El lago (8)

Alex le enseña un lugar secreto a su nuevo amigo.

Capítulo8

El Lago

Diego había sacado la mano de debajo de los huevos de Alex por miedo a que pudiera llegar alguien que viera a su amigo con una erección así que cuando vinieron los padres a buscarlos ya se habían relajado los dos y no había problema alguno de que pudieran ver nada raro.

  • ¡Chicos subir a casa! ¡Tenéis cosas que hacer, vamos! - Gritó desde arriba la madre de Marta y su hermano.

Los chicos se marcharon disgustados después de despedirse de Alex y Diego.

  • Vamos, voy a enseñarte un sitio - dijo Alex levantándose. Su poya había vuelto al tamaño normal y colgaba junto con las bolas cerca de la ara de Diego que no pudo evitar mirar.

  • ¿Dónde?

  • Hay un camino por allí, ya verás, te va a encantar - dijo dirigiéndose al extremo de la playa por donde Diego le vio a aparecer la primera vez. Tenía la sensación de que la primera vez que se vieron había sido hacía mucho tiempo.

Diego siguió a Alex hasta un camino que se metía entre los árboles. Mientras le seguía no podía parar de mirar su culo mientras saltaba para no pisar ninguna rama o piedra que le hiciera daño en los pies.

  • Me gusta mucho tu culo - dijo sincerándose. Alex se paró en seco y se dio la vuelta.

  • ¿Si?

  • Si - le abrazó y se lo tocó con suavidad, después lo agarró con fuerza. Alex le besó y se apartó de él.

  • Vamos, es por aquí - dijo siguiendo el camino.

Caminaron un rato entre lo árboles de aquel bosque hasta que llegaron a una zona completamente verde, como salido de algún cuento de fantasía. Una cascada que caía desde una altura de al menos tres metros, rodeada de piedra, el agua que caía había formado un pequeño embalse cristalino, todo eso rodeado del bosque verde del que acababan de salir. El lugar era pequeño, pero eso lo hacía muy intimo y privado. Del pequeño embalse bajaba un riachuelo que Diego supuso daría al Lago, tal vez a otro lugar.

Vio esta imagen idílica con Alex de espaldas a el, en la orilla del agua. En primer plano la espalda desnuda del chico, con su culo perfecto y su cuerpo atlético. A un lado la cascada que despedía destellos creados por la luz del sol. La pared de piedra gris detrás, y a los pies de Alex el agua reflejando cada uno de los árboles verdes que envolvían aquel lugar.

Alex giró la cabeza para mirarle.

  • ¿Vienes? - Y se lanzó al agua.

Diego sintió que estaba un poco asustado. Todo aquello que estaba pasando le parecía tan increíblemente perfecto que tenía miedo de que fuera un sueño o alguna alucinación. Caminó hasta mojarse los pies y sintió el agua fría, pero aún así se zambulló y fue nadando hasta Alex. Ése se encontraba junto a la cascada y Diego vio como se metía detrás de la casada subiéndose a una piedra que había en el agua. Cuando fue hasta él le vio sentado sobre un gran hueco en la roca, justo detrás de donde rompía la cascada. La piedra donde estaba sentado era prácticamente lisa y daba la impresión de ser un banco para contemplar el agua que caía desde arriba.

Entró en el hueco con él y le llamó la atención lo amplio que era, abría cabido una tercera persona más con ellos.

Se sentó frente a él, de espaldas al agua y vio que la polla de su amigo estaba más pequeña que nunca, pero le gustó, el era un hombre y sabía que esas cosas eran muy normales, aunque alguna mujer lo hubiera encontrado chistoso. La suya también estaba pequeña (algo más pequeña que la de Alex) pero no la miró. La pared donde apoyaba la espalda Alex estaba plagada de pequeños reflejos y brillos de la cascada, él tenía el pelo completamente pegado a la cabeza y estaba completamente empapado.

  • ¿Te gusta el sitio? - Le preguntó mientras miraba las gotas rodear cada uno de sus músculos.

  • Es increíble. ¿Cómo lo descubriste?

  • Un día que salí a caminar me tupé con este sitio y desde entonces vengo casi todos los días.

  • Estás empapado - dijo Diego pasando una mano por la musculosa pierna de su amigo. Las gotas corrieron hasta el suelo.

  • Tu también, ¿tienes frío?

  • No.

Diego continuó tocando el cuerpo de su amigo.

  • Túmbate - le pidió.

Alex se tumbó junto a la pared y Diego pasó su mano desde la pierna hasta los pectorales de su amigo, luego se agachó y se metió su arrugada polla en la boca y la succionó varias veces. Mientras lo hacía tocaba con una mano uno de los pezones de Alex y con la otra agarraba y jugaba con sus huevos que a causa del frío habían encogido.

  • Ahh.. - Alejandro gozaba de placer mientras su polla empezaba a crecer dentro de la boca de su amigo.

Alex retiró la cabeza de su amigo

  • ¿Qué?

  • Túmbate, que yo también quiero mamártela - dijo y Diego accedió en el momento. Se tumbaron de lado el uno junto al otro para hacer un

  • La polla de Diego era algo más pequeña de la suya así que Alex pudo metérsela entera en la boca y jugar con su lengua, aunque no duró mucho en crecer y tuvo que sacarla. Mientras mamaba, Diego levantó la pierna de Alex y comenzó a jugar con sus dedos entre las nalgas tan duras de su amigo. Estuvieron mamándosela un buen rato y Diego con su dedo tocando el agujero de Alex hasta que ése te dio la vuelta y se puso a cuatro patas. Enseguida Diego se colocó frete a su culo y separó sus nalgas. Jamás había echo nada así, lo único que pensó fue en lamer aquel agujero para que su amigo sintiera lo que esa mañana había sentido él. Comenzó a meter un dedo aunque no pudo y tuvo que intentarlo varias veces, pero mientras lo hacía, con la otra mano jugaba con los huevos depilados y suaves de su amigo. Después metió el segundo dedo y sentía su propia poya a punto de estallar así que se levantó e intentó empujar el agujero con la punta.

  • Aaahh.. - Se quejó Alex.

  • Al principio duele pero después te va a gustar, confía en mi - dijo mientras empujaba un poco más.

Un momento en el que Diego advirtió que el agujero se relajaba y abría empujó con más fuerza desgarrando un grito de dolor de su amante, aunque éste no se movió apenas de su postura. Diego no esperó más y comenzó a moverse. ¡Tenía la polla dentro del culo de Alex! Se movió con más ritmo, sintiendo sus huevos golpear contra los de su amigo.

  • ¿Te gusta? - Preguntó con todo de lascivia. Él estaba disfrutando.

  • Aaahh.. - Gimió como única respuesta, pero esta vez de placer.

  • Dios.. - Diego se inclinó y tocó la musculosa espalda de Alex, que ahora se apoyaba sobre la pared de piedra con las manos.

Siguió acelerando hasta oír como su amigo jadeaba.

  • No pares… por favor.. - Le pidió casi sin poder hablar.

Diego envistió con más ímpetu y vio unos chorros de leche salir disparados de debajo de su amigo.

  • Aaaahhh Aaaahh… - Diego se corrió a la vez, clavando sus dedos en las perfectas y duras nalgas de su amigo.

Cuando terminó, salió de dentro de su culo y Alex se dio la vuelta y lo besó con pasión. Diego le abría preguntado si le había gustado y qué le había parecido, pero Alex no le dejó y lo fue empujando hasta que los dos cayeron al agua.