El lago (7)

Segunda visita al Lago

Capítulo7

El Lago

Después de que Diego limpiara las manchas de semen de su cuerpo, salieron de la casa y se encontraron con Julio y sus amigos que volvían ya del parque donde habían quedado.

  • Hombre, pensábamos que no apareceríais - dijo Julio al verlos. Diego pensó entones cuánto tiempo habría pasado desde que entró en la casa.

  • Estábamos intentando arreglar el guarda-vinilos de mi padre

  • dijo Alex.

  • ¿Ya está arreglado?

  • No.

  • Joder, bueno, tendré que hacerlo yo.

  • Bueno chicos, ¿qué os parece si comemos todos juntos en casa? - Preguntó al grupo la señora de las pastitas que ahora iba de la mano del padre de Alex.

  • Por mi bien, ¿y por ti Diego? ¿Te apetece? - Le preguntó Julio.

  • Como quieras, a mi no me importa - respondió.

Al grupo se había juntado otra familia formada por un matrimonio, él grande y con bigote, de cuerpo gordo y apenas se le veía la polla; ella era rubia y tenía la piel algo arrugada. La zona de coño estaba llena de rizados pelos rubios y las tetas colgaban más debajo de lo que a cualquiera le abría gustado. También había dos hijos, una chica rubia con el pelo ondulado en la que increíblemente Diego ni se fijó y un chico algo más bajo que Alex y menos en forma.

En la parte de atrás de la casa de Alex, había un pequeño jardín donde se dispuso una mesa de madera y se sirvió la comida. Los platos que tomaron habían sido preparados con productos cultivados allí mismo, en las huertas de las personas de la comunidad. A Diego no le entusiasmó mucho la comida pero no le importó porque frente a él se había sentado Alex y en el transcurso de la comida habían cruzado sus miradas amistosamente un par de veces. Aquello significaba que a pesar de lo que había pasado, iban a seguir siendo tan amigos como en el Lago.

  • Bueno Diego dinos, ¿tienes pensado cuándo te vas a marchar?
  • Preguntó la señora rubia.

  • La verdad - dijo después de tragar la comida que tenía en la boca - es que ahora entiendo que la gente no quiera marcharse de aquí. Espero quedarme más tiempo - dijo causando un atragantamiento al fondo de la mesa. Era Julio que se había sorprendido.

  • Me alegro, perece que habéis hecho buenas migas mi hijo y tú - dijo la medre de Alex que ya había descubierto que se llamaba Celia.

  • Al menos que se quede hasta que consiga ganarme una carrera en el lago - dijo Alex arrancando las risas de los que estaban alrededor.

  • Hay mamá, ¿podríamos ir después de comer al lago? - preguntó el niño regordete a su madre.

  • Después de comer hay que hacer la digestión - respondió tajante su madre.

  • Tranquila Marga, nosotros los llevamos - dijo Alex mirándola.- Vosotros quedaros aquí descansando.

  • Gracias Alex - dijo la chica rubia mirándolo a los ojos. La chica se llamaba Marta y estaba sentada junto a él y Diego se dio cuanta al momento de que estaba loca por Alex, aunque claramente ella era mucho mas joven, seguramente por eso Diego no se había fijado en ella.

Cuando acabaron de comer, los mayores siguieron sentados a la mesa y Diego marchó con Alex y los chicos hasta el Lago. Por el camino no habían dejado de hablarle a Alex de las carreras y juegos que querían hacer. Diego se dio cuenta de que la chica estaba colada por su amigo y el niño le tenía por un hermano mayor así que no intervino en la conversación.

Cuando llegaron abajo Alex les ordenó que no entraran en el agua a no ser que fuera despacio, después, él y Diego fueron a sentarse bajo el árbol donde ahora daba el sol.

Se sentaron apoyando sus espaldas en el tronco en uno cerca del otro.

Cuando los chicos se alejaron nadando Diego habló:

  • ¿Qué buena tarde hace? No imagino un día de tormenta en este sitio.

  • Si, la verdad es que está haciendo muy buen día hoy. El día perfecto para estrenar un primer día, eh Alex?

. Si.

Estuvieron un rato en silencio y Alex pasó la mano en el lado donde estaba su amigo detrás, y le acarició la parte más baja de su espalda.

Diego lo sintió pero no dijo nada, sabía que desde el punto donde estaban los chicos no podía verse el brazo de Alex así que no le importó, él disimuladamente, con un par de dedos acarició un poco el lado del muslo que tenía junto a su mano en el suelo. Tenía la piel muy suave y sin ningún pelo.

De vez en cuando miraba el rabo de Alex y vio que crecía lentamente y que pronto acabaría teniendo una erección como la de antes así que fue hasta el agua y Alex le siguió.

  • ¿Quieres echar una carrera conmigo Alex? - Preguntó Marta que acababa de acercarse a ellos.

  • No, gracias, luego, dentro de un rato - respondió girando su cabeza hacia ella. La chica volvió a alejarse algo más triste.

  • La tienes loquita ¿eh?

  • Ya - dijo Alex como lamentándose.

Diego se dejó flotar, igual que había echo su amigo aquella mañana. Alex se sumergió bajo el agua y Diego sintió al poco cómo pasaba su mano acariciando sus nalgas desde abajo. Esto le hizo reír y se dio la vuelta flotando baca abajo para mirar bajo el agua, donde vio la cara de su amigo acercándose hacia él hasta juntar sus labios con los suyos. Después salió del agua para respirar y Diego se alejó un poco para que los chicos no les vieran tan juntos.

Después Alex volvió a sumergir y Diego lo siguió ahora bajo el agua donde podía tocar su cuerpo, sus músculos sin que nadie los viera. Le gustaba agarrarse de sus brazos, que eran más musculosos que los suyos.

Hubo un momento en el que Diego fue hasta su amigo y le agarró la polla, que se movía a todos lados cuando él nadaba. Hasta entonces no la había tocado y le entraron ganas de metérsela en la boca pero Alex le vio desde arriba y se escabulló nadando.

Al cabo de un rato salieron los cuatro del agua y Marta y su hermano fueron a recoger piedras por toda la playa y Diego y Alex se sentaron con el agua por la tripa.

  • Nunca había tocado a un tío - dijo Diego.

  • Yo tampoco.

  • Tampoco me habían tocado pero me ha gustado mucho lo que me has hecho - dijo tocándole una pierna bajo el agua.

  • ¿No te hice daño?

  • Si, pero después me gustó - dijo Diego con la mirada fija en los árboles que se agrupaban en el final de aquel lago. Movió su mano hasta tocar los huevos de Alex y comenzó a manosearlos lentamente.

Alex se apoyó con las manos detrás del cuerpo como si quisiera que le diera bien el sol y disfrutó del momento.