gritar cuando tu polla empezó a atravesar mi culo sin ningún tipo de lubricación. No aguanté y empecé a gritar mientras tu seguías impasible a mi agonía hasta que no había manera de que entrara nada más. Tampoco dejaste que me acostumbrar a tu tamaño cuando empezaste a follarme el culo con toda tu potencia de macho y me hacías llorar de dolor hasta que empecé a pedir más y a empujar mi culo contra tu fantástica polla.

Cuando quedaste satisfecho, saliste de mi culo y me empujaste con el pie. Tu tumbaste sobre la cama y te agarraste la polla.

- Aún no hemos acabado puta.

Me subí a la cama y me empalé yo misma el coño con tu polla. Empecé a cabalgarte como poseida por la excitación que tenía encima mientras seguías azotándome las tetas y escupías en mi cara. Por fin llegué al orgasmo. Un orgasmo brutal que me hizo temblar entera y parar de cabalgarte. Me quitaste con desprecio de encima tuya y esta vez tu te subiste encima de mi y me usaste atu antojo hasta que volviste a correrte dentro de mi.

Esa tarde follamos hasta la saciedad. Cuando acabamos me dijiste que me fuera. Me encerré en el baño y casi me hecho llorar al mirarme el espejo. No veía a Elena en él, veía a una puta viciosa con el maquillaje destrozado y la cara hinchada por los guantazos. Tenías las tetas rojas y me ardía el culo de llevar siendo sodomizada toda la tarde. Me arreglé como pude y me fui de allí sin mirarte. No pude volver a casa y que Fran me viera así. Le escribí diciendo que me quedaba con las compñaeras y volví cuando ya se hubo ido a trabajar.

Durante aquel mes viniste a por mi varias veces más. Unas veces te quedabas en el hotel y otras me llevabas a donde te daba la gana. Unas veces me hacías mamarte la polla y me echabas cuando te corrías en mi cara o en mi garganta y otras veces me follabas hasta que la polla no se te levantaba más.

Evidentemente Fran empezó a mosquearse y yo me asqueaba a mi misma mintiéndole y diciéndole que le amaba, lo cual ya no era cierto. El último día me dijiste como si tal cosa que ya no nos veríamos nunca más mientras de mi culo aún salía tu semen caliente.

- Has sido de las mejores putas que he tenido. Vuelve con el cornudo de tu novio y disfruta de las próximas pollas que dejes que te violen. Hasta nunca.

Lloré como una idiota sabiendo que te iba a echar de menos a pesar de que una parte de mi te despreciaba.

Dos semanas después le conté a Fran que le había sido infiel. No por remordimientos, sino porque ya no le amaba y porque estaba embarazada. No le dije la naturaleza de nuestra relación ppor pura vergüenza. La forma en que me miró con asco y desprecio fue muy dura. También fue duro cuando me vi sola en mi nueva casa. Todo se olvidó con el primer polvo que eché con un chaval que conocí en un pub.

Mi hijo nació hace dos meses. No sabía si escribir esto o no por si lo leías. Pero aunque sé que no te importamos, no quiero saber nada de ti ni quiero que te acerques a nosotros.

Cuando David salió de mi vida borré mi correo. Pensé en borrar mis relatos pero sabía que volvería a escribir. De hecho este no es mi primer relato desde aquello pero ahora sólo quiero interactuar con vosotros a través de los comentarios.

Ahora me gusta el porno madre-hijo más que nunca. Cuando amamanto a mi pequeño no puedo evitar ponerme cachonda y masturbarme mientras lo alimento. Me da igual lo que podáis pensar. Mi fantasía es que tenga una buena polla con la que follar a su madre cuando sea mayor.