El lavabo de caballeros
Cuando vuelva a mi ciudad todas mis amigas se congratularán contándome que conocieron a este, o a este otro y yo me moriré de rabia!
¡Un mes! o para ser más exactos 4 semanas. 4 semanas hará este domingo que estoy en este "paradisiaco" hogar costero en que mi familia pasa las vacaciones. ¿Y qué he hecho durante este mes? Bueno pues, ha sido muy "bonito"; hemos estado en la playa casi cada día, hemos asistido a numerosos conciertos populares al aire libre, hemos transitado toda la región sin dejarnos tan solo un palmo...pero falta algo. ¿Qué es ese algo? Pues muy fácil, os lo cuento; por ejemplo todos los días que he estado en la playa ha sido al lado de mi familia, padre, madre, abuelo, abuela, hermanito, cuki (perro). Por lo tanto aparte de conocer un tanto mejor a cada uno de los miembros de mi familia, no he conocido a nadie más en la playa. En los conciertos al aire libre ha sido lo mismo, siempre al lado de mi familia y sin ningún amigo o amiga con el que jugar a conocer gente.. en fin, que me he pasado ese mes de vacaciones, peor que si hubiera estado en el colegio estudiando.
Y este domingo vuelvo a casa, sin más recuerdo de la costa que el típico -aburrimiento- hogareño. Pues esto no puede quedar así, yo no quiero volver a la ciudad sin haber tenido al menos una aventurilla con otro turista, lugareño, activista parlamentario, ¡lo que sea! pero cuando vuelva a casa todas mis amigas se pondrán ufanas contándome que conocieron a este, o este otro y yo me moriré de rabia! ¿Pero qué solución me queda? Durante todo el día no hago más que ir con mi familia y no me puedo separar de ellos ni un momento porque tecnicamente no tengo ningún amig@. Pues va, esta noche consultaré con mi almohada a ver si mañana sábado se me ocurre alguna manera de tener alguna aventura sin que mi familia se entere.
De noche consulto con mi querida almohada que me ha cuidado en el hotel donde residimos y esta parece hacerme un favor pues me revela un rebuscado sistema para tener un original escarceo. De día, después de pasar la mañana en la playa, vamos a comer al self-service del hotel. Allí mis papás toman una abundante cantidad de comida "mejor para mis planes pienso". Yo como rápida mi primer plato y me separo de ellos diciendo que voy al lavabo.
-Coba: mamá, creo que me ha venido el periodo. Voy al lavabo.
-mamá: vale hija, ¿ya tienes compresa?
-Coba: sí tranquila, tengo ese tampón de emergencia que siempre llevo.
Me dirijo a los aseos de la manera más normal del mundo, pero cuando llego a ellos, no me meto en el de mujeres sino en el de hombres. Lo hago sigilosamente vigilando no toparme con nadie y así es, está vacío. El lavabo del restaurante es más bien pequeño, solo tiene una pequeña estancia donde limpiarse las manos y dos pequeños reservados con su correspondiente puerta para quien quiera usarlos. Me metos en uno de ellos y empiezo a preparar la locura que se me ha ocurrido esta noche.
Llevo un ligero y estival vestido de colores con falda más bien corta. Me siento en el w.c. y me bajo las braguitas, dejándolas que se vean bien, bajadas, a la altura de mis pies. El pestillo lo he dejado abierto para que el primer hombre que se disponga a usar el w.c. me encuentre, sorpresa, sentada en el aseo que supone suyo. No sé si tarda mucho en llegar el primer hombre pero a mi se me hace enterno. Al fin lo oigo; primero oigo que se abre y cierra la puerta principal del aseo, eso es que ha entrado alguien, y después casi de forma inmediata se abra la puerta de mi reservado. Se trata de un hombre hecho y derecho de unos 50 años, complexión gruesa, barriga de 4 meses y las manos desabrochándose ya el pantalón, que ante la sorpresa de verme se le caen al suelo.
-Coba: ¡uy! qué hace usted aquí?
-hombre: ¿como que qué hago? este es el lavabo de caballeros niña, ¿donde te has metido?
-Coba: uy, perdone, me he confundido y me he metido en este por error, dicúlpeme.
El hombre, sin subirse los pantalones, se mete en el reservado y cierra la puerta.
-hombre: no pasa nada niña, me has dado una bonita sorpresa.
Dice esto metiéndome la mano por el pequeño escote que de momento tengo.
-Coba: oiga ¿pero qué hace usted?
-hombre: pues nada, ¿a ti te parece mal después de la broma que me has hecho?
-Coba: perdone por favor, no era mi intención y ha sido un error, las prisas y demás me han distraido al entrar en los aseos.
-hombre: no pasa nada.
Dice esto pero no saca pas la mano de mi escote. Yo me estoy poniendo ya a tono pero no lo demuestro y sigo simulando extrañeza/sorpresa/lo que sea.
-Coba: oiga por favor, ¿que pretende?
Ante mi pregunta el hombre no hace más que inclinar su cabeza y cazar mi boca con la suya, dándome un mojado beso francés. Yo lo recibo con la sorpresa con que de momento le he recibido en todo, pero cuando noto que a estas alturas cualquiera ya se habría entregado al pecado, me entrego también al beso y lo degustamos al mismo tiempo. Sus manos me han bajado la parte de arriba del vestido, y ahora estan mis desnudos pechos que toman sus ambas manos masajeando con calidez. Nos seguimos besando otra tanto rato durante el cual me va poniendo cada vez más caliente. Mis manos han hecho alguna incursión en sus calzoncillos y dejándolos caer he descubierto una gorda poronga que también me mira firme.
El señor deja de besarme y tomándome la cabeza la acerca a su polla para que me la coma. Yo iba a comerle primero el capullo pero él me cala y me la mete toda dentro a la primera.
-Coba: goooooooooorbl.
No me atraganta pues tengo como una predisposición genética que me permite comerme toda una polla cuan grande sea sin joder mi garganta. Él se sorprende que me la haya comido toda sin rechistar y sin perdón me va calando en su polla repetidamente.
-Coba: gooooorbl, gooooobl, gooooorbl.
Cuando me he cansado de que juegue con mi cabeza, la escupo y le mamo un rato los cojones.
-hombre: mmmmm, así putilla, cómetelos todosss.
Dice mientras yo lo casco a la vez que le como los cojones. Es una faceta super-pervertida del sexo oral que conocí con mi primer novio hace un par de años, pero que me gusta un montón. Se la como polla y cojones a intervalos no por mucho tiempo. Él me levanta para sentarse él en el asiento del w.c. y sentarme encima de él. Con la polla en ristre guía mi culo para que me la coma con mis labios vaginales. Lo trato de hacer con precaución pues tiene una buena estaca que no conviene que entre toda de golpe. Está la punta de la estaca apuntada en la entrada de mi vagina cuando él me cala las caderas y me la mete toda de golpe.
-Coba: ¡ooooooooooh!
Primero es él que tomando mis caderas me hace saltar encima suyo mientras yo aullo de dolor y placer a la vez. Pero acabo acostumbrándome, o resignándome, y ayudo con mis piernas el botar que controlan sus manos en mis caderas.
-Coba: ooooh, oooooh, ooooh, oooooh.
-hombre: quien lo iba a decir que encontraría una moza así en los lavabos.
-Coba: ooooh, ooooh, siento haberme equivocado, ooooh.
Él habla con calma, calma que no tienen sus manos y su cadera que me inflingen un veloz ritmo amatorio, que me está dando para explicar y hacer rabiar a mis amigas durante todo este invierno. De pronto una de sus caladas queda detenida, estoy con todo su pene dentro por lo que aún sin movimiento no dejo de suspirar. Sus fuertes brazos me levantan sin separar nuestra penetración y girándome me introduce la cabeza en la taza dejándome como una perra.
-Coba: ¡eh, oiga, qué hace?¡
-hombre: cállate o te robo toda la ropa y me voy.
-Coba: ups, pero, ¿pero que quiere hacer usted?¡
-hombre: tranquila, no te ahogaré, solo quiero verte la cabeza ahí mientras te follo.
Mi cabeza efectivamente no está ahogada, está dentro de la taza pero el nivel del agua está abajo del todo y por fortuna el que ha venido antes ha tirado de la cadena. Estoy tratando de apreciar si se nota algún hedor particular cuando mi amante me la vuelve a meter dentro. Me vuelve a follar de nuevo un rato y yo me olvido de la humillante posición en que me encuentro. Pues lo único que noto del mundo terrenal es un grueso cipote que entra y sale de mi vagina quemándome. Mi cabeza da algún que otro golpe con la cerámica interior de la taza, pero mi masa encefálica no es capaz de notar dolor alguno a causa del desbordamiento de placer que siento entre piernas y en el sector de morbo de mi cerebro. Al cabo de un rato me informa que se va a correr gimiendo también.
-hombre: mmmm, mmmmm.
En ese intante, para mi perdición, tira de la cadena llenando la taza de agua. Noto que en el mismo momento que me llena de líquido por dentro, se me sumerge la cabeza en el agua que sube de nivel, por lo que aguanto la respiración. El proceso de vaciado de la taza sigue su curso y esta, para mi salvación, baja el nivel del agua hasta el agujero del fondo para dejarme de nuevo respirar.
Noto que el hombre ya no me sujeta y me enderezo con la cabeza empapada. Él ni me dice adiós abandonándome en lavabo, pero yo no se lo reprocho lo más mínimo. Con el grifo del lavadero me ducho de nuevo la cabeza e intento peinarme un poco pues estoy hecha un asco. Llego a nuestra mesa que toda mi familia ha acabado de comer y estaban esperándome ya un poco preocupados.
-mamá: Coba hija, ¿qué te ha pasado?
-Coba: me encontraba un poco mal y he vomitado, me he remojado la cabeza para espavilarme.
-mamá: uy, eso será la comida que nos sirven aquí, tranquila que mañana en casa.